Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—¿Y bien? ¿Qué opinas de lo que pienso, Bakugo?—preguntó Minato atento a la reacción del rubio ceniza.
—Opino que eres el jodido Sherlock Holmes. —contestó Bakugo dándose por vencido en mentir al Hokage. —Está bien, tú ganas. Te contaré mi historia y el por qué me tienes que liberar de estas esposas ahora mismo. —
Aunque hay que matizar que la decisión de Bakugo de contar su historia presentaba matices. No pensaba decirle que venía de otro mundo. Si contaba esa parte, corría el riesgo que no le creyera o, peor aún, que creyera que estaba loco y le internara en algún sitio donde residen los ninjas con estrés postraumático. Le iba a contar una historia lo suficientemente creíble para que le dejara salir de allí y que se sintiera satisfecho.
—Yo vengo de una isla muy lejana ...—comenzó contando Bakugo.
—¿Una isla muy lejana? —le interrumpió Minato. —Itachi te encontró en mitad del bosque cerca de Konoha. Hay muchos kilómetros de aquí al mar. ¿Cómo es eso posible?—
—Me teletrans ...—Bakugo rectificó sus palabras para darle credibilidad a la historia. —Me raptaron. De la isla que ...—
—¿Sabes quién?—preguntó Minato interrumpiéndolo de nuevo.
—Ni idea. —contestó, empezándose a molestar con las interrupciones del Hokage.—Solo sé que ese bastardo iba vestido de negro ese bastardo. —dijo Bakugo recordando al villano que le teletransportó a este mundo.—Bueno, como iba diciendo vengo de una ...—
—¿Y por qué te raptaron? ¿Y por qué te dejó en mitad de la nada? ¿Y cómo se llama la isla de la que provienes?—le acribilló de preguntas al genin.
—¡Déjame terminar mi puta historia y luego preguntas lo que te salga de las pelotas, pesado de los cojones!—gritó Bakugo con una vena hinchada en la frente.
—Perdón, perdón. —dijo Minato rascándose la nuca.—Es que estoy un poco ansioso. Jeje.—
—Tsk.—masculló Bakugo. —Como me vuelvas a interrumpir, no sigo con mi historia. Te lo advierto, viejo. —le amenazó el rubio ceniza al Hokage.
—...—Minato hizo un gesto de cerrar la boca para contentar a Bakugo.
—Más te vale. Volveré a comenzar por cuarta vez. Vengo de una isla muy lejana que se llama Japón. Llegué hasta aquí porque un bastardo vestido de negro me raptó. No sé donde quería llevarme, pero pude escaparme aprovechando un descuido y en mi huida me golpeé la cabeza haciéndome una brecha en la cabeza. —Bakugo mezclaba realidad con ficción en su historia, ya que era cierto que se había golpeado, pero había sido por la villana pelirroja y no por su huida. Además que el villano de negro no tenía intención alguna de raptarlo. —El caso es que es cierto que me encontré con Orochimaru en el bosque de la muerte. Luchamos y me derrotó, haciéndome esta herida con su rara espada. —se señaló la cicatriz del hombro.— Descubrió que provengo de Japón porque en esa isla que provengo somos ... mmmm... especiales. Me dijo que tenía a personas de mi isla como experimentos, usando la expresión que era uno de ellos. Después de mi encuentro con el trío de sonido, les perseguí para buscar respuestas. Por desgracia, murieron devorados por una serpiente gigante. Pero la momia bastarda (N/A: Dosu) vivió lo suficiente para decirme que uno de sus experimentos era grande y rubio. Estoy casi seguro que se refería a mi antiguo sensei. Es la única persona que conozco que cuadre con esa descripción y que haya venido a buscarme. —
Bakugo paró unos segundo recordando a All Might, una lagrimilla estuvo a punto de asomar de sus ojos, pero se contuvo y prosiguió con su historia.
—Esa serpiente que mató a los del sonido me inyectó un veneno que casi me mata. Cuando desperté, mi memoria estaba borrosa. Así que cuando, en el examen de los combates preliminares, Sakura me dijo que le pareció extraño escuchar de Kabuto que era uno de ellos. No reparé en que Orochimaru había usado las mismas palabras. Pero había algo que me hacía darle vueltas a eso. Durante el combate contra el cara de perro, mi memoria se recuperó y até cabos tal y como dedujiste. Así que cuando derroté a ese imbécil, me fui al hospital para preguntar al compañero de Kabuto donde se encontraban Orochimaru o el bastardo del cuatro-ojos. Necesitaba descubrir el paradero de mi sensei. Cuando llegué, el cuatro-ojos ya había matado a su compañero. Luego, recordé que Orochimaru me dijo que le había dado a Sasuke un regalo de despedida y me fijé en los combates preliminares la marca del cuello. Así que creí que Orochimaru o Kabuto podrían llevarse a Sasuke o matarlo. No me equivocaba. Allí estaba el el cuatro-ojos sonriéndome con esa cara de falso que tiene. Me obligó a inyectarme algo para dormirme, pero antes de que cayera dormido me confesó que una compañera mía estaba siendo usada como sujeto para experimentar con ella. —terminó de explicar Bakugo.
—Mmmm. Siento oírlo. De verdad, Bakugo-kun. Ahora que has terminado de contar tu historia quiero hacerte unas preguntas, ya que hay cosas que no entiendo de lo que me has contado.—dijo Minato. —Has dicho que provienes de Japón. ¿Tiene algún otro nombre? Porque nunca he oído hablar de esa isla de la que hablas.
—No que yo sepa. Puede que nunca hayas oído hablar de ella porque es una isla muy pequeña. —contestó Bakugo.
—¿Y sabes en que dirección está Japón?—preguntó Minato.
—¿Crees qué si lo supiera estaría aquí después de todos estos años?—contestó con una pregunta Bakugo.
—Supongo que no. ¿Por qué no me dijiste a mí o a alguien algo de esto cuando apareciste aquí?—cuestionó Minato. —Te podríamos haber ayudado.
—No me gusta pedir ayuda. Además, no creo que nadie de aquí supiera donde está. Como te he dicho, es una isla muy pequeña. —expresó Bakugo.
—Recuerdo que me dijiste que tus padres estaban muertos. ¿Era mentira?—cuestionó el Hokage.
—No te dije que estaban muertos. Te dije que estaban en otro mundo. Y es que están tan lejos de aquí, que parece como si estuvieran en otro mundo. —se defendió Bakugo.
—¿No tienes esperanzas de poder volver a verlos?—dijo Minato con tristeza.
—Antes no las tenía. Pero el saber que alguien de mi isla está por aquí también, lo ha cambiado todo. —contestó Bakugo.
—¿Cómo descubrió Orochimaru que venías de esa isla tan lejana y pequeña? ¿Qué os hace tan especiales para que quiera experimentar con vosotros? Y si sois tan especiales ¿porqué no te llevó consigo después de la pelea?—
Bakugo lo pensó unos instantes para darle una respuesta coherente y sin desvelar lo del otro mundo.
—Ese reptil me mordió en el cuello. Supongo que quiso marcarme como a Sasuke. Pero no lo consiguió, así que dedujo que venía de Japón. Por lo visto los que somos de allí no se nos puede marcar con lo que quiera que sea que haga Orochimaru. No me llevó porque te temía. Era un peso que no se podía permitir si aparecía el rayo amarillo de Konoha.—respondió Bakugo.
—¿Nada más? ¿Lo que os hace especial en Japón es que el sello maldito de Orochimaru no os hace efecto?—preguntó Minato con incredulidad.
—Si me desatas, te mostraré lo que me hace especial. —volviéndose a cabrear por todo el tiempo que estaba perdiendo allí.
—Claro. Tus explosiones. ¿Así que los que venís de Japón tenéis ese kekkei genkai explosivo?.—preguntó Minato.
—Mmmmm sí. —mintió Bakugo.
Sabía que era una mentira corta, ya que cuando recuperara a Uraraka y viera que ella no podía crear explosiones descubriría que mentía. Pero para entonces, ya se mostraría más dispuesto de contar la verdad. Con Uraraka a su lado, era más fácil creer algo que parece imposible si hay dos personas que cuentan la misma versión.
—Tiene sentido que quiera experimentar con tu sensei y tu compañera. Orochimaru quiere conocer los mejores jutsus del mundo. Y, desde luego, que ese jutsu explosivo es una de los jutsus más impresionantes que hay. Ahora que lo pienso... —se llevó el dedo índice a los labios. —Había un tipo muy conocido por sus grandes explosiones. Quizás lo conozcas ...¿cómo se llamaba? ¿Denduda? ¿Derando? ¿Deidad? ¿Dediri?—
Bakugo apretó los puños con fuerza de la rabia.
—¡Es que no has escuchado nada de lo que te he dicho! No sé si esos bastardos tienen a mi sensei. Pero estoy cien por cien seguro que esos hijos de la gran puta tienen a mi compañera. Y la tienen porque la muy idiota vino a buscarme. ¡La tienen por mi culpa! —gritó de manera desgarradora. —¡No puedo perder más tiempo! ¡Así que suéltame de una puta vez y deja que la busque!—
—Mmm. No.—replicó Minato ganándose una mirada aterradora por parte de Bakugo.
—¡¿CÓMO HAS DICHO, MALDITO HIJO DE PUTA?!—rugió el rubio ceniza.
