Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

—He pedido a uno de los otros dos sannin que regrese a la aldea. Y se lo he pedido porque es la única persona con los contactos suficientes para encontrar a la última integrante de los legendarios Sannin. Quiero que le acompañes a buscarla.—dijo Minato mirando la espalda de Bakugo que se dirigía a la salida.

—Ja ¿Y por qué iba a hacer tal cosa?—preguntó Bakugo, abriendo la puerta de la habitación preparado para marcharse de Konoha.

—Porque es la única persona que conozco que tiene las habilidades necesarias para curarte los brazos.—respondió Minato.

Bakugo dudó un instante, pero recordó las palabras de Kabuto.

—¿Por qué dejas que ese hombre me haga estas cosas, sabia serpiente? ¿No soy yo tu amiga? ¿No querías ayudarme a encontrar mi hogar? —

—Día tras día, el hombre y la serpiente le inyectaban drogas para tratar que la joven recordara algo más.—

—Y la pobre joven se quedó allí, sola, sin poder regresar a casa, drogada y diciendo tonterías—

—Ya he hecho esperar demasiado a Uraraka. Adiós, Namikaze. —se despidió Bakugo saliendo de la habitación.

Minato suspiró, pero no se iba a rendir tan fácilmente en convencer al rubio ceniza. Usó el Hiraishin no Jutsu (Jutsu del Dios Trueno Volador) para teletransportarse enfrente de Bakugo.

—Aparta, viejo.—ordenó Bakugo, con el rostro muy serio y llevando una mano a la empuñadura de su espada.

—No estás siendo racional, Bakugo. —argumentó Minato.

—¡Lo que no es racional es dejar que esos bastardos sigan torturando a mi compañera! ¡Así que aparta de una vez, Namikaze! No quiero malgastar mis últimas explosiones en ti, pero te juro que como me sigas cabreando haré volar este hospital si es necesario —advirtió Bakugo.

Minato analizó a Bakugo y dedujo al instante que el lenguaje corporal del rubio ceniza expresaba que iba en serio su amenaza. Pero al astuto Hokage aún le quedaba un par de ases bajo la manga para conseguir su objetivo.

—¿Cuánto dinero tienes?—preguntó Minato cruzándose de brazos.

—¿Eh?—el cambio de tema tan brusco desconcertó a Bakugo.

—¿Esas explosiones te han dejado sordo, Bakugo? Te he preguntado qué cuanto dinero tienes. —repitió Minato la pregunta.

—Estás consiguiendo que quiera matarte antes que a esos dos bastardos, viejo. —dijo Bakugo, apretando los dientes por la ira acumulada.

—Responde a mi pregunta. —insistió Minato, no dejándose acobardar.

—¿¡Y A TI QUE COJONES TE IMPORTA CUÁNTO DINERO TENGO, JODIDO BASTARDO DE MIERDA!?—gritó Bakugo, perdiendo completamente la paciencia. —¡APARTA DE UNA PUTA VEZ, NAMIKAZE!—

—Shhhh. —se llevó el índice a la boca Minato. —Estamos en un hospital.—

—Se acabó. Estás muerto. —dijo Bakugo con un tic nervioso en el ojo desenvainando a Deku (N/A: no le busquéis el doble sentido ... o sí. jeje. —¿Últimas palabras, viejo?—Bakugo apuntó con su espada al cuello del Hokage.

—Bueno, ya que no me quieres responder, responderé yo por ti. —dijo Minato distraídamente sin darle importancia que tenía una espada de 30 kilos a escasos centímetros de su cuello.— A pesar de que desde entraste a la academia ya no vives en el orfanato y tienes casa propia, me dicen los responsables del orfanato que pasas muchos días por allí a entregar comida. —

—Bueno...—empezó diciendo Bakugo rojo por la vergüenza porque Minato supiera eso.— ¡es que a veces me despisto cuando cocino y acabo cocinando de más! ¡Y no me gusta tirar la comida!—

—Ajá. —dijo Minato sonriendo por la actitud de Bakugo.— Pues por lo que parece te despistas demasiadas veces. Toda esa comida que te sobra no te resultará barata. Con tu pequeña pensión por orfandad y teniendo en cuenta que sólo has hecho misiones de rango D salvo una de rango C, no creo que hayas ahorrado mucho.—

—Tsk.—Bakugo bajó a Deku y revisó sus bolsillos donde estaba su billetera. Vio su interior y comprobó que apenas le quedaban 373 Ryo. —Soy más pobre que una rata, y ahora que he contestado a tu estúpida pregunta aparta de una jodida vez.—

N/A: Según la Wiki de Naruto eso equivale a 37 € más o menos. Para los que no hayáis visto la serie o no os acordéis, Asuma (el profesor de Shikamaru, Ino y Choji) tiene un precio a su cabeza de 35.000.000 de Ryos. Por tanto, 10 Ryos equivalen a 1 euro/ dólar

—¿Y como planeabas comer y hospedarte durante el trayecto? Viendo lo altruista que eres con los huérfanos, no te veo capaz de robar como un bandido para conseguir dinero.—razonó Minato.

—¡Pues claro que no pensaba en robar, desgraciado! ¡No soy un niño mimado! Puedo dormir al aire sin ningún problema y cocinar mi propia comida con las bestias que mate. —explicó Bakugo, indignado con el comentario de Minato.—¡Y yo no soy altruista! ¡Te repito que no me gusta tirar la comida! Además, que la comida que preparan en el orfanato es una puta mierda. Así pueden experimentar esos extras lo grandioso que soy en la cocina. —

—Pero el camino que te espera es muy largo. Pasarás muchas noches al intemperie y podrías enfermar. Además, de aquí a la aldea del sonido hay zonas desérticas donde no hay casi vegetación o fauna. Por no hablar que es probable que Orochimaru no esté allí cuando llegues. Necesitarás información que solo encontrarás en las posadas y las tabernas. Y allí si no tienes dinero con el que negociar no podrás hacer nada. —argumentó el Yondaime.

—Que molesto eres, viejo. El que no me quiera decir lo que sepa de esa serpiente por las buenas, me lo dirá por las malas. —dijo Bakugo volviendo a apuntar a Minato con Deku.

—Mira, Bakugo. Ahora tengo que hacer unas gestiones de la villa. Piénsate la decisión unas horas. Decidas lo que decidas, ven a verme a mi despacho sobre el atardecer y te daré un sobre con 50.000 Ryos para los gastos de tu viaje. Ya sea que te vayas solo a buscar a tu compañera o acompañes al sannin que está a punto de venir en la búsqueda de la especialista médico—dijo Minato.

—¿Me vas a dar 50.000 Ryos si me voy solo y renuncio a ser ninja de Konoha?—preguntó Bakugo, desconcertado.

—Efectivamente. Solo te pido que te lo pienses unas horas. Te recomiendo que te des una vuelta por el hospital, así puede que se te aclaren las ideas. —dijo el Yondaime.

—No necesito aclararme las ...—Minato desapareció en una pantalla de humo antes de que Bakugo pudiera acabar la frase. —... ideas.—

Bakugo se guardó a Deku en su espalda y miró el reloj que estaba en el pasillo. Era la una de las tarde. Calculó, que aún quedaban unas 5 horas para el atardecer. La oferta del Yondaime era demasiado jugosa para dejarla escapar.

Mientras estaba caminando por el pasillo del hospital, se le ocurrió que podría comer en el Ichiraku una última vez antes de abandonar Konoha por, tal vez, siempre.

La mayoría de puertas de las habitaciones de los pacientes estaban cerradas, pero coincidió que una de las que estaban abiertas a Katsuki le dio por observar con el rabillo del ojo y vio a Kurenai Yuhi sentada en una silla.

A Bakugo le picó la curiosidad, y aún más cuando vio que se levantaba y se dirigía a la cama del paciente. Así que entró sigiloso para ver por qué estaba allí la sensei de Naruto, Hinata y Kiba.

Lo que vio le horrorizó. Tumbada en la cama estaba Hinata Hyuga repleta de heridas con extraños puntos por toda su piel. La razón por la que Kurenai se había levantado y acercado a la cama era para limpiarle la sangre de la boca a su alumna, ya que en ese preciso momento estaba escupiendo el líquido rojo.

—¡Qué demonios ...! —dijo Bakugo, impresionado por la imagen.

Kurenai volteó el rostro mientras seguía limpiando la cara de su alumna.

—Bakugo, me alegra que hayas despertado ...—dijo Kurenai con una sonrisa triste volviendo su atención hacia Hinata que tosía débilmente.

—¡Déjate de mierdas y dime lo que le ha ocurrido a la ojos raros!—exigió saber Bakugo elevando el tono.

—Shhh. —al igual que el Hokage antes, Kurenai le mandó a callar. —Ahora está dormida. Habla más bajo. —dijo ordenando un mechón de cabello de Hinata con suavidad.

—...—Bakugo se calló, pero fulminó con la mirada a Kurenai para que le dijera todo.

—Después de tu combate contra Kiba, aún quedaban cuatro combates por disputarse. A Hinata le tocó luchar contra su primo.—comenzó explicando Kurenai.

—Neji ...—susurró Bakugo apretando los puños con fuerza