—¿¡Qué es esto?!
Unos segundos después de que ese grito se escuchara, Lillie, Elio, Selene y los profesores salieron corriendo de la carpa en la que estaba Gladio. Cuando llegaron al lugar, se encontraron con un gran cúmulo de gente que se amontonaba en torno a algo en particular.
Se abrieron paso entre la multitud y cuando llegaron al centro vieron una Pokéball. Al verla, Lillie sintió como su alma caía al piso. Sin dudar un poco, se acercó a la cápsula, abriéndola.
Charizard apareció, cayendo de rodillas al suelo. Con la respiración agitada y el rostro lleno de sudor, veía en todas las direcciones con rapidez; buscaba algo con desesperación.
—¡Tranquílizate, Charizard!— le gritó Rotom, poniéndose frente a él— ¡¿Qué fue lo que…?!
Se interrumpieron al ver como un Greninja al que pocos ahí conocían (pero que sabían, parecía tener relación con Zygarde), caía de rodillas. Por su aspecto, Lillie y Rotom supieron de inmediato que era el Greninja de Ash. Fue cuestión de segundos para que el Pokémon se recuperara, volviendo a ponerse de pie. Parecía haber tenido una especie de jaqueca.
—¡Algo viene!— una voz habló directamente a la cabeza de todos los presentes y por instinto, voltearon a ver hacia donde estaban los Tapus. Vieron como Tapu Lele observaba fijamente el Ultraumbral en el cielo— ¡Prepárense para recibirlo!
Enormes sonrisas aparecieron en los rostros de todos y entonces, se decidieron a actuar.
—¡Todo aquel que tenga un Pokémon con Psíquico que se prepare!— ordenó Kukui, avanzando hasta ponerse justo debajo del Ultraumbral.
Apenas se dio la orden, montones de Pokémon aparecieron en el lugar, todos mirando hacia el cielo. Incluso los Pokémon legendarios tenían centrada su atención en el lugar.
Fue tras segundos de gran suspenso que vieron como algo salía y sin dudarlo, todos los que podían usaron Psíquico sobre él.
—¡Bájenlo despacio!— indicó Kukui en un grito, preparándose para recibirlo. Luchaba por contener una sonrisa de alegría.
Los Pokémon obedecieron, bajando con lentitud a la inmóvil persona, la cual aterrizó en los brazos del profesor Pokémon. Kukui mantuvo su sonrisa por apenas unos segundos pues al ver el estado en el que se encontraba, se vio realmente alterado.
—¡UN MÉDICO, RÁPIDO!— gritó con fuerza hacia la gran carpa que estaba en el lugar. No pasó nada de tiempo hasta que dos camilleros salieron de la estación de salud.
—¡Ash!— gritó Lillie, corriendo hacia donde estaba el profesor. Se sentía feliz; demasiado feliz, solo que el grito de Kukui la había puesto muy nerviosa. Cuando lo vio, comprendió todo— No puede…
Las palabras fueron incapaces de salir. No solo ella. Todos en el lugar tenían expresiones de horror y tristeza.
Ash Ketchum estaba inconsciente, pero eso no era lo que más preocupaba a todos. Había vomito en parte de su ropa, indicando que se había arrastrado en el mismo. Su cuerpo estaba lleno de cortes y moretones. Su pierna derecha se veía inflamada y lo que más causó conmoción fue la pierna izquierda del joven. No estaba. De la rodilla hacia abajo, Ash Ketchum no tenía pierna.
Lillie vio con miedo la forma en la que Ash se alejaba de su vista, siendo rápidamente trasladado a la misma carpa que Red y entonces…
—¡ASH!— escucharon gritaron al Campeón de Kanto— ¡ASH! ¡AAAAAAAASH!
La rubia retrocedió a tropezones y entonces, fue detenida por Burnet quien rápidamente la abrazó.
—Él estará bien, Lillie…— le dijo, cerrando los ojos— Verás que él estará bien.
Aether sintió como su rostro se fruncía involuntariamente. Pegó su rostro contra el hombro de la profesora, comenzando a llorar.
—¡E-El jefe es fuerte!— exclamó Elio. Aunque sonreía, sus ojos se estaban llenando de lágrimas— ¡No hay forma de que algo como… como esto pueda derribarlo! ¡Él solo necesita un poco de… de descanso! ¡¿Verdad, Selene?!
La Asutoro asintió con fuerza y luego, su mirada se perdió mientras las lágrimas comenzaban a salir.
Al escuchar el sollozo de Mallow, Lana rápidamente la abrazó. Kiawe vio esto con impotencia.
Los Pokémon de Ash se veían claramente preocupados y aterrados por lo que pudiera pasarle a su entrenador y amigo. No había en el lugar el más mínimo sonido pues todo era preocupación. Eso hasta que ella habló.
—Era imposible…— al escucharla hablar todos miraron a Tapu Fini. Tenía un rostro lleno de incredulidad— El destino de Ash Ketchum era morir en la guerra… Pero él… está vivo…
Escuchar eso les quitó un gran peso de encima pero hubo personas que querían más respuestas.
—¡Va a estar bien, ¿verdad?!— preguntó Lillie, apartándose rápidamente de Burnet y acercándose a la deidad. Rotom, Elio, Selene y los Pokémon de Ketchum se acercaron junto a ella— ¡Ash va a vivir, ¿no es así?!
Con enorme temor esperaron la respuesta de Tapu Fini quien, tras unos pocos segundos, asintió.
—Ash Ketchum… ha vencido al destino…
Suspiros. Suspiros de alivio se escucharon por todo el Altar del Eclipse y la gran mayoría de las personas sintieron como las piernas les fallaban por lo que buscaron asiento en cualquier lugar que tuvieran cerca.
Lillie volteó a ver a sus amigos del equipo S&M y ellos la miraron a ella. Rápidamente se abrazaron, rompiendo en un fuerte llanto de alegría. Los Pokémon de Ash exhibían grandes sonrisas.
Decir que habían logrado la victoria en la guerra era, en parte, una mentira. Habían ganado, era cierto, pero habían perdido demasiado. Les alegraba saber que al menos, entre toda esa pérdida, el héroe de la humanidad no estaba incluido.
Fue así que la guerra contra Necrozma concluyó. Fue así que también, otro futuro nació.
Ash Ketchum había vencido al destino.
Cuando abrió los ojos notó el lugar en el que estaba. Trató de espabilar lo mejor que pudo y lo logró con cierta facilidad.
El momento de dormir había pasado hace rato, pensó. Se puso de pie, comenzando a caminar por los largos pasillos del hospital y tras tomar un elevador, llegó al quinto piso. Caminó hacia una habitación específica y la abrió.
—Lillie…— escuchó que la llamaban y rápidamente sonrió.
—Buenos días, hermano— le dijo, acercándose a él y abriendo las cortinas de su habitación. Se fijó en el estado de Gladio, quien ya se encontraba mucho mejor que antes pero aún debía estar en cama. Estaría ahí por al menos una semana más, eso era un hecho—. ¿Pudiste dormir mejor?
Gladio asintió y le devolvió la sonrisa.
—No fuiste a casa hoy tampoco, ¿verdad?— le preguntó, haciéndola reír.
—No puedo ir a casa si no estás ahí, hermano— respondió, sentándose en una silla de madera que estaba a un lado de la cama de Gladio. Tomó una manzana de una cesta cercana, así como un pequeño cuchillo y un plato de cristal—. Si los doctores piensan que soy una molestia aquí, entonces que intenten echarme— sonrió con confianza— ¡Pero estoy segura de que la tendrán muy difícil!
Gladio se rio a pesar de la mueca de dolor que apareció en su rostro, cosa que preocupó a Lillie. Tras unos segundos, el rubio pareció recuperarse.
—Gracias por cuidarme, Lillie, pero asegúrate de cuidar de ti también— le dijo, recargándose todavía más en el colchón y la almohada—. Entre el voluntariado, los estudios, los cuidados que nos estás dando y tu propia recuperación… Debes de estar agotada.
—Han pasado casi tres semanas desde que la guerra terminó, hermano— le recordó Lillie, partiendo hábilmente la manzana en pequeñas rodajas—. Todas las heridas que pude haber tenido sanaron hace un tiempo.
La miró con seriedad, mostrando que definitivamente sentía algo de desconfianza ante sus palabras.
—Puedo verlo en tus ojos— Lillie se rio—. No crees nada de lo que te estoy diciendo, ¿verdad?
—Me descubriste— admitió, sonriendo. Luego de mantener ese gesto por unos segundos, volvió a ponerse serio—. Lo siento por preguntar todos los días, Lillie…— la rubia también dejó de reírse en ese momento— ¿Ash todavía no despierta?
La adolescente sintió como su labio inferior temblaba un poco pero se obligó a sonreír.
—Aún no, pero los doctores dicen que está muy estable— respondió, terminando de partir la manzana y colocando el plato junto al cuchillo en un buró cercano—. Ellos piensan que es solo cuestión de tiempo para que Ash vuelva a abrir los ojos.
Gladio asintió. Se sentía aliviado al escuchar eso.
—Sobre su pierna…
Lillie se sobresaltó un poco, sorprendiendo también al propio Gladio. Él sabía que su hermana tenía una especie de complejo con ese tema pero de verdad quería saberlo.
La rubia tardó unos segundos en animarse a hablar.
—Muchos doctores e investigadores están colaborando con la Fundación Aether para prepararle una prótesis— volvió a sonreírle a su hermano, quien esta vez no le devolvió la sonrisa—. ¡Ellos dicen que será la mejor que se haya inventado hasta la fecha! ¡Con tantas personas trabajando en la nueva pierna de Ash, me siento mucho más tranquila!
—No intentes parecer fuerte— le dijo Gladio de golpe. Lillie volteó a verlo, frunciendo un poco el ceño.
—¡No estoy…!
—No conmigo, Lillie— el rubio parecía indignado, incluso triste—. Puedes fingir con quien quieras, pero no conmigo.
La rubia mantuvo su gesto por unos pocos segundos hasta que se vio obligada a bajar la cabeza.
—Ash ama correr…
—Lo sé.
—Ama entrenar con sus Pokémon…
—Lo sé.
—Ama explorar lugares nuevos…
—Lo sé.
—Ama las aventuras…
—Lo sé.
Lillie subió la mirada, permitiendo que su hermano viera las pequeñas lágrimas que se formaban en sus ojos.
—Aún sin su pierna…, él podrá seguir haciendo todo eso, ¿cierto?— preguntó, sonando desesperada.
Gladio tomó una rodaja de manzana y se la llevó a la boca. Cuando acabó de tragar, habló.
—Le tomará trabajo y tiempo— respondió, siendo tan sincero como podía—. Su vida será diferente de ahora en adelante, pero tú lo conoces. Tú sabes el tipo de persona que es Ash Ketchum.
La rubia cerró los ojos, dejando que las lágrimas fluyeran y luego, las limpió. Volvió a sonreír.
—Sí… Incluso si no tuviera piernas en absoluto, Ash es el tipo de personas que no se rinde nunca— sus mejillas se sonrojaron—. Ese es el hombre del que me enamoré.
Gladio esta vez sí sonrió y cerró los ojos.
—No enfrente de mí, Lillie…— le dijo, tomando otro pedazo de manzana.
La rubia se rio.
—Dijiste que no fingiera enfrente de ti, ¿no es así?— y eso hizo que su hermano se riera.
—De verdad no puedo ganarte.
La rubia estuvo por decir algo pero fue interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse. Tanto ella como Gladio se giraron hacia la entrada, encontrándose con una mujer.
—Ah, Lillie…— murmuró Selene, deteniéndose en el marco de la puerta— Lo siento, no sabía que llegarías tan pronto. Puedo regresar en un…
—No es necesario, entra— le dijo Gladio, mirándola a los ojos.
Asutoro asintió y cerró la puerta detrás de ella.
—De hecho, llegas en buen momento, Selene— Lillie se paró de su silla—. Aprovechando la hora, hay personas a las que quiero ver. Necesito saber si la señora Ketchum está comiendo correctamente y creo haber escuchado que darán de alta a Hapu en una semana y media, así que…
—¡A-Ah, espera!— Selene pareció alterarse por algo en particular. Los Aether se vieron confundidos— Mi hermano fue a hablar con la señorita Hapu… Sé que es egoísta pero… ¿podrías…?
Lillie sintió que muchas cosas encajaban y no pudo evitar sonreír con amplitud.
—Así que es eso, ¿eh?— preguntó, mirando a Selene. La azabache se vio apenada al saber que había revelado involuntariamente el secreto de su hermano— De acuerdo, no interrumpiré a Elio. Pero ya que me pides algo egoísta, es normal que te pague con la misma moneda, ¿no es así?
Selene asintió rápidamente.
—Haré lo que me digas— se apresuró a decir.
—En ese caso, cuida de Gladio mientras regreso, por favor— le pidió, uniendo las palmas y sonriendo.
—O-Oh…— Selene se veía sorprendida pues era eso lo que planeaba hacer después de todo— De acuerdo…
—Puedes negarte si no quieres, Selene— le dijo el rubio mientras sonreía—. No te presiones.
La azabache negó con fuerza y entonces, caminó en dirección al herido.
—¡No me presiono!— aseguró, mirando a Lillie con determinación— ¡Cuidaré del señor Gladio!
—¡Muchas gracias, Selene!— Lillie hizo una pequeña reverencia y luego de eso comenzó a caminar hacia la puerta— Volveré en unas horas, hermano. Pórtate bien, ¿sí?
—Seguro— le respondió, cerrando nuevamente los ojos.
Escucharon la puerta cerrarse y entonces, Selene miró a Gladio.
—… ¿Vio el anime que le recomendé?— preguntó de pronto.
El rubio abrió el ojo derecho y la miró. Sonrió.
Tomó una tableta que estaba encima del mismo buró en el que estaba su plato con manzana y la desbloqueó. Nada más hacerlo, se vio una página de internet que hizo que los ojos de Selene brillaran.
—¡Sí, es ese! ¡"Odisea eterna"!— exclamó. Gladio no pudo evitar sonreír al notar su emoción— ¡¿Le gustó?!
Aether asintió, pulsando el botón de reproducción.
—Voy en el capítulo ocho. La trama parece interesante— le dijo, pausando el vídeo—. Los combates me gustan.
Las mejillas de Selene se sonrojaron y su cuerpo tembló.
—¡Las peleas son lo mejor de Odisea eterna!— aseguró, subiendo y bajando con rapidez los puños— ¡¿Qué opina del estilo de lucha del protagonista?!
—Creo recordar que su nombre era Dasen— el que Gladio recordara eso hizo que Selene se viera todavía más complacida—. La manera en que usa las técnicas de su estilo marcial para compensar su propia debilidad física me resulta fascinante. Es algo que solo un buen entrenador Pokémon podría hacer… Ah, lo siento, me desvié del tema.
—¡No importa, no importa!— Selene tomó la tableta de manos de Gladio y luego, tecleó unas cosas. Puso un vídeo en el que se reproducía un combate entre dos personajes animados— ¡Adoro el "Camino de la Iluminación"! ¡Ojalá lo enseñaran en la vida real!— pareció darse cuenta de algo— ¡E-Espere, tal vez si lo enseñan!
Gladio se rio al escucharla hablar con tanta emoción.
—Incluso si no hay nadie que lo haga, ¿por qué no lo enseñas tú?— le preguntó, haciendo que la azabache se detuviera de golpe.
—¿Eh?... ¿Y-Yo?... Pero yo no sé nada de artes marciales…— murmuró, rascándose la cabeza.
—Nunca es tarde para aprender— aseguró Gladio, recuperando su tableta—. En cualquier caso, ¿quieres ver el anime conmigo?
Los ojos de la joven de Carmín brillaron nuevamente.
—¡Por supuesto que sí!— exclamó, comenzando a mecerse en su silla.
Gladio no pudo evitar sentirse extrañamente feliz al verla así de contenta. Era como si estuviera mimando a una hermanita menor que normalmente no se dejaba mimar.
Y mientras que Selene se dejaba llevar por su fanatismo, Gladio disfrutaba en silencio sin dejar de sonreír en ningún momento.
—Eres el hombre. Eres el hombre. Eres el hombre. Eres el hombre— Elio daba vueltas frente a una puerta mientras murmuraba en voz muy baja. Tenía el ceño fruncido y el rostro sonrojado—. Puedes hacer esto, Elio… Sobreviviste a una guerra interdimensional, puedes aguantar hablarle a la persona que te gusta… ¡Puedes…!
—Oh, señor Asutoro— se sobresaltó al escuchar una voz detrás de él. Se encontró con una enfermera de unos veintitantos años. Era un poco más bajita que él y tenía una hermosa y expresiva sonrisa. En otras palabras, era totalmente el tipo de Elio—. ¿Pasa algo?
Elio asintió y luego negó. Se sentía extremadamente nervioso pues no tenía ni idea de cómo entrar a esa habitación sin arrepentirse luego.
—Si no me equivoco, está es…— la enfermera vio hacia la puerta y lo recordó al instante. Elio tragó saliva— No se preocupe, creo haber escuchado que la Kahuna Hapu ya está despierta. Eso era lo que le preocupaba, ¿verdad?
Asutoro negó y luego asintió. Se dio media vuelta, sintiéndose totalmente estúpido.
—¡Piensa bien, idiota!— se dijo a sí mismo, golpeándose las mejillas con las palmas. Se giró rápidamente al escuchar a la enfermera tocando la puerta del cuarto de Hapu.
—Adelante— respondieron desde el interior. Esa voz aceleró el corazón de Elio, quien sintió que podría salir huyendo en cualquier momento.
—Ahí lo tiene, señor Asutoro— la enfermera le sonrió de nuevo y luego, comenzó a tocar su cabello—. A-Antes de que entre, me preguntaba si tenía algo de tiempo libre después de…
—¡A-Agradezco tu ayuda!— exclamó, abriendo la puerta rápidamente y entrando a la habitación. De no haber hecho eso, muy seguramente habría salido corriendo por los nervios.
La enfermera se quedó afuera. Se había quedado en blanco por un segundo y luego, chasqueó la lengua. Su oportunidad de casarse con uno de los héroes de la humanidad se había ido.
En el interior de la habitación, por otro lado…
—¿Mmh? ¡Oh, pero si es Elio Asutoro!— exclamó Hapu al verlo. Con una sonrisa, comenzó a indicarle que se acercara— ¡Ven, ven, toma asiento, chicuelo! ¡Es la primera vez que te veo desde que terminó la guerra!
Elio estaba completamente serio y entonces, caminó hacia la silla cercana a la cama de Hapu, tomando asiento. Se fijó en el aspecto de Honua.
La Kahuna tenía el pelo suelto y usaba ropa de hospital. Y, aunque su pierna derecha estaba escayolada y suspendida en el aire, seguía viéndose radiante a ojos del adolescente.
—¿Y bien? ¿Qué te trae por aquí? ¡Elegiste una persona bastante peculiar para visitar, mozuelo!— le dijo, riéndose. Elio la miró con un rostro inexpresivo.
—Bueno, estaba de paso— respondió, cruzándose de brazos y mirando hacia otra dirección.
—Ohhh, ya veo— Hapu no perdió la sonrisa— ¿Tu gemelilla y tú se encuentran mejor?
—Por supuesto. Solo recibimos un par de heridas menores en la guerra, no fue la gran cosa— no volteó a verla.
—¡Me alegra escuchar eso!— exclamó Hapu. Su sonrisa se hizo más grande— ¿Cómo está el resto de tu familia? ¿Están bien tus padres?
—Sí. Claro que lo están. Si no lo estuvieran, yo no estaría aquí— dijo, frunciendo el ceño.
Hapu se le quedó viendo. Su sonrisa se hizo mucho más pequeña.
—Ya veo. Es bueno saberlo— miró hacia el techo, recargando su cuerpo en la cama.
Honua estaba pensativa. ¿Por qué Elio era así con ella siempre? Solo trataba de ser amigable y hacer amigos… Supuso que simplemente le desagradaba pero si ese era el caso, ¿entonces por qué visitarla? Hapu se sentía realmente confundida, eso hasta que lo escuchó suspirar.
—Lo siento…— murmuró Elio, bajando la cabeza. Pudo ver en sus ojos una mirada llena de frustración— No sé por qué le estoy hablando así…
Hapu abrió un poco más los ojos por la sorpresa. Volvieron a su tamaño normal en poco tiempo.
—Justo me estaba preguntando eso— le dijo, cruzándose de brazos.
Elio se quitó la gorra y dejó salir otro suspiro.
—Creo que simplemente estoy demasiado nervioso como para hablar normalmente…— dijo, rascándose la nuca. Hapu lo miró con un poco de confusión.
—¿Nervioso? ¿Por qué?— interrogó, arqueando una ceja— Hay muchos motivos por los que estar nervioso en esta vida, como comerte un rábano podrido en un lugar sin baños o tocarle los machos a un Mudsdale, pero el hablar con mi persona…
—Tal vez es porque es la Kahuna de Poni o tal vez es porque no sé cómo mirarla a la cara— Elio de verdad se veía frustrado.
—¿Por qué no podrías mirarme a la cara?— volvió a preguntar la Kahuna, todavía más confundida— La última vez que me vi a un espejo no era tan fea… Creo.
—¡No, no es eso!— Elio levantó la mirada con rapidez y sus ojos se encontraron por primera vez con los de Hapu— ¡Usted no es nada fea, al contrario, yo creo que es muy hermosa!
Honua se sobresaltó por el repentino halago y cuando Elio notó eso, se sonrojó, bajando la mirada.
—Yo… Disculpe…— murmuró, apenado.
—No te disculpes por decirme que soy hermosa— le dijo Hapu, riéndose—. ¿O acaso dijiste una mentira?
—¡Por supuesto que n…!— se interrumpió al ver la sonrisa con la que Hapu lo miraba. Bajó la mirada de nuevo.
—Entonces no te disculpes— la Kahuna no pudo evitar sentir que se había sonrojado. Era la primera vez que alguien que no fuera de su familia le decía que era hermosa. Normalmente se referían a ella como fuerte, imparable, confiable y otro tipo de términos, pero hermosa… Ese era un halago nuevo para ella.
Volvieron a quedarse en silencio solo que esta vez, Hapu estaba de mucho mejor ánimo. El silencio duró hasta que Elio estuvo dispuesto a volver a hablar.
—Antes hablé de forma muy grosera— le dijo, haciendo su mejor esfuerzo por mirarla a los ojos—. Hablé como si la seguridad de Selene no fuera algo de su incumbencia cuando en realidad, si mi hermana está a salvo, es gracias a que usted la protegió. Y si usted está herida, es también porque la protegió.
Hapu negó con la cabeza.
—Nah, no te preocupes por eso. Mi pierna acabó así porque mi cabeza se convirtió en un estercolero durante la batalla— corrigió, sin dejar de sonreír—. De hecho, yo soy la que debería disculparse contigo por haber puesto en peligro a Selene.
—¡Ni se atreva!— exclamó Elio con algo de fuerza. Hapu volvió a sorprenderse— ¡No menosprecie sus propios esfuerzos! ¡No permitiré que lo haga!
Honua se le quedó viendo y luego, se rio nuevamente.
—Eres raro, mozuelo— cuando dijo eso, Elio se sonrojó pero no apartó la mirada—. Me agradas.
La Kahuna notó como Elio contenía una gran sonrisa que luego se ocultó cuando el azabache hizo una reverencia.
—¡Gracias por esas palabras!
Hapu volvió a soltar una carcajada.
—Eres frío como el Monte Lanakila un momento y al siguiente eres tan formal como un político— se cruzó de brazos— ¡Tienes algo entre manos y quiero saber el qué!
Elio se sobresaltó al escuchar eso. Cerró con fuerza los puños, tomando aire por un momento y cuando se sintió preparado, habló.
—Es cierto. Tengo motivos ocultos al hablar con usted— admitió, mirándola con el ceño fruncido.
—¡Oh, lo reconoces! ¡Me gusta tu coraje!— exclamó, asintiendo— ¿Y bien? ¿Qué es lo que podrías querer de mí? ¿Dinero, poder?... No, creo que de eso ya vas a tener bastante ahora que eres un héroe de la humanidad— tras meditarlo un momento, pareció llegar a una respuesta. Sonrió de forma pícara y se sonrojó un poco—. Sí lo que quieres es eso, lamento decirte que no tengo experiencia alguna y mi cuerpo no es muy atractivo como podrás ver— el rostro de Elio adquirió un pronunciado sonrojo pero su expresión no cambió—. Así que pienso que deberías buscarte a alguien más, mozuelo. No se sentiría bien conmigo.
Asutoro dejó salir una pequeña risa que confundió nuevamente a Hapu.
—¿Dije algo gracioso?— preguntó, ladeando un poco la cabeza.
—Unas cuantas cosas, sí— admitió Elio, cruzándose de brazos.
—Ohh… Entonces fallé, ¿no es así?
—En parte sí.
Honua frunció el ceño, sonriendo.
—No creas que voy a olvidar eso— le dijo. Elio logró mantener su sonrisa de alguna manera—. Y bien, ¿vas a decírmelo?
Asutoro asintió, volviendo a sentarse. Hapu esperó con un poco de intriga la respuesta pero en su lugar, Elio dijo algo más.
—Se lo contaré, solo que una vez que nos hayamos hecho buenos amigos— le dijo, extendiendo su mano hacia ella—. No confío lo suficiente en usted como para revelarle mis motivos personales.
Hapu vio la mano de Elio, sintiéndose sorprendida de nuevo. Pensó que era gracioso la cantidad de veces que había pasado de estar sorprendida a sonreír en unos pocos minutos.
—Bien. Tienes mi atención, mozuelo— le dijo, tomando su mano—. ¡Voy a hacer que seamos súper mejores amigos y me vas a contar tu secreto!
Al igual que Hapu, Elio también lucía una sonrisa competitiva.
—Cumpla su palabra, por favor.
Y fue así que se forjó la amistad entre Elio Asutoro y Hapu Honua.
—Disculpen la intromisión…
La puerta de la habitación se abrió lentamente, dejando ver la cabeza de Lillie. La rubia sonrió al ver que todos estaban despiertos.
—Lillie, cielo— la llamó Delia con una sonrisa, poniéndose de pie y caminando hacia ella—. ¿Vienes a regañarme de nuevo?
—Solo si usted me da motivos, Delia— le respondió, devolviéndole el gesto.
—Entonces no te preocupes. Red y Yellow se han estado encargando de que no deje de comer— le dijo, sujetando sus manos.
La sonrisa de Lillie adquirió tristeza. Los ojos de Delia estaban un poco enrojecidos, mostrando que claramente había estado llorando. Se volteó hacia los dos mencionados anteriormente.
—Me alegro de ver que se está recuperando, señor Red— dijo, dirigiéndose primero a él.
—Dices eso siempre que vienes, Lillie— bromeó el Campeón, haciendo que la rubia también se riera.
—Porque siempre me alegra ver que se está recuperando— aseguró, caminando junto a Delia hacia la cama—. Sobre sus quemaduras…
—Están mejorando— le dijo Yellow, atrayendo su atención. La rubia tenía una sonrisa en el rostro y estaba sentada en un pequeño sofá individual. A primera vista, lo que más resaltaba de ella era su barriga—. Los médicos dicen que quedarán cicatrices permanentes pero que no deberían dar problema una vez que se curen. Sus huesos también están uniéndose correctamente. Tal vez sus oídos sean los que sufran más pero con el suficiente tiempo y tratamiento, podrían volver a ser como antes.
—Es un completo alivio escuchar eso, señori… Yellow— se apresuró a corregirse, haciendo que la esposa de Red asintiera, complacida—. Por cierto, ¿usted no ha sentido ningún malestar, verdad? Recuerde que siempre puede llamarme cuando necesite cualquier cosa. Estoy aquí para ustedes.
Los tres miembros de la familia Ketchum le sonrieron.
—Realmente lo apreciamos, querida— aseguró Delia, apretando un poco más fuerte las manos de Aether.
Escucharon un pequeño suspiro, lo que los hizo voltear a ver a Red.
—En serio lamento sacar el tema, pero sobre Gary…— las tres mujeres supieron de inmediato a lo que se refería.
—Me puse en contacto con él por la noche, tal y como me lo pidieron. Dijo que él, la señorita Daisy y el señor Yukinari están haciendo todos los preparativos para el funeral del profesor Oak— la mirada de Lillie adquirió una notoria tristeza—. Él… dijo que quieren esperar a que Ash y usted puedan salir del hospital para regresar a Kanto.
Delia se pasó una mano por los ojos. Su semblante y el de Yellow se veían claramente decaídos.
Los ojos de Red, por otra parte, brillaron producto de las lágrimas que contuvo.
—¿Pudiste ver…?— su voz se quebró por un momento— ¿Pudiste ver si estaban bien?
—Gary sabía que preguntarían eso. Me dijo que el golpe es duro, pero que saber que usted y Ash se recuperarán es suficiente para aliviar parte del dolor— respondió. Red se pasó rápidamente una mano por el rostro—. Preguntó mucho por la recuperación de Ash…— su mirada mostró pena— Y disculpen si es insensible, pero…
—Rotom tomó el relevo por mí— se apresuró a decir Delia, obligándose a sonreírle—. Insistió en que me quedara con Red y Yellow por si pasaba algo. Dijo que él solo era suficiente para monitorear a Ash, además de que no necesitaba dormir como yo.
Lillie pareció preocuparse al escuchar eso.
—L-Las palabras de Rotom pueden ser duras, pero él tiene…
Delia asintió, volviendo a apretujar un poco las manos de Aether.
—Lo sé. Lo noté desde el primer momento— aseguró, ampliando un poco su sonrisa—. Aquí estamos bien, Lillie. Sé que puede sonar egoísta pues Gladio también se encuentra internado, pero ¿podrías…?
—No tiene que preguntarlo, Delia— respondió, dándole su mejor sonrisa—. Incluso si me dijera que no lo hiciera, iría a cuidarlo de todas formas.
Los ojos de la señora Ketchum brillaron. Abrazó a Lillie.
—Ash es realmente afortunado de tenerte a su lado— murmuró mientras la rubia le correspondía el abrazo.
—No. Yo soy afortunada de tenerlo a él— tras decir eso, se quedó abrazando a Delia por casi un minuto hasta que finalmente se separaron.
—Entonces te lo encargo, Lillie— le dijo, haciendo una reverencia—. Te alcanzaré en un momento.
La rubia asintió y cuando estuvo por salir de la habitación, fue llamada.
—Muchas gracias, Lillie— le dijo Red. Su mano izquierda estaba unida a la de Yellow, quien se había parado a su lado—. Puede que todavía falte mucho para que llegue el día, pero puedo decir sin miedo a equivocarme que ya eres parte de la familia Ketchum.
Delia y Yellow asintieron, haciendo que los ojos de Aether brillaran. Conmovida, dejó salir unas pequeñas lágrimas que quitó de inmediato.
—Corresponderé a su aprecio— aseguró, volviendo a hacer una reverencia. Cuando vio que nadie tenía nada más que decirle, salió.
Se lo preguntó en ese momento. ¿Estaría muy mal si ella y Ash se casaran en un año o dos?... Sacudió la cabeza. Faltaban muchos pasos para llegar a ese punto y de momento, había cosas más importantes de las que preocuparse.
¿Dónde estaba? El lugar a su alrededor era extraño. No se parecía para nada a la otra vida o al dormitorio en el Instituto Sakuragi. Trató de levantarse pero no lo logró.
¿Por qué el dolor no se iba? Era absurdo. En la otra vida el dolor apenas duraba lo suficiente como para que la gente recordara cómo se sentía. Si era así, ¿entonces por qué sus costillas y brazos dolían tanto? Era un dolor persistente que no parecía querer desaparecer.
Sintió que tenía algo en el rostro y se lo quitó con una mano. Era una especie de mascarilla… Una máscara de oxígeno, eso era. Pensó que era raro pues tenía mucho tiempo sin ver una y lo que se le hizo todavía más raro fue que respirar le costaba un poco.
Se sentía confundido. ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué le dolía todo? ¿Por qué…? ¿Por qué no tenía su pierna izquierda?... Fue al ver el regalo de despedida de Necrozma que obtuvo la respuesta a todas esas preguntas.
Si antes tenía ganas de levantarse, ahora estas eran el doble.
Si antes tenía curiosidad por saber lo que pasaba, ahora esta era el doble.
Y, si antes se sentía adolorido, ahora se sentía feliz.
Se levantó lo mejor que pudo y se quitó todas las cosas que estaban conectadas a su cuerpo. Comenzó a escuchar un pitido provenir de una máquina pero le importó muy poco.
Sintiendo un dolor infernal azotar su pierna derecha, continuó caminando, recargado contra la pared. Caminaba dando pequeños saltos, dirigiéndose directamente hacia la puerta.
Era difícil pero avanzaba con una gran sonrisa en el rostro.
Fue cuando estuvo por alcanzar el pomo de la puerta que escuchó bullicio en el exterior y antes de que pudiera abrir él la puerta, alguien más lo hizo.
Se encontró de frente con un hombre al que no conocía de nada pero de todas formas le sonrió. Ver caras nuevas también era un placer. El hombre comenzó a decirle algo pero no le prestó la menor atención y en su lugar, lo apartó del camino lo mejor que pudo, saliendo al pasillo.
Ahí vio a varias enfermeras y por lo que parecía, uno que otro doctor. Detrás de ellos estaban las personas que le importaban. Las personas a las que quería ver.
—Lillie…— fue lo primero que murmuró al verla ahí, de pie en medio del pasillo y con una expresión de incredulidad en el rostro.
—¡Llama a Delia!— le gritó la rubia a Rotom, quien de inmediato y junto a Pikachu, salió disparado hacia las escaleras. Se giró hacia Ash, notando que este había comenzado a avanzar hacia ella a base de pequeños saltos. Escuchó a los doctores y enfermeras discutir sobre si debían detenerlo o no, pues si lo sostenían contra su voluntad, solo lograrían lastimarlo más.
Lillie estaba boquiabierta, viendo como Ash simplemente avanzaba hacia ella con la mirada perdida y una sonrisa imborrable. Fue al ver como este tropezaba que espabiló.
Logró alcanzarlo, abrazándolo firmemente. Se separó un poco de él para ver si estaba bien y apenas lo hizo, fue besada.
Fue un beso corto. Un beso corto pero apasionado, de esos que lograban sacar el lado tímido de Lillie en especial con esa cantidad de gente viéndolos.
—Ash…— murmuró. Estaba realmente sorprendida y dicha emoción solo creció más al ver cómo las lágrimas salían del azabache.
—De verdad eres tú…— lo escuchó decir con un tono de voz bajo y cansado. De pronto, él la abrazó— De verdad… lo logré…
Y fue al escuchar esas palabras que Lillie no pudo contenerlo más. Usó toda su fuerza para impedir que Ash tocara el suelo y una vez lo hizo, comenzó a llorar también.
—Lo lograste— le dijo, besándolo repetidamente en la mejilla—. Salvaste a todos. Salvaste el mundo, Ash…
Pero Lillie no tenía forma de saber que Ketchum no se refería a eso.
Para Lillie, esas eran palabras que demostraban el miedo que había sentido Ash. El miedo a creer que no lograría sobrevivir.
Para Ash, esas eran palabras de alivio. Alivio al saber que nada de lo hecho había sido en vano. Alivio al saber que la historia no se repetiría.
Escucharon el suspiro de Delia y segundos después, el de Elio y Selene. Los tres, junto a Rotom y Pikachu, corrieron hacia él.
No pasó mucho hasta que se unieron al llanto.
Ese día, el mundo lo supo. Supo que el héroe que le había dado el golpe de gracia a Necrozma, salvando así al mundo, estaba despierto.
Después de lo que para todos fueron poco menos de tres semanas, Ash Ketchum había recuperado la consciencia. Y después de lo que para él fueron siete años, había vuelto a la vida.
—¡Vine tan rápido como lo escuché!— la puerta se abrió de golpe, dejando ver la figura de Hau. El moreno miró rápidamente el interior de la habitación, dándose cuenta de que todos lo estaban viendo. Fue cuando su mirada se posó en la cama que las lágrimas aparecieron— Ash…
Y fue al verlo a él que las lágrimas también aparecieron en los ojos del azabache.
—Hau… ¡Hau!— exclamó con inmensa alegría, extendió sus manos hacia él e hizo un intento de ponerse nuevamente de pie pero esto le fue impedido rápidamente por Lillie. Al ver eso, Mahalo se acercó inmediatamente.
Apenas estuvo lo suficientemente cerca, Ash lo abrazó con fuerza.
—Quería verte… ¡Quería verte, Hau!— le dijo, llorando en su hombro con gran sentimiento. Al escucharlo hablar así, el moreno sintió cómo se le rompía el corazón.
—Yo también, Ash— le acarició la cabeza mientras le devolvía el abrazo—. Estaba… Estaba realmente preocupado por ti…
Ketchum se separó de él y buscó conectar sus miradas con desesperación.
—Hala…— al escuchar ese nombre, Hau entrecerró los ojos con tristeza.
—Sí, Ash… El abuelo está…
Ketchum negó con la cabeza. No era eso lo que quería decir.
—Hala me dijo…— cuando escucharon eso, todos abrieron los ojos por la sorpresa— él me dijo que no te preocuparas por él… Me dijo que está con el señor Hal y la señora Aolani… Me dijo que… siempre te estarán observando…
Hau creyó esas palabras. Las creyó no solo porque Ash se las dijera, sino que fue por el hecho de que había dicho el nombre de su abuela. Nombre el cual él nunca había mencionado.
Sus piernas perdieron fuerza, cayendo de rodillas al piso.
—¡Hau!— exclamaron Delia, Lillie, Rotom, Elio y Selene al unísono.
—¡Pi!
Mahalo no respondió y en lugar de eso, pegó su frente con la de Ash.
—Gracias, Ash…— le dijo, sin ser capaz de retener las lágrimas— Gracias por estar vivo…
Ketchum se vio incapaz de contener el llanto, volviendo a derrumbarse una vez más.
Elio, Selene, Delia, Rotom y Pikachu habían recibido reacciones casi idénticas. Ash, al verlos, había estallado en un desgarrador llanto, como si hubiese visto a alguien que había dado por muerto. Los había abrazado, les había dicho lo mucho que significaban para él y nuevamente, había llorado.
Todos en el lugar estaban haciendo lo posible por no volver a llorar, eso hasta que la puerta se abrió una vez más. Por ella entró Gladio, moviéndose en una silla de ruedas empujada por una enfermera.
—Ash…— murmuró, con los ojos abiertos como platos— De verdad estás…
Al notar la presencia del rubio, Ketchum pareció volver a olvidar que estaba herido pues trató de levantarse de la cama. Nuevamente Lillie se lo impidió, esta vez con ayuda de Hau, quien apenas había comenzado a tranquilizarse.
—Oh, Gladio…— dijo Ketchum, su cuerpo comenzó a sacudirse por los sollozos y de nuevo, trató de levantarse.
Aether estaba realmente sorprendido por esa reacción. Ash parecía estar viendo a un muerto por la forma en la que actuaba…
La enfermera, quien ya estaba lagrimeando sin quererlo, recibió la indicación de acercar a Gladio a la cama de Ash. Lo hizo tan pronto como pudo y apenas estuvo lo suficientemente cerca, Ketchum tomó con delicadeza las manos del rubio.
Notó la felicidad con la que Ash lo veía y por fin pudo liberar sus propios sentimientos.
—Creí que morirías, Ash…— murmuró, apretando los dientes— Yo creí… que te perderíamos…— lo miró, sonriéndole— No lo habría soportado… No sabría qué hacer si tú también morías… Si mi más preciado amigo moría, ¿qué habría hecho yo?...
La mirada de Ketchum cambió completamente a una de tristeza y nuevamente, rompió en llanto. Era un llanto profuso y lleno de anhelo.
Todos en esa habitación sabían que Ash Ketchum anhelaba verlos. Lo deseaba con todas sus fuerzas pues quería saber si ellos estaban realmente ahí.
Pero había personas a las que él todavía quería ver. Entre su llanto, mencionó nombres que todos se gravaron en la cabeza.
Red; Yellow; el profesor Kukui; la profesora Burnet; Gary; Daisy; Yukinari; Blue; Brock; Misty; Tracey; May; Max; Dawn; Cilan; Iris; Clemont; Bonnie; Serena; Kiawe; Lana; Mallow; Chris; Acerola; Hapu; Mina; Liam; el director Oak; Olivia; Nanu y muchos más nombres que fueron mencionados esporádicamente a lo largo de casi dos horas de llanto inconsolable, sin contar a sus Pokémon, los cuales fueron mencionados en su totalidad con excepción de Pikachu.
Lo que más le sorprendió a la mayoría de ellos fue que no había mencionado a ninguna de las personas fallecidas durante la guerra. No había dicho el nombre del profesor Oak. No había dicho el nombre de Zoe ni de Darius. No había dicho el nombre de Paku pero sí el de Omaha y Kea…
Por otro lado, lo que más le sorprendió a Elio y Selene fueron dos nombres que fueron dichos uno detrás del otro. Los nombres "Go" y "Koharu" habían sido mencionados.
Supieron que pasaría un tiempo hasta que Ash pudiera calmarse pero estaban de acuerdo con eso. Faltara el tiempo que faltara, ellos estarían ahí con él.
Ellos siempre estarían ahí.
—Se quedó dormido— le dijo Lillie a los profesores apenas entraron al cuarto.
Kukui y Burnet, al verlo dormir tan apaciblemente, sintieron las lágrimas comenzar a salir. Sonrieron ampliamente, acercándose a la cama.
—¿Cómo pasó? ¿Por qué de pronto?...— preguntó Kukui, sin apartar su mirada del joven entrenador.
—Pikachu y yo salimos a buscar a un doctor porque consideré que las cantidades de oxígeno que Ash recibía no eran las correctas— comenzó a explicar la Pokédex, volviéndose el centro de atención—. Cuando veníamos de regreso con el doctor, nos encontramos a Lillie en la entrada del elevador así que lo tomamos juntos. Cuando llegamos por fin, encontramos a varias enfermeras y doctores que parecían desesperados así que preguntamos qué había pasado…
—Nuestros rostros se volvieron pálidos cuando nos dijeron que el monitor había dejado de captar los latidos del corazón de Ash— terminó de decir Lillie. Estaba sentada en una silla al lado de la cama del azabache, la cual miró con ternura—. No me ha soltado en ningún momento desde que se quedó dormido.
—¿Pueden creer que logró salir de su cuarto en ese estado?— Elio sonrió con orgullo, limpiándose unas pocas lágrimas traicioneras que seguían saliendo— Ese es el jefe para ustedes.
Selene asintió con fuerza, también quitándose una que otra lágrima que salía de repente.
Gladio y Hau sonrieron. El primero se llevó una mano al rostro.
—Su llanto sigue resonando en mis oídos— murmuró.
Con excepción de los profesores, en el lugar todos sabían lo que el rubio quería decir. Era imposible no recordar con claridad ese llanto.
—¿Han contactado con alguien más?— preguntó Burnet, mirando específicamente a Lillie. Ella parecía haber adoptado una posición como líder sustituta del equipo S&M por lo que estaba manejando todos esos asuntos.
Aether asintió rápidamente.
—Apenas se quedó dormido, Rotom y nos apresuramos a ponernos en contacto con casi todas las personas que Ash tenía registradas— respondió, comenzando a hacer un pequeño conteo—. Liam, ustedes obviamente, Mallow, Lana, Kiawe, el director Oak, Acerola, Mina, Wicke, el director Oak, varios Campeones, investigadores y a todos sus compañeros de viaje. Ya que el señor Nanu, Olivia, Hapu y el señor Red están en este mismo hospital, una enfermera fue quien les informó. Bueno, con excepción de…
En ese momento la puerta se abrió. Lillie miró al lugar con una sonrisa.
—Hablando de ella…— se puso de pie— ¿Todo salió bien, Delia?
La señora Ketchum asintió. Por sus ojos, parecía que había vuelto a llorar.
—Red de verdad quiere verlo pero los doctores no permitieron que se levantara de la cama. Yellow dice que no quiere dejar solo a Red— respondió, caminando hacia la cama donde estaba su hijo. Lo miró con una sonrisa.
—Tome asiento, De…— y cuando estuvo por moverse, sintió como su mano era apretada con más fuerza.
—Él de verdad no quiere soltarte— rio Delia, caminando hacia la otra mano de Ash. La acarició con ternura, llevándosela al rostro—. No puedo pedirte que lo sueltes cuando está así…
Kukui se apresuró a traerle una silla a la mujer, regresando al cabo de unos minutos. Delia agradeció el gesto y tomó asiento.
Finalmente, Elio, Selene y Hau voltearon a verse entre sí.
—Llámenos cuando Ash despierte, por favor— pidió Mahalo, separándose de la pared en la que estaba recargado.
—¿Se van?— preguntó Gladio, viendo a los tres, quienes le asintieron.
—Tal vez somos demasiados— rio Elio—. Queremos que el jefe se relaje y descanse.
—Tienen razón— Kukui tomó de la mano a Burnet—. También deberíamos salir y de paso, poner al corriente a algunas personas. Rotom, sé que puedo estarte pidiendo algo difícil, pero…
—Lo siento, profesor— la Pokédex se miraba seria—. Es cierto que poner al corriente a las personas es muy importante, pero yo de verdad quiero estar al lado de Ash…
Kukui sonrió y asintió.
—Entonces…
—Así que por favor, llévese la Pokédex— le dijo, volando frente a él y saliendo de la carcasa. Rotom comenzó a volar alrededor del lugar, poniéndose junto al azabache.
Burnet se apresuró a tomar el dispositivo y lo encendió. Sin Rotom en él era una Pokédex más avanzada pero al final de cuentas, una Pokédex.
—Realmente lo aprecio, Rotom— Kukui le sonrió a él—. Te la devolveré apenas terminemos.
—Gladio, creo que sería buena idea si también regresas a tu habitación— le murmuró Burnet, acercándose a él. El rubio no parecía estar de acuerdo con la idea pero sabía que tenía que hacerlo.
—Está bien— asintió, mirando a su hermana, Delia, Pikachu y Rotom—. Se los encargamos.
—Puedes contar con nosotros, Gladio— le sonrió la castaña. Los otros tres que se quedarían la secundaron.
—Yo lo llevaré, señor Gladio— se apresuró a decirle Selene, tomando el control de la silla de ruedas.
—Lo aprecio, Selene— dijo, sonriéndole.
—Entonces nos vamos por el momento.
Y cuando Elio dijo eso, fueron saliendo de uno en uno hasta quedar solo dos humanas y dos Pokémon en el interior.
Delia y Lillie voltearon a verse. Se tomaron las manos, sonriendo con gran felicidad.
—Está de nuevo con nosotros, Lillie…— le dijo la señora Ketchum— Nuestro Ash está con nosotros…
—Sí… Sí lo está, Delia…— asintió mientras la adulta acariciaba su mejilla.
Pikachu y Rotom veían atentamente a su entrenador. Se asegurarían de que estuviera a salvo pasara lo que pasara.
Delia, por otra parte, no podía evitar ponerse sentimental. Miró hacia la venta, en dirección al extenso cielo azul.
—Él está bien, profesor Oak…— pensó, sonriendo— Su nieto está bien y todo gracias a su sacrificio. Puede descansar en paz.
Ella no sabía que en ese momento, Samuel de verdad había encontrado la paz.
Para cuando volvió a despertar notó que ya era de noche. Pensó que ni siquiera se había dado cuenta del momento en el que se había quedado dormido y acto seguido, sonrió.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había sentido sueño.
Trató de mover las manos pero al instante sintió que las tenía ambas inmovilizadas. Miró hacia sus costados y pudo encontrar a dos mujeres. Su madre y Lillie lo tenían sujetado de las manos, ambas profundamente dormidas.
Al verlas ahí sintió como sus ojos podrían llenarse de lágrimas en cualquier momento y de hecho, lo hicieron. Dejó que su rostro se empapara y luego, decidió que había sido suficiente.
Había dejado mucho atrás para estar en la situación en la que se encontraba actualmente y no podía permitirse que la vida se le fuera entre arrepentimientos y suspiros. No podía volver a pasar su existencia así.
Miró a Lillie y a su madre.
—Son hermosas…— murmuró y al instante, dos pares de ojos voltearon a verlo.
—¡Pika Pi!— exclamó el roedor con rapidez, corriendo hacia el pie de su cama y subiendo de un salto. A un lado suyo estaba un Rotom al que Ash reconoció al instante.
—Chicos— les sonrió a los dos y luego, se rio— ¿Dónde está la Pokédex, Rotom? No me digas que la perdiste.
Pikachu y Rotom voltearon a verse entre sí, ambos con enormes sonrisas. Los dos comenzaron a pronunciar sonidos de alegría que, inevitablemente, despertaron a las dos personas que dormían en ese momento.
Apenas abrieron los ojos, Lillie y Delia se giraron inmediatamente hacia Ash, quien también les sonrió a ellas.
—Hola…— les dijo y su voz se quebró en ese momento. Por mucho que quería evitar sentirse así, le era imposible. Aunque para Ash Ketchum no existía lo imposible. Ya no.
—¡Ash!— exclamaron ambas, con grandes sonrisas en sus rostros.
—¡V-Voy ahora mismo por todos!— dijo la rubia, tratando de quitarse el sueño de encima. Cuando intentó ponerse de pie, notó como la mano de Ash reforzaba su agarre sobre la suya. Volteó a verlo, un poco sorprendida.
—Quédate— le pidió con una pequeña sonrisa en el rostro.
—Entonces iré…
Ash negó de inmediato y Delia supo al instante que tampoco quería que ella se fuera.
—Hay… Hay muchas cosas que me gustaría hacer diferente a partir de ahora— comenzó a decir. Todos se quedaron en silencio, viéndolo con una sonrisa—. Mamá, te juro que intentaré llamarte o mandarte mensaje todos los días. Tal vez haya alguno en el que no pueda hacerlo, pero definitivamente no volveré a dejarte sin noticias mías por semanas como hacía antes.
Delia asintió, conmovida.
—Eso me haría muy feliz, Ash— le dijo, llevándose una mano a los ojos para eliminar las lágrimas que amenazaban con salir.
Ketchum volteó a ver a Pikachu y Rotom, los siguientes en su línea de visión.
—Vamos juntos. Elevémonos juntos hacia la cima. Volvámonos los más fuertes del mundo— al escuchar eso, ambos tipo Eléctrico comenzaron a lagrimear y asintieron con fuerza.
Finalmente, se dirigió hacia Lillie. Le pidió con una mano que se acercara, cosa que ella obedeció al instante. Apenas la tuvo lo suficientemente cerca, le plantó un beso en la mejilla.
—Tu piel es tan suave como la recuerdo— le dijo, riéndose.
Aether, levemente sonrojada, también se rio.
—Solo han pasado algunas semanas.
Ketchum sonrió, mirando hacia el techo.
—Se sintieron como años…— murmuró, volviendo a ver a Lillie. Su mirada y su ceño mostraban una fuerte determinación— Lillie.
La mirada de la rubia mostró seriedad pues sabía, esa mirada la merecía.
—¿Sí?
—Cásate conmigo.
—Con gus… Espera… ¿Eh?...
Pikachu y Rotom abrieron los ojos con fuerza al escuchar eso, retrocediendo instintivamente. Delia, por otra parte, soltó la mano de Ash y se llevó las suyas a la boca, conteniendo un suspiro.
El rostro de Lillie se volvió completamente rojo y en sus ojos se veía que no podía creer lo que acababa de escuchar.
—Perdón si esto te toma por sorpresa, pero creo que llegados a este punto, mi vida no será la misma si tú dejas de estar en ella— por su mirada, todos podían decir que Ash no estaba jugando—. No tiene que ser hoy, tampoco mañana o siquiera este año. Podemos ir más despacio, al ritmo que queramos, pero que sea juntos— el ceño de Ash se frunció todavía más— ¡Quédate a mi lado para siempre, Lillie!
Al escuchar esas palabras, Aether se quedó en blanco. Sus ojos reaccionaron antes que su propia boca y para cuando esta se abrió, las lágrimas ya inundaban su rostro.
—Si nos… casamos ahora, tal vez las personas crean que lo hicimos por un impulso y no quiero que piensen… así de nuestro amor— se agachó lo suficiente como para estar a la altura de Ash—. Pero te juro que nada me haría más feliz que estar a tu lado como tu esposa y compañera.
Ash sonrió. A él honestamente le importaba menos infinito lo que las otras personas pensaran de su amor, pero no quería apurar a Lillie ni mucho menos. Lo harían al ritmo que ella quisiera, pero si fuera por él, ya le habría dado el anillo… Aunque para eso también necesitaría un anillo en primer lugar.
—Entonces, para llegar a esa meta, demos el primer paso— se acercó la blanca mano de Lillie a los labios y la besó—. Sal conmigo, Lillie. Sé mi novia.
La rubia se rio un poco y asintió.
—Siempre creí que sería yo quien terminaría pidiéndotelo— aseguró sin dejar de lagrimear. Se encorvó un poco, llevándose una mano al pecho cosa que preocupó a todos—. ¿Está permitido?... ¿Está permitido que entre tanta desgracia yo sea así de feliz?...
Escuchar esas palabras de Lillie hizo que todos derramaran lágrimas.
Ash pensó en ese momento. Recordó a todas las personas a las que no volvería a ver nunca y sintió una enorme tristeza. Pero también pensó en los brillantes futuros que salvaría con solo estar vivo; en los años de sufrimiento que había eliminado por completo de esta historia que ahora vivía.
El profesor Oak, Hala, Paku, Zoe, Darius, el profesor Rowan, Toucannon, Álvaro… Eran seres que sabía no podría ver hasta dentro de muchísimos años, pero se sentía feliz al pensar que no tendría que agregar los nombres de su familia a esa lista. No había forma humanamente posible de que lo permitiera.
Llegaría el día en el que tendría que reunirse con ellos en la otra vida pero ese día no estaba cerca. En honor a quienes le habían permitido vivir su vida; en honor a ella, él viviría y sería feliz. Porque…
—Si no existiese la felicidad en medio de la desgracia, ¿cómo encontraríamos fuerzas para levantarnos?— le preguntó a su ahora novia, quien no podía dejar de llorar.
Sonrió pues, aunque no era la Lillie con la que había compartido tiempo toda su existencia, sí era su Lillie. Su amada Lillie…
—Déjame hacerte feliz— y a pesar de sonar como una petición, era una promesa, pues estaba convencido. Él la haría feliz.
El día veintinueve de marzo del dos mil catorce, a las doce cincuenta de la mañana, Ash Ketchum y Lillie Aether formalizaron su relación.
—¿E-Estás seguro de esto, Ash?...
Ketchum asintió ante la pregunta de Lillie, quien parecía nerviosa. Unas enfermeras acababan de retirarse de la habitación tras haber ayudado a Ash a hacer una especie de calentamientos.
—Los doctores dijeron que estaba bien. Pese al coma, mis heridas no fueron tan graves como las de Red— le recordó, dirigiéndole una amplia sonrisa—. Además, quiero que la primera vez que me vea con mi novia sea parado junto a ella, como iguales.
La rubia se sonrojó y ni siquiera intentó contener su sonrisa. Cada vez que recordaba que era la novia de Ash se sentía inmensamente feliz.
Nos ubicamos en el día seis de abril, cumpleaños del heredero Hau Mahalo. Casi una semana y media había pasado desde el día en el que Ash había despertado y en ese tiempo, el cuerpo médico del hospital había ido acondicionando lo que quedaba de su pierna izquierda para cuando llegara el día en el que empezaría su rehabilitación.
—La prótesis todavía necesita algunos ajustes y aún puede ser mejorada pero debido a la insistencia de Ash no tuvimos más opción que traerla— Wicke le estaba informando de todo a Delia, quien asentía.
—Lamento los problemas que pueda causarles la impaciencia de mi hijo— pese a estarse reverenciando, sonreía—. Pero por favor, déjelo pasar por esta vez.
Wicke le devolvió la sonrisa. A decir verdad, ella ni siquiera pensaba en la situación actual como un inconveniente.
—Es increíble— Gladio tenía los ojos mientras sonreía. Todos lo voltearon a ver—. Pensar que Ash podrá caminar incluso antes que yo…
—Bueno, es que Ash no se rompió una pierna. O al menos, no tanto como tú— le dijo Hau, mientras veía como Kukui terminaba de colocarle la prótesis a su amigo de pueblo Paleta—. Aunque esto…
Todos comprendieron la tristeza detrás de las palabras de Hau y no pudieron evitar sentirse un poco decaídos. Aunque había cierta persona en el hospital que no era influenciado por la negatividad de la situación.
—¡Recuerda bien este día, Hau!— exclamó Ketchum con una gran sonrisa, mirando con ojos llenos de ilusión su nueva y reluciente pierna protésica. Parecía una pierna de verdad, solo que metálica, la cual se extendía desde debajo de su rodilla hasta llegar a donde debía de estar su pie, lugar en el que había una articulación que le permitía doblarlo según la fuerza aplicada. Pikachu veía con muchísima curiosidad la prótesis— ¡En tu cumpleaños número diecisiete, Ash Ketchum se volverá oficialmente mitad robot!
Todos sonrieron al escuchar eso.
—¡Ese es el jefe!— exclamó de pronto Elio, con su cuerpo temblando por la admiración— ¡No hay nada que pueda detenerlo y mucho menos una pierna protésica!
Selene asintió fuertemente, con los ojos llenos de brillo.
Ash se cruzó de brazos, soltando una carcajada.
—¡Ya me conoces, Elio!— exclamó, comenzando a tantear la firmeza de su nueva pierna.
—¡Una pasión tan ardiente como una Llamarada!— dijo Kukui. Se había retirado junto a Burnet, quien se encontraba en una esquina, despejando el camino de obstáculos para que Ketchum pudiera salir sin dificultades.
—Entonces… aquí voy…— Ash se preparó para bajar de la cama, haciendo que todos vieran con gran expectativa el momento.
—¡Espera!— al escuchar el grito de Rotom, el azabache se detuvo y volteó a verlo rápidamente.
—¿Q-Qué pasa, Rotom?— preguntó, sorprendido. Todos los demás en el lugar se veían igual que él.
—Estaba iniciando la grabación, ya puedes proseguir— le informó, apuntándolo con la cámara.
—Rotom…— Lillie se cruzó de brazos pero no pudo mantenerse seria al escuchar la fuerte risa de Ash.
—¡Rotom es Rotom!— exclamó Ketchum.
Todos se habían dado cuenta en ese par de días que el aprecio que Ash sentía por ellos se había multiplicado exponencialmente. No había momento en el que no expresara su cariño y siempre quería estar hablando con ellos, entre más, mejor. No es que les molestara ni mucho menos, pero todos sentían que querían darles espacio a él y a Lillie debido a la reciente formalización de su relación. Aunque no es como que a alguno de ellos dos pareciera importarles el no tener tiempo a solas.
Algo de lo que también se habían dado cuenta era de la actitud que tenía Ash hacia los caídos en la guerra. Siempre que uno de sus nombres era mencionado, Ketchum se notaba claramente triste pero siempre lograba recomponerse en segundos y dar una sonrisa en extremo sincera. No habían sido pocas las ocasiones en las que pronunció las siguientes palabras:
—"Entonces solo tengo que vivir mi vida al máximo para que se sientan orgullosos".
¿Tal vez tener una experiencia tan cercana a la muerte lo había hecho mucho más consciente de ella? ¿Tal vez Ash ahora tenía esa forma de ver las cosas porque sabía lo efímeras que eran las cosas? "Vivir sin lamentarse" ¿Era esa la nueva filosofía del joven de pueblo Paleta?
Todos dejaron de lado sus pensamientos al escuchar la voz del entrenador.
—¡Aquí vamos!— exclamó, poniéndose de pie. Lillie estaba a su lado, atenta en todo momento porque no fuera a caerse— Se siente raro… Es como usar zancos.
—¿Hay algún dolor en el muñón, Ash?— preguntó Wicke, con un bloc de notas en la mano— ¿Alguna observación que tengas para la prótesis?
—¿Dolor?— Ketchum arqueó una ceja, pensativo. Movió un poco la pierna y tras unos segundos, negó con la cabeza— No hay dolor, creo. Y sobre las observaciones… ¿Pueden ponerle propulsores?
Todos rieron de forma nerviosa.
—Me temo que no es posible…— respondió Wicke.
Ketchum se rio.
—¡Entonces no tengo observaciones!— exclamó, mirando fijamente hacia la puerta— No he visto a Red en más de tres semanas y estamos a solo metros de distancia… ¡Espérame, hermanote!
Delia sonrió al ver lo mucho que Ash quería a su hermano mayor. Recordaba que entre los dos habían hecho una especie de acuerdo por insistencia de Ash, usándola a ella como mensajera. Hasta que no pudiera salir de su habitación de hospital caminando junto a Lillie, entonces no se verían o algo así.
Lillie caminaba detrás de Ash, como si estuviera cuidando a un bebé que daba sus primeros pasos. Tenía los brazos extendidos hacia sus costados, lista para atraparlo en cualquier momento. Estuvo así hasta que Ash se giró y la tomó de la mano.
—Quiero salir de este cuarto caminando junto a mi novia, no junto a mi niñera— le dijo, sonriéndole.
Lillie suspiró, devolviendo el gesto.
—Si me miras así no voy a poder negarme…— le dijo, poniéndose a un lado suyo; Pikachu saltó a su hombro. Ash notó de inmediato que ella había aumentado la fuerza de su agarre.
Lillie no parecía dispuesta a bajar la guardia, pensó.
Burnet y Delia se sujetaban de las manos, ambas con amplias sonrisas en sus rostros. Kukui, con una expresión similar, estaba cruzado de brazos. Gladio, Wicke, Elio y Selene veían a la pareja con gran felicidad.
Sobre Hau… Sus ojos se encontraron de pronto con los de Ash, quien pareció mostrarse preocupado por su reacción. Mahalo cerró los ojos, suspiró y luego, le sonrió, levantándole un pulgar. Ketchum sonrió en ese momento.
—Parecían novios incluso antes de serlo realmente— pensó el moreno, cruzándose de brazos.
Al lado del otro, Ash y Lillie dieron juntos el primer paso fuera de la habitación y con eso, el primer paso en su viaje juntos. Como pareja.
—N-No te sientes como si fueras a caerte, ¿verdad?... ¿Estás cansado? Si lo estás, podemos detenernos… Podríamos pedir una silla de ruedas, ¿sabes? ¡O unas muletas! ¡No pasa nada si usas muletas!
Ketchum se rio al escuchar ese tipo de comentarios durante todo el camino, así mismo, durante todo el camino, se encontró con montones de personas.
Familiares de pacientes y miembros del cuerpo médico que le sonreían, se reverenciaban ante él y le agradecían por todo lo que había hecho. Según palabras del equipo S&M, ese tipo de trato era muy común hacia ellos. De las personas que se encontró solamente reconocía a algunas enfermeras y uno que otro doctor. Solamente conocía a una de ellas.
—Ash Ketchum— Hapu, quien ya podía tenerse en pie, lo esperaba en medio del pasillo en el que estaba la habitación de su hermano—. Solo mírate, caminando al lado de una belleza como esa y con la mirada en alto… Quién fuera tú, mozuelo.
Ketchum sonrió al ver a Honua después de tanto tiempo.
—Voy a admitir que esperaba una visita— le dijo, riéndose.
Hapu hizo lo mismo.
—Quería que nos viéramos de nuevo cuando ambos pudiéramos vernos frente a frente, sin necesidad de sillas de ruedas, muletas o cualquiera de esas bobadas— miró detrás de Ash, específicamente hacia Gladio, cuya silla de ruedas era empujada por Selene—. Sin ofender, chicuelo.
—Me acostumbré a tu lengua suelta desde hace ya un rato— aseguró el rubio.
—Supongo que hay algo que quieres decirme, entonces— Ash avanzó un poco más hacia ella, haciendo que Lillie también avanzara.
Hapu lo miró directamente a los ojos y luego, extendió su mano hacia él.
—Me alegra verte entre nosotros, Ash— le dijo, ampliando más su sonrisa.
El azabache también sonrió y aceptó el apretón.
—Y a mí me alegra estar aquí— aseguró—. Vamos a cumplir tu sueño, Hapu. Pongamos a Alola en la mira del mundo.
Los ojos de la Kahuna brillaron al escuchar eso.
—Haces que me den escalofríos, mozuelo— le dijo, soltando su mano y cruzándose de brazos—. Ve, hay alguien que te está esperando.
Ash solamente asintió y volvió a avanzar.
—Yo también me alegro de verte, Hapu— le dijo Elio, poniéndose a su lado.
—¡Oh, pero si es mi mejor amigo de toda la vida!— exclamó la morena, sonriendo.
—¿Por qué siento que no puedo tomarme en serio esas palabras?...— murmuró el Asutoro.
—Hablando de palabras, ¿no hay ninguna para el cumpleañero?— preguntó Hau, colocándose también junto a Hapu.
—¡Santos campos de cultivo, es cierto! ¡Cumples diecisiete primaveras el día de hoy, pequeño bribón!
Y mientras Hau se reía, Ash y Lillie llegaron a la puerta de Red.
Aether notó la forma en la que Ketchum tomaba aire y tras unos segundos, él volvió a sonreír. Tomó el pomo de la puerta, lo giró y la abrió.
—Ash Ketchum reportándose— dijo nada más vio el interior de la habitación.
Ahí estaban Red y Yellow. Ambos vieron a la puerta con asombro, solo que por motivos diferentes.
—Ash, estás caminando…— murmuró Yellow, quien ya había ido con anterioridad a verlo a su cuarto.
Red, por otra parte…
—Ash…— se sentó en su cama, mirando con enorme sorpresa a su hermano. Ni él ni Yellow parecieron recibir la noticia de que lo irían a ver ese día. Los ojos del Campeón de Kanto brillaron y las lágrimas comenzaron a fluir— Ash…
—Perdón por tardar tanto en venir, hermanote— le dijo, acercándose a la cama de la mano de Lillie—. Es solo que hay alguien a quien quiero presentarte— con una mano señaló a Aether, quien le sonrió al primogénito de los Ketchum para luego, hacer una reverencia—. Ella es Lillie Aether, mi novia.
—Un placer— dijo Lillie, irguiendo la espalda.
Red no parecía tener palabras y si las tenía, se fueron al ver el rostro de su hermano.
—Así que…, hermano…— Ash soltó la mano de su novia, tomando las de hermano mayor— Cuando salgamos de aquí, sentémonos juntos en una mesa con un montón de comida deliciosa de la que solo mamá puede preparar y… háganle un montón de preguntas…
Al escuchar una de las últimas palabras que el profesor Oak le había dicho a Ash, Red no pudo evitar llorar y con sus brazos, buscó envolver a su hermano, quien no opuso la mínima resistencia.
Por primera vez desde que había despertado, Ash Ketchum había llorado a uno de los caídos en la guerra. Abrazado por su hermano; consolado por su cuñada, madre y novia, lloró hasta que su corazón estuvo contento.
Aunque prefería sentir el dolor que estaba sintiendo a no hacerlo, eso no quería decir que no doliera.
Y pese a lo mucho que dolía, seguiría viviendo.
Porque él debía hacerlo por ellos. Para corresponder a sus expectativas.
Bienvenido de vuelta, Ash.
¡Pues terminé por fin y con esto, regresamos a nuestra realidad original! ¡Por fin después de tantísimo tiempo! ¡Ya extrañaba escribir a mis personajes! No fue ni de broma un capítulo tan largo como el anterior pero fueron diez mil palabras, lo cual tampoco es nada despreciable.
Chicos, ahora sí que sí, se vienen varios capítulos mucho más tranquilos que antes. Luego de la guerra y del arco de la otra realidad, deberemos pasar unos cuantos capítulos acostumbrándonos al mundo en el que ahora nos moveremos. Voy a ser sincero y a admitir que, posiblemente, no haya demasiados capítulos de este mini arco, tal vez unos cuatro o menos pues no tardaré mucho en exponer los cambios que se vivirán, además de que solo serán necesarias varias escenas puntuales.
Una vez que terminemos este mini arco empezará, ahora sí que sí, el último arco de esta historia. Prepárense, chicos, pues se viene el arco de la Liga Pokémon de Alola y después de eso, será hora de decirle adiós a Pokémon Sol y Luna: La leyenda del héroe… ¿Pueden creer que ya hemos llegado hasta este punto? ¡El tiempo voló y nos hemos divertido mucho en estos años que han pasado! ¡¿Llegará el fanfic a los 150 capítulos?! ¡No tengo ni puta idea, pero veamos qué nos depara el futuro!
Antes de irme, quiero pararme para desearle un feliz cumpleaños a nuestro tan querido Ash Ketchum. No solo eso, también desearle un feliz cumpleaños atrasado a el Ash Ketchum de nuestro fanfic (pues su fecha de cumpleaños en la historia es el 22 de mayo), así como un muy retrasado feliz cumpleaños a nuestro Hau (el del Fanfic), quien cumplió años el 6 de abril y en este capítulo también.
¡Entonces, eso sería todo!
¡Nos leemos, chicos!
