131. Quieto

Heero estaba intentando entender varias cosas al mismo tiempo, como ¿por qué diablos Duo lo había atacado así? E incluso antes de eso, ¿por qué no fue capaz de sentir su presencia en la habitación? Ni siquiera lo escuchó entrar, cosa extraña porque él tenía un sueño tan liviano que, si su computadora soltaba un leve sonido, ya estaba en ella revisando qué sucedía.

¿Se había dormido más profundo de lo habitual, quizás porque le había pasado la cuenta dormir tan mal y poco los días anteriores? ¿O Duo no era solo sigiloso en su mobile suit, sino que también en vivo y en directo?

Miró hacia el trenzado, pero no fue capaz de verle la cara porque se topó con su coronilla. Su pelo cosquilló en su nariz. Olía a sangre, pólvora y tierra. ¿Estaría herido? Lo dudaba seriamente, ya había establecido que Duo no parecía ser del tipo que no buscara atención médica en caso de una lesión grave, no era así de estúpido.

Nada de eso respondía la pregunta principal: ¿Qué demonios hacía en su cama?

Todo eso lo pensó quieto, con los brazos abiertos en cruz y la pistola todavía en la mano, sin poder creer que ese caradura se había metido, además, entre las sábanas para acomodarse sobre su cuerpo.