132. Susto

Duo sonrió sin abrir los ojos al percibir cómo el torso de Heero pasó de estar rígido a relajado. Fue una transición que pudo monitorear gracias a su posición sobre él. Además, su oído derecho estaba justo en su pecho, en un punto privilegiado que le permitió escuchar latir su corazón salvajemente hasta retomar la normalidad.

Sin duda le había dado un buen susto.

Su inactividad, por otro lado, era señal de un estado que ya le parecía usual. Casi podía oír los engranajes de su cerebro mientras pensaba: ¿Qué hace sobre mí? ¿Se toma estas confianzas solo por un beso? ¿Cómo puedo desaparecer su cadáver de la escuela sin dejar evidencia?

Suspiró con profunda satisfacción, ya resolvería luego lo del francotirador. Si lo dejaba permanecer así, se daba por pagado... al menos por hoy, pensó.

Sin resistir despierto otro segundo, se deslizó en la inconciencia.