134. Burbuja
Tuvo un sueño plagado de recuerdos de infancia. Solo, su inseparable amigo, cedía otra vez ante la fiebre. La hermana Helen moría de nuevo en sus brazos. Y el cadáver del padre Maxwell, de alguna forma ilógica, le sonreía con compasión.
Todos estaban muertos, excepto él.
Y como era el único sobreviviente, Solo aparecía y le disparaba, reclamándole por ello. La bala le rasgaba el brazo de igual forma que aquel niño rubio en la última misión, el mismo que irónicamente se lo había recordado tanto.
Excepto que él estaba dispuesto a dispararle una segunda vez para terminar con su vida.
Nada de eso le afectó en lo más mínimo. Estaba allí, pero era como si no sintiera nada más que una tranquilidad absoluta, como si una cálida burbuja estuviese protegiéndolo de todo mal, de todo dolor. Una burbuja que lo mantenía demasiado inalcanzable para que el horror de la guerra y la miseria humana llegaran a él.
