136. Normalidad

Duo recuperó la conciencia poco a poco. Se descubrió aferrado a alguien más. Sabía quién era y también que ya estaba despierto.

Le dio los "buenos días" con toda la normalidad de una mañana cualquiera. Estaba obviando estar en una cama ajena, robando el calor de un cuerpo que olía muy bien en contraposición al suyo. Sus miradas se encontraron y Duo dejó de respirar solo porque lo asaltaron unas súbitas ganas de besarlo, pero se contuvo. La falta de aseo personal en la que había caído desde su misión también incluía su boca.

De mala gana se separó de su firme cuerpo y se levantó, estirándose igual que un gato.

—¡Qué bien dormí! —celebró—. Descansé como nunca.

—Me alegro —dijo Heero con obvio sarcasmo.

—¿Tú no dormiste bien? —preguntó, devolviendo la burla.

—¿Qué crees tú?

—Que dormiste fantástico, como yo.

Heero no contestó. Miraba las sábanas que habían quedado expuestas cuando él se levantó. Manchas oscuras que bien podían ser de aceite, grasa o combustible marcaban casi de forma perfecta el contorno de su espalda.

—Vaya, sí que necesito un baño —rio con descaro. Procedió a desvestirse muy rápido y descartó sus ropas directo al basurero—. No te preocupes por las sábanas, puedes tomar las mías si quieres.

Sonrió en su dirección y se fue a bañar. La mirada de Heero decía mil cosas y nada a la vez. Bien podía estar pensando en dispararle como en que lucía muy bien desnudo.

Si pudiera elegir, ojalá fuera lo último.