138. Perfecto
En su presencia, Duo no dijo nada sobre la corbata que tenía firmemente ajustada en el brazo, pero se encontró a sí mismo sonriendo frente al espejo después de desatarla. Su herida debió abrirse en el sobreesfuerzo que hizo tratando de evitar que Heero lo matara la noche anterior. Recordar sus movimientos letales provocó que se ampliara su gesto, alegrando más su expresión.
Al parecer, debió correr suficiente sangre como para que él tomara semejante medida. Por su parte, no se había percatado de nada debido a lo exhausto que estaba cuando arribó a su cama.
Se duchó lo más rápido que pudo para dedicarle varios minutos a tratar de lavarla y quitar la sangre endurecida, pero le fue imposible.
Envolvió una toalla blanca en sus caderas, otra en su pelo y salió del baño con la corbata en las manos, para darle la mala noticia de su muerte. Iba a soltar un "lo lamento, pero quedó inutilizable" cuando se quedó congelado nada más dar un paso fuera.
Heero estaba ahí, gloriosamente solo en bóxer, caminando en su dirección. Duo nunca había visto un cuerpo que mereciera la calificación de perfecto hasta ese momento.
Alcanzó a desear que lo chocara con fuerza y estallaran juntos. ¿Es lo que haría Heero? ¿O era el único que podía sentir esa tensión? Como si el espacio que los separaba y que se acortaba a cada paso se sintiera denso, como si estuviese electrificado, provocando que el mundo se detuviera, los relojes no avanzaran y él se moviese con una lentitud premeditada y seductora.
Heero pasó por su lado sin mirarlo y cerró la puerta a sus espaldas. Duo soltó el aire que inconscientemente había estado reteniendo.
