¡Muy buenas a todos! Ando con un poco de prisa, pero aquí os dejo el capítulo antes que se me olvide. Gracias por los reviews y a quienes pasáis silenciosamente, gracias por leer ^^.
Capítulo 138: Choque
Emily suspiró derrotada ante la puerta del Skid. A su lado, cruzado de brazos, Kouji también dejó caer la cabeza antes de dedicarle una mueca de disculpa. Una vez más, Aelita había declarado abiertamente sus motivos para no montar en la nave acuática y, dándoles la espalda, había salido del hangar negándose a escuchar siquiera a Lunamon. Por otro lado, Koichi cruzó las manos tras la nuca y se encogió de hombros antes de dar golpecitos en el suelo.
—Pues nada, voy a practicar el número de sincronización con Mer —suspiró la chica.
—A la próxima lo lograremos —le dijo Kouji antes de apartarse de ella y caminar hacia su hermano, al que no dudó en tomar por la camisa y tirar de él —. Y tú, a prepararse también.
—¡Buena suerte, Em! —despidió el de la oscuridad.
—¡TE VOY A DAR SUERTE A TI, KIMURA! —estalló la otra, agitando un puño antes de entrar con más protestas al Skid.
—¿Acaso deseas la muerte tan intensamente que provocas a los demás? —preguntó Labramon con sorpresa.
—¿Eh? ¡No! Pero Em va a meterse ahí abajo, donde fijo estará Neptunemon... Y ya sabéis, es un tipo problemáticamente peligroso.
—¿Qué sabrás tú, si no has bajado ni una sola vez? —acusó Sissi.
—Bueno, no hay que ser un genio para saber que un digimon considerado dios del mar es un problema en las profundidades marinas —declaró antes de sentir que la gravedad atraía a su cuerpo hacia el suelo —. ¡Eh! ¡Kouji! ¡Avisa cuando me vayas a tirar al suelo!
—¿Para que escapes como cada vez que hay que subir al Skid? Me da que no.
—Creo que sería mejor que no discutamos —pidió Ulrich —. Si esos tipos vienen, será mejor que nos pillen a todos preparados.
—Sigo sin creerme que Jeremy te haya cambiado el sitio tan fácilmente —comentó Takuya.
—Ya, bueno, eso de que se necesita a los más rápidos para superar los brazos de Kimeramon nos deja fuera del agua a Kouji y a mí —señaló el Samurai.
—A la próxima, liberamos a Yumi también de su jaula sumergible —dijo el de la luz.
—¿En serio crees que Jeremy volverá a bajar después de acabar con Kimeramon? —preguntó Tommy.
—Evidentemente, es más fácil que Takuya u Odd maduren —negó.
—Exacto... ¡Eh! ¡No te burles de mí! —protestó el de fuego.
Media hora más tarde en la cual los Crossedmons se habían dedicado a intentar enterrar a cuantos pudiesen, el grupo liderado por Duftmon apareció en la playa, lanzando sus ataques uno tras otro. Con calma, todos vieron cómo la barrera de Ace repelía todo cuanto había sido lanzado.
—Es que son idiotas —declaró CrossTimemon, las cadenas trepando por sus brazos.
—Déjales, si así creen que pueden hacer algo, que sean felices —respondió su hermano.
—Basta de tonterías. Es hora de actuar —saltó Aelita.
—Dirás de no hacer nada —suspiró Beowolfmon, recibiendo al instante por respuesta las llamadas de la pelirrosa a su hermano —. A la próxima se enterará...
Antylamon saltó al frente rápidamente, superado por el aire por Wingdramon. Sin perder ni un segundo, el mismo grupo que había estado enfrentando a Kimeramon empezó a lanzar sus ataques uno tras otro, en secuencia, intercalándose con golpes físicos con los que buscar un hueco por el que Beowolfmon o Ulrich pudiesen colarse para dar un golpe certero.
—En serio, este bicho se cubre demasiado bien —dijo MetalKabuterimon.
—Si sigue así, jamás acabaremos con él —declaró Petaldramon.
—Los chicos tienen razón —dijo Stingmon —. Necesitamos planear este caso diferente.
—No —negó Antylamon —. Lograremos acabar con él nosotros mismos, ya veréis.
Ligeramente apartados, Beowolfmon y Ulrich estudiaban los movimientos de Kimeramon mientras se encargaban de acabar con algunos Bakemons claramente enviados para incordiar.
—Me da que tendrás que triplicarte para que logremos hacer algo —dijo el lobo —. Aunque de nada servirá si no tenemos espacio para pasar...
—Oye, ¿no se supone que Takuya y tú tenéis una digievolución más? —preguntó de repente el chico.
—Demasiado arriesgada —respondió —. En mi caso, necesito los espíritus de la oscuridad, el metal, el trueno y el agua. Y adivina dónde están los últimos.
—Bajo el mar —suspiró mirando de reojo hacia el horizonte —. ¿Y Takuya?
—Los otros cuatro —dijo —. Y eso significaría que nos quedamos sin el apoyo de Petaldramon. Por no hablar de que JetSilphymon no podría actuar bajo el agua como ha estado haciendo estas veces.
—¡Odio estas situaciones con XANA por delante!
Diez minutos más tarde, Gigasmon y Odd aparecieron junto a ellos, liberándolos de la carga de los Bakemons. Sin siquiera decir nada, ambos se lanzaron contra Kimeramon. Para cuando Aldamon se dio cuenta, tres Ulrich y Beowolfmon se lanzaban desde los cuatro costados contra la bestia, las espadas listas para cortar lo que se les pusiera por delante.
—No lograréis atraparme —dijo Kimeramon, empezando a mover sus brazos para barrerlos.
—¡Ulrich, ten cuidado! —gritó William.
—¡Beowolfmon! —llamó Stingmon.
Ante el grupo, dos de los tres Ulrich desaparecieron, quedando el último a la espalda de Kimeramon. Por el costado, Beowolfmon apartó la espada para disparar los misiles del brazo izquierdo, dando cobertura al chico.
—¡No logro hacer nada! —gritó de pronto el Samurai.
—¡Imposible! ¡Nuestras espadas son de digizoid! ¡Jeremy dijo que cortaban cualquier cosa! —exclamó William, lanzándose con su arma para cubrir el escape del chico.
—¡Pues no logro siquiera acercar la hoja a su cuerpo! ¡Es como si tuviese una barrera que me impide mover el brazo más hacia abajo!
—¡Cuidado vosotros dos! —chilló Wingdramon, lanzándose en picado contra Kimeramon con las garras por delante.
El choque levantó la suficiente arena para cubrir la visión de todos. Un rugido aterrador resonó de pronto, provocando que más de uno se cubriese los oídos. Antes de que Kimeramon se levantara de nuevo, Beowolfmon se lanzó hacia su espalda con las cuchillas de su espada listas para segar, encontrándose de pronto que la hoja no lograba acercarse al objetivo. Una extraña sensación le llevó a pegar el arma en su brazo izquierdo y a disparar, aun con la corta distancia entre él y su objetivo, justo para librarse de un extraño tentáculo que había estado retorciéndose en su espada.
—¡RETIRADA! —ordenó Duftmon.
Como todas las veces, el grupo de Xana-Lucemon lanzó toda una ráfaga de ataques con los que librarse de sus rivales antes de escapar, aunque más de un ataque moviéndose de forma errática les dejó claro que CrossSpacemon tenía el control y estaba esperando la ayuda de su hermana para devolverles la jugada.
—Desgraciadamente, esos tipos son lo suficientemente resistentes para recibir este tipo de ataques —declaró Sissi.
—Más bien, son lo suficientemente listos como para no lanzar sus más poderosos ataques al tuntún con el máximo de poder aunque podría funcionar —dijo el del espacio antes de dedigievolucionar —. Podemos agradecerle a Xana-Lucemon que, cuando sus peones dicen que se retiran, dejan de pelear seriamente.
—Duftmon no está siendo serio ni de coña —apuntó CrossTimemon, cruzada de brazos y con la vista por donde los otros habían huido —. Si alguien me dice que está mostrando el máximo de sus capacidades, entonces yo soy igual de poderosa que los diez unidos.
—¿Los diez unidos? —preguntó confusa Aelita.
—¡Oh, señor! —exclamó de pronto Reichmon —. ¡Aelita haciendo caso a algo que no sea su hermano! ¡Qué avance para la humanidad!
—Ahora solo falta que tú avances también a favor de la humanidad y te hundas en el mar —señaló Mercurimon.
—¿Qué? —preguntó la pelirrosa ante el suspiro de Crescemon, quien se negaba a decir nada.
—¿Sabes la de golpes que hemos recibido porque tienes la cabeza en "debo salvar a Alex, hacer que reaccione como sea"? —dijo Leire mostrando marcas de quemadura en sus ropas.
—¿Estás bien? —se lanzó Aldamon.
—Sí, sí, no ha sido nada, tranquilo.
—¡Los otros también regresan ya! —señaló Tommy.
El Skid fue visible el tiempo que tardó en llegar al túnel hacia el hangar. Tras él, Mermaimon nadó hacia la orilla a una velocidad envidiable en ese momento para todos los allí presentes.
—Os he visto desde el mar —dijo la sirena saliendo a la arena.
—¿No se supone que estabas peleando bajo el agua? —preguntó Teppei.
—Neptunemon se ha retirado antes que los vuestros, al parecer —sonrió antes de que el digicódigo la envolviese —. He estado reteniendo al Skid para que no lo ataquen hasta que les he visto retirarse... Aunque les hubiese mandado una ola si no se hubiesen largado.
—Oye, nosotros también estábamos por aquí...
—Lo sé, lo sé, pero a vosotros no os habría hecho nada más que remojar un poco —sonrió inocentemente la chica.
—¡El agua de las profundidades es gélida! —exclamó Ace, agitando los puños con fuerza —. ¡Odio el agua fría!
—Por eso mamá te bañaba en un cubo, atado de pies y manos —suspiró la digimon del tiempo, aún en su cuerpo adulto.
—¡Te dije que jamás me recordases esos momentos! —chilló avergonzado.
—Mil perdones, ha pasado tanto tiempo que se me había olvidado.
—No discutáis vosotros dos ahora —se interpuso Beowolfmon.
—¿Va todo bien? —preguntó Aldamon.
—Algo cubre las espaldas de Kimeramon —dijo.
—¿Cubrirle? ¿Como un escudo? —preguntó Antylamon.
—Como algo más vivo.
