¡Hola a todos! ¿Qué tal os va la semana? Yo algo atareada, pero he logrado sacar un hueco para actualizar el fic. Y como es tarde, no me voy a entretener demasiado.

Gracias a todos por pasaros a leer y espero que sigáis apareciendo por aquí semana tras semana.


Capítulo 140: Nuevos refuerzos

A nadie le sorprendió, a la mañana siguiente, que Arya corriese por toda la playa llamando a gritos a Ace, apremiándolo para abrir un portal a la Tierra, como tampoco que los adultos que lo cruzaran cargaran con más bolsas de las que podían. Chiaki fue la primera en resoplar antes de empezar a discutir con su madre por mil razones que Yolei sabía cómo rebatir sin pestañear.

—Bien, entonces... Parasimon —dijo Rika jugueteando con los dedos.

—Es lo único que se parece a lo descrito y, a demás, tiene sentido —suspiró Lopmon.

—Bueno, simplemente habrá que hacer como la última vez —dijo Takato.

—¡NO! —exclamaron los tres ángeles, sobresaltándolos a todos.

—¿Por qué no?

—No es buena idea hacer luchar a Dukemon aún —negó el conejo.

—¿Entonces qué caso tiene que estemos aquí? —preguntó Rika —. Si no podemos hacer nada, ¿para qué nos llamáis?

—Como conocedores del Digimundo y sus digimons, vosotros sois la guía que los chicos necesitan —respondió Gatomon.

—¿La guía? ¡Este Digimundo es diferente del nuestro! —señaló Takato, molesto pero no tanto como lo parecía su compañera pelirroja —. ¡Pocas cosas reconocemos de lo que vemos aquí!

—Sigue siendo lo mismo aunque con diferente aspecto —negó Patamon.

—Para guiarles, ya estáis vosotros —se apuntó Yolei —. Vosotros tres también sabéis lo que vivimos nosotros. Patamon, Gatomon, estuvisteis con TK y Kari desde el inicio... Y aunque Lopmon tardó más en unirse a ese otro grupo de elegidos, también ha vivido suficientes aventuras como para no ser capaz de ayudar.

—Exacto —volvió a hablar Rika —. Para lo que servimos nosotros es simplemente para traer la compra, cocinarles o curarles las heridas, si es que llegásemos a encontrarlos en esa situación —dijo mirando al grupo.

Un extraño alboroto en el exterior hizo que el grupo saliese rápidamente, temiendo por un momento estar recibiendo un ataque sorpresa. Los tres adultos apretaron los puños sobre la mesa, con Wormmon, Hawkmon y los tres pequeños ángeles como testigos.

—Esto es injusto, Lopmon —dijo casi en susurros Takato —. Nos hacéis venir aquí para ayudar... Pero en realidad, esto podríais hacerlo vosotros.

—Sí, podríamos hacerlo —aceptó el digimon haciendo un gesto a sus dos compañeros para que no hablasen —. Pero esos críos siguen siendo eso, críos. Humanos, a demás.

—¿Qué intentas decir? —preguntó Rika.

—Como Guardianes, su deber es proteger el Digimundo. Antiguamente, no había problema alguno, su familia eran ellos mismos. Pero ahora... La familia de casi todos no tiene relación alguna con este mundo —dijo mirando hacia el exterior —. Mientras puedan, queremos que no pierdan su humanidad... Ni que dejen de ser críos que necesitan a los humanos adultos a su lado.

El silencio volvió a reinar alrededor de ellos. Incluso las cosas parecían haberse calmado en el exterior aunque ninguno podía asegurar si se debía a una repentina barrera de Ace, aislándolos, o a una verdadera calma.

—Empiezo a ver lo que tramáis —suspiró la pelirroja —. Que no pierdan la humanidad, ¿eh? Dudo que lo hagan jamás.

—Aun así, entiende que nos moleste que vengamos para nada —apuntó Takato —. Que sí, que eso de que Guilmon y yo evolucionemos a Dukemon ahora sería meter problemas a los chicos porque aún no están preparados —añadió rápidamente —. Pero nos gustaría poder participar más activamente.

—¡Oh! Pero si podemos hacerlo —dijo de pronto Yolei. Las miradas de todos cayeron sobre ella en el momento justo en que los chicos entraban con Yla en brazos —. Oh, dios... ¿Qué le ha pasado?

—Un golpe de calor —respondió rápidamente Chiaki —. La llevaré a la habitación para que descanse.

—Te acompaño —la siguió Tommy —. Puedo digievolucionar a Kumamon y refrescarla un poco.

—Gracias.

—Vale, ¿qué nos hemos perdido por aquí entonces? —preguntó Takuya.

—No gran cosa —negó dándole la espalda Gatomon —. A ver, Yolei, ¿qué significa que podéis hacerlo?

—Bueno, eso... —dijo mirando aún hacia las escaleras por las que había subido su hija —. Ya sabéis, Izzy ayudó a Jeremy en la creación de los trajes de buceo y también en la armadura de Arya. Indudablemente, salvo ella, los demás podéis evolucionar y conseguís una especie de armadura que os protege aunque no sea igual a lo que lleva Arya.

—Los chicos tienen poderes en su interior, al contrario que Arya —declaró Patamon antes de volverse hacia la chica —. Algo lógico, puesto que eres solo una humana y los humanos no poseen ningún tipo de poder.

—Sí, lo entiendo —asintió con una pequeña sonrisa —. Soy más un lastre que otra cosa.

—¿Pero qué dices? —regañaron sus dos primas.

—Vale, sigue hablando, Yolei —indicó Gatomon.

—Pues eso, que aunque la armadura de Arya es resistente, en sí es un prototipo. Izzy ha estado trabajando en proyectos mejorados con los que aligerar la faena de Jeremy.

—¡Cielo santo! ¡Mis oraciones han sido escuchadas! ¡Gracias, gran diosa! —exclamó de pronto Lunamon.

—¿Qué le pasa a ésta? —susurró Odd.

—Me alegra saber que cedes tu trabajo a otras personas, Jeremy. Realmente es malo para la salud —se unió Aelita a su digimon.

—Bueno... Hay otras prioridades en mi mente que crear nuevas armaduras...

—Por eso Izzy se ha ocupado de hacerlas —siguió Yolei —. Solo necesitaríamos vuestras medidas y que Jeremy pudiese digitalizarlas aquí, en este mundo, para poder ser usadas.

Más de uno se miró entre sí antes de empezar a alzar la voz, lanzando miles de exclamaciones que no borraron la sonrisa del rostro de la pelimorada. A su lado, Takato y Rika empezaron a sonreír cada vez más, para fastidio de los tres pequeños ángeles.

—Vale, pues empieza a tomarnos todo cuanto necesites —se puso en pie el hombre y extendió los brazos —. Si no puedo ayudar como Dukemon, lo haré como Takato.

—Una gran locura, pero estoy de acuerdo —aceptó Rika, imitándolo —. A demás, tampoco me apetece presionar demasiado a Renamon.

—¡Está decidido entonces!

—No, no está nada decidido, Yolei —saltó Patamon —. ¿En serio creéis que vamos a dejar que corráis esos riesgos?

—Izzy dice que si no lo probamos ahora, el día que decidan enfrentarse seriamente a Xana-Lucemon no podremos hacer absolutamente nada para ayudarles. Y estoy segura, Patamon, que estarás conmigo y con los otros en que, aunque por vosotros mismos podríais alcanzar las máximas digievoluciones, no os iría mal contar con nuestro apoyo. Y que nos necesitáis ahí para ello.

—Desgraciadamente, es cierto —asintió Gatomon —. Aun así, permítenos tener nuestras dudas sobre el tema.

—Seremos muy cuidadosos —corearon los tres adultos.

—Algo me dice que vamos a estar muy vigilados por los adultos a partir de ahora, que se les ha descubierto sus ideas —suspiró William.

—Mientras no se unan algunos padres que todos sabemos, creo que no habrá problema —declaró Koichi mirando de reojo a su hermano —. Aunque sería divertido hacer de maestros para ellos... ¡ME PIDO...!

—Ni se te ocurra pensar en meter a papá en esto o bajar al fondo del mar será la menor de tus preocupaciones, Kimura —amenazó Kouji, para diversión de más de uno.