143. Debilidad
Sin duda estaba disfrutando de estar tranquilo sin que nadie lo importunara. Duo no estaba llenando sus silencios ni se encontraba a su lado todo el tiempo.
De hecho, parecía haber decidido ignorarlo también.
Sin embargo, acostumbrado a analizarlo todo, no pudo evitar notar que los días en esa escuela ya no se percibían lentos y rutinarios. Ni siquiera sentía ese aburrimiento que lo había molestado tanto en los días pasados, tal vez porque Duo siempre estaba haciendo algo: disculpándose con cada profesor por seguir sin corbata, riéndose con sus secuaces de turno o exhibiendo su cuerpo como si le pagaran por hacerlo.
Detestaba la debilidad obvia en la que se había transformado ese sensual trenzado que se paseaba por la habitación en bóxer cada vez que podía. O que demoraba a propósito el ponerse más ropa encima.
¿Duo efectuaba el teatro y él estaba condenado a ser el espectador? No podía aceptarlo, concluyó, cerrando los ojos con fuerza y negándose a ver más de su piel.
