Todos los personajes y la historia pertenecen a JK Rowling
POV HARRY POTTER 17
Ayer, la noticia más importante del día fue que la Señora Gorda había desaparecido del retrato. Había sido rajado tan ferozmente que algunas tiras del lienzo habían caído al suelo, faltando varios trozos grandes. La sospecha generalizada en el castillo es que se trataba de Sirius Black.
No tuve mucho tiempo para meditar lo sucedido, ya que hoy nos enfrentamos contra Slytherin en quidditch. Draco no sólo se estrena como jugador, sino que también se estrena como capitán provisional ante la ausencia de Taurus.
Me hubiera gustado enfrentarme a Taurus también, pero no por ello voy a aflojar. Soy muy competitivo, sobretodo en quidditch, y no voy a dejar que la amistad se entrometa en mis ganas de derrotar a Slytherin. Hoy Draco Malfoy es mi rival, no mi amigo.
Por desgracia, el tiempo no está de nuestra parte. Llovía a cantaros y el fuerte viento hacía casi imposible el poder jugar a quidditch. Aunque no me puedo quejar, ya que esto nos afecta tanto a las serpientes como a los leones.
Los de Slytherin se aproximaron desde el otro extremo del campo, con la túnica verde. Los capitanes de ambos equipos, Draco y Wood se acercaron y se estrecharon la mano. Wood sonrió a Draco, pero Draco parecía tener ahora la mandíbula encajada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza. Estaba temblando como una hoja, y no precisamente por el frío.
—¡Montad en las escobas!—gritó la señora Hooch
Saqué del barro el pie derecho y pasé la pierna por encima de la Nimbus 2000. La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó estridente dando comienzo al partido.
Me elevé rápidamente, pero la Nimbus 2000 oscilaba a causa del viento. La sostuve tan firmemente como pude pero era muy difícil sosteneral.
Al cabo de cinco minutos, estaba calado hasta los huesos y helado de frío. Apenas podía ver a mis compañeros de equipo y menos aún la pequeña snitch. El viento no me permitía oír nada tampoco. La multitud estaba oculta bajo un mar de capas y de paraguas. En dos ocasiones estuve a punto de ser derribado por una bludger. Las esquivé de milagro ya que mi visión estaba tan limitada por el agua de las gafas que no las vi acercarse hasta el último meomento.
Perdí la noción del tiempo. Era cada vez más difícil sujetar la escoba con firmeza. El cielo se oscureció, como si hubiera llegado la noche en plena mañana. Dos veces estuve a punto de chocar contra otro jugador, que no sabía si era de mi equipo o del oponente. La lluvia era tan densa, que apenas podía distinguirlos...
Con el primer relámpago llegó el pitido del silbato de la señora Hooch. Sólo pude ver a través de la densa lluvia la silueta de Wood, que me indicaba por señas que descendiera. Todo el equipo aterrizó en el barro.
—¡He pedido tiempo muerto! —gritó Wooda—. Venid aquí debajo.
Nos juntamos en el borde del campo, debajo de un enorme paraguas. Me quité las gafas y las limpié con la túnica.
—¿Cuál es la puntuación?—pregunté.
—Setenta puntos a cincuenta a nuestro favor. Pero si no atrapamos la snitch, seguiremos jugando hasta la noche.—contestó Wood.
—Con este tiempo me resulta imposible —respondí. —Tengo las gafas empapadas de agua.—
—¡Dame tus gafas, rápido!—me ordenó Wood. Yo se las entregué obedeciéndole. Sacó la varita de su túnica.—Impervius. —después de ello me las devolvió.— Ahí las tienes: ¡repelerán el agua! ¡Ahora vamos a vengarnos por la derrota que sufrimos el año pasado!—
El hechizo de Wood funcionó. Yo seguía entumecido por el frío y más empapado que nunca en mi vida, pero podía ver. Aceleró la escoba a través del aire turbulento buscando en todas direcciones la snitch, esquivando una bludger, pasando por debajo de Draco y de Zabini, que volaban en dirección contraria.
Brilló otro rayo, seguido por el retumbar de un trueno. La cosa se ponía cada vez más peligrosa. Tenía que atrapar la snitch cuanto antes...
Me volví, intentando regresar hacia la mitad del campo, pero en ese momento otro relámpago iluminó las gradas y vi algo que me distrajo completamente: la silueta de un enorme perro negro.
Las manos entumecidas se me resbalaron por el palo de la escoba y la Nimbus descendió varios metros. Volví a mirar hacia las gradas: el perro había desaparecido.
—¡Harry! —gritó Wood angustiado, desde los postes de Gryffindor—. ¡Harry, detrás de ti!—
Miré hacia atrás con los ojos abiertos de par en par. Draco atravesaba el campo a toda velocidad, y entre él y yo, en el aire brillaba una diminuta bola dorada...
Con un sobresalto, pegué el cuerpo al palo de la escoba y me lancé hacia la snitch como una bala.
—¡Vamos! —grité a la Nimbus, al mismo tiempo que la lluvia me azotaba la cara—. ¡Más rápido!—
Pero algo extraño pasaba. Un inquietante silencio caía sobre el estadio. Ya no se oía el viento, aunque soplaba tan fuerte como antes. Era como si alguien hubiera quitado el sonido, o como si me hubiera vuelto sordo de repente. ¿Qué sucedía?
Y entonces me penetró en el cuerpo una ola de frío horrible y ya conocida, exactamente en el momento en que veía algo que se movía por el campo, debajo de mí. Había apartado la vista de la snitch y había mirado hacia abajo. Abajo había al menos cien dementores, con el rostro tapado, y todos señalándome. Fue como si me subiera agua helada por el pecho y me cortara por dentro. Y entonces volví a oírlo... Alguien gritaba dentro de mi cabeza..., una mujer...
—A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor.—oí.
—Apártate, estúpida... apártate...—esta voz era de un varón, y era terrorífica
—A Harry no. Te lo ruego, no. Cógeme a mí. Mátame a mí en su lugar...—volvió a decir la mujer
Me quedé en blanco unos instantes. ¿Qué hacía? ¿Por qué montaba una escoba voladora? Tenía que ayudarla. La mujer iba a morir, la iban a matar...
Mientras caía, caía y caía entre la niebla helada.
—A Harry no, por favor. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad...—volví a escuchar los ruegos de la mujer.
Luego cerré los ojos, muy cansado.
—¡Harry! ¡Harry! —gritaba lo que me parecía la voz de Draco. Aunque no estaba muy seguro, aún seguía en trance.
—Ha tenido suerte de que el terreno estuviera blando. —dijo Nott
—¡Creí que se había matado!—dijo Fred
—¡Pero si ni siquiera se ha roto las gafas! —comentó Zabini.
Yo oía las voces, pero no encontraba sentido a lo que decían. No tenía ni idea de dónde me hallaba, ni de por qué me encontraba en aquel lugar, ni de qué hacía antes de aquel momento. Lo único que sabía era que me dolía cada centímetro del cuerpo como si me hubieran dado una paliza.
—Es lo más horrible que he visto en mi vida. —comentó Zabini. —Había como mínimo cien figuras negras con capucha. —
Horrible... Figuras negras con capucha... Frío... Gritos...
Abrí los ojos de repente. Estaba en la enfermería. Los equipos de quidditch de Gryffindor y Slytherin, llenos de barro, rodeaban la cama. Violet, Ron y Hermione estaban allí también.
—¡Qué susto me has dado! —exclamó Violet—. ¿Cómo te encuentras?
Mi memoria fue recuperando los acontecimientos por orden: el relámpago..., el Grim..., la snitch..., y los dementores.
—¿Qué sucedió? —pregunté incorporándome en la cama.
—Te caíste —explicó Wood—. Debieron de ser... ¿cuántos? ¿Veinte metros?
—Creímos que te habías matado —dijo Alicia, temblando.
Hermione y Violet dieron un gritito. Tenían los ojos rojos.
—Pero el partido —preguntó Harry—, ¿cómo acabó? —Nadie respondió, se miraban los unos a los otros sin saber que responder.—¿No habremos... perdido?—
—Draco atrapó la snitch —respondió George mirando a Draco— poco después de que te cayeras. No se dio cuenta de lo que pasaba. Cuando miró hacia atrás y te vio en el suelo, quiso que se anulara. Quería que se repitiera el partido. Pero Hooch no lo permitió.
—Y aunque lo hubiera permitido, yo no lo habría consentido. —dijo Wood. —Nos ganastéis limpiamente.—añadió mirando a Draco.
—Pero... —dijo Draco intranquilo.
—No sé que ha pasado. Pero si nuestro capitán dice que nos ganasteis limpiamente es que nos ganasteis limpiamente. —dije con una sonrisa. Draco me la devolvió tímidamente.
Después, la señora Pomfrey llegó para mandarles que me dejaran descansar.
—Luego vendremos a verte —me dijo Fred—. No te tortures, Harry. Sigues siendo el mejor buscador que hemos tenido.—
Los dos equipos salieron de la habitación, quedando solamente Violet, Ron, Hermione y Draco.
—Dumbledore estaba muy enfadado —dijo Hermione con voz temblorosa—. Nunca lo había visto así. Corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita mágica y entonces se redujo la velocidad de tu caída. Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio... Le puso furioso que hubieran entrado en el campo... lo oímos...—
—Entonces te puso en una camilla por arte de magia —explicó Ron—. Y te llevó al colegio flotando en la camilla. Todos pensaron que estabas...—
Los cuatro miraron al suelo entristecidos.
—¿Recogió alguien la Nimbus? —pregunté tratando de cambiar de tema
Violet, Draco Ron y Hermione se miraron.
—Eh...—dijeron a la vez.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Bueno, cuando te caíste... se la llevó el viento —dijo Hermione con voz vacilante.
—¿Y?—dije.
—Y chocó... chocó... contra el sauce boxeador.—contestó Violet.
Sentí un pinchazo en el estómago.
—¿Y? —pregunté temiendo la respuesta.
—Bueno, ya sabes que al sauce boxeador —dijo Ron— no le gusta que lo golpeen.—
—El profesor Flitwick la trajo poco antes de que recuperaras el conocimiento —explicó Hermione en voz muy baja.
Hermione se agachó muy despacio para coger una bolsa que había a sus pies, le dio la vuelta y puso sobre la cama una docena de astillas de madera y ramitas, lo que quedaba de mi fiel escoba.
