Sora se distrajo mientras que seguía a Yamato con la mirada. Había dejado su barbilla apoyada sobre la mano y estaba observándolo con la cabeza completamente perdida de la realidad. Había llamado su atención cuando se había levantado, pero eso ya era algo bastante normal y con lo que sabía que no podía hacer nada. Más en un día como aquel en el que le parecía que la ropa que había escogido le sentaba especialmente bien. Partía de la base de que normalmente, para ella, hasta el pijama le quedaba bien, pero, había ocasiones en las que ni siquiera podía echarle la culpa a sus hormonas del embarazo porque era consciente de que con o sin ellas su cabeza iba a seguir el mismo hilo de pensamientos. Sonrió ligeramente de una forma algo delatadora, dándose cuenta al momento y bajando la vista hacia la mesa, notando de nuevo como se le subían los colores a las mejillas.

Prefería intentar llevar su hilo de pensamientos hacia otro punto, aunque siguiera relacionado con su marido. Ahora que ya había pasado algo de tiempo desde el día que ella sola se había dado cuenta del nivel de importancia que tenía el trabajo de él, solo podía verlo desde el orgullo. Tenía que admitir que no había podido ver del todo bien su profesión hasta no hacía mucho tiempo. Más allá de que fuera algo que a ella le interesase o no a nivel personal, ya era una cuestión de todo lo que les había supuesto a lo largo de los años. Directamente le podía echar la culpa de que Yamato se hubiera tenido que ir. Primero irse del país y luego de la ciudad. Podía echarle la culpa de que si no llega a ser por Gabumon no lo tendría a su lado tampoco. También podía decir que había pasado unos años bastante malos hasta que él había podido trasladarse definitivamente al norte con ella. Pero, ya hacía tiempo de eso.

Había pasado el tiempo suficiente como para dejarlo de lado y poder verlo desde el punto de vista que lo hacía ahora. Lo que habían hecho algunos de los que estaban allí presentes iba a estudiarse en los libros de historia para siempre porque, simplemente habían hecho algo que nunca se había hecho. Y no una, sino dos veces. Y en su situación actual, ya con todo atrás en el pasado, solo podía conseguir que se enorgulleciera.

Recordaba la época en la que había querido dejarlo todo para no tener que irse de Tokio. Recordaba también los cientos de veces que ella había pensando en que lo quería de vuelta con ella, incluso la vez que se le había escapado y se lo había pedido directamente… ¿Quién le iba a decir en aquel momento que la discusión en Londres iba a derivar e que él aceptara a hacer la misión que justamente lo traería de vuelta?

Algo le decía que el día del evento iba a tener serios problemas para mantener la compostura.

- ¿Vais a llevar a la niña el viernes con vosotros? – la voz de Hideki la devolvió a la realidad, ya que el resto estaban todavía con el drama sobre la acompañante de Takao.

- Ah… Sí – sonrió-. Yo creo que sí. Aunque se irá con mis suegros seguramente porque al ser de noche va a tener sueño. Pero ella tiene que ir a ver a su padre y a su Gabu – amplió la sonrisa.

- Desde primera fila, tú no te preocupes que ya me he encargado de eso.

- Como para no. El otro día que la vi yo en el estudio estaba casi más emocionada que nadie contándoselo a todo el mundo.

La pelirroja se rio por las palabras de Shiori, teniendo que darle la razón. La pequeña había estado algunos días con ella por la mañana en el estudio y en uno de esos días Shiori había estado la niña había estado parloteando toda la mañana sobre el tema a todo el que pasaba.

- Es verdad, vino con nosotras a ver los resultados de la ropa para el evento – le dijo a la mujer, sonriente-. Con una ayudante como ella yo creo que no vamos a fallar demasiado.

- ¿Te puedes creer que está empeñada en decirme que es un regalo? – le dijo a su marido.

- No, y porque te vayas a chivar a él no pienso cambiar de opinión – negó con la cabeza mientras que se recostaba en la silla para poder dejar la espalda apoyada.

- No se me ocurriría intentarlo, que ya tengo ha visto a Yamato llegar con cara de susto por la mañana y no estaba seguro de que fuera capaz de gesticular tanto… - contestó el general divertido.

La pelirroja volvió a reírse de nuevo por las palabras de él. Era algo en lo que no iba a ceder de ninguna de las maneras. Era un detalle que quería tener con ella independientemente del trabajo que le hubiera llevado y el material que le hubiera llevado. Le apetecía hacerlo porque le tenía aprecio y bastante habían hecho ellos por ella.

- Tampoco es algo que me haya dejado ver – dijo el general – como para poder opinar tan siquiera sobre el asunto.

- Pues una vez que lo haya estrenado no se aceptan quejas ni protestas – le contestó divertida-. Primero teníamos la guerra de que no quería venir porque tenía miedo de que pensara que se estaba aprovechando y ahora con la que no me da la gana de dejarla pagar… Oye, hasta ahora donde yo sé ahora no trabajan ni en lo mismo, así que no tengo que hacerle la pelota a nadie para que Yamato quede mejor relacionado – bromeó sonriendo por si acaso.

- Si en la JAXA soy el que menos manda sobre todos esos – los señaló con la cabeza-. Que con la que tienen montada con el descubrimiento de que Takao está con alguien…

Sora giró la cabeza comprobando exactamente lo que le acababa de decir él, viendo a Mai interrogando a Takao aprovechando que se habían levantado para asomarse a la terraza del restaurante.

- Tengo que decir que hasta a mí me parece raro. Porque jamás le he escuchado decir ni media palabra sobre el tema. Y no creo que haya traído a alguien con él simplemente porque sí a sabiendas de lo que se le iba a venir encima…

- No, yo tampoco lo creo. Yo lo que creo es que se las ha arreglado para mantenerlo lo más para él que ha podido – dijo encogiéndose de hombros-. Vale que son pesados pero tampoco es para tanto. No lo sé, que se arreglen entre ellos, yo no me voy a meter.

- Pero si tú fuiste el que bajó corriendo el primer día que se me ocurrió ir a buscar a Yamato a la JAXA…

Shiori no pudo más que echarse a reír cuando vio la cara que ponía su marido ante la acusación contra la que no podía defenderse de ninguna manera porque era más que evidente las intenciones que había tenido aquel día. Intentó hacer memoria, ya que hacía tiempo de aquello, llegando al recuerdo en el que lo había visto llegar a casa bastante sorprendido.

- Mira, paso de vosotros – escucharon a Takao volver a entrar, caminando al lado de su acompañante y volviendo a la mesa tranquilamente -. Luego se extrañan de que…

- De qué nos tenemos qué extrañar, ¿eh? A este paso la pobre se va a pensar que en la JAXA estamos peores que en un instituto de secundaria… Y normalmente suele ser bastante peor… - decidiendo centrarse en ellos, Hideki es hizo un gesto para que se acercaran.

- Mucho peor – volvió a farfullar antes de hacerle caso y quedarse con las sillas que estaban más cerca del grupo.

- Oye, no los puedes culpar. Lo de Yamato es venganza pura y lo de los demás… Es que los tienes demasiado malacostumbrados – dijo Sora entretenida-. Pero bueno, ella tampoco tiene la culpa de eso y tiene que estar alucinando…

- Ya me lo había advertido – dijo Kyo-. Pero bueno, prefería venir hoy y no de repente llegar sin conocer a nadie a algo tan… importante como lo del viernes.

- También es verdad… Pero bueno, está bien dejar de ser la novedad por fin. Que bien pesaditos que os pusisteis con nosotros dos…

- Perdona que te lo diga, Sora – le dijo Takao-. Pero creo que era más raro lo de Yamato que esto…

- ¿Ah sí? – tuvo que reírse.

- Claro que sí. Con lo sumamente insoportable que sabe ser, o la que se le acercaba iba con cinta aislante para que no abriera la boca o a ver quién era la valiente que lo aguantaba. Lo de los diez años de la JAXA del viernes debería de ser en reconocimiento a ti…

La pelirroja se echó a reír sin poder evitarlo. Lo peor era que no podía decir nada al respecto porque sabía cómo se las gastaba Yamato cuando quería y más por aquella época. Era el típico caso de alguien que podía llamar mucho la atención a la vista y que luego abría la boca – en el caso de que se dignara a hacerlo – y conseguía que solo apeteciera dejarlo hablado solo o mandarlo a paseo. Ella lo sabía de primera mano, pero, también sabía que lo que había detrás de todo eso era una vergüenza y una timidez mal llevad a que, precisamente en el tiempo en que Takao lo había conocido, tampoco había sido su mejor época. Ahora solo había que verlo para ver lo que realmente era.

Sin darse cuenta desvió de nuevo la mirada hacia él, viéndolo riéndose de algo que acababa de decir Mai, la cual seguía con la misma cara desde que había visto llegar a Takao acompañado. Tuvo que reírse ella también de la expresión de ella antes de volver a enfocarlos.

- Pero bueno, es que van a acabar asustándote y no es para tanto. Conmigo no lo hicieron y ya llevo una buena temporada por aquí – enfocó a la chica-. Tú ni caso, no son más que nenes grandes que de vez en cuando se cambian de planeta. Luego no muerden… Como mucho Mai, pero cuando la enfadan – sonrió divertida.

- Querría decir algo que los dejara en mejor lugar, pero…

- Si tú llevas haciéndoles de niñero o liándola con ellos desde hace ya bastante más de diez años – cortó Shiori las palabras de su marido-. Tú ni caso o acabarás como el pobre Arata que agacha las orejas porque sino también hay para él. Puedes quedarte conmigo y con Sora que somos las más normales de todos…

- ¿Tengo que repetir que lleva casada con Yamato unos cuantos años? No sé en qué disposición de hacer esa afirmación estás… - dijo Takao, haciendo que la pelirroja se quedara mirando para él, entrecerrando ligeramente los ojos.

- Oye, ¿seguís con las apuestas sobre por qué Yamato llega tarde por las mañanas? Porque te digo ya que mis hormonas han agotado ya por hoy la de llorar por tonterías y la de acosarlo cuando se metió a la ducha. Así que te informo de que me queda la de gritarle a alguien y lo mismo te ofreces voluntario… - intentó sonar seria, sin conseguirlo pasados unos momentos al ver la cara con la que la estaba mirando-. No le hagas caso a este zoquete.

- Tarde, eso ya se le ocurrió hacérselo en algún momento – dijo Mai habiendo vuelto hasta donde ellos estaban-. Que sepas que estoy enfadada con vosotros dos por no haberme dicho nada – miró hacia los dos ingenieros-. Pero bueno, habrá que aceptar que por fin pareces haber dado con alguien que te aguanta.

- ¿Por fin? Pues… ese por fin viene siendo cosa de… ¿Cuánto tiempo llevas en Tokio tú? Pues… mes arriba mes abajo…

- ¿Cómo que mes arriba mes abajo? – lo miró, intercambiando una mirada con los demás-. ¿Cómo? ¿Qué llevas cuatro años con ella y no has tenido la decencia de decir que existía? Tú y yo vamos a acabar muy mal hoy…