Disclaimer: None of this belongs to me. Thanks to the beautiful Josie, for letting me translate it. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a tufano79, solo me pertenece la traducción.


Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction

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Epílogo

POV Edward.

Diez años después

—Doctor Cullen, una ambulancia llegará pronto —dijo una de las enfermeras, Bridget—. Hubo un incendio en un departamento con mucha inhalación de humo. Muchos niños.

—Gracias, Bridget. Iré en un segundo —dije mientras cerraba mi laptop. Coloqué mi bata blanca sobre mis hombros junto con mi estetoscopio. Me había graduado de primero en la escuela de medicina, seguido por Harold. Sin embargo, su lugar como el orador fue porque se pegó a mí. Afortunadamente, no fue emparejado en el mismo hospital que yo para nuestro internado y residencia. Él estaba en un hospital en Milwuakee mientras yo quedé en los hospitales de la Universidad de Chicago. Quería trabajar con niños y obtuve mi sueño.

Estaba labrando mi camino por los rangos como pediatra. Era parte de una oficina médica, un grupo establecido de doctores. Éramos una práctica familiar, con especialidad en endocrinología y diabetes mellitus tipo 1. Por ahora, trabajaba con las familias que no tenían ningún problema médico urgente, sin embargo era un pediatra-endocrinólogo certificado. También tenía algunos turnos en la sala de emergencias del hospital para mantener mis habilidades entrenadas. Además, mi historia como bombero me daba una vista única de la sala de emergencias para mantenerme con los pies en la tierra.

Alcancé el área de estacionamiento de la ambulancia, sonriéndole a uno de mis amigos cercanos y colega doctor en la oficina de pediatras, Jared McNulty.

—¿Cuántas víctimas?

—Tres, tal vez cuatro —respondió Jared—. Es uno de esos edificios de departamentos. No estoy seguro del estado crítico de los niños. ¿Estás libre después de esto?

—Sí. Tengo una cita con mis chicas. —Sonreí. Era nuestro aniversario hoy. El aniversario de ser marido y mujer, y de convertirnos en una familia. Nunca hacíamos mucho por los aniversarios, pero siempre hacíamos algo como familia para celebrar nuestro feliz matrimonio. Aunque hoy tenía algo especial preparado para Bella.

Las ambulancias se estacionaron y colocamos nuestro rostro serio. Tomé la ambulancia de mi vieja estación, sonriendo cuando Angela y Leah salieron.

—Hola, chicas. ¿Qué tenemos?

—Hola, Doctor C. —Leah sonrió con suficiencia—. Tenemos a un niño de cinco años que fue encontrado en un clóset mientras los chicos hacían el barrido. No ha vuelto en sí desde que lo cargamos.

—Dame sus signos vitales —dije con voz fuerte mientras lo llevábamos a la sala de trauma. Angela relató los signos vitales. Era pequeño y no respiraba por sí solo. También tenía algunas quemaduras en su espalda y piernas debido a que estaba hecho un ovillo hacia la pared del clóset, tratando de escapar del fuego. Las quemaduras no eran severas, pero requerirían cuidado especial para minimizar las cicatrices. Otra complicación era que el niño estaba sordo. Me aseguré de tomar a una de las muchas enfermeras que podían hablar con él para poder comunicarme.

Trabajamos en el niño y lo intubamos. Su función pulmonar mejoró y volvió en sí. A través de la enfermera, descubrimos que su nombre era Nathan y que estaba muy asustado, preocupado por su mamá y su papá. Hice algunas llamadas, descubriendo que sus padres fueron llevados al Northwestern Memorial y estaban bien, solo sufriendo de una poca inhalación de humo. Buscaron a Nate, pero como era sordo, no respondió a sus frenéticas llamadas. Me quedé hasta que sus padres llegaron y Nate fue admitido a la unidad de quemados para que atendieran sus quemaduras. Estaría allí un par de días.

Antes de salir del hospital, me encontré con Leah y Angela.

—Hey, Edward. Tienes que venir a la estación. Tenemos un nuevo camión. Es muy lindo. —Leah sonrió.

—Definitivamente intentaré ir —respondí—. Aún me siento raro yendo para allá, ¿saben?

—¿Por qué? Sigues siendo parte del equipo, Edward —arguyó Angela—. No deberías cargar con ninguna culpa.

—Lo sé, lo sé. Pero es difícil no hacerlo. —Suspiré.

—La casa definitivamente no es lo mismo sin Garrett, pero sabemos que está bien —murmuró Leah, frotando mi brazo—. Ven. ¿Por favor? Sé que habrá un invitado especial esta noche y también algunos grandes anuncios.

—Déjame ver lo que dicen mis chicas y te enviaré un mensaje de texto. Igual, estoy libre —dije, abrazándolas a ambas. Corrí a los casilleros de la sala de emergencias y me cambié a mi ropa normal, quitándome el uniforme médico. Pasé mi dedo por el tatuaje que me hice en honor a mi amigo y ex jefe, Garrett, y más culpa llegó a mi mente.

Estaba trabajando el turno nocturno en la sala de emergencias durante el tercer año de mi residencia. Estaba exhausto debido a que había tomado turno doble, cubriendo a Jared, cuya esposa tuvo un bebé. Mientras trabajaba, llegó una llamada de Jessica, en la ambulancia, diciendo que traía a un bombero que estaba gravemente herido debido a un incendio en una casa. Mi corazón palpitaba muy fuerte mientras esperaba en el área de la ambulancia. Angela, Seth y Jessica salieron de la ambulancia cuando se detuvo el vehículo, dando reanimación a Garrett. Yo era el miembro más antiguo en el piso en ese momento, así que lo llevé a la sala de trauma. Trabajamos en él por más de una hora y media para estabilizarlo. Tenía varios huesos rotos, quemaduras y heridas de choques por estar atrapado en las llamas, enterrado bajo una pared que había colapsado. Normalmente no entraba a los incendios, pero por lo que Seth me dijo, no tenían a dos hombres y les hacía falta la fuerza.

Una vez estabilizado, fue llevado a quirófano para tratar de salvar sus piernas por el daño del fuego. Sin embargo, los huesos estaban destrozados y se encontraba increíblemente débil, por lo que el cirujano temía que tendría que amputar las piernas por encima de la rodilla. Le dije a Kate y sollozó en mi hombro, aferrándose a la camisa de mi uniforme mientras procesaba la noticia. Llamé a Bella y le pedí que viniese a sentarse con Kate, ya que eran bastante cercanas. Mi esposa llegó y le ofreció a Kate apoyo y amor mientras realizaban la amputación de las piernas de Garrett. Lo colocaron en coma inducido por una semana mientras su cuerpo sanaba. Sin embargo, temían que no despertara ya que su cerebro no había recibido suficiente oxígeno.

Me culpé por no trabajar lo suficientemente rápido. Me odiaba por no haber podido salvar sus piernas. Estaba aterrorizado por el hecho de que podía tener algún daño cerebral debido a la falta de oxígeno. Cuando no estaba trabajando, estaba a su lado y rezando.

Casi dos semanas después de que quitaron los sedantes, comenzó a hacer movimientos voluntarios. Una semana después abrió los ojos. Todos esperábamos y rezábamos por un milagro. Afortunadamente, tuvimos uno. El cerebro de Garrett no estaba dañado. Tenía algunos problemas con su memoria, pero eso era más por el golpe en su cabeza que por la falta de oxígeno. Sin embargo, no volvería a trabajar en el departamento de bomberos. Yo fui el que le dije sobre la pérdida de sus piernas y estaba molesto, culpándome a mí. No ayudó a mi propia culpa. Me apartó a mí y a todos mientras sanaba. No escuché de él o hablé con él por más de un año. Traté, pero estaba demasiado deprimido y perdido como para que le importada. Kate y él incluso se separaron durante ese tiempo.

Un día, se apareció en la sala de emergencias, parado en prótesis. Estaba trabajando en un niño, quien fue diagnosticado con diabetes. En la puerta se encontraba uno de mis amigos más cercanos, sus ojos llenos de inquietud y disculpas. Terminé con mi paciente, guiando a Garrett a mi oficina. Pasamos una hora poniéndonos al tanto de todo y luego una hora disculpándonos. Garrett estaba agradecido de que yo hubiera salvado su vida, pero tan arrepentido de haberme apartado, porque fue mi sugerencia la que causó que los cirujanos amputaran sus piernas.

—¿Doctor Cullen? —Bridget rio—. ¿Está bien?

—Lo siento —dije, colocándome mi suéter—. Estaba en la nebulosa.

—Sí, y frotando su tatuaje. —Volvió a reír—. ¿Pensando en hacerse otro?

—Hmmm, posiblemente —dije—. Te veré la próxima vez que tenga turno. —Cuelgo mi bolso en mi hombro y salgo al tren, subiéndome al vagón para llegar a casa. Froté el tatuaje de nuevo. Era similar al que Garrett y el resto de la cuadrilla se habían tatuado por mí, con una placa y algunas llamas detrás. Sin embargo, coloqué un par de prótesis de piernas detrás de su placa con las llamas. Le gustó mucho, riendo por mi raro sentido de humor. Garrett ahora trabajaba con Seth, Leah y Claire en Clear Waters, siendo un bartender a tiempo completo y mánager del establecimiento. También era un famoso bar entre los departamentos de bomberos, llenos de recuerdos de bomberos fallecidos, famosos incendios de la ciudad y una breve historia del Departamento de Bomberos de Chicago.

Llegué a casa del hospital y me escabullí en el salón de entretenimiento. Encontré a mis chicas en el suelo. En silencio, tomé a la nueva miembro de nuestra familia, Amelia Grace Cullen.

—¡Papi! —chilló, pataleando. Bajé a mi hija de cinco años, alborotando su cabello.

Leah se ofreció a prestarnos su vientre cuando hablábamos de expandir nuestra familia. Leah nos amaba mucho y era lo menos que podía hacer por su hermana.

Charlie y Sue, la madre de Leah, se casaron por un capricho en Las Vegas, después de un año de estar juntos. Eran felices, viviendo en la casa de dos pisos de Charlie. Fue promovido a capitán del departamento de policía de Glenview poco después de sus nupcias.

Así que optamos por hacerlo in vitro, cosechando huevos de mi esposa, inseminándolos con mi esperma e implantándolos en Leah. Pasamos por dos ciclos antes de que uno se fecundara. Amelia Grace nació el 1ero de enero de 2020, convirtiéndose en el primer bebé nacido en Chicago ese año.

Estábamos intentando otro bebé con Leah como vientre, pero no habíamos sido tan afortunados esta vez.

Marie rodó los ojos mientras se levantaba, abrazándome con fuerza.

—Hey, papá. ¿Salvaste a alguien hoy?

—Un pequeño niño que tenía la misma edad que tú, Amelia —dije, alborotando su brillante cabello rojo—. Estaba atrapado en un incendio, pero lo salvé. Y aprendí cómo decir algo en lengua de señas.

—¿Cómo? —preguntó Amelia, sus ojos cafés bien abiertos por la curiosidad.

—El pequeño Nate era sordo. Me enseñó a decir "te amo". —Sonreí, mostrándoles mi talento hallado recientemente. Amelia lo copió, moviendo la seña cerca de mi rostro. Besé sus dedos, sonriéndole ampliamente a mi hija—. Ahora, ¿dónde está tu mamá?

—En la sala de computación con el tío Peter —respondió Marie—. Necesitaban terminar ese sitio web interactivo, pero algo pasó con el código, o algo así.

—Sí, nunca entiendo lo que hace tu madre. —Bufé—. ¿Ya comieron?

—No aún, papi. Mami dijo que saldremos —respondió Amelia.

—Bueno, lo haremos. Vayan a ponerse ropa abrigadora. Creo que iremos a la estación esta noche —dije, sonriendo torcidamente.

—¡Yay! —chilló Amelia, saltando del sofá y hacia su habitación. Marie me abrazó una vez más y la siguió. Bajé las escaleras al último piso. Bella y Peter tipeaban furiosamente y se concentraban en las pantallas frente a ellos.

Me incliné contra el pomo de la puerta por unos cinco minutos antes de aclarar mi garganta.

—Saben, acabo de hacer todo un desnudo y ni siquiera parpadearon —dije inexpresivo.

—No lo hiciste —dijo Bella, quitándose los lentes—. Peter no gritó como niña. Estaría cegado por tu palidez.

—No quiero ver la palidez. NOOOOOOOOOOOOO a la palidez —dijo Peter, su nariz fruncida.

—No soy tan pálido, y tú adoras mi palidez. —Bufé.

—Sí, pero Peter no aprecia tu trasero delgado y pálido como yo. —Bella sonrió con suficiencia, levantándose de su asiento. Sus brazos se deslizaron por los míos antes de entrelazarse en mi cabello. Con un suave jalón, me besó—. Hola, bebé. Te extrañé.

—También te extrañé —susurro de vuelta, rozando mis labios con los suyos.

—¡Ugh! Ustedes dos son asquerosos —dijo Peter, guardando su trabajo y apagando su computadora—. ¿Cómo es que han estado casados por diez años y siguen amorositos? He estado casado por siete años y esa mierda se fue después de la primera semana.

—Eso es porque Charlotte se dio cuenta de que eres molesto, Peter —bromeó Bella—. Tu trasero debería ser etiquetado como desecho peligroso.

—No me odies —dijo Peter, moviendo su dedo—. Tengo que dejar salir mis flatulencias porque si se queda dentro, aplastaría mi creatividad.

—Estás tan lleno de mierda, Peter. —Bella rio.

—No, no lo está y ese es el problema. —Solté una risita.

—¿Qué? ¿Edward nunca se ha pedorreado frente a ti? ¿Nunca ha vomitado? —preguntó Peter, arqueando una ceja.

—Estamos casados. Sabemos demasiado el uno del otro. Demonios, limpió mi trasero después de que tuve a Marie —dijo Bella, su ceja arqueándose—. Dolía demasiado inclinarme.

—Eso es amor, hombre. Llegaste a donde ningún hombre ha llegado antes —dijo Peter, su voz en tono de reverencia—. De acuerdo, me voy. Espero que una buena noche de sueño nos ayude a terminar con el bendito sitio web. Se suponía que estaría abierto hace dos días.

—Deben esperar retrasos con las locas adiciones que pidieron a último minuto —dijo Bella—. ¿Te veo mañana?

—Probablemente no. Tengo una sesión de fotos de un compromise en la mañana y luego una de bebés en la tarde —dijo Peter—. Llama a la compañía sobre el retraso en el sitio web y podremos arreglarlo el lunes. Ten un buen fin de semana, Bells. Hasta luego, Edward.

—Adiós, Peter —dije mientras salía por la puerta del sótano.

—Entonces, ¿estamos listos para ir al zoológico y luego a cenar? —preguntó Bella, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—Cambio de planes, mi hermosa esposa —murmuré, acunando su rostro—. Leah y Angela llevaron al niño que inhaló humo a mi hospital. Me dieron problemas por no ir más a la estación.

—Deberíamos ir —dijo, sonriendo dulcemente mientras me inclinaba para besar sus dulces y abultados labios—. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez y Amelia quiere pasar tiempo con su madrina. Creo que nuestra hija seguirá los pasos de Leah en convertirse una bombero. Está obsesionada. No me sorprendería si Amelia usa el impermeable que luce como el abrigo de un bombero para ir a la estación. Vayamos a ver a las chicas y luego pasamos por Marianos para comprar algunas galletas.

—Te van a fastidiar por no llevar tus galletas con enormes trozos de galleta —bromeé.

—Las llevaré la próxima vez. —Se encogió de hombros, guiándome por las escaleras y cerrando la puerta.

xx CITF xx

BPOV

Condujimos a la estación. Nuestras niñas estaban saltando, emocionadas por ver a una parte de su familia en la Estación n° 18. Marie era más femenina, pero adoraba mirar a todos los hombres fortachones en la estación. Mi hija mayor es tan heterosexual. Amelia adoraba todo lo demás de la estación, principalmente por Leah, su madrina y mamá adoptiva, quien le mostraba todo, y contándole todos los secretos a mi hija menor. También supe que Amelia pensaba que Leah era una súper heroína por cómo actuaba. Amelia amaba a Leah, tanto como a mí y a su padre. Nos aseguramos que Amelia supiera que vino del vientre de Leah y que era una parte muy especial de nuestra familia.

Incluso después de la dificultad del nacimiento de Amelia, Leah estaba dispuesta a hacerlo de nuevo. Mi hermana era tan increíble y no podía pedir mejor vientre. La amaba mucho.

—Supuestamente habrá un invitado especial en la estación —dijo Edward mientras daba vuelta en la calle donde se encontraba la estación—. O algo. Dije que intentaría venir. Le envié un mensaje de texto a Leah y estaba muy emocionada de que estuviéramos en camino.

—¿Piensas que sacarán la misma carta del camión dañado? —pregunté, arqueando una ceja—. ¿Cuando retiraron tu placa?

—Garrett se metió en un enorme problema por eso —dijo Edward, sus ojos bien abiertos—. Peleó su suspensión con dientes y uñas ya que la sede central se rehusaba a honrarme apropiadamente. Toda la estación protestó y eventualmente anularon la suspensión de Garrett, pero alertaron a la estación.

—¿Le dieron a Garrett todos los honores? —pregunté, recordando que nuestro querido amigo se había lastimado más que mi esposo hace más de tres años.

—Afortunadamente lo hicieron. Sin embargo, recibió los honores porque salvó a un niño. —Edward se encogió de hombros—. No necesito más elogios del departamento de bomberos. Recibí el honor más grande con el premio Casey Severide. El resto fue solo por la estación. —Estacionó nuestro auto en la calle y soltó una risa entre bufidos—. Son animales fiesteros.

Rodé mis ojos cuando vi una decoración similar a la del retiro de Edward en el camino hacia la estación. No estaba tan decorada ya que necesitaban salir por emergencias, pero habían grandes parrillas, mesas de picnic, una fogata ya que era mediados de octubre, y música sonando. Mientras salíamos del auto, Edward recibió un mensaje de texto. Sus ojos se abrieron como platos y sonrió emocionado.

—¿Todo bien? —pregunté, llevando la caja de galletas.

—No podría estar mejor —respondió—. Te veré dentro. Tengo que ir a buscar algo en casa. Olvidé que tenía que dárselo a Emmett.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—La cosa —dijo Edward, moviendo su mano—. Chicas, ayuden a su mamá. Volveré pronto. —Marie y Amelia se acercaron y Edward se fue conduciendo.

—Su padre es raro —dije, arqueando una ceja. Caminé hacia la multitud, siendo abrazada de inmediato por mi hermano, Seth. Tomó las galletas, haciendo un ligero puchero al ver que eran de una tienda. Marie y Amelia encontraron a Leah y a Angela, abrazándolas emocionadas.

En su mayoría, los chicos en la estación habían permanecido igual. El único cambio mayor, obviamente, fue la pérdida de Garrett como el capitán y algún hombre nuevo que reemplazó a Garrett y nunca se fue. Nunca llegué a conocerlo ya que nunca hablaba con Edward o conmigo. Nos miraba como arrimados, aunque mi esposo fuese alguna vez un valioso miembro del equipo de la estación n° 18.

Emmett me saludó de segundo.

—Hey, Bella —dijo, besando mi mejilla—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, Em. Frustrada por algo del trabajo, pero bien. —Sonreí—. ¿Cómo está tu chica?

Sonrió ampliamente.

—Increíble. —Suspiró—. Creo que finalmente encontré a la indicada. Anna es tan dulce y amorosa, y comprensiva. No tengo palabras para describir lo que siento por ella, Bella.

—Eso es increíble, Emmett, pero tenemos que conocerla. Anna tiene que pasar nuestros estándares para salir contigo. —Reí—. Solo queremos lo mejor para ti y para tu hijo.

—Y te amo por ello —dijo Emmett.

Había tenido un duro camino después de nuestra boda. Poco después de volver de nuestra luna de miel, se enteró que su ex novia, Rosalie, había fallecido de cáncer de ovarios. Tenía mucha culpa dentro de él y lidió con ello acostándose con todas. Mucho. Se volvió promiscuo, teniendo relaciones con todo lo que tuviese senos. Un día, todo eso vino a morderle el trasero. Una mujer, a la que Emmett no recordaba, se presentó en la puerta de su casa con un niño llorando. Le dio al niño junto con el certificado de nacimiento y se fue. El pequeño, Tristán, era suyo y la madre no lo quería. Emmett no sabía qué hacer así que llegó a nuestra casa con su hijo. Edward pensó en modo doctor y quiso tomar una prueba de paternidad para verificar que Tristán era de Emmett. Nuestro amigo accedió y Edward hizo la prueba. Emmett era el padre del pequeño Tristán.

Eso fue hace cuatro años. Emmett trató de encontrar a la madre, pero el nombre en el certificado de nacimiento era falso. Emmett le quitó sus derechos parentales y fue un amoroso padre soltero desde entonces. Amaba profundamente a Tristán, y se apoyaba en nosotros para ayudarlo con cualquier preocupación que tuviese. Edward y yo éramos los padrinos y guardianes de Tristán si algo llegase a pasarle a Emmett.

Emmett sí cambió con la adición de Tristán a la familia. Obviamente no era promiscuo y creció. Sue, mi madrastra, cuidaba para Emmett y Seth mientras estaban de turno. Él se quedaba en casa y no salía. Hasta Anna. Obviamente no sabía mucho de ella. Si Emmett la había traído, tenía que ser especial. Emmett se lo merecía. Necesitaba un felices para siempre. Rezaba para que consiguiera eso con Anna y Tristán.

Edward regresó después de quince minutos. Me encontró hablando con Emmett y le dio una bolsa de algo.

—Es la cosa que le pedí prestada —dijo Edward, su ceja arqueada.

—Uh, gracias —dijo Emmett—. Iré a colocarla en mi casillero. —Emmett se alejó, lanzándole a Edward una mirada de confusión. Mientras Emmett se alejaba, hubo mucha actividad al final del camino. No fue hasta que escuché el grito de felicidad de Marie que supe lo que sucedía.

—¡Tío Garrett! —Rio, corriendo hacia él y lanzando sus brazos alrededor de su cintura con cuidad.

—Te pones más y más bonita cada día, Maní —dijo Garrett mientras caminaba hacia la estación—. Me alegra mucho que te parezcas a tu madre.

—Hey —gruñó Edward, dedicándole un ceño fruncido a su amigo y antiguo jefe.

—Es verdad —dijo Garrett, alborotando el cabello bronce de Marie—. ¿Dónde está el jefe?

—Escondiéndose. —Jessica bufó con sorna—. No interactúa con nosotros, Jefe. Lo extrañamos. ¿No puede volver? ¿Y usar prótesis a prueba de fuego?

—Tentador, Jessica. —Garrett rio, sentándose y cruzando sus "piernas" en los tobillos—. No creo que usar extremidades falsas en un edificio en llamas sea muy sabio. Me gusta mi trabajo, muchas gracias. Es mucho menos estresante y me pagan más.

—Eso es porque te quedas con todas las propinas, tarado —bromeó Leah—. Se supone que las compartas con el resto del equipo.

—¿Sí? —preguntó Garrett, sus ojos abiertos como platos y su mano presionada contra su pecho—. ¿Dónde está McCarty?

—Guardando algo en su casillero —respondió Edward.

—Dile que saque su gordo trasero. Tengo noticias para él —dijo Garrett, sonriendo con suficiencia.

—Estoy aquí, estoy aquí. —Emmett rio—. Edward estaba siendo enigmático.

—Entonces está actuando como de costumbre —bromeó Garrett, dedicándole a mi esposo un guiño.

—Más o menos. —Solté una risita, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura—. Pero, lo amo.

—Espero que sí. Hemos estado casados por diez años. ¡Hoy! —Sonrió, inclinándome hacia un profundo y amoroso beso. Gemí, mis dedos entrelazándose en su cabello.

—¡Ewww! ¡Papá! Deja de manosear a mamá. —Marie gruñó, enterrando su rostro en el hombro de Garrett.

—Lo siento. —Edward sonrió, enderezándome—. No lo siento. Para nada.

—Bueno, me alegro que ustedes dos sigan en la fase de la luna de miel —dijo Garrett, dedicándonos una sonrisa afectuosa—. Ahora, tengo buenas noticias y se relacionan contigo, Emmett. —Garrett estaba a punto de continuar, pero Alice, Jasper, Esme, Carlisle, Charlie, Sue y sus acompañantes, los niños de Seth y el pequeño Tristán, se estacionaron. Peter y Charlotte llegaron poco después.

¿Qué demonios sucede?

—Bien, todos están aquí. —Garrett sonrió—. ¿Puedo continuar?

—Sí. ¡Quiero saber qué es lo que está relacionado conmigo! —Emmett rio mientras sostenía a su hijo en sus brazos.

—De acuerdo, de acuerdo. Fui a la principal hoy en la mañana. Me reuní con el comisionado. Me pidió que le entregara esto a Emmett en persona —dijo Garrett, levantándose y dándole un sobre—. Ábrelo, Em.

Emmett le dio a Tristán a Edward, quien observó mientras su padre rasgaba el sobre, leyendo la carta dentro del mismo.

—¡Santa mierda!

—Papi, jarrón de groserías —dijo Tristán, recostando su cabeza en el hombro de Edward.

—Lo siento, campeón, pero acabo de recibir un enorme ascenso —dijo Emmett, su voz sin aliento y sus ojos amplios por la impresión. Miró alrededor de los bomberos, paramédicos y técnicos en emergencias médicas—. Tomé el examen para volverme jefe de bomberos. ¡Pasé y ahora soy el jefe de la estación 18! —Todos celebraron y lo felicitaron—. El jefe Pearson se retirará al final del mes y me encargaré entonces.

—¡Gracias a DIOS! —Jessica respiró—. No creo que pueda soportar más turnos con el jefe Pearson.

—Jefe McCarty tiene cierta atracción, Emmett. —Charlie rio—. ¡Felicidades, hijo!

—Gracias, Charlie —dijo Emmett, tomando a Tristán de los brazos de Edward.

—No es por robar el foco de Emmett, pero tenemos más buenas noticias —dijo Leah. Edward tomó mi mano y me acercó a mi hermana. Leah me dio una bolsa de regalo—. Hoy es el aniversario de Edward y Bella. Hoy, hace diez años, se convirtieron en marido y mujer en Michigan. Fui la dama de honor sexy mientras que Alice era la adorable.

—¡No soy adorable! —Alice gruñó.

—Alice, eres adorable. Especialmente ahora —bromée—. Eres como un Weeble con tu vientre. —Alice tenía seis meses de embarazo de gemelos y lucía como si se hubiera tragado una pelota de básquet.

—Los Weebles se tambalean, pero no se caen. —Edward bufó.

—Creo que eres sexy, Alice. Ignóralos —dijo Jasper, besando la mejilla de su esposa.

—De cualquier formaaa… —canturreó Leah, agitando sus manos—. Edward y Bella no suelen darse grandes regalos por sus aniversarios. Proclamarse su amor es lo único que necesitan. Todos sabemos que Edward consiente a morir a sus chicas y Bella le agradece de su propia forma.

—¡Leah! —regañé, cubriendo las orejas de mis niñas.

—Como dijo Garrett, siguen en la fase de la luna de miel. —Leah sonrió con suficiencia—. Y es probable que siempre lo estén. Por eso los amamos, porque son tan nauseabundos y adorables. —La sonrisa de Leah se transformó en algo más suave—. Como muchos saben, fui el vientre que trajo a Amelia, mi ahijada. Edward y Bella dijeron que querían expandir su familia y ofrecí mi cuerpo para albergar a su hijo. Los amo a ambos y quería hacer esto por ellos. A principios de años, lo intentamos de nuevo, pero no funcionó. Hicimos el ciclo dos veces más y no hubo suerte. Pero, la tercera es la vencida. Abre la bolsa, Bella.

Abrí la bolsa y vi una caja de Pandora. La abrí, viendo un hermoso brazalete que representaba a mis niñas.

—¿Qué son estas cuentas brillantes? —pregunté.

—Representan las piedras de nacimiento —dijo Edward—. La verde es por Marie, una bebé de agosto con peridoto como su gema. La de Amelia es granate, la cuenta rojo por su cumpleaños de enero.

—Y la transparente es para el nuevo pequeño, que nacerá en abril —susurró Leah. Sacó una foto, mostrándome un ultrasonido de mi tercer hijo—. Felicidades, mamá.

—Leah —sollocé, abrazándola fuertemente—. No lo puedo creer.

—Créelo, hermana. —Leah rio, frotando mi espalda—. Pero este es el útimo que expulso por ti. —Se apartó y las lágrimas corrían por su rostro—. También renunciaré al departamento de bomberos. Hoy es mi último turno. Enfocaré mi atención en Clear Waters y me aseguraré de que Garrett me dé mis propinas.

—¡No lo haré! —dijo Garrett, su boca llena de una hamburguesa.

Las sirenas sonaron y el despachador anunció un incendio en un área residencial. Todos saltamos y trabajamos en mover las mesas fuera del camino mientras los equipos se colocaban su equipo. Nos despedimos de los camiones, ambulancia y la camioneta del batallón del jefe. Edward envolvió sus brazos desde detrás de mí.

—Nuestra familia se expande, señora Cullen —susurró.

—No puedo creer que funcionó. —Sonrió—. ¿Por eso regresaste a la casa? ¿Por el brazalete?

—Sí. —Edward se sonrojó, mirándome atentamente—. Leah fue ayer al doctor después de tomar una prueba de embarazo. La prueba fue inconclusa, pero no había tenido períodos desde agosto. El doctor le aplicó una prueba de sangre y definitivamente está embarazada. De diez semanas, más o menos. Me escribió cuando llegamos, enviándome una foto del ultrasonido.

—Espero que tengamos un hermano —dijo Amelia—. Papi necesita un niño.

—No me importaría otra hermana. —Marie sonrió torcido, envolviendo su brazo alrededor de los hombros de Amelia.

—Solo quiero que el bebé sea sano. —Suspiré, mirando el frijol que era nuestro tercer hijo—. Eso es todo lo que me importa.

—Amelia, Marie, esta noche vendrán a casa con Nana y Papa —llamó Esme—. Estoy segura de que sus padres quieren celebrar.

—Dios, mamá. No tú también —se quejó Edward.

—Diviértanse —canturreó Esme, tomando a nuestras niñas y llevándolas a su camioneta.

Nos quedamos y ayudamos a guardar las cosas en la estación. Mientras nos preparábamos para salir, Edward se detuvo frente a su traje que todavía estaba colgado en el garaje de la estación. Junto a él estaba el de Garrett.

—¿Sabes? Caminaría sobre el fuego por mi familia. Haría lo que sea por ti —susurró Edward.

—Me siento igual, Edward. Somos increíblemente bendecidos por tener una familia tan maravillosa y amigos tan queridos. Los amo tanto —murmuré.

—Aunque yo te amo más. —Sonrió torcido—. No esperaba que mis padres se llevaran a las niñas, pero me alegra que lo hayan hecho. ¿Quieres saber por qué?

—Creo que puedo adivinar. —Me sonrojé, devolviendo su sonrisa carnal—. ¿Todas las cosas sucias y desnudas?

—Mmmmhhm —ronroneó Edward, acunando mi rostro y besándome profundamente, su lengua moviéndose en mi boca. Liberándome, tomó mi mano y me arrastró al auto—. Nuestras vidas cambiarán en siete meses, señora Cullen. ¿Por qué no reavivamos nuestra llama en la habitación?

—Edward, no necesitamos reavivar. Nuestra llama es brillante, candente y apasionada. —Reí de forma apresurada—. Pero no me importaría intentar. Te amo, doctor Cullen.

—Te amo más, señora Cullen. Celebremos nuestro aniversario y creemos un poco de calor —dijo, alejándose de la estación. Tal vez tendrían venir a extinguir el fuego que ardía dentro de cada uno por el otro.

Nah…

Es mucho mejor estar atrapado en las llamas.

Fin