Haciendo el esfuerzo por relajarse unos segundos y centrarse. No contaba con esa sorpresa por parte de Sora, ni mucho menos porque le dijera de repente aquello. Sabía lo poco que le gustaba a ella todo el mundo de su trabajo porque hasta no hacía mucho no les había dado más que problemas… O eso había seguido suponiendo él. Había vuelto a echarle la culpa a la conversación que habían tenido no hacía mucho tiempo a las hormonas. Pero… ahora se estaba dando cuenta de que no había sido tanto por eso.
Cogió aire, buscando de nuevo tranquilizarse y giró la cabeza hacia ella para dedicarle una sonrisa sincera a pesar de la sorpresa del momento. No estaba todavía del todo seguro de querer decir nada, no estando seguro de que le fuera a salir la voz así que prefirió ganar tiempo cogiendo el reloj por fin para sacarlo de la caja y observarlo más detalladamente. Dejando de lado el detalle de las órbitas se acercaba mucho a los que solían llamarle la atención a él, de carácter más bien sobrio con el diseño que tenía. Lo levantó para poder observar los detalles más detenidamente, acabando por ampliar su sonrisa.
- Claro que me gusta – le dijo por fin-. ¿Tengo que estrenarlo en el evento?
- Pues… solo si quieres – le contestó la pelirroja-. Pruébatelo a ver qué tal te queda o si hay que hacerle algún ajuste.
El rubio asintió, dejándoselos a ella unos segundos antes de quitarse el que ya llevaba en la muñeca aquel día, dejándolo apoyado en la caja y luego alargando de nuevo la mano para coger el otro. Se fijó en que los ojos de Sora estaban fijos en él, provocando así que se diera cuenta de que algo pasaba. Por eso mismo observó más detenidamente el objeto, dándose cuenta por fin de que, como quizás debería de haber sido de esperar, había algo escrito en la parte de atrás.
Reconoció de forma instantánea el texto que en él aparecía. ¿Cómo no iba a hacerlo? Se podía ver escrito en letra pequeña pero clara "For you to stay right here with me". Aquellas palabras aparecían en la canción que él mismo había elegido el día de la boda de ambos ya que pensaba que no podía resumir de mejor forma lo que esperaba de ellos dos con el paso del tiempo. Y parecía que ella no solo se acordaba sino que había querido añadirlo al detalle.
Giró la cabeza hacia la pelirroja para dedicarle una sonrisa. No le importaba tampoco mucho que se diera cuenta de la reacción que había tenido, adelantando así su cuello para poder posar su frente en la de ella.
- Gracias – le dijo en apenas un susurro, todavía haciendo esfuerzos por controlar la situación.
- No me las des. Quería tener un detalle contigo porque sé que esto es importante para ti. Y si es importante para ti también lo es para nosotras… Bueno, nosotros – dejó su mano apoyada sobre la barriga unos segundos antes de volver a llevarla sobre la de él-. Te repito lo mismo, siento no haber sido demasiado buen apoyo con todo ello, no podía verlo de forma imparcial.
- Sora… Hace años cuando era yo el que se negaba a volver porque tenía miedo… Y no quería seguir llevando ese tipo de vida fuiste precisamente tú una de las pocas que me dijo que no lo hiciera-. Lo fácil para los dos hubiera sido que no hubiera vuelto y me quedara en Tokio. Y lo sabes.
- Ya lo sé – se encogió de hombros cuando él se apartó ligeramente volviendo a observar el reloj-. Soy plenamente consciente de ello. Y también sé lo mucho que te habrías arrepentido. Te lo dije en su momento. Lo habrías hecho encantado porque cuando decías que querías estar con nosotros sé que lo decías de verdad… Pero tarde o temprano te habías dado cuenta de que te faltaba algo – sonrió.
- Bueno, yo no veo que ahora mismo lo lleve tan mal…
- No me compares la situación. Ahora lo único que te falta es estar alguna que otra vez por ahí arriba flotando – movió la cabeza señalando hacia el techo-. Todo lo demás que te gusta de tu trabajo lo tienes en Tokio… Si es que el pobre Takao sigue de una pieza – sonrió-. No puedes comparar las cosas cuando solo estábamos tú y yo… Y ni siquiera del todo seguros de cómo iban a ser las cosas.
Tuvo que terminar por asentir y darle la razón. Sabía a lo que se refería. Y aunque había estado seguro de que lo que quería era quedarse con ella, especialmente en aquella época en la que cada vez le costaba más permanecer en el Sur, también sabía que no se equivocaba. Que iba a haber echado de menos su forma de vida y de trabajo. No era el momento para dejarlo atrás. El momento había sido el correcto. Simplemente.
De alguna manera todo se había terminado por colocar solo y había llegado hasta el punto en el que estaba. Sabía que le debía gran parte de las facilidades laborales que había tenido a Hideki. Si no hubiera hecho aquella recomendación antes del segundo viaje a Marte posiblemente no había podido volver a Tokio.
- Todavía no me has dicho qué te parece el reloj… - le dijo algo divertida al notar que estaba distraído.
- ¿Qué te voy a decir? Que me parece precioso… Y no voy a entrar en discusiones de que no tenías por qué o que seguramente te hayas pasado porque me veo durmiendo en el sofá – sonrió por fin de manera más relajada-. Así que muchísimas gracias. Me ha hecho mucha ilusión.
La pelirroja le respondió, sonriendo, quedándose mirándolo antes de hacerle un gesto con la cabeza para indicarle que se lo probara. En parte para eso se había llevado a Taichi con ella, así le servía para hacerse a la idea de cómo podía llegar a quedar ya que con ella era inviable la comparación.
- Si me lo quieres agradecer de alguna manera cuando vuelvas de ir a por la tortuguita puedes comprarme zumo…
- Eso ya lo había pensado – dijo sin poder reírse por sus palabras-. Te lo di yo por la mañana, ¿recuerdas?
Se quedó mirando como él finalmente se ponía el reloj, comprobando que estuviera todo bien e intentando controlar sus expresiones para poder poner la más crítica y profesional que pudo.
- ¿Me queda bien? Ya sabes, necesito la opinión de una diseñadora famosa… - bromeó.
- No lo sé… Me lo pienso y ya te lo cuento más tarde. Necesito mi tiempo para pensarlo.
Se dejó coger cuando vio que alargaba la otra mano hacia ella, posando así sus dedos en su mejilla antes de arrastrarlos hacia su barbilla para poder atraerla hacia él. Mantuvo la sonrisa hasta que por fin la alcanzó, devolviéndole el beso con suavidad, dejando ir muy lentamente el aire para terminar por arrastrarse lentamente por el sofá y poder echarle los brazos al cuello.
Le devolvió una sonrisa cuando se separó, aprovechando para empezar a jugar con sus dedos en su cabello como solía hacer otras muchas veces. Se adelantó nuevamente la pelirroja pero no con intención de volver a besarlo sino para dejar la cabeza apoya en su hombro y quedarse ligeramente recostada a su lado.
Yamato bajó la vista hacia ella, dejándola hacer, dejando la mirada fija en su cabello apoyado contra su camisa. Por nada del mundo se hubiera esperado que las intenciones de ella para llegar pronto a casa tenían que ver con una sorpresa de ese calibre. Era Sora y siempre le gustaba hacer regalos con significado, pero no se le había ocurrido. Sin embargo, lo que más le había terminado de emocionar habían sido las palabras que le había dicho.
Sabía lo mucho que Sora había odiado su trabajo. Lo sabía. Nunca se lo había admitido de forma tan sincera, pero era plenamente consciente de ello. Sabía el disgusto que se había llevado con el anuncio del último viaje y no quería pensar demasiado en el disgusto, los nervios y le miedo que debió de pasar cuando llamaron para avisar de que habían tenido un accidente en la reentrada. No la podía culpar. Por cosas así había conseguido pillarlo con la guardia tan baja.
Se inclinó para dejar un beso en su cabello antes de rodearla mejor con el brazo y dejarla acomodarse mejor en su pecho.
- Tú juega que me acabaré quedando dormida a este paso…
- Pues duérmete. Yo te llevo a la cama luego antes de irme a buscar a la tortuguita.
- Es pronto, puedes quedarte un rato conmigo – le dijo levantando la cabeza para observarlo.
- Eso va a provocar que nos quedemos dormidos los dos – entretenido movió algo más rápido sus dedos para hacerle cosquillas tras el cuello-. Y si me quedo dormido con esto puesto luego me sé de una que me va a echar la bronca por no tener cuidado…
La pelirroja se rio por lo bajo sin poder decir nada en su defensa. Solía andar detrás de él cuando se quedaba tirado por algún rincón con la ropa puesta para que no se le arrugara. En aquellos momentos, no podía importarle menos.
- Bueno, hoy te dejo tener tu día de permiso – murmuró volviendo a acomodarse.
Se le podía ocurrir alguna manera de aprovechar que estaban solos y que podían hacer y deshacer a su aire sin que la pequeña pudiera enterarse de nada, pero estaba demasiado cómoda tal y como se había quedado. Sin duda le gustaban las dos ideas por igual. Alargó la mano para poder coger la de él, dedicándose a observar el reloj en la muñeca de su marido. Sin duda le gustaba como le quedaba, había acertado.
El color contrastaba bien con la palidez de la piel blanquita de Yamato y le quedaba perfectamente en la muñeca. El tamaño del reloj era el perfecto para el de la mano de él, ni muy grande ni muy pequeño. Se entretuvo en observar las órbitas de los planetas, localizándolas y siguiendo algunas de ellas unos segundos. Terminó por ampliar más su sonrisa cuando él giró la mano para poder atrapar así la de ella.
- Lo tenía encargado desde hacía tiempo pero le pedí a Taichi que viniera conmigo para ir a recogerlo el otro día…
- Osea que esa es tu forma de advertirme que ahora voy a tener que aguantarlo, ¿no?
- Más o menos – dejó ir una leve risa.
- Bueno, ahora está demasiado ocupado poniéndose histérico con todo el tema de Koemi. Con un poco de suerte se olvida de mí…
- No voy a ser yo la que contradiga al experto…
Solo que en el caso de Yamato tampoco podía meterse con él demasiado. Ella era la primera en entender los motivos de él. Ella era la que se los había provocado con lo mal que lo había pasado en el primer embarazo y aunque ahora su máxima preocupación fuera buscar qué le apetecía de postre, tampoco podía culparlo.
- ¿Sabes qué? Puedo poner una alarma para no ir demasiado tarde a buscar a la chiquitina y me quedo un rato contigo para que te eches en la habitación. ¿Te parece bien el plan?
La pelirroja levantó la vista de nuevo hacia él, sonriendo. Sabía que Aiko estaba encantada con sus abuelos y que podían permitirse un rato ellos dos solo. Con lo que no contó era con que a la vez que asentía, él se revolviera para cogerla rápidamente en brazos.
- ¡Yamato! – protestó echándole los brazos de forma automática al cuello, incluso a sabiendas que él no la iba a dejar caerse.
- ¿Qué? – sonrió divertido-. ¿No te lo dije antes? Que no tengo ningún problema para llevarte a que duermas… Y no me obligues a ponerte el pijama…
- ¿Te vas a poner tú también pesadito con que no se me arrugue la ropa? – le dijo ya habiéndose acomodada entre sus brazos.
- Pues no lo sé, porque seguro que estás más cómoda en pijama, pero con ese vestido estás preciosa – soltó mientras que iba caminando con ella de forma distraída-. Y si te me pones toda roja… Ya ni te cuento – empezó a reírse al ver la reacción de la pelirroja a sus palabras caminando hacia la habitación.
