- Oye, ¿y te ha dejado Sora salir a ti solo de casa así?

Hiroaki estaba apoyado en la encimera de la cocina mientras que esperaba que terminara de calentarse el agua, preparando, como siempre solía hacer el té para tomar mientras que estaba su hijo en casa. Pudo ver como él hacia una mueca, provocando así que se echara a reír, estirando la mano para colocar bien las tazas.

- Creo que considera que la escolta que voy a tener a la vuelta es suficiente para que llegue a casa rápido y sin entretenerme.

- Sin duda – asintió-. ¿Qué tal la comida?

- Pues… muy bien – se encogió de hombros-. La verdad es que yendo los que iban no podía ser de otra forma. Lo que pasa es que Takao decidió venir acompañado y la verdad es que ha sido el tema de todo el día.

- ¿Uno de los ingenieros? – era fácil asociarlos. No conocía especialmente a los compañeros de trabajo de su hijo, lo admitía, pero a Hideki sí que lo había visto más veces y a Mai la tenía más ubicada.

- Sí, uno de esos que parecía tener menos probabilidades que yo de encontrar a alguien que lo aguantara y resulta que ahora parece ser que lleva ya unos años con una chica y ha decidido traerla hoy…

- Bueno hijo, mira que yo quiero mucho a mi nuera, peor debo de reconocer que la pobre debió de tener un cruce de cables para volver a hablarte… - bromeó, acercándose ya hacia él con las tazas.

- Pues como el que ha tenido mamá… - contraatacó-. ¿Te has atrevido ya a decirle que se vaya a vivir contigo?

- Shh – lo cortó a sabiendas de que Natsuko se ido a acompañar a Aiko al baño-. No, no le he dicho nada. Y haz el favor de tener cuidado porque…

- Porque… ¿qué? ¿Vas a esperar a que acabe el año o qué? – se empezó a reñir-. Mira haz lo que te dé la gana… ¿Vais a venir al evento?

- Claro que sí. Si no te llegan a dejar que fuéramos ya me hubiera inventado yo algo de pases de prensa. Eso no me lo pierdo yo de ninguna de las maneras – tomó asiento a su lado finalmente-. Así nos llevamos nosotros dos a Aiko… No te preocupes por eso, no tienes que venir a traerla.

Yamato sonrió, asintiendo a las palabras de su padre, alargando la mano para coger la taza y entretenerse en soplarla un par de veces para poder dar un sorbo de ella. Mentiría si dijera que no le hacía especial ilusión todo aquello. Poco a poco había ido viéndolo con otros ojos y ahora estaba hasta nervioso con todo aquello.

- Pues que sepas que me apetece que vengáis – habló de nuevo-. Hoy… Hoy Sora me ha hecho una encerrona – habló para la taza, delatándose con una sonrisa.

- ¿Una encerrona? – se acomodó en la silla, observándolo entonces, dándose cuenta de la cara que traía puesta.

- Sí, resulta que ha estado entretenida buscando un detalle para la conmemoración de los diez años… Y quien dice un detalle dice que me ha aparecido antes con un reloj muy especial…

Hiroaki arqueó una ceja con las palabras de Yamato y las caras que iba poniendo a medida que hablaba. Le hacía gracia la cara que estaba poniendo su hijo que no había otra forma de definir más allá de "cara de tonto". No como algo malo, especialmente viniendo de él.

- Ya te lo enseñaré porque quiero estrenarlo el viernes – explicó-. Peor me ha dicho que siente haber estado poco pendiente de mi trabajo y de tenerle más bien manía durante unos cuantos años. La verdad es que tampoco puedo culparla porque nos dio bastante la lata…

- ¿Le habías dicho algo tú?

- No, claro que no. Es que no puedo darle más que la razón – se encogió de hombros-. Pero bueno, que hoy me ha salido con eso y con más cosas y…

- Y alguien viene con una cara de tontorrón que no puede con ella – acabó por decirle-. Bueno, la verdad es que supongo que es algo que te ha gustado escuchar a pesar de todo.

- Pues… no te lo voy a negar – admitió-. Ni lo uno ni lo otro. ¿Qué cara quieres que tenga? Me hizo la típica encerrona de fingir estar cansada para poder irnos a casa, y me la tragué como siempre.

- Mira, luego querrás que no me ponga como me pongo si alguien se atreve a decir media palabra en contra de ella porque de verdad que tenía mis dudas de tenerte delante poniendo esas caras.

- Yo no te dije nada sobre eso, por mí como si por tu causa no vuelve a publicar ni media palabra más en ningún medio en lo que le queda de vida – soltó, entendiendo perfectamente a lo que se refería, cambiando un poco el gesto antes de tener que sonreír al ver llegar a Aiko correteando hacia él-. Mira quién llega aquí… ¡Hola tortuguita! – alargó los brazos hacia ella para cogerla cuando llegó a su altura.

- ¡Papi, papi, papi! – dejó que la cogiera, echándole los brazos al cuello para sujetarse lo más cerca de él que pudo-. ¿Mami?

- Se ha quedado en casa esperándonos – sonrió a la niña, acercándose a ella para darle un beso en la mejilla-. ¿Te has portado bien con los abuelos?

- Se ha portado de maravilla – contestó Natsuko llegando unos pasos por detrás de ella-. Ha estado ayudándome a hacer la cena y todo… ¿Qué tal la comida?

- Muy bien – asintió, entretenido todavía en observar a la pequeña-. Así que puedes decirle al aburrido de mi padre que te lleve un día que no se va a morir por salir a cenar fuera de casa…

- El abu no es aburrido papi – le contestó Aiko, levantando la vista hacia él y observándolo con sus grandes ojos abiertos de par en par.

Yamato dejó ir una leve risa antes de coger la taza con la mano libre, llevándosela a los labios para poder soplar varias veces y comprobar así que no estuviera quemando para poder acercársela a la niña a sabiendas de que le gustaba.

- Ten cuidado, no se te vaya a caer – le dijo al ver que cogía con las manos la taza para poder beber-. Oye, tenemos que ir a comprar unas cosas antes de irnos para casa, ¿te apetece? – entretenido pudo ver como asentía incluso mientras que estaba bebiendo antes de levantar la cabeza hacia sus padres-. ¿Necesitáis algo?

- Pues… Mañana por la mañana iba a ir a por algunas cosas – dijo su madre-. Pero tendrás gana de irte a casa de una vez.

- Claro que no, apúntamelas y os dejo a los digimon aquí y luego vengo a por ellos. ¿Vienes conmigo o te quedas con los abuelos?

- ¡Contigo!

El rubio sonrió por la respuesta de la pequeña, cogiendo de nuevo la taza para poder dar un trago él y quedarse a la espera de que su madre le apuntara las cosas que pudiera necesitar, compartiendo con Aiko la bebida.


Sora terminó de preparar la mesa. Cuando se habían ido del restaurante habían hecho como en otras ocasiones, llevándose con ellos uno de los postres para poder dárselo a Aiko ya que ella no había podido ir con ellos y también para los digimon. La amenaza que le había hecho a Yamato sobre quedarse dormida antes la había cumplido. Solo se había despertado cuando él se había encargado de ello porque tenía que irse. Le hubiera gustado aprovechar el tiempo con él, los dos solos en casa, de otra forma. Pero a aquellas alturas, también le servía el poder quedarse un rato dormitando a su lado. Le valía más que de sobra.

Escuchó el sonido de la puerta de la calle, solo momentos antes de sentir los correteos y la vocecita de Aiko llamándola. Sonrió sin poder evitarlo antes de agacharse en el suelo para recibirla con los brazos abiertos.

- Hola chiquitina – se inclinó hacia ella para darle un sonoro beso en la mejilla-. ¿Se ha portado bien tu padre?

- Claro que sí, yo siempre me porto bien – dijo Yamato apareciendo tras ella con las bolsas y los digimon-. ¿Ya está la cena?

- Claro, si no me levantaba iba a seguir durmiendo – contestó divertida, soltando a la pequeña-. ¿Qué tal tus padres?

- Bien, como siempre. Les he hecho la compra a ellos también – fue hacia la mesa para dejar las bolsas-. Te he traído el zumo que me habías pedido y otro par de ellos que tenían nuevos…

La pelirroja sonrió, acercándose hacia él para poder saludarlo con un beso en la mejilla y luego poder recibir también a los digimon, acariciando las cabezas de ambos. Los echaba de menos en ocasiones en casa, pero le encantaba la idea de que priorizasen el estar con Aiko por encima de todas las cosas.

- Ya está la cena lista, así que… ¿cómo hacemos? ¿Te has bañado ya chiquitina? – le dijo a la niña, viendo como negaba con la cabeza-. Claro, es que se te ha hecho tarde haciendo la compra con papi…

- Puedo bañarla yo en un momento si quieres – se ofreció el rubio.

Sora estuvo a punto de protestar, que no se había vuelto inútil de repente, pero no tardó demasiado en caer en la cuenta de que lo decía porque empezaba a costarle bastante agacharse y que si lo hacía tiempos más prolongados acababa quejándose de que le dolía la espalda. Asintió con resignación a las palabras de él.

- Tranquila, en nada vamos a tener a dos a los que pasar por agua – le dijo sonriendo al darse cuenta de lo que pasaba antes de darle un toquecito en la nariz.

- Anda… te ayudo – le dijo-. Así te recojo yo la ropa para que no se te arrugue-. Chiquitina, espera con los digimon en el salón…

Viendo como la pequeña asentía y que se iba directa a rodar a los otros dos, volvió a sonreír, echando a andar con el rubio hacia donde había dicho para que se pudiera cambiar. Sin duda no podía permitir que se le estropeara la ropa que llevaba puesta aquel día.

- Oye, que sepas que así, como nuevo antojo de embarazo, tenemos que ir a cenar a alguna parte y ya sabes que ropa te vas a tener que poner… - comentó escuchando como él se reía.

- Vamos a donde tú quieras – le contestó él, aprovechando para abrazarla desde la espalda mientras que caminaban-. Es más, tenemos dentro de poco que celebrar algo, ¿no crees? – le murmuró aquello al oído.

- ¿Sí? ¿El qué? – sabía perfectamente a lo que él se refería.

- Los cuatro años que más rápido se me han pasado en la vida, que lo sepas…

- No mientas, amor, que te tengo calado. Se te han pasado rápido porque estás ya sumergido en el drama eterno de que Aiko está creciendo.

- Eso no es un drama, es una de las peores tragedias que he conocido – admitió con resignación-. Pero sí, me han pasado más rápido de lo que me gustaría.

Los anteriores se os hicieron más largos y complicados – asintió-. Sobretodo antes de que volviera definitivamente conmigo. Ese medio año sí que se me hizo muy cuesta arriba. Casi que voy a tener que agradecer la carga de trabajo tan grade que tuve en aquella época porque sino me habría vuelto loca – dijo la pelirroja mientras que llegaban a la habitación-. Pero bueno, no pensemos en esas cosas. Oye, ¿puedo encargarme yo de buscarnos plan para ese día?

- ¿No se supone que era cosa mía?

- Porque tú te lo autoadjudicaste – le contestó divertida.

- Bueno… Puedo dejarte que te encargues tú este año – le dijo con una de sus sonrisas ladeadas-. Ya veré yo como me lo cobro en compensación.

- Claro, por el drama terrible que te he ocasionado – negó con la cabeza-. Anda, ponte el pijama de una paz.

- Voy…

Soltó a la pelirroja antes de ir a por lo demás al armario, dejándolo tirado encima de la cama antes de empezar a desvestirse. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la pelirroja se quedaba sentada también, arqueando una ceja.

- ¿Qué? He venido a guardarte la ropa, pero las vistas son las vistas…