GRITANDO TU NOMBRE AL VIENTO

PROLOGO

EL DOLOROSO DESPERTAR DE UN SUEÑO PROHIBIDO


¿Dónde estás?

La rubia no contestó inmediatamente. Su cabeza yacía recostada sobre el pecho desnudo de su acompañante, sintiendo el tacto de unos finos dedos deslizándose entre las hebras de su cabello.

Le molestaba ser tan transparente para él… que la pudiera descifrar sin siquiera decir una palabra… Y aun así, se resistió a hacerle frente… sabía que era un tema delicado, que en algún momento debían de tocarlo… pero era cobarde… no tenía ni la fuerza ni la voluntad para hacerlo… al menos no en ese momento.

Soltó un suspiro quedo y decidió evadir la pregunta.

De qué hablas, tonto… pues estoy aquí contigo, en donde más– quiso sonar divertida, pero su voz tenía un inconfundible deje de melancolía.

– ¡Mírame!

Cerró los ojos momentáneamente y otro suspiro brotó de sus labios. Lentamente levantó la mirada hacia el hombre que estaba a su lado, solo para perderse en el océano de sus ojos… esos ojos por los que daría la vida… y en los que vislumbraba una tormenta…

Sabes de qué hablo, Candy… aunque tu cuerpo está aquí conmigo, tu mente está muy lejos de mí…. ¿En qué estás pensando?

La rubia cambió su posición y se dejó caer de espaldas sobre la cama, con la vista clavada en el techo. Volvió a exhalar y entonces habló, aún sin verlo.

Pienso…. en todo… en lo que estamos haciendoen lo que nos estamos dejando perder… – siseó muy quedamente

Ella sintió cómo el hombre se incorporó del lecho para quedar sentado al borde de la cama. Giró su cabeza y pudo ver que él le estaba dando la espalda, las manos sobre sus rodillas y su cabeza inclinada… el cabello castaño cubriendo parcialmente su cara.

– ¿Te arrepientes acaso…? – masculló el hombre entre dientes, aún de espaldas a la mujer. La rubia se incorporó con lentitud y quedó sentada sobre el colchón. Su mirada verde aún permanecía clavada en la espalda de su acompañante…los recuerdos de lo vivido junto a él durante poco más de un año se agolparon en su mente, como una estampida de emociones… como quisiera tener el poder de cambiar el mundo y hacer que esos momentos duraran para siempre.

Sabes que te amo, Terry– dijo finalmente con suavidad. Tuvo el impulso de tocarlo, pero se abstuvo de hacerlo – Sin embargo… no es fácil… esto que vivimos es…

¿Es qué, Candy? – la interrumpió con brusquedad, volteando a ver a la joven mujer que permanecía sentada en el lecho, abrazada a sus piernas y mirándolo con absoluta tristeza – Es qué, dime… ¿prohibido…? ¿escandaloso…? ¿inmoral..? ¿un pecado…? ¡Qué es!

Basta, Terry, por favor…– dijo ella en tono de súplica.

¡Porque a mí me importa un rábano si voy infierno, maldita sea!– Terry se levantó de golpe de la cama para caminar con pasos furiosos hacia la ventana de la habitación – No me importa si me condeno por esto… por lo nuestro… por ti…

La voz del castaño se quebró levemente, mientras reclinaba su frente sobre el brazo que había apoyado contra el ventanal. Candy ahogó un quejido… una marea de distintas emociones se arremolinaba en su pecho… sabía que eso que vivían no era correcto… pero no podían evitarlo… mucho menos viéndolo así, desnudo frente a la ventana, con los tenues rayos de luna iluminando su cuerpo…

Lo amaba y lo deseaba… sin remedio…

Candy también se levantó y caminó hacia él, para abrazarlo suavemente por la espalda. Con sus manos sobre el pecho, pudo sentir como poco a poco la respiración de Terry se iba acompasando… se estaba tranquilizando.

Yo no me arrepiento, Pecosa– murmuró finalmente el castaño, ya mucho más tranquilo – Nunca me arrepentiré de lo que hemos hecho… de lo que estamos haciendo… porque cada segundo que paso a tu lado me devuelve la vida– lentamente se volteó para quedar frente a frente con la rubia – Te amo, Candy… siempre lo he hecho y siempre lo haré… no importa lo que pase, ni con quien estés…

Candy lo miró embelesada y no pudiendo contenerse lo besó… amaba a ese hombre como no había amado a nadie en el mundo… desde antes, desde siempre…

Terry la tomó entre sus brazos y sus pasos regresaron a la cama, donde el beso dio paso a caricias más íntimas, más sublimes, más intensas… cada encuentro era más ardiente que el anterior, cada uno sabía que en esos momentos no solo entregaban el cuerpo sino el alma… El éxtasis llegó con un grito ahogado en la garganta de ambos… con un beso en los labios, respirando lentamente, mientras sus respiraciones recobraban el ritmo y sus corazones la calma.

Terry moría y resucitaba cada vez que le hacía el amor a su mujer… porque eso era ella para él… su mujer... no existía nadie más… aunque legalmente ambos pertenecieran a otra persona.

Algo en interior del hombre se desmoronó al recordar ese detalle dentro de su realidad… la vida era muy injusta… no, no eso no era cierto, pues de haber sido injusta nunca hubiese tenido la oportunidad de conocer a Candy… ella había sido su luz y su salvación. Fue él quien se equivocó y cometió errores y que ahora debía pagarlos muy caro… si tan solo tuviera el poder de regresar el tiempo y remediarlo todo... encontrar la manera correcta que le permitiera recoger todas las piezas rotas de sus vidas de algún modo, y armar de nuevo ese rompecabezas sin que nadie saliera lastimado…

Ahora es que está ausente eres tú, amor

Lo siento, hermosa... Yo... yo también me perdí en mis pensamientos

Candy levantó sus ojos y se encontró con la mirada de Terry fija en ella. Los ojos del castaño brillaban con intensidad… había una sombra de tristeza detrás de esa mirada decidida. Un leve escalofrío recorrió la espalda de la rubia…

Debemos terminar con esta farsa, Pecosa…. Definitivamente no podemos seguir así

La voz de Terry sonó rasposa, con un matiz de angustiosa calma. Candy se un separó de los brazos que ceñían su espalda y miró a su acompañante con autentico temor…

¡De qué estás hablando, Terry!... ¡No estarás pensando en…!

Voy a hablar con ambos… con él y también con ella…–dijo con determinación – No podemos continuar con esta mentira que no nos hace felices… Ni a ellos ni a nosotros.

¡No puedes hacer eso… no puedes hacerlo… no lo hagas por favor, te lo suplico!… –

El rostro de Candy estaba desencajado por la angustia. Con una inusitada rapidez se soltó del abrazo de Terry y se sentó sobre la cama, cubriendo su desnudez con las sábanas. Terry se incorporó también y se sentó frente a la rubia

Candy, entiende… nos estamos haciendo daño… nos estamos lastimando… y de paso también a ellos

¡Pero… es que… no podemos… no debemos causarles ese sufrimiento… no es correcto…!

– ¿Así que no es correcto? - le espetó con sarcasmo– ¿Acaso fue correcto que él te humillara frente a todos cuando se fue de la casa para irse detrás de esa mujer, y después de un año regresar como un perro con el rabo entre las patas pidiendo perdón….?

Terry, no... –

Después de todo el dolor que les causó… que nos causó…– el castaño se paró de la cama para quedar frente a la rubia. La frustración y la ira bullía por todo su cuerpo – ¡Demonios, casi me fui a las manos con él por tu causa!–

– ¡Terry, ya basta… no sigas, por favor… no digas cosas de las que después te vas a arrepentir!

– ¡Y de que valió… si tú, como la tonta que eres, lo recibiste de nuevo devuelta en tu casa

Es el padre de mis hijos, ¿qué querías que hiciera?

La voz de Candy se quebró. No se había dado cuenta en el momento en el que las lágrimas habían empezado a humedecer sus mejillas. Dominada por la desesperación, cubrió su rostro con las manos y se permitió dar rienda a su dolor. Terry respiró profundamente, tratando de controlar la rabia y la impotencia que lo estaba arrastrando a lastimar a Candy sin desearlo. Pero eran tantos y tan profundos los conflictos, que las emociones se desbordaban dejándolo como un imbécil incapaz de manejarlo.

Sí… lo entiendo… tiene un gran título, uno que tal vez yo nunca tendré… como también entiendo que fue por eso me apartaste nuevamente de tu lado…

¡Eso no es cierto! ¡Tú te apartaste solo, hace 10 años cuando decidiste acostarte con Karen y embarazarla!… ¡¿O es que acaso se te olvida cuál es la verdadera razón por la cual estamos inmersos en esta terrible situación!?

Terry enmudeció… las palabras de Candy lo atravesaron como espada de doble filo, clavándose directamente en el corazón… Porque eran ciertas… crudamente reales. Fue él quien había fallado primero… había arriesgado el amor de su pecosa por una noche de exceso, lujuria y placer… Y la verdad le estalló en la cara: por su debilidad e inmadurez había arruinado la vida de ambos, perdiendo con ello la oportunidad de ser realmente feliz.

Ahora tenía la posibilidad de recuperar un poco de esa luz que significaba Candy en su vida… sin embargo, no era lo que ella se merecía… ni lo que él quería realmente darle…

No, Candy, no se me olvida…–respondió luego de un rato, con gran amargura en su voz – Y te juro que por el resto de mis días viviré con ese amargo recuerdo… No hay día que pase en que no me arrepienta de lo que hice… o de lo que pude no haber hecho

El castaño se sentó nuevamente al borde de la cama, con la mirada fija en un punto distante en la habitación. Dos gruesas lágrimas se desprendieron de esos ojos como cielo nocturno sin que nada detuviera su paso.

Candy sintió que algo se contraía en su pecho y se arrepintió de las palabras dichas con tanto dolor. En un suave movimiento, se sentó a horcadas sobre las piernas del castaño limpiando con sus manos el rastro de humedad de su rostro, y dejando uno nuevo con sus labios. Terry esbozó una leve sonrisa y atrapó una de las manos de la rubia, para llevarla a sus labios y besarla con devoción.

No te merezco, Candy… pero soy tan egoísta que no quiero dejarte ir… no puedo dejarte ir… estoy pagando con creces mis errores… porque por culpa de mi estupidez perdí lo más hermoso que me ha pasado en la vida…

No digas eso, mi amor… la misma vida te recompensó con algo aún más hermoso… - la rubia tomó el rostro del hombre entre sus manos– Mike y Mady sí son lo mejor que te ha pasado en la vida-

El castaño cerró sus ojos y sonrió – Sí, tienes razón... no me arrepiento de mis hijos… de lo que siempre me arrepentiré es de que no hayas sido tú su madre– dijo en un suspiro, pegando su frente contra la de la rubia.

Así como yo desearía escuchar a Lex, Kim y a Val decirte papá…- soltó la joven con un dejo de tristeza en su voz – Es por eso por lo que no podemos, Terry… porque esto que mantenemos, por más bello que sea, no deja de ser repudiable… despreciable… ellos no nos perdonarían… y yo no lo soportaría…

No tiene que ser de esa manera, Pecosa… si les explicamos, ellos tal vez entenderían–

¡No, Terry, no será así… no solo somos tú y yo y ellos… son otras personas… yo… no ….! –

– ¿A qué le temes realmente, Candy?–

La pregunta dicha en ese tono tan lastimero le cortó el aliento. Candy vio esos irises, tan azules como el océano, palpitar de temor, impotencia, desesperación… los propios ojos de ella también temblaban, dejando caer nuevas lágrimas

Tengo miedo a perderte… porque pese a todo lo tórrido y tormentoso de esta situación no puedo vivir sin ti… porque tú, Terrence Grandchester, eres el amor de mi vida… Lastimosamente, torcimos el camino, Terry, y no me siento con la voluntad de lastimar a nadie… quiero seguir teniendo esto, que es poco pero es nuestro, pero sin dejar más víctimas inocentes… y sabes muy bien cuan mortales podrían ser las heridas si esto que tenemos deja de ser un secreto. –

La mirada de Terry se tornó cristalina… sentía como un nudo se atoraba en su garganta. Fijó sus ojos en esas esmeraldas que tanto amaba. Un silencioso llanto descendía sin piedad en los rostros de ambos, pero ninguno se preocupaba ya por detenerlo.

¿Lo haces por él?

Fue apenas un hilo de voz, pero en los oídos de Candy esas cuatro palabras sonaron con el estruendo de mil petardos disparados al mismo tiempo. Dejó un suave beso sobre los labios de Terry, para finalmente reclinar su frente sobre la de él.

No sólo por él, amor… lo hago también por Karen… por Michael y Madison que les gusta ir con su papá al parque… por Alexander, Kimberly y Valerie, que esperan a que su padre les lea un cuento por las noches, ahora que finalmente regresó a casa… por tu madre y mi padre, por tus hermanos y los míos, por nuestras familias… pero sobre todo por ti…

Candy… yo… yo te necesito en mi vida…– Terry balbuceaba, tratando de contener de algún modo todo el dolor que le oprimía el pecho – Y si tengo que enfrentarme a él para recuperarte…. Yo….

Terry no pudo terminar de hablar… el nudo en su garganta se disipó, liberando un torrente de lágrimas que estuvieron atrapadas y que ahora fluían sin control. Candy lo estrechó fuerte contra su pecho, y Terry aferró sus brazos a su espalda en medio de un llanto desconsolado.

Sabes que nunca harías eso, mi amor… Porque pese a todo, tú lo amas… y jamás lastimarías voluntariamente a tu propio hermano…


Hola querido lector(a). Espero te encuentres muy bien. Si has llegado hasta aquí, muchas gracias. Es un placer para mi que dediques tiempo a leer mi humilde intento como escritora.

Esta historia la empecé a escribir hace como ocho años, cuando mi vida iniciaba un periodo de transición. Hay muchas cosas dentro de esta ficción que están inspiradas en hechos reales, tanto propios como ajenos.

El Fic estará dividido en dos partes (o al menos eso creo, pues todavía no la he terminado),con capítulos que transcurrirán en diferentes espacios de tiempo (pasado y presente). Como dije, no está terminada, llevo tres capítulos escritos, y espero poder terminarla antes de fin de año.

Deposité mucho de mis sentimientos en esta historia, y esa es la razón por la que decidí no abandonarla y me propuse terminarla. Espero que pueda llegar a tu corazón y que sea de tu agrado.

Bendiciones y cuídate mucho