Chicago

7 de mayo 1916

Narrado por Candy

- Buenos días Pequeña - me saluda Albert desde la puerta de mi habitación - afuera hay una sorpresa de cumpleaños- me levanto emocionada, cuando salgo están Archie, Annie y Patty sosteniendo un pastel.

- ¡Feliz cumpleaños! - gritan todos al unísono.

- Candy venimos temprano para que no insistas en que no quieres celebrar tu cumpleaños, mira Patty y yo preparamos el pastel de chocolate de la Señorita Pony-

- Gracias chicas-

- Candy, aunque ninguno esté pasando un buen momento, queremos celebrar tu cumpleaños, eres nuestra más querida amiga - aún estamos muy afectados por la muerte de Stear y más la difícil separación que tuve con Terry, les había dicho que este año no tenía ánimo para celebrar.

- No sé qué haría sin ustedes... - nos damos un largo abrazo.

- Cantemos entonces- dice Albert. Me cantan cumpleaños entre sonrisas y una que otra desafinación.

- Ahora sí Gatita pide un deseo - cierro los ojos y lo único que veo es a Terry, Dios cuanto lo extraño.

Terry tú eres mi deseo, regresa a mí.

Abro los ojos y apago las velas.

Narrado por Terry

Nueve horas más tarde.

Camino por la calle pensando en las palabras que Albert me acaba de decir:

- Ella es fuerte y ha seguido su camino - me dijo mi amigo en lo más alto de la escalera, mientras la contemplaba sonriendo junto a varios niños.

Me sentí débil, ella había conseguido superar muchas adversidades y yo después de esa fría noche de invierno, me había consumido en el alcohol y en la depresión.

Esa misma noche cuando la sentí perdida, entendí que la amaba mucho más de lo que pensaba, ella era la razón por la que deseaba triunfar en Broadway y por la que había ahorrado todos los meses desde que tuve un sueldo, porque quería ofrecerle una vida a ella, a Candy, a mi Tarzán con Pecas. Nunca supe como enfrentar su pérdida y las cosas que me apasionaban como el teatro, dejaron de importarme, sin ella ya nada tenía sentido, así que comencé a refugiarme en el alcohol, en este momento después de casi un mes vagando entre bares finalmente llegué a Chicago, pero mi cobardía y mi indecisión hicieron que me quedara otros tres días bebiendo sin parar, hoy es su cumpleaños y he vuelto a escapar por un estúpido sentido del honor, el mismo que llevó a mi padre a ser infeliz y el que juré que nunca repetiría, pero aquí estoy, Terrence Grandchester, el rebelde del Colegio San Pablo, renunciando al amor de mi vida ¿por deber? ¿Por honor? ¿Qué me estaba pasando? ¿Dónde quedó el chico que simplemente quería ser él mismo y que estaba en contra de aceptar los deberes impuestos por otros? Me desconocía.

- ¡Candice detente! - grita una voz femenina y salgo de mi trance para buscarla.

Una mujer corre detrás de una niña, ella se vuelve y la puedo admirar, es una niña de tres años, castaña de pelo rizado y ojos verdes. Siento que mi corazón se quiebra en mil pedazos. No solo estoy renunciando a Candy, estoy renunciando a la vida que soñé junto a ella, a nuestra casa y a nuestros hijos. Una fuerza sobrenatural hace que me devuelva por mis pasos, hasta el punto de casi correr, no permitiré que la felicidad se escape de mis manos ¡No más!

Narrado por Candy

Hoy cumplo 18 años, debería ser especial, hace meses soñada cumplir esta edad, solo para poder casarme con él, sin tener que pedir autorización al abuelo Wiliam o a la tía Elroy, pero recordarlo hoy me hace sufrir más, cuanto ha cambiado mi vida desde que no estás. Suspiro mientras miro por la ventana.

- Candy, ya casi acabamos por el día de hoy, es tu cumpleaños y seguramente tendrás planes -

- No Doctor Martin, ya celebré temprano, si quiere puedo terminar de acomodar los medicamentos, no me importa quedarme un poco más - desde la separación con Terry he trabajado sin parar, no me gusta estar desocupada, termino pensando en él y llorando, además las noches son más llevaderas si al menos estoy cansada y logro dormir por agotamiento. Nunca pensé que mi decisión aquella noche, me haría caer en esta desesperación, sí esa es la palabra, ya no lo extraño, ahora mismo estoy desesperada, por escribirle, por verlo, por abrazarlo.

- De ninguna manera Candy, hoy es tu día, no puedes seguir trabajando hasta la noche - me dice tan tajante que ya no le discuto más. Espero que Albert esté en casa o estoy segura que será un cumpleaños muy triste.

Doy paso al último paciente y un sentimiento de calma me recorre el cuerpo. Respiro profundo, mientras recuerdo la canción que siempre me hace pensar en él.

Como la Luna y el Sol

Que hasta la noche siempre tienen que esperar

Aunque no estás hoy a mi lado, yo sé que tú vas a llegar

Los girasoles nunca dejan de girar

Como en la orilla del mar

El agua viene con caricias que se van

Yo sé muy bien que tú te fuiste, tú sabes bien que volverás

Los girasoles nunca dejan de girar

Te esperaré, te esperaré

Y cuando vuelvas con un beso, aquí estaré

Te esperaré, te esperaré

Con la certeza que respiro, te amaré

Porque aunque sé que tú te fuiste, tú sabes bien que volverás

Hoy que te he visto volver

Mil girasoles te esperaron al llegar

No preguntaron dónde estabas, pero giraron sin pensar

Igual que yo, nunca dejaron de esperar

-- Luis Fonsi - Girasoles --

Una lágrima cae por mi mejilla.

- Terry mientras tengamos vida nos encontraremos - susurro para mí misma.

Narrado por Terry

Llego de nuevo a la escalera, ya casi anochese, hay solo un niño haciendo fila, ella sale y lo hace pasar, con solo admirarla a lo lejos, me hace temblar, cuánto la he extrañado.

Espero un rato, bajo las escaleras, me siento en la última grada, estoy muy nervioso, así que saco mi armónica y comienzo a tocar Auld Layn Syne, esa melodía escocesa para despedidas o nuevas esperanzas, la toco en honor a la esperanza que hoy ha renacido en mí.

Veo como el último niño sale y ella sale asustada detrás buscando la melodía, yo me pongo de pie y nuestras miradas se encuentran, ella cierra los ojos y veo como comienzan a caer varias lágrimas por sus mejillas, mi corazón late alocadamente, todo a mi alrededor ha desaparecido, estoy como en un sueño, no hay más dolor ni más tristeza, ella me transporta a lo más parecido al paraíso que jamás he sentido.

Nos quedamos estáticos, no podemos movernos ni dejar de mirarnos, estamos reconociéndonos de nuevo.

Respiro profundo tengo que acercarme, logro comenzar a caminar hacia ella, pero veo como tambalea, así que corro y la sostengo en mis brazos antes de que caiga.

- Pecas ¿estás bien? - le susurro.

Ella me mira con sus maravillosos ojos verde esmeralda y asiente, la levanto pero no suelto mi abrazo, nuestros cuerpos quedan entrelazados, sus labios están muy cerca, siento su hipnotizante olor a rosas y un escalofrío me recorre el cuerpo, pero recuerdo que estamos en un lugar público, frente a su lugar de trabajo y me aparto un poco.

- Feliz cumpleaños Pecas - le digo mientras tomo su mano y la beso en el dorso. Siento como ella tiembla por el contacto - ¿Ya vas a salir?- le pregunto, ella asiente, aún no me ha hablado ni una sola palabra, respira profundo de nuevo.

- Sí, iré por mis cosas - le sonrío, ella se vuelve e intenta entrar, pero yo aún no he soltado su mano, tengo miedo de soltarla y que todo sea producto de mi imaginación, me mira la mano y sonríe.

- Solo será un momento- suelto su mano a regañadientes y una desesperanza vuelve a mí, tengo que tranquilizarme. Ella sale y me dedica una dulce sonrisa, se ve tan hermosa con su uniforme de enfermera.

- ¿Te parece que vayamos a mi apartamento?- me pregunta.

- A donde quieras, es tu cumpleaños-

- Es muy cerca, iremos caminando - el camino lo recorremos en silencio, son tantas cosas que quiero decirle, pero no quiero comenzar aquí, necesitamos privacidad.

- Mira, aquí vivo con Albert- me dice y una espina de celos me atormenta, tengo que contenerme, soy una mezcla intensa de sentimientos. Entramos al apartamento.

- Hola Pequeña, llegaste - le grita Albert desde la cocina.

- Sí Albert y traigo visita - Albert se asoma y queda impactado al verme.

- Terry, ¿cómo estás hermano?- nos estrechamos las manos.

- Bien Albert - él se quita el delantal, toma sus llaves y una pequeña mochila.

- Candy los dejaré solos, ustedes tienen mucho que hablar, la cena está lista, hoy me quedaré con un amigo del trabajo durante la noche -

- Albert no es necesario -

- Sí Pequeña, sí es necesario, mañana volveré, no te preocupes - ella asiente y nos despedimos.

Cuando Albert sale por la puerta, ella se pone muy nerviosa.

- ¿Quieres algo de tomar, un té?- me dice mientras entra en la cocina.

- Sí, por favor-

- Tibio, con limón y con una cucharadita de azúcar- me pregunta, sonrío, aún lo recuerda.

- Sí gracias- ella llega con el té y nos sentamos uno frente al otro.

- Candy no vine solo a decirte feliz cumpleaños- ella baja la mirada - hay muchas cosas que tengo que decirte y ahora seré sincero contigo, como debí haberlo hecho desde siempre-

Narrado por Candy

Estoy con Terry en mi apartamento, aún no puedo creer que mi deseo de cumpleaños se haya cumplido, todo es muy irreal. Él será sincero conmigo, así que también tendré que ser sincera con él.

- Pecas yo cometí un error, bueno no uno, muchos errores y nos llevo a esto - se aclara la garganta y me mira con sus increíbles ojos azul zafiro - Candy yo... - siento como mis manos comienzan a temblar y derramo el té sobre mi vestido, Candy por Dios, cálmate, me reto a mí misma. Él me mira y se acerca tiernamente para darme su pañuelo.

- Lo siento Terry, no sé qué me pasa - él se agacha de cuclillas frente a mí y me toma la mano, siento como una electricidad recorre todo mi cuerpo y por su expresión él también lo siente, me aprieta más fuerte.

- Tranquila Pecas - él toma mi taza y la coloca en la mesa - se vuelve a poner frente a mí - Candy yo... yo... - me mira tan intensamente que siento como si me traspasara el alma- ... yo te amo desde que te vi aquella noche en el barco - cierro los ojos y unas lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.

- Terry no podemos, sabes que hicimos una promesa - cuando digo eso siento como mil cuchillos atraviesan mi corazón, de nuevo regreso a la realidad y a la razón de nuestro rompimiento.

- Pecas escúchame, déjame hablar, cuando termine, tú decidirás qué haremos, pero debo decirte todo lo que siento - asiento mientras trato de controlar el ritmo de mi respiración.

- Cuando pasó el accidente estaba muy confundido, me sentía tan culpable de que Susana se hubiera sacrificado por mí y que perdiera una pierna, entonces llegó su mamá y me exigió que me casara con ella... - bajo la cabeza, siento una intensa tristeza, saberlo era una cosa, pero escucharlo de su propia boca es avasallador - Candy mírame tengo que ser sincero y para eso quiero que me mires - respiro profundo, lo miro y él prosigue- entre Susana y yo nunca ha habido nada, y nunca lo habrá, porque ni siquiera la considero una amiga, yo solamente he tenido una amiga, un amor y una ilusión en mi vida y esa has sido tú; así que quedarme con ella por deber es mucho peor, que si no estuviera con ella, porque tendría que vivir una mentira día y noche, y eso Candy no lo haré, estamos sacrificando nuestra felicidad por la infelicidad de los tres, porque ni ella ni nosotros seríamos felices, sé que nos prometimos serlo en nuestra despedida y aquí estoy cumpliéndote esa promesa, regrese por tí porque tú Pecas eres mi felicidad -

- ¿Y qué pasará con ella? -

- Ella tendrá que comprender, ya es adulta, además siempre ha sabido que te amo y por supuesto que sospecha que he venido por tí -

- Pero si intenta de nuevo ...-

- Candy, tú y yo hemos sufrido, yo... he deambulado y tomado alcohol por días... - siento un vacío en mi estómago, él ha sufrido igual o más que yo - ahora dime ¿has intentado acabar con tu vida? sé que no, la diferencia es que ella tiene problemas psicológicos, y por eso ya tiene un tratamiento. Además pronto volverá a caminar con una prótesis, no es el final de su vida, Robert también se ha comprometido a darle una oportunidad para que regrese a actuar. Con todo esto, ¿crees que es gusto que me quede con una persona que no amo, pero que intenta atarme por lástima y me chantajea para hacerme sentir responsable? ¿has pensado que el encargado de las luces o Robert tienen más responsabilidad del accidente que yo? ¿y porqué no le pide a ellos que se casen con ella? Ella simplemente se está aprovechando de la situación porque está obsesionada conmigo, aunque yo nunca tuve alguna muestra de amistad o de afecto por ella, dime ahora si lo que te digo te parece normal, porque para mí no lo es- estoy impactada.

- Pecas ella robaba tus cartas y sabes que te mintió en el hotel de Chicago para que no lográramos vernos ¿Crees que yo aceptaría compartir mi vida con una persona que se atreve a hacer cosas como esas, solo para lograr su propósito, destruir las ilusiones del más puro y sincero amor solo por conseguir lo que quiere? Además tú la salvaste de que acabara con su vida, Pecas, la deuda está saldada, ahora solo te pido que me salves a mí, a nuestra felicidad, a mi deseo de que seas mi esposa, al deseo de hacerte mi mujer y que seas la madre de mis hijos- Él se acerca más y me rodea con sus brazos. Siento como me estremezco, mientras él mete su nariz en mi cabello y aspira.

- Me encantas Candy, me enloquece tu aroma, tus ojos, tus pecas, este precioso cabello como el sol, perdóname por nunca decirte que eres mi gran amor, desde que te vi la primera vez quería que fueras mía y solo mía - con cada palabra siento que mi corazón se infla y una sensación que nunca había experimentado me toma y me remueve todos los sentidos. Él me besa la mejilla y yo siento como voy derritiéndome.

- También me encantan esos preciosos labios - me dice muy cerca, mi respiración se acelera y comienzo a ¿babear? Por Dios Candy ¿qué te pasa?

Narrado por Terry

Estoy a punto de besarla, espero que no me dé una cachetada como en Escocia. Me doy valor a mí mismo y me acerco lentamente, tal ves eso fue lo que falló aquella vez, cuando me guíe por mi deseo y le robé el beso, definitivamente era un adolescente impulsivo.

Ella está quieta y cierra los ojos, así que rozo sus labios suavemente, una sensación de supremo éxtasis me recorre el cuerpo, sigo besándola sin prisas, reconociéndola, su beso comienza a saber a lágrimas, ella está llorando, de mis ojos también cae una lágrima, nuestro beso ya no es solo eso, es el reencuentro de dos almas que se sentían perdidas y se han reencontrado.

Comienzo a intensificar el contacto, ella lentamente comienza a responderme y abre la boca, mi lengua ahora recorre su boca llenándome de su sabor, mi entrepierna comienza a reaccionar por las sensaciones, así que me obliga a bajar la intensidad. Me aparto para respirar, ella tiene una mirada que nunca antes había visto, es una mezcla de amor y placer. Me siento embrujado, si antes la amaba ahora realmente estaba perdido.

- Terry... yo también te amo - me dice casi susurrando cerca de mis labios, su declaración y su mirada me llevan al mismísimo nirvana. Así que la tomo con un fuerte abrazo y la beso con más intensidad, ella mete sus dedos entre mi cabello y hace que gruña roncamente, eso le da confianza y me aprisiona más fuerte a su cuerpo, estamos volviéndonos locos de pasión, de repente ella se sienta sobre mis piernas, tengo que detenerme ahora o después no podré hacerlo.

- Pecas, tenemos que detenernos, no quiero faltarte al respeto - estoy usando todo mi autocontrol, aunque lo que realmente deseo es tomarla aquí y ahora.

- Terry, te amo, quiero ser tuya - abro los ojos como platos, definitivamente no esperaba esa respuesta.

- Candy, yo también te amo y te deseo, pero no quiero que después te arrepientas-

- No lo haré, te deseo Terry, quiero ser tuya en cuerpo y alma - me dice con la voz entrecortada por la excitación, su petición es tan intensa que me dejo llevar.

La levanto colocando sus piernas sobre mi cintura y la llevo a la habitación, no hemos parado de besarnos, la coloco suavemente sobre la cama, sus rizos caen esparcidos por la almohada, he imaginado tantas veces este momento, pero la realidad está superando todas mis fantasías.

Me quito el saco y siento una pequeña cajita.

- Candy haremos esto bien- ella me mira sorprendida.

- ¿Qué quieres decir?- la siento en la cama, mientras yo me arrodillo en una pierna. Ella pestañea varias veces y se tapa la boca con la mano por la sorpresa.

- Candy eres y serás el único amor de mi vida, este anillo lo compré con mi primer sueldo de actor, porque lo único que hice después de salir del San Pablo fue soñar contigo y en nuestra vida juntos, hoy te lo ofrezco como promesa de mi amor eterno hacia tí ¿Candice White Ardley te casarías conmigo?-

- Sí...- me responde con una increíble sonrisa y con lágrimas en sus ojos. Le coloco el anillo y ella lo ve embelesada, es una esmeralda rodeada de diminutos zafiros.

- Terry, es precioso - le sonrío y la beso suavemente, la acuesto de nuevo en la cama y nos besamos disfrutándonos y descubriéndonos, suelto su cabello y admiro su increíble belleza. Ella me sonríe tímidamente, está nerviosa.

- Pecas eres perfecta - le digo mientras comienzo a besar su cuello, ella se arquea dándome más acceso, así que comienzo a quitar cada uno de los botones de su uniforme hasta dejar sus senos desnudos, son unos llenos montes blancos con su botón rosa ya muy endurecido, acerco mi boca y lo lamo, ella gime tan fuerte que hace que mi miembro brinque ansioso. Respiro, debo amarla despacio para que esté lista para mí, aunque lo que quisiera realmente es tomarla con toda la pasión que he guardado para ella todos estos años.

Lamo el otro pezón y ella sigue gimiendo, así que la beso fuerte en la boca mientras con mis manos juego con sus senos, ella me abraza fuerte y busca restregarse contra mi erección, es una reacción tan instintiva que me hace perder la calma, así que le rasgo lo que queda de uniforme, necesito tenerla desnuda con urgencia, luego rápido le quito su ropa interior, la admiro, su cuerpo es increíble, perfectamente tonificado pero muy femenino, ella me mira e intenta cubrirse.

- No Candy déjame admirarte, eres mucho más hermosa de lo que soñé - ella me sonríe, está muy sonrojada.

Narrado por Candy

- Pecas mírame, soy tuyo, completamente tuyo - él desabotona rápidamente su camisa, pero yo veo todo muy lentamente, cada uno de esos músculos están como esculpidos por los dioses, hay una línea de vello que se pierde dentro de sus pantalones, trago saliva, veo su gran bulto, soy enfermera, sé lo que hay ahí, solo que es bastante más grande que en los libros de anatomía, pero no me asusto, sino que me pone más ansiosa.

Él se quita sus pantalones y miro su gran erección solo cubierta por su ropa interior, me contraigo involuntariamente en la cama, él me mira y me sonríe.

- Pecas, te cuidaré - me dice con su voz de barítono, una corriente llega directo a mi entrepierna, mientras siento como estoy mojándome, Dios esto no me lo explicaron en mis clases.

Él se quita su ropa interior y veo su muy bien dotado miembro, está muy endurecido, comienzo a sentir una gran necesidad de llenarme con él y me vuelvo a contraer.

Terry regresa a besarme y siento su erección muy cerca de mi zona íntima, la anticipación me tiene muy ansiosa, él me besa con tanta pasión que estoy perdiendo el sentido del tiempo y el espacio.

De repente siento como su mano baja hasta tocar mi femineidad, una corriente de placer para mí inexplorada me comienza a recorrer todo el cuerpo, de mi boca comienzan a salir muchos sonidos que no puedo controlar, él acelera el ritmo de sus dedos y yo siento como si estuviera a punto de explotar.

- Candy déjate llevar, disfrútalo- me dice con su voz seductora, así que me adentro en la ola de placer hasta que siento como una fuerza me hace gritar su nombre y me parte en mil pedazos.

- ¿Te gustó? - me dice muy cerca de mis labios, asiento envuelta en placer, ahora mismo no puedo ni hablar.

Él pasa su mano por mi zona íntima.

- Pecas ahora te voy a hacer el amor, lo haré con mucho cuidado, no quiero lastimarte - un momento, ¿todo esto solo fue el preámbulo? Dios mío.

Él toma su punta gruesa y roza suavemente mi entrada, él contacto me hace sentir una urgencia y como un impulso tomo su trasero apretándolo fuerte, él gruñe e introduce su miembro un poco, siento como mi necesidad comienza a llenarse.

- Esto va a doler un poco, respira- cuando respiro él se introduce fuerte de un empujón, siento dolor y gimo.

- ¿Estás bien? - él se ha quedado quieto dentro de mí, pero mi cuerpo pide que siga.

- Sí, sigue - él sonríe complacido con sus ojos azul zafiro reflejando placer. Él comienza sus movimientos fuertes y constantes, mientras succiona mis senos y me toma fuerte por la cintura. Es un baile de dos cuerpos entregando sus almas. Sus brazos me aprisionan mientras yo me contraigo en cada arremetida, la sensación es espiritual, él toma su cabello y lo acomoda, mientras lame mis labios, mi oreja, mi cuello, me están llevando al límite de nuevo.

- Voy a terminar - me dice mientras me besa la boca, lo escucho gruñir fuerte tres veces, mientras que yo también siento un fuerte orgasmo, esta vez desde el centro de mi cuerpo, quedo llena y rebosante de su tibio simiente.

Nos quedamos acariciándonos y besándonos un buen rato, toco su cabello, sus brazos, su pecho, aún no puedo creer que al fin sea mío.

- Feliz cumpleaños número 18, Candy Grandchester- me susurra mientras me acurruca en sus brazos.

Fin