Me adjudico todos los errores ortográficos y/o gramaticales que puedan encontrar en el capítulo.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
PAPÁ QUIERE HUIR
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BPOV
Me quedé sin aliento ante la contracción que amenazó con partir en dos mi espalda baja. Apreté mis párpados un momento y luego respiré hondo.
― ¡Maldita sea, Jasper! ―grité lo más fuerte que pude ganando su atención.
No entendía su estúpida discusión sin sentido con la chica rockera. Ellos solo tenían la necesidad de discutir por la más mínima tontería que existiera, ambos me tenían cansada que me provocaba tirar de sus cabellos y azotar sus cabezas entre sí
― ¡Jasper, por favor! ―chillé de nuevo.
El rubio abrió mucho los ojos dejando de lado a la rockera. Vino a mi lado y su mirada se posó en mis piernas.
― ¿Te orinaste en mi camioneta? ―preguntó amargamente indignado.
Lo miré con rabia. Tenía unas inmensas ganas de estrellar mi débil puño en su rostro.
― Creo que quiere tener al bebé ―canturreó Alice. Como si tener un hijo fuese igual que vender fruta en el mercado; mordió una de sus uñas barnizada de color negro y me observó sin hacer absolutamente nada.
Sollocé. Dejé salir mis amargas lágrimas de impotencia.
Estaba llorando porque no quería estar aquí. En medio de la nada, teniendo a mi bebé y sin Edward, no quería tenerlo sin mi Edward, no era justo.
Jasper acunó mis mejillas y me hizo mirar esos ojos azules que poseía.
― Oye… ―dijo él― no pasa nada. No estás sola, hablaré a una ambulancia y todo estará bien, ¿de acuerdo?
Sorbí mi nariz y asentí.
― Podré ser la persona más burlona que exista y tomar todo con humor ―añadió―, pero también soy amigo. Y cuando me necesiten siempre estaré ayudando ―me tendió su mano y la tomé con fuerza, él me sonrió―. Llamaré a Edward y también a emergencias —prometió.
― ¿Por qué no conduces hasta un hospital? ―inquirí con mis dientes apretados al sentir una contracción.
Jasper se quedó pensativo; estrechó sus ojos, negando.
― No, será mejor esperar una ambulancia ―dijo convincente―. Estoy seguro que llegará en diez minutos como máximo.
EPOV
Estaba temblando involuntariamente.
Mis manos sudaban frío mientras mi respiración seguía irregular. El hombre de edad avanzada de pelo cano y vestido de bata blanca, me tendió el sobre con sello del laboratorio. Lo tomé en mi mano y apreté con toda mi fuerza.
Hizo un ligero asentimiento y me sonrió.
― Las muestras indican que existe un 99.9% de relación sanguínea. Usted es el padre biológico, señor Cullen. ―Explicó el hombre.
No pude seguir prestando atención porque mis ojos estaban en los niños. Ellos sin tener noción de lo que pasaba, seguían jugando entre brincoteos en el rincón de la sala de espera.
No sabía si quería llorar de emoción o tristeza por haberme perdido tanto tiempo de sus vidas. Solo sentía que mi pecho podría explotar en cualquier momento por toda la inmensa felicidad almacenaba dentro de mí.
Mis piernas caminaron hasta ellos por voluntad propia; los tomé en mis brazos y los hice soltar un leve chillido al levantarlos sin avisar.
Emma no perdió tiempo y enredó sus brazos en mi cuello, mientras Noah ya había hecho lo propio con sus piernas ancladas en mi torso.
Reí, llenando de cortos besos sus pequeños rostros.
Ellos eran míos.
― ¿Qué pasa, Edward? ―preguntó entre risas divertidas Emma.
― Pasa que estoy muy feliz ―manifesté. Emma arrugó su frente pero de igual forma siguió riendo.
― ¿Para qué nos pusieron ese algodoncillo en la boca? ―indagó Noah con su mirada vuelta curiosidad.
Era muy perspicaz para su edad, lo había notado desde hace tiempo.
― Era necesario ―respondí, tratando de buscar las palabras correctas para su corta edad. No podía decir nada hasta no hablarlo con Bella―. Era una prueba que teníamos que hacernos. Estoy feliz por el resultado ―confesé.
Noah estrechó sus ojos cafés, asintiendo.
― ¿Podemos comer hamburguesas? ―pidió Emma. Ella había acunado mi rostro con sus pequeñas manos y frotaba su nariz con la mía.
― Iremos ―acepté con una sonrisa.
Los volví a abrazar con fuerza dejando que ellos se acurrucaran en mí.
Renee se acercó frotando su mano en mi espalda.
Entonces recordé que no estábamos solos y que, a causa de mi emoción, me había olvidado de mis suegros y la abuela Marie.
Sin decir nada, ambas mujeres me abrazaron. Las nutrias también las abrazaban sin tener idea del porqué. Solo Charlie se mantuvo ceñudo manteniendo su distancia de nosotros.
― Mi hija y tú... ―rumió Charlie. Todos volteamos a verlo y pusimos atención a lo que fuera decir, resopló―. Ustedes dos…
― Superalo, Charlie ―se entrometió la abuela sacudiendo la mano frente a él y restándole importancia a las palabras de su hijo―. Solo ustedes no pudieron atar cabos, mira esas larguísimas piernas chuecas ―señalo mis piernas― eso indicaba que eran de él... ―me sonrió y apresó mi mejilla dando un fuerte pellizco― de este hermoso y flacucho cobrizo.
Despistadamente, bajé mi vista a mis piernas.
Mis piernas eran completamente normales, largas, pero normales. Así también las de mis hijos.
Mis hijos, repetí con orgullo.
Tenía dos hijos y próximamente tres.
Jesucristo. ¡Tres hijos! Sin tener treinta años.
Los mimos de mis nutrias me trajeron de vuelta al presente. Ellos seguían jugando con sus dedos en mi rostro, querían mi atención.
― Yo... ―volvió a insistir Charlie― quiero saber cómo ocurrió.
La abuela rodó los ojos de forma graciosa, logrando que sus profundas arrugas fueran netamente visibles.
― ¿Acaso no te queda claro cómo se hacen los hijos? ―cuestionó malhumorada Marie―. ¡Qué importa dónde y cómo! Es parte de su intimidad, nosotros no vamos a opinar.
Mi suegro gruñó.
― Charlie ―llamó Renee, frotando el brazo de su esposo― dejemos a Edward con sus niños. Vamos a darle su espacio.
― No Renee ―se negó a seguirla cuando mi suegra tiró de su brazo. El bigote de Charlie se movió al hacer una mueca―. Lo único que quiero saber es la razón del porqué mi hija no sabe que él es… ―me señaló― merezco la verdad. Quiero saber si ellos fueron… ―apretó los labios, negando. Sabía que le costaba decir la palabra amantes―. ¿Por qué Bella me hizo esto? ―susurró.
Exhalé.
Puse de nuevo a los niños sobre sus pies y ellos volvieron a corretear por la estancia del laboratorio. Miré a Charlie, ambos éramos altos y no era necesario elevar rostros. Nuestros ojos estaban sobre el otro, casi en duelo de miradas.
Él parecía querer asesinarme y yo… bueno, tenía que dar la cara. Bella lo merecía.
― Su hija y yo no hemos tenido ninguna relación clandestina ―expliqué, viendo como su entrecejo se arrugó. Nervioso a su reacción, rasqué mi nuca―. Bella y yo coincidimos ―encogí mis hombros sintiendo que mi rostro se encendía― eso fue todo.
― Ya, ya ―dijo la abuela Marie― lo que va a suceder, sucederá sin importar el tiempo que pase. Está claro que su destino estaba escrito, ambos se pertenecen y se han encontrado de nuevo.
― Renee ―se quejó Charlie aflojando su corbata, mi suegra de inmediato sujetó su brazo como para impedir que fuera a caer― de nada sirvió mandarla a colegios de monjas, ni exclusivo de mujeres. No sirvió de nada, porque ella se fue con el primero que pasó por enfrente de sus narices ―meditó Charlie con amargura.
― Cariño ―murmuró mi suegra, abanicando a su marido―. Edward es un buen chico, la quiere y cuida de ellos, ¿qué más podemos pedir? Bella lo adora.
Charlie resopló. Lo ignoré al escuchar mi móvil.
Era Jasper.
― ¿Has llevado a Bella a casa? ―indagué.
Caminé unos cuantos pasos al no comprender lo que hablaba.
― ¿Qué dices…? ―pregunté sin tener idea.
― Necesitas venir a la Interestatal 10 salida a Texas ―farfulló Jasper del otro lado de la línea. Me incorporé al escuchar de fondo los chillidos angustiantes de Bella, mi piel se erizó y mi corazón latió desbocado―. Tu mujer no deja de gritar que el bebé está naciendo. Ya logró ponerme nervioso y no sé qué hacer con ella.
Mi respiración se atascó de golpe en mi garganta. Pasé la mano libre por mi pelo y tiré con fuerza.
― ¿Qué demonios haces en la Interestatal? ―cuestioné lleno de miedo mientras sonreía a los niños, a mis suegros que se habían acercado al ver mi angustiado estado de ánimo.
Bella no podía estar dando a luz porque solo tenía ocho meses de embarazo. No podía.
― Es un poco largo de explicar, será mejor que te apures. ¿No querrás perderte el nacimiento de tu tercer hijo o si?
Llevé mis manos a la cabeza cuando finalizó la llamada.
― Bella ―susurré― está teniendo a mi hijo.
Renee cubrió su boca y el rostro de Charlie fue de completo estupor, los tres seguíamos sin reaccionar cuando Marie se acercó.
― ¿Qué están esperando? Debemos ir con ella ―ordenó la abuela. Con un chasquido de dedos frente a mi rostro, me hizo mirarla―. Dame las llaves, conduciré yo, ustedes no están en sus cinco sentidos. Llamaré a Félix ―sacó su móvil―, pasaré a dejarle los niños.
Agradecí mentalmente que la abuela condujera. No importaba que lo hiciera como los protagonistas de rápido y furioso, ella era anciana de respeto y altanera si alguien se atrevía a enfrentarla.
Apenas se orilló en la carretera y corrí hacia la camioneta de Jasper, sin importar que el auto siguiera en movimiento.
― ¿Qué pasa?
Fue lo primero que pregunté al ver a Zafrina junto ellos y también a una chica taciturna vestida de negro y con un aspecto de miedo.
Abracé a Bella que estaba sentada en el maletero.
― Mi amor ―pronuncié, quitando algunos cabellos adheridos a su rostro― ¿estás bien?
Ella asintió, movió su cabeza y soltó un grito ahogado que fue capaz de colorear su rostro de rojo intenso. Apoyé mi mano en su estómago sintiendo lo tenso de su vientre.
― A Jasper se le ocurrió ponerla a caminar en vez de llevarla al hospital ―comentó la chica desconocida, mientras mordía sus uñas― prefirió hablarle a Zafrina creyendo que era partera.
― Cuando me llamó Jasper al borde de la histeria y sin tener idea de qué hacer, sabía que debía venir y apoyar a mi amiga Bella, ella es como una hija para mí ―explicó Zafrina de forma maternal haciéndose espacio frente a nosotros con sus anchas caderas―. Estuve llamando a emergencias y no llegaron.
Bella echó su cuerpo hacia atrás y empezó de nuevo a gritar. Estaba sufriendo, podía verlo en sus bonitos ojos marrones.
― Quería… ―pronunció Bella con sus dientes apretados y clavando sus uñas en mi piel― quería que estuvieras conmigo… ¡te quería conmigo! Gritó sin aliento.
― Estoy contigo ―le respondí dejando que siguiera apretando mi mano, merecía sufrir como lo estaba haciendo ella.
― Cariño ―Renee se acercó, abrazando a su hija, le besó la frente y la ayudó a recostarse con ternura― sujeta mi mano, cielo.
Bella asintió, tomándola y envolviendo su mano alrededor de la de su madre.
― Te amo, Edward ―dijo Bella― te amo tanto.
Besé sus labios brevemente.
― Te amo, nena ―susurré.
El carraspeo de Charlie me hizo elevar mi vista. Mi suegro estaba frente a nosotros, con su imponente personalidad y vestido en traje gris, como todo un hombre de negocios, mas, hoy solo era un padre vulnerable; alargó su mano y acarició el rostro de su hija con cariño y devoción. Él la amaba.
― Todo estará bien, tesoro ―prometió él, se acercó un poco más y besó su frente. Rápidamente se hizo un lado, centrándose en su móvil, él se estaba comunicando a urgencias.
― Serás papá ―musitó Bella, le sonreí. Ya lo era.
Sus lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, apoyó su cabeza en mi costado y yo la abracé con más fuerza.
― Quiero estar siempre contigo ―susurré, sobre su cabeza.
Ella apretó su mano. Fue un apretón fuerte, bastante fuerte que me hizo erguir mi espalda. Bella tenía demasiada fuerza para su cuerpo tan menudo.
― Siempre te voy a amar ―confesó en voz baja― tendremos muchos hijos, yo creo seis.
Mis ojos casi se desorbitaron, acomodé mis anteojos.
De igual forma la abracé, no era tiempo de llevarle la contraria.
― Sí amor ―estuve de acuerdo. Siempre tomando nota que esto era porque ella estaba sufriendo y no debía hacerla sentir mal.
Otra contracción le vino y Bella se tensó volviendo a gritar.
Respiró agitadamente.
― Mamá ―se dirigió a Renee― estoy enamorada de Edward, él me hace muy feliz.
Renee sonrió. Pasó una mano por la frente de su hija.
― Quiero tener una familia grande ―siguió insistiendo Bella, mi suegra solo asintió―. Quiero tener seis hijos, quiero muchos hijos.
(Veinte minutos después)
Bella clavó sus uñas en mi mano, siseé, soportando el dolor. Mi preciosa novia estaba rompiendo mi carne y casi mi mano. Tenía que fingir que no importaba aunque en verdad quería ponerme a gritar junto a ella.
― ¡No vuelvas a tocarme, Edward Cullen! ―bramó en un grito que la dejó sin voz.
Dejó caer su cabeza sobre la dura superficie de la cajuela de la camioneta, zarandeó mi mano con desesperación volviendo a gritar cuando otra contracción la abordó.
Renee rio nerviosa frotando la otra mano de su hija que sujetaba con fuerza arrolladora. El rostro de mi mujer estaba completamente enrojecido y perlado de sudor, sus carnosos labios se habían vuelto completamente secos y blancuzcos.
― ¡Mamá! ―gruñó mi Bella― ¡No dejes que me toque!
Renee asintió con una sonrisa tranquilizadora. Sabía que se estaba esforzando en ser fuerte para su hija, al menos yo lo estaba siendo aunque sentía un jodido miedo.
― ¡Maldita sea!―gruñó Charlie acercándose a nosotros―. Mi niña está sufriendo, está dando a luz y ni un inútil policía se acerca a socorrernos. ¿¡A dónde se van mis impuestos?! Demandaré al maldito estado por dejar a mi niña sin atención médica.
― A ver… ―intervino Jasper pegado a su móvil y empujando a mi suegro fuera del camino. Mi intrépido amigo seguía las indicaciones que el servicio de emergencias le brindaba. La chica emo también se acercó e hizo a un lado a mi suegro, haciéndolo gruñir―. Dice que mires si ha coronado ―indicó Jasper a la chica.
Esta levantó la manta a cuadros que cubría a mi Bella de la cintura para abajo. La pelinegra frunció su entrecejo mirando con suma atención la vagina de mi mujer, su rostro se contrajo en una mueca en sus labios color morado, nos miró con precaución.
― ¿Qué es coronado? ―inquirió ella sin tener idea.
― Háganse un lado ―ordenó la abuela Marie. Sujetó los tobillos de Bella flexionando sus piernas, echó un vistazo a mi mujer inspeccionando con ojo clínico y levantó su vista a nosotros―. Ha coronado ―murmuró― la cabecita del bebé está en posición, ha entrado en labor de parto.
El agarre de Bella fue más fuerte.
Me estremecí. No sabía si por el dolor que causaban las uñas de Bella o por recibir a mi bebé en plena carretera en una noche fría. Zafrina me dio una pequeña palmada en mi hombro y me brindó una sonrisa alentadora mientras seguía aluzando a mi mujer con la lámpara de su móvil.
Bella volvió a gritar de forma escalofriante que su rostro se enrojeció nivel granate mientras empezaba a pujar con fuerza, ya mi mano estaba siendo arrancada casi de la muñeca. Reprimí mi dolor con una leve sonrisa y traté de quitar el sudor de su frente con mis dedos.
― Solo puja cuando te lo indique ―ordenó la abuela― a la cuenta de tres, cariño.
Bella levantó levemente su cabeza y pujó con intensidad cuando la abuela contó tres. Para estas alturas ya no tenía sensibilidad, tal vez me había arrancado mi mano y había quedado manco.
― Dios... ―susurró Jasper ganando mi atención. Él enfocó la cámara de su lente en el rostro de mi chica― siento que en cualquier momento se transformará en la niña del exorcista, mira, solo falta que vomite verde y su cabeza de vueltas.
Le di un leve puntapié que lo hizo desvanecer al tiempo que escuché un fuerte chillido de bebé.
Mi corazón se detuvo.
Fue una sensación pausada y detenida en el tiempo.
Un enorme y robusto bebé enfurecido lloraba.
― Sirve de algo, muchacha ―gruñó la abuela a la chica emo― pasame algo donde envolver al niño. ¡Es un niño!
No sabía sin ver a Bella o ver a mi bebé regordete que lloraba con fuerza. Mis ojos volvieron a Bella; sus párpados se mantenían cerrados en su rostro cansado, se veía débil. Mucho.
De pronto un cuerpo regordete, mucho muy regordete fue puesto en el pecho de Bella. Estaba envuelto en el suéter azul que Jasper usaba, y que a estas alturas no importaba dónde estaba él.
Fue que mi Bella abrió los ojos débilmente, sonrió, besando la frente del gordo. Lo envolvió con sus brazos. Los abracé, tratando de brindar calor a los dos, me puse a repartir cortos besos en la cabeza de mi mujer mientras con mi índice recorrí las gordas y calientes mejillas de mi hijo.
― Bienvenido, Jay Anthony ―dijo mi Bella.
Nuestro bebé abrió la boca y su rostro se enfureció soltando un fuerte llorido, coloreando su rostro con un rojo intenso mientras sus pequeñas manos seguían siendo puños. No le había gustado su bienvenida.
― Hola, Jay ―dejé que apresara mi dedo con su mano― soy papá.
Nuestra burbuja se vio interrumpida por los murmullos de los demás, no presté atención a nadie. Mis ojos solo querían estar fijos en las dos personas que ocupaban mis brazos.
Mi mujer y mi hijo.
― ¿Otra vez ustedes? ―escuché una voz conocida.
Levanté mi vista y la lámpara de un policía iluminaba mi rostro y el de mi Bella. Me tensé al reconocerlo y supe que mi mujer también lo hizo. Era el mal geniudo policía de aquella madrugada, el que nos llevó esposados a la jefatura, el mismo que nos encontró en el parque.
― Así que sus arrumacos en los coches trajeron vida ―concluyó el policía. Nos sonrió mientras empezaba hablar por radio pidiendo ayuda―. Pueden seguirme, los escoltaré.
― ¿Qué quiso decir? ―preguntó Charlie viendo hacia todos lados.
Pero nadie le hizo caso, dejándolo con sus dudas en plena carretera.
Había temas más importantes que hablar y yo estaba listo para hacerlo… no podía esperar más.
Buenas noches. Espero con mi corazón que sea de su agrado el capítulo de hoy. Me costó mucho terminarlo, ojalá y puedan dejarme su sentir sobre él.
Adelanto los martes en el grupo de Élite Fanfiction y también el mío.
Agradezco sus favoritos, follows y reviews que me dejan.
A quienes comentaron todo mi agradecimiento especial: Danny CullenMa, Veronica, Mar91, Leah De Call, Lily, ALBANIDIA, Jane Bells, Diannita Robles, Lizzye Masen, Dulce Carolina, Jade HSos, Cassandra Cantu, Flor Mcarty, PaolaValencia, Moni, terewee, Lidia Hernández, mrs puff, sandy56, RakelLuvre, Torrespera172, liduvina, Vivi19, Ximena, ClaryFlynn98, Elizabeth Marie Cullen, Angi, Patty, cocoa blizzard, Maryluna, Adriu, isalovecullen, Sther Evans, Lectora18, Antonella Masen, saraipineda44, Ady, Lidia, Danaris14, Lili Cullen-Swan, Diana, Ana, Rini Chiba, Iza, Raque, NarMaVeg, Heart on winter, solecitonublado, kasslpz, Lizdayanna, Pepita GY, kattymeyer2307, Liz Barraza, Isis Janet, Fallen Dark Angel 07, Franciscab25, Andrea, Eli mMsen, JohaMalfoyCullenLightwoodBane, solecitopucheta, EmilyChase, Cinthyavillalobo, rociolujan, y comentarios Guest.
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