Sangre.

Su sangre Bullía.

Y toda ella olía a sangre.

Pese al viento que golpeaba sin piedad su cuerpo, mientras a cuatro patas corría rumbo al bosque, el olor no se iba… ese maldito olor a sangre no se iba.

Y el frío contacto con el aire no hacía mella en su hirviente piel.

-.-.-

Sangre, estaba asqueada de la sangre.

Estaba horrorizada de que perteneciera a su novia.

Y estaba atemorizada de querer más.

No supo cuánto duró corriendo, podrían haber sido minutos u horas, todo se sentía tan atemporal. Los únicos dos actos de consciencia que recordaba habían sido parar el ataque a Adora y el querer dirigirse al lugar más inhóspito y solitario que pudiese encontrar.

Bueno, quizás tres actos, había visto a las guardias y escuchado sus voces llamarla hace un incalculable tiempo atrás, pero siguió corriendo como si su vida dependiera de ello.

Quizás así sea.

Aunque también podría ser que ese último acto no correspondiese a un vestigio de raciocinio o bondad, sino a miedo y culpabilidad… o a instinto animal. No lo sabía en realidad.

Lo último era lo más probable, eso es lo único que sentía ahora gobernar sus pensamientos.

Instinto

Corría por instinto.

Escapaba por instinto.

Sabía que todo estaba perdido.

Solo le quedaba escapar.

Llegó a la frontera de los bosques y sin pensarlo dos veces se internó sin mirar atrás.

Escapar, correr, huir para sobrevivir.

Aunque una parte de sí quería morir.

Su velocidad se vio mermada por los árboles tupidos que abarrotaban aquellos enigmáticos territorios, y eso la frustró, dando un gruñido de inconformidad.

Por lo menos con la velocidad sólo sentía un ápice del propio y metálico aroma, la adrenalina hacía que su mente se enfocara en el camino de la huida y su tacto consistía en el breve roce con el pasto cada vez que sus extremidades tomaban impulso para seguir en su desesperada misión.

Pero ahora que la carrera terminó, todo de golpe la abordó.

Actualmente sin ese factor que acapara sus sentidos, podía sentir la potencia del pestilente olor salpicado en sus prendas, manos y sobre todo en las garras… esas garras que en la Horda habían sido fuente de orgullo, las consideraba ahora malditas, un recordatorio perenne de lo dañina que podía ser con quien más quería.

El dolor de sus extremidades era otro factor que ahora notaba, palpitaban haciéndola más consciente de su desaventurada existencia; eso sumado al sudor, al agitado bombeo de su corazón y al calor que seguía bullendo dentro de sí, pareciendo lava que recorría sus venas e irradiaba su elevada temperatura a la piel enfocándose especialmente a su sexo.

Todo le resultaba abrumador, pero aun así su camino continuó.

La adrenalina había bajado un poco al estar adentrándose en la maleza; continuó en su pose cuadrúpeda dando pasos exploratorios mientras su mente comenzaba a concentrarse en pensamientos más allá de la primitiva necesidad de escapar, como buscar un maldito río para enjuagarse el tormento carmín que la agobiaba y por supuesto… la culpabilidad.

La ausencia de potenciales presas femeninas a la redonda quizás hizo que sus hormonas se aplacaran brevemente y sea lo que le permitió pensar con un poquito más de claridad.

Rendida, supo el peso de lo ocurrido y eso carcomió su existencia.

Había lastimado a la salvadora de Etheria.

A la heroína She-Ra.

La mujer más alabada de ese maldito planeta.

Todos la odiarían.

La despreciarían, la cazarían y la matarían.

Ese fue el 50% del peso de su huida, su cobarde justificación de fuga, el sentido de supervivencia que motivó su escape. Pero lo que en realidad la afectaba era la otra mitad del porcentaje.

Había lastimado a su mejor amiga.

Aquella que se crio con ella.

La bonachona que la defendió a capa y espada desde niñas.

La chica con corazón de oro que le perdonó lo imperdonable, una y otra vez.

Que la colmó de segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades.

Había ultrajado a la razón de su redención.

A su motivación de cada día.

A la mujer que más quería.

A su amada novia.

A su razón de vida.

¿Qué le quedaba ahora?

Nada.

Ella era nada y con la nada se fundiría.

La felidae suspiró, siguiendo en su caminar resignado.

Nuevamente el tiempo era un concepto ajeno a ella. No supo cuánto había caminado por el bosque ni tampoco cuándo había pasado de la pose cuadrúpeda a la bípeda; menos aun supo en qué momento la luz comúnmente clara luz de luna había adoptado un tenue brillo azulado que se filtraba entre las copas de los árboles.

Ella solo sabía que estaba caminando en modo automático guiada por el sonido y el olfato que la hacían ubicar un riachuelo cercano.

Finalmente llegó a su destino y con igual apatía se metió en las aguas.

No eran muy profundas, apenas daban hasta su cintura por lo que sin pensarlo dos veces se acuclilló hundiéndose por completo en la gélida humedad.

A la mierda su Hidrofobia, esto era lo mejor que se había sentido en horas.

La ligera corriente iba poco a poco lavando los restos de sangre tanto de sus prendas como de sus manos y garras, tuvo el increíble deseo de con sus propias garras rastrillarse la piel y ropas para ayudar a que el aroma del pecado cometido se fuera de ella con mayor velocidad, aún a riesgo de sacar su propia esencia… prefería por mucho estar cubierta de su propia sangre a la de ella… pero su cuerpo, mente y espíritu estaban tan agotados que simplemente quedó allí, como un peso muerto queriendo que la corriente se la llevara en su totalidad.

La temperatura baja del líquido transparente aplacó un poco la onda de calor que su cuerpo aún padecía. En toda ella, incluyendo su sexo hirviente, comenzó a sentir un entumecimiento producto del frío.

Extrañamente no se sentía mal, se sentía agradable esa gélida insensibilidad.

"Quizás podría quedarme aquí eternamente" -Pensó- "Morir de hipotermia no suena tan mal en realidad… al menos moriré sin sentir más…"

Pese a sus pensamientos y sus ganas infinitas de quedarse bajo el agua, sus pulmones irritados clamaron por oxígeno y tuvo que volver a su posición normal para poder respirar.

Grave error.

Apenas unos segundos después de salir del agua sus fosas nasales se ensancharon y su cola húmeda se erizó, un olor llamó su atención.

Contracorriente comenzó a avanzar lentamente, caminando sin salir del agua.

La curiosidad la guiaba.

¿Qué olía tan bien?

¿Qué era tan llamativo?

Tan atractivo… tan delicio…

—Oh no… -con un hilillo de voz temblorosa, apenas susurró.

Pese al agua fría que aún luchaba por entumecerla de la cintura para abajo, desde su intimidad un pulsátil calor comenzó a emerger mientras observaba lo que la curva de río por el cual andaba, ya no ocultaba.

Una caprina más joven que ella estaba ajena a su presencia, totalmente concentrada en observar la luna de halo azul por medio de un complejo telescopio.

La chica de pequeños cuernos hizo unas anotaciones en un cuaderno y tras bostezar y desperezarse avanzó al borde del rio para lavar un poco su rostro y despertarse con la fría agua. Catra lentamente se agazapó, dejando solamente la mitad de su cabeza y orejas fuera del agua; allí fue cuando pudo escuchar extractos de una conversación que la joven híbrida tenía con ella misma.

—Debo resistir despierta, el hechicero mayor estará orgulloso con los datos de la luna azul que estoy recolectando -se animó a sí misma, mientras que con una toallita de mano sacada de su túnica se secaba el pelaje blanco de su rostro- Les demostraré que no se necesita ser mayor de edad para poder realizar un reporte excelente y ascender de rango en hechicería.

La felidae quedó estupefacta al sentir la maldita parte animal de ella salir a flote nuevamente con las sensaciones incómodas de latente calor y pensamientos que le causaban terror.

Es menor, seguramente es virgen, será ideal para aliviar esta necesidad…

"¡NO!"-Se gritó mentalmente- "¡¿QUE MIERDA ME ESTÁ PASANDO?!" aún semi hundida en el agua la felina presionó con frustración sus garras contra las propias palmas, sacando sangre de estas, los hilillos carmesíes que brotaron de las marcas fueron diluidos y llevados por la corriente- "Se supone que solo puedo sentir atracción por mi persona vincular o por hembras en celo, pero ella… ella es tan solo…"

Pero la hueles ¿No?

Como libros viejos, caoba y rosas mezcladas.

Aún no está vinculada, no ha sido reclamada.

Tan pura, tan casta.

Si te acercaras, podría ser enteramente tuya…

"¡He dicho que no!"- se regañó mentalmente una vez más mientras retrocedía los pasos que inconscientemente había avanzado – "¡No soy una maldita enferma!"

Su respiración se agitó más y más y sentía que podía escuchar el circular de su propia sangre de forma veloz por su cuerpo.

¿Más efectos de la droga? ¿Solamente el celo?

Simplemente no podía resistirlo más

Soltando un grito desesperado la felina salió del agua y corrió a trompicones internándose más en la espesura del bosque, tratando de dejar atrás con desesperación a aquella muchachita antes de cometer un nuevo acto de horror.

Tras de sí dejó a una asustada Caprina que con ese cuasi-rugido escuchado, como pudo recogió sus implementos investigación y en presurosa carrera aplicó el protocolo de huida que en clases anteriores le habían enseñado sus maestros, escapando por una secreta gruta protegida por fuertes hechizos mágicos; alejándose así definitivamente de cualquier peligro traicionero producto de criaturas que estuvieran al acecho.

Dicha información no pudo saberla Catra; en su frenesí de terror por lo sentido y pensado seguía en modo automático escapando, ahora encontrándose saltando de rama en rama de árbol. Una parte de ella captó que el olor de la chica ya no estaba presente, pero de todas formas continuó su fuga hasta que un nuevo olor a sus sentidos llegó

Olía a canela y zarzamoras mezcladas con el peso de los años.

Desde lo alto de una rama observó hacia el suelo, donde por un arbusto emergía una tierna viejecilla de piel lila y cabello blanco desordenado.

—Mierda… -susurró, angustiada de que la situación se haya tornado a peor.

Aún su cuerpo se sentía ansioso, necesitaba saciarlo, necesitaba enfriar el calor y calmar el dolor.

La viejecilla siguió en lo suyo como buscando algo o alguien entre los arbustos.

Sabía que susurraba algo y normalmente Catra habría podido escucharlo, pero su propia mente estaba gritando tanto para no cometer algún fallo que perdió lo que sea que la anciana estuviese exclamando.

No es de tu gusto… ¿Pero eso en verdad importa?

Es una presa indefensa por la edad,

Fácil de cazar.

En una cacería sería la primera de la manada en ser atrapada sin duda alguna.

Además, lo importante es que es mujer y sirve para tu necesidad de dominio y saciedad

¿No?

No…

¡NO!

Temiendo que moverse generase alguna reacción en cadena, decidió quedarse quieta en su lugar; así no corría el riesgo de hacerse notar o peor, de abalanzarse a la mujer de mayor edad.

Su mente siguió luchando con los pensamientos asquerosos, se sintió tan fuera de sí… así no era ella… esto era frustrante, tan grotesco… quería que se acabe ya, quería apagarse y no sentir ni pensar.

Ante la abrumadora cantidad de sensaciones e ideas, su cuerpo frustrado, sensible y confundido comenzó a temblar. Sus garras se hundieron en la madera del árbol donde estaba encaramada, dejando marcas como evidencia de cuanto costaba su resistencia.

Aquellos espasmos y agarre feroz duraron unos cuantos minutos después de que la anciana de su vista desapareció y sin resistir un segundo más siguió de forma veloz la dirección contraria de aquel olor.

Estaba cansada,

Cansada de huir.

Cansada del dolor.

Y de la necesidad.

Su cuerpo urgía en ansias,

pedía a gritos saciedad…

Ya no quería encontrarse con nadie,

temía que a la siguiente vez no pudiese escapar.

De repente los árboles para saltar frente a sí se acabaron llevándola a parar estrepitosamente su desenfrenado avance y lo vio.

Un claro llamativamente extraño de plantas que, pese al brillo azulado del cielo, se notaban ante su aguda vista de color verde con pequeñas y abundantes florecillas de toques amarillo, rosado y púrpura yacía ante sí. La concreta explanada de cama vegetal, cercada de longevos árboles, parecía invitarla a bajar, acostarse, restregarse y disfrutar.

Y lo pensó.

Sabía que el libro decía que la autosatisfacción no aplacaba el celo,

que al final incluso lo avivaba más.

Pero… ¿Tenía otra opción?

Era eso o seguir con ese comportamiento y lastimar a alguien más…

—Quizás… quizás para mi especie si funcione -intentó autoconvencerse- tal vez cuando logre llegar al clímax toda esta locura pasará…

Aún no estaba convencida, pero miró sus lastimadas manos, observó el suelo y de un ágil salto bajó al límite del claro.

Sea como sea, ya no podía resistir más.


El brillo azul del cielo se había avivado más, Adora no podía ver la luna en sí por lo tupido de las copas de los árboles, pero el resplandor azulado que se filtraba entre hoja y hoja mientras avanzaba era una clara muestra de ello.

¿Cuánto llevaba caminando?

¿Cuánto faltaría para encontrarla?

Eran preguntas que se repetía mentalmente con el paso de cada minuto.

Al llegar al límite del bosque en su corcel, había tenido nuevamente que convencerlo de dejarla sola; y cuando finalmente lo vio partir no dudó en internarse en la misteriosa espesura.

Cualquiera diría que esos bosques ya le resultarían familiares después de haberlos recorrido tanto entre batallas, escapes y entrenamientos… pero la verdad sea dicha, seguía resultando para ella una incalculable extensión igualmente desorientadora, teniendo que llevar su dispositivo electrónico para poder llegar al punto objetivo o confiar en su magia para ubicar la ruina o vestigio de Los Primeros. En esta ocasión pasaba algo parecido a lo segundo mencionado.

Seguramente era ese Vínculo que mencionaba el libro.

Era una sensación extraña.

No desagradable, simplemente… peculiar.

Un tirón de cuerpo alma y corazón.

Un llamado, un instinto de por donde debía ir.

Como una estela de olor atrayéndola.

O un hilo atado entre su meñique y el de ella,

Que se veía jalado incesantemente.

Apremiándola a apresurar su paso.

Y así lo hizo.

De la caminara al trote, o al menos lo que podía esquivando raíces, atravesando arbustos e incluso saltando un riachuelo donde supuso ella había estado puesto que el aroma en la zona resultaba fuerte… y desesperado.

Por ahora, de su mente habían quedado fuera los pensamientos del trauma vivido en Luna Brillante; estaba totalmente concentrada en su objetivo: Localizar a Catra y salvarla.

Porque sabía que estaba perdida, no solo literal sino también en metáfora.

Suponía que su mente debía estar dispersa, saltando de pensamiento en pensamiento negativo.

Culpa

Autocastigo

Tristeza

Y hasta delirio

La sensación de pesar que su ser embargaba no la dejaba en paz. Esta extraña conexión con ella era más fuerte que nunca, se sentía tan veraz, casi tangible, tanto que si estiraba las manos la podría palpar.

En su camino paso a paso que daba la angustia crecía dentro de sí y con ello el trotar se tornó en una descuidada carrera de desesperación.

Sentía su miedo, su terror.

Su primitiva necesidad, su autodesprecio y desesperación.

Dado su frenético trayecto tuvo que frenar a raya para evitar chocar con una conocida y querida anciana.

—¡Mara querida! -gritó con alegría mientras se dirigía al arbusto por donde había escuchado el estrépito- ¡Por fin te encuentro!

—Agh… Madame Razz -susurró la rubia, levantándose adolorida del suelazo que se había dado para no lastimar a la benevolente dama- ¿Qué hace tan tarde en medio del…? -Habiendo salido del arbusto, la joven mujer había comenzado a sacudirse la tierra de sus prendas, sin embargo, ante lo escuchado, paró en seco y entrecerró los ojos- Espere… ¿Me estaba buscando?

—¡Pues claro tontita! -Exclamó la adulta mayor con obviedad mientras le daba un golpe a la ojiazul con su escoba a lo que Adora gimió nuevamente de dolor- He pasado largo tiempo buscándote- ¡Es urgente! ¡Debemos encontrar a Adora!

—Ya le he dicho que yo soy… ah…. -La ojiazul llevó una palma a su rostro en señal de frustración, no tenía tiempo para esto y era mejor seguirle la corriente a la adorable pero exentica viejecilla. Después de todo quizás al igual que la otra vez ella pueda ayudarla- dígame por favor Madame ¿Qué sucede? ¿Por qué necesita encontrar a Adora?

—¡El tesoro perdido! ¡Su tesoro está en el centro del bosque, escondido! – gritó alterada, haciendo ademanes -

"Así que del centro del bosque es de donde siento su incesante llamado…"-pensó Adora

—Gracias Madame y no se preocupe, yo le haré llegar su mensaje -respondió la joven Irguiéndose con mirada decidida.

El rugido de angustia de su pecho que brevemente por la conmoción había sido interrumpido, recuperaba el dominio de su ser impulsándola a seguir. Sin haberse dado cuenta de que se estaba alejando, la huesuda mano de la anciana la detuvo.

—No lo entiendes Mara… ¡Ese es el lugar! ¡El lugar donde lo que se siembre, se cosechará! – Profetizó la mayor peliblanca, cuyos lentes que reflectaban el brillo celestino de la noche le daban un aire tenebroso- Recuérdale por favor lo que te mandé a decirle la otra vez... -rogó la anciana, luciendo ahora compungida- todo depende de ella... Debe fluir si en verdad quiere seguir…

Las profundas pero enigmáticas palabras de Razz fueron captadas por Adora, más apenas y si fueron procesadas. No estaba en condiciones para resolver acertijos cuando esa sensación dentro de sí la apremiaba. Su persona vincular la llamaba y la necesidad de alcanzarla era más fuerte que la de escuchar más palabras.

Con el último gramo de delicadeza que le quedaba se soltó sutilmente del agarre de la peliblanca, la abrazó brevemente a modo de agradecimiento y dando un asentimiento como despedida salió corriendo hacia su amada.

Razz quedó quieta viendo partir a la más joven y lastimeramente suspiró. La decisión de aquellos ojos era un buen augurio, solo esperaba que esa misma expresión estuviese reflejada en los ojos de Adora y que las palabras fueran entregadas y reflexionadas sin demora.

Si todo saliese bien…

La felicidad y la vida labrarían sus propios caminos a este mágico mundo.

Sería un bello destino, digno de ser vislumbrado.

Su sola probabilidad la había emocionado.

Pero si no…

Ella no quería pensarlo.

No quería ver la sangre de su querida Adora derramada.

No quería visualizar los rostros tristes de los etherianos.

No quería ser testigo de otra criatura de aquella raza terminar su existencia…

Aunque esta vez bajo sus propias garras.

—Dos caminos diferentes regidos bajo una sola decisión-susurró la anciana mientras una lágrima escapaba de sus cansados ojos- Fluyan como la magia de Etheria. Suerte para ambas…

Dejando que su tenue voz sea llevada por el viento, comenzó a avanzar en dirección contraria, rumbo a su morada.

Ya todo estaba dicho y las cartas habían sido echadas.


—No… No… ¡No! -La exasperada felina se retorció gritando- No puedo hacerlo… Mierda… ¡Ella! ¡Necesito que sea ella! ¡Quiero que sea ella!

Las lágrimas escurrían por sus mejillas como torrentes mientras la necesidad de su cuerpo la consumía. Lo había intentado, en serio que lo había hecho… pero, aunque los fluidos de su sexo habían aumentado ante la fricción de su mano sobre la ropa, no había conseguido placer alguno.

La incomodidad la había abrumado.

El calor exasperante aumentado.

Y ningún orgasmo la había embriagado.

Simplemente no podía ella sola.

Sentía que en cualquier momento iba a volverse loca, si es que ya no lo estaba, por el apetito fatal que su cuerpo exigía compensar.

Por un breve momento pensó que, si alguien se acercaba, se seguro la vería miserable; allí acostada en posición fetal en medio de la cama vegetal, con ojos cerrados retorciéndose en su angustia, cabello desordenado, orejas caídas, con espasmos musculares, pezones en punta que se marcaban a través de su blusa, la cola recogida entre las piernas y un coño húmedo pero insatisfecho que pulsaba como dolorosa protesta por no estar colmado de algún placer perfecto.

Su insatisfacción e incomodidad se traducían en quejidos lastimeros, entre los cuales muy frecuentemente se entretejía el susurrante y entrecortado de un solo nombre.

Adora

La necesitaba… la quería a su lado…

Sentía como su cuerpo y alma la llamaban

Y entre la bruma confusa de la frustrante excitación, más de una vez la sintió acercándose…

Pero era una ilusión ¿No?

Una mera broma de su imaginación por su inmenso deseo y añoranza

La verdad es que ella no sabía dónde estaba

Nadie lo sabía.

Y por el bien de todos, en especial de Adora, así debía quedarse.

"Así es mejor" -pensó entre dolores y amargas sensaciones- "Si estuviera cerca no sé cómo actuaria… y no quiero otra vez herirla…"

Una y otra vez su mente se repetía ese mantra. Estar alejada era lo adecuado, no quería ser una vez más la bestia que la lastimara, no quería transformarse en ese monstruo primitivo y dañar de nuevo a la mujer que tanto amaba.

Pensamiento a pensamiento intentaba autoconvencerse ello… pero era más fácil decirlo que hacerlo cuando tenías un cuerpo tan sensible sediento de sexo.

La lucha física y mental la tenían agotada lo cual pensó que quizás era bueno… al menos así no tendría las fuerzas ni la capacidad de buscar alguna víctima para saciar su celo.

Sin embargo, ese sentimiento que pensó alucinatorio comenzó a apabullarla.

Se la imaginaba viniendo, la sentía acercándose.

Casi palpaba su preocupación desbordante.

—No idiota… -susurró entrecortadamente entre dolorosos jadeos, ya no sabiendo si su intuición era ficción o realidad- no lo hagas… aléjate… por favor…

Pero para bien o para mal, el inconfundible aroma golpeó sus fosas nasales, ensanchándolas y provocando que los vellos de la espalda, cola y orejas se erizasen.

Era su mezcla preferida, un coctel entre vainilla, sudor,

y ese olorcillo tan característico que la hacía salivar y que solo su novia expedía.

De sopetón abrió los ojos y aquellos orbes aún color sangre se toparon con una mirada azulina, observándola con igual dosis de ansias y temor abundante.

Ella está aquí.

Ha venido a por mí.

Ya no hay escape.


Apenas llegó al borde del claro, sus ojos se encontraron con los de la mujer que tanto estaba buscando. Tragó grueso al verlos aún de ese insano color que le recordaba la sangre que de sí había brotado. Que ella había arrancado.

Una nueva ola de miedo atravesó su médula cual corriente eléctrica.

Esta allí, la había buscado y encontrado al fin, pero… ¿En verdad estaba lista para dar el paso definitivo? Dio un paso atrás y una rama bajo sus pies crujió llamando la atención de la híbrida cuyas orejas se crisparon.

Adora podía ver en los ojos y expresión de Catra su lado salvaje visiblemente pululando. Esas ganas de atacar y poseer eran tan grandes… tanto como el miedo que los mismos orbes y la posición corporal revelaban.

Y lo supo.

Catra estaba tan asustada como ella, y ella estaba tan asustada como Catra.

Una parte de su mente recordó sus propios pensamientos en luna brillante.

No estaba lista totalmente… sabía que aún había cosas que superar…

Pero por lo que veía Catra también tenía igual cantidad de problemas y culpabilidad.

Juntas podrían superarlo.

Juntas siempre habían podido sobrellevar cualquier problema.

Juntas podrían salir de esta.

Solo tenían que unirse definitivamente

La conexión perpetua.

Estrechar su Vínculo

—Fluir como la magia de Etheria… susurró con un hilillo de voz recordando las palabras de Razz; su tono, aunque bajo alteró a la acurrucada mujer del claro que se erizó y encogió más.

En toda Catra se mostraba la dicotomía de su lado animal y humano, queriendo saltarle encima seguramente para culminar lo que en luna brillante había comenzado; pero al final absteniéndose, rechinando los dientes y abrazándose a sí misma mientras hundía sus garras en sus bíceps en un intento desesperado por controlarse y mantenerse centrada en su lado humano.

Desde que sus ojos se toparon con los de la felina, la expresión de Adora cambió cinco veces mientras procesaba la situación y analizaba a la mujer que frente a ella yacía solitaria en un visible dolor: Pasó primero por el estupor, rozando el miedo, empapándose en un charco de compasión, deslizándose a la empatía y finalmente adentrándose de lleno en la determinación del amor.

Entendió que tal como dijo Razz, todo dependía de ella.

Así que por Catra y por sí misma tomó la decisión, sepultando las dudas y armándose de valor. Después de todo y pese a todo lo vivido, ambas lo querían, lo necesitaban.

Se querían y se necesitaban.

Sus cuerpos se llamaban para ceder a la pasión y entrelazar sus almas.

Tomando un profundo respiro, apreció el aroma de Catra; debía ser cosa del vínculo poder sentirlo tan fuerte y puro, tan atrayente y envolvente, tan deseable…

Olía a durazno, a hierba fresca, a sudor y vestigios de sangre que supuso era tanto suyos como la de ella… pero sobre todo predominaba aquella esencia autóctona, ese aroma característico que cuando dormía al lado de la felina había sentido un sinnúmero de veces, aunque de forma más leve, cuando hundía la nariz en la delicada curva del cuello de su novia.

El aroma de Catra, el dulce aroma de Catra.

Pero había algo más que se le había escapado… un aroma nuevo y extremadamente atrayente, casi tanto o más que la propia esencia cotidiana de la felina.

La híbrida emanaba una esencia que la hizo relamerse los labios y restregar los muslos de forma inconsciente al sentir una naciente humedad y necesidad en su intimidad.

Los ojos de la rubia se oscurecieron y comenzó a adentrarse en el claro, caminando de forma decidida a la fuente de lo que estaba deseando.

En un resplandor que tiñó brevemente de dorado la azulada noche, la mujer se transformó en She-Ra; la portentosa fémina finalmente llegó a los pies de la felina y desde su eminente porte la observó de cabo a rabo.

Su despertar sexual fue tardío, sí, pero no por eso significaba que antes no había apreciado las sutiles y femeninas cualidades de su novia.

El corto pero sedoso cabello.

La piel tersa de durazno.

Las delicadas pecas que pintaban sus felinas facciones.

Aquellos ojos cuya mirada la atontaba y le robaba el aliento.

Sus pequeños pero firmes pechos que ahora se marcaban en llamativos picos por la blusa.

La curva perfecta de su cintura

Esas caderas donde en las noches más de una vez pasó las manos acariciando,

con ideas más puras de las que ahora estaba pensando.

Recordó las veces en que de reojo se había quedado viendo sus glúteos o esa traviesa cola que movía frente a su rostro para molestarla.

En ese entonces al verla había sentido un difuso calor y aceleración del corazón.

Ahora sabía cuál era la causa.

Desiderátum

El germinante deseo.

La aflorante tensión y añoranza de una inconsciente pasión.

Una naciente e incomprendida excitación.

¿Cómo pudo no darse cuenta antes?

¿Cómo pudo perder tanto tiempo?

Pero no valía de nada lamentarse ya… Solo quedaba recuperarlo

Aquí estaban ellas dos, de una u otra manera, dispuestas a todo.

Los ojos de la salvadora de Etheria, aun visiblemente inundados de deseo, esta vez brillaron; tan cerúleos como la luna ahora totalmente azulada que regía la bóveda celestial. Se clavaron en los ojos escarlatas que la observaban atentamente, analizando su posición corporal, evaluándola con una mezcla de excitación y desafío en su mirar.

She-Ra sonrió con gran suficiencia y seguridad, ya sin una gota de duda en su actuar.

Relamiéndose los labios y con una voz para sus propios oídos inesperadamente grave, que visibilizaba la creciente sed por la mujer que tenía al frente, pronunció con fogosidad.

Es tiempo de actuar.


En el cuerpo de Catra peleaban dos corrientes tan contradictorias que temía en cualquier momento partirse en dos. Una de ellas la refrenaba por el miedo a lastimar a su ser amado mientras que la otra la impulsaba a poseerla como tanto lo había anhelado.

El contacto visual y la escucha de su voz definitivamente no estaban ayudando a mantener su lado animal enjaulado… menos aun cuando finalmente la vio hacia si misma avanzando.

Cada gramo de su ser se concentró en no abalanzarse a ella mientras la observaba dar paso tras paso y despojarla de sus ropas… eso al menos hasta ver la fulgurante luz que dio paso a la imponente amazonas que ahora la estaba mirando.

Tan igual y tan distinta

Sabía que She-Ra era Adora, que dentro de ese cuerpo de músculos tonificados que mezclaban en perfecta armonía la fuerza y femineidad, se albergaba la hermosa alma de su amada novia.

Pero había una energía abrumadoramente potente emanando de su ser.

Aún más de lo normal.

Antes había olido sus inseguridades, sentido sus miedos, casi palpado sus dudas.

Sus instintos animales no fallaban y su vínculo con la mujer todo lo revelaba.

Pero ahora todo lo que emanaba de ella, de aquella rubia de mirada altanera,

era decisión, deseo y seguridad.

Tragó grueso.

Los ojos de She-Ra transmitían lo que ya identificaba plenamente como lujuria; imposible no hacerlo después de todo lo vivido y aprendido desde su última pastilla residual de la Horda.

Dentro de sí, una tercera energía comenzó a tomar dominio. Y se sintió nerviosa ante eso.

Ya no era el miedo a lastimar.

Tampoco la tentación de violar.

La energía que segundo a segundo tomaba vigor en ella era la de rendirse y dejarse llevar.

Frunció el ceño y dio un bufido mientras su cola se erizaba, y aún con el cuerpo debilitado intentó adoptar una posición cuadrúpeda de ataque-defensa. El lado instintivamente dominante de la parte animal de su ser no se iba a rendir con tanta facilidad. Debía dar la lucha, y lograr doblegar, no importaba que ese nuevo deseo creciente la alentara a someterse.

Sus orbes carmesíes observaron desafiantes a los zarcos luminosos de la salvadora de Etheria.

Rojo y azul luchando en penetrante mirada sin parpadear… ambas siendo cazadora y presa, esperando la apertura adecuada. El momento finalmente llegó cuando la voluptuosa voz de la rubia irrumpió la tensión ambiental.

Es tiempo de actuar.


Ni bien terminó de hablar, el ataque vino. Sin embargo, fue fácil de esquivar. No supo si era a causa de que sus habilidades como She-Ra habían mejorado o si el estado alterado y primitivo de Catra no le estaba proporcionando los astutos y gráciles movimientos que normalmente daba.

El careo comenzó con los incesantes ataques de la híbrida celar, pero uno a uno los zarpazos fueron esquivados sin el menor pesar.

Parecían estar en una especie de danza o sparring y cualquiera diría que la salvadora de Etheria estaba perdiendo el baile de batalla, puesto a que no partía a la ofensiva y solamente retrocedía y esperaba.

La verdad sea dicha, ella solo estaba esperando la oportunidad perfecta para que aquellos asincrónicos y salvajes movimientos le dieran el momento perfecto para ejercer el sometimiento.

Agacharse, saltar, retroceder y esquivar; una y otra vez repetir acciones sin embargo no estaba cansada, y esto no disminuía su ánimo.

Por el contrario, la excitaba.

La humedad entre sus muslos y la sonrisa creciente la delataban.

Y esa muestra de confianza a felina parecía aún más frustrarla.

Pero She-Ra no necesitaba atacar, no era su objetivo…

Después de todo solo había una forma en que esa noche quisiera hacer gritar a Catra.

Admiró la tenacidad de la felidae, muy aparte del inestable estado mental que mermaba su normalmente buen desempeño, su cuerpo lucía debilitado y se la notaba cansada; pero, aun en ese estado, había sacado para confrontarla.

Sin embargo, como bien supuso ese impulso no duraría por mucho.

Tras un último zarpazo que solamente rasguñó el aire, la felina se detuvo apoyando sus manos en las rodillas, totalmente jadeante. Sin dudarlo She-Ra aprovecho su oportunidad.

Con un movimiento rápido se colocó detrás de la felina agarrándola desde la espalda con un brazo rodeando su fina cintura.

La híbrida aún jadeante del esfuerzo infructuosamente dado comenzó a retorcerse intentando escapar; desesperados movimientos de brazos fueron lanzados hacia atrás intentando con las filosas garras negras lastimar a su captora, sin embargo, su trabajo fue bloqueado totalmente cuando con un solo y preciso movimiento, la rubia capturó ambas muñecas de la mujer en celo. Un gruñido de rabia y frustración escapó de su garganta, pero este se transformó en un gemido al sentir una lamida en la parte de atrás de su cuello.

La amazona no pudo evitarlo, lamió la nuca de su luchadora de abajo hacia arriba, deleitándose con el salado sudor producto de la batalla tenida.

—Estás atrapada mi pequeña gatita-susurró en una de las mullidas orejas, tirando una bocanada de aire cálido que erizó los vellos de la más baja- ¿No crees que ya es hora de que te rindas?

—Nunca- gruñó la felidae retorciéndose una vez más, recibiendo por parte de su captora un agarre más fortificado y cercano que avivó su calor y la necesidad.

—No mientas Catra, a mí no me puedes engañar -volvió a susurrar la rubia mientras el agarre elevado de las muñecas seguía, pero el de la cintura se aflojaba y con dicha mano comenzaba a proporcionar deliciosas caricias de arriba hacia abajo en el abdomen definido de su amada- Yo sé que quieres ceder, te necesito y me necesitas… tu cuerpo no puede decir mentiras… -mencionó con placer la rubia mientras sobre la ropa pellizcaba un rígido pezón de la felina.

La situación a la felina la estaba haciendo doblegar.

El delicioso dominio la llamaba a una dulce rendición.

Los toques delicados atraían a su caliente cuerpo al sometimiento.

Y la incitación que estaba recibiendo en los picos de sus pechos la estaba enloqueciendo.

Cada toque aplacaba más y más sus anteriores miedos y su instinto dominante.

Cara caricia dura y suave la alentaban a trascender, confiar y relajarse.

Repentinamente, un vestigio de confuso pero veraz extracto de alguna conversación pasada llegó a su mente.

"Libérate, acepta y fluye"

Súbitamente, en un movimiento calculado, fue girada en brazos de la rubia, manteniendo la misma posición de muñecas elevadas y cuerpos íntimamente pegados, pero ahora frente a frente a la belleza de tez blanca. Un feroz beso le fue robado.

Ardiente, sediento, hambriento.

No tardó en corresponder con igual pasión al gesto.

Deseo puro transmitido por ambos pares de labios.

Sentimientos desbordados, expuestos, liberados.

Una nebulosa conexión poco a poco aclarándose.

Las barreras finalmente cediendo.

Energía recorriendo por las venas de ambos cuerpos.

Entremezclándose y ansiando aún más a cada segundo.

Lentamente sus labios se separaron y ambos pares de orbes se fueron abriendo.

Rubíes y Zafiros se encontraron en una abrumadora mirada que transmitía tanto.

Una ligera sonrisa fue apareciendo en los labios de la salvadora de Etheria, la delicada curva no demostraba ya autosuficiencia, mas bien transmitía un cariño inmenso, un amor puro que reforzaba los sentimientos que habían sido tan perfectamente plasmados en ese beso.

El agarre de las muñecas cedió dejándolas a merced de la voluntad de la felidae; su brazo se acunó con el otro alrededor de la cintura de avispa de su novia mientras le hablaba con dulzura.

—Estoy aquí para ti Catra, déjame cuidarte, disfrutemos de esto juntas.

Los ojos carmesíes de la más joven comenzaron a atenuar su color y aún ante la luz cerúlea de la luna She-Ra pudo vislumbrar como poco a poco volvían a el estado de heterocromía que tanto añoraba.

Más temprano que Tarde la conocida tonalidad bicolor amarilla y turquesa le devolvió la mirada; los ojos aún emanando lujuria y necesidad, pero ahora homogéneamente mezclada con el deseo de entregarse sin más. Los brazos caídos de la felina lentamente ascendieron y con sus manos acunó delicadamente el rostro de la más alta.

—Estoy lista, soy toda tuya, hagámoslo.

Ambas respiraron hondo inundándose con el aroma de la otra y procedieron a conectar nuevamente sus labios.

Esta vez el beso comenzó suave y cariñoso, pero poco a poco se fue tornando ansioso. Las manos de Catra delinearon con amor el rostro de su novia y sus brazos se envolvieron en el cuello de su novia para profundizar la conexión.

Cansada de estar un poco agachada, la rubia aprovechó el abrazo en la cintura de la más baja y sin desconectar el exquisito beso la alzó, aferrándose aún más la una con la otra; la felina no desaprovechó la oportunidad y se afianzó con ambas piernas a las caderas de su pareja dejándola entrelazada a esta.

El calor comenzó a bullir más en ambas, especialmente en la felidae, cuyos instintos comenzaron nuevamente a alocarse… pero esta vez con una orientación diferente.

Aprovechando su íntimo agarre, la esbelta mujer comenzó a restregarse en el cuerpo de su musculosa pareja, queriendo transmitir con su cuerpo lo que en palabras no podía.

Necesidad.

Su cuerpo ya no quería dominio

Ansiaba en cuerpo y alma entregarse a su amada

Dejarse cuidar y amar

Que mediante su necesario dominio le trajera la ansiada liberación

Que bajo su guía juntas llegaran al éxtasis

Y su Vínculo se sellará en paz.

De arriba hacia abajo, de un lado al otro, La salvadora de Etheria sentía los movimientos de su novia contra su cuerpo

Los duros pezones endureciendo los propios a través de la ropa

El calor de su piel transmitiéndose hacia ella

La humedad de su sexo dejando manchas húmedas en ambas rojas.

La cola ansiosamente revoloteando sin parar,

dando ligeras caricias por allí y por allá

Todo incitándola, mojándola,

aumentando su líbido a niveles que nunca habría podido imaginar.

Con cada fricción, Catra transmitía la necesidad del celo; pero también el ceder y confiar tanto en ella como para darle libremente las riendas de la íntima situación.

La primera vez de ambas.

La unión máxima de sus cuerpos y almas.

Entre besos y besos llenos de delirio, la felina soltaba necesitados gemidos que enloquecían a She-Ra. Ya no podía ni quería hacerla esperar. Ambas necesitaban más.

Comenzó a agacharse mientras el agarre de la cintura pasó a los firmes glúteos de la felina, apretándolos con deleite y trayendo con esto un jadeo ansioso por parte de la mujer en celo. Una vez arrodillada, She-Ra con delicadeza posó la espalda de su pareja en la improvisada cama vegetal del claro y se colocó encima de ella.

Una parte de She-Ra quería llevar a Catra a Luna brillante de nuevo, o a cualquier otra parte con una cama debida para comodidad de su pareja… pero no había tiempo, ambas necesitaban esto. Además, a la jadeante felina no parecía importarle, por el contrario, lucía gustosa siendo besada y tocada por las delicadas caricias de las fuertes manos que ahora recorrían su anatomía.

Rompiendo la prolongada serie de pasionales besos en busca de ansiado aire para sus pulmones, She-Ra se apartó un poco observando a la mujer que yacía debajo.

Mirada llena de deseo

Labios hinchados por el contacto prolongado

Lucía tan hermosa a la luz de la luna azul…

Acostada en una explanada de vegetación con tonos verdes, amarillos, rosados y púrpuras.

Todo el ambiente exquisitamente la ensalzaba,

resaltando tanto su lado salvaje como el humano

Allí supo que ningún otro lugar sería mejor,

el centro del bosque era el indicado.

—Adora… She-Ra… -interrumpió la felina su amorosa admiración, con un tono entrecortado por la necesidad latente de su cuerpo- por favor…

La rubia asintió y dando un último beso en sus labios, comenzó a bajar dando besos ligeros como plumas y delicados como mariposas por la mandíbula y cuello. Al sentir a su novia retorciéndose sonrió con picardía y mordió la delicada curva expuesta, sacando un sonoro gemido de la felidae.

Y es que por más amor que sintiera la amazona, y por más sentimientos tiernos que el acto implicara, ella no había olvidado su ahora bienvenida misión:

Ser dominante en este primer celo para evitar daños tanto para sí misma como para Catra.

Había sido difícil llegar a esa importante resolución y aún más complejo doblegar a la afectada; pero ahora que la tenía a su merced, tan lista y tan bella cediendo al placer… no podía imaginar mejor destino que estar aquí con ella haciendo el amor.

Ya no era una imposición,

era algo que estaba disfrutando de todo corazón.

Sus besos siguieron descendiendo, siendo alternados con mordidas todo por sobre la ropa; bajó hasta los rígidos pezones y manteniendo contacto visual con la felina, metió uno en su boca, jugando con su lengua y mojando la tela en el camino mientras el otro lo estimulaba apretándolo.

No supo que causó más deleite, si tener el pico entre sus labios para chuparlo, sentir el cuerpo de la felina estremecerse, o si en cambio fue aquella mirada ardiente que la mujer en celo le lanzaba.

Quizás era todo a la vez.

El calor entre sus piernas aumentó queriendo más; de pronto la ropa resultó por demás molesta, necesitaba deshacerse de ella. Consideró sacársela, pero…

¿Quién la podría culpar por querer demostrar un poco más de su muscular fuerza?

¿Alguien en verdad podría juzgarla por querer pasar el tedioso proceso de quitar la vestimenta e ir directamente a por el cuerpo ardiente que entre sus brazos gemía de forma hambrienta?

Seguramente Catra, una vez que acabase todo…

pero ese era un problema para la Adora del futuro.

La She-Ra del presente simplemente se dejaría llevar.

Sonrió con malicia, acto que hizo tragar grueso a la desesperada felina. Un grito de sorpresa irrumpió en el viento nocturno cuando la blusa de Catra fue rasgada cual papel por el frente, dejando a la vista un sujetador deportivo que en un parpadeo sufrió el mismo destino. She-Ra despejó la tela del camino, dejando el plano abdomen y los deliciosos pechos a la vista, desprotegidos ante la brisa, anhelantes de sus caricias.

El pelaje de Catra se erizó al verse expuesta de esa manera, en estado consciente hubiera regañado a su pareja por el imprudente actuar. Pero ahora todo lo que podía pensar era en bien que se sentía que la rubia estuviera acariciando su piel sin ninguna interferencia, ahuecando los montes de sus pechos y apretándolos sacando de si nuevos sonidos y estremecimientos.

La salvadora de Etheria repitió sus caricias anteriores para poder regocijarse en el disfrute en vivo de la tersa piel de su amada; enfocándose en masajear de forma acomedida los senos mientras disfrutaba de la vista exquisita de su novia jadeante.

Bajó su rostro y dejando un rastro de besos y lamidas en la dulce piel de su pecho, se lanzó feroz a disfrutar de los picos marrones, turnándose para darles a ambos igual atención con su cálida boca, rodeándolos con su lengua y moviéndola de un lado al otro; sonriendo de vez en vez, aún con algún botón rígido entre los labios, al escuchar sus jadeos delirantes.

Sin dejar de comerse los hermosos pechos, comenzó a bajar las manos dando ligeros rasguños en su descenso hasta llegar al pantalón de la jadeante fémina; deslizando una mano entre sus piernas para ahuecar su sexo y dar un apretón. El gemido de Catra fue música para sus oídos, y si el resto del cuerpo de su novia de por sí estaba caliente, su sexo parecía estar embebido en húmedas llamas que traspasaban incluso las prendas.

Suficiente calentamiento para ambas, necesitaba sentirla ya.

Con premura animal bajó la prenda tirándola lejos sin delicadeza alguna, y volvió a ahuecar el húmedo sexo sintiéndolo ahora más vivamente aún con la interferencia de las bragas. Dicho interior estaba totalmente arruinado, embebido en fluidos que hicieron agua la boca de She-Ra de solo pensarlos entre sus labios.

Ya habría momento para eso…

No sabía que fuerza mística la estaba guiando, si era un instinto natural del despertar del deseo sexual, algo mágico relacionado con permanecer en su estado de She-Ra o cosa de ser para Catra su persona Vincular… Pero sea como fuese, algo dentro de sí le decía que acciones tomar y la hacían sentir expedir tanto lujuria como seguridad.

Pese a no tener experiencia, todo resultaba tan natural, como si estuvieran destinadas a esto desde mucho antes que fueran conscientes de ello.

No estaba nerviosa, dentro de sí había un gran gozo al dar placer y apreciar que hermosa reacción este tendría en su novia… como ahora que masajeaba encima de las empapadas bragas y lentamente las ladeaban llevando sus largas y pálidas falanges por debajo de la tela, sintiendo por primera vez sin interrupciones el sexo ardiente.

Su boca continuaba dando roces delirantes en el tórax y abdomen mientras cerraba los ojos y disfrutaba de la sensación que tenía en su mano…

Húmeda y caliente.

Energía delirante.

Palpitante de deseo.

Parecía que el corazón completo se había mudado a la sensible intimidad; siendo esta ahora el nuevo centro de bombeo del cuerpo.

Comenzó a dar caricias por encima de los húmedos labios externos, empapando sus dedos y jugando con los mechones de pelo que estaban igualmente embebidos en la lujuria líquida de su centro… elixir que en cualquier momento la haría ceder al deseo de saborear.

El deseo de sentirla más la consumía por lo que con sus propias rodillas abrió las de la felina colocándose en medio y manteniéndolas separadas para poder tener un mejor acceso a su delicado centro. Los ansiosos dedos no resistieron mucho y comenzaron a abrirse paso por los labios internos, sintiendo su textura especial y aún más el calor y viscosa humedad.

Catra sentía que cada roce abrumadoramente tentador de She-Ra provocaba chispas que consumirían todo su cuerpo; y el punto de partida del incendio era su palpitante centro.

Cada beso que la rubia daba a su abdomen y senos la hacía sentir tan amada.

Cada caricia la erizaba y reconfortaba, asegurándola.

Cada succión de los pezones la hacía sentir tan deseada

Cada rastrillar de sus dientes por los picos achocolatados para agarrarlos entre sus perlas,

estirarlos un poco y luego soltarlos, la mojaba cual cascada.

Y cada chupetón que le había dado en las suaves carnes,

que seguramente dejaría visibles y hermosas marcas, la hacía sentirse tan suya.

Si los estímulos en su tronco ya de por sí la estaban abrumando… sin duda ahora con la fuerte mano de su novia recorriendo su necesitado sexo, simplemente estaba delirando.

Cada caricia la ponía un paso más cerca del abismo, sus quejidos y jadeos aumentaban los decibeles con cada segundo, al sentir los dedos palpándola con tanto amor y deleite; esparciendo sus jugos por toda su intimidad, regocijándose en su candor, deteniéndose en aquel capullo sensible para dar especial atención.

Y oh, como necesitaba esos toques con desesperación.

Movimientos circulares alrededor de su clítoris sintió, y estos se fueron cerrando de forma tortuosa hasta llegar al estímulo directo, en ese brote ya rígido de excitación.

—S-Sí… sí, más, por favor … -susurró entrecortada por los dulces y desesperados jadeos.

Los movimientos se volvieron más rápidos, generando una fuerte y delirante fricción que la enloquecía. Sus desesperadas manos mantuvieron con fuerza la cabeza de su novia chupando uno de sus senos, extasiada por sentir los estímulos feroces tanto arriba como abajo.

Succiones con ahínco en los pechos deliciosamente sensible y magullados, la fricción desesperada en ese punto exacto… el borde del abismo estaba a un solo paso…

De repente los estímulos se detuvieron, sacando un bufido de frustrado disgusto por parte de la felina. Intentó agarrar las manos de su novia para moverlas y volver a tener la ansiada fricción de nuevo o incluso usar las propias, desesperadas por terminar el tormento; pero el contacto con los luminosos orbes dominantes de She-Ra la pararon de cualquier posible acto de sublevación.

—Quieta- ordenó con una voz que no aceptaba réplicas, pero tampoco pudiendo ocultar la lascividad de su estado -Tengo una mejor idea.

Queriendo retorcerse de la desesperación y frotar su húmedo coño en una de las rodillas de su amada, la híbrida acalorada hizo lo mejor que pudo por obedecer a su novia. Observó cómo esta con parsimonia, como disfrutando de haberla dejado a un paso de la nada, cambió de posición, sentándose en la fresca hierba y haciendo gala una vez más de su fuerza, la jaló sin dificultad por los talones, rompió sus bragas arrojándolas lejos con desdén y situó sus piernas sobre sus hombros; dejando parte de su espalda alta y brazos de la felidae, para que pudiese apoyarse en la hierba.

Desde su posición baja con la cabeza al ras de la cama de hierbas, aún una She-Ra sedente de veía deliciosamente imponente. Especialmente si se consideraba que tenía su cara frente a su sexo ardiente.

En otras circunstancias hubiera tenido vergüenza de mostrar tan de cerca un aspecto tan privado ante ella, pero en ese momento solo podía pensar en cuan desesperada estaba de que la rubia se la comiera.

She-Ra estaba sedienta.

No aguantaba un segundo más sin saborear el néctar de la fuente.

Sin ver de cerca el manantial que la felina tenía entre el bosque de sus piernas.

Sonrió gustosa cuando lo hizo, relamiéndose los labios con verdadero apetito.

Lucía tan hermosa.

Sus vellos castaños impregnados de hechizante humedad, brillando a la luz de la luna.

Sus hinchados labios externos, apetitosos y mojados.

Los internos delicadamente abiertos,

permitiendo ver el tono sonrosado de su más íntima privacidad.

El clítoris rojizo y visiblemente rígido,

replicante de no haberle dado el toque final, añorante del amor que le podría dar.

Y su entrada, aún cerrada, que mostraba caudales de lujuria escurriendo…

Y que la llamaba, seductoramente, a conquistarla.

Salió de su embeleso por aquel perfecto coño y miró de reojo a la minina que era un manojo de nervios y deseo de sexo. Estaba resistiendo, intentando con todas sus fuerzas estar tranquila solo para ser obediente a su pedido… así que decidió recompensarla.

—Buena gatita -la elogió mirándola con una mezcla de orgullo y deseo- Te lo has ganado.

Afianzándose de las caderas de Catra, bajó un poco más el rostro hasta estar a escasos centímetros de aquel incendio contenido, y respiró profundamente su aroma.

Allí estaba, el aroma adicional que la había impulsado a librarse de los estigmas y tabúes.

De allí emanaba el dulce hechizo que la habían arrojado a dejarse llevar por las pasiones.

Y si se basaba en su experiencia en comida, y tenía mucha, dicho sea de paso;

"Si algo huele bien, casi siempre sabe aún mejor"

Soltó el aire lentamente por la boca, dando una brisilla localizada en la humedad de la vulva expuesta, sacando así un nuevo sonido ansioso de su novia. Sin esperar más se hundió en la comprobación de su teoría, confirmando que tenía razón: sabía tan bien como olía.

Primero comenzó con lamidas largas y lentas, desde la apertura vaginal hasta el clítoris recopilando con el dorso de su lengua la mayor cantidad de humedad posible.

Regocijándose con su viscosidad.

Deleitándose con su sabor.

Era de un gusto exquisito

Entre dulce y salado

Totalmente adictivo.

La lentitud de los lengüetazos fue dejada de lado con rapidez cuando el frenesí por obtener más de esa miel la embargó. Las lamidas generaban deliciosas sensaciones en las sensibles carnes de Catra, haciéndola gemir y escurrir más miel salada.

Pero no era suficiente, debía adentrarse en la fuente.

Reubicando un poco las caderas bajo su fuerte agarre, alzó un poco más a la felina y comenzó a juguetear con la punta de la lengua en su entrada virginal.

Una serie de sonidos incomprensibles emanaron de la ardiente mujer y la rubia, que hasta ahora había estado concentrada totalmente en el dulce coño, levantó la mirada haciendo contacto visual con ella mientras lentamente ingresaba su lengua.

Un delicioso grito de éxtasis fue su recompensa.

Sin manteniendo las miradas comenzó a mover el hábil músculo dentro de la pequeña cavidad, de un lado al otro, palpando, saboreando y procediendo luego a meterlo y sacarlo… primero lento y cada vez más rápido.

La profundidad no era mucha, pero sin duda la habilidad de esa gloriosa lengua estaba llevando a la felina a ver estrellas. Sentirla allí, en su virginal entrada, saboreándola, excitándola, era todo lo bueno de este mundo lo único que necesitaba.

Los gemidos cortaban el silencio del bosque mientras sus manos arañaban el aire buscando a que aferrarse; hasta que finalmente cayeron en sus propios pechos, apretujándolos y pellizcando los pezones mientras se retorcía de placer. La mirada de su amada lo completaba todo, gritaba "Mía" sin palabras de por medio, solo con el acto deliciosamente carnal que la estaba consumiendo.

Cerró los ojos por un momento, abrumada por la excitación y se asustó al sentir la deliciosa lengua dejando su abertura y no ver la bella cara enterrada en su coño. La felina observó a su pareja en silencio con la mirada repleta de preguntas tácitas "¿La dejaría de nuevo? ¿Había hecho algo mal? ¿No le permitiría llegar?"

La amazona la calmó con su propia mirada, la energía transmitida hizo que Catra inmediatamente se relajara, sus orbes gritaban "Te tengo, no temas, estás a salvo, déjate llevar". La rubia pasó su boca al rígido brote que había dejado desatendido tiempo atrás y envolvió sus ya hinchados labios alrededor de este, succionándolo y lamiéndolo a la vez.

—Ah…. Sí… no pares… por favor… más… más – rogó entre gemidos.

Y Adora, cual benevolente era, le dio lo que tanto pidió.

Dejando solo una mano para sostener las ligeras caderas de su novia, la otra se movió rozando la pelvis desnuda, las piernas temblorosas que ahora se encontraban enroscadas en su cabeza, y los muslos húmedos, deteniéndose brevemente a darle una nalgada para finalmente llegar a la fuente que su lengua había degustado momentos atrás.

Con el dedo índice comenzó a recolectar humedad, empapándolo para proceder a dar círculos alrededor de la entrada y breve presión en la misma, preludio de lo que vendría.

Catra lo supo y gimió con ansias fijándose en que la mirada de She-Ra, había dado un ligero matiz de cambio.

"Está pidiendo permiso" -pensó en la bruma de su lujuria- "esta tonta ve que me estoy deshaciendo en sus manos y aún así pide permiso… dulce idiota"

Pensó en burlarse, pero no era el momento ni tenía las fuerzas, así que simplemente le hizo caso al mensaje que tanto su cuerpo y corazón habían acordado sin duda, dos simples palabras que transmitían todo lo que gritaba su alma:

—Soy tuya…

Ese era todo el permiso que necesitaba.

Su índice fue lentamente introduciéndose en la cálida cavidad.

Era apretada, húmeda y resbalosa

Palpitante por el deseo de ser llenada.

Tuvo cuidado puesto que sabía que sus manos como She-Ra eran más grandes de lo que como Adora serían. Llegó hasta el segundo nudillo con un leve mete y saca hasta que palpó que el túnel de músculo cedía, allí comenzó a meter el dedo anular para aumentar la presión.

Catra sentía que en cualquier momento podría morir de excitación, si bien al principio le resultó algo incómodo sentir el primer dedo, ahora moría por tener hasta el fondo en su coño los dos.

Mientras Adora seguía prodigando adoración oral a su clítoris, sentía como su apertura vaginal cedía a la punta de las dos falanges y el túnel de carne se adaptaba al diámetro de los gruesos dedos de She-Ra. La incomodidad de su túnel cerrado apenas la había notado, She-Ra la había trabajado tan bien que prácticamente solo excitación había experimentado. Esto hasta que ambas falanges, en su afán por querer profundizar, se toparon con una barrera que obstruía su paso.

Ambas sabían de qué se trataba, habían recibido educación sexual en la horda. Este era el punto de no retorno, había llegado la hora.

Como quitar una tirita, con un solo movimiento bastaría.

Así lo hizo She-Ra.

Un certero empujón y la barrera cedió a la presión permitiendo que las dos largas falanges se hundieran hasta su empuñadura en el túnel de calor.

Catra dio un grito de dolor al momento del acto sin embargo el dolor fue rápidamente mermando. La rubia había abandonado brevemente su posición en el clítoris y comenzó a dar besos tiernos en la pelvis y monte de venus junto con palabras dulces, dejando los dedos quietos enterrados en lo profundo de su novia hasta que se acostumbrase. La tierna estrategia funcionó pues en poco tiempo la cola de la felina envolvió en el antebrazo de la mano con la que la estaba penetrando, instándola a comenzar el vaivén deseado.

Dando un último beso en los vellos del monte de venus su boca volvió a su lugar de trabajo mientras lentamente el mete y saca comenzó.

La cola de Catra era como un regulador de velocidad, y cada vez la incitaba más y más a alcanzar el máximo límite para hacerla llegar. Los jadeos y gemidos de la felina se habían convertido en sonoros gritos de éxtasis mientras sus paredes internas comenzaban a revolotear como profecía de la ansiada libertad.

Chupando el clítoris, moviendo la lengua don desenfreno y penetrándola en un frenesí posesivo, She-Ra estaba en el cielo. Sentía como el terciopelo interno de Catra se abrazaba cada vez con más fuerza a sus dedos y la humedad, de los jugos de su novia mezclados con su saliva por dar placer oral, ya había empapado toda su mano y escurrido en buena parte de la enrollada cola y de su antebrazo.

El rostro de Catra se veía concentrado, con ojos fuertemente cerrados y boca abierta, absolutamente dada al placer.

Catra gritaba de éxtasis, seguramente terminaría con la garganta hecha pedazos, pero a ninguna de las dos en ese momento le importaba.

Entre los movimientos rápidos, hizo un giro de los dedos dentro de Catra que dio paso a un nuevo sonido aún más fuerte al tocar una parte rugosa singular. She-Ra repitió el acto y al obtener el mismo extraordinario resultado, supo que lo usaría para otorgarle a la felina su ansiado orgasmo.

Volvió a curvar los dedos hacia arriba, sintiendo con mayor detenimiento la pared rugosa dentro de su chica y comenzó el bombeo desenfrenado.

Catra no pudo más, y tras unas cuantas penetraciones culminó.

Adora soltó con un sonoro "pop" el hipersensible clítoris y se enfocó en captar la situación con total admiración.

La expresión del rostro orgásmico de Catra era lo más hermoso que había visto en la vida.

Las manos se habían aferrado al suelo,

hundiendo las garras en la tierra mientras un gutural gemido emanaba de su ser.

Su espalda se arqueó visiblemente incluso en esa exótica posición en la que estaban.

El pecho subía y bajaba con desenfreno,

brillante por las gotas de sudor que reflectaban la luz azul lunar.

Sus caderas y piernas estaban temblorosas por el sobresfuerzo…

La cola animosa se había cansado y desenrollado quedando quieta colgando en el aire.

Pero lo más relevante era su dulcemente enrojecido coño.

Sentía su pulso, sus palpitaciones, su succión queriendo resguardar en su interior por siempre las falanges que lo habían complacido tan bien.

El calor líquido era tan bello… tan perfecto… tan magnánimamente atrayente que por más que disfrutara de la sensación envolvente entre sus dedos, lentamente comenzó a sacarlos dirigiendo con avidez su boca al agujero recién abierto.

La rubia bebió cual sedienta en medio del Desierto Carmesí, como si la miel que de Catra emanaba a borbotones fuera lo único que la mantendría con vida, sin importarle que en la mezcla estuvieran los vestigios de la inocencia de su ahora eterna compañera. No estuvo satisfecha hasta poder succionar hasta la última gota y dejar la vulva y muslos internos y parte de sus glúteos limpios a punta de lamidas.

Adictiva

Mientras la salvadora de Etheria se daba un banquete, la felina aprovechaba los toques de la lengua y labios para bajar de su intenso y ansiado orgasmo, ronroneando encantada.

Su primer orgasmo.

Su primera relación sexual.

La pérdida de su virginidad.

Con el ser que más amaba.

Con su persona vincular.

Era increíble como descendiendo de la niebla post-orgásmica y con el celo momentáneamente aplacado podía sentirse más tranquila y pensar con mayor claridad.

Su novia dejó de atenderla con delicadeza dejó su cuerpo entero sobre la hierba; tras lamer su propia mano salpicada de la deliciosa esencia, se acostó a su lado y abrazándola en un cómodo silencio; intentando con ojos cerrados, recuperar el propio ritmo cardiaco alterado por lo experimentado.

Tras unos minutos abrió los zarcos orbes y observó los bicolor de su novia.

La felina se acercó a los labios de la rubia con lentitud y le dio un profundo pero lento beso que transmitía tanto amor como agradecimiento, saboreándose a si misma en la boca de su amada lo cual volvió a encender una chispa en la llama recién apagada.

Optó por ignorar momentáneamente ese hecho y se apartó del beso dándole un pico final mientras con voz rasposa por los gritos le susurraba.

—Hey, Adora…

She-Ra sonrió y frotó su nariz con la de su amada pareja.

—Hey, Catra… ¿Mejor? -preguntó con un deje de sonrisilla divertida-

—Oh sí, mucho mejor… -suspiró con satisfacción, sin embargo, tras unos segundos de silencio añadió- pero…

—¿Pero…? -preguntó la rubia, enarcando una ceja.

—Lo disfruté sin duda alguna -susurró Catra con una sonrisa satisfecha- pero tú no has terminado… desearía sentirte más… -confesó con ligera vergüenza bajando la cabeza

Aun acostadas en la hierba, aferrándose delicadamente a su cintura con un fornido brazo, She-Ra usó su otra mano para levantar el rostro de Catra desde el mentón y encontrarse con su mirada.

—La noche aún no acaba, amor.

Catra sonrió ante esas palabras y se dejó besar por su fuerte novia, primero de forma lenta hasta que los roces de labios se tornaron en leves mordidas y jalones. La felina hizo un sonido de gustosa aceptación, cuando entre besos, su pareja la despojó de los vestigios de la blusa maltrecha y llevó sus manos hacia el filo de la ropa que llevaba puesta.

Catra no esperó una segunda insinuación. Con avidez comenzó a sacar la blusa sin mangas y los pantalones de la rubia, siendo arrojadas ambas prendas en un montón lejano con los pantalones e interiores de la felina.

La híbrida, con un nuevo bullir de poderío y excitación, pensó en destrozar con sus garras la ropa interior que aún cubría las partes más ansiadas de su novia, sin embargo, sus muñecas fueron atrapadas y apresadas por la rubia poniéndolas encima de su cabeza.

—Quieta o no tendrás tu recompensa, mi dulce gatita… -susurró en una de sus orejas, emanando cálido aire que hizo erizarse a la felina y suspirar.

La rubia había tanteado el terreno permitiendo una ligera libertad en su desvestir, pero al ver en su pareja aún vestigios de esas ganas de dominio, decidió retomar el control de la situación.

Ya habría momentos a futuro donde los papeles se divertirían y ambas podrían disfrutar de todo rol. Pero mientras tanto se le ocurrió como haría que ambas tuvieran una cantidad equitativa de pasión sin, para mayor seguridad, dejar de tomar las riendas de la situación.

Se alejó brevemente del cuerpo desnudo de su amaba, poniéndose de pie y mirando con deseo el cuerpo acostado y entregado a ella. Recién se la había prácticamente devorado y aun así nuevamente ansiaba tenerla.

La alta rubia comenzó a despojarse de ambas prendas interiores, junto a los brazaletes y la corona alada quedando finalmente en todo su desnudo esplendor ante los Ojos de Catra.

La felidae se mojó con solo verla, mientras su boca entreabierta en cambio se resecaba y tenía que lamer sus labios para evitar que se agrietaran.

Tan bella

Tan perfecta

Tan suya, tan mía.

Fluyendo como la magia de Etheria.

El leve brote de dominio animal de Catra desapareció tan rápido como llegó y solo quedaron las ganas de compenetrarse con esa hermosa mujer; que permitiera humildemente complacerla y le otorgara nuevamente placer… o mejor aún, que ambas pudiesen llegar al éxtasis del orgasmo a la vez.

Por fortuna para ella, She-Ra ya lo había pensado de antemano.

La mujer de tez blanca se arrodilló y a gatas avanzó hacia su amada que había permanecido quieta, cual hechizada.

—Eres una buena gatita, Catra… -susurró acariciando las delgadas pero tonificadas piernas de la felina, mientras avanzaba separándolas

Teniéndola deliciosamente abierta como la quería, la más alta se posicionó casi a horcajadas sobre ella, entrecruzando una pierna por sobre el hueso de su cadera y la otra aún entre los arcos inferiores de la pelicorta.

Catra observó con visible anhelo como su novia la colmaba con excitantes caricias, mientras con seductora lentitud iba bajando las caderas, hasta que finalmente el ansiado pubis lampiño se colocaba contra el de ella.

Al sentir el toque de ambas intimidades, la felina soltó un siseó de complacencia.

La vulva de su amada se sentía igual de caliente que la de ella, y su humedad era tan impresionante que lamentó no poder ir de inmediato a lamerla.

Su sedienta replica mental no duró mucho; finalmente una de las fuertes manos de su novia se afianzó al ilion contrario de donde tenía cruzada la pierna, tomándolo como punto de apoyo para comenzar una tortuosamente lenta oscilación.

Sentir el cálido coño de Catra contra el propio se percibía casi celestial. La humedad de la felina rápidamente comenzaba a brotar de su deliciosa fuente; pero así no lo hubiera hecho, su propia intimidad estaba lo suficientemente lubricada para que ambas siguieran sin problemas con ese divino roce resbaladizo.

Con el pasar de los minutos y al escuchar los ansiosos jadeos de su pareja y sentir que esta también comenzaba a mover las caderas, la mano libre de She-Ra apretujó uno de los bellos pechos de su novia mientras aumentaba la intensidad y velocidad de sus movimientos. Cada vez con mayor rapidez sus caderas se movían de adelante hacia atrás, las esencias más íntimas de ambas mujeres a este punto ya se habían entremezclado y la salvadora de Etheria ante el delicioso tacto del tribadismo, también había comenzado a jadear.

Los jadeos de la pareja se tornaron en gemidos y pronto las oscilaciones se volvieron frenéticas, convirtiéndose en húmedos choques delirantes de parte y parte; ambas moviéndose de arriba hacia abajo para en sincronía absoluta colisionar sus vulvas, rozar sus clítoris y sentir la deliciosa humedad que empapaba ambos pares de labios vaginales.

No sabía cuanto llevaban en esa agotadora actividad, pero Catra sentía nuevamente el orgasmo construyéndose dentro de sí, tan vertiginosamente que en cualquier momento podía estallar. Era imposible evitarlo teniendo en cuanta los deliciosos estímulos que estaba recibiendo… eso sin mencionar los bellos pechos lechosos, adornados con picos rosados que rebotaban salvajemente frente a ella con cada movimiento.

Supuso que su novia estaba por el mismo camino rumbo al orgasmo, pues su hermoso rostro concentrado y la ferocidad de sus movimientos eran un indicio claro de una pronta caída en picado.

De repente soltó un gritillo al verse con ímpetu jalada desde el cuello y consumida por un apasionado y prolongado beso.

Un delicioso combate de lengua, dientes y labios.

Los senos de ambas ahora unidos por un ansiado abrazo.

La estimulación de ambos pares de pezones, unos contra otros, con cada choque de caderas.

Los rítmicos y desenfrenados movimientos que las estaban llevando al límite de sus fuerzas.

Y de repente, al unísono, algo en el interior de ambas se quebró,

Las garras de Catra se aferraron a la gloriosa espalda de su pareja sacando hilillos de sangre por las puntas afiladas; mientras que She-Ra se aferraba con gran fuerza a la cadera de la felina, marcando sus dedos y uñas de tal manera que en la piel por días quedarían señas.

Ambas estaban en tal estado de conmoción y satisfacción que el leve dolor por el acto de la contraria no hizo más que aumentar las increíbles sensaciones de su cima…

La ansiada liberación de ambas había llegado de manera abrumadoramente inesperada, llevando una corriente electrizante por ambos cuerpos desnudos; ardientes y sudorosos pese al frío de la noche… el clímax había roto y desbordado una represa, dejando que ahora el abundante líquido liberado por ambas se una en sus sexos adheridos como una sola y deliciosa esencia.

Si le hubieran preguntado a Catra, hubiera dicho que su segundo orgasmo, y el primero de su enamorada, serían escandalosos en medio de gemidos y gritos producto de la lujuria del momento… sin embargo cualquier palabra fue ahogada por los labios de la contraria, incrementando la fuerza del beso, viviendo juntas una silente y bienvenida caída al abismo juntas, abrazadas, estremeciéndose en dulces espasmos, unidas en cuerpo y alma de una forma tan íntima que ni en los mejores sueños habría sido concebida.

Los movimientos de ambas caderas fueron disminuyendo hasta solo ser un suave baile para sentir con cariño los fluidos en la palpitante y satisfecha vulva contraria. El beso se apaciguo de igual manera, quedando al final abrazadas con los ojos cerrados y las frentes unidas, disfrutando el momento y las sensaciones post-orgásmicas mientras recuperaban el aliento.

Tras incalculables minutos en esa íntima posición, la felidae fue la primera en levantar la cabeza y buscar los ojos de la contraria.

—Adora… She-Ra… -Comenzó a tartamudear mientras su rostro comenzaba a pasar de la felicidad a la culpa- yo lo siento… en verdad no quería… o sea sí quería esto, pero no hacerte… hacerte daño como lo hice… soy una persona horrible y entiendo si tu… si tu…

Ante las entrecortadas con un tono que daba visos de un quiebre en sollozo inminente, la salvadora de Etheria decidió cortar los lastimeros balbuceos con un nuevo beso.

—No lo eres Catra- dijo con seguridad She-Ra, y al ver que su pareja intentar replicar, añadió- Yo lo sé todo, las princesas y Bow me ilustraron al respecto… e incluso encontré un libro que en verdad ayudó a entenderlo.

—El libro de Escorpia… -susurró la híbrida, por todo el desenfreno de horas anteriores ni sabía dónde lo había puesto

—Exacto. El punto es que… sé que no es tu culpa. Es algo que simplemente se salió de las manos… pero quiero que entiendas que no debes avergonzarte, temerle o refrenar tu lado animal, es parte de ti, el celo es y será parte de tu ser y yo te amo tal cual eres… Además, confía en mi… yo más que gustosa estaré aquí para en estos deliciosos aspectos ayudarte -indicó la ojiazul dando un guiño que sonrojó a la castaña.

Las palabras motivaban a la felina y aligeraban un poco su culpa, pero aún así sus miedos no se iban.

—Pero aún así… te hice algo horrible… debes odiarme… debes temerme… -mencionó con profunda lástima, sintiéndose minúscula.

La rubia suspiró y volvió a levantar por el mentón el rostro alicaído de su amada, dándole reconfortantes caricias.

—No te odio ni te temo, yo confío mi vida en ti, Catra. -argumentó con seguridad- No negaré que me causó una gran impresión que aún no se desvanece por completo, pero créeme cuando te digo que no te culpo y que superaremos esto… juntas lo haremos.

Al ver la sinceridad en la voz y mirada de su pareja, la híbrida finalmente cedió, devolviendo una tenue sonrisa al rostro amoroso que la observaba.

—Como cuando éramos niñas, yo te cuido y tú me cuidas.

—Solo que ahora con unas pequeñas grandes ventajas de la etapa adulta- sugirió la rubia, levantando las cejas de forma sugerente viendo reír a su novia mientras recibía un golpe juguetón de su parte.

—Adora, eres una idiota -mencionó con radiante sonrisa

—Sí, pero soy TÚ idiota – le sonrió de vuelta, mientras iniciaba un nuevo beso

En el transcurso del roce de labios, la felina sintió como una de las aguerridas manos, descendía dando roces en su vientre bajo hasta entrometerse entre ambos sexos que aún estaban juntos, pero acunando el contrario.

—Hey Adora… hasta pareciese que tú eres la que tiene el celo y yo no…

—Que puedo decir… -mencionó intentando fallidamente contener una sonrisa, mientras daba un juguetón apretón a la húmeda intimidad de su pareja. - debe ser cosa de nuestro vínculo, siento que aún quieres otra ronda… y yo también quiero más…

Una sonrisa coqueta se dibujó en las facciones felinas de la castaña mientras movía con gracia su cola hasta la entrepierna de su amada estimulando con la punta los pliegues mojados de la más alta.

—Entonces no te contengas y dame todo lo que tengas, She-Ra… Es tiempo de actuar.

Tras un asentimiento de la heroína, ambas volvieron a entrar en acción.


¡Hola!

Lo prometido es deuda. Y aquí unas extensas notas de autora que si gustan pueden saltar:

He intentado expresarme lo mejor que he podido, primero los sentimientos negativos de Catra que la consumen seguido del nuevo instinto que le pide realizar actos indecibles, pero que su lado racional logra (aunque a penas) controlar, lo cual la hunde aún más en su espiral descendente.

La llave de su salvación: Adora/She-Ra.

Al principio, cuando plantee la idea del fic en mi cabeza, dudaba de que versión de la rubia quisiera que intimara con Catra… Sin embargo, al crear las reglas del libro de los escorpiones yo misma me respondí. Catra necesitaba soltar sus miedos, confiar en su pareja cediendo a la sumisión y Adora ungirse de autoconfianza, convirtiéndose en She-Ra para la dominación.

No solo es el hecho de que físicamente por estar en estro, Catra lo necesitaba, sino también que mediante este acto ambas se liberaron de sus propios miedos y tabúes, trascendiendo en su relación, elevándola un peldaño más, volviendo inquebrantable su vínculo.

Ahora, esto no significa que desde ahora siempre sea así el sexo entre ellas. Mentalmente las ubico versátiles y en mi headcanon incluso Catra es la que más incita con coqueteos y dejes gatunos al acto carnal. Pero por ser la primera vez y estar en estas condiciones, era imperante involucrar la presencia de She-Ra… y supongo que, en relaciones sexuales futuras, de vez en cuando por juego (y no necesidad) la incluirán.

Ahora abordaré un aspecto que ha sido algo polémico y es la presencia o referencias a violaciones o pensamientos de abuso a personas indefensas como en este y otros capítulos. Creo que más de una vez he dejado en claro y el término "Híbrido" mismo indica que es 50-50. En este caso mitad humano y animal… Y para quienes crean que en el reino animal piden permiso para realizar los actos, están algo equivocados. Allí no importa nada, hay lo que en humanos consideraríamos incesto, endogamia, abusos sexuales, etc, etc, yadayada, blablabla.

No está bien para nosotros, no abogo por ello, pero es una realidad natural que en los animales en celo se da y Catra es mitad animal así que es normal que como otros (en especial en las condiciones que plantea a lo largo del fic y en el libro de Scorpia) se vea llevada por esa violencia primitiva… pero es allí donde entra su juicio y raciocinio, cualidades intrínsecas de la humanidad.

Catra tiene lo mejor y lo peor de ambos mundos y debe aprender a vivir con ello, acostumbrarse y regularizarse para convivir en sociedad como a lo largo del fic se ha explicado que los híbridos han estado haciendo según el lugar donde viven.

Así que disculpen a quienes deseaban un campo de rosas, pero… la vida no es así.

De la misma manera otro punto era el hacer que Adora pasara por eso y llevarla "de una" a ir a por Catra. ¿Cuántas veces en la serie Adora no tuvo que superar o posponer las secuelas de alguna situación fuerte, que a cualquiera desestabilizaría, para seguir adelante por una meta loable? Es algo a mi pensar, propio de ella: se sacrifica, lucha, vence y a través de ese proceso logra sobrellevar lo que sea que haya vivido. Si ustedes no lo consideran así entonces finjan que es solo mi headcanon.

Un último punto que ha traído discrepancia es el involucrar a una gran gama de personajes en este fic, indicando que lo he extendido por demás. Quizás así lo crean, pero la verdad sea dicha desde un principio pensaba hacerlo por dos motivos:

1.- Porque quería experimentar escribiendo desde los diferentes puntos de vista de cada personaje, jugando con sus personalidades y practicando su manejo a mi manera. Soy una escritora aficionada, un mero grano de arena, una más del montón, pero humildemente creo que hacer esto tanto en este fandom como en el de LOK es un auto-reto y me ha hecho mejorar un poquito (¡Además es divertido pensar "¿Qué diría Fulanita de tal?"!)

2.-En la serie al final logran trabajar como una máquina bien engrasada, son una alianza sólida que logró derrocar una maldita Horda alienígena invencible. Creo que eso las hizo aún más unidas y colaborativas, es decir que lo que afecta a una princesa, afecta a todas. Además, cada una tuvo su contacto, su pedacito de misión o dato para aportar, y para mí era necesario que se vieran involucradas, obviamente con un límite, no iban a ir con Adora a "darle" a Catra jajaja. Si esto igual no les parece, vuelvan al punto 1 o considérenlo nuevamente mi headcanon.

No sé si el capítulo haga justicia a las personas que tanto esperaban por la escena hot que finalmente aquí se planteó, espero que así sea en realidad porque exprimí mi procrastinador cerebro para ello amaneciéndome 3 días sin contar los otros que igual pasé escribiendo. Y sino les llena, disculpen una vez más… pero al menos yo me siento bien de haber finalizado este cap. Traté de ser super suave con las referencias bdsm (porque no es lo mío escribirlo) pero a la vez no tan "vainilla" como un "hacer el amor" tradicional. Espero haber logrado mezclar relativamente bien ambos para que saliera un momento fuerte pero sentimentalmente pasional.

Lamentablemente por un caso de "cerebroexprimiditis" y falta de tiempo no pude finalizar mi fic hasta hoy 2 de junio, fecha en que hace un año publiqué el primer cap. Pero al menos me siento satisfecha de haber logrado este algo larguito e importante capítulo con la escena epicentro de todo. El siguiente es sencillamente el epílogo, para darle un cierre al fic. Este final estará posiblemente publicándose dentro de una o dos semanas a partir de la fecha de esta publicación.. No por la extensión del cap., sino por otras ocupaciones de la vida misma.

Como ya es costumbre, disculpen las faltas ortográficas o si se me pasó algo por alto. Así mismo si les gustó el cap. espero sus comentarios.

Saludos,

Le chat et l'abeille.