CAPÍTULO 21
No podía visualizar otra cosa que no fuera a Harry correr hacia él, intentó perderse entre la multitud, hasta ese momento el hecho de que su hijo vivía, era algo que Voldemort desconocía, planeaba que fuera así el mayor tiempo posible.
Esa batalla era una locura, jóvenes muriendo en manos de mortífagos, hombres lobo, cada bestia que estaba ahí significaba un peligro para todos esos alumnos que juró proteger. Se vio inmerso en la desesperación, en la incredulidad y la impotencia. Sus manos en puño hacían sangrar sus palmas, mientras veía a Voldemort encolerizado buscándole, había huido como un cobarde, se había perdido de su vista para que no lograra ver a Harry, ahora escuchaba cada grito propinado, el precio de estar escondido, las opciones se le habían terminado para él.
—¡Severus! —Le gritó Minerva, se giró ante la sorpresa de todos, un odio marcado en varios de los presentes, reclamando en silencio la lealtad que la Gryffindor le tenía a ese traidor—. Harry... —susurró en un débil quejido.
—... está vivo —respondió sin perder de vista el lugar donde sabía se encontraba el Señor Tenebroso.
—¿Cómo?
—Eso no importa, debes sacar a todos de aquí Minerva.
—No permitiremos que él tome el mando del...
—¡Obedece! Intenta sacar a tantos alumnos como puedas —le ordenó nervioso—, hay algo más... Harry recordó... todo.
—¿Todo?
—... y en el momento menos oportuno.
—¿Dónde está?
—Cerca de la cabaña de Hagrid, hay un precio por mi cabeza, intentaré desviarlos mientras sacas a los alumnos, y no te olvides de él.
—¿No crees que es demasiado sacrificio ya? —preguntó de mal humor la mujer.
—¿Qué estarías dispuesta hacer si quisieran matar a tu hijo, Minerva? —cuestionó con tristeza—. Haré todo, hasta donde mis fuerzas me alcancen para que viva.
—¿Sin ti? ¿Te das cuenta cómo estará? —le preguntó con dolor, buscando una forma de hacerlo entrar en razón.
—...lo vi Minerva —respondió al recordar esa mirada de dolor, una mezcla entre el odio y el sufrimiento, con miedo y sed de venganza—. Hazlo...
—Está bien, Severus. —Le dijo la bruja con seriedad, una promesa que no pensaba cumplir.
Retrocedió un par de pasos y la vio a los ojos, queriendo encontrar la indecisión en su mirada, un fallo que él estaba omitiendo quizás, no lo encontró y se convirtió en una cortina de humo negro que se elevó por los aires.
...
Harry alzó la vista cuando vio a un mortífago huir de batalla, el grito encolerizado de Voldemort le reveló la identidad, era él, su respiración fue cada vez más agitada, por el miedo inminente que las cosas se salieran de sus manos, por el terror que le daba no poder llegar hasta él, decirle y suplicar un perdón que tenía atorado en la garganta.
Se dio la vuelta para acercarse a Hermione que le seguía los pasos, la castaña también vio esa cortina de humo, desde el inicio supo quién era el que había llamado la atención de tantos mortífagos, una caza donde Severus no resultaría victorioso, ahora que pensaban que Harry estaba muerto, el único que faltaba por morir era su esposo.
Harry llegó hasta ella arrebatándole la bolsa de cuentas con brusquedad.
—¿Qué es lo que buscas?
—Mi escoba, tengo que llegar antes que ellos.
—La única forma de distraerlos es saber que vives, no te abandonaré, pero necesitas hacerte presente, aunque se forme un caos, iré a reorganizar a la Orden.
—Hazlo rápido, ¿lista? —le preguntó cuándo el joven se subió a la Saeta de Fuego, ella asintió.
Mientras Harry se elevaba por los aires, Hermione corría hacia la batalla. Sirius y Lupin se decidían entre seguir a Hermione, o intentar seguirle la pista a Harry, lo cual vieron imposible cuando se elevó aún más alto. Lo que vieron a continuación los llenó de pánico, Harry apuntó con la varita a un mortífago que estaba por los aires, éste cayó al piso muerto desatando pavor entre los presentes.
Todos alzaron la vista hacia los cielos cuando el segundo mortífago cayó al piso, no daban cabida a lo que sus ojos le mostraban.
—¡Está vivo! —se escucharon vítores.
Sólo Sirius de dio cuenta que quién estaba en los cielos asesinando mortífagos no era su ahijado, su mirada había cambiado, una fuerza mágica que nunca vio en él se apoderó de las venas de Harry, la forma en que el joven se movía, una forma más experimentada, con más poder, más seguro de lo que hacía, estaba desesperado en su objetivo.
Se detuvieron a medio camino, sabían que eso era un caso imposible, se dirigieron hacia los terrenos de Hogwarts.
Hermione corrió siguiendo a Harry y con la varita conseguía derribar a tantos mortífagos como podía, se escudaba cuando algunos de ellos caían de pie y la atacaban, no sabía de donde estaba teniendo la fuerza necesaria para combatir de esa manera. La Orden vio lo que sucedía, e hicieron lo mismo, intentando apresar a todos los que iban cayendo.
Uno de éstos se dejó caer hacia ella con fuerza, Hermione se hizo a un lado, pero el hombre la tomó del pie haciéndola caer, la castaña soltó la varita en la caída, aunque luchó por tomarla, fue arrastrada por el mortífago, y callada a la fuerza con una bofetada.
Las manos se cernían sobre su cuello con fuerza, cuando comenzó a perder la visión sintió como una fuerza arrojaba al mortífago lejos de ella, tosió mientras intentaba respirar desesperada, tomó su varita con rapidez al ver a Lupin y al mortífago batirse en un duelo a muerte, intentó acercarse cuando vio a su ex profesor ser herido del brazo, la varita cayó al piso.
Hermione lanzó una maldición hacia el mortífago, pero éste le regresó expulsándola con fuerza metros atrás, golpeándose la cabeza con una roca, Hermione abrió los ojos un poco desorientada, pero fue demasiado tarde, el cuerpo de Remus cayó al piso, ante la sonrisa satisfecha de su oponente.
...
Severus notó la caída de mortífagos, mientras intentaba desviar maldiciones y atacar a éstos, se dio cuenta que Voldemort no lo seguía, se maldijo girándose, lo que vio le heló la sangre, Harry se sostenía con una sola mano de la escoba, mientras que con la otra empuñaba su varita, maldiciendo y asesinando sin un rastro de piedad.
Una horda de mortífagos rodearon a su hijo por la parte de atrás, percibió el ligero escudo del ochrana. Severus se dejó caer de espaldas hacia el suelo, no sin antes empuñar su varita hacia la escoba. Aumentó la velocidad, sintiéndose arrastrar por la potencia del hechizo, la rapidez y el viento que los jalaba hacia la copa de los árboles.
Harry perdió el equilibrio de la Saeta de Fuego, sólo sintió como era arrastrado por algún tipo de magia invisible, maldijo antes de tomarse con una mano del palo de la escoba, abrió los ojos con miedo cuando los mortífagos le siguieron la pista, desde el aire siguió maldiciendo tanto como pudo, su inseguridad no lo hizo distraerse de su objetivo, ni dejó escapar un rastro del odio que crecía en su corazón con rapidez.
Intentó protegerse con el brazo, pero cayó de estómago sobre una de las ramas, sacándole todo el aire, tanteó para sostenerse de ésta, pero se le resbaló de las manos cayendo de espaldas por otra de rama, así estuvo unas cinco ocasiones hasta que cayó de cara sobre las hojas y la tierra.
Tosió desesperado mientras se incorporaba, al menos no había soltado la varita. Cuando logró recuperar un poco el aire, lo vio. Su padre estaba frente a él sin un rasguño, ni la levita mal colocada, había llegado de pie, y él como siempre fracasando.
—¿Qué demonios intentabas hacer? —le preguntó molesto, y aunque lo negara Harry pudo ver en esos ojos negros llenos de enojo, y más allá de todo, vio el miedo plasmado en su mirada.
—Yo... pe... —su padre se llevó el dedo índice a los labios, ordenando callar.
Los sentidos del espía se pusieron en alerta, agudizó el oído mientras escuchaba algo a lo lejos, maldijo mientras bajaba la vista hacia la escoba, ésta desapareció ante la varita del pocionista. Harry volteó hacia atrás, se dio cuenta de lo que sucedía.
—Corre —le ordenó su padre mientras también corría hacia el castillo.
Ambos corrían tanto como se lo permitían sus pies, quizá esa no había sido una de las mejores decisiones que había tomado, una vez que salieran de ahí su padre iba matarlo con sus propias manos.
Era lo último que quería ver en ese momento, el peligro de la muerte y con Harry a su lado.
Se detuvieron cuando el camino se dividió en dos, alzaron la vista para ver el puente que los llevaría a los terrenos del castillo. Volteó a ver a su hijo y éste abrió los ojos estupefacto, negándose por un instante.
—!Corre al puente! ¡Ya!
—El camino...
—El camino se vuelve a unir metros más adelante, los vamos a dividir a ellos también, ¡rápido!
Escucharon los pasos de los mortífagos, ya no había tiempo para discutir o debatir si estaban haciendo lo correcto, corrieron por caminos separados sin detenerse. Mientras Harry seguía sin detenerse podía ver la levita de su padre corriendo a la misma velocidad, eso lo hizo no detenerse. Una distancia larga más adelante los caminos se unieron hasta llegar al borde del puente, donde antes había un puente.
Se encontraron ambos hombres, Severus estaba asustado, una de las cosas que menos deseaba era estar huyendo con su hijo, mientras que los seguidores de Voldemort les pisaban los talones, sólo pensar en que Harry sufriera un castigo en manos del Señor Tenebroso hacia que se le helara la sangre.
Se puso nervioso cuando vio hacia el frente, aquel puente ya no estaba, ahora sólo quedaba un barranco hacia abajo. Escuchó cómo se acercaban los mortífagos, vio a Harry, éste también había agotado todas sus opciones, ambos se vieron a los ojos, Snape señaló la varita de su hijo y luego le mostro la suya mientras retrocedía.
—No... mi magia es... mayor y...
—¿Piensas que vas a herirme? —le preguntó con burla, la respuesta era sí, pero tan parecía que eso era un insulto para Severus—. Llegaran en treinta segundos... tu controlas la magia y hacia dónde va dirigida ¿recuerdas?
—No estoy seguro de eso.
—Quince segundos.
—¡Está bien! —respondió asustado.
Harry retrocedió cinco pasos, entonces conjuró la maldición con fuerza hacia donde se encontraba su padre, éste había hecho lo mismo con precisión. Las maldiciones chocaron, provocando un estruendo, la magia se concentró en un punto donde fue imposible contenerla, ésta se dividió justo a donde estaban los mortífagos. El joven respiró cuando esta llama quemante terminaba con la vida de los que le seguían. Su padre asintió mientras veía hacia el barranco.
—¡Ahora! —le ordenó, y al mismo tiempo ambos saltaron, resbalando por la tierra y escapando de su misma maldición.
Cuando Severus notó que estaban lo suficientemente alejados del peligro, tomó a su hijo del brazo para salir volando de ahí. Aterrizaron en el terreno de Hogwarts, él caminó despacio tanteando el terreno, mientras que su hijo no había logrado mantener el equilibrio y rodó por el suelo.
Con rapidez se acercaron algunos miembros de la Orden, al mismo tiempo que Snape buscaba con desesperación a Voldemort.
—¡Harry! —le llamaron aliviados, el joven respiraba agitado recibiendo incomodo sus atenciones.
—Lo que hiciste fue una locura —le regañó Sirius, pero Harry lo ignoró al ver a Snape partir.
—Harry —susurró Ron apareciéndose de pronto, el joven se sintió impactado de verle ahí—. Rogué tanto para que estuvieras vivo.
—Gracias, pero ahora debo... ir a...
—Debes dejar que él actué como cree conveniente —le dijo su padrino.
—¿Conveniente? —Le preguntó herido—. ¿No creíste tú conveniente decirme la verdad? ¿Qué hubiera pasado si él moría? Eso es algo que no pienso averiguar el día de hoy Sirius —le dijo corriendo hacia donde se había perdido su padre.
—No es momento de pelear —dijo Hermione nerviosa.
—Es momento de mantenerlo con vida —le respondió enloquecido Sirius—. Remus me apoyará, y lo sacaremos de aquí —dijo buscando al mago— ¿Y Remus?
—Él... me salvó...
—¿Y dónde está?
Hermione negó con la cabeza, las lágrimas bajaron despacio y se guardó un quejido de dolor, Sirius no podía creer lo que estaba escuchando, salió corriendo hacia el castillo, queriendo comprobar que lo que le estaba diciendo Hermione fuera cierto.
...
Vio a su padre abrir un pergamino y dar vueltas con la varita, no hacía falta averiguar lo que era, estaba usando el mapa del merodeador para dar con Voldemort, cuando él hizo presencia su padre alzó la vista bastante nervioso, el miedo de encarar a su hijo lo estaba consumiendo.
—No.
—Debes adaptarte al plan, Harry —el corazón del joven latió con fuerza al oír de nuevo su nombre en sus labios.
—¿Adaptarme? No... creo que seis años ya fueron suficientes para nosotros, que otros se sacrifiquen —le exigió.
—Llegamos hasta aquí —le dijo acercándose a él—. Sólo te pido que des un poco más, sólo un poco.
—Juraste que sería poco tiempo, tenía once años y ahora... perdimos casi siete —le dijo herido torturándose con cada recuerdo—. Me hiciste odiarte en toda esta maldita guerra, te dije cosas que...
—Las cosas sucedieron de la manera precisa, así tuvo que pasar, odiándome te mantuvo con vida.
—¡Lo que estoy sintiendo, no se siente como estar vivo! —Gritó sacando su dolor.
Severus sintió el sufrimiento de su hijo, y ese dolor lo transformó como suyo. No se acercó, tuvo miedo, en esa pequeña conversación no se dijeron nada, las miradas lo hicieron en medio de tantos espectadores.
—¡Snape! —gritó alguien señalando hacia el cielo.
Los mortífagos que habían sobrevivido a su hazaña se acercaban con lentitud, mientras que otros se iban aproximando de los límites del castillo, varios alumnos comenzaron a salir de sus refugios a prepararse, alistaron las varitas esperando las órdenes de los líderes. Lo peor fue cuando vieron a Voldemort caminando con lentitud, casi flotando sobre el pasto quemado, sus ojos adquirieron un color rojizo, parecía que la sangre y el fuego se habían mezclado detrás de sus orbes, había visto a Harry, había comprobado lo que sus seguidores le habían dicho.
Severus se acercó con la varita en la mano, nadie comprendía nada, como el traidor había cambiado de bando y ahora enfrentaba a su enemigo por igual, no era tiempo de formar diferencias. De reojo pudo ver a Harry que se acercaba, se giró para señalar a Sirius, que asintió a cualquier indicación que le hubiera dado el pocionista.
Harry sintió como si fuera convocado por una magia ajena a él, no era necesario averiguar cual fuese, su padre había logrado sacarle de batalla mientras se encaraba con Voldemort.
—¿Crees que puedes dejar vivo al chico, y esperar que te perdone la vida? —le preguntó al pocionista con maldad, no teniendo ansias de matarlo sino de alargar su sufrimiento—. Tu traición te costara caro Snape.
—No lo matarás.
—Un par de lecciones y te encariñas con el primer animal que vez Severus, me conmueves.
—No fue así, mi señor —susurró con desprecio la última mención—. Yo cuide a ese niño, lo crie desde que quedó huérfano, y le protegí cuando lo oblivie, yo —continuó acercándose a él—, jamás le entregaría algo que el destino lo nombró como mío.
Aquel intento por no atacar al pocionista se fue por la borda, la varita de Voldemort vibró cuando le reveló aquel secreto, recordando cómo había manipulado todo para jamás entregarle a Harry.
—Te mataré, y después desde el infierno verás cómo ese bastardo sufre por tu deslealtad, Severus.
—...o puede que te lleve al infierno conmigo —siseó el pocionista dando el primer ataque.
Cuando estos dos pelearon todos se alejaron, las maldiciones que uno a uno se arrojaban con odio y desprecio, provocaba que los que estuvieran cerca salieran expulsados. El peor error que cometió Voldemort fue haber entrenado a la perfección a su espía, ahora podría convertirse en su gran derrota.
Severus se movía con gran destreza y habilidad, cambiaba de posición y lamentablemente, el Señor Tenebroso podía sentir esa debilidad en su magia, aquel poder inigualable se sentía cansado y agotado, sin saber el por qué.
—Acabaré contigo, y habrá sido un placer que mi hijo haya mandado cada trozo de tu alma al infierno —siseó antes de arrojar la maldición que envió a Voldemort al final de los jardines.
Toda su espalda se arrastró por el suelo mientras lograba que la maldición bajara de intensidad, se incorporó de inmediato notando la fuerza y plenitud que tenía su seguidor, parecía dotado de una magia diferente.
—¿También crees que esa magia sin igual les salvará Severus? —le cuestionó alzando la voz para que le escuchara, el pocionista siguió avanzando hacia él con odio—. ¿Crees que el amor logrará algo contra mi poder? Igual que la asquerosa sangre sucia a la que tuve el placer de eliminar...
La vena del pocionista saltó del coraje, pero sonrió con maldad cuando un joven pelirrojo se acercó al campo de batalla, arrastraba un pico de metal oxidado con mucha dificultad, Voldemort respiró con rapidez conteniendo la rabia, sus manos temblaban de ira al ver al joven que se acercaba.
—El amor no, —continuó Ronald Weasley, arrastrando a la serpiente que aún estaba viva, a pesar de que el pico la atravesaba—, pero si esto —susurró sacando la espada y partiendo en dos al animal.
—¡Ron! —gritó la castaña corriendo hacia él.
Severus maldijo por un momento, una ráfaga de viento que salía de su varita logró que su esposa cayera al piso desorientada, Weasley cayó hacia atrás mientras seguía rodando, y Voldemort encaró al pocionista con una sed de sangre que jamás había tenido, debía matar.
—Siete... de siete —susurró Snape.
...
La batalla se había desatado con fiereza, Harry perdió de vista a su padre y a Voldemort, aunque luchaba continuamente por localizar la pelea, sus nervios no le permitían pensar con frialdad, no tenía un rastro de lucidez.
Caminó desorientado viendo cada persona defenderse de algún mortífago, de pronto uno de ellos se colocó frente a él con soberbia, Harry puso su máscara de seriedad cuando vio al rubio acercarse, desvió los ojos con incredulidad al ver que el pelinegro había quedado como en shock.
—Hola Henry —le dijo el joven, Harry frunció el ceño con desaprobación, a lo cual Draco sólo rio—, ¿cómo te digo esto? abajo —susurró.
Harry no lo dudó ni un solo instante, se agachó y en un par de segundos tenía a un mortífago de rodillas intentando controlar una hemorragia que nacía de su cuello. Harry volteó a ver aquella escena con sorpresa, cuando volteó a ver a Draco, alzó la varita justo en el momento en que un mortífago intentaba atacarlo por la espalda. Se incorporó con rapidez colocándose a la espalda de su compañero, así lucharon por los siguientes minutos.
—Mi padrino me pidió mantenerte con vida.
—Qué poca fe me tiene —dijo con ironía, al defenderse de dos mortífagos a la vez.
—También me pidió mantenerte alejado de él... cosa que no pienso hacer.
—¿Qué?
—Ve hacia la entrada al este —le dijo el rubio viéndole de frente—. ¡Ve Henry! Te cubriré...
—Gracias —susurró al joven partiendo con seguridad, él no le dejaría caer en plena batalla.
...
Lo que vio a continuación fue desalentador. Voldemort se había olvidado de la batalla, y el fin que perseguía con toda esa guerra, sus seguidores eran derrotados y capturados por los miembros de la Orden y alumnos del colegio, algunos desertaron y otros murieron en batalla, sin embargo lo único que le interesaba era tener la sangre de Severus y Harry en su varita.
La debilidad era inminente, y las opciones se habían terminado para él, parecía imposible cómo un chico sin ningún talento mágico había podido destruir lo que le llevó años construir.
Harry llegó asustado hasta el punto de batalla, sus ojos se perdían con la velocidad de los ataques y sus movimientos precisos. Hermione lo tomó de la camisa obligándolo a agacharse, aún en el suelo no dejaba de ver en qué momento podía hacerse presente e intervenir en el duelo, quizá su padre nunca comprendió esa parte, pero quién debía acabar con Voldemort tendría que ser él.
—¿Qué se supone que intentas hacer? Está intentando mantenerte con vida.
—Sí, ya lo hizo por muchos años, es momento de parar esto.
—Te quiere con vida Harry —le dijo Hermione molesta.
—No, yo lo necesito con vida a él —respondió asustado incorporándose hacia ellos.
En ese punto era complicado mantener sus sentidos alertas, mientras buscaba debilitar a Voldemort, ponía en riesgo que por una distracción perdiera ese duelo. Pero pudo verlo, su hijo se había acercado tanto que puso sentir la sangre bajar por todo su cuerpo, ningún miembro de la Orden hizo lo que le competía, Draco no lo mantuvo alejado, ni McGonagall cumplió su promesa.
Vio caminar a Harry hasta que Voldemort se dio cuenta de su intervención, éste sonrió con maldad al notar a Severus cansado por la batalla, débil y hasta cierto punto herido. Harry sacó la varita con odio, no lo perdió de vista ni un solo instante, Severus se quedó estático observando sus posibilidades.
—Estoy vivo —le dijo con burla al mago—. Una vez más, ya no hay la mínima posibilidad de que acabes conmigo.
—Tú, el hijo de una impura ¿crees tener el poder de derrotarme? —Harry sonrió con burla mientras se acercaba.
—No te asesinará el hijo de una impura —respondió viendo a su padre—. Sino el hijo de un mortífago.
Harry se agachó cuando vio la magia correr hacia él, empuñó su varita hacia el mago, se sumieron en un duelo donde todos los presentes se quedaron estáticos al ver lo que sucedía. Severus avanzó hacia Harry, algunos pensaron que había sido una sonrisa lo que había salido de los labios del pocionista, sin embargo fue la sentencia a una burla para el Señor Tenebroso.
Ambos combatieron con fuerza, por alguna razón que no comprendían Voldemort no se mostraba dudoso, Harry estaba furioso al notarlo tan seguro, y su padre comenzó a exasperase por el poco avance.
Una ráfaga de magia los hizo retroceder y buscar mantener el equilibrio, mientras eran debilitados y afectados por su poder, su piel quemaba y las heridas del pocionista se hicieron cada vez más presentes. Cuando todo terminó se incorporaron, perdiendo de vista a Vodemort.
—¡Severus! —gritó McGonagall demasiado tarde.
Cuando Snape se giró hacia donde ella le decía, Voldemort había enviado con fuerza aquel pico con que había sido asesinada su serpiente. El hombre dio un paso hacia atrás intentando esquivarla, el pico entró sobre su costado rasgándole la piel, sin embargo no lo perforó, tan sólo logrando abrirle la piel desde el costado hasta la espalda baja.
Severus cayó de rodillas por el dolor, cerró los ojos cuando vio el pico oxidado en el suelo, no le preocupaba el estado del arma, sino que estaba contaminada del veneno de la serpiente. Su mano derecha cayó al suelo intentando sostenerse, sintiendo cómo perdía sangre rápidamente. El peso de su cuerpo fue mayor y cayó al suelo conteniendo un grito de dolor.
Harry no podía creer lo que estaba viendo, corrió de inmediato hasta su padre y lo volteó para asegurarse de que seguía vivo, una muela de dolor apareció en su rostro. Voldemort rio a lo alto, mientras se alejaba con calma, había decidido que ese día no moriría Harry, tan sólo eligió causarle el dolor suficiente como para debilitarlo.
Harry se quitó la sudadera que tenía e hizo presión en la herida, notando con que velocidad se llenaba de sangre.
—No... —susurró viéndole—. ¡Un medimago! —gritó a todos los que estaban presentes.
Hermione se acercó llena de lágrimas, sus manos temblaron cuando intentó tocarlo. Harry no podía creer lo que estaba viendo, bajó la vista cuando sintió el fracaso ante sus ojos, había fallado una y otra vez, cometiendo errores que los pagaría con creces.
Hermione vació la bolsa de cuentas en el suelo, revolviendo los pequeños frascos de pociones, pero se quedó quieta cuando se dio cuenta que no tenía todas las armas para curarlo. Puso una poción coagulante sobre la herida, para después seguir presionando, pero la herida era más grande que la cantidad de poción administrada.
Hermione vio a Harry, ambos se vieron a los ojos asustados.
—Mátalo —le dijo Hermione llena de odio.
Harry asintió limpiándose las lágrimas, la mano del pocionista se aferró al brazo de su hijo, había tantas cosas por decirle, que nunca se había sentido tan orgulloso como en ese momento, que no se preocupara, que habían salido de peores situaciones, y lo más importante, quería decirle que eso jamás fue culpa suya, y que si tuviera la oportunidad de regresar el tiempo, habría tomado las mismas decisiones.
—¿Por qué dejaste que yo... te aborreciera de la forma en que lo hice? —le preguntó cuándo sintió a su padre tomarlo.
—Estoy orgulloso de ti, Harry —le dijo dándole su varita.
—¡Un medimago! —volvió a gritar viendo la herida.
—Ya fue Malfoy por Madamme Pomfrey —le dijo su amiga llorando—. Estará aquí...
—Irá a formar más horrocrux, —susurró su padre viendo hacia donde se había ido Voldemort, Harry vio el camino y esa maldad dentro de él resurgió—. Acaba con él.
Su hijo no lo pensó dos veces, se levantó tomando la varita y corriendo hacia aquel mago, perdiéndose de vista entre los escombros. Severus asintió con calma, sonrió por un momento. Sintió la mano de Hermione temblar incontrolablemente sobre su rostro, intentando acariciarlo.
—Gracias —le dijo a su esposa—, por tener...el valor de... devolvérmelo, yo... nunca tuve el valor... de tenerlo conmigo —Porque a pesar de las múltiples posibilidades que siempre tuvo de tener a su hijo de regreso, él nunca lo hizo, por miedo a su rechazo, a ponerlo en riesgo y a lastimarlo, pero ella lo había hecho en el último instante, logrando que pudiera verlo por última vez.
—Ya viene la medimaga... ahí viene, y Harry se pondrá feliz.
—Gracias —repitió su esposo, y el llanto de ella se hizo desesperado.
—Ahí viene, Granger —le dijo Draco intentando alejarla—. Deja que la medimaga lo revise.
—Severus...
—A un lado Granger —le ordenó la mujer rasgando la ropa del pocionista—. Tenemos que sacarlo de aquí...
Fue lo último que escuchó con claridad Severus Snape, dejó de sentir el dolor sofocante que lo estaba quemando. Volteó hacia donde se había perdido de vista Harry, entonces vio los choques de las varitas, entre aquellos árboles había un duelo, un árbol cayó con las llamas consumiéndolo, y una explosión se escuchó, a continuación aparecieron las chispas de las maldiciones, él sonrió con tranquilidad, no dudo ni un segundo en su hijo.
Su esposa lloraba frente a él, intentando ser detenida por Weasley que la tenía sujeta de la cintura.
—Gracias —repitió él, pero no se escuchó nada, Hermione leyó la palabra de sus labios solamente.
