CAPÍTULO 22

Se escuchaba aquel sonido hueco de las pisadas andar, las mazmorras se encontraban silenciosas, solitarias y lúgubres. Harry bajaba despacio por ellas, esperando que ninguna persona lo estuviera siguiendo. Llegó hasta donde se encontraba la puerta de madera que ahora le resultaba tan clara, ingresó al despacho que ese año había estado cerrado, y se adentró a los aposentos de Severus Snape.

Cuando abrió la puerta las cosas le resultaron confusas, dos recuerdos que azotaban su mente. Escuchó unos pasos que se acercaban a la habitación, pero los conocía a la perfección, no le importó saber que ella sentía lo mismo, porque sabía que sólo ella estaba sufriendo al igual que él.

Cuando Hermione entró, la preocupación creció al doble, esa persona que estaba ahí no era su amigo, se encontraba tan perdido en esa situación, tan incómodo con las personas que lo rodeaban, ahora se sentía ajeno a su realidad, como si hubiese estado en la vida de otra persona, los recuerdos recién recuperados era su única verdad, y todo lo que había vivido le parecía fuera de lo normal. Harry odiaba dentro de todo lo que estaba sucediendo, ese silencio, queriendo exigirle a la vida regresar el tiempo, y que nada le fuese arrebatado.

Lo vio parado en medio de la estancia, observando la cama, aquel armario y los cuadros, quizás recordando una vida donde nunca le había hecho falta nada. Quiso por un instante hablar, que al menos su amigo le dijera que intentaba estar bien, sin embargo éste se mantuvo en silencio. Fue hasta aquella pared que su esposo había cubierto con una alfombra, él tiró de ella hasta hacerla caer, entonces apareció aquella puerta de madera. Tomó la perilla con indecisión, sabía que su amiga estaba observándole.

Se quedó inmóvil cuando vio la recamara, todo parecía idéntico a cómo estaba antes de irse, aquella bandera verde de Slytherin en la esquina, y la cama con el emblema de la casa que por tantos años odió, no dándose cuenta que eso era su verdadera identidad, la que le arrebataron en el momento de quitarle sus recuerdos.

Se introdujo con inseguridad, la repisa tenía aquellos objetos que él iba colocando poco a poco, ahora recordaba cada historia de ellos, y el pequeño cuadro que él le había hecho a su padre cuando era un niño, ahora le producía dolor y vergüenza, sin embargo su padre nunca se deshizo de él, de nada, cómo si en el fondo hubiese estado esperándole por seis largos años.

Se sentó sobre la alfombra, y recargó su espalda en la orilla de la cama, entonces vio aquella cómoda que estaba frente a él, le quitó el seguro de la puerta y sacó una caja de madera, dentro de ésta había pequeños frascos, él intentó sonreír pero no logró hacerlo.

Fueron mis primeras pociones —le dijo a su amiga, aunque no esperaba una respuesta de su parte—. Tenía nueve años, y aunque resulte increíble no era tan idiota. De hecho era bastante bueno en lo que él me enseñaba, ahora todo ha regresado.

Él me había pedido darte esa poción hasta que no hubiera peligro alguno.

¿Por qué lo hiciste?

Sospeché, yo sabía que tenía un hijo pero jamás pensé en ti... pero Sirius y Remus hablaban de que tú te enfadarías si Severus moría, y de pronto... todo tuvo sentido —dijo ella sin contener las lágrimas—. Un padre que te había obliviado, para ir a las filas de Voldemort y Severus había alejado a su hijo para protegerlo, fui tan estúpida... yo tuve la verdad frente a mis ojos y nunca pude verla.

Hermione, si mi padre planeó esto, nadie podía descubrirlo, lo hiciste a tiempo.

Él realmente nunca te abandonó, te cuidó de cerca —le dijo con timidez su amiga, Harry asintió con tristeza.

Sin embargo, la vida es muy diferente a como la hubiera imaginado, viví aquí Hemione la mitad de mi niñez, me crie en ese laboratorio, aprendí de los profesores y dentro de esa seriedad de... Snape, esa amargura, la intransigencia para las reglas y lo estricto para las costumbres, había un padre que me enseñó todo lo que soy, fui castigado e instruido a temprana edad, y más allá de todo era mi papá, siempre tuvo tiempo para mí, y tuve amor, porque él no quería que yo creciera sin afecto o con carencias, su primera regla era estar presentable, la segunda era que supiera que era un niño amado por mi madre y por él —dijo Harry, mientras su mirada se perdía—. Fui a un buen colegio cuando era pequeño, sin embargo tuvo que regresar a Hogwarts, intentó que yo llevara una educación muggle, pero no siempre fue así, había lapsos donde no era posible, y él me educó en el castillo, cuando nos ausentábamos regresábamos a casa, y debía batallar en el mundo muggle donde la magia la disminuía al máximo.

¿Cómo le hizo para ocultarte en el castillo? —Harry sonrió recordando la conversación que su padre había tenido con él.

Ante todo el mundo yo era Henry Snape, entendía bien que él tenía que ocultarme, habían intentado raptarme y él asesinó a un mortífago, era pequeño pero entendía, así que a los cinco años aquí en el castillo todos me llamaban Henry, sólo los profesores sabían la verdad, mi apariencia era algo diferente, ocultó la cicatriz, mi tono de piel y mis ojos eran negros, era otra persona y eso me permitió crecer aquí.

¿Fuiste feliz?

Lo fui, cuando me dijo que me iba obliviar escapé a la Mansión Malfoy, le supliqué... pero ese maldito lo convenció... juró que sería poco tiempo, juró tantas cosas...

Tenía que mantenerte vivo.

No Hermione, si Dumbledore no le hubiera pedido eso, él me hubiera mantenido a su lado y jamás estaríamos atravesando por esto.

Supongo que ahora todo cobra sentido.

Absolutamente, y sé que estoy cambiando, me noto algo...

Eres su hijo, ya destellas arrogancia... —lo interrumpió.

Lo sé.

Todos comentan tu cambio, la cantidad de magia que tuviste al final...

Fue la poción que me diste, si tengo todos los recuerdos puedo manejar mi magia, él... me enseñó a controlarla, lo hizo desde que colgué de los pies a mi profesor de deportes —confesó él ausente de su propia realidad.

Harry... sé que en este momento no tienes la cabeza para ciertas cosas, pero debes subir, hay un verdadero caos en todo el castillo, yo reconozco que no debes hacer entrevistas pero al menos escribe un pergamino, deben mantenerse actualizados en las noticias.

Ya dije todo lo que deben saber, está muerto.

Lo sé, pero quieren una historia, la comunidad mágica lo merece. —Volvió a intentar convencerle.

Tienen el cuerpo, ¿qué más necesitan? —cuestionó él enfadado—. Lo que yo merezco son unas horas de paz, ¿esa comunidad mágica, de la que tanto hablas, no respetan un poco el dolor Hermione? No... Sólo quieren saciar el morbo, quieren esa maldita historia para ganar galeones, sin importarles una mierda lo que realmente ocurre.

La mitad de esa comunidad mágica fue ultrajada por Voldemort, fueron secuestrados, torturados y asesinados.

¿Piensas venir a darme ese discurso Hermione? —Le preguntó con rabia—, casi un año de abusos por los mortífagos, en cambio yo sólo perdí a mis padres, y Dumbledore obligó a mi padre a alejarme de él, quitarme todo lo bueno que tuvo un maldito huérfano, dejándole desprecio, golpes y maltratos, siendo sólo un peón en este juego, del director y de todos. Entonces me la pase haciendo todo lo que creí debía hacer, el maldito elegido... perdí a Ginny, a Ron, Lupin está muerto, mi papá... —se quedó callado desviando la mirada, Hermione se encontraba callada, asustada—. No me vengas con que ellos son víctimas y fueron torturados, todos aquí lo fuimos, y si por toda mi vida he sido un títere para ellos, creo que tengo derecho a querer estar solo las siguientes 24 horas ¿es demasiado egoísta de mi parte? Sólo un descanso, por primera vez no quiero hacer lo que todos esperan de mí, quiero estar solo.

Yo me encargo —susurró ella, creyendo que de esa manera él se sentiría con menos peso.

Hermione salió de la habitación cuando llegó Ron, ella lo detuvo al ver que llevaba El Profeta en la mano, le negó con la cabeza, pero el pelirrojo la ignoró y entró a la habitación. De pronto su mejor amigo se sentía ajeno a su vida, no conocía esa parte de Harry, y le dolía, odiaba no saber algo tan crucial y doloroso como eso. Harry alzó la vista cuando vio a Ron, pero bajó la vista al ver lo que llevaba en la mano.

Hermione se encargará de todo por el momento.

Entiendo, ellos sólo esperan a que tú quieras hablar.

Y yo espero el momento en que empiecen a respetar —dijo él, con una voz cargada de violencia—. Diles eso...

Creí que tal vez quieras leer la última nota —le avisó dejando el periódico sobre una cómoda.

Harry se levantó y lo vio de reojo, apretó la mandíbula con coraje, sacó una navaja con rapidez, Ron se alejó de inmediato y Hermione se cubrió la boca asustada, observaron cómo Harry rasgaba una parte de aquella nota.

Arreglen esta estupidez, y tal vez acceda a tener una entrevista con un mago que se tome las cosas en serio.

¿Qué quieres que... cambie? —preguntó Ron con temor, su amigo le arrojó el Profeta en los pies, el pelirrojo pudo ver que la navaja había rasgado el apellido Potter—. ¿Quieres que... ponga...

Snape —le dijo su amigo viéndole fijamente.

¿Quieres que quitemos Harry Potter, y pongamos al mur... al profesor Snape? —preguntó Ron asustado—. Pero quién lo mató fuiste tú, no... Él.

A lo que se refiere Harry es a poner su nombre verdadero, Ron. Yo me haré cargo Harry. —Le dijo su amiga levantando el periódico.

¿Su nombre verdadero?

Harry Snape —cuando Hermione dijo eso, Ron abrió los ojos sorprendidos, vio a su amigo con duda.

¿Seguro que quieres eso?

Lo diré una sola vez Ron, porque intento tomar en consideración que tú no sabes nada del tema, pero ese es mi nombre, legalmente, frente a los registros muggles Severus Snape figura como mi padre. Por otro lado, no quiero ningún apodo despectivo para mi papá, sólo Snape a secas.

Entiendo —dijo su amigo asintiendo.

Ambos salieron de ahí, cómo si los hubiesen convocado. Hermione caminó con rapidez, hasta que hubieron subido las escaleras de las mazmorras, entonces se detuvo, no tenía idea de lo que tenía qué hacer, no era el momento de mostrarse débil, pero se estaba cansando de tomar las riendas de toda esa situación.

Harry no está bien —le dijo Ron deteniéndose con ella.

Lo sé.

Deberíamos llamar a Sirius, le hará bien.

Créeme Ron, es la persona que menos necesita en estos momentos, Sirius lo arruinará.

Pero es la única familia que le queda, Hermione —ella frunció el ceño con molestia.

Sirius y tú, son las personas menos indicadas para Harry —siseó dirigiéndose al Gran Comedor.

Realmente me preocupo, en el castillo hay mucho desorden, todo es una locura Hermione, y él...

Ya sé que Harry necesita subir, pero me haré cargo yo por ahora, déjalo en paz Ron —le dijo furiosa ignorándolo.

Entiendo que necesita descansar, yo más que nadie, y lo único que he procurado es encargarme de todo y que él pueda estar solo. Pero explícame ¿cómo él puede ignorar seis años de vida?

De la misma manera que no puede ignorar once años, Ron. Todos esos años de miseria han desaparecido para él, Harry tiene un pasado y ha descubierto que también tenía a alguien quién sacrificó todo, son cómo dos realidades para Harry, y él intenta lidiar con eso, por eso necesita estar solo.

Lo curioso es que no está viviendo ninguna de esas dos vidas, se está escondiendo Hermione.

¿Y crees que no tiene derecho? —le preguntó seria.

Lo tiene, pero no debería hacerlo. Esta lo del Profeta, lo de... Snape, Sirius intenta hablar con él, lo de Ginny y lo de Lupin, son muchas cosas que tú no quieres decirle.

No es eso Ron, pero la prioridad es su padre, y si no tiene cabeza para eso no la tendrá para Lupin. En 24 horas todo esto va empeorar o mejorar, en ese momento le diremos lo de Lupin.

Espero que no se adelante Malfoy.

¿Quieres dejar de escupir veneno, Ron? Fueron amigos durante años...

Pues ayúdame entonces a procesar que Harry será como Malfoy —se quejó mientras caminaban.

No seas ridículo, Harry seguirá siendo Harry.

Eso créetelo tú, hasta parece que no lo viste explotar... era... Snape.

¿Y qué más quieres idiota? Si es su hijo —Ron abrió los ojos cuando escuchó que lo insultó, si eso ocurría significaba que ella estaba más que molesta. Debía cuidar cada una de sus palabras.

...

Harry arrastraba un pequeño carro de madera, donde llevaba algunos juguetes, lo jaló de un pequeño lazo mientras los dejaba caer sobre la alfombra. Cuando se abrió la puerta Snape ignoró que el espacio para caminar se había reducido a la mitad, ignoró la ropa limpia tirada en el suelo, y las marcas de crayolas en el nuevo mueble.

Tomó a su hijo del estómago y se lo llevó colgando hasta el despacho, donde lo depositó en el piso, el niño lo vio con el ceño fruncido.

¡Pero mira nada más! —gritó una eufórica alumna, Snape dobló la mirada, harto de lo mismo, casi podía adivinar lo que le diría a continuación.

Es idéntico a usted, profesor Snape.

Dejan como garantía la mitad de su estabilidad física y mental señoritas, si le ocurre algo a mi hijo, será algo más que restar puntos. —Les advirtió con dureza.

No tiene absolutamente nada de qué preocuparse.

Y no me tomen por idiota, si le dan dulces me enteraré.

Profesor lo de la vez pasada fue... un completo accidente.

Accidente tendrán que pasar ustedes hasta las seis de la mañana si cometen un error, lo cuidarán hasta que Henry cierre los ojos.

Las jóvenes asintieron y el pequeño Harry corrió hacia el cuarto donde tomó uno de los coches, regresó y les dio la mano a una de ellas.

¿A dónde quieres ir primero Henry?

En cuanto cerraron la puerta, Severus ignoró lo que había en los aposentos. Abrió la puerta del laboratorio, vio el reloj e hizo las cuentas precisas, debía avanzar la mitad de los pedidos atrasados. Tres calderos estaban encendidos, un reloj que se mostraba frente al pocionista, una navaja que cortaba finamente los ingredientes, y una poción que se removía sola.

Cuando dio la hora pactada y ninguna de sus dos alumnas daba señal de vida, salió de las mazmorras con molestia, odiaba estar buscando a las jóvenes que solían cuidarle en ocasiones a su hijo. Las encontró en uno de los pasillos, un alumno de su casa, de séptimo año llevaba a su hijo dormido, con la cabeza recargada en su hombro.

Corrió bastante y se durmió hace diez minutos.

Muy bien, démelo señor Roger —Severus tomó a su hijo y lo colocó en la misma posición.

Odiaba estar en esa situación, donde todos veían esa parte vulnerable de él, los alumnos en ese pequeño instante no lo respetaban, sacó su varita, le restó 20 puntos a Gryffindor y alejó a un alumno de Slytherin que besaba a una de Ravenclaw.

Muffliato —susurró al cuerpo de su hijo—. Tiene 30 segundos para que cada uno de ustedes tomen un deber, una sonrisa más por parte de alguno y me encargaré personalmente que no cursen séptimo año, ¡rápido que llevan ya 20 segundos! —y en menos de lo que él esperaba, ese pasillo estaba desalojado.

Cuando terminó de recostar a su hijo, usó la varita para ir arreglando los aposentos. Para cuando salió hacia su despacho Minerva lo esperaba sentada, con un semblante bastante serio.

Un alumno se quejó, Snape.

Se estaban burlando.

¿De ti? Creo que eso lo tienes ya en la cabeza, ningún alumno de mi casa...

No los defiendas —la interrumpió sentándose, se quedó callado por unos segundos, buscando la forma de decir lo que tanto quería—. Es un error esto, Harry no debería estar aquí, nuestra vida era más tranquila en casa.

La cuestión fue que no tenías modo de que alguien cuidará de él, aquí las alumnas adoran al niño, estoy yo, Poppy, Hagrid, y es un niño feliz.

No tenía a nadie que lo cuidara, porque no lo necesitaba, yo podía hacerlo todo solo.

¿No crees que Harry necesita el mundo mágico?

No lo sé, no estoy seguro.

Después del incidente de La Hilandera, has estado bastante tenso, pero irte a tu casa no te ayudará, lo mejor para ambos es la seguridad del castillo.

La escena se vio interrumpida cuando el niño atravesó la puerta, el piyama verde hizo sonreír a Minerva.

Harry es hora de dormir.

No quiero dormir ahí.

Quiere a su padre —dijo Minerva—. Los dejo descansar.

Lo acomodó en la cama, apagó las luces y aseguró la chimenea, al igual que la puerta, su paranoia había vuelto. Se acostó a un lado del niño que se negaba a cerrar los ojos.

Bien, aquí estoy, puedes cerrar los ojos —el niño asintió, obedeciendo.

Tengo miedo.

Nadie vendrá, te lo juro. —Al escuchar esto el infante se relajó y tomó una de sus manos apretándola con fuerza—. Pero si sigues teniendo esa actitud, me haces ver débil y a final del curso no tendré un solo alumno que me tenga respeto —le dijo, pero Harry ya se había dormido.

...

Hermione entró de nuevo a los aposentos de Severus Snape, apenas se asomó a la puerta donde llevaba Harry toda la mañana, ahí estaba con la cabeza apoyada sobre la cama hacia atrás, descansando el cuerpo en la alfombra. No entró a hacerle compañía, se sentó sobre la cama y abrió el cajón que se encontraba en el buro, utilizando la llave que llevaba en el cuello su esposo.

De ahí sacó las cosas que Severus consideraba más importantes, de un sobre largo sacó su testamento, ahora entendía lo que le solía decir, que su hijo la amaría por sobre todas las cosas, haciendo de él su heredero universal, sin dejarla desprotegida; también se encontraba el acta donde Harry Potter moría para transformarse en Harry Snape, anexando además su acta de matrimonio y dos fotografías.

Se limpió las lágrimas con rapidez, quería ser fuerte pero se estaba cansando, apretó contra su pecho aquellos pergaminos, lo que Severus más protegió durante años. Alzó la vista cuando notó a alguien parado en la puerta, la camisa blanca había sido rasgada de una de las mangas, tenía algunas heridas y traía vendada esa mano, pero caminaba por sí solo.

¿Dónde está?

Ahí —respondió ella señalando el lugar—. Lleva encerrado desde las seis de la mañana, no quiere salir.

Ellos piensan que estas descansado.

No puedo descansar, Harry me necesita.

Ya llegue Granger, duerme —le dijo el joven, pero la castaña volvió a negar con la cabeza— ... ¿Sabes? No debes fingir conmigo. Te vi en la mañana y lo sé todo.

Creí que eras un Slytherin, ahora veo que tu arrogancia te llevó a la casa de la sabiduría, Malfoy.

Sabes a lo que me refiero —respondió sonriendo.

No, no lo sé.

A la relación que te une con mi padrino —Hermione se quedó callada sorprendida, tragó en seco sin responder nada—. Él me lo dijo hace unas semanas, entonces no tienes que fingir ser la fuerte cuando por dentro quizás estas desmoronándote.

Alguien tiene que ser fuerte, Harry o yo.

O ninguno.

No le digas a Harry.

¿Qué eres su madrastra? Creo que son suficientes noticias para él ¿no crees? —Hermione respiró agitada cuando lo mencionó de esa manera, él tenía razón, y no quería que llegara nunca ese momento.

Supongo que Severus te pidió guardar silencio.

Me amenazó de hecho, claro que no voy a decirle nada. ¿Crees que me perderé la oportunidad de cuando te toque decírselo? —Hermione lo dejó ahí sólo, no cabía duda que continuaba siendo un Malfoy y un Slytherin, no dejaría de molestarla, sólo cambiaría la forma de hacerlo.

Ella entró a la pequeña recámara cuando escuchó el movimiento de su amigo, Harry despertó asustado, la calma llegó rápido cuando vio a su amiga, de pronto todos los recuerdos llegaron a él, y un gemido salió de sus labios.

Deberías seguir durmiendo.

¿Hay algo nuevo allá arriba? —ella negó con la cabeza—. Ve a dormir Hermione.

... el abogado de Severus llegó hace una hora —dijo ella rápido, creyendo que así evitaría una catástrofe, respiró agitada mientras su amiga procesaba la noticia.

Échalo —susurró él—. No tiene nada que hacer aquí.

Le dije que se fuera, pero quiere...

¡Que se vaya! ¿Ese maldito mago cree que soy imbécil? ¡Viene por el testamento!

—lloró ella temblando.

Entonces Harry tomó los papeles que ella llevaba en las manos, tan sólo vio la palabra testamento en ellos y los arrojó del otro lado de la habitación. Se tomó el cabello con fuerza, se sentía tan furioso, tan débil, tan vulnerable a algo que él no podía controlar.

Harry alzó la vista al sentir los pasos apresurados, el joven rubio se acercó corriendo hasta donde lo escuchó gritar, entonces Harry lo vio y dejó atravesar el dolor con aceptación.

Henry —le llamó Malfoy.

Harry abrió la boca queriendo responder, pero no sabía qué debía decir, reclamarle por no haberlo buscado parecía ser la idea más tentadora, aunque también quería decirle que en ese momento lo necesitaba.

¿Por qué... dejaste que odiara a mi padre? —le preguntó con rabia.

Me lo dijo hace un mes, Henry.

¿Por qué?

Creía que moriría antes de él decírtelo —Harry asintió, esa era una buena razón para hacer las cosas, pero eso no evitaba que le doliera.

...

¿A qué vinimos? —le preguntó Harry a Severus, cuando entraron a la sala de La Hilandera.

Debo recoger unos papeles importantes.

Está sucio.

Hace años que no vengo aquí, Harry.

¿Es tu casa?

La de mi padre, mi casa es donde vivimos, ahora espera aquí —le dijo con calma.

Severus abrió el cajón de uno de los libreros, y sacó los papeles que él creía necesitar. Los tomó con nerviosismo, colocándolos en el bolsillo de su túnica. Entonces escuchó un ruido en la cocina, sacó la varita rápido e intentó llamar a su hijo, pero éste no pudo verlo.

Entonces un mortífago apareció observando al pequeño Harry, Snape respiró con dificultad, quizás por el miedo, o posiblemente intentando no alertar a su pequeño, queriendo conservar la calma para no asustarlo.

Esto sí que es una verdadera sorpresa, Snape.

Aléjate de él —le ordenó.

El mortífago se inclinó hacia su hijo y le sonrió, el niño se mostró confundido, tan sólo vio al hombre con cierta duda y un poco de inseguridad. Dejó que aquel mago tocara su rostro, mientras Snape iba perdiendo poco a poco todo su autocontrol.

Harry ven aquí —le pidió Snape, el niño lo observó sin obedecerle, algo hacia aquel mortífago que parecía llamar más su atención.

Hey chico... se te cayó —le avisó cuando le dio un muñeco, Harry sonrió acercándose.

Todo paso demasiado rápido, el mortífago lo tomó del brazo con fuerza hasta alzarlo de éste, entonces el niño comenzó a llorar desesperado. Snape sacó su varita apuntándolo con odio, pero el temor no escapaba de sus venas, cualquier cosa que decidiera tendrían consecuencias para Harry.

Dame al niño.

No, no es uno de mis planes inmediatos —respondió sonriendo, tomó al infante y lo sostuvo en brazos.

Su llanto era desesperado, se encontraba tan asustado que sólo buscaba que Severus lo tomara de inmediato. Lo intentaba llamar con sus brazos, su petición desconcentraba a Snape.

Severus... —lloró a gritos.

¿Quién es este hombre eh? —le preguntó el mortífago al niño—. ¿Es tu cuidador o tu papá?

¿Papá? —repitió el niño viendo a Severus, se encontraba temblando.

Dile adiós a papá —se burló el mago.

¡No! —gritó con más fuerza el niño llorando, Snape se odió, era la primera vez que no atendía un llanto de inmediato.

Tranquilo Harry —susurró asustado el pocionista.

Un solo movimiento de la varita y aquel hombre se tambaleó, sólo sintió una quemazón en el estómago que lo hizo soltar al niño. Harry cayó al piso llorando, viendo como una luz verde salía de la varita de Severus, haciendo que aquel mago cayera al piso inerte, viendo como la sangre salía de su vientre.

Severus no lo pensó más, tomó a Harry desapareciendo del lugar hasta el Caldero Chorreante, Tom lo vio llegar y entendió lo que ocurría, activaron la chimenea para que pudiera llegar seguro a Hogwarts.

Le entregó el niño a Poppy que intentó calmarlo, sin tener suerte, Dumbledore había mandado a los agentes del Ministerio mientras Snape se maldecía una y otra vez, odiándose por lo que había hecho, seguía escuchando el llanto de su hijo, y negaba atenderlo.

Ya lleva mucho llorando —le dijo Minerva.

Está asustado, me vio matar Minerva, vio como asesiné a ese mago.

Severus, creo que lo sedaré —le asintió a la medimaga cuando escuchó aquello.

Pero el niño atravesó la puerta llorando, y se acercó hasta Severus, temblaba y parecía no entender lo que pasaba. Entonces el pocionista se dejó guiar por su instinto, lo tomó en brazos y lo pegó a su pecho, el llanto se fue calmando cuando el niño apretó su túnica, el temblor disminuyó mientras Snape hacia un suave sonido.

No importa lo que haya pasado Severus, sólo tú le das seguridad.

Deberías bajar a las mazmorras, y descansar ambos —le dijo Dumbledore al ver la escena, Severus no quería hacer eso, pero también estaba de acuerdo que era lo más inteligente que podía hacer en ese momento.

¿Quién está en las mazmorras?

Son tuyas, para cuando decidas regresar —Snape asintió y bajó con Harry en brazos.

Dormiremos, y mañana... todo será mejor.

...

¿Henry? —le llamó Draco por cuarta vez.

Lo odié... le dije que era un asesino, se lo dije Draco —susurró Harry perdido en recuerdos, y con el dolor a punto de salir.

Nada cambió para mi padrino, él te quiso por sobre todas las cosas, luchó para que tú estuvieras aquí.

No lo merezco —susurró y Draco a penas lo pudo escuchar.

El Slytherin abrió la boca, queriendo hacer sentir mejor a su amigo de infancia, pero la cerró cuando vio dos lágrimas salir de sus ojos esmeraldas. Harry bajó la vista derrotado al ver cómo esa fortaleza se le escapaba de las manos, el llanto llegó y Malfoy vio cómo su cuerpo se movía lentamente por causa de ese llanto que lo estaba destrozando.

Hermione se quedó inmóvil, nunca había visto así a su mejor amigo, y estaba segura que no tenía la forma de poder ayudarlo. Draco volteó a verla y le asintió con la cabeza, la castaña entendió a la perfección, tenía que dejarlos a solas, sólo con él Harry se sentiría bien, lo supo cuando el Slytherin se puso a su lado y Harry no se alejó, sólo lloró sin miedo.

Sirius bajó el Profeta con decepción, ahora cada copia llevaba en sus titulares el nombre de Harry Snape, llevando a todas las personas a la confusión, nadie sabía lo que ocurría, McGonagall queriendo ocuparse de aclarar las dudas más cercanas, la ausencia de su ahijado, que se había recluido en las mazmorras desde que se habían llevado a Snape. Ni siquiera quería recibirlo a él, estaba sumido en un supuesto dolor, que él creía sentir, pero ligeramente notaba que el carácter de Harry había cambiado, era algo más recuerdos, él era diferente.

Vio salir a Hermione de la enfermería, sus pasos fueron cansados, su forma de caminar la hacía notar agotada, la observó detenerse y recargarse en la pared. Se acercó a ella con cautela, cuando la castaña alzó la vista apresuró a limpiar sus lágrimas y mostrarse más calmada.

El mago tomó una de sus manos, notando que estaba temblando violentamente. La abrazó despacio y el llanto de Hermione salió por completo, Sirius sólo se dedicó a tomarla con cariño, buscar calmándola, odiaba ver cómo una bruja de su categoría rompía de esa forma por un mortífago como Snape.

Lo siento —se disculpó separándose de él.

Hermione, tienes que descansar un poco. Es demasiado estrés y no han dormido nada.

Estaré bien, Harry durmió un par de horas, ahora se encuentra con Malfoy. —Notó que Sirius hizo mala cara al escuchar ese apellido.

Ahora Malfoy...

Sirius si no quieres perder a Harry debes comprender que Severus fue su padre por más de diez años, en él encontró una familia, amor, y seguridad, Malfoy lo conoce como la palma de su mano, años de amistad le ganarán a Ron y a mí, tu ahijado necesita de la gente que lo entiende, y tú no lo estás haciendo.

¿Cómo lo haré sino quiere verme?

Está bien —accedió ella—, vamos a las mazmorras, pero algo si te advierto Sirius, si comienzas... Harry es capaz de maldecirte.

...

Sirius no se imaginaba el estado en que se encontraba su ahijado, cuando entró lo vio destrozado, sucio, y con los ojos rojos, odió con toda su alma a Severus Snape, porque no merecía nada de eso.

Harry se incorporó cuando vio a su padrino, y Malfoy lo vio con desprecio, pero guardó silencio por respeto.

¿Cómo estás? —le preguntó sentándose sobre la cama individual.

Bastante extrañado, yo era una persona y los recuerdos me hacen tener dos vidas tan diferentes —dijo el joven con la vista perdida.

Estás sufriendo, esos recuerdos te están matando.

Lo que me está matando fue lo que le ocurrió a mi papa, Sirius. Esta era mi guerra, no tenía por qué estar en medio.

¡Era un mortífago! —exclamó con obviedad, cómo si él hubiera olvidado ese pequeño detalle de la vida de Snape.

¿Y crees que yo no sabía eso? Desde que tenía seis años supe lo que mi papá era, no me pude sentir más orgulloso de ser su hijo.

Por Merlín —susurró el animago—. A penas puedo escuchar lo que dices, orgullo de un mago que se dedicó a torturar, y matar.

Orgulloso de que a pesar de todo, hizo lo que él tanto odiaba.

No lo habría hecho, Harry, abre los ojos.

Su amor fue grande, si tus celos no te dejan ver eso, no es asunto mío.

¡No son celos! —gritó escandalizado.

Sirius es mejor que nos vayamos —le pidió Hermione molesta, en el fondo, sabía que llevarlo ahí era un completo error.

... es decepción, de ver que... dices con orgullo ser Harry Snape, y te olvidas de James, él está muerto, pero lo está por culpa de ese maldito mortífago.

Harry se levantó con rapidez, se acercó de forma violenta a su padrino y lo apuntó con la varita, Draco procuró detenerlo, su mano descansaba sobre su hombro y le susurraba algo con rapidez, palabras que calmaron a Harry. El joven sacó de uno de los cajones una fotografía grande y se la arrojó a su padrino, éste la tomó asustado. En ella estaba Severus Snape con casi 30 años, vestido de muggle y al lado su ahijado con el cabello un poco más largo con una túnica verde botella.

Soy lo que soy gracias a él, no me importa si no lo entiendes.

¿Oíste lo que dije?

Eso ya lo sabía Sirius, me lo contó días antes de que me adoptara legalmente, creía tontamente que ese error iba a borrar años de vida.

Eras un niño, no entendías la gravedad de las cosas.

Tienes razón, yo sólo entendía como luchaba por alejarme de Petunia y Vernon, sólo veía como explotaba cuando mi tío me golpeaba, sólo comprendía que él era capaz de matar por mi vida, y aceptaba con gratitud el hecho de que abandonara su vida por darme una infancia feliz, sin yo ser nada, por el simple amor no correspondido que le tuvo a mi madre.

No tienes que fingir, es normal que te sintieras enfadado al enterarte que Lily y James murieron por su culpa, estabas furioso. —Insistió Sirius.

¡Claro que lo estaba! Porque lo único que sabía de él eran sus inclinaciones a Voldemort, ignoraba que cuatro Gryffindor se metían con él al mismo tiempo, formando en él el odio, y la sed de ser mejor que ustedes, quería poder y respeto, consideraciones que ustedes fomentaron en él —gritó con odio—. Debes tomar tus propias culpas, Sirius.

Me iré Harry, cuando estés más calmado hablaremos, no me queda duda que lo quieres, pero lo viste asesinar a Dumbledore y eso rompe todos los esquemas.

Gracias a Salazar que lo mató, o yo lo estaría haciendo en este momento. Ese maldito lo alejó de mí y me envenenó, espero se esté pudriendo en el infierno. —Gritó con odio desmedido.

Malfoy se acercó a él y lo hizo retroceder de nuevo, luchando para que se calmara, en ese momento sabía que Harry tenía que controlar su magia, tenía poco tiempo con ella y le tocaría trabajo poder manejarla de nuevo, por lo mismo él no se separaba, no dejaría que cometiera una estupidez.

Sé que mi papá cometió una indiscreción que le cobró la vida a mis padres, y sé también que es mitad responsable, no ignoro nada Sirius.

¿Mitad? —preguntó riéndose.

Mitad —repitió con saña—, porque de no haber sido por tu cobardía, el protector del fidelio habrías sido tú, no Colagusano. Mis padres estarían vivos, y Snape habría sido parte de mi vida de todos modos.

James no lo hubiera permitido.

Mi madre había buscado a mi papá, ¿no lo sabías?

¿También te lo dijo Snape?

No... Leí la carta, de puño y letra de mi madre, dirigida a Severus Snape, un mes antes de que murieran.

Harry habría podido continuar agrediendo a su padrino, pero se retractó cuando escuchó unos pasos que bajaban las mazmorras corriendo. Puso cara de desagrado, cuatro personas en las mazmorras las consideraba multitud, y ahora una quinta más se sumaría a la lista.

Una joven llegó corriendo a los aposentos, se mostró decepcionada cuando los vio vacíos, a excepción de una puerta que estaba abierta del lado izquierdo. Se asomó con cautela, entonces Harry soltó un gemido de dolor. Ginny lo abrazó temblando y Harry la apretó con fuerza a su cuerpo.

Revisaba que ella estuviera bien, iba extrañamente vestida, con un vestido largo color café, que estaba manchado de lodo de la parte de abajo, un delantal blanco y su pelo lo llevaba sostenido de un moño, parecía una muggle bien disfrazada.

Creí que habías muerto, ¿Dónde has estado?

En una granja, en Irlanda. —Respondió ella casi llorando—, con la mamá de Hermione.

¿Cómo?

El Profesor Snape fue por mí, unos días después que te fueras y le dijo a mi mamá que me llevaría a un lugar seguro, su abogado acaba de ir por nosotras.

Harry asintió, ni siquiera deseaba preguntar ni otra cosa más, sabía que su padre había preparado todo por si él llegaba a morir.

Nunca me dijo nada, sólo que tenía que sobrevivir. —Susurró Ginny regulando su respiración.

Ven aquí —le dijo para abrazarla, entonces Harry vio a Sirius con odio—. Tienes razón Sirius, Snape es un maldito ¿no?

Bien, es hora de irnos Sirius —siseó enojada Hermione, lo arrastró hasta la salida y lo soltó con asco una vez que hubieras subido las escaleras—. Creí en verdad que tus intenciones eran buenas, pero sólo quisiste venir aquí para insultar a Severus y querer que Harry desconfié de él.

Está confundido.

No seas tonto, no está confundido. Tiene su pasado, una vida con su padre y lo que vengas a decirle tú o el Wizengamont no lo hará cambiar de parecer. No va borrar la vida que tuvieron —la joven respiró, buscando calmarse—. Vi en Severus el arrepentimiento, el dolor por no tener a Harry con él, el deseo por recuperarlo, y si no lo hizo fue porque Dumbledore lo manipulaba con sus temores.

Porque sabía que un asesino no era lo mejor para Harry. —La castaña sacó su varita con lentitud y lo apuntó pensativa.

Será tu decisión si te maldigo yo o Harry, no voy a tolerar ningún insulto más para Severus, que yo recuerde no eras tú quién toleró castigos con tal de proteger a Harry, terminaste escondiéndote en el cuartel mientras su padre soportaba el dolor, hiciste lo mismo que James.

¿El amor se basa en sacrificio? Porque en ese caso James fue el que se sacrificó.

Porque decidió esconderse en el Valle de Godric, pudo luchar a tu lado Sirius pero no lo hizo, prefirió ser parte del fidelio.

Para cuidar de Lily y Harry.

¿Y no hubiera sido preferible que James hubiera sido el fidelio? Protección absoluta para su familia... pero no quiso hacerlo.

Él no era un cobarde —susurró el mago al ver lo que estaba sugiriendo Hermione, ella bajó la varita y sonrió.

Tiene razón Harry, debes pensar y ver que cada uno tiene cierta culpabilidad en esto.

Snape obtuvo lo que se merecía —a Hermione se le llenaron sus ojos de lágrimas, Sirius intentó acercarse arrepentido pero ella lo aventó alejándose.

Me das asco —susurró alejándose de él.

...

Harry no podía ignorar la hora, se movió intentando no despertar a Ginny, salió de la recámara y notó a Draco molesto con El Profeta en la mano, el cual desapareció cuando lo vio salir de la recamara.

¿Qué era eso?

La ineptitud de Weasley combinada con la arrogancia de un periodista. —Respondió con ironía.

¿Lo has arreglado?

Intento hacerlo, no soy una maldita maquina ¿lo sabes? —le preguntó fastidiado.

¿La casa Slytherin no te enseñó hacer algo productivo Malfoy?

La casa Gryffindor no, por lo que veo. Ya que estas acudiendo a esta serpiente para arreglar tus asuntos —Harry sonrió de lado y se recargó en la pared con cierta melancolía.

Si él no me hubiera quitado los recuerdos, yo habría estado en Slytherin —Draco asintió también sonriendo con tristeza—. No me buscaste.

Lo hice, envié tu fotografía a Durmstrange, un amigo del colegio, dijo que no estabas, cosa que suponía... le dije de la cicatriz, no estabas ahí y aquí revisé a cada Slytherin, sabía que no tendrías la misma apariencia, busqué la cicatriz —confesó riendo, para después ponerse serio—, pero no me imagine que Henry Snape en realidad era Harry Potter y terminaría siendo un miserable Gryffindor, no estaba en los planes.

Ese maldito hechizo me quitó todo lo que yo era, entonces sólo quedó el hijo de James Potter y Lily, perdí seis años Draco...

Ahí vienen —le avisó cuando escucharon los pasos—. Ve a bañarte, pareces un sucio y asqueroso muggle, yo usaré toda mi sutileza para que no vengan.

Toda tu arrogancia, dirás.

¿Tienes algún inconveniente?

En absoluto —respondió antes de azotar la puerta e impedir el paso de los visitantes, Draco se recargó en la puerta de madera y jugó con su varita—. ¿Quién?

Black, quiero ver a Harry.

¿La sutileza de Henry ha sido muy suave para ti Black? —le preguntó con burla—. Eres una mierda en el zapato, creo que mi padrino te lo advirtió.

No vengo hablar de Snape, sino de Teddy Lupin.

Abre —le pidió a su amigo, Draco no hizo otra cosa más que obedecer.

Sirius se quedó parado en la puerta, molesto e inseguro por la reciente discusión que habían tenido. Harry se acercó con recelo, no sabía si lo que le había dicho su padrino era cierto, o tan sólo un método para continuar insultando a su padre.

¿Qué ocurre con Teddy?

Debido a la situación de sus padres, se debe esclarecer la custodia para él.

No veo el por qué, el padrino soy yo.

Actúa como tal —le exigió con rudeza—. Ya es suficiente Harry ¿cuánto tiempo más piensas esconderte en las mazmorras?

El tiempo que él necesite Sirius —intervino Hermione entrando, al parecer le había hecho caso a todos, parecía más despejada de la mente, limpia y vestida decentemente.

Debido a lo que ocurrió, creo que la custodia puede esperar a mañana, yo recogeré a Teddy.

La madre de Dora no te lo dejará fácil.

Quizás tengas razón, pero tanto Dora como Remus firmaron, y si algo malo les ocurría, sería yo quien se haría cargo de él.

No sabemos que ocurra Harry, no te lo había dicho, pero Lupin está en enfermería.

¿Por qué? si tú... dijiste que...

Al recoger el cuerpo descubrieron que no estaba muerto —lo interrumpió Sirius—. Recibió una maldición, y no ha despertado.

¿Por qué no me dijeron?

Porque no tenías cabeza para esas cosas, te dije que me haría cargo.

Sí, pero del Profeta —se escandalizó—. No de algo tan importante como esto.

Te dije que él debía saberlo —intervino Ron, manteniendo una prudente distancia.

Harry no hay nada que podamos hacer, los mejores medimagos han dicho que lo único que lo mantiene con vida es la sangre de su condición de licántropo, ellos casi aseguran que no despertará.

Quiero hablar con ellos —dijo titubeante.

¿En la enfermería? —preguntó ella sorprendida.

Un momento —dijo Draco deteniendo todo eso—. Aquí ocurren dos cosas, la primera es que el hombre lobo no despertó y si un día lo logra no será el día de mañana —Ron y Sirius de adelantaron, de forma agresiva y violenta, el Slytherin levantó las manos en forma de rendición y dio dos pasos hacia atrás—. La segunda es que ese niño, está mejor con los abuelos que con Henry en este caos, una vez que todo se arregle Henry pasará a recogerlo.

Harry —corrigió Black con fastidio, Draco observó a su amigo con duda, pero Harry sólo alzó la ceja al estilo Snape.

Dime como quieras.

Claro que voy hacerlo, es lo único que me faltaría, que seas Henry, tenga que soportar que eres el dolor de muelas de Harry Potter y tenga que llamarte de esa manera —se quejó con arrogancia.

Estoy a punto de echarte de aquí, Draco.

De todos estos que están aquí, yo sería al último al que echarías, —le dijo sentándose en uno de los sillones—. Me necesitas a mí.

En ese momento ambos recordaron esos pequeños instantes de su niñez, donde se metían en problemas y uno al otro se cuidaban, confesando una culpa no cometida, o echándose la culpa uno al otro, hasta el punto de confundir a la otra persona. Ambos se quedaron callados, Hermione se llevó a Ron y Black los observó con molestia, viendo a su ahijado ir al cuarto de baño.

Todo lo que había dicho el pocionista era cierto, una vez que el recuperara su vida lo olvidaría, y no fue por esos recuerdos, o porque tuviera toda su magia. Era por el sencillo motivo que Harry era diferente, era hijo de Severus Snape.

...

Ginny le sonrió con devoción mientras terminaba de abrochar la camisa de Harry, se sentía mal de verlo así, ahora volvía a tener los ojos rojos. Y en ese pequeño espacio donde pasó su niñez, Harry le contó aquella historia, donde no era nada de lo que él había conocido, ahora supo de la historia de su vida, donde el profesor Snape había tenido un gran protagonismo.

Entre susurros le contó las partes más tristes, y con sonrisas melancólicas le confesó sus mayores alegrías, con lágrimas en los ojos expresó su dolor y su reproche a la vida, y con un desahogo, él dejó escapar su más grande miedo.

Ella lo había escuchado con paciencia, hasta que hubo terminado la historia justo en el momento en que asesinó a Voldemort, y regresó corriendo al campo de batalla.

Su pelirroja le sonrió acomodando su cuello, la tenía en sus piernas y degustó el perderse en su cuello una vez más, sentía el miedo acompañarle desde los pies hasta los ojos, que amenazaban lentamente a Harry.

Te ves extraño.

¿Por qué estoy temblando?

No —susurró ella riendo—. Porque estas todo vestido de negro, pulcramente planchado, creo que ya arruiné la ropa.

Eso es bueno, no quiero que ahora digan que soy hermano de Malfoy.

Era mi única ropa, y deberías agradecer, era eso o los calzoncillos de Hagrid —su amigo lo vio con molestia—. Bueno Weasley, ¿qué te parece si te levantas de Henry? No le hagas el trabajo más difícil.

Déjala en paz.

Henry... tienes que subir. —Le dijo con seriedad, Harry lo ignoró pero asintió inseguro.

¿Vas acompañarme? —le preguntó al Slytherin.

Me alegra que por fin salga a flote que no eres un Gryffindor, ¿dónde está tu valentía?

Ya déjalo en paz hurón —gritó Ginny levantándose.

¿Harry? —llamó Hermione asomándose—. Es hora, está el camino libre, pero hay una comisión que quiere escoltarte.

De acuerdo. —Respondió sin importar a quienes se referían.

...

La mirada de su padre era seria, ausente y temerosa, pero no había algo que él pudiera decirle que lo hiciera cambiar de opinión, él era su padre y quería hacerlo ante la ley muggle, eso lo tenía emocionado. Pero Severus le dijo que antes de firmar, él debía confesarle un secreto que quizás cambiaría sus vidas.

Tú sabes que yo conocí a tus padres, en Hogwarts. —Él asintió de inmediato—. Sabes también que yo fui un mortífago, un seguidor de quién los mató —él asintió de nuevo inseguro, al notar el camino que iba tomando esa conversación—. Una noche él me encomendó una misión, tenía que conseguir el puesto de profesor en Hogwarts, cuando me entrevisté con el director yo escuché una conversación, una profecía, donde anunciaba la muerte de este mago tenebroso.

¿Qué profecía?

Anunciaba que habría un niño que acabaría con el poder del Señor Tenebroso, y se lo dije. —Harry asintió despacio intentando comprender—. Lo que no sabía era, que el Señor tenebroso reconocería a tu madre como la mujer que daría a luz a ese niño, era algo... que... ni siquiera consideré —susurró aún con dolor—. Porque...

Porque la amabas —interrumpió su hijo.

Sí... cuando me enteré de esto, busqué la ayuda de Dumbledore para ocultar a Lily, era lo único que me interesaba, aunque el poder se extendía a ti y a tu padre. Pero nos traicionaron, el mago poseedor del fidelio se vendió al Señor Tenebroso y los entregó.

¿Mató a mis padres por mí?

Tus padres dieron su vida por ti, y los mató porque yo le dije esa profecía, sino hubiera sido así... estarías con ellos.

¿Y se supone que esto es lo que me haría odiarte?

Quizás no lo entiendes ahora Harry, porque eres muy niño.

Nunca quisiste causarle un dolor a mi mamá, no sabías lo que iba ocurrir, ¿puedo preguntarte algo?

Claro Harry.

Ya escuché tu historia, sé que tienes cierta responsabilidad pero no puedo culparte, porque nunca deseaste causarme daño, pero necesito saber ¿por qué luchaste por mí? Yo era un niño muy pequeño y tú no tenías obligación conmigo. —Severus se quedó callado por un momento, recordando el rostro del pequeño Harry, entonces recordó la respuesta.

No quería que tuvieras la misma vida que tuve yo.

No te arrepientas de firmar por favor —le pidió Harry abrazándolo con miedo y fuerza—. Quiero que seas mi papá, para toda la vida —En ese momento Severus lo estrechó y se perdonó todos sus errores.

...

Sentía todas las mirada sobre de él, Ginny tomó su mano con cariño, del lado izquierdo lo acompañaba Draco, y del lado derecho iba Hermione con Ron. Al final estaba Sirius que aunque odiaba estar en ese momento, sabía que su ahijado lo necesitaba.

Caminó despacio, queriendo alargar lo más que pudiera ese momento, mientras que las palabras se le iban de la mente, y todos los recuerdos llegaron con rapidez, los peores en ese momento.

Arrogante como tu padre, —le decía Snape, sin que Harry entendiera que nunca se refirió a James sino a sí mismo—, incorregible, siempre metiéndote en problemas —le regañó con furia, sin poder esconder la preocupación que en ese momento él no entendía.

No-hable-mal-de-mi-padre.

Tu padre era un cerdo, que no atacaba sino tenía tres varitas que le cuidaran la espalda.

Miente, usted es un cobarde que no perdonó que mi padre le salvara la vida.

Harry cerró los ojos intentando que las temidas lágrimas no acudieran a él, no podría verse débil en ese momento. Aquel discurso que había planeado se había ido de su mente, buscaba aquella primera frase que había pensado pero tal parecía que se había escapado.

Se detuvo frente a la puerta de la enfermería, negó con la cabeza, y aunque Ginny intentó acariciarle no había nada que lo hiciese reaccionar. Sintió la mano de Hermione que estaba molesta y entristecida.

Harry por favor, él ha suplicado miles de veces verte.

No puedo.

Por favor —le volvió a pedir, Harry asintió tomando la perilla de la puerta.

...

Cobarde —le gritó con odio.

...

Aprende a cerrar la boca, y abrir la mente Potter, quizás aprendas algo —le dijo, pero Harry nunca entendió a qué se refería.

...

¿Papá no tienes miedo de obliviarme?

Lo tengo, Harry. Pero estaré cerca de ti.

Yo no te recordaré —le dijo con miedo.

Tu corazón lo hará. —Entonces el niño sonrió.

...

Abrió la puerta de madera, con la vista hacia abajo. Se quedó parado sin decir nada, escuchó un suave "pasa Harry" de la medimaga, pero no obedeció, Hermione se acercó a él e intentó impulsarlo con una caricia.

Todo estará bien.

Alzó la vista por fin, su padre se acomodó con fuerza sobre lo que parecía ser una silla de ruedas, la medimaga terminó de vendarle el costado y cerró la camisa blanca de algodón. No pudo verle a los ojos, así que los bajó de nuevo y caminó hacia él.

Asesino... —recordó con énfasis esa palabra.

...

Mataré a Voldemort y después a usted —algo que casi logró.

Se detuvo cuando lo vio frente a él, alzó la vista, lo vio tan cansado, tan herido, no era el hombre que había dejado hacía seis años, era un mago más fuerte, casi invencible, poderoso, y herido por sí mismo, por él. Su mirada era tranquila, serena, y cautelosa, en ella le decía todo, y era lo que tanto le dolía, tenerlo de nuevo incondicional ante él.

Antes que Severus pudiera decirle algo, Harry se dejó caer de rodillas frente a él, ante el suelo, derrotado, con la cabeza hacia abajo, una lágrima cayó al piso mientras apretaba sus puños.

Perdóname papá.

Minerva lloró en silencio al ver al joven hacer eso, Draco bajó la vista entendiendo por qué lo hacía, y Hermione se cubrió la boca callando un sollozo. Pero para Severus y Harry no había testigos, sólo estaban a solas en aquel temido encuentro.

Harry ¿qué demonios estás haciendo? Levántate —le pidió impotente.

Perdóname —repitió.

Harry ¡basta! Levántate...

Perdóname —repitió sin poder controlar las lágrimas silenciosas.

Snape se quedó callado por un momento, odiando que su hijo se sintiera así, culpable de algo que él no habría podido controlar. Había pasado seis años con una muralla alrededor de él, aquel rol de padre se había resumido en protección y regaños, el pocionista suspiró, era su padre de nuevo y debía dejar entrar esa parte de nuevo en él, volver a sentirse completo.

... Hijo, levántate —le dijo con serenidad.

Harry escuchó esa palabra que hacía años no oía, alzó la vista y lo vio de nuevo, después de seis largos años, dejó caer la cara en las rodillas de su padre, y lloró sin que Severus se lo impidiera, tan sólo depositando la mano que podía mover, en su cabeza, removiendo un poco el cabello, buscando que sintiera el consuelo, dentro de todo ese silencio.

El pocionista suspiró cuando lo sintió de nuevo con él, Hermione sonrió cerrando la puerta, guardando ese recuerdo por siempre en su memoria.