CAPÍTULO 23
Severus Snape sabía bien que una vez que se recuperara tendría que enfrentar a su esposa. Hermione había sido una mujer comprensiva, y muy prudente, que respetó aquél tiempo de convalecencia, estuvo al pendiente de su recuperación, y de las curaciones necesarias. Pero cuando fue trasladado a las mazmorras, sabía que ese momento de paz se había terminado. Su único escudo era su hijo, que casi nunca lo dejaba solo.
Pero los malditos periodistas terminaron por cansar a Harry, y había salido de los aposentos con la varita en mano, en otras circunstancias Severus le habría pedido que controlara su magia, pero cuando vio a Hermione entrar "con una sonrisa bastante fingida", prefirió ahorrar su energía para lo que venía.
—¿Por qué tu mirada me dice que estas furiosa?
—Ya no estás en peligro de muerte —dijo ella esclareciendo su coraje—, por lo tanto considero que podemos hablar sin tapujos.
—Sí, por supuesto. Supongo que deseas hablar de mi hijo.
—¿No fui... merecedora de tu confianza?
—Hermione no fue cuestión de confianza, era algo mucho mayor que eso, por algo te pedí que la poción se la dieras una vez que el peligro hubiese desaparecido.
—¡Eso habría sido maravilloso! Harry recordando, y tú muerto, ¿crees que habría podido soportar la verdad sin tenerte? —Le reprochó intranquila.
—El Harry que tú conoces no es en realidad mi hijo, el niño que yo crie es fuerte.
—El niño que tu criaste lloró por dos días en su habitación, no permitió que nadie se le acercara, no quiso la compañía de Sirius, mucho menos la mía, se negó a verte porque la culpa lo mataba, y Draco fue el único que pareció calmarlo, así que por muy fuerte que fuera, Harry habría caído en la desesperación, por esa absurda idea de no decirle nada hasta que Voldemort muriera. —Le dijo sin detenerse, ahora se daba cuenta que en verdad ella estaba furiosa.
—No tienes la menor idea de todo lo que sacrifiqué, desde que tenía once años, no iba echarlo todo a perder por mis debilidades.
—Él te necesitaba, a su padre, lo viste mil veces mal, añorando tu compañía.
—Me sirve demasiado que me estés reclamando el pasado, Granger —respondió molesto—. No es algo que tú comprendieras, yo hice ese sacrificio buscando su seguridad, su bienestar, y ¡nunca dejé a mi hijo! —Hermione se quedó callada por unos segundos al notar el tono de voz en el que le estaba hablando—. No me reclames el sufrimiento de Harry, porque yo lo viví.
—¿Puedo reclamarte no haberme contado nada?
—Sabía perfectamente que ibas a salir corriendo a decirle absolutamente todo —Hermione puso cara de indignada, aunque sabía que su esposo tenía razón, lo habría hecho—. No podía hacer eso, era un riesgo para Harry y para ti.
—Lo sigo viendo como una falta de confianza.
—Porque eres una caprichosa.
—Siempre me has tratado como una niña, y soy tu esposa, ¿Cuándo vas a confiar en mí?
—¿Tú lo hiciste? —le preguntó en forma brusca, lo cual la hizo callar de inmediato.
Severus tenía razón, ella había desconfiado de él de la peor manera, ¿con qué cara se atrevía a estar reclamando tal cosa?
Una cosa era haber desconfiado de él, cuando le dijo que había tenido un motivo para matar a Dumbledore, le pidió confianza y ella se lo negó, a pesar de que él había recurrido a aquellos votos matrimoniales, en cambio lo que él había hecho era tan sólo no confiarle el nombre de su hijo.
—Lo siento —se disculpó él.
—Quiero preguntarte algo, y me gustaría que fueras lo más honesto posible.
—Siempre he sido honesto contigo. —Le dijo de frente, porque la notó con miedo y algo lejana.
—¿Por qué te casaste conmigo?
—... porque te amo ¿ahora vas a dudarlo?
—¿Estuviste conmigo porque te gustaba?
—Porque me acosaste lo suficiente, y no pude evitar fijarme en ti como mujer —respondió, creyendo que ella iba a relajarse y dejar ese absurdo tema—. ¿En qué demonios estás pensando ahora?
—En que me elegiste porque era la forma de estar más cerca de tu hijo —susurró con sinceridad.
—¿Estás bromeando verdad?
—Sabes que yo nunca bromeo.
—Hermione, no es justo que después de todo lo que pasamos, ahora vengas a desconfiar de mí de esa manera, además eras tú quien no salía de mi despacho, con motivos tan absurdos que hasta tu misma te ponías en ridículo.
—Y me rechazabas.
—¿Por qué eras mi alumna? —cuestionó con sarcasmo—. Supiste ganarte mi afecto, no puedes negar todas esas noches, esas atenciones que hace años no recibía, soy humano y empecé a sentir, jamás hice un vínculo con respecto a mi hijo. No hay motivo para que desconfíes, no lo hay.
—No lo sé.
Severus intentó incorporarse para convencerla, aunque eso se le hacía una completa ridiculez, en ese momento entró su hijo con cara de fastidio, y con un autocontrol que parecía desbordársele de las manos.
—Eso fue todo, nos vamos a casa. —Decidió de pronto sin consultárselo a su padre.
—¿Pero por qué? —preguntó Hermione asustada.
—Necesitamos paz, y ellos no colaboran, terminaré matándolos.
—¡No te puedes llevar al profesor!
—¿No? —preguntó él con descaro—. ¿Papá sigo siendo tu hijo?
—... ah sí. —Respondió con algo de duda Severus, sin comprender la pregunta.
—Lo siento Hermione pero si puedo hacerlo.
—¿Sabes qué? Perfecto, que se mejore profesor Snape.
—No es necesario que finjan formalismos, no soy un niño y sé el tipo de relación que tienen ambos, eso de profesor y Granger me está partiendo la cabeza.
—¿Qué relación? Yo no veo ninguna relación —dijo Hermione viéndose las uñas, su esposo abrió los ojos estupefacto, ¿por qué era tan difícil entender para ella? Necesitaba paz, no una de sus hipótesis ridículas—, bien, me voy con mi madre.
Y con eso Hermione terminó por darse la vuelta en forma indignada, sin despedirse de su esposo, sin que él tuviera la intención de despedirse de ella, simplemente ahora tenían un problema que él jamás vio venir.
…
Hermione se adentró a la casa con fingido interés, cuando Harry le sonrió se mostró sorprendida y confundida, su única misión era que su amigo no se enterara que ella había estado ahí muchos meses atrás, eso era algo que joven no tenía en mente, al menos no en ese preciso momento.
Le ayudó a su amigo a depositar las compras en la alacena y le tomó atención a aquellos detalles que no estaban cuando la llevó Severus, algunas fotografías colgadas en la pared, artículos personales, diplomas de Harry que había acumulado en su niñez, y más fotografías que dejaban en claro la felicidad que habían tenido ambos. Se perdió en ellas con melancolía, quería saberlo de todo, de boca de su esposo.
Ahora ese niño que tanto le había alegrado la vida, tenía nombre real y un rostro. Harry se había encargado de hacer de esa casa, un hogar. Volverlo a inyectar de vida, y él pudo notar como los ojos de su amiga brillaban al ver cada fotografía con sumo interés, se sintió expuesto y a la vez entristecido.
—Eres la única persona que ha venido —le dijo él con un poco de entusiasmo, queriendo omitir la razón de su tristeza.
—¿Cómo ha estado el profesor? —preguntó de inmediato, dos semana entera sin haber sabido de él, rayaba ya en la locura y falta de educación por parte de Harry.
—Bastante bien, la herida ha mejorado demasiado desde que salió de la enfermería.
—En San Mungo se habría recuperado ya. —Le dijo ella, no era por querer restarle autoridad a Harry, pero ella era su esposa y si por ella hubiese sido, lo hubiera internado en San Mungo.
—Él no quería ir ahí —o tal vez no, pensó ella—. Fue unos días realmente estresantes para ambos, entrevistas, reporteros, el periódico, gente que iba y venía de las mazmorras, el abogado con el juicio, porque por si no les bastara ahora lo quieren juzgar.
—Entiendo, pero se fueron y desaparecieron del mapa. —Harry percibió un ligero toque de reproche.
—Sé que mi papá te envió una lechuza —le dijo a su amiga casi en un siseo, con la mirada parecía estar acusándola de algún delito—. Así es, vi tu lechuza salir de su ventana, lo vi a él más tranquilo a él, y tú dejaste de acosarme esos días.
Ella continuó observando aquellos detalles que no estaban cuando ella había ido a esa casa, creyó que de esa manera podía evitar los regaños de Harry. Era verdad, ella había tenido comunicación con su padre, específicamente después de un par de cartas donde él le pedía no crear fantasías, no en ese momento donde había paz de por medio, entonces ella se arrepintió de haber creado toda esa novela en su cabeza, habían pasado por mucho desde que estuvieron juntos, una boda precipitada, un embarazo, haber perdido a su hija Elizabeth, y haberlos condenado a no convertirse en padres, y en todas esas ocasiones Harry no estuvo de por medio.
Mientras la guerra pasaba a través de sus ojos, ellos se habían separado, su hijo lo odiaba con cada fibra de su ser, deseando la venganza y la muerte, y él había concentrado todas sus fuerzas y su atención en ella, en evitar el divorcio, en que estuvieran juntos como pareja, porque él la necesitaba, pero ella tomó la decisión equivocada.
Hermione había recapacitado una vez que recordó eso, o prácticamente una vez que su madre la hizo entrar en razón, lo que terminó por convencerla fue ese acto de amor que había tenido con ella, haber ido por su madre para protegerla, eso había sido lo suficientemente necesario, para que ella quisiera volver a ver a su esposo.
—Quería saber de él. —Dijo en su defensa.
—Yo estoy muy bien también, Hermione —le dijo con ironía—. No quiero que salgas lastimada, no quiero estar en medio cuando esto salga mal, eres más que mi hermana, ¿realmente piensas que desearé estar el día, en que mi padre te rompa el corazón?
—Al menos ya no es "el bastardo" —dijo ella, creyendo que él se relajaría, pero él se quedó callado.
—En cierta parte lo es, te esta encadenando a él, cuando sabe que tarde o temprano te lastimará, es casado Hermione y debió respetarte, por sobre todas las cosas, porque yo se lo pedí, porque eras su alumna, porque... él... —no terminó la frase y le hizo la señal, para que olvidara todo.
—¿Qué?
—La persona que me educó jamás habría hecho eso, él no pudo hacerlo, y... contigo —susurró, denotando que el hecho de haber elegido a la mejor amiga de su hijo había sobrepasado el límite.
—Me enamoré de él, y sé que él jamás va a dañarme Harry, Severus sigue siendo el hombre que te educó, no está haciendo nada malo —le dijo con una sonrisa que lo tranquilizó por unos segundos.
—El error no es el amor, Hermione. Sino la falta de lealtad que le tiene a su esposa y a ti, él jamás habría hecho eso, no es el hombre que me crio. No puede quedarse con dos mujeres.
—¡Por Dios, Harry! Él no hará tal cosa.
Harry se encontró por un momento confundido. El hombre que lo había educado no habría podido actuar de la manera en que lo hizo, y lo que no terminaba de entender era el silencio que existía entre su padre y él, cada vez que mencionó a Hermione, el tono de su padre cambiaba y sólo lo veía a los ojos, sin embargo nunca pudo descifrar la verdad en sus orbes negras, había cierta calidez en su silencio. Había algo que aún no terminaban de decirle, por un momento quería que ellos fueran sinceros con él, y por otro lado prefería mantenerse al margen.
Pero Harry lo sabía bien, cuando la esposa tomara su lugar ella saldría por la puerta trasera, entonces tendría que estar con su padre y secar las lágrimas de su amiga. Odiaba esa situación y quería que las cosas pasaran rápido.
—Wow, eres realmente diferente en estás fotografías —le dijo viendo una de éstas donde sólo salía él, justo a un costado de lo que parecía ser una residencia francesa.
—El mejor lugar para comprar ingredientes para pociones, en Francia.
—Y... te vestías diferente.
—Sí, mi papá era bastante estricto con eso, tenía que estar totalmente presentable siempre, excepto aquí en la casa, aquí era... simplemente yo, mira —le dijo su amigo extendiéndole un cuadro.
En éste se podía ver a un niño empapado, cubierto de barro, con unas botas y unos pantalones vaqueros sucios y desgastados, a su lado una joven rubia le tomaba la mano con devoción.
—La fotografía la tomó su mamá, después ella me la dio, los veranos aquí eran inolvidables, aunque tenía que pasar algunos días con Petunia, claro, pero al llegar... era fantástico, pasaba horas fuera de casa y dos semanas antes de iniciar curso en Hogwarts mi papá y yo nos íbamos de vacaciones.
—¿No ibas a la escuela?
—Por momento asistía, cuando era más pequeño, después tuve maestros particulares, hasta que desistió y él me educó en Hogwarts, decía que los muggles eran unos cretinos, y que mi educación no iba estar en manos de un inepto —relató riéndose.
—No puedo imaginármelo como tu padre, es tan estricto, siempre gritando —dijo su amiga ocultando la risa.
—Fue el mejor padre Hermione, cuando estaba más tiempo con Petunia, perdí la cuenta de las veces que él arribó esa casa furioso, tenían la costumbre de que se les salieran las cosas de las manos, no importaba que fuera un rasguño, mi papá se ponía furioso, les gritaba y me sacaba de ahí, luego llegaba Dumbledore diciendo que no podía ignorar el acuerdo de custodia, entonces le gritaba a Dumbledore y él hacia lo que quería. Fue un padre presente siempre, se dedicó a mí, era estricto, y severo con mi educación, pero él siempre me mostró su cariño, me lo decía con palabras y hechos, decía que eso era importante para mí, que no iba tener la vida que tuvo él, fue cuando supe que su padre había sido un maldito, él nunca lo fue, ojalá Sirius lo comprendiera.
—Lo hará —le dijo Hermione limpiándose una lágrima, observaba una fotografía del día del padre en un colegio muggle, ella vio esa foto con melancolía, estaba él sosteniendo su mano y un detalle malhecho, era una fotografía muggle pero decía tanto de ambos.
—Si quieres llévatela —ella asintió guardándola en su bolso y agradeciendo.
—¿Puedo subir? —le preguntó.
—Claro —respondió de inmediato, ella se dio la vuelta con una sonrisa en los labios—. Deja la puerta abierta.
—¡Harry! —reclamó indignada y sonrojada, él se rio mientras la veía subir las escaleras.
—¿Hermione? —su amiga se giró y lo vio con cara de interrogación—. Ultima puerta.
—Oh... la iba buscar.
—Menos mal, creí que mi papá te había traído a ver... nuestro hogar —le respondió con sarcasmo, su amiga negó con la cabeza de inmediato—. Lo supuse, no lo haría, ¡jamás! —exclamó cayendo en su propia ironía.
...
Hermione abrió la puerta despacio, entonces lo vio de pie cerca de la ventana, esas dos semanas habían sido largas para ella, él le sonrió con disimulo, entonces la castaña cerró la puerta y se recargó en ella mientras lo veía con concentración.
Casi podía sentir el deja vu, cuando se recargaba en los estantes de la biblioteca viéndolo repasar un libro, página por página, hasta encontrar lo que buscaba, podía ver sus ojos moviéndose entre las líneas. Entonces ella sonreía, la distancia eran al menos veinte pasos, pero ella no se acercaba ni siquiera un poco. Él alzó la vista, exasperado de la insistencia de su alumna, la veía con seriedad, de forma tan estricta que a ella le hacía bajar la mirada. No la quería en sus aposentos, ni una sola vez más, aunque estuviera herido, no deseaba tenerla cerca de él.
Cerró el libro, colocándolo en su lugar y avanzó hasta donde estaba ella.
—Profesor Snape.
—Los elfos domésticos han llevado su túnica a sus habitaciones, señorita Granger, ni un olvido más, por favor —le dijo con discreción, la sonrisa de ella se rompió, aunque procuró disimularlo.
—Profesor...
—No vuelva Granger, por favor —aquellas últimas palabras habrían sonado más a suplica que a petición.
—Ayer dijo que estaba bien... quedarme... me agradeció y lo vi bien —dijo sin poder evitar el nerviosismo.
—Granger, no me tome por idiota, ya lo sé, lo he notado, y no es posible ni correcto. Soy su profesor, usted una joven que sólo se confundió con un hombre mayor al cual, por una razón que no me explico, admira.
—Lo siento —articuló ella muerta de la vergüenza.
—Lo lamento yo, señorita Granger —respondió el pocionista, creyendo ingenuamente que eso arreglaría las cosas, pero ambos estaban demasiado perdidos en esa calidez, sin haberse tocado, se necesitaban uno al otro.
—¿No piensas decir nada? —le preguntó al verla sonreír.
—Harry me ha pedido que deje la puerta abierta —le dijo con cierta burla.
—Hablaré con él, una vez que el abogado me libre de Azkaban. —La sola palabra hizo que su esposa rompiera esa sonrisa.
—¿Por qué?
—Porque si no lo consigue, tú reharías tu vida, y él no tendrá por qué saber nada.
—Seré tu esposa de todos modos —le dijo ella—. Además hablé ayer con tu abogado.
—¿Por qué? —preguntó él confundido.
—Porque soy tu esposa, tengo los mismos derechos que tú, tal parece que todo marcha bien, hay demasiados testigos, incluyendo muggles, así que sólo es cuestión de un par de días para que tu nombre desaparezca de esa lista, y te dejen tranquilo.
—¿Tan fácil?
—Oye, tienes toda una vida como pruebas... Tal vez tengas razón, le habría dicho la verdad, entiendo porque no me dijiste. —Admitió.
—Le habrías dado su mayor debilidad, Hermione.
—Fue demasiado el sacrificio.
—No, el mayor fue haberlo alejado, lo dañe demasiado, era todavía un niño, aún no logra verme de frente, baja la cabeza como si hubiese hecho algo imperdonable —le dijo su esposo con tristeza.
Snape se sentó cerca de la ventana, vio aquel parque donde solía llevarlo a correr cuando era un niño, no dudaba del cariño de su hijo, recordaba cada detalle cuando veía en sus ojos la súplica, aquellas veces donde Harry lo veía, juraba que en ocasiones él sabía quién era, y eso le daba un constante dolor y fuerza para continuar con su papel de espía, fueron una fortaleza uno en el otro.
—Creí que el apartarnos del mundo mágico lo relajaría, pero no lo hace.
—Hablaré con él.
—Llama a Draco —le pidió sonriendo—. Si puede escuchar a alguien, será a él. Pero me encantaría tenerte en casa —le pidió él tomándola de la cintura—, debemos decirle ya, para que puedas mudarte esta misma semana.
—No creo que sea buena idea —le dijo ella sin separarse—. Si está tan vulnerable, no le hará gracia que su mejor amiga sea... su madrastra.
—¡Por Merlín no digas esa palabra! —Exclamó él al borde de la risa—. Él entenderá Hermione.
—¿Entenderá que soy tu esposa? ¡No lo hará!
—Soy su padre, soy quién lo conoce —dijo resaltando lo obvio—. Eso no me preocupa, sino el hecho de que recuerde tu embarazo.
—¿Por qué?
—No quiero que se sienta ahora culpable por eso, se reprocha haber matado a tu hijo, ahora ya lo estoy oyendo, será hijo mío, su hermano.
—Jamás lo he culpado —esclareció con seriedad.
Severus asintió con cariño tomando un rizo y soltándolo con suavidad, la atrajo a su cuerpo y la besó con devoción. Metió su mano por debajo de la chaqueta de ella y jaló el borde de su sostén, ella gimió en reproche, y vio la cama con tristeza.
—Te necesito Hermione —le dijo pegándola a la pared, sintió su erección pegarse con fuerza en su vientre, ella gimió entregándose.
—Aún... no... estás... recuperado —articuló ella con dificultad.
—¿Realmente crees que lo necesito?
—Tus heridas, pueden abrirse.
—Me moveré despacio —sentenció Snape pegándola hacia la ventana.
Separó sus piernas y se puso en medio, recorriendo con besos cada centímetro de su cuello, en ese momento Hermione mandó al demonio todas las preocupaciones, lo boca de Severus la estaba haciendo perder la cordura. Cuando sus manos quisieron intervenir él las sostuvo por encima de su cabeza.
Mordió su mentón, y sus miradas se cruzaron, desafiantes. Pero era claro quién tenía el control, abrió los primeros botones de su blusa y mordió sus senos por encima del sostén, ella contuvo un gemido al sentirse excitada.
Su esposo abrió su pantalón y metió la mano para comprobar su humedad, gimió él al darse cuenta que era así. La joven abrió las piernas entregada, moviéndose al compás con él, había perdido la noción de todo.
Sintió como éste invadía su intimidad, esa intromisión que la hizo desear algo mucho más fuerte, susurró "más" y él sonrió con maldad antes de aumentar el ritmo, su mirada se nubló unos segundos cuando alcanzó el orgasmo. Severus sacó sus dedos para saborear uno por uno frente a ella.
Se incorporó con fastidio viendo hacia la puerta.
—Viene subiendo las escaleras —le dijo él, ella se quedó recargada, intentando respirar y que sus piernas dejaran de temblar.
—¿Cómo sabes?
—¿Es en serio? Viví aquí por diez años. Estará aquí en tres, dos... —Hermione se ajustó el pantalón y disimuló al sentarse en el borde de la ventana.
—Papá ayúdame arreglar esto, por favor —se anunció sin pleno aviso, notó que su amiga se encontraba sentada en el borde de la ventana, conteniendo la respiración y observando sus botas, su padre en cambio estaba cerca de la ventana con aquella mirada irrefutable—. Me lo creería de ti en verdad, no tendría duda de ti, pero Hermione es una pésima actriz.
—¿Disculpa? —Preguntó muy indignada.
—Puedo verte el sostén desde aquí —ella maldijo al recordar de ese pequeño detalle que había omitido.
—Lo siento, creo que me voy —dijo Hermione avergonzada.
—No voy a tomar partido una vez que tu esposa pise esta casa, que por cierto ¡Ya se está tardando! Y cuando ella llegué, tú Hermione saldrás sobrando y llorando. ¿No comprendes que me matara verte sufriendo de nuevo? Estoy intentando no verte mal otra vez, te tomó meses volver a verte sonreír, y me resulta difícil cuidarte, cuando es mi padre... el que te lastimará.
—¡Harry! —le gritó su padre molesto—. Ella no saldrá lastimada, te lo juré y si fue así, es porque no me atrevería a jugar con ella, sé cuánto vale la señorita Granger.
—¿Cómo le llamas a esto?
—No peleen por mi culpa —susurró ella muerta de la vergüenza—. No tienes que preocuparte si algo sale mal, porque no será así.
—... ¿no? —preguntó él más calmado, vio a su padre tan tranquilo, no dudaba que estaba completamente entregado a ella, siempre lo vio como un acto bajo, pero en el fondo siempre buscó protegerla y velar por su seguridad—. ¿Te divorciarás?
—¡Oh por Salazar! —exclamó derrotado su padre—. ¿Dónde quedó mi hijo?
—No sé qué quisiste decir, pero sonó ofensivo.
—Supongo que ese tiempo con Black, arruinó todo —exclamó sin verlo.
—Definitivamente, fue ofensivo. Y es de él de quien quiero hablarte, quiere venir a la casa, para hablar de Teddy, pero en el fondo solamente quiere soltar todo su maldito veneno...
—¿Ah sí? —preguntó con maldad—. ¿Quieres venir a comer mañana Hermione?
—... pues si tú quieres —respondió ella indecisa.
—Mándale una carta a tu padrino, dile que nos complacerá recibirlo a las 3 para comer —Harry se quedó boquiabierto.
—Esto no resultará bien —susurró preocupado.
—Me alegra que lo tengas en cuenta.
...
Harry estaba por demás preocupado, en sólo tres horas habían pasado ciertas cosas que lo habían desconcertado, por un lado Hermione había llegado más temprano de lo habitual, y se había adueñado de la cocina, tan sólo con un libro de cocina muggle, y había presenciado la primera discusión entre su padre y ella, lo cual resultaba bastante extraño, ellos lo estaban obligando a convivir como una familia, cuando realmente no lo eran.
¿El motivo de la discusión? Que Hermione decidió realizar la comida, al parecer por palabras de su amiga, quería que esa cena resultara perfecta, y la respuesta de su padre, no fue la más educada, "el día de hoy nada se acercará a la perfección", eso daba a entender el motivo de la reunión, tan sólo una pelea más entre Black y Snape, pero ahora sin límites, esos dos terminarían diciéndose sus verdades.
Hermione colocó un mantel blanco con color coral, en cuanto Snape lo vio abrió los ojos estupefacto, pero cerró la boca y contuvo la respiración. La varita de Hermione se movió y los platos de porcelana blanco adornaron el lugar, con copas llenas de agua. Para al final poner un florero con pequeñas flores amarillas, en cuanto ella se dio la vuelta Snape desapareció el último arreglo.
—Severus, fuiste tú.
—Claro que fui yo, sólo protejo tu amado florero —le dijo viendo hacia la ventana.
—Pero dije que la comida era algo de lo cual me haría cargo.
—¿Quieren tranquilizarse? —preguntó Harry desabrochando su camisa de la parte de arriba—. Me pone bastante nervioso estas peleas... tan maritales.
—Bueno... quizás debas acostumbrarte —le respondió su padre.
Harry iba a replicar, pero fue silenciado por el timbre. Hermione se quitó el delantal y arregló su vestido. Cuando su amigo abrió la puerta sonrió a Ron y él intento hacerlo, pero sólo salió un gesto extraño y contorsionado.
—Harry —le saludó su padrino en forma cariñosa con un abrazo, viéndole fijamente al pocionista, que ni se inmutó ante tal acto.
—Pasa Sirius, Ron me da gusto que hayas podido venir.
—Vamos Ron, no todo puede ser tan malo —le dijo Ginny entrando a la casa—. Además Hermione ha cocinado por primera vez, no pienso perderme esto. Hola Herms.
—Hola Ginny, pasen... ¿quieren algo de tomar?
—Black, antes de cualquier otra cosa, quisiera que pasemos a la biblioteca.
Por un momento Sirius se planteó seriamente declinar su invitación, pero al mostrarse en un ambiente que era claramente de su propiedad, lo pensó mejor. Sonrió y asintió siguiendo al pocionista. Notó como Harry lo siguió por instinto, lo que menos necesitaba en ese momento era un enfrentamiento entre ambos.
Cuando su padre abrió la puerta le impidió el paso.
—Van hablar de mí, por lo tanto tengo derecho a estar presente.
—Lo tienes, pero no es necesario tu presencia.
—Papá —se quejó con suavidad.
—Hijo, ve atender a tus invitados —le pidió con educación antes de cerrarle la puerta en la cara.
...
Sirius se mantuvo rígido cerca de la puerta, en cambio Severus se sentó detrás del escritorio, pero el animago no era ingenuo, ese extraño formalismo y excesiva educación, escondía un trasfondo, él seguía siendo Snape. Éste le indicó que tomara asiento, pero no lo hizo, desvió la mirada, intentó ignorar los retratos que estaban ahí.
—¿Qué es lo que quieres decirme Snape?
—Mi intención no es alejarte de mi hijo —le dijo con seriedad, Black se contorsionó al escuchar esa última palabra—, pero le hiciste pasar momentos poco gratos cuando estábamos en Hogwarts, te dije perfectamente que cuando él recuperara la memoria, tu pasarías a segundo plano, sucedió así y sólo te queda aceptarlo.
—Puedo vivir perfectamente con la idea de que yo pase a segundo plano, pero James no.
—Potter no puede pasar a segundo plano, porque él no estuvo nunca en la ecuación.
—Porque lo mataste.
—Lo matamos, Black —respondió incorporándose—. Deja que Lily y Potter descansen en paz. Han pasado casi veinte años y en ese tiempo, Harry tuvo una vida tranquila, placentera y feliz, sino puedes vivir con eso, es asunto tuyo, pierdes el tiempo en querer envenenarlo, sólo lo estás alejando.
—¿Y ahora te preocupa nuestra relación?
—... en absoluto, antes sí, porque Harry te necesitaba, ahora ya no te necesita. Sin embargo él se inquieta al oír cada una de las estupideces que dices. Entonces tienes dos opciones, irte de su vida o afrontar tu realidad y ocupar el papel de mascota, sinceramente prefiero la primera opción.
—Sólo es cuestión de tiempo, Harry se dará cuenta de quién eres.
—Ya lo sabe, ven quiero mostrarte algo —le indicó sacando una caja que estaba en la parte de arriba de un librero, la sonrisa de maldad estaba plasmada en el rostro del pocionista—. Harry ocultó esto dentro de sus cosas cuando se lo llevé a Petunia, lo transformó en un Atlas, era inteligente y bastante insolente, cortesía mía por supuesto, creyó que podía ocultar un objeto sin yo darme cuenta.
Le dijo el pocionista mientras sacaba desde el fondo de la caja un libro grueso de piel, lo abrió y en la primera hoja una caligrafía infantil "papá me quitó la memoria" era un pequeño libro donde escribió algunas notas y fue pegando fotografías que lo irían ayudando a reconstruir su vida, de tal manera que él obtuviera su pasado tan pronto llegara a Hogwarts.
Sirius desvió la mirada cuando Harry mencionó el día en que su padre lo había adoptado.
—Él sabe quién soy, es hora que lo sepas tú.
—¿Cómo pudiste ser...
—¿Un padre para él? —terminó la pregunta Severus, entonces era él quien vio aquella foto fijamente—. El día que me di cuenta que no podía dejar de ir a la casa de Petunia a verlo, y cuando se los arrebaté de las manos al ver al abuso, pero cuando Harry lloraba siendo aún un bebé y se calmaba conmigo, sabía que había hecho lo correcto.
—Muy bien, tú eres su... padre adoptivo y yo...
—Su mascota —terminó la frase el pocionista—. Ahora vas a comportarte en la comida que ha preparado mi esposa, serás educado y no arruinaras la tarde. No quiero que ladres ni un solo segundo, Black.
—¿Harry ya sabe que te casaste con su mejor amiga?
—No...
—Bueno, espero estar presente ese día —le dijo sonriendo con maldad mientras abría la puerta, ahí vio que Harry no se había movido ni un centímetro—. Harry, espiar no es educado, ¿Quejicus no te enseñó modales?
—De hecho esas costumbres las tomé de Hogwarts —susurró avergonzado, aunque ambos hombres percibieron ese tono socarrón en su voz.
—Por supuesto, esa maldita casa en la que estuviste te echó a perder. —Le dijo su padre.
—O lo salvó.
Al escuchar esa respuesta se dio cuenta que quizá intentarían llevarse bien, o al menos restar ese trato hostil, pero siempre se odiarían.
Cuando los tres hombres bajaron, Hermione se sorprendió al notar que habían regresado en una sola pieza. Movió la varita y las copas se llenaron. Tal parecía que el mas incomodo en ese lugar era Ron, no tenía idea de quién era su mejor amigo.
—Espero les guste la cena que preparé, y por el bien de todos quiero este comedor en una sola pieza, ante el más mínimo enfrentamiento por parte de cualquiera y los maldeciré.
Severus se mantuvo indiferente ante la amenaza, el único que tuvo temor de ésta fue Ron, quién se puso rígido mientras observaba a Harry, que en ese momento se paró más derecho de lo que estaba, en cambio Ginny sonrió mientras se perdía en esas fotografías que el pocionista tanto luchó para quitar, al menos en lo que esas visitas se largarán de su casa, pero Harry no lo permitió.
Harry recorrió la silla para que Ginny tomara asiento, y ella quiso disimular ese acto de cortesía, pero la sonrisa lo delató.
—Profesor definitivamente debo agradecerle —le dijo Ginny emocionada— Harry es un caballero.
—Me disculpo porque antes haya sigo un cavernícola, señorita Weasley.
—Sigo siendo el mismo Ginny —dijo entre dientes, estaba tan avergonzado que se podía notar en la cara—. Vamos Ron, ¿me vas a decir tú también que he cambiado?
—Sí, de hecho sí.
—¡Vamos sigo siendo el mismo! —respondió intentando sonar relajado.
Aquella paz que Harry y Hermione estaban luchando por controlar se vio interrumpida cuando la chimenea hizo un ruido y un mago salió disparado de ahí, ensuciando toda la estancia. Severus apenas se inmutó, y cuando vio quién era suspiró en fastidio.
—Lamento la tardanza.
—Limpia eso Draco —le dijo Harry al ver que Hermione lo veía como una fiera.
—Te has vuelto algo quisquilloso, Henry.
—Se llama Harry —susurró Ron incómodo, el rubio estalló en una sonora carcajada.
Puso una botella de vino de elfo sobre la mesa, y le extendió unas flores rojas a Hermione, quién las tomó entre sus manos boquiabierta, intentó sonreír, pero sólo salió un gesto bastante extraño de sus labios.
—¿Gracias?
—No debes de agradecer Hermione, ¿puedo decirte así no? Prácticamente seremos familia —le dijo Draco tomando asiento. Gracias por esperarme.
—No hubiese empezado sin ti —le dijo su amigo.
—Cómo te decía Hermione, espero te agraden, mi madre siempre ha dicho que se lleva un presente para acompañar la cena, este vino vendrá bien, y además un presente para la anfitriona del lugar, la... dueña. —Hermione se puso pálida, y creyó que no estaba respirando con facilidad.
—Debió decirte también, que es una falta de respeto la impuntualidad —le reclamó el pocionista, ya que vio que su esposa había perdido la capacidad del habla.
—Lamento eso, gracias por invitarme Henry.
—Harry —volvió a corregir Ron.
—Yo que tú me iba acostumbrando a los cambios comadreja, no dudo que llegando al colegio Henry tome el uniforme verde —se jactó tomando un pan y llevándoselo a la boca.
Hermione intentó sonreír, ahora no sólo tenía la tensión existente entre Severus y Sirius, sino tendría que soportar que Draco rompiera la paciencia de Harry, de Ron o inclusive Ginny.
—¿Piensas regresar a estudiar?
—Mi padre fue arrestado la semana pasada, las ordenes de mi madre fueron bastante claras, sabes que cuando se pone así no conviene contradecirla, tendré que regresar a estudiar el año que me falta, lo peor es que yo pensaba terminarlo en un par de años, pero fue clara, tengo que regresar en unos meses.
—Lo cual también harás tú —intervino Snape, Harry vio a los invitados con nerviosismo.
—No te lo comenté papá, pero el Ministerio permitirá acreditarnos las materias, al menos a los héroes de guerra.
—Leí esa estupidez, pero en esta guerra no hay villanos ni héroes, tú regresaras a Hogwarts.
—Papá... ¿podríamos hablarlo?
—Tu educación no está en negociación, regresarás en dos semanas.
—¿Dos semanas? —preguntó sorprendido—. Pero si las clases comienzan en cuatro meses.
—El castillo necesita reparaciones, Draco y tú irán.
—Padrino, hay cosas que debo atender... yo... acompañaré a Henry —recapacitó al ver la mirada del pocionista.
Ginny sonrió llevando el primer bocado, la tensión ahí era tan fuerte que cada uno de los presentes temía por hacer ruido, por decir algo o simplemente retirarse.
—Hermione, esto es delicioso —le dijo su amiga queriendo relajar el ambiente, se giró a ver a su amiga, entonces la tensión creció al doble cuando vio la mano de Snape descansar en una de las piernas de la castaña.
...
Harry había olvidado la paz que le daba subirse a la azotea de esa casa, Draco y él llevaban una botella de vino y seguían bebiéndola, Draco llevaba viendo a la vecina más de diez minutos, sonrió cuando la vio bajar de una bicicleta.
—Sigue siendo preciosa.
—Sí...
—¿Aún no has hablado con ella? ¿Sabe que has vuelto al vecindario?
—No, aún no. Puedes bajar y hablarle tú —le dijo Harry invitándole, aunque se notaba esa ironía en su voz.
—Estaba loca por ti, no por mí.
—Hace siete años, quién sabe ahora.
—Podrías averiguarlo.
—¿Y hacer enfurecer a Ginny? Estás completamente loco.
Draco estalló a carcajadas, se sabía del humor de la pelirroja, pero si Henry temía entonces eran ciertos los rumores, ella podía ser realmente escalofriante.
—Tu papá está preocupado.
—¿Te mandó?
—Sólo quiere asegurarse que estés bien, ya que te niegas hablar de eso con él —le dijo Draco bebiendo de la botella.
—Son demasiadas las cosas que sucedieron Draco, no es fácil para mí el perdonarme.
—Él tenía el trabajo de protegerte, tú solo se lo facilitaste.
—Lo odié.
—Porque lo odiabas, —le dijo sonriendo—, él te alejó de él, y de todo esto, tu subconsciente realmente lo odiaba, y entonces vino ese accidente y la unión fue diferente, si los llegué a ver en el aula, combatiendo, reías con él y... bebían.
—Lo sé — respondió sonriendo.
—Él quiere ver eso de nuevo, deja tu remordimiento, y deja de perder el tiempo, ya perdieron bastantes años separados.
—Lo intento.
—Te daré un consejo, de Slytherin a Slytherin, toma lo que te pertenece, esta es tu vida, crees no merecerla, pero ha sido tuya, no permitas que el cerdo de Dumbledore se salga con la suya. Habla con tu papá.
Y con esa simple frase, Harry comprendió todo.
…
Tenían la puerta abierta, la brisa entraba a través de ésta haciendo el lugar más fresco, Severus removió el vaso de vidrio y terminó su bebida, Harry no había podido tomar nada, sólo veía el reloj y de vez en cuando veía hacia la calle.
El joven se encontraba cabizbajo frente a su padre, tenían varios minutos en silencio, parecía que había hecho alguna travesura, y esperaba un castigo de gran magnitud.
—No es una decisión que debas tomar a la ligera.
—No es una decisión —respondió su hijo seguro de su respuesta—. Remus me eligió como el padrino de su hijo, estuvo dispuesto a morir por Hermione, yo no puedo abandonar a Teddy.
—La situación de Lupin podría llevarle años, ¿criarías a su hijo todo ese tiempo?
—Sí, sé que la familia de Dora quiere cuidarlo, pero no puedo ignorar todo eso, él confió en mí.
—¿Qué harás con tus estudios?
—Podré hacerlo, Ginny...
—No puedes comprometer a la señorita Weasley a nada, debes tomar en consideración demasiadas cosas, tu vida cambiará drásticamente, las diversiones se habrán terminado, es un bebé muy pequeño y requiere tu atención las 24 horas, los estudios no los puedes dejar y si decides tenerlo contigo, es para toda la vida, o hasta que Lupin se recupere. —Le advirtió su padre.
—Lo haré.
—Coméntalo con la señorita Weasley.
—Lo haré independientemente de lo que diga ella.
—Eres muy joven.
—Tú también lo eras.
—Tenía 21 años.
—No importa que digas, me haré cargo de Teddy.
Severus guardó silencio por un momento. Ahora podía verlo fijamente, y reconocer al muchacho que tenía frente a él. Había visto una sola vez al hijo de Remus Lupin, y bastó ese momento para alojar en su memoria ese recuerdo con sumo cariño y devoción, eso sin contar con que le habían llevado al niño un día anterior. Un crío avivado, de tan sólo cinco meses de edad aproximadamente, en el momento en que su hijo lo cargó pudo notarlo, la mirada de Harry se perdió el rostro de Teddy, y se llenó de rabia cuando tuvieron que llevárselo.
Había escuchado por una hora todos los motivos que los padres de Dora le daban, cada uno de ellos para convencerlo de que no era sano para Teddy tener un "tutor" tan joven, argumentando sus estudios truncos, y toda la atención mediática que recibía actualmente, su vida cambiaría drásticamente, estaba en la cumbre de su juventud, donde otro joven como él se dedicaría a la diversión y la libertad, la cual se vería destrozada con la llegada de una responsabilidad como Teddy, comprometiendo a su novia a aceptar una carga tan pesada, arriesgando a que ella lo abandonara y vivir su libertad con alguien más. Él había derrotado a Voldemort, lo dejaron muy claro, entonces era el momento propicio para que por fin comenzara a vivir.
Harry escuchó en silencio cómo era el peor prospecto para Teddy, y para cerrar con broche de oro, ellos habían dejado en claro la poca solvencia económica que tenía Harry para hacerse cargo de un menor. Entonces él alzó la vista mientras Teddy le daba uno de sus juguetes.
—No le hará falta nada —dijo de pronto, interrumpiéndolos abruptamente.
Snape había escuchado esa conversación desde la puerta, su hijo ya era un adulto y creía que no debía meterse, a pesar de que no parecía querer defenderse en lo absoluto. Entonces por fin había dejado en claro que tenía los deseos de quedarse con ese pequeño.
—Pero Harry, aún estas estudiando, con nosotros él no tendría ni una sola carencia, tendría todo nuestro tiempo y dedicación.
—Harry es mi único hijo Andromeda —le dijo Snape acercándose de pronto—. El único heredero Prince, Teddy vivirá perfectamente, alejado del mundo mágico por ahora.
—¿Y Hogwarts?
—Teddy vivirá de la misma manera que Harry, estará en el sitio más seguro.
—Él no podrá Snape —interrumpió su esposo.
—La decisión está en él, no en ustedes. Ya que la ley le ha dado todos los derechos a Harry.
Esa frase tan cargada de verdad los dejó callados, terminaron llevándose a su pequeño nieto, Harry se quedó en silencio, había decidido darles una semana más con el niño, ya que no pensaba desatenderse de él.
...
—¿Qué es lo que piensas? —le preguntó su hijo al notarlo fuera de sí.
—Estoy orgulloso de ti. —Harry sonrió y bajó la vista de inmediato.
—¿Apoyas mi decisión?
—No esperaba menos de ti —le dijo tranquilizándolo, Harry desvió la mirada hacia la puerta creyendo que podía engañar a su padre—. ¿Harry?
—¿Sí?
—¿Cuándo vas a sostenerme la mirada? —la pregunta le cortó la respiración—. Lo que pasó fue lamentable, pero basta de exageraciones.
—¿Cómo puedes llamar exageraciones a todo lo que ocurrió? Fuimos engañados por ese maldito, fui manipulado, ¡pude matarte en ese ataque de odio! Y durante años te restregué a James Potter como el mejor de los padres, te dije mortífago, asesino, cobarde, traidor...
—¡Ya basta! —Le gritó de pronto— ¿Qué decías de las segundas oportunidades? —Le preguntó obligando a que le prestara atención—. ¡Mírame! —Volvió a gritarle hasta que lo hizo, a pesar de que Harry se mordía los labios en forma ansiosa y sus ojos luchaban por ser fuertes—, responde.
—Hasta el hombre que haya cometido el peor de los crímenes merece otra oportunidad, si su arrepentimiento fue sincero, sino tuvo la intención de dañar.
—¿Tú eres peor persona que yo?
—Sí —se atrevió a decir con osadía, le hizo caso a Draco y quiso abrirse con su padre—. Siento mucha vergüenza contigo, no me siento digno de estar aquí, cuando me decías que tenía un papá que pertenecía a las filas de Voldemort, lo quería con vida y conmigo, pero jamás había imaginado cuanto lo dañe, cuanto él había dado por mí y...
—Así me sentía cuando eras un niño, esa devoción que me tenías no era normal, me veías como lo mejor...
—Lo eres.
—Y tú lo eres para mí, te recuperé Harry, había días donde creía que no lo lograría —le confesó con miedo— la amargura volvió cuando me percate que no podía traerte conmigo.
—Perdimos seis años papá.
—No, no me aleje de ti ni un solo momento, estuve siempre presente, aunque no me hayas visto, presencie cada partido.
—¿En serio? —preguntó ocultando la emoción.
—¡Por supuesto! Y uno que otro castigo fue ordenado por mí, cuando te lo merecías —Harry sonrió nervioso moviéndose el cabello—. Nunca deje de ser tu padre, y necesito que ahora seas mi hijo, no un Gryffindor con cadenas de culpa y remordimiento.
—Lamento haberte comparado con James.
—Es tu padre, te lo dije desde que eras un niño, jamás estaría peleando por su cariño, fue quien te dio la vida.
—Para mí no hay más padre que tú, por eso Sirius no te soporta, porque me oyó quererte sin conocerte.
—Entonces deja de agachar tanto la cabeza.
—¿Quieres que les demuestre que somos una familia en verdad? A Sirius y todos los que siguen hablando.
—No... demuéstramelo a mí —lo retó y Harry sonrió de esa manera que no lo hacía hace años.
...
Harry tenía apenas unos cuatro días con el pequeño Teddy Lupin, su habitación había sido acondicionada de nuevo, a un lado de la cama individual había puesto un cunero, y tal como lo había prometido, nada le faltaba, Harry había exagerado en las compras, para su sorpresa cuando le dijo a Ginny de su decisión, ella sonrió y lo besó.
Fue ella la que se encargó de todas las compras, así como de la decoración del cuarto, y su apoyo los primeros días había sido esencial, pero era la primera noche que estaba completamente solo con el pequeño, y hacia memoria para recordar lo que hacía Ginny para calmar al pequeño Teddy, pero no tuvo suerte.
Le había dado de comer, revisó mil y una veces que estuviera limpio, había insonorizado la habitación, pero Teddy seguía llorando y viendo el reloj, casi daba la una de la mañana. Harry se dejó caer sobre la cama derrotado, a unos treinta centímetros del infante. Una sombra lo hizo girarse, su padre estaba en la puerta con cara de fastidio e impaciencia.
—He hecho todo, no funciona nada.
—Ese niño tiene calor Harry.
—Puede resfriarse —Severus rodó los ojos con molestia, él había aprendido a la mala todas esas cosas.
Se acercó al niño que estaba rojo de tanto llorar, y agitaba sus extremidades con molestia. Lo tomó y le quitó aquella pijama de felpa que le había puesto su hijo, entonces vio el pañal colocado torpemente, Harry bajó la mirada, no podía quejarse, eran sus primeros días, aprendería a la perfección en un par de meses. Su padre lo puso correctamente, le puso una camisa de manga corta y unos pantalones cortos, tomó al infante y lo vio a los ojos mientras seguía llorando.
—Tiene sueño.
—E intentado dormirlo. Ginny lo hacía bastante bien, pero yo soy torpe, necesita el calor de una mamá.
—Bueno, no puedes aprovecharte de la señorita Weasley, tendrás que hacerlo tú solo. —Le respondió su padre, Harry lo miró estupefacto.
—Pero ¿cómo? —le preguntó cuándo se le terminaron todas sus opciones.
Severus miró a su hijo que estaba recostado en la cama, derrotado, preguntándose si había hecho lo correcto, la misma pregunta que se había hecho él hacía años. El pocionista tomó a Teddy y lo colocó sobre su vientre, la cabeza de éste quedó sobre su pecho, se llevó uno de sus dedos a la boca y comenzó a succionarlo, ahora sólo era su respiración agitada. Harry se sorprendió pero no dijo nada, no se movió, temía romper la paz de Teddy, por fin había logrado quedar cómodo en una posición y comenzaba a conciliar el sueño.
—Era todo lo que quería, aprende a saber lo que quiere.
—¿Cómo saber que quería esto?
—Era la única forma en la que tú te callabas —le respondió retirándose de la habitación.
Harry acarició el cabello del niño hasta que notó que se había quedado dormido tranquilamente. Cerró los ojos intentando dormir él también.
Harry tenía unos cuatro o cinco años, se escabullía de su habitación y arrastraba un oso de felpa por todo el pasillo, estaba tan oscuro que las lágrimas comenzaban a bajar de sus mejillas, cuando llegaba a la última puerta el llanto llegaba, más aún si no podía abrir la puerta.
Unos segundos después el pocionista la abría, caminaba casi dormido hasta ver que era su hijo, conocía ese ritual que hacia el pequeño Harry, lo tomaba en brazos y lo deba sobre la cama. En cuanto él se dejaba caer derrotado por el cansancio, Harry se pegaba a su estómago, aún con el oso en la mano, Severus tomaba sus cabellos en una caricia, y él se quedaba dormido.
El joven vio al pequeño Teddy por fin dormido, lo haría bien, había tenido un buen ejemplo, y su padre estaría ahí para guiarlo una vez más.
