CAPÍTULO 27
Cuando Hermione regresó de su cita con la medimaga Harry había modificado esa casa, y la mirada se dirigió a su esposo con reproche, aún no entendía cómo él había logrado avisarle antes de que ellos regresaran a la casa. Vio aquella puerta que antes era el laboratorio, parecía tener de pronto más luz, y el baño del piso de abajo que casi no usaban de pronto estaba equipado con todas sus cosas, y no había ni un solo juguete en el suelo, y no creía que eso fuera obra de Teddy.
Observó a su esposo y éste fingió entretenerse colocando las llaves en su lugar, el silencio llegaba ya a ser incómodo, entonces ella abrió la puerta del laboratorio, ahí se encontraba su cama perfectamente acomodada con todas sus pertenencias.
—¿Qué se supone que es esto? —preguntó ella con una sonrisa que predecía un problema grande para ambos.
—Bueno ya que la medimaga dijo que tu embarazo es de riesgo, consideré que las escaleras eran un gran peligro —respondió su amigo lleno de polvo, desde la nariz hasta los zapatos.
—Que yo recuerde tú no estabas ahí cuando fui a ver a la medimaga, y ella no dijo eso Severus.
—Yo sentí que fue lo que quiso decir en el fondo.
—Ahora recuerdo tu... obsesión al verme embarazada —respondió ella recordando todas las prohibiciones que había tenido al estar embarazada de Elizabeth—, la medimaga dice que tengo una cicatriz a causa del incidente de hace años, y quiere ir viendo el progreso una vez que el embarazo vaya avanzando, pero que por ahora no había de que preocuparse —siseó al final fulminando a su esposo.
—Aun así es mejor prevenir —dijo su amigo—, y nadie practicara magia en esta casa hasta que los bebes estén con nosotros —dijo determinante saliendo de la recamara.
Hermione sonrió con cierta maldad, sacó la varita y apuntó a Harry, y sin esperarlo provocó que este cayera al suelo sobre la alfombra, cuando volteó a ver a Hermione ella estaba ya recostada sobre la cama, y sonrió a ambos.
—Quiero pollo frito con papas, y un postre de mi cafetería favorita.
Ambos se vieron entre sí no entendiendo el mensaje, su esposo quiso abrir la boca pero no lo hizo, comenzó a suponer que su esposa podría decidir qué comer, y sugerirle pollo a la plancha en vez de frito, y verduras en vez de papas era arriesgarse mucho a terminar como su hijo en el suelo, se dio la vuelta hacia la cocina aun pensando en lo que ella había dicho.
—Recuerden, sin magia. —Les avisó ya cuando ambos estaban en la cocina.
—¿Sin magia? —Le reprochó a su hijo—, ¿en qué demonios estabas pensando?
—En evitar un accidente.
—Oh yo te juro que en una semana extrañaras un fregotego y hasta un simple alohomora —le avisó su padre riéndose y compartiendo su miseria—, no le pongas mucho condimento al pollo.
—Pero es tu esposa.
—Lo sé —dijo él saliendo de la cocina.
—Y está embarazada.
—Y quiere un postre —respondió tomando las llaves y saliendo de la casa.
Harry abrió la nevera y se dio cuenta de lo perdido que estaba con las grandes ideas que acababa de proponer, sacó el pollo y suspiró... todo lo valía por esos pequeños que él estaba ansioso por conocer.
...
—¡Por Dios! —Gritó Ginny entrando a la casa, provocando que Hermione soltara un vaso de agua del susto—, te juro que no lo creí cuando Harry me lo estaba diciendo, ¡estás embarazada! —Volvió a gritar mientras corría a abrazarla—, lo otro indudablemente debe ser la broma, Harry me dijo que eran dos.
—¿Le encuentra otra explicación a que empiece a notarse cuando no llego a los cuatro meses?
—¡Dos bebes! —dijo Ginny de pronto llorando.
—Soy yo la embarazada Ginny, yo debería estar llorando, no tú.
—No, dice Harry que se te da más por gritar y hacerles pagar mantenerte aquí enclaustrada —Hermione puso una cara que daba a entender, que después arreglaría una cuenta pendiente—, ahora entiendo porque te alejaste y te olvidaste por completo de fiesta de compromiso que quedaste en organizar.
—Y quisiera hacerlo, pero Harry y Severus se encargan de no dejarme ni un minuto en paz ¿por cierto no venías con Harry?
—Sí, se quedó a ayudarle a tu vecina a introducir un mueble que les acababa de llegar.
—¿Y lo dices tan tranquila? Creí que la detestabas.
—Es diferente ahora, antes veía en los ojos de Harry el deseo por ella, estaba idiotizado completamente por puro capricho, ahora es simple cortesía y puedo con eso. Claro que aún ella intenta algo, dudo que ella se dé por vencida pero bueno, eso no me preocupa.
—Lo sé, su madre es igual, tal parece que no supera que ya estoy yo aquí, me presentó como su esposa hace años y ella no le quita la vista a Severus.
—Yo creo que esto te lo imaginas.
—¡No me estoy imaginando nada! —le dijo alzando la voz, entonces entendió esa parte que Harry le decía, estaba odiosamente caprichosa, pero vio que el embarazo le había sentado de maravilla, se veía radiante.
…
Pese a las intenciones de Severus de mantener a su esposa en cama, no pudo lograrlo como esperaba, ella se había encargado de la fiesta de compromiso, mientras tenía unas hojas en la mano y daba un par de órdenes para tener todo listo como ella lo esperaba.
Su esposo la observaba de lejos y todos tenían razón en lo que decían, embarazo le daba un toque especial, no existía ese miedo de que algo le ocurriera a sus hijos, era precavida y tenía mucho cuidado en el transcurso del día, pero no había dejado que la encerraran en casa, seguía viviendo y disfrutando su embarazo.
Llevaba su cabello arreglado y sostenido con la peineta que le había dado Severus cuando recién habían comenzado su relación, y un vestido rosa de tirantes largo y entallado, el cual dejaba en claro su embarazo, era como si quisiera presumir al mundo mágico esa parte, y su esposo entendía la razón de ello. Hermione había sufrido mucho al enterarse que en un futuro no podría tener hijos, era joven pero agradecía la dicha de esa oportunidad.
Los invitados fueron llegando a la recepción y Hermione guardó la lista y sonrió radiante, Severus se acercó a ella y tomó su cintura con delicadeza y disimulo, notó que la sonrisa crecía aún más. Entonces se dio cuenta de la razón de esto, ya que Marianne y su madre entraron a la recepción, más radiantes que nunca, la sonrisa del pocionista se borró de inmediato.
—¿Por qué las invitaste?
—Son nuestras vecinas —dijo ella con la más notoria obviedad.
—Pero sino las soportas. —Pero su esposa lo vio con tanta ira que terminó bajando la vista mordiéndose la lengua.
No soportaré nueve meses en esta situación, pensó Severus por dentro, eso de no poder tener una pelea como Salazar mandaba era indignante, Hermione las llevaba ganadas todas.
—Buenas tardes Severus —saludó la mujer, a lo cual el pocionista solo se inclinó en forma de respuesta.
Pero la mirada se dirigió a Hermione, la cual dio una leve sonrisa dulcificada, entonces vio aquel vientre levemente abultado, el placer en ella no pudo ser mayor, por fin las galletas dejarían de llegar a su casa, Marianne se había llevado la peor parte al ser invitada a la fiesta de compromiso del hombre del cual ella estaba intensamente enamorada desde que tenía nueve años.
Lo vio a lo lejos mientras hablaba con algún pariente de su prometida, ya que se notaba el abundante pelo rojo que llevaba Ginny, bajó la vista y se preguntó en qué momento había creído que ir ahí sería una buena idea.
—Llegan a tiempo, si me siguen les mostraré su mesa, y me encargue que pudieran disfrutar de una buena compañía.
Draco observaba la mesa que le habían indicado y la veía con cierta duda e inconformidad, no entendía porque lo habían colocado ahí, se acercó a Hermione con decisión, él no se iba con juegos y si Harry y su padrino le habían entregado la voluntad a ella, no sucedería lo mismo con él.
—Hermione tengo un reclamo que hacer, ¿por qué no estoy en la mesa de Harry?
—Porque es una fiesta de compromiso, no la boda Draco. Con los prometidos se sentarán los padres de Ginny y nosotros, si puedes observar Ron está en otra mesa.
—La cual se encuentra más cerca que la mía.
—Los celos de ustedes me descolocan un poco —Severus puso los ojos en blanco con la ironía de aquella frase.
—Por supuesto, una persona por celos puede llegar a ser muy imprudente e insensata. —Se atrevió a decir el pocionista.
—No tienes ni idea hasta dónde puede llegar Severus —dijo su esposa, respondiendo el contrataque—. Mientras continúas quejándote podrías ser tan amable de hacerte a un lado, nuestras invitadas se sentarán en esta mesa.
—Pero que... Oh Marianne —saludó Draco en sorpresa, estaba completamente seguro que Harry no sabía aquel pequeño detalle de su compromiso—, apuesto a que desean un buen vino, y yo se los traeré.
—Con su permiso, debo seguir atendiendo a los invitados.
—¡Felicidades por tu embarazo!
—Oh muchas gracias.
—Severus no... Había comentado nada, es una verdadera sorpresa.
—Bueno teníamos que asegurarnos que todo marchara bien, ya ahora podré salir un poco más y tal vez aceptemos aquella invitación a cenar —dijo Hermione, la mujer palideció de inmediato.
—Por supuesto —respondió ella y vio que su hija no podía soportar por mucho tiempo más la incomodidad.
—Les traeré una buena botella de vino —dijo Severus en forma de disculpa, se retiró alcanzando a su esposa y sutilmente suspiró, para que así ella notara que estaba molesto por su actitud.
—Sinceramente creo que has llegado demasiado lejos, invitarlas... Por Merlín Hermione, Harry estuvo prácticamente en la intimidad con esa joven, ¿te imaginas la incomodidad para Harry y la señorita Weasley? Y el dolor para esa chica...
—Pero tu verdadera queja es para con su madre ¿no?
—¿Qué? ¿Qué tiene que ver ella aquí?
—No sabía de mi embarazo, y estoy harta de los detalles que llegan a mi casa de esa mujer, como si yo no existiera y tú haciéndote el que no sabe nada.
—No sé de lo que estás hablando.
—Hablo de los malditos regalos Severus, pasa por encima de mí y tú no haces nada, y para colmo le ocultas nuestro estado, ¿te avergüenza quizás?
—¿Avergonzarme qué Hermione? —Preguntó sorprendido—, es nuestro embarazo, no creo que a los vecinos les tenga que importar.
—Pero sabes que esa mujer se te quiere meter entre los ojos.
—Hermione estás viendo cosas que no son.
—¿Realmente deseabas volver a ser padre? Recuerdo tu... condición para iniciar una relación, sin hijos.
—¡Merlín! ¿Cuándo terminaré de pagar por lo que dije hace años? —se quejó de mala gana—, tú bien sabes cómo sufrí con lo de Elizabeth, así que no me vengas ahora con que no quiero esto. Empezamos con la maldita vecina y ahora con que no quiero a mis hijos ¿Qué más vas a inventar?
—¿Inventar?
—Admite que son cosas que estas exagerando y dramatizando.
—¿Exagerando? ¿Ahora yo exagero? —le preguntó.
El pocionista se retractó y se alejó dos pasos de ella, llevar un embarazo tranquilo era más difícil de lo que él pensaba, y todo era porque su esposa le complicaba las cosas con cada paso que él daba, y era verdad todo tendía a exagerarlo, dramatizarlo y darle un toque equivocado de las cosas.
—Lo que estoy diciendo es que estas malinterpretando ciertas cosas, eres mi esposa, y creí que eso bastaría para cualquier cosa.
—Hermione, tu mamá acaba de llegar —le avisó Ron quien la llevaba de la mano con atención.
—Severus buenas tardes —le saludó la mujer al ver la cara molesta de su hija—, gracias Ronald, me quedaré un momento con mi hija.
—Fue un placer señora Granger. —Le dijo retirándose.
—Mamá permíteme un segundo, debo ir a ver a Ginny.
Cuando Hermione se hubo retirado del lugar Severus y su suegra quedaron solos, no se atrevió a poner los ojos en blanco o poner aquella mirada de hastío y molestia, había prometido a esa mujer proveer a su hija de tranquilidad y hacerla feliz. Y el que haya visto a Hermione molesta a punto de llorar del coraje y estando embarazada no era propiamente el mejor de los escenarios para el pocionista.
—Severus sabes que yo siempre he respetado el matrimonio que llevas con mi hija, pero ella está embarazada.
—Lo sé.
—Y me gustaría que dadas sus circunstancias ella tuviera un embarazo tranquilo.
—A eso me he dedicado durante este mes desde que supimos que estaba embarazada, pero... ella ha cambiado —susurró queriendo no sonar ridículo con tal queja.
—¿Cambiado en qué sentido?
—... ella —se quedó callado buscando las palabras precisas para expresar lo que en verdad ocurría—, tiende a ver las cosas de una forma diferente, lo... exagera y no me da tregua, tal parece que todo quiere convertirlo en un campo de batalla.
Severus se arrepintió de lo que dijo cuando vio a la madre de Hermione sonreír con ternura, ahora se escuchaba un pobre esposo que se queja y se mortifica por los tratos de la esposa.
—Severus mi hija tiene casi sus cinco meses de embarazo, debes soportar unos cuatro más y esta locura terminará.
—¿Qué locura?
—La fiesta —respondió de inmediato Severus—, le decía a tu madre que me preocupa que estés hasta la noche aquí, queremos que termine y puedas descansar.
—Pero si va empezando.
—... exacto... y no te has sentado ni un segundo —respondió determinante Severus y se sintió extraño, llevaba semanas en no ejercer algo de autoridad, la observó con deseo y entendió que lo único que lo haría sentir mejor sería tomarla a penas llegaran a casa.
—Prometo sentarme en diez minutos, Ginny ya va a bajar y su vestido es hermoso —exhaló ella con emoción.
...
Harry se aflojó la corbata en forma descuidada, había visto a Marianne y ya sentía toda la tensión acumularse en su garganta, lo único que esperaba era que Ginny no la viera hasta anunciar el compromiso, el temor de que se arrepintiera lo ponía terriblemente ansioso. Draco seguía de pie frente a él después de que le dio la noticia, esperaba alguna instrucción, pero el pedirle a Marianne que se fuera no era propiamente una opción acertada.
—Por lo pronto quedé en que les llevaría algo de beber.
—No dejes que se me acerque —le pidió desesperadamente a su amigo, Draco alzó la ceja incrédulo.
—¿Tanto dudas de tu autocontrol?
—De lo que dudo es que Ginny tenga paciencia, y eso porque Ron no tiene idea de quien es... mantenla ocupada.
—No tienes que pedirlo, será un placer.
Vio a su padrino acercarse con una enorme sonrisa en los labios.
—Tu padre estaría orgulloso de ti —le dijo abrazándolo—, James lo estaría, me imagino que Severus también lo está, pero si James viera que has madurado y darle el lugar que merece a Ginny, tanto tu madre como tu padre estarían orgullosos de quien te has convertido.
—Gracias Sirius, pero eso... se lo debo a...
—Snape, si me imagino. Creo que supo mantenerte en el camino —susurró aceptando que tenerlo como padre lo había hecho ese hombre que tenía frente a él.
—Ginny se va a arrepentir.
—Harry los nervios debes tenerlos en la boda, esto es sólo para anunciar el compromiso.
—No, tú no entiendes —dijo él perdiendo el autocontrol—, ella me dejó hace meses sin... dudarlo.
—Si... lo recuerdo —respondió viendo a su ahijado con temor, estaba actuando de forma extraña y el peinado con el que había llegado ahora no existía, debido a la desesperación—, creo que deberías venir a tomar algo Harry.
—¡No! aquí está Marianne, si Ginny la ve...
—¿La jovencita que... te descontroló las hormonas?
—Ya hablas como mi papá —se quejó poniendo los ojos en blanco, al menos a él si podía hacerle eso, con su padre no tendría oportunidad de aquello.
—Bueno es la verdad, mientras Ginny sufría.
Harry lo fulminó con la mirada, entendía que para todos Ginny era la favorita porque se había ganado dicho lugar, pero satanizarlo a él por desear a Marianne era demasiado.
—Exacto debo evitar que... sufra, iré a hablar con ella.
—Hermione anunció que Ginny bajaría en diez minutos.
—Debo subir antes, entonces.
—Harry no creo que eso sea una buena idea... —le dijo buscando prevenirlo de una locura, pero su ahijado ya se había ido de ahí.
La puerta se abrió en forma repentina haciendo que la joven se sobresaltara, terminó de ponerse un broche en el cabello y vio a su novio parado detrás de la puerta completamente asustado, como si estuviera huyendo de alguien, espero pacientemente a que hablara pero no lo hizo, en cambio alisó su cabello una vez más.
El salón que había elegido su amiga no tenía ningún pero, una combinación perfecta para que pudieran asistir sus amigos y algunos muggles con los que Harry y ella compartían relaciones, vio a Harry a través del espejo, la corbata se la aflojaba cada vez más y se acercaba a ella con precaución.
Cuando Harry se aminó a ser sincero alzó la vista y la vio increíblemente hermosa, llevaba un vestido largo color coral descubierto de la espalda, ella volteó a verlo y lo besó con tranquilidad.
—Ya la vi, Hermione me pidió permiso para invitarla.
—... ¿dijiste que sí?
—Por supuesto, aunque me sorprende que haya venido, yo en su lugar no lo hubiera hecho.
—¿Hermione está loca? —preguntó conteniendo la respiración.
—Casi, el embarazo la tiene así, relájate.
—Merlín... creí que serías capaz de cancelar el compromiso —le dijo confesando sus inseguridades, Ginny lo vio en forma tierna y graciosa, pero entendía a qué se refería.
—Yo no te deje por celos Harry, te deje porque vi lo que ella estaba significando para ti, y porque me mentías para irte con ella, pero ya todo cambio y no pienso perder lo que tengo contigo por nadie.
Harry escuchó con paciencia lo que le estaba diciendo, y se acercó a ella con violencia y la besó, chocaron contra la pared y profundizó el beso cuando ella acercó sus caderas a las de él, gimió antes de meter su mano por debajo del vestido, la suavidad de sus piernas hasta llegar al borde de su ropa interior, la tomó entre sus dedos y la estiró hasta soltarla, el golpe en ella la hizo gemir, enredó con sus piernas la cadera de su prometido y el roce era tan delicioso que olvidaron que estaban cerca de una ventana y que abajo había cerca de 200 invitados.
Se separaron cuando tocaron la puerta fuertemente, ella se acomodó el vestido de inmediato, y fingió estar frente al espejo acomodando su cabello. Hermione entró fingiendo una sonrisa, como si supiera lo que estaba pasando en ese momento, lo cual consideraba absurdo.
—¿Me dejarías a solas con Ginny unos minutos?
—Claro.
Harry salió y bajó las escaleras más tranquilo, cuando llegó abajo su padre lo observaba de una forma que daba miedo, se acercó a él fingiendo demencia, y éste lo tomó del antebrazo alejándolo de todo público que pudiera presenciar algo.
—¿Por qué no puedes respetar a la señorita Weasley ni siquiera este día?
—¿Papá de qué hablas? —respondió cuando pudo soltarlo.
—Por la maldita ventana se vio todo Harry.
—Severus, son jóvenes —intervino Sirius con respeto y calma—, tú también lo fuiste, debes comprender que se quieren, además... no creerás que no ha pasado nada entre ellos.
Harry abrió los ojos asustado, odiaba esas intervenciones de Sirius donde lo único que lograba era perjudicar más las cosas, y eso es lo que sucedería una vez más.
—No soy idiota Black, pero lo único que pido es que la respete al menos en la presencia de sus padres.
—Sus padres no estaban ahí Severus.
—Sirius alcancé a ver hasta donde llegó su mano, —siseó golpeando a Harry en la cabeza—, ¿qué te asegura que eso no lo vio alguno de los señores Weasley?
—Quizás ellos no son tan anticuados como tú, además se van a comprometer ¿no? —dijo Sirius.
—Comprometidos o no, si veo que un... jovencito tonto le hace eso a mi hija, nada me detendría para ponerlo en su lugar.
—Lo siento papá, no debí hacerlo. —Dijo por fin al imaginarse cuántas personas debieron verlo en esa situación.
—La corbata —siseó una vez más.
Harry se acomodó la corbata y el sacó en forma presentable, y sin que lo pidiera se llevó el cabello hacia atrás, haciéndolo aún más presentable.
—Tres minutos con mi hijo, y él se convierte en un vago —escupió el pocionista al hombre que tenía en frente, Black suspiró con paciencia, pero procuró ignorarlo.
—Yo lo dejo ser libre, ya que no es ningún soldado.
—Es su fiesta de compromiso, debe estar presentable. ¿El anillo lo traes?
—Sí —respondió de inmediato mostrándole la caja antigua donde estaba un anillo de oro grueso con un diminuto diamante color verde, herencia que le correspondía a Harry.
...
Los aplausos se oyeron cuando vieron a Ginny bajar de las escaleras, entonces Harry se acercó a tomarla de la mano y llegar hasta el centro de la mesa donde estaban sus padres y donde posteriormente se unieron Severus y Hermione.
Marianne vio la manera en que Harry veía a su prometida, no tenía nada que ver la mirada que le daba a ella, llena de pasión, de deseo, era diferente, a Ginny la veneraba y la idolatraba, no pudo escuchar esas palabras que él le decía, sus promesas y la lealtad que de hoy en adelante le prometía, aunque necesitaba oírlo de sus labios, para hacerse a la idea de que él no era para ella, sin embargo eso era aún más doloroso de lo que imaginaba. Harry había regresado con ella y eso significaba que esa chica lo era todo para Harry y ella tenía que aprender a aceptarlo.
Lo vio inclinarse ante ella colocándole el anillo, la sonrisa radiante de ella y el beso que sellaba la promesa, para después tomar a Teddy entre sus brazos. Ella cerró los ojos con dolor.
—Pero insististe en aceptar la invitación Marianne.
—Tú no te opusiste mamá, te dije que Severus seguía casado.
—Y más casado que nunca —respondió al verlo sentado a un lado de su esposa, a la cual procuraba para hacerla sentir lo más cómoda posible.
Casi al terminar la fiesta aquella mujer se levantó para agradecerle a Severus la invitación, se acercó hasta la barra donde servían las bebidas y le sonrió en cuanto la vio llegar, sintiéndose aún avergonzado de la actitud de Hermione.
—Quisiera agradecerte la invitación.
—Lamento lo de la tarde —se disculpó el pocionista.
—No te preocupes, entiendo a la perfección a tu mujer, el embarazo es un estado frágil donde la mujer deja de ser atractiva para su esposo y se crean las inseguridades.
—... esto no es el caso.
—Tengo... cierta curiosidad, ¿por qué no me mencionaste el embarazo de tu esposa? Por un momento creí que lo de ustedes no había funcionado, la desventaja de alguien joven es su inmadurez.
—Tampoco es el caso, ella posee una madurez superior a la de... otras mujeres.
—Entiendo —susurró, entonces Severus entendió un poco las intenciones de ella—, quisiera saber si el hecho de ocultarme su embarazo fue... para... —la mujer se calló un poco avergonzada de sí misma—, tú sabes lo que siento por ti aún, y pensé que... ¿querías algo?
—¿Algo cómo qué?
—Tú sabes bien Severus.
—No te mencioné que tendré gemelos porque no es de la incumbencia de nadie, mucho menos de la vecina, todas nuestras amistades saben perfectamente de la noticia.
—Eso fue... agresivo.
—Igual que tu actitud, tú sabes lo importante que es mi familia, ¿por qué razón lo echaría todo a perder? Por el placer de... tres minutos, cuando en nuestra recamara puedo obtener más. Mi esposa y yo agradecemos tu presencia.
—¿Para qué me invitaste entonces?
—Yo no lo hice —respondió despidiéndose con educación, y la mujer cerró los ojos llena de vergüenza.
Se despidió y vio lo evidente, Severus había conseguido la plenitud al lado de esa mujer, se le veía feliz.
...
La muestra más grande de amor y afecto que Severus le pudo demostrar a su familia había sido renunciar a Hogwarts, terminó de empacar todas sus pertenencias de las mazmorras y se despidió de aquel lugar, sabía que en un momento volvería, así que ordenó que sus aposentos no fueran ocupados por alguien más, hasta que el decidiera regresar al sitio que tenía tantos buenos recuerdos para él.
Cuando volvió a casa vio a su esposa escribiendo sobre un pergamino, en vista que la academia de aurores había sido descartada ella se dedicaba a la investigación, aunque le gritara que era algo temporal jamás permitiría que ella tuviera un trabajo riesgoso, no cuando habría dos menores que dependían de ella completamente.
Su vientre había crecido demasiado en los últimos dos meses, y aquella cicatriz solo le producía dolor cuando sus hijos se movían, pero el dolor significaba que ellos estaban bien. Alzó la vista para verlo y vio aquellas cajas con desconcierto.
—¿Realmente lo hiciste?
—Claro que lo hice —respondió sentándose a su lado.
Los pergaminos cayeron al suelo y la besó con delicadeza, acarició su vientre con suavidad y sintió un leve movimiento, sonrió ante eso y profundizo el beso. Jamás había creído poder tener esa paz que ella le daba, y la felicidad que había provocado su embarazo.
Se sintió absurdo el recordar cuando le dijo a ella que el ser padre era un tema completamente descartado, ella lo observó con sus ojos castaños sin entender lo que le estaba diciendo, pero sólo sonrió y asintió, en ese momento se dio cuenta que esa chiquilla lo amaba, renunciar a un futuro como madre con tal de tener algo con él, y se dedicó a amarla, sin imaginarse que un día quedaría preñada y el dolor que le siguió al perder a su hija. Cuando vio aquellos dos corazones latir dentro de ella, el suyo se detuvo, fue como recuperar algo que él daba ya por perdido.
Su mano acarició su rodilla con suavidad y ella gimió separándose de él, vio el deseo en su mirada y sonrió alzando la vista hacia las escaleras.
—Harry no está, salió al parque con Teddy.
—Maravilloso —le dijo él tomándola de las caderas y poniéndola a horcadas.
—Creo que te está gustando verme así.
—Me gusta ver cómo te mueves. —Respondió él, cuando en realidad sólo lo hacía para estar a su ritmo, sin ponerla en riesgo.
Sintió su miembro arder de deseo, y ese juego de ella con los roces, podía sentirla ya completamente húmeda, el olor a mujer que lo embriagaba y sus labios adoloridos porque ella los mordía suavemente aumentando el nivel por el descontrol. Sentó sus caderas sobre las piernas del pocionista, y él quitó el sostén despacio admirando sus senos y sonrió.
—Creo que me gustan —dijo él llevándose uno a la boca y mordiéndolo, ella gimió en un profundo escalofrío—, también esto —dijo él tocando sus caderas, buscando la penetración.
—Aún no.
—Deja ya de jugar conmigo, o haré las cosas a mi manera.
—No, porque te daría miedo.
—Sólo tengo que ponerte de rodillas para no lastimarte —ella sintió una corriente de electricidad recorrer su columna vertebral al imaginar aquello y él se sorprendió.
Tomó sus caderas y la atrajo a su cuerpo, la penetración se dio con facilidad y ella no pudo contenerse y se movió con suavidad, la posición dejaba su intimidad expuesta y el choque entre sus cuerpos la hizo explotar en un gemido silencioso, él tomó sus muslos y la movió para él, la calló con un beso largo y suave, la detuvo un momento aún dentro de su cuerpo, sintiendo su orgasmo descontrolándolo.
Cuando se recuperó ella se movió sobre sus piernas, cada sensación la hacía sentir al borde, con una palmada y aumentando la intensidad, él terminó en su interior.
Hermione terminó rendida sobre el sillón, desnuda y agitada, él le sonrió y le dio un cálido beso en los labios.
—Ven, vamos a la ducha. —Ella sintió un escalofrío, y él no pudo contener una risa—, a ducharnos nada más.
—Quiero más. —Dijo ella dirigiéndose hacia la ducha, y él suspiró resignado cuando notó que su miembro había respondido por él.
...
La habitación de Hermione era diferente en los últimos meses de su embarazo, tenía una cuna pegada a la cama, amplia donde pudieran acostarse los dos bebes, terminó de bordar el nombre de sus hijas, Rose y Clarissa. Severus ajustó el mueble de los bebes de mala gana, ella sonrió sin decir una sola palabra.
—Si esto se cae no respondo —dijo él sin verla.
—Fue idea suya durar estos meses sin magia, pero el mueble se ve bien ¿Podrías acomodar la ropa dentro?
—Por supuesto —siseó.
La puerta se abrió sorpresivamente, Harry dejó a Teddy en el suelo y su mirada solo demostraba temor, el pequeño se acercó a Severus y jaló su pantalón con insistencia, pero éste no le prestó la atención necesaria.
—Remus... despertó... —dijo Harry temblando.
—Ve —le ordenó su padre tomando a Teddy—, y nos avisas.
Harry no tuvo tiempo de asentir, ni de responder nada, salió hacia la chimenea y con polvos flu se apareció en la enfermería de San Mungo.
...
Cuando llegó a la enfermería entró con pasos indecisos, había pasado ya tanto tiempo desde la última batalla que apenas podía creer lo que le habían notificado, había estado consciente que desde meses atrás Remus había presentado signos fuera de lo común, pero no imagino que despertaría de un momento a otro.
Cuando llegó lo vio sentado sobre la cama, completamente delgado y demacrado, pero aquella mirada que le dio el hombre se encontraba llena de vida, de alegría, hubiese querido traer a Teddy, pero no creía que ese era el mejor escenario para que su hijo lo viera. Se acercó como pudo y Remus buscó en Harry las respuestas.
—No creí prudente traer a Teddy.
—¿Si lo tienes tú?
—Creí que era lo que deseabas, y peleé por él.
—¡Bien hecho! —Le dijo el licántropo—, la enfermera me ha puesto al día, han pasado dos años, me lo he perdido todo.
—No es así, yo me encargué de traer a Teddy y hablarle de ti, estás a tiempo Remus, aún no entra al colegio y aunque ya sabe caminar, aún le falta un largo camino.
—Ven, siéntate. Lo último que recuerdo de la batalla fue a... Hermione.
—Sí, la protegías, pero...
Harry se sentó frente a Remus y comenzó a relatarle todo lo que sucedió en la batalla, cómo a último momento su padre fue herido de gravedad y eso había significado la muerte de Voldemort. Con cierta tristeza le pudo confiar la depresión por la que había pasado aquella vez, la confrontación interna entre sus dos realidades, la del hijo y la de la persona que odió a su padre, y le sorprendió ver que Remus entendía a la perfección lo que sentía, y hubiese querido que él hubiese estado a su lado en aquellos días donde vivía la incomprensión de todos los que lo rodeaban.
Le contó la buena noticia de su compromiso, y le dijo lo amado que era su hijo por él y por su novia, y que ese compromiso era en parte para darle lo que tanto necesitaba Teddy. Remus sonrió con nostalgia al saber del embarazo de Hermione, entonces vio hacia le ventana con tristeza, pensaba en Dora, se alegraba de despertar pero el resto de sus pensamientos sin duda estaban con ella.
—No debe ser grato ver que la vida de todos se reconstruyó... mientras tu vida es...
—Estoy vivo Harry y eso es suficiente, Teddy está a salvo y estuvo al cuidado de una gran persona, seguro Severus supo guiarte para criarlo.
—Los primeros días fueron duros, pero ambos hicimos lo que pudimos...
—Estoy seguro que así fue...
—¿Quieres verlo?
—Claro que sí —respondió, y por primera vez notó esa mirada llena de vida.
…
Severus observó con incomodidad a su esposa, era la cuarta vez que se ponía en la orilla del sofá intentando acomodarse, respiró con dificultad, después observó maleta rosa que ya estaba lista, pero según ella y la medimaga faltaba un poco de dilatación. Se levantó molesto y se sirvió un café, eran ya las once de la noche y la paciencia se le estaba agotando lentamente.
—¿Severus? —lo llamó y él dejó la taza con impaciencia, odiaba que las cosas se tuvieran que hacer como ella decía, si fuera por él su esposa ya estaría en el hospital.
La volteó a ver y extendió su mano, lo necesitaba, todo rastro de molestia se fue de inmediato, se acercó a ella y la colocó sobre su pecho, lentamente ella se acomodó en el sillón de forma que estaba acostada sobre de él con las piernas hacia el lado contrario. Su esposo tomó con calma sus manos, y ella lo apretaba con más fuerza. Él sonrió cuando notó que la contracción era cada vez más continuas, acarició su vientre y creyó que iba a ponerse eufórico, conocería a sus hijas por fin. Harry quien estaba en silencio del otro lado de la habitación sólo tenía cara de pánico, vio que su padre asentía con seguridad, entonces él se relajó y supo que en cualquier momento sucedería.
—La medimaga dijo que debías caminar.
Hermione se levantó de mal humor y caminó por la sala, Severus la ayudaba un poco pero veía continuamente el reloj de la pared, ella se detuvo de pronto.
—Creo que... debes llevarme a San Mungo.
Su esposo la vio y sonrió, tomó la maleta y la ayudó a entrar al auto, con el tiempo habían podido tomar seguridad en su embarazo, y no dudaban de que todo saliera bien. Harry se subió a la parte de atrás en silencio, ante la mirada sorprendida de ambos.
—No pienso quedarme en casa y recibir noticias...
—No entrarás Harry, ni tú —siseó su esposa, él sonrió y condujo hacia San Mungo.
...
Las cosas sucedieron de la manera más perfecta para Severus, en un momento se preocupó por ella cuando la vio cansada, ya no apretaba su mano con fuerza y la notaba rendida. Entró a la sala, eso no estuvo a discusión, pero no le dijo nada, todo se lo transmitió en silencio, besó su frente y ella lo vio angustiada.
—No puedo —chilló ella.
—Claro que puedes —le respondió él, aunque no sabía si era verdad.
Entre el llanto de ella y después de algunos minutos se escuchó el primer llanto, Hermione sonrió agotada, sabía que una vez que sucediera eso sería mucho más fácil el nacimiento de segunda hija. Severus tuvo que dejar a su esposa ahí para ir a ver a su hija, se dirigió hacia los cuneros hasta poder ver a Clarissa en uno de ellos, se quedó tranquilo cuando vio a una medimaga pasar con su segunda hija.
—¿Papá y Hermione? Ve... yo me quedo cuidándolas.
—No les quites los ojos de encima —le ordenó a Harry para poder ir con su esposa.
Tuvo que esperar a que le asignaran una habitación, cuando entró ella ya estaba casi dormida, pero él la despertó y ella sonrió, lo notaba impaciente de que no les llevaran a las niñas, caminaba de forma ansiosa y empezaba a ponerse de mal humor, pero no quería dejarla sola y correr el riesgo de que se quedara dormida.
—Ya las traen —dijo Harry entrando—, Hermione ¿Cómo estás?
—Cansada, pero tú padre no me deja dormir.
—No debes dormir en las próximas horas —ordenó sin verla, su mirada estaba fija en la puerta.
Vio a las mediamagas entrar con las bebes, la primera de ellas se la dio a Hermione, pudo ver que era Clarissa, la segunda se la dieron a él y el pocionista tomó al bebe con cierta duda e inseguridad.
—Felicidades.
—Esta no es mi hija, no es la ropa que le trajimos, y yo tuve una niña no un varón.
—Te presento a Henry Snape —le dijo su esposa.
Severus vio a su mujer con duda y luego al bebe que se movía incómodo, de inmediato lo tomó correctamente para que durmiera, pero lo seguía viendo con sorpresa.
—¿Un niño?
—Un niño —respondió ella observando a Severus.
—Tuve un niño —repitió él sonriendo mientras lo miraba anonadado—, Henry —asintió con toda esa emoción ahogándolo por dentro.
Harry se talló el puente de la nariz, creyó que de esa manera podía disimular la felicidad que tuvo al ver a su padre en ese momento, nunca lo había visto tan pleno y sabía que su dicha estaba por comenzar.
