Es mi primera historia en esta web, pero no el primer ff que he escrito. Hasta ahora publicaba exclusivamente en Potterfics. com, donde podéis encontrar también este fanfict bajo mi mismo Nick.
Disclaimer: sé que no lo vais a leer, pero se supone que tengo que decirlo. Los escenarios y la mayoría de los personajes (excepto algunos que pululan por ahí) pertenecen a Rowling. Yo sólo los tomo prestados para entretenerme, y sobre todo, entreteneros.
Ya sin más¡qué empiece una nueva aventura!
¿QUÉ HAGO YO EN HOGWARTS?
Hermione apoyó la cabeza en la pared, recostándose un poco más en el asiento del expreso de Hogwarts y cerró los ojos. Todo lo que había pasado en los últimos días le daba vueltas y más vueltas en su cerebro, como fugaces imágenes de una película que no hubiese visto. Era tan irreal, tan absurdo y tan lejano que ni siquiera sabía cómo sentirse. Notó que Harry se revolvía a su lado, incómodo, sin hallar una postura adecuada.
- Voy a dar una vuelta por el tren. Necesito despejarme un poco – anunció por fin el chico.
A su amiga no se le escapó que lo que en realidad deseaba era despedirse. Lo llevaba haciendo silenciosamente desde hacía dos días. Recorría el castillo, pasillo por pasillo, vagando sin dirección como uno de los numerosos fantasmas. De noche miraba los terrenos de Hogwarts, intentando grabar en su mente cada uno de sus infinitos detalles. No podía culparle, ella también había hecho lo mismo. Sentía una horrible angustia acumulada en su pecho cuando pensaba que no volvería jamás a ese colegio donde tan buenos (y malos) momentos habían vivido. Decidió dejarlo solo con su tristeza, pero Ron no pareció darse cuenta de las intenciones ocultas de Harry. O quizá sí, y sin embargo había ignorado sus deseos. Últimamente parecía haberse propuesto no dejar a solas a su mejor amigo en ninguna ocasión. Se levantó tras él y abrieron la puerta del compartimento.
- Os veo luego, chicos – les dijo en un susurro, antes de caer en un sueño intranquilo.
Al despertar, lo primero que notó fue que estaba tumbada horizontalmente. Movió los brazos y se dio cuenta de que estaba tapada por una sábana suave. Abrió los ojos despacio, muy confundida. Lo último que recordaba era haberse dormido en el expreso y ahora… ¿dónde estaba? No le costó ni un segundo reconocer el lugar. Durante seis años había dormido en una de aquellas camas con cortinas que separaban a su inquilino del resto de la habitación. Durante seis años había vivido en aquel lugar al que ya no esperaba regresar jamás… Retiró las mantas a un lado y se levantó de un salto.
- ¿Qué hago en Hogwarts?
La habitación estaba completamente vacía, tanto de personas como de objetos. Le recordaba mucho al aspecto que solían ofrecer cuando volvían de las vacaciones de verano. Salió de allí y bajó las escaleras. La sala común de Gryffindor también tenía un aspecto desolador. Se acercó a la chimenea, donde no ardía ningún fuego y observó, asombrada, que sus butacas preferidas no estaban. En su lugar había otras, incluso más viejas y gastadas que las que ella y sus amigos solían utilizar.
- ¿Qué está pasando? – se preguntó nuevamente en voz alta. – Debo estar soñando…
Se pellizcó con fuerza, segura de que nada de lo que vivía era real, pero se hizo mucho daño. Frotándose el brazo en el lugar donde ya empezaba a salirle un cardenal, abandonó la sala común a través del hueco del retrato.
- ¿Quién eres tú? – preguntó una voz arisca a sus espaldas. - ¿Qué estabas haciendo ahí dentro?
Hermione se dio la vuelta y vio a la Señora Gorda que, con los brazos en jarras, la increpaba de muy malos modos.
- Eso me gustaría saber a mí… - respondió más para sí que para el retrato.
- ¡Vete al despacho del director! Tienes mucho que explicarle, jovencita.
Como no se le ocurría ninguna idea mejor, se encaminó hacia donde le había indicado la guardiana de Gryffindor. Bajó por las escaleras móviles y recorrió varios pasillos, bajo la atenta mirada de los miles de habitantes de los cuadros con los que se cruzaba. Algunos se dirigían a ella, sorprendidos de que estuviese allí, pero no les hizo caso. Antes de que fuera consciente de ello, se encontraba enfrente de la gárgola que permitía el acceso al despacho del director. La miró fijamente, como si esperase que se apartase bajo la intensidad de su mirada.
- Si esto fuera un sueño, se apartaría para dejarme pasar. O yo sabría la contraseña.
Rebuscó en su memoria, casi esperando encontrar un rótulo grande y luminoso que le indicara la frase correcta. El problema era que ella no tenía mucha paciencia y, como no lo halló de inmediato, decidió probar suerte con lo primero que se le viniese a la cabeza.
- ¡Ábrete, Sésamo!
Que era una verdadera estupidez. Como cabía esperar, la gárgola no se movió, sino que se limitó a seguir plantada delante de ella, con su mirada vacía e irónica.
- ¿No? Pues… Yo, Hermione Granger, te ordeno que te abras para mí – clamó con voz autoritaria, pero el resultado fue el mismo. – Por favor… te lo suplico.
Así estuvo un buen rato, hasta que se hartó de verdad y gritó con todas sus fuerzas, mientras le pegaba una patada:
- ¡Ábrete de una vez!
Atónita, observó cómo la gárgola se echaba hacia un lado, descubriendo la entrada. "Tal vez sólo hacía falta un poco de fuerza bruta", se dijo a sí misma.
- ¿Quién anda ahí?
"O quizá no". Con paso tembloroso, se subió a las escaleras giratorias, pensando que quizá no debería sorprenderle demasiado que la hubiesen oído.
La imponente puerta de madera estaba entreabierta, y Hermione asomó la cabeza tímidamente, aún sin poder creerse lo que le estaba ocurriendo. Cuando se fijó en la conocida figura que la estaba esperando, a punto estuvo de desmayarse. O de echarse a llorar. Se acercó a él lentamente, con una quietud casi reverencial, tratando de cerciorarse una vez más de que no era un sueño.
- Profesor… - musitó emocionada.
El hombre la miró por encima de sus gafas de media luna y le sonrió con amabilidad.
- ¿La conozco? – preguntó suavemente.
- Profesor… - repitió de nuevo, llevándose una mano a la boca para contener un sollozo. – ¿No me reconoce? Soy yo, Hermione Granger.
- Lo siento muchísimo, señorita Granger. Quizá me estoy haciendo más viejo de lo que creía, pero no consigo recordarla – movió su mano en un gesto elegante. – Siéntese, por favor. ¿Podría decirme qué hace usted aquí?
Hermione obedeció, aturdida, sin poder dejar de mirarlo. Y entonces se dio cuenta. No estaba exactamente como lo recordaba (bueno, eso sin contar que se hallaba vivo). Su rostro tenía menos arrugas, como si no hubiese sufrido tantas preocupaciones en los últimos años. Una ligerísima sospecha comenzó a instalarse en su interior. ¿Por qué si no iba a olvidarse de ella?
- No sé qué estoy haciendo aquí – confesó. – Me quedé dormida en el expreso de Hogwarts y cuando me desperté… estaba en una habitación de la torre de Gryffindor.
Dumbledore alzó las níveas cejas, sorprendido.
- Señorita, - indicó con cortesía, aunque muy serio – son las diez y media de la mañana. El expreso aún no ha partido de King's Cross.
- ¿Qué no ha partido…? – repitió Hermione, confusa. – ¡Faltaban unas dos horas para llegar a Londres!
El anciano director se recostó en su asiento, mirándola muy fijamente. Hermione supuso que la debía estar tomando por loca. Agradeció que al menos no lo expresase en voz alta.
- ¿Es usted alumna de Hogwarts?
- Sí, acabo de terminar sexto. Pertenezco a Gryffindor – alzó la vista hacia él, desolada. – No entiendo nada. ¿Cómo es posible que no se acuerde de mí¿Qué está pasando? Cuando me dormí usted estaba…
La sospecha aumentó aún más, hasta adquirir proporciones descomunales. Algo le decía que no debía terminar esa frase. Sintiéndose un poco estúpida, se decidió a aclarar de una vez por todas sus dudas.
- ¿Qué día es hoy?
- Uno de septiembre – contestó, como si la pregunta fuera lo más natural del mundo. Por su parte, Hermione abrió la boca asombradísima – de 1977 – completó.
- ¿Qué? – la chica dio un salto en su asiento y se puso en pie. - ¿Ha dicho 1977¿Está de broma?
- No es ninguna broma, señorita Granger – respondió con calma.
- ¡Oh, por Merlín! – susurró, desplomándose en la silla. – Creo que… creo que he retrocedido en el tiempo.
Dumbledore no hizo ningún gesto de asombro. Volvió a clavar sus azules ojos en la joven.
- ¿Puede demostrarlo?
Hermione lo observó atentamente. ¿Qué podía decirle? Cualquier cosa del futuro podría habérsela inventado.
- Usted… - intentó sin muchas esperanzas – usted derrotó a Grindelwald.
- Sí, es cierto – concedió sin inmutarse. - Lo dice en los cromos de las ranas de chocolate.
Vale. Sí que había sido una prueba de lo más absurda. Cualquiera podría saber eso. Tenía que haber algo que, en aquella época, muy pocos supieran. Se devanó los sesos, tratando de encontrar algo. Y entonces…
- Lord Vol-voldemort, en sus tiempos de colegio era conocido como Tom Ryddle.
Por primera vez, el director pareció impresionado. Se quedó unos segundos en silencio, interiorizando la información que acababa de recibir, sopesando el grado de sinceridad de sus palabras.
- ¿Y no sabe cómo ha llegado hasta aquí? – preguntó finalmente.
- No – respondió rápidamente Hermione. Estaba todavía muy confusa, pero que Dumbledore la creyese la tranquilizaba un poco.
- ¿Ni por qué?
- No. Entonces… ¿usted me cree?
Dumbledore no contestó inmediatamente. Apoyó las manos en la mesa y juntó los dedos, componiendo ese gesto tan suyo.
- No hay mucha gente que conozca la identidad de Voldemort. Y mucho menos, que hable tan a la ligera de ello.
Hermione se ruborizó ligeramente, sin saber si había sido o no un reclamo por su actitud. No obstante, el anciano director le sonrió con bondad y le preguntó:
- ¿De qué época viene exactamente, señorita Granger?
- De 1997.
Dumbledore suspiró y tras reflexionar unos instantes, dictaminó:
- Creo que hasta que averigüemos que está haciendo aquí y cómo puede regresar hasta su tiempo de origen, debería comportarse como una alumna más. Es decir, asistir a clase con los otros chicos y actuar normalmente. Por supuesto, tendremos que inventar una buena tapadera. Diremos que cursó sus estudios anteriormente en Beauxbattons. ¿Qué le parece?
- Estoy de acuerdo – respondió Hermione, sintiendo un nudo en el estómago. ¿Significaría eso que tendría que quedarse mucho tiempo allí?
- Le proporcionaré ropa y libros, antes de que lleguen sus nuevos compañeros. – Hizo una pausa y después añadió. – Por seguridad, deberíamos cambiarle el apellido. ¿Qué le parece… - se lo pensó un momento - "Hermione Random"?
- Me parece bien. Haré lo que usted me pida.
- En ese caso… me gustaría pedirle un favor muy importante – se puso muy serio. – Debe recordar que el futuro que usted conoce es consecuencia de lo ocurrido en años o incluso siglos anteriores. Manipular el pasado es algo muy peligroso, pues ni el más sabio puede calcular el alcance de los cambios ocasionados. Debo pedirle que se abstenga de demostrar conocimiento de los actos que ocurrirán y mucho menos, influir en los implicados para que éstos varíen su comportamiento. Por muy buena que sea su intención, puede provocar un daño irreparable.
Hermione pestañeó repetidamente. Ni siquiera había pensado en eso, pero tenía mucho sentido. De repente le dio miedo producir una catástrofe por el mero hecho de estar allí.
- Seré responsable – dijo, y al expresarlo en voz alta, le pareció aún más difícil.
Horas después, se encontraba sentada en el Gran Comedor. Se sentía tremendamente incómoda, allí sola, mientras que algunos profesores iban llegando y ocupaban sus asientos. Hermione nunca se había fijado en la inmensidad de aquella estancia, o al menos, nunca antes se había sentido tan insignificante y desolada como en ese momento. Notaba las miradas curiosas de los profesores, pero nadie le hizo ninguna pregunta, así que no le costó deducir que Dumbledore ya había hablado con ellos. Se preguntó si les habría explicado su verdadera situación, o también pensaba ocultarles la verdad, como a los alumnos. Afortunadamente, un familiar bullicio se comenzó a oír en el salón, procedente de la entrada del castillo y se encontró deseando fervientemente que el comedor se llenase. Necesitaba sentir alboroto a su alrededor, para acallar todas las dudas que se acumulaban en su cerebro.
El ruido aumentó y las puertas del Gran Comedor se abrieron. Lo primero que vio entrar fue un grupo de chicas mayores, que se dirigieron hacia la mesa de Gryffindor. Destacaba entre todas una hermosísima pelirroja de brillantes ojos verdes. Hermione no tardó ni un segundo en reconocerla: esa era Lily. Se quedó alucinada, ni siquiera Ginny era tan guapa. ¿Cómo no lo había pensado antes? En ese año, los padres de Harry debían estar en séptimo.
Las chicas se acercaron a ella, con curiosidad. Lily, que llevaba una insignia de prefecta y una con las iniciales "PA", se sentó enfrente y le sonrió con dulzura.
- ¿Eres nueva?
- Sí, hasta el año pasado estudié en la academia Beauxbatons – ¡Horror! Había intentado poner acento francés, pero luego pensó que no podría mantenerlo si se quedaba mucho tiempo, así que el resultado había sido un ridículo balbuceo.
Las jóvenes la miraron un poco extrañadas, pero ninguna se rió. Hermione estaba segura de que pensaban que era retrasada.
- Yo soy Lilian Evans y ellas Alexa Johnson, – señaló a una chica negra, alta y muy atractiva - Valerie Dawson – una joven de pelo negro y brillantes ojos oscuros que estaba a su izquierda.
- Frey Bergman – se adelantó una muchacha con el cabello rubio platino y ojos azules, que tenía el aspecto de diosa escandinava que proclamaba su nombre.
- Hermione… Random. Encantada de conoceros.
La gente había comenzado a entrar en el Gran Comedor, armando un gran bullicio. Hermione se giró hacia la puerta y el corazón le dio un vuelco. Acercándose hacia ellas venía Harry. Estuvo a punto de gritar. ¡Él también había viajado en el tiempo! No obstante, a pesar de su euforia, se fijó en los ojos del chico justo a tiempo. Eran castaños, no verdes, así que tenía que ser James. El parecido era tan asombroso que más que su padre parecía su clon. Sonrió al ver que estaba casi a su altura. Seguro que el reencuentro con Lily iba a ser alucinante.
- ¡Evans! – gritó. "¿Evans¡Bah! Seguro que es su nombre de guerra". – Estás aún más maravillosa de lo que recordaba. – "¡Buen comienzo, sí señor!"
- Que te den, Potter. – contestó sin volverse. "¿Eh?" – Ya te he dicho mil veces que no te acerques a mí.
- Pero Lily… No seas así. James ha madurado mucho – intervino otro chico, conciliador. ¿De qué le sonaba?
- ¿En serio¿Ya ha dejado de despeinarse el pelo? – James retiró la mano inmediatamente, que ya se dirigía hacia su cabeza.
- Déjalo, Lunático. ¿Qué sería de la vuelta al colegio sin las borderías de Evans?
"¿Lunático¡Es el profesor Lupin! Bueno… ahora más bien el alumno Lupin". James se sentó malhumorado, dejándole un hueco a su amigo, ajeno a las conjeturas de Hermione. "La verdad, alucinante sí que ha sido. Al menos para mí. Espera un momento… si están James y Lupin, aquí falta…"
- Hola preciosa. ¿Y tú quien eres? – Hermione miró a su derecha, donde un chico guapísimo estaba a menos de dos palmos de ella. Ni en mil años lo hubiese reconocido, de no ser porque un muchacho gordito se agarró a él para no caerse al suelo. - ¡Maldita sea, Peter¿Cómo puedes ser tan patoso¿No ves que estoy hablando con esta preciosidad?
Hermione se quedó boquiabierta. ¡Peter Pettigrew! La rata traidora estaba a un metro de ella. Le apetecía estrangularle, y a punto estuvo de hacerlo. En el último momento se contuvo. "Cálmate, Hermione. No debes influir en el pasado".
- Yo soy Sirius Black – se presentó con la sonrisa más seductora que Hermione había visto jamás. ¡Justo lo que pensaba! El gruñón Sirius Black, el primer hombre en escapar de Azkaban, el recientemente fallecido padrino de Harry… ¡le estaba tirando los tejos! "¡Esto es una pesadilla! No puede estar ocurriendo de verdad"
- ¡Ya la has asustado, Sirius! – terció Lupin al ver su cara – No le hagas caso, él es así.
- Oye, no hables de mí como si no estuviera aquí.
Lupin le ignoró completamente. Se levantó y extendió su mano por encima de la mesa.
- Bienvenida a Hogwarts. Mi nombre es Remus Lupin. Este – dijo señalando al chico de su izquierda – es James Potter. Y el que casi se cae es Peter Pettegrew.
- Mucho gusto. Me llamo Hermione Random – respondió estrechando su mano.
El banquete de bienvenida nunca le había pasado tan rápido. Comió con ansias y trató de responder de forma satisfactoria a todas las preguntas que le hicieron, dando gracias interiormente el haber pensado previamente la mayoría de ellas. Se unió a las amigas de Lily para ir hasta la torre de Gryffindor. Iba a compartir habitación con ellas, pues estaba en su mismo curso, y además se sentía mucho más cómoda con ellas que con los Merodeadores. No obstante, tuvo que acostumbrarse a su presencia, pues nada más llegar a la sala común, se formó una especie de fiesta de bienvenida. Los de primer año acudieron rápidamente a su cita con las sábanas, demasiado aturdidos y asustados como para hacer algo más, pero los de los demás cursos se quedaron allí, ignorando el cansancio del largo viaje. Mientras la mayoría se saludaba con efusividad y se ponían al tanto de las experiencias veraniegas, los cuatro chicos de séptimo se acercaron a ella con, al parecer, la no tan sana intención de averiguar absolutamente todo sobre ella.
A pesar de lo abrumada que se sentía por toda la expectación generada, no pudo evitar quedarse embobada viendo el parecido que tenía Harry con James. Eran prácticamente idénticos, salvo por dos detalles: el color de sus ojos y su nariz. Al percatarse de la atención que había despertado en ella, James sonrió con picardía, marcando una nueva diferencia. Jamás había visto a Harry dedicarle una sonrisa a sí a nadie, ni siquiera a Ginny. En ese momento, dirigió su vista hacia Lupin. Había cambiado mucho. Sus cabellos eran de color castaño y, lógicamente, no tenía ninguna cana. Era muy educado y hablaba con voz suave, responsable; y, de alguna manera, tenía un aire de madurez superior al de los demás chicos de su edad. Hermione enseguida supuso que su condición de licántropo tenía mucho que ver, pues seguramente lo había obligado a crecer deprisa. Decidió no dirigir la vista hacia Colagusano: le importaba un pimiento si había cambiado o no, en lo único que podía pensar al verle era en la traición que tal vez ya se estaba gestando.
Sirius interrumpió sus pensamientos al hacerle una pregunta y Hermione se volvió hacia él. Definitivamente estaba tan distinto a como ella lo conoció que parecía otra persona. Era muy alto, el más alto de los tres, de hecho (había excluido a Colagusano hasta de sus comparaciones, aunque no tenía importancia, ya que era sorprendentemente bajo). Su cuerpo estaba muy bien formado, con una espalda ancha y fuerte, proporcional a su elevada estatura. Era evidente que hacía mucho ejercicio. Quizá lo que le llamó más la atención fue su pelo, que ella recordaba siempre desgreñado y con poca vitalidad. El Sirius que estaba frente a ella tenía el cabello negro brillante y, al contrario que el de James, caía sobre su rostro con armónico descuido, enmarcando dos brillantes ojos grises. Hermione nunca se había fijado en los ojos del padrino de Harry. Eran casi del mismo tono que los de los Malfoy, pero desprendían una luz cálida y amable inexistente en los ojos de aquellos.
- Hola capitán – interrumpió una chica, caminando hacia James con movimientos felinos.
- Hola, Asher – respondió el joven, ignorando la caída de pestañas con que le había obsequiado la Gryffindor.
- Romy – corrigió ella.
James la miró con cierta estupefacción, pero esbozó una sonrisa educada y le preguntó:
- ¿Qué tal el verano?
- Lo pasé bien, aunque eché de menos Hogwarts… - se acercó un poco más – y sobre todo, a algunos habitantes de Hogwarts, no sé si me entiendes.
Hermione pensó que era imposible no entender a lo que se refería, porque hasta Pettigrew parecía haberlo captado. Sirius cruzó con ella una mirada divertida, mientras disimulaba su sonrisa. En un rápido movimiento, Asher estiró el brazo y James se echó hacia atrás de forma casi imperceptible. Sin embargo, no pudo evitar que ella rozara la pechera de su túnica (no en vano había sido la Buscadora del equipo los tres últimos años). Soltó un curioso gorjeo y se llevó una mano a los ojos, como si algo la acabara de deslumbrar.
- ¿Qué es eso que tanto brilla en tu túnica, capitán¿También te han hecho Premio Anual?
- Sí – respondió James, que parecía a punto de echar a correr.
- Es una lástima que este sea tu último año. Seguro que podrían hacerte una insignia especial para ti… - se humedeció los labios en un gesto que seguramente pretendía ser sensual - ¿Quién más es Premio Anual?
- ¡Evans! – chilló James, mucho más alto de lo que pretendía. La aludida, que estaba bastante cerca, aunque de espaldas, se volteó sorprendida.
- ¿Sí? – preguntó.
Romualda Asher la miró de arriba abajo, deteniéndose más tiempo en la reluciente insignia con las iniciales "PA".
- Enhorabuena – la felicitó con rudeza, en el mismo tono que habría utilizado para insultarla.
Esa pareció la señal para que Lily diera por concluida la fiesta inaugural. Haciendo gala de la gran autoridad recientemente adquirida, envió a todo el mundo a dormir. Hubo débiles protestas aquí y allá, pero enseguida se disolvió la reunión y cada cual se fue a su habitación.
Hermione fue de las últimas en subir, ya que Sirius la había retenido un poco más, ofreciéndole "toda la ayuda que pudiera necesitar". Cuando por fin llegó a su nuevo cuarto, dejó escapar un sonoro suspiro. Las primeras horas en el pasado habían resultado más duras de lo que había imaginado.
- Y bien¿qué te han parecido nuestros compañeros de Casa? – le preguntaron de repente, demostrando que aún le quedaban algunos minutos más de tortura.
- Ehhh… un poco efusivos – respondió sin pensarlo demasiado, acordándose de los Merodeadores.
Lily empezó a reírse, demostrando que apoyaba su opinión. Alexa Johnson, que estaba revolviendo en su baúl, también cruzó con ella una mirada de comprensión. Entonces la puerta del baño se abrió, y antes de que Frey saliera, Valerie se escurrió hábilmente entre la nórdica y el quicio de la puerta, cosa que no pareció sorprender a ninguna.
- ¿Qué es tan gracioso? – preguntó la rubia, mirándolas divertida.
- Hermione nos ha comentado que los chicos de Gryffindor son un poco "efusivos" – le explicó Alexa.
- Espero que no te hayan asustado… Se han vuelto locos al ver a una chica nueva con la que practicar sus armas de seducción – hizo un gesto despectivo.
- Oh, sí. Por tu bien, intenta que se les pase pronto. A pesados no les gana nadie – suspiró Lily, recostándose sobre su cama.
- Ya, claro¡cómo si no te gustara tener a Potter loco por ti!
A Lily se le encendió la cara de pura rabia. Sus ojos soltaban chispas verdes como si fueran maldiciones asesinas.
- ¡Por supuesto que no soporto tener a Potter todo el día detrás de mí! Es idiota, egocéntrico, infantil, plasta, insoportable…
- Vamos, una joya de hombre – la apoyó Alexa.
Lily se relajó y miró a su amiga agradecida. Después fijó su vista en Frey con cara de "chúpate esa". Sólo que su gesto arrogante quedó un poco empañado por Alexa, que tras ella, gesticulaba con los labios formando la frase "sí que le gusta". Hermione sonrió, ella mejor que nadie podía asegurar que a Lily le encantaba la atención que recibía por parte de James. O al menos, muy pronto iba a ser así.
Frey decidió que no le convenía discutir más con la irritada e irritable pelirroja, así que se volvió hacia la nueva con solemnidad, como si se viese en el deber moral de instruirle acerca de los Merodeadores.- Sobre todo ten cuidado con Sirius Black – ignoró la carcajada de sus dos compañeras. – Es el que más empeño va a poner y no te recomiendo que caigas en sus redes.
- Habla por experiencia propia – aclaró Alexa, siempre tan servicial. Se ganó una mirada furibunda de Frey, pero no pareció importarle.
- ¿Estuviste con Si…, con Black?
- Cuando íbamos a quinto. Salimos tres veces – por su tono de voz, no era un recuerdo muy agradable.
- Oh¿no os fue bien?
- ¡Ja! – soltó Frey tan repentinamente que la sobresaltó. – No creo que Sirius Black haya tenido una mala cita en su vida – "¿A qué viene esa manía de llamarle siempre por su nombre completo?", se preguntó Hermione intrigada. – Todo fue perfecto, él era encantador, maravilloso, simpático, atento... Y claro, yo me quedé pillada por él. Pero¡cómo no!, al poco tiempo perdió el interés y ya no quiso nada más conmigo – su voz ya sonaba furiosa, pero repentinamente se puso muy tiesa y añadió con soltura. – Pero ya lo he superado.
- Sí, a nadie le cabe ninguna duda – replicó Lily, vengativa.
- ¡Ya no tengo ningún interés en él!
- Yo no he dicho eso. Simplemente, todavía te cuesta asumirlo.
- Es que a Frey lo que le fastidia es el rechazo. Es el único que la dejó a ella y no al revés – completó Alexa.
- No es cierto, no es eso.
En ese momento, Valerie salió oportunamente del baño y se incorporó a la conversación.
- ¿De qué habláis?
- De Frey y Black.
- Oh¿por qué se lo recordáis? – les peguntó sinceramente apenada. - No te preocupes, cielo, que te rechazara no significa nada. Él es así con todas. De hecho, consuélate, por aquella época fuiste de las que más duró – prosiguió, de una forma que ella debía considerar alentadora.
Sin embargo, el comentario fue la gota que colmó el vaso. Sin una palabra más, Frey se tumbó en la cama y cerró las cortinas con furia. Ni siquiera les deseó buenas noches.
- ¿Qué he dicho?
- Déjalo, Val, ya sabes que no es de la misma opinión que nosotras.
Poco después, las demás también se acostaron. Cansadas como estaban, se durmieron enseguida. Todas menos Hermione. ¡Tenía tantas cosas en que pensar!
Pues hasta aquí el primer capítulo. Si habéis llegado hasta este punto¿qué menos que un review para contarme que os ha parecido¿Qué opináis de las amigas de Lily? Sé que no ha sido todo lo entretenido que debiera, pero necesitaba introducir la historia. El siguiente ya es bastante mejor.
Aclaraciones:
1. Primero, un poco de culturilla: Respecto a "Frey", en realidad es nombre de un dios escandinavo, dios de la lluvia, del sol naciente y de la fertilidad. Su hermana "Freya" (o "Freyja", en versión más antigua) representa el amor de juventud o de doncella, era la diosa nórdica del amor, de la belleza, de las profecías, de la atracción entre hombres y mujeres, de la magia, de la sexualidad, de la lujuria, de la vegetación, de la curación y del liderazgo. ¿Adivináis por cuál de los dos ha sido nombrada este personaje? El apellido es en honor de Ingmar Bergman, famoso director sueco creador de películas como "la hora del lobo" o "el séptimo sello".
2. Pregunta¿Os recuerda Romualda Asher a alguien? Sobre su puesto de buscadora, sé que ha habido bastante confusión con respecto al puesto de James en el equipo. Me he basado en las fuentes que afirman (creo que procedentes de la propia Rowling) que en realidad era cazador y no buscador.
3. Este fic tiene un lado cómico muy importante, que apenas se ha podido entrever en este primer cap. Pero es que¿cómo retratar a los Merodeadores sin un poco de humor?
4. Finalmente, tengo demasiado encadenada toda la historia como para basarme en el 7º libro, así que si no tenéis planeado leerlo en inglés, no temáis que os vaya a desvelar nada. El próximo cap se titulará "HACIENDO AMISTADES", y os adelanto que es un título irónico. Harán aparición otros personajes que serán de gran importancia para el fic. ¡Estad atentos!
