Los lobos son criaturas míticas capaces de transformar su bestial apariencia en una forma humana y se enamora de la caperucita roja, ¿lograra conquistarla y satisfacer sus instintos con ella? ¿Nacerá el amor? Ojo solo para adultos, lleva lemon fuerte... no es el cuento infantil que conocemos… están advertidas…
Bueno esta historia, me pertenece, se inició mi idea gracias a mi compañera de la uní que se llama Cindy, ella me conto la verdadera historia de la caperucita roja, la caperucita no era la niña tierna que iba a la casa de su abuelita y el lobo malo, como nosotros conocemos, el lobo era un hombre que se enamora y le gustaba seducir a la caperucita y ella caía en sus encantos, entonces se me ocurrió hacer este fic,, espero que sea de su agrado…
Advertencia: Lemon fuete y un poco de violencia género, aunque no vulgar, les advierto. Solo para adultos... espero que no haya ningún problema en mi redacción, gracias por comprender esa pequeña limitación…
Caperucita roja Candy y el lobo feroz Terry.
Prologo…
Los lobos son criaturas míticas capaces de transformar su bestial apariencia en una forma humana.
Candy creció con esas creencias y las siguió al pie de la letra, era una chica joven y hermosa que cautivaba las miradas masculinas, y no solamente humanas.
Pero los lobos no son malos como dicen la leyenda, ellos tienen sentimientos, el Lobo Terry se enamora profundamente de la caperucita Candy.
Pero eso no es todo Rosemary, la madre de la caperucita Candy cree que los lobos son malos, ¿permitirá que su hija este con el lobo?, la única que sabe la verdad que los lobos no son malos es la abuela Poni…
Inicio de una historia de amor..
Los lobos no son simples bestias como la mayoría de las personas cree, son criaturas mágicas que han vivido alejados de toda civilización por la misma razón.
Tener el poder de transformar su bestial apariencia en una humana era algo que temían los aldeanos, ninguno de ellos podía entender tal comportamiento y por lo tanto si algún humano se involucraba con un lobo, era expulsado de la aldea y se le prohibía cualquier acercamiento. En el momento en que se involucraba con un lobo, se convertía ellos.
Era por eso que los aldeanos evitaban cualquier contacto con esas criaturas, además de que el miedo los paralizaba, después de todo, eran criaturas peligrosas.
En un lejano bosque de Lakewood, vivía una hermosa joven llamada Candy que creció con esas creencias y las siguió al pie de la letra. Estaba en edad de casarse y algunos chicos de la aldea estaban tras ella, ya que era una chica realmente hermosa a los ojo de cualquiera y eso había atraído varias miradas masculinas, y no solamente humanas.
Candy aparte de hermosa por fuera, tenía un corazón noble que quería mucho a su madre Rosemary y a su abuela Poni. Les ayudaba en todo lo que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su abuela le regaló una caperuza roja. Como le gustaba tanto e iba con ella a todas partes, pronto todos empezaron a llamarla Caperucita roja.
Un día la abuela de Caperucita, se enfermó y su madre le pidió que le llevara una cesta con frutas. Caperucita aceptó encantada.
- Ten mucho cuidado Caperucita Candy y no te entretengas en el bosque.
— Mamá.- dijo Candy. — Siempre le llevo esto a la abuela.- alzo el pequeño canasto en donde estaban todas las frutas y aperitivos que debía llevar.
— Lo sé, lo siento.- se disculpó riendo. — Es la rutina de madre.- apretó los labios y observo a su hija. Era una belleza y no solo lo pensaba porque era su madre, Candy era preciosa , algún hombre debió notarlo, estaba convencida de que pronto se iría de casa para crear su propia vida. — ¿Qué hare cuando un hombre pida tu mano y decidas irte?
Candy miró tiernamente a su madre. Desde hace un tiempo solo eran ellas dos, su padre había fallecido varios años atrás, pero lograron salir adelante apoyándose mutuamente.
— Mamá, te amo tanto que nunca te dejaría sola
— Se que aún no quieres casarte, pero es solo porque no has encontrado al indicado. -aclaró rápidamente. — Hay muchos interesados en ti, cariño, debe haber alguno que haga corazón al menos un poco.
— Todos son muy amables, pero aún no encuentro al indicado.- se colocó su capa roja cubriendo su rubia cabeza y beso la mejilla de su madre. — Lo sabré en cuanto lo vea, pero no te preocupes por eso.
— Eso no me tranquiliza, Candy, Quiero muchos nietos.
Candy soltó una carcajada. — Me iré primero. - avisó y abrió la puerta.
— Ten cuidado, los aldeanos dicen que vieron un lobo merodeando por el bosque. Si te encuentras con uno, sube a un árbol y escóndete.
¿Un lobo merodeando por el bosque?- se preguntaba ella misma.
Eso en si era demasiado raro, las únicas veces que se aparecían en la aldea era para reuniones sobre el acuerdo y solamente era el jefe de la manada con algunos de sus lobos protectores, pero de ahí no salían para nada, la caperucita Candy nunca había visto a un lobo por el bosque.
—Si. - trato de sonar lo más convencida posible. Se despidió de nuevo de su madre y se adentró en el bosque.
Tres veces a la semana acostumbraba a llevar un canasto de comida a la abuela Poni. No era ningún familiar o algo parecido, solo era una de los jefes de la aldea, las personas quien mantenían la paz en el lugar.
La abuela Poni siempre dijo que los lobos no eran peligrosos, pero nadie jamás la escucho, es por eso que se apartó de la aldea.
Solo por ser diferentes a los humanos eran temidos, comprendía perfectamente sus sentimientos, pero los relatos de los aldeanos la asustaban.
Se adentro aún más en el bosque hasta que perdió de vista la cabaña en donde vivía con su madre, sabía perfectamente el camino, así que era imposible que se perdiera.
Debía tener cuidado de los lobos, solo rogaba no encontrarse con uno en especifico. Un día de tranquilidad, solo eso pedía.
— Te demoraste. - una voz masculina, demasiado atrayente y cautivadora salió de entre los árboles. — Pensé que tratarías de engañarme de nuevo.
Candy soltó un suspiro, estar acostumbrándose a su presencia no era buena señal. Había intentado engañarlo tomando caminos diferentes, conocía el bosque como la palma, pero siempre lograba encontrarla de alguna u otra forma.
Se giró y lo miró. Siempre se mostraba frente a ella en su forma humana y agradecía esa parte, así no lucia tan temible.
Esa media sonrisa en sus labios y sus ojos jade brillando en todo su esplendor lo hacían parecer un humano irresistible, el único problema era que él no era un humano.
Los lobos tenían algo que atraían perfectamente a cualquiera, eran atractivos con una gran presencia depredadora. Eran fuertes y podía notarlo perfectamente por el cuerpo mu del licántropo. Solo vestía un par de pantalones con el torso descubierto mostrando su irresistible apariencia.
Nunca había visto algo así, pero no se dejaría engañar ni atrapar por ese tipo de artimañas. Solo era una fachada para conseguir una presa fácil y definitivamente ella no lo era.
— ¿Qué es lo que quieres, lobo? ¿Comerme?
Allí estaba, esa mirada poderosa. Candy no era de su especie, pero había algo que lo atraía como loco hacia ella.
— A ti. - sus ojos brillaron al momento, desde el primer momento en que la vio decidió que sería suya.
— Yo no soy tu comida. - frunció el ceño.
— Es una lástima. - trato de parecer desanimado. — Serias deliciosa. - sonrió mostrando un poco sus colmillos y al poco tiempo se arrepintió de haber dicho eso, lo menos que era asustarla y podía sentir como su miedo se incrementaba. — Así que… hay varios machos interesados en ti. - trato de cambiar el tema. — ¿Debería cuidar de ti también aldea?
Candy abrió los ojos en sorpresa, había conseguido distraerla.
— Más bien estas acosándome y no son machos, son hombres. - corrigió. — No son como tú.
— Es lo mismo. - gruño. — El problema es que están interesados en ti.
— Es normal, estoy en edad de casarme, tal vez consiga un buen marido. - sonrió con superioridad y comenzó a caminar.
— No voy a permitir eso.
— ¿Por qué no? - se detuvo y pregunto molesta, ¿Quién se creía?
— No dejare que nadie más te tenga, Candy. - en sus ojos logro ver su determinación, había tratado de todas las formas posibles alejarse de él, pero el lobo no se rendía.
— ¿Sabías que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? - lo retó y lo único que consiguió fue otra de sus ardientes sonrisas.
Lo ignoro por completo y continúo caminando hacia la casa de la abuela, el chico lobo la seguía a todas partes.
Hacía tres semanas desde que lo vio por primera vez y fue un completo error, recordaba perfectamente el encuentro.
Un día a la semana se dedicaba a cortar manzanas de los árboles del bosque, nadie mejor que ella conocía el lugar y esa era la principal razón por la cual se dedicaba a hacer encargos en la aldea.
Ese día había terminado su labor mucho antes y decidió refrescar su cuerpo en un río, hacía mucho tiempo que no sentía la frescura del agua cristalina en su piel.
Dejo su ropa sobre una de las rocas y se introdujo al río para así relajar sus músculos por el arduo trabajo que aún no terminaba, debía llevar las manzanas a la aldea.
Estaba sumergida en su propia tranquilidad que no sintió el peligro cerca hasta que escucho un crujido. Abrió los ojos rápidamente y se encontró con una enorme criatura olisque sus prendas sobre la roca, un lobo. Su olor debió atraerlo.
Una de las reglas de la aldea era no permanecer mucho tiempo en un lugar fijo o el olor permanecería allí y atraería a un lobo, ¿Cómo había olvidado una regla tan importante?
Permaneció inmóvil, tal vez así no la notaria. Su corazón golpeaba su pecho violentamente, estaba asustada.
Retrocedió lentamente, podría subir a un árbol o esconderse en algún otro lugar, solo olvidaba un pequeño problema, estaba completamente desnuda. Aunque eso no debía impera un simple lobo. Continúo retrocediendo sin apartar la mirada, pero el lobo la notó en un segundo.
El pánico se apodero de su cuerpo en cuanto la criatura fijo su mirada en ella, estaba perdida, lo sabía.
Se giró rápidamente y trato de salir lo más pronto posible, aunque tratar de huir en agua era difícil.
El lobo comprendió lo que intentaba hacer y salto sobre algunas rocas para llegar al otro lado del río.
Candy estaba a punto de salir cuando la bestia se colocó frente a ella impidiendo el paso. Cubrió sus pechos sin pensarlo, el agua aun cubría parte de su cuerpo.
Sintió como su rostro palidecía, jamás había visto un lobo, no sabía que sería así de poderoso.
Su cabello era ondeado tenía el color del sol que brillaba con los rayos del sol y esos ojos verdes la hicieron paralizarse. Ninguna palabra salió de su boca, era una bestia majestuosa y a la vez aterradora, los relatos de los ancianos eran verdaderos.
Era enorme y sabía que, aunque intentara huir la atraparía, no tenía forma de escapar. Su respiración de volvió más rápida y comenzó a temblar, el lobo no dejaba de mirarla.
La forma del lobo se fue desfigurando poco a poco desapareciendo cada rastro de su forma lobina para convertirse en un humano, y uno muy apuesto.
También había escuchado esa parte. Los lobos podían tomar una forma humana en un parpadear, era algo que ningún humano lograba presenciar y ella lo había hecho.
El chico aún mantenía la postura de un lobo y se acercó un poco hacia Candy, obligándola a retroceder unos pasos a causa del miedo.
Había algo en ella o tal vez era simplemente ella. Sin importarle se introdujo en el río y se acercó a la chica, podía sentir el miedo, sabía que los humanos les temían.
Sus ojos azules, reflejaban el temor hacia él, Candy tan frágil y hermosa. Había visto a varias hembras de su manada en su forma humana, pero nunca había visto algo tan perfecta humana frente a sus ojos.
— Tu… Tu olor me vuelve loco. - había algo en él que lo enloquecía completamente. Se acercó a su cuerpo y olisqueo su cuello deleitándose con su aroma. Su corazón comenzó a latir como loco, ella, podía sentirlo en su interior. — Es delicioso, tu olor es delicioso. - lamió un poco su cuello para conocer mejor a la chica y no pudo detenerse, estaba enloqueciendo por esa humana.
Candy jamás había visto a un lobo, jamás había visto a un lobo transformarse en un humano y jamás había visto a un chico lobo atractivo y completamente desnudo, después de no podría casarse.
Ambos estaban desnudos y si alguien de la aldea la viera en esa situación sería expulsada y no quería eso, tampoco quería ser devorada por ese lobo.
Las lágrimas se juntaron en sus ojos marrones, esa bestia estaba saboreándola, iba a comerla. No quería morir, no quería.
— No… no me comas. - dijo en un hilo de voz víctima del miedo.
La miró rápidamente sintiendo pánico al mismo tiempo, eso era lo menos que quería hacer. Quería devorar su cuerpo, pero de otra manera.
— Jamás haría eso. - respondió apartándose un poco. — Es solo que… tu olor me está volviendo loco.
Candy no entendía nada, solo quería salir de ahí. El chico lobo llamado Terry pareció querer decir algo más, pero la rubia se apresuró a huir en la dirección opuesta, debía alejarse lo más rápido posible conseguir ayuda.
Sin importar su desnudez frente a otro hombre, salió y se apresuró a tomar su ropa, en el momento en el que se giró el chico ya estaba a su lado.
Alzó la vista rápidamente evitando ver cada parte del cuerpo del chico, no solo su rostro era atractivo, todo en él era irresistible
— Lo siento, no quería asustarte. - se disculpó. — Somos más rápidos que los humanos. - explicó. — Aunque trates de huir te encontrare, cuando un macho encuentra a su hembra no la deja ir...
— ¿Me harás daño? - pregunto temerosa Candy.
Su voz, su olor, sus ojos, todo en ella era perfecto.
— Haré de todo contigo, menos eso. - eso no la ayudaba a tranquilizarse. El chico rasco su nuca nerviosamente. — No puedo creer que mi pareja sea una humana
— ¿pareja? - tartamudeo nerviosa.
— Si, he decido que voy a serte mi pareja. Esto me pone las cosas más fáciles, no tendré que pelear contra ningún macho por ti, solo humanos, eso significa que se ganador. Eres mía ahora.
Por alguna razón, Candy se sintió molesta, tal vez pensaba que era su comida, pero ella no iba a soportar que nadie la tratara como un pedazo de carne
Continuará
….
Notitas mías:
¡Hola! ¿Cómo están?
Espero que Bien, espero que me acompañen en este cuento, en realidad me baso al cuento de la caperucita roja, pero no la caperucita que nosotros conocemos sino a la leyenda real….
No se pierdan el siguiente capítulo…
