Heero se desvaneció y Relena lo contuvo entre sus brazos evitando que cayera.

- Aún puede vivir, ¡llévenla con un médico! - ordenó Une para salvar a Mariemaia

Relena acarició el cabello de Heero diciendo que ya todo había terminado. Lo estrechó contra ella para darle calor y repentinamente sintió húmeda la mano con la que sostenía su cuerpo, vio sangre salir por una profunda herida en el costado del tórax de él.

Heero sentía un fuerte dolor interno que no lo dejaba respirar, aún así sentía comodidad arropado entre esos brazos. Jamás se había sentido así de consolado, contenido y aliviado luego de batallar. Ahora podía entregarse a la muerte.

Entreabrió levemente la mirada, pudo ver unos hermosos ojos claros que lo observaban de cerca. Tembloroso levantó su brazo hacia el rostro de la joven y la acarició.

Relena sintió la fría mano de Heero rozar su mejilla.

- Relena...yo...

-No digas nada, la ambulancia ya está llegando.

- Perdó...name - dijo desvaneciéndose nuevamente en el regazo de Relena

- ¡Heero! ... por favor ayúdenme - gritó ella - ¡Heero! ¡Heero!

El piloto sintió los gritos de ella perdiéndose como ecos en la lejanía. Grabó el suave perfume de Relena en su memoria y se entregó al intenso dolor, agradecido de haber visto su rostro por última vez.

Hospital de Bruselas.

Relena estaba sentada afuera de la habitación del hospital, la caída del Wing zero fue hace varias horas y Heero seguía inconsciente. Desastrada, con su traje lleno de polvo, esperaba pacientemente el informe del médico. Irónicamente sabía que esperar eso era iluso porque conocía el vigor de Heero Yuy, aunque por primera vez lo observó directamente al borde de la muerte y eso la asustaba.

-Srta Relena - llamó Quatre - me alegro de verla bien.

Luego de la pelea, el grupo de ex pilotos gundam se enteraron de lo sucedido luego de la explosión. Heero había escapado con vida desde el gundam y con sus últimas fuerzas se adentró en la base destruída para matar a los responsables de la batalla. Cuando arribaron a la zona del impacto, vieron la destrucción total temiendo que los implicados no hubiesen sobrevivido, pero Une les informó que Marimaia Barton había caído por un disparo por defender a Relena y que otro soldado había matado a Dekim.

- Quatre, tambíen me alegro de que estés a salvo.

-¿Acaso espera el informe de Heero?

- Sí y también el de Mariemaia.

- Ya veo ¿me permite acompañarla? - preguntó Quatre.

La Viceministra asintió.

- Así que es la señorita - dijo la voz de Dúo acercándose e interrumpiendo la conversación - mira nada más cómo estás...eres igual de indestructible que mi compañero.

Hizo referencia al estado de Relena la cual estaba a mal traer luego del impacto, aunque su distinción estaba intacta.

- ¡Duo! - exclamó Quatre - esa no son formas de...

- Vamos, tenemos confianza, nos conocemos hace bastante tiempo - aclaró Dúo.

Relena esbozó una leve sonrisa de amabilidad. No le importaba lo que dijeran en ese momento, lo único que deseaba era poder ver a Heero.

Lady Une se acercó por el pasillo, tampoco se había movido de la urgencia del hospital. Trajo un café ya que el frío del invierno era intenso.

- Afuera no deja de nevar - comentó ella viendo la ventana - viceministra Relena, mejor vaya a descansar para reponerse...fue una ardua situación la que...

- No, me quedaré aqui - dijo firme - ya solicité a mi asistente que me trajera ropa limpia.

- Entonces, al menos tomé esto - agregó Quatre.

Quatre ofreció la chaqueta de Heero a Relena.

- La encontré entre la destrucción - explicó él amablemente.

Ella se la puso para abrigarse y sintió su aroma. Esa fragancia característica que retuvo desde aquella noche que bailó con él, una que guardó en su memoria cuando se despidieron en Peacemilion y que volvió a respirar al sostenerlo en sus brazos hace horas.

"Que me pasa" - pensó con ojos brillosos - "parezco una adolescente embobada"

- ¿Entonces... no hay novedades? - preguntó Dúo

- Nada aún - respondió Relena - sólo sabemos que sus heridas son de gravedad y que sigue inconsciente.

- Ni modo, explotó su gundam...ese Heero, siempre al límite.

Relena miró el café que calentaba sus manos. Le agradaba que Dúo bajara el clima de tensión con sus comentarios sarcásticos.

El médico a cargo se acercó para entregar su informe de la madrugada. Mariemaia sería sometida a una intervención a la columna mientras que Heero seguía con sus signos vitales muy bajos.

- Señorita Relena - dijo Quatre - mantenga las esperanzas, sabemos que él es muy fuerte. Es un piloto excepcional.

- Lo sé...solo que por primera vez, mi temor es que deje de luchar.

Heero controló sus signos vitales, abrió los ojos preguntándose si había sido capturado. Varias imágenes vinieron a su mente: la caída del gundam al mar, su decisión apuntar hacia la base blindada, la explosión del zero. Un temor conocido se apoderó de él, Recordó que al hacer contacto con el enemigo la vio en la pantalla con sus largos cabellos, expresivos ojos y lo nombró como siempre le gustaba.

La imagen de la explosión de la base volvió a su cabeza y asustado solo pensó en ella.

- Relena...

Esperaba que ella estuviese ilesa al impacto. Por alguna extraña razón se sentía aliviado de seguir con vida controlando sus signos vitales, pero no resistió más y se entregó al sedante que surtía efecto en él.

Abrió los ojos lentamente, vio la luz del sol entrar por las cortinas de la ventana y unos cabellos dorados que se movían con la brisa. Allí estaba ella con su uniforme del instituto Saint Gabriel, tal como la había visto el día en que lo invitó a su cumpleaños. Relena le dirigió una mirada celestial de cariño, eso aceleró su corazón.

Heero volvió a despertar. Sus signos vitales se normalizaron, escuchó como el pitido de la máquina marcaba su pulso. Tenía puesto una mascarilla, pero eso lo estaba ahogando y bruscamente se la sacó para dar una bocanada de aire real.

Vio como una enfermera entraba a su habitación a controlarlo. Se sorprendió de verlo despierto intentando moverse de la cama.

- No debes quitarte esto - dijo poniéndole la mascarilla de nuevo.

Heero solo la observaba mientras reconocía el lugar. Algo le decía que luego de la caída del wing Zero sus compañeros lo habían llevado hasta ahí. Tenía su pecho vendado por completo y tu tronco dolía demasiado... Todo lo situaba en la sala de urgencias de un hospital.

Trató de incorporarse, pero una punzada en su costado le impidió hacerlo.

- ¡Debes estar quieto si no esta herida se abrirá!- exclamó la enfermera - Ya me advirtieron que intentarías moverte...eres bastante arrebatado como advirtió tu esposa

-¿ Mi...?

- Claro, ha estado afuera esperándote toda la noche. También tu familia - aclaró ella afable, arreglando las vías conectadas al brazo de él.

Heero pensó que quizás se habían confundido. Observó la ventana y dedujo que aproximadamente estaría en un piso trece. Podría escapar por ahí si se lo proponía o bien esperar la distracción de la enfermera para simplemente irse por la puerta.

La enfermera salió por la puerta para encontrarse con el grupo, encontró a la señorita acompañada de personas. Ella había pedido exclusivamente que se le informara directamente el estado del paciente, sobrepasando los protocolos habituales, pero dado que estaba rodeada tuvo que esperar que se quedara sola.

Vio que la joven se apartó de ellos cuando le entregaron un pequeño bolso en sus manos. Cuando vio que se iba hacia el servicio de mujeres se acercó a ella disimuladamente caminando a su lado.

- "Ha despertado" - susurró la enfermera y se apartó de ella.

Relena esbozó una pequeña sonrisa de alivio. Cambió su ropa por su traje preferido de invierno, se abrigó con una bufanda y soltó sus cabellos dejándolos libre de su moño. Sumó a su vestimenta la chaqueta de Heero por sobre su vestido, si bien no le combinaba, prefería usarla para sentirlo cerca.

Salió hacia la habitación divisando que el médico se acercaba al grupo de pilotos, al cual se había sumado Trowa Barton.

- ¿Familiar del paciente Yuy? - preguntó el doctor.

- Si, aquí estoy - dijo Relena pasando entre los pilotos.

- Pero si usted es... - dudó al verla.

- Si soy yo, Relena Darlian - aclaró ella .

- ¡No sabía que era...! .- dijo sorprendido tratando de guardar la compostura - En fin... el joven se ha despertado. Al ser usted su esposa puede pasar a verlo.

- Muchas gracias - agregó ella siguiéndolo.

- ¿Acaso escuche bien? ¿esposa? - susurró Dúo al verla entrar a la zona de urgencias.

Quatre soltó una leve risita intuyendo lo que ella había hecho, sin duda Relena era bastante astuta y al momento de ingresar a Heero en el hospital se las ingenió para ser la primera en saber de su condición.

- El lugar que ella le da en su vida, puede ser una oportunidad - comentó Trowa - La pregunta es si él bajará sus defensas para aceptar lo que merece.

Relena entró silente a la habitación, temerosa se acercó a la cama tratando de no despertarlo. Tuvo el impulso de tomar su mano que descansaba sobre la frazada, cuando iba a hacerlo vio que él abrió los ojos y ella la escondió arrepintiéndose de su acto.

- ¡Heero!

- Relena...

- Perdóname, no buscaba despertarte, yo solo quería...

Heero evitó a la joven al sentir una leve vergüenza al verse débil frente a ella. Serio, desvió su vista hacia el otro extremo de la habitación.

Una enfermera los interrumpió entrando al lugar

- Disculpe, el joven deberá quedarse por al menos unos días, al ser familiar directo ¿puede llenar esta ficha?

- Claro, no hay problema - dijo Amablemente Relena tomando el lápiz comenzando a escribir.

Heero se sorprendió ante la declaración, observó a Relena llenar la planilla para devolverla a la enfermera que salió del lugar. Al ver que nuevamente estaban solos preguntó.

- ¿Por que hiciste eso?

Ella sonrió cálidamente hacia él.

- ¿Acaso no puedo? - contra preguntó ella.

- Yo no merezco tal ... - dijo tratando de levantarse, pero el dolor lo botó contra la almohada.

- ¡Heero no te levantes! - exclamó preocupada acercándose.

Avergonzado por la ayuda, vio como ella se acercaba acomodando su almohada. Heero tuvo un leve sonrojo que duró nanosegundos en su rostro.

- ¿Mejor? - preguntó Relena.

El no respondió.

- ¿Decías...? - continuó curiosa.

El se dio cuenta de que Relena estaba usando su chaqueta azul y no siguió insistiendo cambiando el tema.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado? - preguntó Heero.

- Casi nueve horas - respondió viendo el amanecer - Todo acabó Heero, quizás no de la mejor forma. Podemos regresar a nuestras vidas para vivir el mundo de paz que tanto idealizamos. Ya no hay razones para seguir peleando.

Heero dudó si podría encontrar encontrar paz en su vida, si finalmente era un soldado que fue entrenado para la guerra. De todas maneras tenía fe en adaptarse a los nuevos tiempos.

- ¿Los demás...?

- Todos están vivos, Heero. Los demás esperan afuera para saber de tu estado. Están preocupados por ti.

- Pero, yo maté a Mariemaia...

- No Heero, está en este mismo hospital luchando por su vida.

Heero quedó pensativo y confundido ante tal información. Finalmente había cerrado el ciclo de matanzas sin sentido y esa niña era el símbolo del fin de una era. Todos las escenas que vio arriba de su suit, las visiones, sentimientos, fueron provocados por los delirios al no estar en sus cabales.

- Finalmente tu arma no tenía balas.

Heero tuvo un flashback del momento, recordó que hubo un momento dónde vio el rostro de Relena muy cerca de él. Ella continuó la descripción de la madrugada.

- Te desplomaste en mis brazos cuando intentaste jalar el gatillo.

Se acomodó cerrando los ojos sintiéndose absurdamente aliviado de no haber matado aún a su última víctima. Un largo silencio cruzó entre ambos.

- No deberías estar aquí - agregó él.

- Heero, cuando lo entenderás.

- No deberías preocuparte así por mi.

- Quiero hacerlo... tan solo déjame hacerlo.

Relena se acercó y se sentó en la orilla de la cama. Lo observó con ternura acariciando su mejilla, se acercó a él acortando la distancia de sus rostros pero en ese momento...

Abrieron la puerta de la habitación. La misma enfermera volvía a traer documentos asociados a la internación del paciente. Relena quedó avergonzada por la situación incómoda de que los habían sorprendido, por suerte para ellos la mujer no se dio cuenta de lo que había interrumpido.

- Le pido disculpas, tengo que solicitar esta hoja, específicamente se deben llenar los datos de contacto.

- Descuide - Respondió llenando el detalle.

- Luego vendré por ella - acotó la enfermera.

Mientras llenaba la ficha, el grupo de pilotos se sumó a la habitación. Duo, Quatre y Trowa entraron a saludar.

- Vaya , vaya así que quedaste bastante mal, Heero - bromeó Dúo.

- Me sorprende que sigas aquí, creí que podrías haberte ido - comentó Trowa

- Por favor no des ideas - rogó Quatre - Él debe curar sus heridas, son muy delicadas.

- Así es - afirmó Relena - Heero, promete que no te irás de este lugar. Sé que en el pasado lo has hecho toda a tu manera, pero no pierdo la esperanza que por esta vez me hagas caso.

Heero asintió ante el rostro de sorpresa de la joven .En el pasado se había ido teniendo la excusa de las batallas, el enemigo y los gundams. Hoy no tenía planes más allá de su recuperación y volver a su colonia.


Pasaron varios días dónde Heero se mantuvo en el hospital, Relena todos los días se acercaba preocupada de su estado y confabulada con el personal médico solicitó que la mantuvieran al tanto de toda la situación.

Ella acomodó un pequeño jarrón con flores blancas, las situó junto a la ventana para animarlo e ir cambiándose el agua diariamente. También le hacía compañía, él más acostumbrado a las atenciones, escuchaba los breves relatos que ella leía para distraerlo.

Pero su actitud ante la interrogante, e incluso ante la respuesta negativa,

es típica de todo su modo de pensar.

Aunque no sea posible la realización del Estado universal pacifico...

Heero, extrañado por todo el tiempo que le dedicaba, interrumpió su lectura.

- ¿Relena?...

- ¿Qué sucede?

- ¿Por qué sigues aquí?, ya mañana me iré de este lugar.

- Si bien tu cuerpo sana rápidamente, las heridas de tu torso aún son muy profundas por lo que necesitas cuidado y reposo absoluto. Debo admitir que estoy gratamente sorprendida de que aún estés aquí.

- Eso no responde mi pregunta.

- Es cierto.

- Tienes cosas más importantes de que preocuparte en este momento, tu deber es otro. No deberías venir aquí - insistió Heero.

Ella cerró su pequeño libro.

- La verdad es que me he tomado un par de días de descanso, Heero. Por favor, no digas que no mereces tales deferencias porque ya he aclarado que mi deseo es acompañarte. Lo he repetido muchas veces, puedo repetirlo mil veces más si es necesario.

Heero reconoció ese tono estricto que solo se escuchaba cuando quería zanjar un asunto importante, por lo que no siguió indagando al respecto. Pensó que finalmente al día siguiente saldría de ese lugar y seguramente su destino sería el espacio. Tuvo un breve sentimiento de tristeza al saber que se alejaría de Relena.

A la mañana siguiente, cuando había despertado, vio que ella había arribado muy temprano al hospital .

- Ya está aquí - advirtió la enfermera quitando los cables del suero y tomando las últimas anotaciones.

Una Relena radiante entró en la habitación para ayudarlo a desplazarse. Cuando llegó el momento en que debía vestirse, lo asistió en ponerse la ropa ligera superior sentado en la cama. El se dio cuenta que había llegado el momento que debía alcanzar los pantalones para poder liberarse de la manta.

- Toma - entregó ella un poco avergonzada - me giraré mientras te los colocas.

Ella volteó y lentamente Heero comenzó a acomodarse en ellos. De imprevisto gimió cuando tiró al intentar subirlos.

- ¿Estás bien? - preguntó mirando de reojo preocupada.

- Si - afirmó con un quejido.

Agotado por ese mínimo esfuerzo escaneó su cuerpo dañado. Había subestimado el impacto de la explosión en su complexión, no se veía tan dañado externamente pero su brazo derecho estaba disminuido casi al cien por ciento acompañado de un dolor muy intenso. A eso se le sumaba una herida profunda en el costado izquierdo.

- Finalmente ¿Decidió dónde hará el reposo? - preguntó la enfermera que entraba a despedirlos.

- Si, ya lo he decidido - dijo Relena.

Heero lanzó una mirada desafiante a Relena, advirtiendo que ella tenía información que él no manejaba. Lentamente salieron caminando por los pasillos, llegando al exterior donde esperaba su limusina junto a su chofer de siempre, Pagan.

- ¿Dónde vamos? - preguntó apoyado en ella.

- Te lo explicaré en el camino - contestó risueña.

Débil, se subió al vehículo aliviado de apoyarse en los asientos, Relena entró por la otra puerta sentándose a su lado. Heero, silente miraba el paisaje de árboles secos debido a la fuerte nevazón vivida las últimas semanas, estaban en pleno invierno por lo que los parajes estaban escarchados. Reconoció el camino que estaban tomando.

- ¿Reino de sanc? no podías ser más obvia, Relena - dijo en su tono habitual.

- Creo que es el mejor lugar para cuidarte.

- ¿Cuidarme?

- Así es, he tomado unas vacaciones . Por favor no digas que no mere...

- Haz lo que te plazca, ya en este estado poco puedo hacer - respondió ofuscado.

Relena sonrió ante la reacción de Heero. En el fondo tenía la sensación que lo había comprendido, ella quería cuidarlo y él debería dejarse atender por el tiempo necesario.


El palacio del reino Sanc fue reconstruido desde el último conflicto. El lugar lucía radiante para recibir a la joven pareja que se acomodó en una zona privada del palacio. Heero estaba en una habitación, descansando y mirando desde la ventana. desde allí observaba a Relena que paseaba por los jardines, recordó que una vez, cerca de esa misma banca en que ella se apoyaba, estuvo a punto de confesarle todo.

En esos tiempos había llegado al reino de Sanc obligado, pero con el instinto de protegerla, con admiración y sentimientos profundos hacia ella. Si bien ambos habían tenido acercamientos en el transcurso de la guerra, la única vez en que estuvieron realmente unidos fue cuando la besó al escapar de una colonia tiempo atrás antes de los acontecimientos recientes. Heero se preguntó si había llegado el momento de que hablaran formalmente de lo que ocurría entre ellos.

Con el pasar de algunos días, lentamente, el herido comenzó a moverse con más fluidez a través de los pasillos. Un día sintió hambre, no quiso molestar a Relena que estaba absorta en un libro en su rincón lector y fue hacia la pequeña cocina tomando una manzana. Al levantar el cuchillo, sintió un gran dolor en su brazo izquierdo y terminó soltando el instrumento gimiendo.

- ¡Heero! - exclamó Relena acercándose.

Lo llevó hacia el alféizar de la ventana para sentarlo. Ella, ligeramente molesta, se ubicó a su lado y tomó el utensilio filoso comenzando a pelar la manzana.

- Parece que aún no entiendes lo de reposo absoluto - dijo con el cuchillo en la mano.

- No estoy inválido - respondió fastidiado.

- El que puedas moverte, no significa que necesariamente tengas que hacerlo. Por favor date cuenta que a tu brazo le falta tiempo de recuperación...Ten - agregó ella entregando la manzana sin cáscara

- Relena - la llamó Heero al recibir la fruta.

- ¿Si?

El guardó silencio por unos minutos, viendo a través del vidrio como los copos de nieve comenzaban a caer sobre los techos.

- Creo que prenderé la chimenea - sumó la joven levantándose al percatarse que la noche fría caía rápidamente.

Heero vio como Relena avivaba el fuego. Ella se veía hermosa con la lumbre reflejada en sus ojos, su bello cabello libre cayendo sobre sus hombros y esa camisa blanca que la hacía lucir muy relajada.

- Lamento no poder ayudarte - dijo Heero cautivado por su atractivo.

Ella se sentó en la alfombra recibiendo el calor de las llamas.

- Heero, ven.

Hipnotizado por su dulce voz, se acercó sentándose a su lado observando las flamas.

- Algo querías decirme la cocina ¿qué era? - preguntó curiosa.

Un silencio cruzó el ambiente escuchando solo el sonido del fuego y sus ramas quemándose.

- Era... sobre nosotros - comentó él.

- Entiendo - sonrió ella mirándolo con esperanza.

Silentes se quedaron nuevamente mirando las llamas esperando a atreverse a romper el hielo.

- Han pasado tantas cosas - comenzó él - que no hemos podido ser honestos.

-Yo esperaba que mi actuar hablara por sí mismo. Admito que puede ser tímido para alguien como yo, Relena Peacecraft.

Heero la miró de reojo pensando en que si ella se consideraba así, entonces él definitivamente era un cobarde.

- Relena... contigo me he reencontrado con la vida. He vuelto a creer que a pesar de ser un hombre hecho para la guerra tengo la posibilidad de vivir mis emociones como un ser humano.

Relena se acercó a él. Sorpresivamente se apoyó acurrucándose en su hombro ileso.

- Por favor, continúa - dijo ella disfrutando del calor de la chimenea y de la confesión de Heero.

- Ahora que todo ha terminado, la paz nos une por sobre los conflictos...

Él levantó el mentón de Relena con su mano y acarició su mejilla con los dedos.

-Pero también nos une...esto.

Heero acercó su rostro al de Relena y la besó apasionadamente por largos segundos. Disfrutó de sus suaves labios, a los cuales trató dulcemente con los suyos. Cada roce hacía despertar en su cuerpo un brío único que lo impulsaba a ella más y más. Se separaron mirándose a sus ojos brillantes llenos de deseo.

- Heero - susurró ella.

Volvieron a besarse. Cada caricia, roce y sonrisa fue un regocijo absoluto. Al pasar unos minutos, un escalofrío recorrió el cuerpo de Relena. Ella tomó una frazada cercana para que ambos se arroparan ya que la temperatura comenzó a descender rápidamente. Juntos disfrutaron del calor de la chimenea abrazados hasta entrada la noche, cuando decidieron que ya era hora de ir a sus cuartos.

- Heero, esta noche ¿puedo dormir junto a ti? - preguntó inocentemente Relena.

El la miró de reojo. Que ella durmiera a su lado sería demasiado tentador, más aún sabiendo que él no podía dar todo de sí dado sus heridas. Se sorprendió al observarse pensando en ese asunto, asumiendo anticipadamente que la situación los llevaría más allá. Finalmente asintió sobre la idea.

- Relena...

- Me gusta cuando dices mi nombre - confesó ella arrimándose a él.

- Y a mi cuando dices el mío, aunque no sea mi verdadero nombre.

-¿Cual es tu verdadero nombre? - preguntó curiosa viendo su rostro

- Aún estoy investigando eso - dijo Heero - por cierto...

- ¿Mmm?

- Cuando disparé desde mi gundam en Bruselas, desvié el tiro...conscientemente.

Ella, extrañada por esa repentina confesión, se sintió complacida al saber que estuvo entre sus pensamientos aunque fuese en los momentos más extremos. Siempre tenía la sensación de que se tenían presentes a la distancia y esa frase lo confirmaba.

Relena se levantó para ir a la cama, también lo ayudó a ponerse de pie.

- No sabes... lo denigrante que es esto - dijo él con esfuerzo.

- Por suerte, solo yo soy testigo - respondió con una dulce sonrisa.

Heero y Relena pasaron la noche durmiendo abrazados, agradecidos de todo el tiempo que tendrían para estar juntos y aislados del resto del mundo.

CONTINUARÁ

He decidido continuar esta historia a pedido de la gente :D se viene cap 2.