"Hijo mío, el día de tu nacimiento, desde los dioses en lo alto hasta los demonios en lo bajo, incluso las más antiguas entidades murmuraron tu nombre"
La vida era normal en la aldea de la Hoja, o tan normal como fuera posible para un lugar como lo era en medio de las naciones elementales, habían pasado 9 años desde un cataclismo que había cambiado la aldea, para bien o para mal, ese día se celebraba la derrota de una de las bestias más grandes que el mundo tenía.
El Zorro de las Nueve Colas, el Kitsune Demoníaco, el Sultán de las Bestias, el Kyuubi, y más eran nombres que poseía aquella tiránica criatura que pereció hace tanto, a las manos del legendario Cuarto Hokage.
Desde aquel 10 de Octubre, la aldea había sufrido muchas cosas, entre ellas, una industrialización enorme producto de la muerte del tercer Hokage que había tomado el manto después de la partida pronta del Yondaime.
Konoha había avanzado en muchos aspectos, militar, tecnológica y económicamente, gracias al mandato total del Godaime Hokage, Shimura Danzo, sin embargo, una cosa que permaneció igual antes y después de la muerte de Hiruzen Sarutobi, fueron las secuelas de lo que había hecho el ataque del Bijuu más poderoso.
—¡Maldito mocoso demonio, deja que te ponga las manos encima y te cortaré los dedos!
Con un trozo de pan en la boca y una bolsa llena de comida sobre el hombro, corriendo a una velocidad envidiable para un Shinobi novato, un pelirrojo se encontraba escapando de un grupo de personas, en particular, se miraban como una buena cantidad de mercantes con armas punzo-cortantes.
El pequeño se miraba bastante salvaje para un niño de apenas nueve años, descalzo, con un sorteo negro rasgado y lleno de tierra, y una camisa blanca igual de sucia, tres marcas afiladas a cada lado de la mejilla, ojos azules, y un cabello rojizo salvaje.
Brincando contra un poste, el pelirrojo se levantó contra un edificio pequeño y empezó a correr por los techos de la aldea, escapando finalmente de los que le seguían mientras terminaba de comer el pan que llevaba en la boca.
Unos momentos más tardes se podía ver al pequeño pelirrojo masticando cosas que sacaba de la bolsa que tenía encima, comiendo lento pero constante, mientras no parecía ver nada en lo absoluto, solo manteniendo su mirada fija en el horizonte sentado en el edificio más alto de la aldea.
Su nombre era Naruto, el Jinchuriki del zorro de las nueve colas, su portador, su jaula, o como el pelirrojo lo llamaría el cerdo de guinea de la aldea. El Ojiazul probablemente no había tenido la mejor vida, nadie que fuera un portador de una bestia de ese nivel jamás lo era, pero había algo diferente en el caso de Naruto.
No recordaba ni una sola instancia en su vida en la que el supuesto "Rey de los Bijuus" le hubiera ayudado en lo más mínimo, su cuerpo lleno de cicatrices era una señal obvia de ello, por lo que se le había dicho, el día de su nacimiento fue expuesto al Chakra nocivo de la bestia antes de volverse su Jinchuriki, lo cual había dañado permanente su red de tenketsus y en general hacían imposible para él usar algún atisbo de Chakra en su vida.
Los doctores dieron que era una especie de aflicción, un síndrome que podía pasar a aquellos que eran expuestos de manera desnuda al chakra de la bestia sin ser sus Jinchurikis, habían 89.67% de porcentajes en que el Chakra Bijuu dejará secuelas negativas en el cuerpo y mente del usuario, como alexitimia, cambios agresivos en el comportamiento, infertilidad, síntomas de envenenamiento los primeros años, atrofiamiento de los tenketsu, entre otras muchas cosas.
El 11.33% era la posibilidad de que el Chakra terminará proveyendo rasgos positivos en el cuerpo humano, algo que era una hipótesis de lo que Ginkaku y Jinkaku de Kumogakure hace años habían desarrollado.
Naruto era del primer caso.
Había una clara muestra de violencia contra el carcelero de la bestia cuando este no tenía ni siquiera Chakra para defenderse, los recuerdos más lejanos del pelirrojo eran de haber vivido un par de años en el compuesta de clanes bajo el manto de Hiruzen Sarutobi hasta que un par de años después el tercer Hokage había muerto misteriosamente.
Si por misteriosamente se refería al hijo de puta de Danzo Shimura.
El pelirrojo no pensaba mucho acerca de cómo era su vida, de porque había sido puesto en esa situación, a sus ojos era simplemente que había nacido con la mala suerte de que el cuarto Hokage le eligiera para ser sacrificado, y hasta allí, su único objetivo era sobrevivir, así de simple era su deseo.
Nada de venganza, nada de planear alguna estratagema complicada para matar al ahora Quinto Hokage, o alguna forma de escapar.
Su único objetivo era sobrevivir, no planeaba vivir mucho ni le importaba hacerlo, pero por lo menos quería ver si algo bueno pasaba mientras vivía y en los años que habían pasado la mayoría de esas cosas resultaban irse efímeramente.
Se sacudió las manos cuando finalmente vacío el contenido de la bolsa en su estómago—Bueno, esa fue la mejor comida que va a haber en las siguientes semanas, debería evitar quemar la energía— declaró estirándose un poco antes de empezar a saltar de techo en techo hacia abajo, buscando un lugar oculto donde poder dormir.
Comer y dormir.
Eso era lo que solía hacer.
Le gustaba dormir y comer, más que correr y taparse de los golpes, más que ser insultado, no soñaba nada nunca, pero no solía poder dormir mucho sin estar alarmado, tenía que cambiar el lugar donde dormía lo más posible, o sino sería encontrado.
Naruto sonrió levemente mientras estiraba la espalda sobre la arena en un lugar de la aldea alejado de las casas, llenándose el cuerpo de arena y sacudiéndose sobre ella como un gato, mientras cerraba los ojos, queriendo descansar.
—Dentro de poco tu objetivo llegará, criajo.
Los ojos de Naruto se abrieron de repente cuando escucho como una voz que no sonaba para nada natural resonó en sus oídos, era una que hizo temblar todo su ser mismo, daba escalofríos por lo inhumana que era.
Miro a unafigura oscura cubierta por ropa impropia de esa aldea estaba junto a él, inusitadamente cerca, ni siquiera lo había notado, cubierto de la cabeza a los pies por una capa oscura—¿Quién… quien eres tu?— cuestionó tragando levemente por la sensación tan ominosa, para seguidamente ver como dos puntos rojos brillaban debajo del manto.
—Puedes llamarme tu destino, la única cosa que vas a conocer.
Naruto brinco cuando vio como la persona se deshacía en una mancha de color negro, y asustado, se cubrió las manos con la cara para defenderse.
Y luego… nada paso.
Naruto abrió los ojos cuando nada paso, respirando levemente agitado, trago con fuerza al notar como no había nada, antes golpear sus mejillas para espabilarse—Estar al sol me debe de estar dejando más tonto que de costumbre— murmuro antes de levantarse y empezar a caminar por el largo tramo de terreno árido en donde estaba, por lo que se dejaba saber a las personas, era un lugar donde una de las Bijuudamas del Kyuubi había explotado, y el terreno dejaba todo lo que tocaba completamente estéril.
Naruto no tenía problemas en vivir de esa manera, en particular, no pensaba particularmente en nada.
Se dio cuenta de eso temprano en la vida. Todos parecían hablar en un código que simplemente no podía entender. Como si hubiera matices o algo que simplemente no podía entender.
La gente no tenía sentido para él.
Observaba mucho a la gente para ver si podía encontrar un patrón y, aunque a veces pensaba que lo hacía, nunca fue tan coherente como le gustaría que fuera. La gente lo odiaba, lo despreciaba y les gustaba verlo sufrir, simplemente no entendía el motivo.
Y con eso conllevó el problema que no sabía cómo afrontarlo, Hiruzen Sarutobi le había dicho que sonriera y simplemente ignorará a ese tipo de personas que no podían ver más allá de rencor sin motivo, tres semanas antes de desaparecer de su vida.
No entendía al mundo, por lo que mantuvo su sonrisa, sin saber porque el odio, sin saber porque el sufrimiento, realmente no podía sentir nada que le hiciera sonreír, era un motivo simplemente de mover hacia arriba los músculos de su boca, nada más.
Solo era un niño sin chakra y sin comprensión del mundo, por lo que solo buscaba vivir sin ninguna razón real.
Fue a lo más lejos de los bosques que habían en la aldea, bostezando mientras se acostaba sobre una rama particularmente grande,
Dormía mucho pero realmente casi nunca soñaba.
Dormir y comer
Esas eran sus cosas favoritas que hacer, cuando comía no había dolor -la mayoría del tiempo- y cuando dormía nadie le hacía daño -a menos que soñara-
Mantenía la sonrisa en su cara, casi como un reflejo, sus párpados relajándose mientras el resto de su cuerpo lentamente caía dormido.
La sonrisa empezaba a decaer.
Su cara se arrugaba en una expresión de dolor mientras sus manos lentamente subían, sosteniendo su cara mientras su sonrisa había cambiado a una mueca casi... asustado.
Oscuro.
Oscuro.
Todo estaba oscuro.
No podía ver.
No podía escuchar.
No podía sentir.
En aquella oscuridad, el pequeño pelirrojo abrazaba sus rodillas asustado mientras temblaba suavemente, no pudiendo ver nada mientras su expresión se había vuelto demacrada—Naruto Namikaze Uzumaki, te comando para que te presentes y te arrodilles ante mi.
El pequeño pelirrojo se tapo los oídos al escuchar una voz mezclada con miles de voces más al unísono, y alzo la mirada.
Allí estaba de nuevo aquella persona cubierta de pies a cabeza en prendas negras, solo que está vez Naruto podía ver como su tamaño había aumentado mucho más, siendo un gigante enfrente suyo, con lo que parecían ser dos guadañas en su espalda.
Se quedó congelado tanto tiempo que fue movido cuando una enorme cantidad de espadas cayeron alrededor de su cuerpo, cortando en diferentes partes lo suficientemente profundo como para que se sacudiera por la rapidez en la que fue atacado.
—¿Qué?... ¿Quién...?— murmuró sin poder siquiera terminar sus oraciones, sintió como la saliva se le iba de la boca al ver a la entidad enfrente suyo.
—Ya he hablado, mortal— declaró el ser de ojos rojos mientras Naruto se sujetaba un brazo y caía al suelo producto de dos cortes dados contra la parte trasera de sus rodillas.
No reconocía nada en él, incluso aunque podía verlo perfectamente en el lugar oscuro en el que estaban, era como si no pudiera verlo en lo más mínimo.
—Con mi honor como el dios destripador, Jashin. Es mi deber encomendarte tu propósito, niño oscuro.
El Ojiazul se quedó anonadado al escuchar esas palabras, sin embargo, había algunas cosas que su mente pudo comprender ante lo que escuchaba.
La palabra Jashin la había escuchado de personas extrañas en los barrios más bajos de la aldea, personas que hacían rituales que se consideraban profanos, Naruto no sabía que era exactamente un Jashin, pero por lo que la entidad enfrente suyo se refería, era alguna clase de dios
La segunda cosa que su mente comprendió de eso fue como le había llamado—¿A qué te... A qué se refiere?— pregunto con cuidado el pelirrojo, sus modales eran cercanos a no existentes, pero comprendió que si no mostraba respeto sería atacado de nuevo.
—A través de incontables mundos has sido llamado como el niño de la profecía, de incontables formas y ahora es tu deber hacerlo una vez más en esta vida, tu verdadero propósito es el expandir la oscuridad por este mundo.
El Ojiazul abrió los ojos, abriendo la boca para hablar anonadado—¿Oscuridad?
—El día de tu nacimiento tú fuiste marcado por los Shinigami gracias a tu padre, el día en que fuiste encomendado tu providencia real, y en el mismo día que el verdadero niño de la profecía nació, tu hermano.
—¿Yo...tengo un hermano? ¿Mi padre hizo...? No entiendo de que hablas— hablo el pelirrojo confundido más que nunca en su vida, la noción de que tenía… familia era algo que nunca entró en su mente, incapaz de comprender de lo que…
Su mente de repente conectó un pequeño hilo de pensamiento.
Danzo se había encargado de exponer el hecho de que el cuarto Hokage había sido capaz de encerrar al Bijuu más poderoso dentro de un niño, Naruto lo sabía porque él era ese niño, pero otra cosa diferente de eso era el hecho de que ni siquiera sabía el nombre de dicho hombre.
—Minato Namikaze es el nombre que tiene tu progenitor, naciste como el hermano del niño de la profecía, aquel que será el faro de la esperanza y destruiría la oscuridad de este mundo, un rol que en muchas otras realidades ha sido tuyo— la cara de Naruto cambio a una de incredulidad cuando comprendió las palabras de Jashin—. En esta, serás el sacrificio, la bestia de la oscuridad sin fin que espera para ser purificada por la luz. Cuando el unifique las naciones y a las 9 bestias de este mundo, te liberará de tu sufrimiento. Así ha sido ordenado y así va a ser— el pelirrojo dio un paso hacia atrás al comprender eso—En miles de mundos y realidades que existen, este es tu propósito, este es tu destino.
—Lo haces sonar como si fuera el salvador de cualquier cosa— dijo el Ojiazul mientras se sacudía levemente—. ¡Eso es ser un cordero al sacrificio que solo vive para ser asesinado! ¿¡Ese es el destino que un maldito dios me puso encima!?— grito el pelirrojo.
Sonaba asustado.
Sonaba incrédulo.
Pero por sobretodo.
Sonaba furioso.
—Ese es, en verdad. La vida que haz pasado cosechara tus deseos de venganza para el mundo. Desafía tu destino si quieres, pero comprende que te dará una vida de oscuridad privada de la liberación de la muerte. ¿Qué es lo que eliges, niño?
La mirada de Naruto estaba fija en aquel ser, en como ni siquiera parecía estarlo viendo, en como ante él parecía no más que un insecto esperando para ser aplastado, pero que le hizo apretar los dientes mientras se levantaba con las piernas temblando—Nunca le pedí a ningún puto dios alguna ayuda en mi vida— declaró mientras su cara había cambiado, dejando atrás cualquier pretensión de inocencia y felicidad—. Y no planeo arrodillarme ante ninguno ahora.
Hubo silencio, un largo y profundo silencio que calaba los huesos, antes de que los ojos rojos brillarán como dos puntos carmesí debajo del manto negro—Tu imprudencia será pagada con creces, mortal estúpido.
Una espada de luz se formó en el aire, y prácticamente voló hacia Naruto como un kunai, tan rápido que el pelirrojo no pudo ni siquiera ver nada de ello, antes de sentir como golpeaba contra su pecho, la carne siendo partida a la mitad mientras su pequeño cuerpo salía volando por la fuerza del impacto.
—A…Aahh— soltó débilmente mientras se sostenía el pecho, un calor insoportable, una opresión que parecía mantener ese fuego adentro.
Y luego.
Desde su carne cadenas empezaron a salir por doquier, un grito ahogado se le escapó mientras sus brazos eran estirados hasta que el hueso crujió bajo el peso, estacas saliendo desde adentro de su piel y sosteniéndole con los brazos estirados y las piernas clavadas al suelo.
—Desde los dioses que gobiernan en lo alto hasta los humanos que reinan en lo bajo, todos le ayudarán al hijo de la profecía a cumplir su destino. Solo un tonto desafiaría tal oposición, aun cuando ustedes los humanos no lo sepan, todo en este mundo esta predestinado, el hombre existe por la gracia de los dioses y no podrá vivir sin ella, tus esfuerzos de resistir son en vano. Tu destino fue escrito el día que la bestia no fue encerrada en ti y que tu propia sangre te abandono.
Ante los ojos de Naruto, un tridente se formó a unos metros de él, viendo como flotaba por varios segundos, antes de que fuera justo donde estaba el fuego que sentía.
La carne se partió.
El dolor golpeó como un terremoto.
Y un grito resonó en el aire por ello.
[…]
Y un grito resonó en el aire, era el de Naruto despertando y cayéndose de la rama en la que estaba.
El pelirrojo puso sus manos enfrente suyo para detener su caída, unos segundos antes de golpear contra el suelo y empezar a respirar agitado, empezando a tocar su pecho completamente asustado, lleno de sudor hasta que la vista se le empañara—Estoy….vivo— hablo agitado mientras veía que no hubiera ninguna herida debajo de su camisa—. Solo fue… un sueño, solo un maldito sueño— murmuro mientras temblaba, lentamente abrazando sus rodillas mientras trataba de calmarse.
Un rato después el pelirrojo se levantó, sentía náuseas pero no quería vomitar y dejar salir todo lo que le había costado conseguir ese día, además de que ya estaba anocheciendo, cuando las noches llegaban el frío era tanto que casi perdió los dedos por necrosis.
No podía quedarse en el mismo lugar por mucho tiempo, no había lugar seguro en la aldea para él, pero podía hacer escondites en distintos lados, incluso si no era un ninja estaba lejos de ser descuidado.
Se adentro un poco más en el bosque, buscando un lugar en particular debajo de los árboles.
No tenía sueño… bueno, eso sería inexacto, estaba muerto de sueño todavía, pero era diferente el querer volver a dormir, solo no quería estar en un lugar helado.
Entró debajo de un agujero apenas más grande que el propio Naruto debajo de un árbol que parecía una madriguera, allí adentro se podía ver pieles de distintos animales alrededor del suelo, y apenas entró, el pelirrojo tapó la entrada con una piedra para ocultarse sin asfixiarse por el espacio, rodeando su cuerpo con las pieles de animales que había matado para hacer ese lugar.
El lugar era cálido, el lugar era silencioso, el lugar era de los pocos donde Naruto se sentía seguro.
Cerró los ojos, cansado. Solo… cansado, no le importaba volver a despertarse, solo quería descansar finalmente.
Estaba pálido como un muerto, la falta de sueño le había estado afectando los últimos días, como un enfermo de narcolepsia, no podía controlar cuando la sensación de sueño le golpeaba mentalmente.
Aquellas palabras seguían estando demasiado frescas en su mente, no siendo capaz de comprender realmente lo que significaba.
"Tu destino fue elegido el día que la bestia no fue sellada en ti"
Cerró los ojos nuevamente, antes de que su cuerpo nuevamente se aflojara, y su conciencia se apagará.
No hubo sueños.
Ya no.
Cuando Naruto abrió los ojos nuevamente, no fue por haber conseguido dormir completamente, sino fue estar ahogándose antes de que el humo le hiciera toser en el lugar que estaba.
El árbol arriba suyo estaba prendido en fuego.
Naruto trato de mover la piedra, pero esta se encontraba siendo tapada por varias rocas encima de esa, y empezó a patearla con fuerza, antes de poder salir por una apertura mientras escuchaba un jolgorio afuera.
Una persona grito en su dirección, giro la cabeza y sin necesidad de saber más, empezó a correr cuando una bola de fuego explotó en su dirección.
Miedo.
Esa emoción siempre prevalecía sobre todas las otras en su vida, una vida llena de ser cazado como un animal, una vida que nunca entendiendo porque se le fue dada, porque vivía si solo existía para ser…
Un sacrificio.
La realización le golpeaba tan rápido como sus pies se movían, corriendo de todos ellos, de los habitantes de esa aldea que lo querían hacer sufrir, esos momentos de comprensión le costaron que sus pasos dudarán, y que uno de los shinobi que iba con esa turba llegará a donde estaba él.
Fue agarrado de la cabeza y golpeado contra el suelo, su nariz crujió antes de que fuera elevado nuevamente, solo para ser azotado nuevamente, las demás personas llegaban con trinches, armas cortantes o con sus manos desnudas.
¿Siquiera importa?
Ese pensamiento le siguió la realización que allá afuera, en algún lado, tenía una familia, la cual no sólo le había dejado allí, abandonado para ser odiado, sino que lo liberaría de su sufrimiento al asesinarlo.
Supongo que no…
Minutos… horas… no sabía que tanto paso hasta que estaba solo, en un charco de su propia sangre y con todo el cuerpo cubierto de heridas de distintos tipos, se sentó en el suelo pareciendo más vivo que muerto.
Miro a su pierna izquierda en donde se mantenía una herida de tres agujeros hecha por uno de esos trinches, y gruñendo levemente, se rasgo la camisa antes de enredarla alrededor de su pierna derecha, haciendo que la sangre dejará de salir a borbotones.
Hemorragias internas, huesos fracturados, músculos desgarrados, no había un centímetro del cuerpo de Naruto virgen al abuso físico, cada parte de su cuerpo estaba gritando de dolor mientras se levantaba lentamente del suelo temblando.
¿Esa supuesta familia sabría acerca de su destino?
Los ojos de Naruto estaban apretados mientras trataba de controlar el dolor que todo su cuerpo le hacía sentir, tenía los dientes fracturados y llenos de sangre, crujieron aún más por tratar de calmar el dolor.
Cayó al suelo.
Suponía que si en verdad había una familia afuera para él, entonces… a ellos no les importaba lo que le pasará.
No era justo.
En verdad parecía algo irónico, estar viviendo para ver si sucedía algo bueno en su vida, solo para que el resto de su vida iba a ser simplemente un cerdo más al matadero, el pequeño cuerpo del pelirrojo tembló suavemente ante ese pensamiento, pero no fue está vez por alguna sensación de miedo o dolor, sino algo un poco más claro.
Una sonrisa creció en su cara, mientras una risa le empezaba a salir de la boca.
Había sido abandonado.
Había sido sacrificado.
Las manos en el suelo nuevamente, gruñendo mientras se levantaba y clavaba sus dedos en el suelo.
¿Y que con eso?
Cientos de miles de Shinobis eran sacrificados por cada aldea cada año, Naruto estaba lejos de ser el que la había pasado peor, así que se rio con fuerza por ello mientras su cuerpo lograba volver a estar en dos.
—No tengo pensada ninguna puta venganza, mucho menos para complacer a un montón de mierda que se hace llamar dios— dijo en voz alta mientras caminaba y mantenía su sonrisa, sus pasos seguían haciendo temblar todo su cuerpo—. ¡Ghhh!
Esta vez fue algo diferente lo que le hizo detenerse.
Un calor en el pecho, uno que le hacía sentir como si dicha parte hubiera brazas de fuego ardiendo, al mismo tiempo que un brillo morado empezaba a surcar de allí al resto de su cuerpo—Te lo dije antes, niño. Este es el destino que tienes prescrito desde que haz nacido en este mundo, luchar contra ese destino es una impudicia— declaró la voz de aquel ser nuevamente, mientras su corazón empezaba a palpitar rápidamente por el miedo nuevamente.
Podía sentirlo detrás suyo.
Podía sentirlo sonriendo.
Podía sentir como el calor estaba subiendo al resto de su cuerpo, como si buscará consumirlo.
—Y como el dios de la violencia y la muerte, se que solo traerás más de eso cuanto más te esfuerces, porque por él he venido a este mundo en esta forma y por ello vendrás tu conmigo.
Naruto se giro rápidamente, tratando de brincar para alejarse pero siendo incapaz de siquiera mover un músculo.
Y entonces, aquel hombre cubierto por prendas negras se deshizo, y la negrura que le cubría se lanzó sobre su cuerpo como un depredador contra su presa.
Oscuridad.
Pura oscuridad.
Eso era todo lo que los rodeaba a ambos de manera tan potente que ni siquiera veía nada.
Excepto una cosa.
Cabello de color azul, y una silueta humanoide en aquella oscuridad, dónde lo único que podía ver era aquel ser que apesar de tener aspecto humano, no se sentía como nada que conociera o pudiera describir.
Sentado con calma en la oscuridad, aquel ser lo miro con sus ojos dorados.
Y sonrió.
