Fanfiction escrito por mi persona, sin fines lúdicos, basado en la obra de Ichiei Ishibumi, las novelas ligeras HighSchool DxD... ¿Algo más?


Diálogos:

(Amo las Oppai) – Pensamientos varios.

"Probando, probando ¿Se oye?" – Retransmisiones holográficas, conversaciones telefónicas, etc.

[No quiero hablar de ello] – Ddraig y demás Dragones.

*¡Siempre alegran la vista unos buenos pechos!* – [Ascalon]

[Aquí hay demasiada perversión, mierda de autor] – [Excalibur]

[Dejadme dormir…] – [Svalinn]


Atención, este fanfiction puede catalogarse de animalada.

Remarco que en este fanfiction puede haber actos sexuales que puedan ofender/alarmar/molestar al lector.

Asimismo la ley me obliga a decir que los menores de 18 años (según la nacionalidad) deberíais de ser buenos chicos y no leer esto.

Si, nadie lo cumple, lo sé.

A quien lo lea... Nadie os obliga, leedlo bajo vuestra responsabilidad.

Yo me limpio las manos.


- High School DxD -

[Dragón del Génesis]


A veces pienso en cómo podría haber sido mi vida...

Con padres, sin un Dragón Okupa, sin una joya milenaria o una espada parlante, sin hermanos o alumnos, sin amores o barcos voladores, sin fuego, muerte y sangre…

Siendo solo un humano…

Sin ser el Dragón del Génesis…

Sin ser el actual [Sekiryuutei]…

Sin ser Issei Hyodo…

Sin saber… Qué significa ser quien soy.


- Prólogo -


Rojo.

El mismo color que el de su cabello.

Esos eran todos mis pensamientos mientras observaba detenidamente mi mano cubierta en sangre.

Un rojo carmesí más brillante que el rojo fresa.

Si...

El largo y hermoso cabello rojo carmesí tenía el mismo tono que el de la sangre que cubría mi mano.


Nadie nunca piensa que alguien vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso puede estar sucediendo todo el tiempo, y tendemos a creer que nadie que no esté previsto tampoco tendrá que hacerlo.

Mucho menos podemos pensar en que dicha persona pueda morir en nuestros brazos.

El mundo es cruel.

La humanidad es ingenua.

Nadie cae en la cuenta de que tarde o temprano todos deberemos de morir.

Algo tan natural como la vida misma: La muerte.

La muerte es algo completamente natural.

Y nuestro miedo a ella es completamente natural.

Racional.

Visceral.

Vivimos ajenos a ella.

Vivimos temiendole a ella.

Vivimos sin pensar en ella.

Vivimos sin conocer que ella sabe de nosotros.

Y de que nos acecha.

De que vendrá a hacernos compañía cuando menos nos lo esperemos.

Habiendo llegado a esta conclusión…

¿Por qué no aproveché mejor mí tiempo hasta ahora?


Explosiones, haces de luces de todos los colores vuelan en todas las direcciones.

Chillidos.

Miedo.

Ira.

Guerra.

La guerra ha cambiado.

La guerra nos ha cambiado.

Todo ha cambiado.

Volando a toda velocidad, surcando el cielo cual meteoro, vestido con mi poderosa armadura carmesí.

Frunzo el ceño al ver a 4 Dragones imposibles de no reconocer.

Furiosos baten sus alas.

Se dirigen hacia mí.

Unas voces llaman mi atención, otros cuatro Dragones: dorado, azul, lila y rojo me adelantan, atacando a quienes se interponen en mí camino.

Abalanzándose sobre ellos, clavando sus uñas en la carne ajena, mordiendo con furia animal sus cuerpos.

Porque son enemigos.

Pero ellos no son los míos…

Mi presa, mi objetivo está en otro lado.

En el horizonte.

Frente a mi atisbo a divisar dos siluetas. Dos inmensas criaturas aladas.

Una roja y otra negra.

Dos seres creados para imponer destrucción.

Amantes y emisarios de la muerte.

Aprieto con más fuerza mi espada.

Reúno valor.

En estos instantes soy más consciente de lo que me rodea… De todo lo que siento.

Disgustado veo otra figura interponerse en mi camino.

-¡Compañero, nosotros nos encargamos de él! -exclamó un enorme Dragón rojo, volando junto a uno de color blanco.

[Boost]

[Divide]

[Dragon Shot]

Con media sonrisa sigo adelante, observando a los dos Dragones estrellarse contra el suelo envolviendo a un tercero de color negro.

Camino despejado.

Partiendo inmensas esferas de llamas negras con mi reluciente espada, sonriendo quedamente al ver a dos Lolis adelantarse a mí, convocando poderosos haces de luz que impactaban a una gigantesca criatura negra.

Rugiendo furiosa.

Sacudiéndose por el suelo, arrastrando unas pesadas cadenas.

Enemigos… Aliados… Conceptos que en un campo de combate carecen de sentido.

Solo importa el matar al que quiera matarte. Actuar más rápido que tu presa.

Oscuridad...

Estrellas…

Fuego…

Sangre…

Dolor…

Lagrimas…

Alguien chilla mi nombre.

Algo impacta contra mí.

Duele, quema, explota, me empuja con una fuerza tremenda hacia Dios sabe dónde.

Me estrello contra una superficie dura después de rodar decenas de metros.

Duele más de lo que aparenta.

Estando boca arriba levanto mis manos, rojas.

Mi armadura mágica se deshace en pequeños fragmentos de luz, dejando mis manos desnudas.

Sonrió quedamente…

Están llenas de anillos.

Dejo caer mis manos sin importar adonde.

Me duele todo el cuerpo.

Solo quiero descansar...

Dormiré un poco y luego… Luego ya veremos.

Ese hermoso cabello...

Seria grandioso si pudiera dormirme mirando ese hermoso cabello de color carmesí.

¿Alguien sería tan amable de concederme mi último deseo?

Quisiera dormir... Mirando...

Levantándome de un salto, recuperando mi armadura por arte de magia, caminé hasta mi espada.

-Vamos mal si ya estoy tirado en el suelo… -murmuró irónico.

-Ise… ¿Estás bien? -pregunta la Loli morena a mi lado.

-Nah, estoy bien -

-Ise-chan, tienes que vigilar un poco más… ¡Si no te comerán de un bocado! -exclamó otra Loli, idéntica a la primera, con una voz cantarina y una enorme sonrisa en su rostro.

-Lo sé, lo sé… Ophis, Lilith... ¿Listas para el final? -le pregunté a las dos niñas pelinegras.

-¡Justo detrás de ti! -exclamaron las chicas.

El final de mi historia…

El cenit de mi vida.

El final del camino.

Al que he llegado paso a paso.

El resultado de mis decisiones.

Hora de pagar.


- ¡Ise! -


Que falló el mío… ¿No entendéis nada cierto?

No diré que merece la pena.

Para mí no.

Para otros quizás sí.

Supongo que no viene de aquí, y tengo todo el tiempo del mundo.

Permitidme, a aquellos que escucháis que os lo cuente...

Escuchad en la que es posible que sea mi última oportunidad.

Y ya que toda historia merece ser adornada…

No os lo toméis todo al pie de la letra.

Mi historia la cuento como quiero.

Sin más preámbulos...

No es gloriosa.

No es heroica.

Pero esta… Es mi historia.


Todo tiene un principio y un final.

Esa es una ley universal.

Una ley de vida.

¿Cuál es el principio en cuestión que nos ocupa aquí?

Los hay para dar y tomar...

¿La imperfecta creación de este mundo?

¿El egoísmo de ciertos Dioses?

¿La maldad de cierto Demonio?

¿La crueldad del destino?

¿Una voluntad superior?

Creo que me decantare… Por un principio más cercano, el cual explicará, a su debido momento, las tragedias del pasado.

Sí.

Todo ocurrió... Todo empezó, unos años tras mi nacimiento.

En el subsuelo del mundo que conocemos, un subsuelo que pocos conocen... pocos humanos… en el Inframundo.

Un mundo con igual, físicamente imposible, diámetro que el mundo humano.

Una vasta y extensa tierra, decorada con montañas, desiertos, bosques… Pero sin océanos ni mares.

Una interminable cantidad de piedra y roca bajo un cielo púrpura.

Tierra gobernada por Demonios y Ángeles Caídos.

El hilo conductor de esta historia nació entre los delgados y habilidosos dedos de cierto Demonio... De Rizevim Livan Lucifer.

Un cabrón de categoría superior.

De sus manos se tejió el hilo que lento pero imparable conducía a una inevitable cadena de muerte y destrucción.

Tras siglos en silencio, maquinando en la oscuridad... Tejiendo, sin prisa, sin decaer lo más mínimo.

Ambicioso, con una inteligencia dotada y muy capaz, pero ciego...

Ignorante de la capacidad de las voluntades de las criaturas más poderosas del planeta.

Creyendo que con su astucia podría burlar hasta la misma muerte.

Nunca lo vió venir.

Su astuto hilo.

Su ingenioso plan.

Había madurado… Más de la cuenta.

Había adoptado voluntad propia.

Había escapado de sus manos.

Y libre, avanzaba imparable.

Como iba diciendo, estos son acontecimientos de cuanto era un enano, de cuando solo tenía un par de inviernos, pero mi fuente es fiable… Y mi deuda, inmensa.


Familia.

¿Qué es la familia?

¿Qué conforma una familia?

¿Qué miembros constituyen una familia?

¿Qué hace una familia?

¿Qué no hace una familia?

¿Qué propósito tiene una familia?

¿Cómo interactúa una familia?

¿Qué harías por tu familia?

¿Por qué mi familia no es como las demás?


- Mansión Lucifer - Ubicada en algún lugar del vasto territorio inexplorado del Inframundo - Once años atrás -

En las frías catacumbas de un antiguo castillo un hombre de estatura media, albino, cargaba con una pesada caja de madera, sosteniendo malabáricamente una antorcha de fuego.

Recorriendo algo desorientado las frías estancias de piedra.

Depositando la caja en el suelo, sacando un pequeño mapa de cuero de un bolsillo de su túnica negra, ojeándolo con detenimiento.

-Qué vergüenza… Perderme en mi propia mansión… -murmuró el hombre mirando a ambos lados del pasillo -¿Sería muy vergonzoso salir de aquí usando magia? -

Volviendo a sostener la caja optó por seguir su instinto de Lucifer, un instinto superior, y buscar la salida…

Solo necesitaba un poco más de tiempo.

La pregunta sería, ¿Qué hace semejante personaje en semejante lugar?

Pues resulta que su padre, maniático entre maniáticos, un tipo serio y escrupuloso a muerte con el orden llevaba días con una molesta caja sobre su escritorio.

Como buen hijo que era, sabía que esa caja que aparecía sobre su escritorio una vez al mes, debía de ir a las catacumbas.

Pero no era él quien solía bajarla.

Para eso estaba la fiel mano derecha de su padre.

Un tipo alto, de tez blanca, facciones robustas, ojos heterocromáticos y una combinación de cabello negro y rubio.

Ese era Crom Cruach.

Pero como buen hijo, al estar Crom Cruach ocupado y queriendo ayudar a su excéntrico padre, optó por bajarla el mismo.

Le debía mucho a su padre.

Él lo salvó, a él y a su esposa... Pero aún más importante, a su hijo de tan solo 5 años, de las hoces y el fuego de la sociedad demoníaca que clamaba por la sangre de los herederos del último Lucifer.

Un pequeño favor no cubría su gran deuda, pero la amenizaba.

-Por favor… Ayúdame... -

Congelado el hombre se detuvo.

Ladeando su cabeza lentamente, observando a su costado, al final de un corto pasillo había unas rejas de sólido metal.

Las intermitentes llamas de su antorcha daban a visualizar una fantasmal silueta.

Dejando la caja en el suelo, echándose la mano a la parte posterior de su cinturón, acariciando con las yemas de sus dedos el mango de cuero de su delgada daga mágica.

Caminando con lentitud, cuidadosamente, endureciendo su rostro, agudizando sus sentidos.

-Por favor… Llevo tanto aquí… -

-¿Quién eres? -preguntó el albino acercando la antorcha a las rejas.

Sorprendiéndose al ver a una anciana mujer humana, vestida con una desgastada tela grisácea, atada con unas pesadas y oxidadas cadenas a una pared de piedras frías y húmedas.

-Ya no… Recuerdo mi nombre… -murmuró la anciana sin apenas fuerza.

-¿Que… Qué haces aquí? -

-Por favor… Debes… Llevártelo... -suplicó la mujer.

Recorriendo la pequeña estancia con la antorcha, iluminando el lugar.

Una pequeña mesa, con algunos utensilios de metal corroído, cuencos de cerámica y decenas de libros, pergaminos y plumas con envases de tinta decoraban la mesa.

A su lado más cajas con lo que parecían ser materiales variados, ropa y algunos medicamentos no para un tratamiento médico precisamente.

-… -

Tomando entre sus delgados dedos las llaves que colgaban de la pared abrió la puerta de la celda, entrando cuidadosamente, observando con detenimiento a la anciana.

-¿Qué sabes? -

-… -la anciana no respondió.

Agachándose frente a la mujer el albino solo pudo desviar la mirada horrorizado.

Sus cadenas habían dañado severamente su carne, creando tejido muerto… Ascendiendo por sus tobillos y antebrazos.

La Necrosis estaba en un estado espectacularmente avanzado.

Numerosas infecciones asolaban la piel de la mujer, cuyos ojos no se inmutaron al sol de la antorcha, que grises y opacos denotaban una obvia ceguera.

-Debes… Llevártelo… -

-¿El qué? -preguntó el albino.

-Por favor… Ayúdame… -murmuró la anciana.

-… -serio, el hombre salió de la celda, colocando la antorcha en una anilla de metal apuntalada en la pared.

Tomando uno de los tantos libros, leyéndolo cuidadosamente.

Perdiendo la noción del tiempo con rapidez.

Empalideciendo.

La mujer llevaba más de 30 años en la celda.

La actual [Sekiryuutei], la portadora del [Longinus] [Boosted Gear].

¿Qué demonios estaba haciendo su padre?

¿Qué locura era esa?

-Por favor… Ayúdame… -

¿Cómo podía saber que estaba allí? Si los informes afirman que ha perdido todos sus sentidos… Salvo el habla…

-Por favor… -repetía por inercia.

-Anciana, ¿Llevarme el que? -preguntó con cautela a la mujer.

-Ddraig… -

-¡! -el albino se arrodilló ante la anciana sorprendido -¿Puedes escucharme? -

-No dejes… Que lo tenga… -susurró la anciana, deteniendo su respiración.

Al instante un intenso brillo inundó la fría estancia.

Una esfera luminosa de tonalidad verde salió de su pecho, flotando en el aire.

-¿Esto es...? -el albino lo tomó entre sus manos cuidadosamente.

-Al final ha optado por desistirse… -dijo una voz ronca de improvisto.

-¡! -el albino se levantó al instante, dándose la vuelta.

-Al final no fue una digna [Sekiryuutei] si murió con esto… -murmuró un hombre moreno con mechones rubios, saliendo de entre las sombras -¿Qué hace aquí joven Lucifer? Rizevim tiene prohibida la entrada a este lugar -

-¿Qué haces aquí? -inquirió el albino -¡Crom Cruach! ¡¿Qué pasa aquí?! -observando incrédulo la situación frente a él.

-No ocurre nada en absoluto -

-¿Cómo te atreves a intentar engañarme? -acusó el hombre -Esa mujer… Ese hechizo... ¡He leído los informes! -

-Si has leído los informes, ¿Entonces por qué estás tan sorprendido? -preguntó el hombre con simpleza- Cuando Rizevim me pidió que no permitiese la entrada de nadie a este lugar, y que de darse el caso acabase con la vida de cualquier curioso, no creo que incluyese matar a su hijo… Joven Lucifer, no me importa matarte, pero si accedes a borrar tu memoria te puedo permitir salir de este lugar con vida –fueron las palabras del moreno.

-¿C-cómo? -volviendo su mirada a la joya verde- Si este es el Dragón Emperador Celestial Rojo… -

-El Blanco se obtuvo de igual forma, solo que la humana presentó un poco más de resistencia -explicó el hombre Dragón.

-¡! -

-Ahora, dame la joya del Dragón Galés -

-... -mirando seriamente al hombre –¿Para qué lo quieres? –

-Hijo de Rizevim, esto no es algo en lo que tengas que inmiscuirte -declaró el hombre.

-¡! -sorprendido -¡Cómo te atreves! ¿Sabes lo que hará Padre cuando se entere de lo que haces? -le recriminó al Dragón.

-¿Por qué piensas que esto es cosa mía? Yo solo sigo órdenes de Rizevim -

-¡! -retrocediendo unos pasos -¡Mientes! -

-¿Por qué debería? -encogiéndose de hombros.

Esto… ¡No se suponía que debía de haber ido así!

¡Este no era el futuro con el que tanto había soñado!

¿Qué clase de padre querría algo así para con su propio hijo?

¿Pero cómo?

¿Cómo se habían dado semejantes transformaciones en su rutinaria vida… Sin que lo hubiese visto venir?

Alzando su mano, creando su más rápido y poderoso hechizo mágico, desapareciendo con otro de transporte en medio de la explosión.

-Se ha escapado… No me queda otra opción que matarlo, por más hijo de Rizevim que sea -murmuró el hombre apartando unas aparentemente pesadas rocas y escombros de encima suyo, sacudiéndose el polvo con sus manos.

XXXXX

-¡Vali! ¡Vali! ¿Dónde estás? -llamó un mujer morena, vestida de blanco.

Recorriendo los largos pasillos del palacete.

Buscando por cada recoveco del inmueble preocupada, con una mano en el rostro.

PLAF PLAF

-¿? -curiosa la mujer se acercó a una de las ventanas -No otra vez… -

Suspirando pesadamente la mujer caminó en dirección al patio.

Sabiendo que tomaba la dirección correcta al toparse con varios Onis diminutos escondidos tras unos pilares de madera.

-¿De nuevo? -preguntó la morena preocupada.

-Señora… -murmuró uno de los Onis tembloroso.

-Se supone que tenéis que vigilar a Vali… -reprochó a las criaturas.

-¿Está segura de que necesita protección? -

-Solo es un niño… -

-Yo no diría lo mismo… -

PLAF PLAF.

Frente a ellos, en medio del patio interior, junto a un pequeño estanque había un niño pequeño, de apenas 5 años de edad.

Albino, vestido con ropas blancas.

Con unas alas de Demonio extendidas.

Liberando unas enormes cantidades de poder demoniaco.

Sosteniendo un palo de madera.

Espachurrando a unas ranas en un despliegue de poder inaudito en un niño tan joven.

Mirando a los animales con una sádica sonrisa en su rostro.

-¡Vali! ¡Cariño! ¿Qué estás haciendo? -exclamó la mujer caminando hacia el chico.

Asustado el chico escondió el bastón tras su espalda, girándose nervioso.

-¿De nuevo…? ¡Vali, cariño! -elevó su tono de voz la mujer tomando al niño en brazos –¡No puedes hacer daño a los animales porque si! -dijo en regaño a su hijo.

-Yo… -intentó murmurar el niño.

-Vali, eres un niño dotado con un poder increíble, no lo uses para hacer daño a otros. Recuerda, "no le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". ¿Me entiendes cariño? –fueron sus palabras para aleccionar al niño.

-Yo… -

-¿Vali? -

-S-si… -

-Cariño… No pasa nada -susurró la madre dándole un beso en la frente -Eres un Lucifer… El poder te controla… -

Acariciando el cabello del chico la mujer esperó a que el niño se tranquilizase.

Girándose, percibiendo la presencia de su marido.

Se acercaba deprisa.

¿Qué pasaba?

XXXXX

-Uf uf uf... -corriendo por los inmensos pasillos de la mansión, alcanzando una inmensa puerta blanca, abriéndola con fuerza.

-¿Cariño? -murmuró la mujer, mientras el niño extendía sus manos, reconociendo la figura de su padre -¿Qué ocurre? -

-¡De prisa! ¡Hemos de irnos! -exclamó el hombre del mismo cabello que su hijo, corriendo hasta el armario lanzando una maleta al suelo, abriendo otras puertas, arrojando algo de ropa dentro de la misma -¡Tenemos que irnos ya! -

-¿P-por qué? ¿Qué ocurre? -preguntó intrigada a su esposo.

-P-padre… ¡Padre se ha vuelto loco! -caminando con rapidez hasta su esposa -El hechizo para que nuestro querido hijo obtuviese el [Divine Dividing] era una farsa… No lo quería por el bien de la familia… ¡Tiene malvados planes para nuestro hijo! -

-¿Q-que dices? -

-¡Hemos de irnos ya! -tomando la mano de su esposa.

-¡¿Qué está pasando?! ¡Cariño, me estas asustando! -exclamó la mujer asustada -¡Nunca te había visto así! -

-Cariño… -susurró el hombre observando a su mujer.

Tenía razón.

Se estaba dejando llevar por el miedo.

-Mira… -sacando un pequeño frasco de cristal con una joya verde brillante en su interior.

-¿Qué es eso? -preguntó con sorpresa la mujer.

-El [Longinus] [Boosted Gear]… Su portador estaba encerrado en las catacumbas… -reveló el albino.

-¿Q-que? -

-Mi padre lleva años buscando el poder de los Dragones… Pero estas reliquias escogen automáticamente a sus portadores, naciendo con ellos, un sistema que hace imposible de prever o decidir previamente quién será el portador. Al no poder controlar ni proponer candidatos, operando al margen de los planes de Padre, él optó por capturar al actual portador y encerrarlo hasta poder encontrar una solución. ¡Como no podía obtenerla en vida Padre esperó pacientemente hasta que la portadora estuviese lo suficientemente debilitada para poder arrancarle la joya! ¡Decenas de años de esclavitud y este es el resultado! -enseñándole la joya metida en el frasco -¡Lo ha sellado para que no transmute a otra alma! -declaró furioso -¡La portadora era inocente! ¡Apenas lo había despertado! ¡Sangre inocente...! -

-¿El otro Dragón? -

-Mi padre quiere a los dos Dragones Celestiales, y junto a los Dragones Oscuros someter a los Dioses… -

-Insinúas… Que el Dragón Blanco… Que Vali… -murmuró la mujer temerosa.

-Joya fea… -espetó el niño mirando la joya verde con disgusto.

-Cariño, ignoro cómo ha obtenido Vali el poder del Blanco, el si es una bendición natural o si Padre tiene algo que ver… -masculló el hombre ofuscado.

-La ignorancia ciertamente es la clave de la felicidad… -

CRASH.

Girándose horrorizado el hombre vio los gruesos tabiques de la habitación derrumbarse.

Dando paso a otro hombre, de edad mayor, albino, junto a un enorme Dragón negro.

-Hijo mío… ¿Qué estás haciendo? Tú querido Padre está muy enfadado, te has llevado algo que le ha costado mucho de obtener… -

-Padre… -colocándose frente a su esposa, entre ella y su propio Padre.

-Hijo mío… No hagas eso… -masculló el anciano decepcionado.

-Rizevim, ¿Qué significa esto? -preguntó la morena con seriedad.

-Que significa… Que significa… -ronroneó el albino gesticulando con las manos -¿Sois seres inteligentes? Venga… Vengaaaaa… ¿Qué puede significar? -

-¡! -

-Querida hija, tienes dos alternativas… -alzando una mano con dos dedos levantados - O sigues del lado de mi hijo, tu marido y mueres, o vienes al mío y ves crecer a tu hijo, mi nieto… -propuso el Demonio con una sonrisa maliciosa.

-Me… ¿Nos matarás? -preguntó incrédula -¿Por qué? –

-Buuuu… Pensaba que me preguntarías él si estaba dispuesto a matar a mi hijo… -

-¡! -

-Motivos, excusas… ¿Acaso importa? Bueno, si os sirve de algo saberlo, matare a cualquiera que moleste, interfiera o estorbe en mis planes, incluso si se trata de mi propio hijo… -declaró sin escrúpulos -¡Pero tranquila hija mía! ¡Puede que no lo parezca, pero soy un Demonio bien majo y lleno de misericordia! ¡Adelante! ¡Te permito escoger entre venir a mi lado con mi nieto o la muerte! ¡Escoge bien tu destino! -transformando su sonrisa maliciosa en una cargada de sadismo.

-¿Q-qué harás con él? -exigió saber nerviosa.

-¡Gloria! -contestó el hombre de manera altanera, alzando ambos brazos.

-¿G-gloria? -

-Haré que cumpla el mayor de los propósitos para un [Hakuryuukou]… ¡Luchar y someter, destruir y matar! –riendo perversamente -¿Contentos? -

-¡¿Estás loco?! -reprochó la mujer.

-Esto… ¿No? -

-¡Por favor! ¡Detente Padre! -rogó el albino.

Nunca había visto a su Padre así.

Pero sabía muy bien de que era capaz.

Tanto el cómo su familia no tenían posibilidad alguna.

Por no obviar al Dragón negro a su espalda que por el momento se mantenía en silencio.

-Ahora, hijos míos… No seas estúpido y entrégame esa joya y a mi nieto -extendiendo una mano en la dirección de la pareja.

-… -el hijo de Rizevim estaba asustado, pero no podía ceder en ese momento -¡Jamás! -negó con decisión ante su Padre.

-No sé cómo te has enterado, pero creo que ahora puedo afirmar que todo el dinero que invertí en tu educación no ha servido de nada. Que desperdicio. Hijo mío, tu vida ha resultado no valer nada, deja que al menos mi nieto pueda demostrar que la suya si vale algo -inquirió el albino a su hijo -Si él también muere, no me veo con fuerzas para procrear de nuevo… Tu padre ya tiene su edad sabes… -golpeándose la espalda con una mueca.

-¡No te daré a mi hijo padre! ¡El no será otro de tus peones! -rugió el albino menor.

-Como si pudieses escoger… -riendo divertido.

-¡! -apretando los puños con fuerza el hombre lo decidió.

Dándose la vuelta, abrazando a su esposa, desapareció en un círculo mágico.

-Los Lucifer no somos una familia de cobardes… -masculló el hombre molesto -Si has de morir muere como un hombre, no como un perro… -girándose en dirección al Dragón -Crom Cruach, persíguelos. Quiero ambas joyas, mata a ese par de idiotas si es necesario -pasando de largo, marchándose lentamente -¡No tengo tiempo para perder con semejantes tonterías! ¿Dónde está Euclid? -

El Dragón solo se quedó quieto mirando atentamente al hombre, antes de desaparecer en un círculo mágico negro.


- En algún punto del Norte de Europa -

-¿Dónde estamos? -preguntó la mujer recibiendo de sopetón una ventisca cargada de frio nocturno, en medio de la nada.

-Cariño… Escúchame -masculló el hombre -Crom Cruach estará aquí en cuestión de segundos… Despídete de nuestro hijo -le pidió el hombre a su mujer.

-¿Qué? -exclamó incrédula.

-He hablado con Azazel, el cuidara de nuestro pequeño -liberando algunas lágrimas -Perdóname cariño… Juré hacerte feliz, y ahora te pido que renuncies a nuestro hijo… -el hombre ahogó un sollozo.

-Cariño, no puedo hacerlo… -negó la mujer mientras sus ojos se humedecían.

-Eve, tienes que hacerlo... Es por su bien -le pidió el padre de la criatura.

-Estará solo... -sollozó.

-Estará vivo -afirmó el Demonio.

-No lo veremos andar… Reír… No le escucharemos decir nuestros nombres… -lloró la mujer mientras abrazaba al pequeño.

-Es lo mejor para él… -envolviendo en un abrazo a sus dos seres amados.

-Ssshh… Tranquilo -acariciando el rostro de su marido -Se porqué lo haces... -mirando a su hijo, sus lágrimas habían empezado a recorrer sus mejillas para terminar cayendo sobre el rostro del pequeño, que lloraba confundido y asustado -Adiós cariño mío… Mi mayor orgullo… Siempre te querremos… Siempre te amaremos -besando su frente con todo el cariño de una madre.

-Azazel es un tipo raro, pero hará de él un buen hombre -creando un círculo mágico -Estará en un lugar seguro. Y un día… -con su rostro lleno de lágrimas.

-Será el más grande de los Dragones Emperadores Celestiales Blancos… -completó la madre viendo a su hijo desaparecer.

-Haz que tu madre y yo nos sintamos orgullosos, Vali -finalizó el hombre con una sonrisa.

CRASH.

HUARGHHHHHHHH.

-¡Ha llegado! -exclamó el hombre observando al temible dragón descender del suelo, aterrizando con poderío y fuerza, levantando una nube de nieve y polvo.

[¿Dónde está el cristal del Blanco?]

-¡Lejos de ti puto Dragón! -bramó el Demonio creando una poderosa esfera de poder demoniaco, arrojándola al dragón, que ni siquiera hizo amago de esquivarla o defenderse –¡Cariño, vete! –dándole el cristal a la mujer –¡Escóndela! ¡Padre no debe encontrarla! Eve, te amo… ¡Siempre lo haré! -convocando un hechizo de transporte sobre su esposa, mientras el Dragón rugía con fuerza.

-¡Cariño! -chilló la mujer a la nada.

Observando a su alrededor...

Vacío.

Silencio.

No reconocía nada, solo la tenue luz de la joya iluminaba mínimamente su alrededor.

Lo único que reconocía…

Cayendo de rodillas empezó a llorar desconsoladamente, liberando el dolor de su alma.

Su hijo…

Su marido…

Lo había perdido todo en cuestión de minutos.

-Ya puede venir ese lagarto a devorarme… ¡Nada me importa ya! -mirando con unos ojos vacíos de vida a la nada.

Reaccionando momentos después al brillo que emitía la joya se la quedó mirando detenidamente.

-No… No dejare que le pongas las manos encima a mi hijo… -cogiendo el envase de cristal -Los Dragones Emperadores Celestiales… ¿Quieres que sean tus armas? -apretando con fuerza el cristal contra su pecho -Mi hijo será poderoso... ¡Pero me aseguraré de que él [Sekiryuutei] sea tu mayor perdición! –mirando al cielo decidida.

Ese día, había nacido una resolución inquebrantable.


-Seirei, por favor encárgate... No nos podemos permitir que el [Sekiryuutei] no llegue a "nacer" -

-Me pondré en contacto con "ella" de inmediato -


- Seis meses más tarde -

Solo se podía explicar bajo la descripción de intervención divina.

Seis meses…

Hacía seis meses que había renunciado a su hijo.

Que su marido había muerto.

Seis meses desde que una extraña mujer la encontrase en medio de ninguna parte.

Una mujer rubia, sumamente hermosa, de una belleza celestial.

Con su ayuda, bajo su protección había podido llevar a cabo su plan.

Su dulce, aunque banal venganza.

¿Qué posibilidades tenía una humana de plantarle cara a un Dragón Oscuro sin ayuda alguna?

Y seis meses después allí se encontraba, en un abandonado Laboratorio que los Ángeles Caídos habían usado en tiempos previos a la Gran Guerra.

O eso es lo que su extraña salvadora le había contado.

-Los Dragones de verdad son seres fascinantes… -sonriendo con satisfacción.

-Son la mayor creación de la madre naturaleza, Eve -respondió a la inexistente pregunta una mujer tras ella.

-La epifanía de la destrucción -aclaró Eve.

-Eso también -sonrió la rubia -Pero no por ello dejan de ser los seres más puros que existen -

-¿Puros? ¿Más que los Ángeles? -preguntó la mujer.

-Los Ángeles son tan puros como los Demonios. En su propia esencia, los Dragones son el cenit supremo… -

Lo cierto es que no acababa de entender a esta mujer.

Pero no podía quejarse, hasta ahora la había ayudado desinteresadamente.

Aunque ignoraba el motivo.

Colocándose las gafas de nuevo, tomando un trago de su humeante café, tecleando con rapidez observando los cientos de símbolos que aparecían sobre la pantalla de su antiguo ordenador.

Recorriendo con la mirada los cables y conductos que daban a una caja metálica, con paredes de cristal, con la legendaria joya de color verde en su interior.

-Por favor Ddraig, sé que no puedes oírme, pero quiero que transmitas un mensaje a tu próximo portador… -levantándose, arrodillándose frente a la joya -Juntos debéis detener a Rizevim. Sé que pido un imposible, pero no pelees con mi hijo… Colaborad... ¡Pelead juntos! Tenéis que derrotarlo... Por favor... -rogó la morena en un susurro mientras sostenía la joya entre sus manos con suma delicadeza.

-Se nos acaba el tiempo -murmuró la extraña mujer.

-Yibril… ¿Ya está aquí? -preguntó seria.

-Crom Cruach se acerca, y no puedo intervenir más de lo que ya lo hago… -dijo la mensajera.

-¿Tienes las muestras? -

-La sangre de la heredera del Clan Gremory, la hermana del actual Maou Lucifer, una muy buena familia; y la de la hija del soldado más fuerte de Grigory -nombró mientras mostraba dos pequeñas probetas llenas de un líquido rojo -Todo lo necesario -

-¿Por qué ellas dos? -preguntó con curiosidad.

-Confía en mí, funcionará -

-Bueno, no tenemos tiempo para otra cosa -cogiendo ambas probetas, vertiendo sus contenidos sobre el círculo mágico que se dibujaba bajo la joya.

-El portador de esta joya estará ligado a estas jóvenes… -declaró sonriendo.

-¿Por qué ellas? -tecleando en el ordenador con suma rapidez.

-Es el destino… Su destino -dijo con total seguridad.

-¿El de quién? -

-El del próximo [Sekiryuutei] -

-¿Sabes quién es? -mirándolo incrédula.

-Si -

-P-pero eso es imposible... -

-No para una de las "singularidades" del planeta -

-¿Una de las que? -

-Uno de los seres que camina al margen de la voluntad del tiempo y del destino… -fue su ambigua respuesta -¿Has acabado? Se acerca –avisó su benefactora.

Mirando al techo, que empezaba a temblar, con lejanos sonidos de explosiones y crujidos metálicos, desapareciendo lentamente.

-Deja que entre... ¡Tengo una sorpresa para ese cabrón! -cogiendo la joya, guardándola en su bolsillo.

Observando con detenimiento la figura del pesado Dragón aparecer atravesando sin dificultades las gruesas paredes blindadas del estudio.

La extraña mujer había desaparecido.

[Mujer, me has dado muchos problemas para encontrarte… Tengo que reconocerte eso]

-… -

[¿Dónde está la joya?]

-¿Dónde está mi marido? -preguntó gélidamente al Dragón.

[Eso es algo que le puedes preguntar a Rizevim. Yo vengo a por la joya]

-¡Jamás te la entregaré! -rugió la mujer.

[Ni tu ni el hijo de Rizevim entendéis la gravedad de no escuchar las palabras de un Dragón, y eso va a ser vuestra perdición]

Abriendo sus enormes fauces se desplazó con suma rapidez hasta la mujer, que lo esquivó por poco.

Veloz, la mujer arrancó a correr.

Escapando por el memorizado recorrido.

Escuchando como la infraestructura cedía ante la imparable fuerza del dragón.

Alcanzando la salida… La salida de su refugio.

Que ya no era refugio.

Y la salida no daba a ningún lado.

Solo a la blanca pradera.

Un páramo sin vida.

Cómo su futuro…

Con un último atisbo de fuerza la mujer empezó a correr campo a través.

Alcanzando una carretera.

Debía de ganar tiempo…

[Nada mal… Pero no es suficiente]

Girándose sorprendida la mujer no vio nada.

¿Dónde estaba el Dragón?

Juraría que lo había escuchado.

Moviendo su cola como si de un látigo se tratase atravesó el estómago para sorpresa de la mujer.

Tras ella.

Estaba tras ella…

Siempre lo había estado…

-¡Gugh...! -escupiendo algo de sangre, la mujer lanzó una piedra verdosa contra el cuerpo del Dragón.

Apareciendo una diminuta esfera frente al Dragón, expandiéndose, absorbiendo toda la materia que lo rodeaba.

[¿[La grieta dimensional]?]

-¡Disfruta de mi regalo de despedida! -sonriendo al ver al Dragón ser engullido por la esfera.

La cual empezaba a descontrolarse, concentrando sus últimas reservas de poder para después desaparecer en un círculo mágico.

Cayendo de rodillas sobre una fría manta de nieve, tosiendo sangre en abundancia.

-¿Yibril...? -murmurando sin fuerzas, sentada sobre sus piernas observando mareada sus alrededores, sin reconocer nada, cogiendo la joya del bolsillo -Debo… -


Dios puede ser muchas cosas, pero no era un tipo generoso, ni tampoco justo, ni imparcial.

Dios no amaba a sus hijos por igual, y eso era un hecho.

Los había guapos, inteligentes, talentosos, simpáticos, y luego estaba Frank, un pobre diablo.

Siendo un simple humano, no tenía poderes, no tenía alas, pero su alma estaba igual de condenada.

Cuarenta años, divorciado, su mujer le engañaba con su Jefe, o su ex-jefe, mejor dicho.

Un día llegó antes del trabajo y se la encontró montándolo, como jamás lo había hecho con él.

No hubo discusión, le pidió que se fuese con una sonrisa, mientras se la mamaba al hombre que la había embarazado, cuando ella dijo que no quería críos.

¡Y para colmo lo echaron del trabajo!

Con treinta kilos de más, calvo, adicto a la nicotina y al alcohol, ahogaba sus penas en el trabajo…

¡Qué asco de mundo! ¿Qué si no podía pensar Frank?

-¡Y encima se pone a llover! -fastidiado echó el cigarrillo por la ventanilla mojándose la mano en el proceso -Si se me jode el elevalunas me pegó un tiro… -observando el asqueroso paisaje que ofrecía la luna desde su camión.

Qué podía esperar de un día de mediados de Diciembre, el temporal del telediario era realmente pésimo, y tenía que cubrir más de 500 km en horas

-Esta vez sí me echan a la calle… Qué asco de vida... –refunfuñó hastiado el hombre.

Pobre Frank…

Poco sabía él que su desgastado y castigado cuerpo no aguantaría unos minutos más.

Su corriente sanguínea era un raudal de basura y toxinas nocivas que destrozaban todas las células de su cuerpo, creándole un ictus, como todo ser vegetal al volante, en una carretera interestatal a más de 120 kilómetros por hora con un vehículo que pesaba 5 toneladas… Se salió lentamente de su carril…

El pobre Frank no podía oír, ni ver, ni reaccionar ante los bocinazos y luces que un monovolumen le daba…

¡CRASH!


Incrédula, la mujer solo pudo observar como un monovolumen impactaba contra un árbol cerca suyo.

Aumentando su estupor al ver a un niño salir del coche muy malherido, chillando el nombre de sus padres.

La mejor liberó un torrente de lágrimas al ver... Al imaginar a su pequeño Vali en el chico.

El chico desangrándose perdió la conciencia, cayendo redondo al suelo con un ruido seco.

Reuniendo fuerzas se levantó, corriendo hasta el infante, tomándolo en su regazo, limpiando la sangre que cubría su rostro.

¿De nuevo una intervención divina?

No podían darse tantas casualidades juntas…

Una de las singularidades del mundo…

-Uno de los tres seres que camina al margen de la voluntad del tiempo y del destino… -murmuró la mujer quedamente -Pequeño… No me conoces… Nunca lo harás… Solo nos veremos esta vez, pero debes saber que me debes un enorme favor… -colocando la joya sobre su pecho -Perdóname… Desde hoy haré de tu vida un posible infierno... Ódiame si quieres, ódiame con todas tus fuerzas… Pero no tengo a nadie más. Así que por favor… Derrota a… -susurró imbuyendo la joya en el pecho del chico.

Sonriendo al ver la joya deshacerse en polvo, invadiendo el cuerpo del joven, emitiendo un leve destello en su mano izquierda, dibujándose un enorme círculo mágico bajo él, explotando en una columna de luz que atravesó el cielo y las nubes.

De la nada aparecieron dos figuras.

Dos preciosas niñas pequeñas a ambos lados del chico, que primero confundidas, luego sonrientes, cogieron cada una las manos del chico y se tumbaron a su lado, durmiendo plácidamente.

-L-listo... -cerrando sus ojos cansada –Re... Recuerda... -dejando caer sus manos al suelo, empezando a deshacerse en fragmentos de luz…

Sin notar ni la presencia ni el tacto de una fría mano, una pequeña mano en su cabeza.


-Ya hemos dado el primer paso… Del resto deberá de encargarse el propio Issei -


- Castillo Gremory - Inframundo -

-¿Qué es esto…? -preguntó Sirzechs Lucifer de rodillas frente a su dormida hermana.

-No lo sé... -susurró curiosa su madre.

-¿Magia? -murmuró Grayfia Lucifuge observando a la niña.

-No son corpóreos… -comentó Venelana Gremory.

-¿Dos niñas? -exclamó Zeoticus Gremory sorprendido.

-Un niño y una niña creo… -respondió su esposa.

-¿Un crío? ¿Eso es un crío? ¿Quién cojones es ese enano? -masculló Lord Gremory -¡Que alguien lo averigüe ya! -ordenó serio.

-Magia prohibida... -declaró el Mago McGregor Matthers.

-¿Qué? ¿A qué te refieres McGregor? -le preguntó Sirzechs a su [Alfil].

-Diría… Que alguien acaba de comprometer a su hija con ese pequeño -respondió el siervo.

Lord Gremory sufrió un amago de desmayo al escuchar sus palabras.

-¡¿Qué?! -chilló el pelirrojo mayor.

-¿Quién? ¿Por qué…? -murmuró dudosa Venelana.

-No lo sé… Pero sí sé que a ella le ha gustado -señalando la enorme sonrisa de la niña.

-¡Y una mierda voy a consentir…! -


- Templo Himejima - Mundo Humano -

-¡Que un niñato le ponga una mano encima a mi hija! -bramó el Ángel Caído Baraqiel -¡Jamás se ha visto semejante ofensa! -

-Me resulta sumamente curioso -rió Shuri Himejima -Pero mira la carita de nuestra hija -le dijo la morena juguetonamente a su esposo.

-¡Cariño no! ¡No caigas! -chilló el moreno.

-Fufufu... Nunca había visto una cara suya irradiando tanta felicidad -comentó sonriente la sacerdotisa.

-¡Me niego! ¡Nunca! -


- Sexto Piso del [Cielo] -

Tristeza.

Pesar.

Un Ángel lloraba de dolor.

El Ángel más hermoso del [Cielo] sufría en silencio.

Puesto que el ser más importante en su corazón también lo hacía.

Gabriel.

El Arcángel Gabriel.

La criatura más hermosa jamás creada por Dios observaba el mundo humano desde las puertas del [Cielo].

Abrazándose las piernas.

Llorando sin hacer ruido.

Alzando la mirada.

Mirando a su costado, a las interminables escaleras que daban al reino celestial.

Dos pequeñas esferas de luz ascendían lentamente.

Materializandose en dos figuras corpóreas.

Recuperando parcialmente su sonrisa el hermoso Ángel se incorporó.

Recibiendo personalmente a los recién llegados.

-Issei-kun… Lo lamento… Lo lamento tanto… Ruego que un día logres perdonarme… Pero este es un mal necesario… -lloró en un susurro la mujer más hermosa del [Cielo].

Recibiendo la llegada de un matrimonio Japonés.


- Paralelamente en el Mundo Humano -

Desde luego que los humanos son débiles.

Son patéticos.

Aun siendo maduros no mejoraban.

E incluso solían empeorar.

De todas las criaturas del mundo los humanos eran los más insignificantes; asesinos, carentes de moral y sentimientos, se lastiman, se matan y destruyen sin motivos.

Miles de años observándolos y solo unas cepas mutadas de humanos se podían considerar dignos.

Para ser una fuente de alimento para Ángeles y Demonios eran demasiado destructivos.

Ya apenas quedan lugares donde solía pasear con sus pies descalzos sobre el verde césped, escuchando a la naturaleza.

No… La naturaleza estaba agonizando, y solo podía significar una cosa.

Ángeles y Demonios purgarían de nuevo el mundo, como cada tres mil años.

No entendía por qué se tomaban la molestia.

¿Ya era la vigésima segunda vez? Y aun no aprendían…

Decenas de pensamientos oscuros se pasearon por la mente de la pequeña niña, vestida con un traje lolita negro.

Sumamente aburrida.

Caminando por el mundo, buscando alguna distracción para su interminable existencia.

Tan vacía como el mismísimo infinito.

Pero ese día debía de ser uno excepcionalmente afortunado.

Frente a ella se daban dos sucesos anormalmente oportunos.

Atraída por la presencia de Crom Cruach la niña se había desplazado hasta los blancos terrenos que ahora la rodeaban… Para no encontrar nada.

Nada salvo una humana.

Una humana, como no, mortalmente herida, que había aparecido en un círculo mágico, algo técnicamente imposible para ella.

Paralelamente, en dirección contraria un camión embestía a un coche, destrozando su carrocería, enviándolo dando varias vueltas de campana contra el quitamiedos, partiéndolo, para acabar estrellándose en un árbol.

Un malherido niño salió del vehículo en llamas, desplomándose a los pocos metros.

Siendo atendido por la mujer.

Qué raro… ¿No había explotado el vehículo?

Ella misma podía observar que el depósito de combustible se había perforado.

El combustible bañaba el suelo bajo el coche.

El choque entre metales había liberado chispas, pero ¿Por qué no había encendido el combustible?

Poder sagrado…

La niña alzó la cabeza.

El área estaba cubierta de poder sagrado.

Esto era una intervención divina.

¿Algún Ángel de alto rango quería algo de todo esto?

¿El [Cielo] estaba protegiendo al niño?

Ligeramente extraño debía admitir, pero nada que le interesase.

Nada fuera de lo particular, hasta que la mujer sacó una joya de su bolsillo.

Esa joya…

Un Dragón.

Pero no cualquier Dragón.

El Dragón Emperador Celestial Rojo.

El Dragón Galés.

Ddraig.

Eso sí era interesante.

¿Por qué quería el [Cielo] a esa mujer que apestaba a Demonio y tenía una joya que encerraba a un congénere suyo?

Demasiadas incógnitas.

Curiosa caminó hasta ella, tocando su cabeza, invadiendo sus recuerdos, alzando las cejas al ver a Crom Cruach…

A Rizevim Livan Lucifer…

Perdiendo todo interés por la mujer, que cayó muerta en el suelo.

La pequeña centró su atención en el niño.

La mujer parecía haber realizado algún tipo de arte prohibida.

Un par de hologramas parecían interaccionar con el niño.

Dos hologramas que mostraban las figuras de unas niñas a sus lados.

La joya parecía haberse fusionado ya con el niño.

Oficialmente ese niño era el nuevo [Sekiryuutei].

-Tres personas… Tres… Tres… –murmuró la niña ausentemente –Tres… Dragones… Trinissette… -

En cuanto las niñas desaparecieron tomó al chico del pie, envolviéndolo en una esfera protectora.

Creando una grieta dimensional, arrastró al chico con ella, pasando a una dimensión sin gravedad, oscura, llena de luces a la lejanía

Otra casualidad.

Milenios buscándolo y ahora aparecía frente a ella.

El [Dragón del Apocalipsis].

[Ophis Ouroboros...]

-Great Red… -

Los inmensos ojos del Dragón se centraron en el niño que se encontraba junto a la niña.

[¿Ddraig…?]

-Aún no ha despertado. Acaban de sellarle en este humano -mirando levemente al niño.

[¿Qué quieres?]

-Los Dragones Oscuros se están moviendo… Un demonio los comanda –declaró la Diosa.

[¿Y? No tengo nada que ver con eso]

-Crom Cruach está colaborando con alguien que busca los secretos de Elohim… Sabes lo que eso significa -

[No haré nada al respecto, si eso es lo que pretendes al venir aquí, Ophis Ouroboros]

-Yo tampoco… Pero un Ángel de alto rango ha colaborado con la esposa humana de un Demonio para entregarle a este niño a Ddraig… Que ahora está frente a nosotros, que hacía siglos no nos veíamos… Este niño es algo -arrojando al chico frente al Dragón.

[Repito, ¿Y?]

-Si alguien quiere cazarnos... Si alguien quiere despertarlo... Alguien debe de hacerse cargo... Los Dioses solían enviar a "mensajeros" para hacer frente a las amenazas de las que ellos mismos no querian responsabilizarse… Yo haré lo mismo, "confiaré" en este niño. Que se encargue él… -mirando fijamente a la criatura.

[…]

-Si alguien tiene que hacer algo… Que lo haga el tercer Dios Dragón –dijo la morena -¿O es que prefieres encargarte tú, Great Red? ¿Te apetece dejar de nadar en nuestro territorio? –

[…]

-¿Entonces…? –

[¿Ese cachorro?]

-¿Algún otro candidato? –preguntó con una leve sonrisa al ser supremo.

[Ni ganas de pensar en buscarlo... Me vale con esta larva]

-Eso supuse -

[Si no existe nadie que atienda esta necesidad… Hoy, aquí, crearemos otro Dios Dragón que pueda atenderla… El Génesis… El Infinito… El Apocalipsis... Crearemos la Trinidad… Ophis Ouroboros, ¿Te comprometes a asumir las decisiones que se tomen en la Trinidad?]

-Que así sea, Red –asintió.

[Muy bien Ouroboros]

El Dragón miró detenidamente el cuerpo del chico.

[Dale tu poder… Yo le daré un cuerpo cuando me lo pida... Cuando esté preparado]

-Pero conservará su autoridad -

[Sí. Pero no será un auténtico Dios Dragón hasta que demuestre que puede serlo]

-Bien... -tocando el cuerpo del niño, imbuyendo su poder en él -No serás educado por un Dragón, serás educado por tu propia suerte. En tus espaldas recae un peso enorme. En tus manos queda el destino de los tres mundos… -mirando fijamente al pequeño -En unos años nos volveremos a ver, y para ese momento confío en que sepas actuar en consecuencia. Ddraig, cuida de él, guíale como mejor sepas…. Te confío al cachorro, te confío al Dragón de Dragones -devolviendo al niño al mundo humano.

[Que sea lo que tenga que ser, Ouroboros…]

Fueron las últimas desinteresadas palabras del majestuoso Dragón, que se perdió en la inmensidad de la [Grieta Dimensional].


Un hermoso Ángel lloraba al mismo tiempo que el cielo la acompañaba en su pesar a través de la lluvia.


Frenando bruscamente un monovolumen de detuvo a metros del coche en llamas.

A toda prisa empezaron a bajarse humanos de él.

-¡Dios mío! ¡Un accidente de coche! ¡Un camión ha embestido un coche familiar! -chillaba una mujer corriendo hasta el coche entre la lluvia.

El camión estaba volcado, con su borracho conductor bajando de la cabina sangrando de la cabeza y muy aturdido.

-Es inútil, el choque ha sido demasiado fuerte… -declaró un hombre mayor acercándose cautelosamente al coche en llamas.

-El conductor y la acompañante están muertas, lamentablemente -observando los cuerpos sangrantes de los integrantes del vehículo.

-La mujer también… Tiene una brutal hemorragia en el estómago…- murmuró otro hombre de rodillas.

-¡Un niño! ¡Hay un niño! -lloraba otra mujer -¡Dios mío! ¡El niño...! -observando el cuerpo lleno de sangre de un niño, a varios metros del coche.

-¡¿Como esta?! ¡¿Cómo está...?! -chillaba una anciana -Pobre niño… Sus padres han muerto, y él es tan pequeño... -se lamentaba la mujer.

-Parece haber sido un choque frontal… -explicó el hombre.

-¡Es un milagro! ¡Está vivo! -chilló súbitamente aliviada una de las mujeres.

-¡El niño aún está vivo! -

El niño respiraba.

Gruñía de dolor.

Estaba vivo.

-Tranquilo chico… Ya ha pasado todo… -dijo la mujer cogiéndolo en brazos y abrazándolo contra su pecho.


- Once años más tarde -

Poco recordaba el chico de su infancia, pero cada año desde que tenía constancia, visitaba en el cumpleaños de su nacimiento como Dragón un pequeño parque a las afueras de una ciudad al norte de Europa, junto a una autovía.

Con un ramo de flores en sus manos.

Abrigado por el intenso frío ya que, casualidad o no, cada año en ese día nevaba con fuerza.

El joven dejaba un rastro de pisadas por donde caminaba.

Alcanzando un árbol en concreto depositaba un ramo de rosas en su base.

Alzando la vista, observando cómo caía la nieve en silencio.

-Eve Lucifer, tus palabras no han caído en el olvido, tu sacrificio no ha sido olvidado, y tu dolor no será ignorado -apretando los puños -Yo, el actual [Sekiryuutei]... Yo, el Dragón del Génesis, responderé a tu última oración… ¡Detendré a Rizevim Livan Lucifer! -rugió el joven con una resolución inquebrantable.


- Empieza [Dragón del Génesis] -


Capítulo editado en su totalidad.