Disclaimer: Los personajes, lugares y nombres no son de mi propiedad, sino de J.K. Rowling y de la Warner. Yo sólo he escrito la historia y les he dado personalidad a nombres mencionados en los libros. No gano ni un céntimo con esto, ni pretendo hacerlo.

Memorias Perdidas

No soy una persona muy propensa a perderse en los recuerdos. Pero en las pocas veces en que miro al pasado y me vienen a la mente recuerdos tan lejanos como de una vida pasada, no puedo evitar entristecerme.

Nunca podría haberme imaginado que llegaría hasta aquí. La vida me llevó por sendas que nunca planee recorrer.

Últimamente recuerdo con claridad, casi como si hubiera pasado ayer, muchas cosas que creí olvidadas. ¿porqué ahora?

En estos tiempos en los que siento que el final puede llegar en cualquier momento, quizá mañana o esta misma noche, necesito recordar. Nunca sentí la necesidad de tener un diario, de escribir mi vida, hasta este momento, en el que la muerte nos acecha a todos.

Por eso escribo esto, por la necesidad apremiante de dejar algo tras de mi, aunque sólo sean unos cuantos pergaminos llenos de recuerdos y viejas historias. Ya que no tengo a nadie que pueda en este momento escuchar mi historia, la escribiré aquí.

Empezaré por un día de hace unos 25 años, un primero de septiembre del año...1971, creo. No tengo ganas de comprobarlo.

Tenía once años y me disponía a entrar en el colegio de mis padres, Hogwarts. Mi infancia había transcurrido en relativa tranquilidad, manchada solamente por la frialdad de mi padre y las desapariciones extrañas que venían sucediendo desde hace un año. Pero yo no me preocupaba por aquellas cosas en absoluto: eran problemas de adultos y los adultos los resolverían.

Siendo hijo único, mis padres me habían dado más atención de la que cualquier niño normal necesita. Ellos me enseñaron a leer, a escribir, y nunca tuve más amigos que mi madre y mi tío Tullius.

Todos los chicos de mi edad que vi en la Plataforma nueve y tres cuartos estaban nerviosos o asustados. Yo también lo estaba, pero no dejaría que nadie se diera cuenta.

Después de despedirme de mis padres, que me ayudaron a subir mi baúl al tren, me senté en un compartimiento vacío y me puse a leer un libro que me habían regalado.

El tren se puso en marcha y yo seguí leyendo, ignorando las voces y gritos que sonaban a mi alrededor.

Una hora más tarde, alguien abrió bruscamente la puerta de mi compartimiento.

-Hola. ¿Estás solo? ¿podemos sentarnos aquí?-me preguntó tímidamente una niña pelirroja de ojos verdes. Detrás de ella estaba un chico bajito como yo, con cabello alborotado castaño claro y ojos color miel, visiblemente nervioso.

Me encogí de hombros y ellos se sentaron. El chico cerró la puerta del compartimiento mientras la chica me tendía la mano.

-Bueno, yo me llamo Lily Evans. Él –dijo, señalando al chico junto a ella- es Remus Lupin.

-Severus Snape. –le estreché la mano brevemente.

-Encantada. –la pelirroja sonrió. –Estamos huyendo de unos niños desagradables que nos estaban molestando.

El niño se asintió y me miró a los ojos. Inmediatamente bajó la vista y se removió en su asiento.

Cerré mi libro y los miré atentamente. No había tenido la oportunidad de conocer a muchos niños de mi edad, excepto...

La pregunta que siempre hacía mi padre después de una presentación salió de mi boca antes de que pudiera pensarlo.

-¿Sois de sangre pura?

El chico me miró y asintió. La pelirroja frunció el ceño.

-¿Sangre pura? ¿A qué te refieres?

-Si todos en tu familia son magos, eres de sangre pura. Si tienes sangre de no-magos y magos, eres de sangre mezclada. Si eres de familia muggle...

-¿Qué soy?

No sabía que contestarle. Evidentemente era de familia muggle, pues cualquier otra persona no habría preguntado qué significaba ser de sangre pura.

"Sangre sucia". Las palabras que mi padre usaba tanto me sonaban en la cabeza una y otra vez. Sin embargo, no podía decirlas.

No tuve que contestarle, pues en ese mismo instante alguien abrió el compartimiento y gritó:

-¡Los encontramos!

Todos saltamos del asiento. Recuperado del susto, me giré y vi...Oh no.

Tres chicos nos miraban desde la puerta. Ya se habían puesto las túnicas negras del uniforme. Reconocí al que había hablado casi al instante: pelo negro despeinado, gafas, ojos azules. James Potter. Detrás de él estaba un chico más alto de pelo negro corto, ojos grises y una maquiavélica sonrisa en el rostro. A su lado, un chico rubio de cara redonda, con un peinado y una sonrisa similares nos miraba con interés.

James le obsequió a Lily y a Remus su sonrisita "especial", como para indicarles que tenía algo planeado para ellos. Entonces se volvió y me miró sentado en un rincón. Hizo una mueca.

-Hola, Snape.

-Muérete, James Potter.-repliqué con una mueca parecida a la suya.

Él y yo nos conocíamos desde niños. Por alguna desgraciada casualidad del destino nuestras madres habían sido amigas en el colegio y habían intentado que sus hijos siguieran su ejemplo. Por una razón que desconozco, nunca congeniamos. Cuando nos obligaban a hacer una visita a la casa del otro, siempre acabábamos peleando. Nunca le prestaba mis juguetes, y él a mi tampoco, aunque los dos teníamos de sobra. A mi me parecía que James Potter vivía para hacer de mis visitas a la casa de los Potter un infierno. Yo sólo me defendía.

-¿Los conoces?- me preguntó Lily.

-Sólo a Potter.-contesté, mirando con disgusto a sus amigos, no mejores que él seguramente.

-Que maleducado por mi parte, no hacer las presentaciones. Yo, como dice Snape , soy James Potter. Éste –señaló al chico de pelo negro- es Sirius Black, y él –señaló al rubio- es Evan Rosier.

Después me señaló a mi y les dijo a sus amigos:

-Ése enano ("mira quien habla", pensé yo) es Severus Snape.

-¿El idiota grasiento y sucio del que hablabas?- Black me echó una mirada burlona. Me mordí el labio y le miré enojado.

En cambio, Rosier me miraba de una manera muy distinta. Una pequeña sonrisa asomó a sus labios.

-¿Snape, dices? ¿Cómo Tullius Snape, el famoso Auror?

-Es mi tío. –le contesté.

-Anda. Oye...¿es cierto que le despidieron?

-¡Claro que no! Se retiró porque quería.- defendí a mi tío, aunque lo cierto es que ignoraba por completo las circunstancias por las que Tullius Snape había dejado el Ministerio de Magia.

-Yo oí que lo despidieron por practicar las Artes Oscuras. –dijo Black.

-Mentira.-gruñí, poniéndome de pie.

-Mi padre dice que todos los Snape son magos oscuros.-prosiguió. Me miraba como si fuese una babosa aplastada en un camino. Me estaba poniendo furioso.

-Tu padre es un idiota.

-Al menos no es un sirviente de-

-¡Cállate!

Se me acabó la paciencia. Salté rápidamente al asiento, abrí mi baúl y saqué mi varita mágica.

-Ooh, que miedo me das. Todavía no sabes hacer ningún hechizo. ¿Qué harás, picarme los ojos con la varita?- Black sonrió, socarrón.

Sentí la adrenalina correr por mi cuerpo mientras alzaba la varita.

-Es una buena idea. Vete ahora, o lo lamentarás.

Black no se inmutó y siguió riendo. Potter parecía dubitativo, Lily y Remus se estaban acurrucando en un rincón, lo más lejos posible de mi. Rosier me observaba tranquilamente, con una sonrisa extraña.

-¿A qué esperas?- Black abrió los brazos, exponiéndose. –¡Échame una maldición!

No lo tuvo que repetir dos veces.

Conjunctivitus!

-¡AAAAAAHHHHH!

Black cayó al suelo, gritando en agonía y cogiendose los ojos. Me acerqué a él, en medio de un éxtasis, de una explosión de sensaciones de poder, y le dije al oído-:

-Así aprenderás a respetarme a mi y a mi familia. Te lo tienes bien merecido, perro asqueroso.

Pero Black no me escuchaba, seguía gritando tan fuerte que me dolía la cabeza.

Alrededor nuestro se desató un caos terrible. James estaba arrodillado junto a su amigo, desesperado, preguntándole con una voz más aguda que la usual-:

-¿Que te pasa? ¿Qué te ha hecho?

Rosier también estaba arrodillado junto a Black, aunque mucho más calmado. Me estaba mirando de reojo.

Remus se había quedado paralizado, estaba pálido y tembloroso y no podía apartar la vista de Black, contorsionándose de dolor en el suelo. Lily se había puesto de pie, pálida, y estaba gritándome.

-¡No te quedes ahí parado! ¡HAZ ALGO! ¿¡No ves que está sufriendo!? ¡Deshaz el hechizo!

Guardé cuidadosamente mi varita entre las páginas de mi libro.

-Lo siento. –le dije a Lily, alzando la voz sobre el escándalo- pero no me sé el contrahechizo.

Alcé las manos en impotencia. Lily parecía apunto de echárseme encima, pero de pronto una voz se alzó sobre todas las otras.

-¿PUEDE SABERSE QUÉ PASA AQUÍ?

Todos nos quedamos calladas al instante. Incluso Black dejó de gritar, limitándose a dar un sollozo de vez en cuando.

Un chico grande, de unos 15 o 16 años y con un emblema de prefecto en el pecho, nos miraba desde la entrada al compartimiento. Detrás de él, una chica regordeta y con gafas un poco menor que él estaba al frente de una multitud de curiosos que luchaban por vislumbrar lo que ocurría.

El prefecto vio a Black en el suelo y preguntó:

-¿Qué ha pasado?

Evans se apresuró a responderle:

-Ha habido una pelea, y él –señaló a Black- insultó a su familia –me miró- y este niño le echó una maldición en los ojos, ¿puede ayudarlo?

El prefecto ayudó a Black a levantarse del suelo, y me miró con el ceño fruncido.

-Todos sois de primer año ¿verdad?

Asentimos.

-Deberíais saber que está prohibido pelear en el tren. En cuanto lleguemos a Hogwarts se lo tendré que contar todo a la profesora McGonagall. ¿Tu nombre es...?

-Snape.

-Muy bien. Tu, ven conmigo.- dijo, casi cogiendo en brazos a Sirius y llevándoselo fuera.

-¡Fuera, todo el mundo! ¡No hay nada que ver!-se abrió paso entre la bola de curiosos, dispersándolos.

Dedicándome una última mirada furiosa y murmurando: "pagarás por esto", Potter fue detrás del chico. Rosier lo acompañó, no sin antes despedirse:

-Nos veremos, Snape.

La pelirroja dudó un momento y luego, mirándome asustada, exclamó:

-¡Voy con ellos!

Al instante, Lupin salió de su parálisis y saltó del asiento, diciendo:

-¡Espera! Yo voy también. –y los dos se fueron, dejándome solo de nuevo.

Por fin pude respirar tranquilo. Me puse la túnica negra del uniforme, y volví a mi lectura, comiendo un bocadillo que me había dado mi madre.

Lentamente, el cielo se fue oscureciendo. El paisaje cambió de ciudades a bosques, a prados interminables, a pantanos oscuros. Pronto me aburrí de leer, así que guardé mi libro en el baúl y salí a pasear por los vagones, curioso por saber qué le había pasado a Black.

Pasé mirando grupos de chicos y chicas, charlando, riendo y jugando, ansiosos por llegar a nuestro destino.

Entonces choqué con un niño que venía corriendo de espaldas, gritando.

-¡AH!

-¡Ay!

-¡Perdón! No te vi. ¿Estás bien?

-Estoy bien, estoy bien...-dije mientras me ponía en pie.

-Primer año, ¿o me equivoco?

-Sí.

-Ah, si, ya me lo parecías. Con lo bajito que eres...Siento haberte tirado al suelo, es que les estaba enseñando a mis admiradoras –señaló un grupo de niñas que se asomaban por la puerta de un compartimiento, riéndose.- cómo me atacó mi perro.

Se subió la túnica y me enseño una fea cicatriz justo encima de la rodilla.

-Era un bulldog y estaba rabioso.-comentó, como quien ha sobrevivido a una guerra cruenta.

-Ah. ¿Cómo te llamas?- le pregunté, no sabiendo qué decir.

-Edward Avery, para servirle a usted- dijo, con una exagerada reverencia, que me recordó a la manera de presentarse de mi padre. –Pero puedes llamarme Ted. ¿Y tú eres...?

-Severus Snape.

-¿Severus? No es un nombre muy corriente, ¿verdad?- dijo con una sonrisa burlona.

Me puse a la defensiva de inmediato.

-¿Qué tiene de malo mi nombre?

Avery dejó de sonreír. Era un chico más alto que yo, con un pelo desordenado rubio rojizo, casi naranja y ojos café claro. Pese a su aspecto desarreglado y algo rudo, pareció encogerse frente a mi. Alzó las manos en gesto de rendición.

-¡No, no! No lo dije con mala intención, de veras, no me hagas daño. ¿Sabes que...-miró nerviosamente a las chicas que estaban escuchando cada palabra de nuestra conversación, y bajó la voz.

-Dicen por ahí que un tal Snape le voló los ojos a un niño de un solo hechizo. ¿Es...es cierto?

Sonreí un poco, sorprendido por la rapidez con la que corrían las noticias.

-Algo así. –le contesté.

Avery abrió la boca, seguramente para indagar un poco más, pero al final hizo una pregunta distinta:

-¿En qué casa crees que estarás?

-¿Yo? No estoy seguro. Mi padre estaba en Slytherin, pero mi madre era de Ravenclaw.

-Yo estoy convencido de que estaré en Slytherin. Toda mi familia, por lo que yo sé, ha estado en esa casa.

Al oír que el tema de la conversación era seguro, las niñas se acercaron y se unieron a nosotros. Todas se me presentaron pero no pude recordar el nombre de ninguna.

-Mis padres dicen que Gryffindor es la mejor casa. –dijo una chica regordeta con dos coletas.

-Eso es mentira. La mejor es Slytherin.-contestó una chica alta con el pelo negro tan largo que le llegaba a la cintura.

-La peor es Hufflepuff, seguro. Si a mi me toca me regreso a casa en seguida. –dijo otra, con el pelo tan corto que parecía un niño.

-¡Ja! Mi padre estuvo en Hufflepuff y dice que no está nada mal. –dijo una chica con gafas aun mas bajita que yo.

-¿En qué trabaja tu padre, si puede saberse?-preguntó una niña morena con facciones extranjeras.

-Es...es conserje en el Ministerio de Magia.-murmuró la otra en voz baja, ruborizándose.

-¿Ves? En Hufflepuff son todos inútiles.-le respondió la morena, altiva.

Una pelea estaba a punto de desencadenarse, pero fue evitada por la oportuna intervención de una chica pecosa que no había pronunciado palabra hasta entonces.

-¡Ya hemos llegado!

El tren se había detenido en una vieja y solitaria estación. Me preguntaba cuando abrirían las puertas y al momento siguiente me encontraba perdido en una marea de gente, empujándome fuera del tren. Entonces una figura se alzó sobre nuestras cabezas, y lancé un grito de sorpresa. Era el hombre más grande que había visto jamás, incluso parecía un gigante. Pero no podía ser, desde luego, los gigantes eran más grandes, ¿o no?

-¡Primer año! ¡Vengan aquí los de primer año! ¡Síganme!

No pude seguir preguntándome por el origen de este hombre, porque Avery me cogió del brazo y se abrió paso entre la multitud, arrastrándome. Esperamos a que el resto de primer año llegara, parados junto al hombre enorme.

-Muy bien- dijo el hombre, una vez comprobado que estábamos todos- Me llamo Hagrid y soy el guardabosques del colegio. Ahora les llevaré por el lago y podrán ver Hogwarts por primera vez. ¡Seguidme!

Lo seguimos hasta el borde de un lago, su superficie negra como la noche.

-¿Cómo vamos a ir, nadando?-preguntó Avery. Entonces vimos unos botes que se acercaban a la orilla y su pregunta quedó contestada. El guardabosques nos indicó que subiéramos a los botes, cuatro personas cada uno.

Subí al más cercano, Avery detrás de mí. Junto a nosotros se metieron otros dos chicos, uno alto y de complexión fuerte, y otro más delgado y bajito.

El chico alto me miró con aires de superioridad, mientras los botes comenzaban a moverse solos por el lago.

-¿Qué? ¿Mucho miedo, enanos? ¿Ya quereis volver a casa?

Ted lo miró con frialdad.

-¿Eres un Lestrange?

-Sí. Robert Lestrange. ¿Por?

-He oído...hablar de tu familia.

Lestrange hizo una mueca de desprecio, y se movió hacia mí.

-Tu debes ser Snape.

Asentí brevemente. No estaba seguro de que me cayeran bien esos dos chicos. El otro nos miraba con total inexpresividad en su rostro, y Lestrange sonreía descaradamente.

Un colectivo "oooooh" me distrajo de mirar a mis compañeros del bote. En frente de nosotros estaba el castillo de Hogwarts. Nunca había visto nada parecido, ni tan maravilloso. Incluso Lestrange parecía fascinado. Por fin pude comprender la razón por la cual mis padres y todos los adultos que conocía hablaban con nostalgia de sus propios días en Hogwarts.

Nuestro embelesamiento fue interrumpido por un grito y un "¡Splash!". A tan solo unos metros de distancia de nosotros, un chico se había inclinado demasiado sobre el borde del barco y se había caído. Ahora intentaba desesperadamente aferrarse al bote, gritando y tragando agua en el proceso.

-¡Calma! ¡Calma! –gritaba Hagrid, llevando su bote hasta el lugar donde el niño se ahogaba. Al llegar, metió la mano en el agua y sacó fácilmente al chico por el cuello de la túnica. Lo sentó en el bote, junto a él.

El niño, rellenito, con cabello rubio y ojos pequeños y brillantes, escupió agua, tosió y tomó aire mientras Hagrid lo regañaba:

-¿Pero como puedes ser tan descuidado? ¡Casi te ahogas!

-Es que...es que...me tiraron-sollozó el chico.

-¿Quiénes?

-Ésos de ahí, y ése.-dijo el niño, señalando a los tripulantes de su bote. Miré en su dirección y no me extrañé al darme cuenta de quienes eran: Sirius Black y Evan Rosier, sonrientes, acompañados por James, que parecía un poco culpable. Black parecía haberse recuperado del susto del hechizo aunque –como comprobé con satisfacción- todavía tenía los ojos rojizos.

Entre todo esto, ya casi habíamos llegado a la orilla del otro lado. Desenbarcamos y Lestrange empujó a Ted mientras salía del barco, mandándolo de cara al agua. Ted salió del agua, empapado y maldiciendo entre dientes, y seguimos al guardabosques por un sendero estrecho y empinado hacia el castillo.

Cuando llegamos a las grandes puertas del castillo, una bruja alta y con semblante severo nos esperaba en las escaleras. Pensé que no sería una persona con quien te podías meter en problemas. En cuanto estuvimos todos, nos dio la bienvenida al colegio y nos explicó todo sobre las cuatro casas del colegio y la selección. Yo no escuchaba, porque todo esto me lo habían explicado mis padres hace muchos años.

Finalmente nos condujo hasta un pasillo vacío, cerca del Gran Comedor. Podíamos oír las voces de los demás alumnos desde donde estábamos.

Ahí la profesora se paró y miró una pequeña nota que tenía en la mano.

-¿Quién de vosotros es Sirius Black?

Black alzó la mano, aprehensivo.

-¿Y Severus Snape? Venid aquí los dos.

Yo, que estaba escondido detrás de Avery y deseando que no dijera lo que sabría que diría, me resigné y me dirigí hacia ella.

Nos llevó a un rincón apartado del resto de los estudiantes y nos dijo, con una mirada de severidad extrema:

-Vosotros dos. Me han dicho que tuvisteis una pelea en el tren, y que tú, Black, empujaste a un niño en el lago. Ahora, -dijo, acallando las protestas de Black con un gesto de la mano- no quiero tener problemas con ninguno de los dos. ¿Entendido? Quedais advertidos.

Con esto, se volvió y se marchó por una puerta mientras Black y yo nos fulminábamos con la mirada.

Entonces Ted me jaló del brazo.

-¡Mira!

Alcé la vista y ahogué un grito de sorpresa. De todas las paredes estaban saliendo fantasmas, neblinosos y translúcidos, diciendo cosas como:

-¡Estudiantes nuevos! ¿Qué tal? ¿Nerviosos?

Lo parecía. Más de un chico parecía aterrorizado, no sólo por la presencia de los fantasmas, sino también por la inminente Selección, de la que nadie parecía saber nada cierto.

-Mi hermana Karen me dijo que era algo que tenías que hacer en frente de todo el mundo, y que si no lo lograbas, te expulsaban ahí mismo. –decía Avery, manoseando nerviosamente su sombrero.

-Eso sería genial y muy divertido para todos nosotros, ¿no crees? Que te expulsaran antes de haber comenzado las clases.

Me giré para ver quien había hablado. Detrás nuestro estaban Robert Lestrange y su amigo, mirándonos como antes, excepto que ahora se veían un poco menos confiados.

Antes de que cualquiera de nosotros se sintiera listo para lo que fuera que nos esperaba, se abrió la puerta y la profesora McGonagall nos indicó que nos formáramos en fila y la siguiéramos.

Recorrimos el Gran Comedor pasando a un lado de las cuatro mesas de cada casa y finalmente nos formamos frente a la mesa de los profesores.

-Cuando os llame por vuestro nombre, venid a poneros el Sombrero Seleccionador.

Entonces vi el sombrero viejo y gris que estaba sobre un banco, frente a nosotros. El Comedor quedó en silencio y de pronto una ranura se abrió en el sombrero y comenzó a cantar.

Tanta veces he oído cantar al Sombrero que no puedo recordar ya la letra de aquella primera vez. Todas las versiones me parecen iguales y ya ni siquiera les presto atención. Pero esa primera vez, me emocioné mucho oyendo cantar al Sombrero, no se porqué.

Cuando acabó todos aplaudimos. La profesora sacó una lista de nombres y comenzó la Selección.

-Oh no oh no oh no-empezó a decir Ted, cada vez más nervioso. Me pregunté porqué, después de todo, solo nos teníamos que poner el sombrero.

-¡Avery, Edward!-dijo la profesora McGonagall, leyendo el primer nombre de la lista. Lo empujé un poco para que avanzara. Ted caminó hacia el sombrero, temblando. Se sentó en el bando y se puso el sombrero. Esperó, inmóvil, durante unos segundos, hasta que el sombrero gritó:

-¡SLYTHERIN!

Una de las mesas de los extremos comenzó a aplaudir. Avery fue hacia allí, todavía pálido y tembloroso.

Un poco después, Sirius Black fue seleccionado para Gryffindor tan pronto como el sombrero tocó su cabeza. En cambió dudó un minuto entero antes de mandar a Olivia Clearwater (la chica bajita con gafas que conocí en el tren) a Ravenclaw.

A medida de que la fila de alumnos iba siendo seleccionada y mi turno se acercaba lentamente, me iba poniendo más nervioso. ¿Qué pasaría si el sombrero me ponía en Hufflepuff? ¿O en Gryffindor? No le haría mucha gracia a mi padre.

-¡Delilah, Derleth! – otra de las chicas del tren, la pecosa.

-¡SLYTHERIN!

-¡Evans, Lily!

Observé como la pelirroja se ponía el sombrero. Estuvo sentada en el banco durante cinco minutos enteros antes de que el sombrero tomara una decisión:

-¡GRYFFINDOR!

No pude evitar sentirme un poco decepcionado. "Por otro lado", pensaba yo, "todavía no sé en que casa estaré. Igual también me toca en Gryffindor."

-¡Fletchey, Michelle!

-¡GRYFFINDOR!

Entonces sentí que alguien me empujaba.

-Quítate de en medio.-Lestrange, quien si no, estaba a mi lado. Daba pequeños saltitos y estiraba las piernas y los brazos, como si se estuviera preparando para una pelea de boxeo. A su lado, su amigo me explicó:

-Pronto le tocará a él, se está preparando.

En efecto, minutos después, McGonagall decía su nombre.

-¡SLYTHERIN!

Maldición.

-¡Lupin, Remus!

Pálido y mordiéndose el labio, Lupin se aproximó al sombrero como si fuera una bomba a punto de estallar. Antes de ponérselo miró atrás. Siguiendo la dirección de su mirada, vi a Albus Dumbledore, el director del colegio, instándolo a ponerse el sombrero desde la mesa de profesores. Remus obedeció:

-¡GRYFFINDOR!

¿Porqué me volvía a sentir decepcionado?

McKinnon, Enid y Nott, Lydia acabaron las dos en Slytherin. ¿No eran dos de las que conocí en el tren?

-¡Pettigrew, Peter!-era el chico que se cayó al lago.

-¡GRYFFINDOR!

James Potter, como me lo esperaba, también fue seleccionado para Gryffindor.

Mi turno se acercaba cada vez más.

-Tsk! Snape!-Evan Rosier me llamaba la atención desde mi derecha. Lo ignoré porque, después de todo, era el amigo de Black y Potter.

Cuando llego su turno, sin embargo, parecía que el Sombrero seleccionador tenía otros planes para él.

-¡SLYTHERIN!

Eso si que era una sorpresa. Miré hacia la mesa de Gryffindor y distinguí a Black y Potter con la boca y los ojos bien abiertos, sin poder decir palabra. Evan no parecía nada sorprendido y se dirigió a la mesa de Slytherin como si hubiera pertenecido allí desde siempre.

-¡Snape, Severus!

Me sobresalté al oír mi nombre, tan pronto. Reuniendo todo mi valor, avancé hacia todas las caras que me miraban, me senté y me puse el sombrero, esperando que al menos así la gente dejaría de verme la cara.

Una vocecita sonó en mi oído.

-Bueno, bueno...muy inteligente, veo, y ganas de saber todavía más...Ravenclaw es perfecto para ti, me parece.

"¿Ravenclaw? ¿Cómo mi madre? Oh no, oh no, oh no...mi padre me mata seguro," pensaba yo.

-¿No te parece bien?

"Tendría que haber sido Slytherin, lo sé, le sé, lo sé...tendría que haber sido grande, tendría que haber sido mejor que mi padre".

-Lo serás, si estás dispuesto. Ya veo que tendré que cambiar mi decisión. Pero tendrás que aceptar las consecuencias de tu decisión, porque la grandeza puede traer muchos inconvenientes...

-¡SLYTHERIN!

Lo había logrado. Estaba en Slytherin, tal como mi padre había querido. Eso era lo único que podía pensar mientras, aturdido, me iba hacia la mesa de Slytherin. Mientras caminaba, vi las miradas de los chicos de otras casas. Eran miradas tipo este-chico-ya-no-tiene-salvación-irá-directo-al-infierno-pobrecito-ojalá-que-sufra-mucho.

Un chico alto y fuerte me dio una palmadita en la espalda:

-¡Bienvenido a la mejor casa de Hogwarts!

-¡Snape! ¡Aquí, aquí!

Avery me hacía señas y yo fui a sentarme a su lado. En frente mío estaba Evan.

-Hola. Te dije que nos veríamos.

-¿Cómo que estás aquí? Pensaba que estarías en-

-¿Gryffindor? Así es, toda mi familia también lo pensaba. Se van a llevar una sorpresa cuando se enteren...

-¿Viste la cara de Black y Potter cuando te eligieron aquí?

Evan dejó de sonreír.

-Si, bueno...supongo que es el destino...

-No me digas que preferirías estar en Gryffindor.-dijo Lestrange, sentándose junto a Evan. Había estado hablando con un grupo de chicas mayores y ahora se unía a nosotros, para mi gran disgusto.

-No es eso, pero...

-¿Cuándo se terminará todo esto?- Lestrange interrumpió a Evan. –Oh, mira, por fin...

-¡Wilkes, Laurence!-, el amigo de Lestrange, fue el último en probarse el sombrero.

-¡SLYTHERIN!

Wilkes vino directo hacia nosotros. Sentándose a mi lado, dijo:

-Que aburrimiento, eso de la selección. ¿Cuándo vamos a comer? Me estoy muriendo de hambre.

Acto seguido los platos se llenaron de comida, y los vasos de jugo de calabaza.

-¡Anda! ¡Cómo por arte de magia! –exclamó Avery. Lestrange escupió el jugo de calabaza en el vaso, Evan se rió y yo me limité a sonreír.

-No me digas. –fue el comentario de Wilkes.

Me dediqué a comer, escuchando la conversación de los demás. Sólo hasta ahora me daba cuenta del hambre que tenía, casi no había comido en el viaje.

Me sentí muy bien. Por fin me había librado de mis padres, tenía chicos de mi edad con quien hablar y jugar, muchas cosas que aprender, y tantas otras que –me imaginaba- haría cuando me hiciera mayor.

Ese chico soñador no tenía forma de saber que todas las personas que fueron Seleccionadas conmigo ese día, y tantas otras más, antes o después cambiarían mi destino.

Nota de la autora: Hace mucho tiempo que quiero escribir un fanfic sobre los años de Hogwarts de mi personaje favorito, Snape.

Este fic va para largo, aunque no sé si podré terminarlo. Ya pronto empezaré la escuela y tendré que hacer muchos trabajos y estudiar para un montón de exámenes, y tendré muy poco tiempo para escribir algo. Pero lo voy a intentar, vaya que si lo voy a intentar.

Por el momento no hay nada "para adultos" pero más adelante si...y creo que será SLASH, así que estais advertidos. Pero no se preocupen, por el momento este fic es bastante seguro.

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