¡Hola a todos!

Mis adorados lectores, por fin poco a poco mi musa se está dignando a cooperar asique aquí os traigo el primer capítulo de mi nueva historia. Es cortito, pero tengan en cuenta que esto es solo una pequeña introducción. El próximo prometo que será bastante más largo.

Solo os pido un poco de paciencia porque esta vez no tengo mucho tiempo para escribir asique no voy a poder actualizar una vez por semana como en el fic anterior. Aunque sí espero poder hacerlo cada dos semanas más o menos.

Bueno, solo me queda daros las gracias por adelantado a todos aquellos que me sigan en esta nueva aventura, que espero os guste tanto como la anterior.

AVISO: Este fis es un AU en el que me salto por completo el libro siete y algunos sucesos del sexto, a medida que vayan leyendo notarán los cambios.

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Disclaimer: Todo lo que reconozcáis pertenece a J.K.

-No puedo creer que este sea nuestro último curso – murmuró Harry con nostalgia.

Estaban en el Gran Comedor mientras observaban la selección de los nuevos estudiantes que cursarían en Hogwarts aquel año y los tres amigos no podían evitar sentir nostalgia por lo que aquello significaba.

Cuando aquel curso diera a su fin, se cerraría una etapa muy importante de sus vidas. Después de tantos años en el colegio, de tantas aventuras vividas, era imposible no sentir un poco de tristeza. A pesar de que la amenaza de guerra estuviera latente, intentarían disfrutar de aquel año lo máximo posible.

-Mis queridos alumnos – habló Dumbledore desde la mesa de los profesores – Tras la calurosa bienvenida a los nuevos alumnos que entran a formar parte de nuestra gran familia este año, debo daros una nueva noticia – todos los presentes tenían puesta toda su atención en el anciano director – No es muy común la llegada de un nuevo alumno a este, nuestro colegio, que no comience sus estudios en primer curso. Pero este año tenemos una nueva novedad, un estudiante de Dumstrang ha pedido su traslado para terminar su último curso aquí – los alumnos murmuraban entre ellos, curiosos por conocer al recién llegado– Démosle un fuerte aplauso a Daniel Callahan.

Todo el Gran Comedor rompió en aplausos cuando vieron aparecer a un chico moreno, alto, de tez pálida y ojos verdes. No era especialmente atractivo pero había provocado algún que otro aplauso entusiasmado entre las chicas.

-Bien, veamos en que casa lo posiciona el Sombrero Seleccionador – habló el director.

El chico se sentó ante la mirada de todos y la profesora McGonagall le colocó el sombrero sobre su cabeza. Durante unos instantes el silencio reinó en todo el lugar.

-¡Slytherin! – gritó.

La casa nombrada estalló en aplausos y el chico se acercó hasta su mesa donde se sentó.

-Bueno mi queridos alumnos, ya no os privo más de vuestra ansiada cena. ¡A comer!

Al instante los platos se llenaron de suculenta comida y desde ese momento solo se oyó el ruido de los platos y el murmullo de los alumnos.

-Qué extraña ha sido la llegada de ese chico – reflexionó Hermione – Es muy extraño que se haya cambiado de colegio para cursar tan solo el último curso.

-Lo cierto es que sí – concordó Harry – Pero bueno, si Dumbledore lo ha creído oportuno…

-¿Por qué siempre le buscas una intención oculta a todo Hermione? – se quejó Ron en un pequeño lapsus en el que su boca no estaba llena de comida – No todo el mundo es tan enrevesado como tú.

La chica miró al pelirrojo con el ceño fruncido bastante ofendida por sus palabras. Al final optó por rodar los ojos y no responderle.

La cena continuó sin ningún incidente más, los tres amigos comentaron con el resto de sus compañeros las vacaciones de verano. Al parecer todos estaban bastante asustados por la situación actual a lo que Voldemort se refería pero todos se esforzaban por evitar que aquello les afectase.

De vez en cuando Hermione dirigía miradas furtivas al recién llegado que se encontraba un par de mesas más allá, ocupando un asiento entre las serpientes. Parecía que Callahan había caído muy bien entre los compañeros de casa y había sido recibido como uno más, eso no podía ser nada bueno. Que se llevara tan bien con ellos solo podía significar una cosa, era como ellos.

Cuando la cena acabó Dumbledore se puso en pie y todos los alumnos guardaron silencio.

-Espero que la cena haya sido de su agrado mis queridos alumnos – un murmullo de afirmación se extendió por el Gran Comedor – Vuestras cómodas camas os esperan, pero antes los dos nuevos Premios Anuales, la Señorita Granger y el Señor Malfoy por favor nos acompañarán a la profesora McGonagall y a mi hacia sus nuevos aposentos.

Sí, aquel año Hermione Granger había sido elegida premio anual tal y como muchos daban por hecho. Era una alumna brillante, que poseía las mejores notas, cumplía a rajatabla las normas (menos cuando Harry y Ron la empujaban a lo contrario) y se preocupaba porque los demás hicieran lo mismo.

El otro alumno que había sido elegido Premio Anual había sido Draco Malfoy, lo cual también era de esperar por mucho que Harry y Ron se empeñaran en lo contrario. Sus notas eran casi tan buenas como las de Hermione y también era muy respetuoso con las normas, al menos de cara a los profesores.

Como era de esperar a sus amigos no les había hecho demasiada gracia enterarse de que Malfoy sería el nuevo compañero de torre de Hermione, ya que ambos poseían una para ellos solos como privilegio por sus nuevos cargos. Harry y Ron le insistieron hasta el cansancio de que renunciara a compartir torre con la serpiente y continuara en la de Gryffindor pero ella se había negado en rotundo. Aquello significaría un acto de cobardía que no estaba dispuesta a tener frente a Malfoy, compartiría torre con él y haría la convivencia lo más pacífica posible.

Se despidió de sus amigos y tanto ella como Malfoy se reunieron en la puerta del Gran Comedor junto con el director y la profesora McGonagall. La mueca de desagrado del Slytherin en cuanto vio a la chica era demasiado evidente como para pasarla por alto por lo que Hermione se vio obligada a devolverle una fulminante mirada.

Empezaban con buen pie, aunque lo cierto es que no esperaba otra cosa.

Durante el camino a la que sería su nueva torre, la profesora McGonagall no dejó de recordarles sobre lo que significaba llevar aquella insignia en el pecho. Que no solo había privilegios sino también numerosas obligaciones que debían de llevar a cabo como ejemplo para el resto del alumnado.

Hermione asentía a todo lo que la vieja profesora decía mientras que Malfoy caminaba un poco más rezagado con las manos en los bolsillos de su túnica ignorando completamente las palabras de la mujer. En cambio el profesor Dumbledore que lo observaba de vez en cuando de reojo no hacía más que sonreír de manera enigmática para sorpresa de Hermione.

-Bien Señores, este es el retrato que da entrada a su nueva Torre de Premios Anuales – les indicó la profesora señalando un cuadro de unos verdes paisajes con un apuesto jinete sobre un caballo negro como el carbón – La contraseña es sorbete de limón – no hizo falta que el aciano director sonriera para conocer quién era el autor de la contraseña – Espero que tengan una estancia pacífica y que el lugar sea de su agrado. Buenas noches.

-Buenas noches profesora – dijo Hermione mientras se dirigía a la entrada – Buenas noches director.

Dumbledore asintió y observó como Malfoy se perdía de vista tras el retrato sin decir palabra.

La profesora McGonagall suspiró.

-¿De verdad cree Albus que ha sido buena idea? – preguntó preocupada de regreso – Acabaran lanzándose maldiciones entre ellos.

-No se preocupe mi querida Minerva, tengo fe en ellos.

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Cuando Hermione entró en la que ahora sería su nueva sala común decir que se quedó completamente maravillada era quedarse corto. Ante ella se habría una enorme sala, bastante espaciosa teniendo en cuenta que solo ella y Malfoy la usarían. Una enorme mesa de roble oscuro se encontraba en uno de los extremos junto a dos sillas del mismo color, situados al lado de un enorme ventanal. También contaban con una enorme estantería repleta de libros de lo que parecía diversas materias.

Una cálida y acogedora chimenea era el centro de la gran sala junto a un sofá y un par de sillones que parecían de lo más cómodos. El lugar estaba decorado con colores tanto de una casa como de la otra, creando un ambiente acogedor por ambas partes. Al fondo, una escalera se alzaba hacia lo que seguro sería sus habitaciones y salas de aseo.

El movimiento de Malfoy a sus espaldas hizo que su atención se centrara en él, que sin decir palabra, le echó un rápido vistazo a la habitación y se dispuso a subir las escaleras hacia su habitación.

Desde su encuentro en el andén aquella mañana, Hermione no pudo dejar de notar que algo había cambiado en el rubio. Si bien su pose aristocrática y sus aires de superioridad seguían siendo latentes, al pasar junto a ella y sus amigos no les dedicó ningún insulto como venía siendo costumbre, ni siquiera una mirada de desprecio y aquello despertó cierta extrañeza en ella. Lo comentó con los demás y todos coincidieron con ella pero ninguno quiso darle más importancia, mientras los dejaran en paz no les importaba lo que pudiera estar pasándole al rubio.

Su curiosidad pudo más que ella durante la cena y de vez en cuando le dirigió una mirada de soslayo sin que nadie se percatara, Malfoy a penas participaba en las conversaciones de sus compañeros, y a penas se alegró porque el chico nuevo callera en su casa. Y aquella actitud de ignorarla ahora que se habían quedado a solas, sin aprovechar la oportunidad para insultarla no hacía más que confirmar que algo ocurría con Draco Malfoy.

Al final acabó reprochándose su actitud preocupada por el hurón. Él, que durante años se había dedicado a insultarla y a humillarla de todas las formas posibles, no se merecía en absoluto ni un segundo de sus pensamientos. Tomando la resolución de que no volvería a pensar más en el asunto observó como el chico desaparecía de su vista y con un suspiro de cansancio siguió los pasos del Slytherin y se adentró en su nueva habitación.

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Todo lo que me quieran contar ya saben, solo tienen que dejarme un review!^^

Besos y abrazos!