Todos sabemos que Elena y Damon se conocieron primero, pero ¿qué hubiese pasado si Damon no la hubiese hecho olvidar aquel momento y fuese él y no Stefan quien empezase a salir con ella?
En este fic he intentado mostrar cómo hubiese sido la primera temporada, obviamente con modificaciones en la trama, si Delena hubiese existido desde el comienzo.
Antes de nada, quería decir que he tenido que incluir un pequeño gazapo para plantear la historia tal y como quería hacerla. Los padres de Elena murieron el 23 de mayo del 2009, antes de que Elena finalizase segundo curso. Yo he situado este momento a mediados de julio para que coincidiese mejor con la historia.
Además de este pequeño cambio temporal, también he de advertir que la personalidad que muestra Damon desde un primer momento tal vez no sea la que esperáis. Damon empezó la primera temporada siendo el chico malo y poco a poco nos fue mostrando que solo era un buen chico oculto tras una máscara para que no le hiriesen los sentimientos. Quería darle ese aire a Damon en esta historia, pero cuando escribí el reencuentro Delena tras la muerte de los padres de ella sentí que Damon no podía portarse como un capullo con ella. Elena estaba sufriendo por la pérdida de sus padres y lo último que le hacía falta era un tío con sus ironías y sus comentarios fuera de lugar. Así que, avancé el proceso de evolución del comportamiento de Damon, saltándome puede que hasta alguna temporada que otra de esta evolución.
Si después de leer estas aclaraciones aún seguís queriendo leer este fanfic, bienvenidos seáis.
00000
_Prólogo_
Elena estaba en una fiesta en el bosque con sus amigos, celebrando las recién comenzadas vacaciones de verano. Su novio Matt no paraba de hacer planes de futuro: a qué universidad irían, con qué edad se casarían, cuántos hijos tendrían. Todas esas cuestiones la agobiaban.
Era cierto que Elena quería ir a la universidad, casarse y tener hijos, pero consideraba que era demasiado pronto para hablar de ello. O tal vez no se debiera a eso. Cada vez que Elena se permitía mirar hacia el futuro, era incapaz de ver a su novio Matt en él. ¿Por qué no podía verle en él? La respuesta era muy sencilla, pero tenía miedo a aceptarla: porque su relación con Matt no tenía futuro.
Cuando habló con su madre por teléfono, ella le dijo que debía liberarle. Miranda sabía el temor de su hija por perder a Matt, pero seguir con él no le haría ningún bien a ninguno de los dos. Elena confiaba en el criterio de su madre, así que supo lo que tenía que hacer, aunque no se atreviese a ello.
Elena se había alejado de la fiesta, esperando que sus padre la fueran a recoger. Mientras esperaba, hablaba con Bonnie por móvil. Ella también se empeñaba en que hablase con Matt.
-Debes decírselo, Elena –le instó esta.
-Ya lo sé, Bonnie, tienes razón –reconoció ella-. Y mi madre también. Es que... No me atrevo a decírselo. Esta noche no. Luego te llamo –le dijo antes de colgar.
En ese momento, un chico moreno de ojos azules y vestido totalmente de negro la miraba con sorpresa, como si hubiese visto un fantasma.
-Katherine –la llamó.
-No –respondió ella confusa, mirando a su alrededor-. Me llamo Elena.
El chico pareció no comprender. Sus preciosos ojos del color del océano reflejaban incredulidad.
-Uh. Eres... Igualita a... –dijo él aún dudoso, antes de cambiar a una actitud algo más relajada-. Perdona. Es que... Te pareces mucho a una persona. Soy Damon.
-No quiero ser maleducada, Damon, pero es un pelín raro que estés aquí en medio de la nada.
-¡Mira quién habla! –la acusó él divertido-. Tú también estás sola.
-Es Mystic Falls –respondió ella-. Aquí nunca pasa nada.
Elena no podía parar de sentirse algo incómoda en esa situación. No era de esas personas que se ponían a hablar con desconocidos en medio de la calle. Aún así, no dudó en sincerarse con él. Sentía una conexión especial con aquel chico, no sabía expresar lo que le hacía sentir, pero sabía que podía confiar en él.
-He discutido con mi novio –le explicó mostrándole el móvil.
-¿Por qué? –se precipitó a preguntar él-. Si puedo preguntar –concluyó levantando los brazos, en un gesto de disculpa por el atrevimiento.
-La vida –respondió ella-. El futuro. Lo tiene todo planeado.
-¿No es lo que quieres?
-No sé lo que quiero –respondió ella encogiéndose de hombros.
-Eso no es cierto. Quieres lo mismo que todo el mundo.
-¿El qué? ¿A un desconocido misterioso que lo sabe todo? –preguntó Elena divertida, haciendo reír al chico levemente.
-Digamos que llevo por aquí mucho tiempo. Sé unas cuantas cosas –respondió él algo presumido.
-A ver, Damon. Dime, ¿qué es lo que quiero? –le retó ella.
-Quieres un amor que te consuma –explicó él con una voz seductora mientras avanzaba hacia ella, acortando la poca distancia que los separaba-. Quieres pasión. Y aventura. Incluso algo de peligro.
Ambos se quedaron mirándose a los ojos fijamente. Él lucía una media sonrisa encantadora y ella quedó hipnotizada por sus ojos.
-¿Y qué quieres tú? –se atrevió a preguntar ella.
Damon se quedó atónito ante las palabras de la joven, no esperaba que le devolviese la pregunta. Cuando al fin reaccionó, sonó un claxon.
-Son mis padres -anunció ella mirando hacia atrás para ver el coche.
Elena, recordando que Damon aún no había respondido, volvió a girarse hacia él y esperó.
-Me gustaría volver a verte -es lo único que alcanzó a decir el chico.
-Es un pueblo pequeño, seguro que nos volvemos a encontrar -aseguró ella con una sonrisa tímida-. Espero que pronto.
Damon era consciente de que nadie debía saber que estaba en el pueblo, si su hermano se enteraba le arruinaría el plan; pero sentía la necesidad de conocer a aquella humana.
"Bueno, solo es una chica, no creo que el pueblo entero se entere que estoy aquí solo porque ella lo sepa", pensó él.
-Debo irme -le dijo a la joven al ver que el coche se aproximaba más.
Lo último que faltaba era que unos padres preocupados se interesasen demasiado por saber de él.
-Un placer conocerte, Damon -se despidió ella con una sonrisa.
-Buenas noches, Elena -respondió él saboreando el nombre en sus labios.
El coche de sus padres llegó hasta ella y, cuando esta quiso volver la vista hacia el chico, él ya no estaba. Se había ido.
