Chuck,Chuck, Chuck, Chuck, aquel nombre se repetía una y otra vez en su cabeza, y para desgracia de aquella persona no justamente con buenos pensamientos. Blair estaba cansada, cansada de pasar cada una de las noches des de hacia algunos meses sola, sola en una enorme cama que antes solía compartir con él, con la persona a la que había llegado a amar tanto que incluso dolía, porque le había amado, había pasado mucho tiempo a su lado, sintiéndose afortunada de tenerle, pero ahora para ella todo eran recuerdos, simples actos que cada vez olvidaba mas deprisa, ya que parecía ser que a Charles Bass tan solo le interesaban sus negocios, y ahora ella quedaba en un segundo plano, en aquella enorme casa que había terminado por ser su hogar ya que prefería no ver a Georgina en la maldita habitación de la universidad, le resultaba simplemente insoportable.
Se encontraba echada en la cama, primero mirando al techo, después girándose hacia su lado derecho, el siguiente fue el izquierdo y después simplemente se decidió por hundir su cabeza en la almohada reprimiendo el grito que quería dar por no poder ni conciliar el sueño.
Por suerte no tardo en terminar tan rendida que cayó en un placido sueño, despertando tan solo cuando su móvil sonó, ella lo maldijo pero aun así tomándolo para llevarlo al lado de su oído – Diga… - murmuró con una voz ronca, soltado un suspiro antes de abrir los ojos poco a poco mientras apartaba aquel antifaz negro con el que dormía cada noche.
Cariño…, papa ha tenido un infarto… lo… lo siento… – Eso fue lo que Blair pudo escuchar al otro lado del aparato, saliendo de la boca de su madre, que tenia la voz rota, llorando sin duda. Su rostro cambio de un momento a otro, una de sus manos paso delante de su boca, que se había entreabierto por unos segundos, el teléfono cayo de su mano sobre la cama, dando con el revote un leve traspiés para terminar en el suelo.
Y allí estaba, en plena calle, intentando tomar un taxi para ir a ver a su madre y a Román después de aquella noticia, la fuerte Blair Waldorf, la mujer que siempre intentaba aparentar ser de hielo, no debilitarse por nada cuando tantas cosas llegaban a afectarla, desesperada por poder tomar un simple taxi en las ajetreadas calles de Nueva York, mientras a cada taxi vacio que pasaba sin prestarle atención a la morena ella iba frustrándose más y más, no quería llorar y no iba ha hacerlo o eso pensaba, porque ella no podía llorar en medio de la calle, ella era una Waldorf, ella era Blair Waldorf y no podía permitirse que nadie la viera de ese modo aun que ni tan solo le conociera, porque no iba a llorar, su padre había fallecido pero no iba a llorar en plena calle, no quería derrumbarse allí sola, no podía hacerlo, necesitaba que alguien le tendiera la mano, que la mirara a los ojos y no viera la Blair que todos terminaban por ver, y sabia que él único que la veía de ese modo de entre su larga lista de contactos era Chuck y ni tan solo le había respondido a los mensajes y llamadas que le había hecho antes de salir en dirección a la casa de su madre.
Pero en un segundo las cosas se torcieron aun mas, un taxi pasó tan rápidamente que un charco termino por mojar a la muchacha, que en aquel momento era como una niña de no mas de cinco años perdida en cualquier lugar, y por eso mismo, simplemente dio dos pasos hacia atrás y termino por sentarse en las escaleras de un portal, como si fuera un simple trapo y su respiración se entrecortó, le costaba respirar, y sin más empezó a llorar como una niña, y fue solo entonces, después de tapar su cálido rostro con ambas manos escucho la voz de quien no quería escucharla, de quien hubiera preferido sin duda no escuchar.
Blair… ¿te encuentras bien? – la voz de Dan resonó en los oídos de la muchacha y ella apretó los ojos, no podía ser Dan Humphrey, básicamente porque no podía llorar frente a aquel estúpido muchacho de Brooklyn, seria la mayor vergüenza que podría pasar, simplemente porque nadie como él se merecía verla a ella de ese modo, así de simple.
Respiró profundamente varias veces, como intentando calmarse antes de apartar sus manos del rostro para observar a Dan, que seguía allí pasmado, con una cara que parecía preocupada y es que realmente estaba preocupado, Blair, era… Blair, y bueno, por muy "esposa" del demonio que fuera la conocía des de hacía ya bastante tiempo y quisiera o no le había terminado por tomar un cariño especial, un cariño mas bien protector, porque sabia que Blair no podía ser como aparentaba siempre, no podía ser simplemente fachada.
Al fin apartó sus pequeñas manos de su rostro y clavo su mirada sobre la de Dan, casi fulminándole por lo que él alzó una de sus cejas como gesto de extrañez por aquello y negó con la cabeza levemente para en un movimiento sentarse al lado de ella en las escaleras.
Y ahora me dirás que me vaya de aquí y que te deje en paz ¿verdad? – comentó el muchacho mirando al frente mientras movía una mano junto a la otra despreocupadamente para a los segundos de no obtener respuesta volver a mirar a Blair con una leve sonrisa en sus labios. – Y…
La morena le observo totalmente seria por lo que él también se quedo serio en cuanto la vio de ese modo – Puedes contarme lo que ocurre… - murmuró Dan y no pensó demasiado cuando posó su mano en la pierna de Blair, solo para ver si podía reconfortarla, como diciéndole que estaba allí y ella no pudo mas que echar a llorar de nuevo, porque no soportaba ser mas la Blair que no sentía nada, que era como un muro, que cada vez que alguien se interesaba por sus sentimientos le rebatía metiéndose con quien fuera y entonces Dan la abrazo, simplemente la abrazo estrechándola en sus brazos, pensando que de ese modo podía ayudarla y sin saberlo del cierto lo estaba haciendo.
