Prólogo.
El mundo ha caído en el caos.
Guerras han estallado en cada esquina del planeta. Cada gran orden guardiana de la paz se ha levantado en armas. Mientras, en las sombras, dos organizaciones secretas observan la batalla que se ha extendido por tres largos años. Una, lamentando la cantidad de muertes innecesarias, la otra envenenando y extendiendo sus redes de mentiras y conspiraciones para terminar hundiendo a aquellas órdenes que apenas siguen en pie.
Al final, solo la orden de Athena, se mantiene fiel a su misión y pelea contra cualquiera que se atreva a amenazar el orden y la paz en la humanidad.
Pero después de tres años de constantes peleas contra el resto del mundo, una orden que ya está mermada, sólo cinco se mantienen en el campo de batalla y pronto son superados, sin que su reina pueda hacer nada para evitarlo. Mientras el cielo reclama su presencia, su salvación, ella los ve caer uno por uno.
Solo tres siguen defendiendo el frente. Arden en furia y atacan fieramente a sus enemigos en nombre de sus hermanos caídos. En medio de la batalla, uno de ellos está en posición de ser atacado por la espalda, mientras que el otro ve lo que sucede y se interpone entre su compañero y la esfera de energía, la cual repele con su propio poder. Una pequeña mueca de dolor aparece en el rostro sudoroso y moreno del guerrero, pero su enemigo no ve nada más, no ve dolor en su rostro ni tristeza, nadie ha visto en este guerrero una sola mueca de dolor. Ni lo verá jamás.
Horas después la batalla por fin ha terminado. Tres largos años de peleas, cumpleaños pasados en el campo de batalla y por fin ha terminado. La orden de Athena vuelve a ganar en pos de la paz en la tierra. Pero paga un precio muy alto. De los pocos guerreros de quedaban en la orden sólo tres han sobrevivido.
Dos de sus hermanos, los únicos que le han mostrado lo que es la amistad siguen a su lado. Localiza a uno a varios metros de distancia, está llorando la muerte de sus compañeros. Desde que el enemigo cayó dejaron de ser guerreros, ahora sólo quedan hombres que lamentan profundamente el estado en el que ha caído el mundo.
Se voltea para buscar a su otro compañero. Lo localiza a pocos metros detrás de él. Sonríe aliviado, él sigue de pie pero el otro no se mueve, sus ojos están cubiertos por sus cabellos. Algo está terriblemente mal. Corre hacia él y se detiene, aterrorizado por lo que acaba de ver: una herida en su pecho sangra profusamente. Se acerca hasta él, lo toma de la mano, él sonríe y se desploma en sus brazos, ambos caen al suelo.
-Vas a estar bien, no te preocupes, sólo hay que…
-Escúchame, Shun.
-¡No hables, Ikki!, sólo hay que curarte y vas a estar bien…- dice Shun poniendo las manos sobre su pecho, presionando sobre la herida.
-¿Recuerdas cuando éramos pequeños y te dije que pasara lo que pasara tenias que vivir?
Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas, mientras él niega con la cabeza y sigue presionando inútilmente la herida mortal.
-¡Ya te dije que no hables!, tienes que conservar las fuerzas…
-No hay fuerzas que conservar, Shun.- dice Ikki sonriendo.
-¡No digas eso!...
Hyoga escucha el llanto desesperado de Shun y corre hasta donde están los hermanos.
-Quiero que me prometas algo. Tienes que ser muy fuerte, el mundo va a necesitarlos a ustedes…
-¡Basta, Ikki, por favor!- dice Shun llorando desconsoladamente.
Hyoga se mantiene a un metro de distancia. Ve la herida, la cantidad de sangre y sabe que no hay nada que hacer. Su corazón se encoje de dolor al escuchar a Shun llorar con tanta desolación.
-Yo siempre voy a protegerte, hermano…
-¡No!...
-Prométeme que pase lo que pase vas a vivir…
-¡¡Cállate!!- dice Shun.
El peliverde se recuesta la cabeza en el pecho de Ikki. Escucha como su corazón comienza a fallar y cierra los ojos mientras llora de forma desconsolada al saber que pronto dejará de escuchar la voz de su hermano. Siente los brazos de Ikki rodeándolo.
-Promételo, Shun.
Es la última petición de su querido hermano, de la fuente de amor más grande que ha tenido en su vida.
-Lo prometo.
Ikki sonríe débilmente y luego besa su frente con dulzura.
-Siempre voy a estar contigo, solo tienes que buscarme en tu corazón. Siempre estaré contigo…
Luego Ikki levanta la mirada, él y Hyoga se miran por unos instantes. El rubio es incapaz de decir nada, siente un nudo en la garganta. Ikki asiente lentamente y sonríe de nuevo. Aún tiene fuerzas suficientes para quitarse a Shun de encima. Se levanta, mientras la herida sigue derramando su vida en la tierra. Abraza fuertemente a Shun y éste le corresponde. Luego, con las fuerzas que le quedan lo aparta de sí y se lo entrega a Hyoga.
-Llévatelo, Hyoga…
-Lo haré- dice Hyoga.
-¡¡No, Hyoga suéltame, no, Ikki!!- Shun forcejea pero el dolor y la tristeza consumen sus fuerzas.
Ikki se aleja unos pasos de ellos mientras Hyoga abraza fuertemente a Shun. No deja de mirarlo, no deja de sonreírle, pero Shun ya no es un niño, sabe que aunque le sonría nada va a estar bien. Luego mira a Hyoga y habla con él mentalmente.
-Llévatelo de aquí, y por favor, no lo abandones nunca. Eres lo único que le queda.
-No lo haré, te lo prometo.
Luego Hyoga saca sus fuerzas de donde no las tiene para alejar a Shun de aquel lugar que sabe será la tumba de sus amigos más queridos, lo único que ellos conocen como familia. Mientras Hyoga arrastra a Shun éste ve como Ikki comienza a llorar pero no deja de sonreírle jamás.
-¡¡No!! ¡¡Ikki!!, ¡¡Hyoga, suéltame!!.
La fuerza de Shun es increíble, Hyoga está perdiendo la batalla pero cuando ve que Ikki enciende su cosmos, adivina lo que el santo piensa hacer. No puede permitir que Shun vea eso así que lo voltea y toma su rostro entre sus manos.
-Mírame, Shun.
-¡No, suéltame, por favor, tengo que ir con él!- dice Shun aún llorando.
-Mírame.
Shun no puede ver lo que sucede, Hyoga se lo impide pero sí puede sentirlo, el cosmo de Ikki poco a poco se enciende hasta su límite, se quema. Luego en un estallido de luz, todo termina. Shun deja de respirar y de pelear. Poco a poco, deja de sentir el cosmo de su hermano. Sabe que él se ha convertido en energía, que su cuerpo ya no está ahí, ni su sonrisa, ni su amor…
Ikki se ha ido para siempre….y se ha llevado con él las ganas de vivir de Shun.
Ese fue el último vuelo del ave Fénix.
