Capítulo 81 "Reencuentro de almas gemelas"

—¿Quién era? —inquirió Lay con curiosidad al ver a Yibo tan molesto. Tenía cara de dolor estomacal, lo cual era gracioso, pues además parecía un vagabundo alcohólico con esa pinta que se cargaba, sin mencionar que no soltaba la botella de tequila.

—Nadie importante —se acomodó a lo largo del sillón más amplio, descansó una mano sobre su barriga y en la otra aún sostenía la botella con firmeza. Soltó un eructo sin reparo, resonando en toda la cabaña.

—Que educación —murmuró con sarcasmo, yendo hacia su amigo para quitarle el alcohol—. Entiendo que estés deprimido, pero… si sigues bebiendo así terminarás enfermando.

—¿Y? —se quedó inmóvil en su sitio.

—Deberías tomar un baño e ingerir algo además del alcohol —suspiró Jackson, uniéndose a la discusión—. ¡Y no! ¡Cereal no es una opción! —lo regañó antes de que hablara.

—No debí traerlos —masculló entre dientes, levantándose de la sala y yendo a la cocina.

Jackson sintió alivio al verlo buscar comida en la alacena.

—En teoría… nos invitamos nosotros mismos —murmuró Lay con algo de vergüenza.

—Sí.

—No te íbamos a dejar venir solo —añadió Jackson.

Yibo no dijo nada más, se concentró todo lo que pudo en su búsqueda en la alacena.

—Ven, deja de buscar. El desayuno está listo —Lay tomó el gorro de la sudadera de Yibo y lo arrastró hasta la mesa.

—¿Hace falta tanta agresividad? —dramatizó el menor, pero el enojo se esfumó al ver el rico desayuno ante sus ojos—. Que bueno que se invitaron solos —fue lo único que dijo antes de comenzar a devorar su omelette.

Lay y Jackson se miraron entre sí, suspiraron y se sentaron a la mesa con él.

Fue hasta que estuvieron a punto de terminar el desayuno cuando Jackson recordó que habían tocado la puerta principal.

—Por cierto… ¿Quién llamó a la puerta?

Fue una pregunta casual, de esas que haces solo por curiosidad. Ni Lay ni Jackson se imaginaron que la respuesta de Yibo sería…

—Xiao Zhan.

Lay dejó caer su tenedor, y Jackson palideció. ¡Hace más de media hora que había llamado a la puerta! ¿Seguiría ahí?

—No, creo que estás muy borracho aún —Jackson se pasó una servilleta por los labios y se levantó de inmediato de la mesa para ir a echar un vistazo afuera.

Yibo negó mientras devoraba su desayuno. No tardó en terminarlo, pero todavía tenía hambre, así que fue a la cocina en busca de algo que pudiera seguir comiendo. Lay lo persiguió por todas partes para que no hiciera un desastre, pues sí, aún estaba algo borracho.

Jackson abrió la puerta y descubrió que frente a él estaba un Xiao Zhan igual de sorprendido que él por verlo ahí.

—¿Jackson?

—Xiao Zhan… —abrió mucho sus ojos, no podía creerlo, pero era verdad. Ahí estaba él.

La expresión de Xiao Zhan cambió a una indescifrable para Jackson. ¿Estaba molesto? Quién sabe, quizás solo estaba congelándose ahí afuera.

—¿Puedo hablar con Yibo?

—Sí… eh… sí —miró hacia atrás sobre su hombro y luego lo miró a él de nuevo—. Espérame aquí un momento, ¿si?

No muy conforme, asintió y se quedó afuera. Intentaba contener su temblor, pero no lo conseguía del todo. No sabía si era por el frío o por su gran nerviosismo.

Distrajo sus pensamientos un momento para enfocarse en algo más importante:

¡¿Qué hacía Jackson ahí?!

Comenzó a arrepentirse de haber ido. Pensó que Yibo estaría solo, pero no. Había llevado a Jackson a Aspen, a su lugar especial.

Estos y más pensamientos rondaban su mente mientras adentro de la cabaña se llevaba a cabo una odisea.

Cuando Wang Jackson cerró la puerta tras su espalda, vio cómo Lay aún perseguía a Yibo por la cocina, evitando que encontrara más alcohol.

—Oigan —los llamó, pero ninguno le hizo caso—. ¡Oigan! —gritó y obtuvo la atención de ambos chicos—. Xiao Zhan sí está ahí afuera —le dirigió una mirada alarmante a Lay, y una de reproche total a Yibo. Yixing no tardó en mirarlo igual que su amigo.

—¡Lleva ahí horas! —exclamó el mayor de los tres—. ¡Wang Yibo, está nevando! Y lo dejaste ahí afuera.

—Iré a abrirle la puerta —dijo Jackson, sintiéndose mal por haberlo dejado afuera también.

—No —dijo simplemente Yibo, sacando la leche y el cereal. Se había rendido en su búsqueda de alcohol. Habían vaciado su escondite.

—¿"No", qué? —inquirió Lay.

—No —respondió sin más.

—Pareces un niño pequeño —se pasó una mano por todo el rostro, algo exasperado—. Jackson, ven un momento —le hizo una seña con la cabeza y ambos se fueron a hablar lejos de Yibo.

—¿Qué hacemos? —Jackson estaba un poco nervioso por todo el asunto.

—Hablemos con Xiao Zhan, que se vaya.

El otro se asombró, no se esperaba esa respuesta.

—Pero… vino desde China.

—Lo sé, y lo lamento por él, pero si dejamos que conviva con Yibo no va a resultar nada bueno. Para empezar… ¿¡Qué demonios hace aquí!?

—Tienes razón. Vamos.

Juntos se dirigieron a la puerta y la abrieron, haciendo una barrera bajo el umbral.

—Oh.. hola —se sorprendió mucho al ver a Lay también ahí.

El pobre de Xiao Zhan se estaba congelando, sentía cómo su cuerpo se entumecía cada vez más.

—Hola, Xiao Zhan. Lo siento, pero seré breve: no deberías estar aquí.

Los ojos del aludido entristecieron por un momento, pero no sé dejó amedrentar.

—Yibo ha sufrido mucho por ti, él… —miró a Jackson en busca de apoyo.

—…él la ha pasado muy mal, pero justo ahora está un poco mejor. Si permitimos que tengan trato… bueno, esa mejoría se iría por el caño.

—En verdad necesito hablar con él.

Había viajado hasta ahí para decirle que lo amaba, que no importaba que él estuviera con una mujer, él respetaría eso y pondría empeño en hacer lo mismo. Había viajado hasta ahí para decirle todo aquello que no pudo decirle antes, pedirle que no lo excluyera más de su vida, y que… que tuvieran algún escape al extranjero de vez en cuando. Quería decirle que sentía haberlo tratado mal la última vez. Ahora entendía por qué hacía lo que hacía. Y él… bueno, solo quería saberse parte de su vida por más egoísta que eso sonara. Pero ahora ahí, en esa cabaña que hasta ahora había sido solo para ellos dos, era invadida por Wang Jackson y Lay. No pudo evitar sentir una punzada de celos en su interior. Y el hecho de que no lo dejaran verlo solo lograba hacerlo enojar.

—¿Tan importante es lo que tienes que decirle? ¿Tanto como para desbalancear de nuevo su estado emocional? —inquirió Jackson, quien había visto en primera fila cómo sufría su amigo desde hace años.

Xiao Zhan asintió, muy seguro.

Ninguno de los dos estaba seguro de dejarlo pasar.

—Zhan Zhan —dijo Lay de pronto—. Te estimo mucho, pero esto no es bueno para ninguno de los dos, ¿sabes? Lo mejor sería que… —silenció abruptamente al ver cómo los ojos de Xiao Zhan dejaban de mirarlo y se enfocaban en algo detrás de él, agrandándose con mucho asombro. Entonces Wang Yibo se abrió paso entre ellos dos, miró a Xiao Zhan a los ojos y dijo:

—Vete.

Enseguida empujó a sus amigos al interior de la cabaña y cerró la puerta con llave antes de ir al comedor de nuevo y seguir con su desayuno.

Ninguno de los otros dos dieron crédito a lo que vieron.

Yibo jamás había tratado así a Xiao Zhan.

¿Qué demonios estaba pasando?

—¡Y no abran esa maldita puerta! —gritó desde el comedor.

Demonios. ¿Ahora qué harían? Estaban en una situación muy incómoda.

—¿Ya se habrá ido? —inquirió Jackson en voz baja.

Lay se asomó por la mirilla de la puerta.

—No, sigue ahí.

—No se va a ir…

—No lo hará.

Lay suspiró y abrió la puerta.

—Zhan Zhan. Vete, por favor. Él no quiere recibirte —se lo dijo con todo el tacto posible.

—Ha estado bebiendo, ¿no es así?

Lay asintió.

—No me voy a ir hasta que me deje hablar con él, o hasta que esté sobrio. Cualquier cosa que suceda primero.

—Te vas a congelar ahí. ¡Está nevando!

—Aquí esperaré —hizo la nieve a un lado en uno de los bordes de madera del barandal y se sentó ahí.

Sí, se estaba congelando, pero no le importaba.

Lay y Jackson se sentían en un gran aprieto.

¿Qué debían hacer?

A Yibo parecía en verdad no importarle, pues estaba desayunando en completa paz.

—Yibo. Xiao Zhan no se va a ir.

El aludido no le respondió.

—Wang Yibo —intervino Wang Jackson con severidad—. Se va a congelar ahí afuera, ¿eso quieres?

—Que se congele —se encogió de hombros.

Ninguno de los dos podía creer lo que escuchaban.

Desde afuera, Xiao Zhan podía percibir el aroma a café recién hecho, a comida. Se moría de hambre y de frío. Había sido un viaje largo y no había comido mucho en el vuelo.

Pasaron un par de horas y él seguía ahí.

De pronto Wang Jackson y Lay le abrieron la puerta, pidiéndole que se fuera, por su bien, no querían que se congelara ahí afuera. Cuando lo vieron se preocuparon, estaba enfriándose demasiado. Sus labios estaban casi azules y una ligera capa de nieve lo cubría por un lado.

—No me voy a ir.

—Son igual de testarudos —espetó Lay, tomando a Xiao Zhan de la chamarra y arrastrándolo al interior.

—¿Qué haces? —preguntó Jackson en voz baja.

—¡Se va a congelar si esto sigue así! —rodeó a Xiao Zhan por los hombros y frotó sus brazos y espalda para ayudarlo a entrar en calor.

—¡Dije que no lo dejaran entrar! —exclamó Yibo.

Xiao Zhan lo miró diciendo eso y no supo describir lo que sintió en su corazón. Escucharlo decir que se fuera… le dolía mucho.

—Yibo…

—¡No! —exclamó, golpeando la mesa con ambas manos, dejando de lado lo que aún seguía comiendo. No paraba de comer.

—¿Por qué estás tan enojado conmigo? —lo enfrentó, serio y severo. Era hora de hablar.

—Tú… no eres real —se volvió a sentar y se cubrió el rostro con ambas manos.

Los otros tres se miraron entre sí, preocupados. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loco?

Lay se acercó a él y lo miró de cerca.

—Hey… —le quitó las manos del rostro—… Yibo… ¿Te sientes bien? ¿Qué te ocurre?

El aludido solo lo empujó, sin muchas fuerzas.

Jackson fue por la jarra de café negro y le sirvió una taza humeante a su amigo.

—Todavía está borracho —le puso la taza enfrente a Yibo, haciendo a un lado los platos vacíos de comida que había devorado—. Bébelo —espetó.

Xiao Zhan mantuvo su distancia, pero no se fue. Se quedó ahí, esperando el momento en que Yibo accediera a hablar con él, o al menos a que se sintiera mejor.

Yibo tomó la taza entre sus manos, se le quedó mirando unos segundos antes de sentir un gran malestar en su estómago.

De pronto, y para sorpresa de todos, se levantó y salió corriendo a trompicones de ahí.

—¡Hey! —los tres lo siguieron, hasta que se encerró en el baño y devolvió el estómago dolorosamente.

—Pensé que algo así sucedería —suspiró Jackson.

—Lleva días bebiendo sin parar, casi no había comido hasta ahora y… bueno, tampoco había vomitado —le explicó Lay a Xiao Zhan.

—Sin mencionar que en dos horas comió todo lo que no comió en la semana entera —agregó Jackson.

Angustiado, Xiao Zhan comenzó a llamar a la puerta.

—Yibo, ábreme.

Pero el aludido seguía vomitando sin parar.

Xiao Zhan empujó un poco la puerta y se dio cuenta de que no tenía seguro. Sin pensarlo dos veces, entró, cerrando la puerta tras de sí.

Se lo encontró con el rostro dentro del retrete, respirando con dificultad.

Quería ir y abrazarlo, consolarlo, pero tenía miedo de su reacción. No parecía muy cuerdo en esos momentos.

—Yibo —murmuró despacio.

—Vete —sollozó—. Vete.

—No.

—¿A qué vienes? ¿Solo para irte de nuevo? —se incorporó un poco, tiró de la palanca y se limpió el rostro con la manga de su sudadera, pero cuando se giró para verlo de frente se encontró con unos fuertes brazos que lo atraparon y lo rodearon con un amor y una calidez indescriptibles.

—Aquí estoy, soy yo, Yibo. No estás soñando, soy yo.

Sabía que su amado solía tener sueños tan vívidos que a veces creía que eran realidad. Quizás en ese momento estaba pensando que se trataba de un sueño más.

Lo apretó con fuerza entre sus brazos.

—Soy yo —repitió—. Soy real —intensificó el abrazo y se llenó de alivio cuando percibió cómo correspondía el gesto con casi la misma fuerza luego de haber inhalado su aroma con profundidad. Con eso había comprobado que sí era su Zhan Zhan y no un sueño más.

—¡Xiao Zhan! —sollozó—. Xiao Zhan, Xiao Zhan.

—Shh… shh… aquí estoy —suspiró.

¿Qué había ocurrido con Yibo? Esa pregunta rondaba la mente de Xiao Zhan una y otra vez.

Lo ayudó a levantarse, lo sentó sobre el mármol junto a la bañera y fue por una toalla húmeda y tibia para limpiar su rostro. Yibo se dejó hacer, y Xiao Zhan aprovechó para mirarlo.

Estaba muy demacrado. No se había afeitado quizás en más de una semana porque su barba ya era incipiente. Acarició su piel con cuidado hasta dejarlo limpio. Sus miradas se conectaron y sintieron de nuevo esa chispa en su interior.

Xiao Zhan lo volvió a apretar entre sus brazos. Yibo apoyó su cabeza en el pecho del otro y se dejó mimar un poco.

—No me siento bien —murmuró de pronto.

Xiao Zhan ya se lo esperaba.

—¿Te duele el estómago?

Yibo asintió.

—Ven, vamos a tu cuarto, necesitas descansar.

Con cuidado lo ayudó a levantarse y lo llevó hasta su cuarto. Luego fue en busca del botiquín y sacó un buen antiácido para llevárselo. Se aseguró de que lo bebiera y luego besó su frente.

—Duerme.

Pero Yibo lo tomó con fuerza del brazo.

—¿Estarás aquí cuando despierte?

—Siempre —volvió a besar su frente—. Descansa, nos vemos más tarde.

—Zhan Zhan… —sus ojos estaban cansados y enrojecidos. Sus labios pálidos y resecos. Definitivamente era una visión de Yibo muy extraña—…lo siento. No quiero que te vayas. Quédate, quédate siempre. Este… este es tu lugar también.

Xiao Zhan se enterneció hasta la médula. Era una combinación agridulce de sentimientos, pues también le causaba mucha tristeza verlo así.

—Disculpa aceptada —peinó sus cabellos con cariño y lo dejó dormir.

Cuando salió de la habitación, ya lo estaban esperando Lay y Wang Jackson en la sala con una taza humeante de café para él también.

—Gracias —aceptó y se sentó a beber con ellos.

—Y lograste domar a la bestia —dijo Wang Jackson para romper el silencio que solo era interrumpido por el crepitar del fuego de la chimenea.

—No le hace caso a nadie, pero a ti sí —añadió Lay.

Xiao Zhan sonrió levemente de lado. No era la primera vez que le decían aquello.

—Imagino que querrás saber qué ha pasado en estos días —supuso Lay, luego suspiró y continuó—. La primera semana estuvo bien, hicimos mucho deporte, pero llegó san Valentín y… No ha hecho más que beber desde entonces. Y cada vez que le quitamos la botella saca otra de quién sabe dónde.

—Esconderé su reserva, la tiene oculta en la alacena sobre el refrigerador. Solo hay que cambiarla de lugar.

—Oh… conoces bien esta cabaña.

—Sí.

—Que bueno que llegaste. Te necesitaba, aunque dijera que no —aseguró Jackson—. ¿Sabes por qué está así? —sabía que quizás estaba siendo indiscreto, pero Yibo era su amigo más querido.

—En San Valentín habríamos cumplido 5 años de relación.

Eso los dejó en silencio por un buen rato. Sí sabían que se debía a eso, pero Xiao Zhan terminó por confirmárselos.

—Y este lugar… —miró a su alrededor—…nos trae bastantes recuerdos —esbozó una sonrisa agridulce.

Ahora Lay y Jackson entendían muchas cosas.

—Fue una mala combinación. No sé porqué vino aquí en primer lugar —suspiró—. Quise venir antes, pero no pude… No tenía idea de que ustedes dos estaban acompañándolo.

—¿Te incomoda que estemos aquí?

—No, me tranquiliza. Me alegra que no haya estado solo todo este tiempo. Gracias por cuidar de él.

Ambos sonrieron y asintieron.

—Nadie sabe que estamos aquí. ¿Cómo lo supiste?

—Tengo mis contactos —sonrió de forma misteriosa.

A los otros dos ahora les alegraba mucho que Xiao Zhan estuviera ahí, así al regresar a China no se quedarían tan preocupados por su amigo, ya no estaría solo.

Horas más tarde escucharon que Yibo despertó, lo escucharon bajar arrastrando los pies, y cuando se asomó a la sala y vio que Zhan Zhan sí estaba ahí, casi se desmayó.

—Oh por Dios.

—No fue un sueño, tonto, es solo que estabas demasiado borracho para identificarlo —le dijo Jackson.

Xiao Zhan fue hacia él, pero Yibo se alejó.

—Vuelvo en un momento, yo… tengo que ir al baño —salió corriendo sin más.

Momentos más tarde volvió a aparecer en la sala, bañado, limpio, afeitado. Aunque sus ojos rojos, sus ojeras, y sus labios pálidos y resecos no se iban.

—Ya era hora de que te ducharas —dijo Lay.

—Aunque sigues apestando a alcohol, lo estás transpirando —se quejó Wang Jackson.

Yibo de inmediato se olfateó a sí mismo, tenía razón.

Sentía mucha vergüenza con su Xiao Zhan.

Este lo miraba en completa calma, sosteniendo ahora una taza de té entre sus manos mientras lo miraba desde el sillón individual.

Se veía precioso con su suéter tejido de cuello alto en color beige, tan hermoso, pulcro y con sus mejillas ligeramente enrojecidas por el calor de la chimenea cerca de él. Todavía no podía creer que estuviera ahí.

—Lo siento —les dijo a todos—. Lamento mi comportamiento de estos días —luego miró fijamente a Xiao Zhan—. ¿Podemos hablar?

Al fin. Lo que Xiao Zhan venía buscando desde China.

Asintiendo dejó su taza de té en la mesita y siguió a Yibo hasta su habitación.

—Lamento como te traté en la mañana.

—Esta bien, te entiendo.

—No, no está bien. No debí comportarme así. Lo siento.

Xiao Zhan extendió una mano hacia él y le acarició la mejilla.

—Está bien —repitió con su dulce voz.

—¿Qué haces aquí? —preguntó luego de un largo y pesado suspiro.

—Supe que vendrías a Aspen y pensé que sería una excelente oportunidad para hablar sin correr riesgos.

—¿De que quieres hablar?

—Sobre nuestro último encuentro.

Yibo recordó cómo se fue del hotel de Xiao Zhan luego de hacer el amor y que este no quisiera abrirle la puerta del baño. Había sido un momento sumamente incómodo y frustrante.

—No terminó muy bien.

—Por eso estoy aquí, Bo Di. Quiero disculparme.

—Zhan Zhan, soy yo quien debe disculparse. Las marcas que viste en mi…

—Está bien —cerró los ojos, no quería recordarlo más.

—Sostengo mi palabra. Entre ella y yo no ha habido nada.

—"Nada" no es la palabra adecuada.

Yibo se sonrojó un poco.

—No te voy a mentir, sí han pasado cosas, un par de veces…

La expresión de Xiao Zhan se mantuvo serena, hacía uso de su buen autocontrol para no demostrar lo mucho que le afectaba saber eso.

—Está bien —murmuró Xiao Zhan luego de que Yibo se detuviera—, continúa, es normal que ocurra algo así. ¿Sabes? Llevamos años separados.

Tenía toda la razón.

—¿También tuviste algún encuentro con una mujer? —contraatacó de inmediato, alarmado.

—No —respondió con la misma serenidad.

—¿Ni siquiera lo intentaste?

El aludido sonrió de lado y suspiró.

—Recibí un par de besos y caricias.

—¿Cuándo? ¿Quién? —preguntó apenas con aliento.

Entonces Xiao Zhan soltó una pequeña risa.

—Solo los he recibido en el set de grabación. ¿Sabes? he tenido mucho trabajo durante estos años —se llevó una mano a los labios, conteniendo sus grandes ganas de reír al ver esos celos salir a flote a pesar de que parecía contenerse.

—Es verdad —frunció el ceño, recordando a sus coprotagonistas y lo aprovechadas que eran.

Recordaba haber leído en algún lado que una de las escenas de beso en la cama tuvo que repetirse cincuenta y tres veces porque la actriz se equivocaba. ¡Ja! Sí, cómo no.

—¿Y qué hay de mi prima?

—No hay nada entre nosotros, pero sí somos excelentes amigos.

—No te creo. A ella siempre le gustaste.

Xiao Zhan se echó a reír.

—Eso ya no es así.

—¿Por qué? Necesito que me cuentes muchas cosas.

—Hay mucho por contar —suspiró, se quitó los zapatos y se sentó frente a Yibo sobre la cama—. ¿Quieres dormir, o…?

—No, hablemos —se acomodó y escuchó atentamente—. Pero, antes que nada, dime una cosa. ¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Fei Fei.

—Ah… —se molestó un poco.

—Bueno, en realidad fue así: tus padres le contaron a Fei Fei, ella charló con mi madre, y mi madre me lo dijo a mí. Tuve que hablar con Na Ying Jie y Mao para que me ayudaran a crear distracciones y poder venir a verte sin que nadie sospechara. Todo el mundo piensa que estoy en Shanghái.

—Tengo que hacerte esta pregunta de nuevo, por favor respóndeme con sinceridad.

Xiao Zhan asintió, ya sabía por dónde iba todo eso.

—¿Fei Fei y tú son pareja? ¿Han tenido algo qué ver?

Xiao Zhan ya no se rio.

—¿Es tan difícil creerme?

—No me lo tomes a mal, pero ella siempre te quiso. Además… se parece demasiado a mí. Y a ti… bueno, a ti también te gustan las mujeres.

Ahora sí, Xiao Zhan rio un poco, y es que no se lo había dicho aún, pero ese tiempo de separación le ayudó a darse cuenta de que había perdido ese gusto por las mujeres. Sí, sabía apreciar la belleza femenina, pero no se veía a sí mismo teniendo una vida junto a una, o haciéndole el amor a una.

—No le veo la gracia —refunfuñó el menor.

—Yibo, ya te lo había dicho antes: eres el único en mi vida. Dejé que los rumores de una relación entre Fei Fei y yo aumentaran porque sería bueno para ti y para mí, para alejar la atención que los medios tenían sobre nosotros. Lamento los efectos de esa decisión, pero debes saber que solo fue eso, un rumor.

El otro solo frunció los labios en completo desacuerdo. A Xiao Zhan le pareció adorable.

—Mao estuvo de acuerdo con todo esto.

Yibo alzó una ceja, pues si bien recordaba que Mao y Fei Fei habían tenido algo qué ver, no sabía si habían llegado a algo más, debido al distanciamiento con ella.

—¿Qué tiene que ver Mao en esto?

—Mucho. Él estuvo de acuerdo en dejar que los rumores crecieran sin decirte nada al respecto porque sabía que estarías en desacuerdo.

—¡Pero claro que estaría en desacuerdo!

—Hipócrita.

El aludido se cruzó de brazos mientras hacía una adorable rabieta.

—No me puedes decir eso si hiciste que mi prima rompiera su relación con su novio.

—Oh… eso. Bueno, Fei Fei y Mao ya no son novios.

Yibo lo miró con un sentimiento difícil de descifrar.

—Son prometidos —agregó.

—¡¿Qué?!

Xiao Zhan procedió a explicarle que en ningún momento habían terminado su relación. Mao simplemente estuvo de acuerdo en dejar que ese rumor se esparciera, pero nada más. Fei Fei y él pasaban mucho tiempo juntos porque en verdad eran muy buenos amigos, y porque…

—Tengo que ser sincero, Yibo. Me agradaba pasar tiempo con ella también por el hecho del gran parecido que tienen.

—¡Lo sabía!

Xiao Zhan sonrió con tristeza.

—Era una forma de sentirme cerca de ti sin ponerte en riesgo. Solo eso.

Eso desarmó a Yibo, quizás si él hubiese estado en su lugar habría hecho lo mismo.

—Creo que ahora lo entiendo un poco mejor —suspiró—. Lo siento, me he puesto muy celoso y ustedes no son nada, pero Xiao Lian Ji y yo…

—Siguen siendo novios, lo sé. Y cada día imagino el martirio por el que pasas.

—Siento mucha impotencia y enojo. Ella es muy buena, y no se merece ser parte de este juego entre el gobierno, tú y yo. A veces me siento culpable por hacerla perder el tiempo conmigo.

—Ella tomó la decisión de seguir a tu lado aun sabiendo que todo era una farsa. Así que no te sientas culpable.

Tenía razón, y Yibo lo comprendió.

—De todas formas… quisiera que eso se detuviera.

—Porque ella te ama, ¿no es así?

Yibo asintió en silencio, analizando la reacción que su amado tendría ante esa afirmación. Se sorprendió sobremanera al ver una expresión de triste empatía.

—Lo siento mucho por ella, pues la comprendo. Yo también te amo, y es imposible revertir algo así.

El rostro entero de Yibo se iluminó como si le hubieran revelado el secreto más impresionante del mundo.

No aguantó la poca distancia de menos de un metro que los separaba. Se inclinó hacia delante y rodeó sus hombros con ambos brazos, apretándolo con fuerza.

—No he dejado de amarte ni un solo segundo, Xiao Zhan, ni uno.

El aludido correspondió el abrazo con la misma intensidad, pero no pudo emitir palabra alguna, pues sabía que se le quebraría la voz si lo intentaba.

Yibo se alejó del abrazo para mirarlo a los ojos. Se conmovió hasta la médula al ver las fuerzas con las que aguantaba sus ganas de llorar.

Lo tomó de ambas mejillas con sus grandes y cálidas manos, acunando su rostro con ese cariño que mostraba solo hacia él. No era capaz de decir cosa alguna, pero no era necesario que lo hiciera, Xiao Zhan podía ver en su expresión todo aquello que no decían sus palabras.

Con delicadeza, Yibo aproximó el rostro de su amado hacía él, vio cómo Xiao Zhan cerraba los ojos, y entonces rosó sus labios con los suyos. Podía percibir la profunda respiración de Xiao Zhan, idéntica a la de él. Entonces también cerró sus ojos y convirtió ese roce en un beso, un beso lento, tentativo y bastante dulce.

—Lo siento —musitó Yibo con voz áspera al separarse—. Seguramente todavía huelo bastante a tequila —se avergonzó, llevándose el puño cerrado a los labios.

Xiao Zhan no dijo nada, soltó una pequeña risa antes de volver a besarlo, ahora un poco más profundo, tomando su rostro y pegándolo a él.

Yibo se dio cuenta con esto que a él no le importaba que estuviera transpirando tequila.

El beso era tranquilo, pero constante, sus labios se contenían un poco para no terminar sin ropa en la cama, no querían eso, o al menos no sin antes haber hablado correctamente.

La caricia terminó y Xiao Zhan le dio un tierno beso en la frente que solo logró conmoverlo aún más.

Se habían extrañado tanto que dolía. De acostumbrarse a vivir juntos tuvieron que adaptarse a la fatídica realidad de que no podían siquiera dirigirse la palabra.

—Hay algo que he querido preguntarte desde hace mucho.

La expresión preocupada de Xiao Zhan le decía que era algo serio.

—Dime —no volvió a tomar la distancia que habían tenido desde un principio, su cuerpo estaba muy cerca del de él, lo suficientemente cerca como para sentir su calor. Era agradable.

—¿Cómo se encuentra tu salud?

Yibo sonrió de lado. Ese Xiao Zhan siempre preocupándose de más.

—Estoy bien.

—¿Tú corazón?

—Tuve problemas con él hace algunos años —recordó su temporada de trabajo en Street Dance China—. Pero gracias a cierta persona mandaron a "la banca" —lo miró fijamente.

Xiao Zhan se mordió el labio inferior.

—Me declaro culpable.

—¡Lo sabía! Sí fuiste tú.

—Y no me arrepiento, no estabas bien de salud.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó con verdadera curiosidad.

—Te conozco —respondió simplemente.

A Yibo eso lo conmovió.

—Gracias.

Xiao Zhan le respondió con una linda sonrisa.

—No quise decirle a los productores sobre mi problema, ni siquiera a Wen Pei. Temía que me despidieran.

—No lo hubieran hecho, eras parte fundamental del show.

Tenía toda la razón.

—De todas formas, gracias —ese "gracias", no era solo por eso, sino por todo lo que había detrás del hecho. Ahora se daba cuenta de que Xiao Zhan estuvo siempre al pendiente de él, de su salud y bienestar.

Las siguientes horas se pasaron volando, ambos se actualizaban uno al otro sobre todo lo importante que había ocurrido en sus vidas.

Xiao Zhan seguía sorprendido desde el último encuentro por los centímetros que Yibo creció y por el volumen de su cuerpo. Estaba en muy buena forma.

—Tú también estás en forma —reconoció Yibo, recordando los brazos fuertes de su amado, y ese torso bien formado.

—Tenía que enfocarme en algo o perdería la cordura. Todo este tiempo traté de mantenerme ocupado.

—Entiendo —a Yibo le había ocurrido lo mismo.

—¿Estás feliz con tu carrera y hasta dónde has llegado? —preguntó de pronto Xiao Zhan. Para este punto ya estaban tumbados cómodamente sobre el colchón, mirando hacia el techo.

—Lo estoy —sonrió de lado.

Desde su pubertad había estado luchando por alcanzar sus sueños, trabajando arduamente. No había sido fácil, pero luego de tanto esfuerzo había conseguido muchas de sus metas.

Y ahora podía mirar en retrospectiva y darse cuenta del gran tramo que había avanzado. Era portavoz de un gran número de marcas a nivel nacional e internacional, su rostro estaba en todas partes. Se había superado a sí mismo como bailarín, carrera en la que más se enfocó durante esos años, dejó un poco de lado la actuación para no tener que coincidir con Xiao Zhan, quien sí se había enfocado más en eso, en el teatro y en el canto, sin dejar de lado toda la publicidad que se dedicaba a hacer.

Zhan Zhan no se lo había dicho, pero solía ver el rostro de Yibo a donde quiera que fuera, hasta en el transporte público. Eso lograba alegrar sus días, dejándolo con un sentimiento agridulce en pecho.

Lo que Yibo había dejado por completo de lado fue el motociclismo profesional. No volvió a competir en carreras porque sabía lo mucho que su amado se angustiaba, pero eso no significaba que no se escapara seguido para usar su motocicleta en la ciudad y carreteras aledañas.

—¿Cómo están tus padres? —preguntó Yibo—. Los extraño.

—Muy bien, pasé la navidad con ellos. También te extrañan, y cómo no sería así si los visitabas más seguido que yo.

El aludido soltó una pequeña risa.

—¿Sabes? Dormí en tu habitación muchas veces —confesó.

—Lo supuse cuando te encontré ahí. Imaginé que no sería la primera vez que estabas ahí, pues ya habías tomado la suficiente confianza como para andar descalzo en mi casa.

Yibo se avergonzó un poco.

—Tus padres me hacen sentir como en casa.

Se había encariñado mucho con ellos, y los señores con él.

—¿Cómo están tus padres? —fue el turno de Xiao Zhan para preguntar.

Yibo suspiró.

—Muy bien, siguen celebrando cada aniversario yéndose de viaje por largas temporadas. Mi padre me pregunta frecuentemente sobre ti, y mi madre… bueno, ella no lo hace porque logra enterarse de todo gracias a Fei Fei.

Xiao Zhan rio por ello.

—Sí, me mandó saludar con ella muchas veces.

—Te has vuelto mucho más famoso —dijo Yibo después de unos minutos de silencio—. Demasiado, diría yo.

Los dos eran los iconos principales de la juventud en todo el país. El teatro y el canto habían sido dos detonantes fuertes para el éxito de Xiao Zhan, así como para Yibo lo fue el baile. Conforme pasaban los años se hacían más y más famosos a nivel mundial.

A sus treinta y tres años, Xiao Zhan había recaudado una fortuna como para no volver a trabajar en su vida, y hacer que sus padres tampoco. Y Yibo, seis años menor, había alcanzado el mismo nivel. Podían bajar la intensidad de sus agendas ocupadas, de sus compromisos y trabajo, pero eso significaba tener tiempo libre para pensar, y el pensamiento que más los asediaba era el "¿Qué hubiera pasado si…?"

¿Qué hubiera pasado si hubiesen decido luchar por su amor?

¿Qué hubiera pasado si se hubieran ido del país juntos?

¿Qué hubiera pasado si hubiesen elegido seguir con su relación a escondidas?

Y la pregunta más aterradora para ambos era:

¿Qué pasará de ahora en adelante?

Debido a su edad, Xiao Zhan era cuestionado una y otra vez por el público, preguntándole si planeaba casarse y tener hijos pronto, pues ya no era tan joven.

Eso lo irritaba a grados inimaginables, pero siempre lograba guardar la compostura y responder con calma. Él aún se sentía tremendamente joven, lleno de energía y con muchos planes y proyectos en puerta, y simple y sencillamente no se sentía listo para dar ese paso por el momento (o quizás jamás, no si eso significaba unirse en matrimonio con cualquier mujer).

—He visto tus obras de teatro, y debo decir que cada ves me dejas más y más sorprendido. Eres un increíble actor —dijo Yibo con completa admiración, pero no recibió ninguna respuesta, desconcertado por ello, giró su rostro hacia él y no pudo hacer más que llenarse de ternura. Xiao Zhan se había quedado dormido.

¡Y cómo no! Había tenido un largo vuelo y todavía lo había hecho esperar afuera en el frío, por horas. ¿Y si pescaba un resfriado? Comenzó a preocuparse.

Se incorporó con cuidado de la cama y comenzó a arroparlo, pero eso hizo que el pobre se despertara de golpe.

—No estoy dormido —parpadeó repetidas veces e incorporó solo la mitad superior de su cuerpo.

Yibo rio por ello.

—Estás cansado, mejor duerme.

—No quiero desperdiciar el tiempo que pueda estar aquí.

Fue tan repentino y sincero, que Yibo percibió cómo su corazón se aceleraba. Se sentía de nuevo como un adolescente enamorado, solo Xiao Zhan lograba causar eso en él.

—Yo también tengo sueño, ¿te parece bien si dormimos una siesta?

La sonrisa espontánea de Xiao Zhan lo llenó de vida. Veía esa sonrisa de conejo en todas partes, pero no había nada comparado a verla en persona, dedicada exclusivamente para él.

—Entonces… ¿vienes? —se hizo a un lado en la cama para hacerle más espacio.

—Solo si me dejas ser la cuchara pequeña.

¿Cucharas? No habían acordado nada de eso. Por alguna extraña razón Xiao Zhan sintió que su corazón se aceleró, como si nunca hubiese hecho eso con él… ¡Como si no se hubieran acostado hace unos meses!

—Ven aquí —palmeó el colchón tibio y cómodo a su lado.

Yibo se metió a la cama y se dejó abrazar por él. Los dos soltaron un pesado y largo suspiro lleno de satisfacción. Sus cuerpos seguían encajando a la perfección al acurrucarse de esa forma, y como tenían por costumbre, Xiao Zhan pasó una pierna sobre Yibo, completando ese meloso abrazo que ambos disfrutaban como nunca. Estaban en donde pertenecían, estaban en casa.

La nariz de Xiao Zhan rosó con suavidad la nuca desnuda de su amado, traía el cabello bastante corto, así que no fue difícil hacerlo. Olía a tequila, sí, pero su esencia natural permanecía. No había duda de que seguía usando el mismo champú.

El menor se dejó abrazar y correspondió al acariciar el brazo que se colaba por debajo del suyo, descansando una mano sobre su pecho, esa mano tan linda y suave. Esa mano que podía fácilmente cubrir con la suya.

Pasaron solo minutos antes de que ambos cayeran en un profundo y agradable sueño.

Horas más tarde dos jóvenes se asomaron a la habitación, curiosos por no escuchar ruido alguno, pero solo los encontraron dormidos y abrazados. Mentirían si dijeran que no les conmovió aquella escena. Les impresionaba un poco porque jamás los habían visto en esa situación, pero estaban felices por ellos, y de ahora en adelante los defenderían ante cualquiera.

—Adorables —murmuró Lay en voz muy baja, sin dejar de sonreír luego de mirarlos—. ¿Qué? —espetó de mala gana cuando vio la expresión conmovida de Jackson.

—¿Podemos dormir así?

Lay no dijo nada, le dio un golpe en la cabeza y se fue.

—Anda, te dejo ser la cuchara pequeña —insistió, siguiéndolo por toda la cabaña.

En medio de la madrugada, Wang Yibo despertó asustado y listo para entrar en pánico como de costumbre luego de alguna de sus pesadillas. Pero todo terror se esfumó cuando al abrir los ojos lo vio frente a él. En algún punto de la noche deshicieron la pose de cucharas y cada uno durmió por su cuenta, completamente cómodos.

Yibo tenía el rostro de su amado a centímetros del suyo. Habían dejado la luz del pasillo encendida y la puerta entreabierta, esto hacía que parte del rostro de Xiao Zhan fuese iluminado. Le bastó con mirarlo para tranquilizar su incipiente pánico. Parecía un ángel, con su bella piel, sus labios entreabiertos y sus párpados suavemente cerrados. Observó ese hermoso rostro, tal como tenía tanto de no hacerlo. Acarició sus pestañas, deslizó el dorso de sus dedos por una de sus mejillas, su mentón y finalmente sus labios, apenas rosándolos.

Era tan hermoso y tan irreal que estuviera ahí con él.

—Te amo —susurró de una manera apenas perceptible, pero eso bastó para que Xiao Zhan entre sueños esbozara una pequeña sonrisa que duró apenas segundos.

Pasó un largo rato acariciándolo y disfrutando de su calor, hasta que esos preciosos y enormes ojos se abrieron. Inmediatamente Xiao Zhan sonrió al ser él lo primero en su campo de visión al abrir los ojos.

—Hola —murmuró con voz rasposa.

Yibo respondió inclinándose sobre sus labios y besándolos. Xiao Zhan rodeó su nuca con ambos brazos y lo atrajo a un beso aún más profundo, pero aun así tranquilo, deseando con toda su alma que pudieran volver a amarse como antes.

Querían hacer el amor, necesitaban hacerlo. Pero esta vez comenzó de una forma distinta al último encuentro, casi como si sus cuerpos quisieran recordarles a sus almas cómo era ser amado de verdad, como antes, con una intensa y arrebatada pasión.

Más que deseo carnal, sentían la necesidad de recordar cómo era tener al amor de su vida en cuerpo y alma.

—Zhan Ge —suspiró al sentir un beso en su cuello.

—¿Mnh?

—Hazme el amor.

El mayor detuvo lo que hacía, lo miró a los ojos y esbozó una preciosa sonrisa. Entrelazó sus dedos con los de Yibo y besó su frente.

—Seré cuidadoso.

—Por favor —soltó una risa nerviosa, había pasado tanto tiempo de la última vez que Xiao Zhan le había hecho el amor que tenía un poco de nerviosismo por el dolor inicial.

Se sentía como la primera vez, pero sin esa inseguridad o miedo. Estaban seguros de sus sentimientos, de lo que querían y de lo felices que estaban al regresar al cuerpo que tanto habían añorado, al alma que tanto habían deseado tener cerca de ellos.

Continuará…

¡Hola, pastelitos!

No quería que pasara el cumpleaños de Yibo sin actualización.

Gracias por seguir aquí! Las quiero!

05/08/21

10:00 p.m.