Capítulo 82 "Nuestro lugar especial"

Despertó sin necesidad de alarma, estiró sus músculos bajo las sábanas y soltó un pesado suspiro. De nuevo había soñado con él, que terrible sensación de vacío.

Giró sobre su costado, pero jamás imaginó que se encontraría con una espalda desnuda frente a él. ¿¡Qué estaba pasando!?

Entonces los recuerdos de lo sucedido llegaron a su mente de golpe. Sus mejillas enrojecieron y su pulso se aceleró. ¡No había sido un sueño! El dolor en su trasero se lo confirmaba, junto con los rasguños enrojecidos de esa bonita espalda frente a él.

Xiao Zhan yacía plácidamente junto a él. La sábana le cubría desde las caderas hacia abajo, dejando ver su hermosa cintura, su amplia espalda, y esa nuca tan perfecta que lo enloquecía.

No pudo evitar sonreír como un estúpido. Había deseado ese momento desde hace años. Amanecer junto a él luego de haber hecho el amor, tal como en los viejos tiempos.

Un repentino torbellino de felicidad atacó su corazón, quería saltar, gritar, y llorar de felicidad. ¿Era posible sentir tanto por una persona? No sabía si solo era amor o también obsesión. Fuera lo que fuera, estaba feliz.

Los recuerdos de lo que hicieron en la madrugada llegaron a su mente como relámpagos, incrementando su felicidad. Xiao Zhan le había hecho el amor como hace tantos años no lo hacía. Le hizo el amor mientras entrelazaba sus dedos con los de él, tomándolo de la mano con un amor difícil de describir. Su cuerpo quedó lleno de marcas que solo le recordarían ese momento cada vez que las viera.

Se deslizó con cautela entre las sábanas hasta pegar su cuerpo al de él, haciendo función de cuchara grande, besando su hombro desnudo y respirando el aroma de su cuello. Su esencia no había cambiado con los años. Seguía desprendiendo un aroma exquisito.

Para su sorpresa, Xiao Zhan no dio indicios de querer despertar. Su respiración fuerte y acompasada le indicaba que estaba teniendo un sueño profundo. Estaba teniendo un sueño reparador.

Miró por encima del hombro de su amado, hacia las cortinas entreabiertas. Estaba a punto de amanecer. Yibo sintió una necesidad que hace tiempo no tenía. Besó una vez más el hombro de Xiao Zhan y se incorporó con cuidado de la cama, no quería despertarlo. Se vistió con lo primero que encontró y salió a la terraza.

Quería disfrutar de un amanecer, de esos que Xiao Zhan tanto amaba. Pudo haberlo despertado para disfrutar de ello juntos, pero no tuvo corazón para hacerlo, prefería verlo descansar. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que el mayor resintiera su ausencia en la cama, despertando por completo luego de moverse y no sentirlo ahí.

—Buenos días —murmuró con ronca voz al abrazarlo por detrás.

Yibo sonrió, cerró los ojos y agradeció al cielo por ese momento. El aire frío congelaba sus mejillas, el olor a bosque inundaba sus sentidos, y el calor del cuerpo de Xiao Zhan junto al suyo lo llenaba de una felicidad plena difícil de describir.

—No quise despertarte. ¿Descansaste?

—Como hace mucho no lo hacía. Gracias —besó su mejilla desde atrás. Fue un beso largo, sin soltarlo de su agarre, transmitiéndole todo su amor y calidez—. ¿Tu cuerpo está bien? —preguntó de pronto.

—Sí —se giró entre sus brazos para poder verlo frente a frente. Sí, no había duda de que había crecido. Esos pocos centímetros que los separaban hace años, ya no existían más.

—¿Crees que hicimos mucho ruido anoche? —preguntó el mayor con algo de vergüenza.

—¿"Hicimos"? —alzó una ceja.

—Sí, ya no soy el único ruidoso —soltó una pequeña risa. Y tenía toda la razón, porque ninguno pudo permanecer en completo silencio durante la noche.

Yibo suspiró, aceptando la realidad.

—Las mañas se pegan —murmuró, ganándose una nalgada por parte de Xiao Zhan. Yibo la aceptó gustoso.

—Que jóvenes éramos en ese entonces, ¿no es verdad? —dijo Xiao Zhan de pronto, recargando se en la baranda junto a su amado. No tuvo que explicar más, Yibo supo a qué se refería.

—Lo dices como si ya fuésemos unos ancianos.

—A veces así me siento —murmuró con cierto tono taciturno. Yibo lo miró de reojo, él se sentía igual en muchas ocasiones—. Ahora que lo pienso, no pasaron tantos años, aunque se sintió como una eternidad.

—Y a pesar de todo este tiempo, y de todo lo ocurrido… aquí estamos.

Sí, después de todos los golpes que la vida les dio, ahí estaban. Comenzaron a recordar una jóvenes e ingenuos eran, creyendo que lo suyo podría funcionar, que podrían casarse y tener una vida tranquila y feliz. Cuan equivocados estaban.

Ahora estaban ahí, cinco años después, más maduros, con más cicatrices; pero más fuertes que nunca a pesar de las adversidades, más ahora que estaban juntos de nuevo, o al menos por el momento.

Recargados ahí, hombro con hombro, mirando ese paisaje que tantas veces habían compartido ya, se miraron de pronto a los ojos y sonrieron antes de unirse en un tierno y casto beso en el que solo sus labios se tocaban, ajenos al hecho de que eran observados por sus amigos. Estos no sabían del todo cómo debían manejar la situación, pero de lo que sí estaban seguros era del gran respeto que les tenían, y de la preocupación que comenzaban a sentir por ellos como pareja.

—Es hora de irnos, ¿no lo crees? —preguntó Lay, uniéndose a Jackson, viendo a esos dos besarse en la terraza.

—Lo es —suspiró.

—¿En qué piensas?

—Ya no quiero verlos sufrir más. Es injusto.

—Lo sé, pienso lo mismo —palmeó su espalda—. Vamos a hacer las maletas.

Jackson Wang y Lay tomaron la decisión definitiva de irse luego de confirmar que Xiao Zhan se quedaría unos días ahí. El momento en el que se enteraron de ello fue muy gracioso. Los cuatro habían terminado de desayunar cuando de pronto Xiao Zhan le hizo la pregunta a Yibo:

—¿Cuándo volverás a China?

—En una semana —dejó de hacer lo que hacía y miró a su amado. Se sintió algo triste al pensar que podría irse pronto. No le había querido preguntar cuánto tiempo estaría ahí porque temía que le dijera que solo un par de días.

—¿Me puedo quedar contigo hasta entonces?

Soltó lo que traía en manos y lo miró con asombro.

—¿Hablas en serio?

—Sí. Solo si tú así lo deseas.

—Por favor, por favor —lo atrapó entre sus brazos con mucha fuerza. Sin importarle que sus otros dos amigos estuviesen a unos metros.

—¿Qué ocurre? —preguntó Yibo al sentir que Xiao Zhan lo miraba mucho luego del abrazo.

—Nada, es solo que… desde que llegué me di cuenta de algo, pero no lo había mencionado.

—¿A qué te refieres?

—Yibo, estás más alto.

El aludido alzó una ceja, divertido por eso. Él también lo había notado.

—Mira esto —Zhan Zhan se paró hombro a hombro con él, estaban a la par.

Salieron de su burbuja de amor cuando Jackson Wang les lanzó una servilleta hecha bola.

—¡Consíganse una habitación! —dramatizó.

Lay se echó a reír junto con Xiao Zhan, mientras que Yibo le lanzó la servilleta de regreso.

—Sabía que podías ser empalagoso, Wang Yibo, pero ahora veo que estás a otro nivel. Xiao Zhan, ¿cómo lo soportas? Tan empalagoso y cursi.

—Y esto no es nada —le dijo Xiao Zhan en "voz baja", obviamente los otros dos escucharon. Pero ninguno se esperó la reacción de Yibo. Se había sonrojado hasta las orejas.

—Ya cállense —fue lo único que dijo antes de ir y pellizcar a Jackson Wang.

—¿Por qué me agredes a mí? Fue Xiao Zhan quien te delató.

—No lo voy a golpear a él —se encogió de hombros.

Zhan Zhan y Lay siguieron riendo al ver cómo se peleaban esos dos. Lay ya no decía mucho, pero observaba con atención cada momento, y estaba seguro de algo: Wang Yibo sacaba involuntariamente lo mejor de sí mismo cuando Xiao Zhan estaba cerca. Ambos se hacían mucho bien de manera mutua.

Y así, de un día para otro ya estaban solos en Aspen, tal como en los viejos tiempos. Yibo jamás hubiera imaginado que su viaje terminaría de esa forma, con un Xiao Zhan acurrucado en su cama por las noches, calentando su cuerpo con su desnudez sobre la suya.

Ese tiempo a solas fue perfecto para que pudieran hablar sobre muchos temas pendientes que no habían podido tocar en todos esos años de separación. Uno de ellos era el hecho de que Xiao Zhan se había vuelto cercano a los chicos de UNIQ.

—Querían cumplir su amenaza de hacerme mucho daño.

—¡¿Te lastimaron?! —se alarmó sobremanera.

—No, no lo hicieron —se apresuró a aclarar—. Les expliqué un poco de la situación, y entendieron.

—Y fue así como lograste saber más de mí, ¿no es así?

Xiao Zhan asintió con una traviesa sonrisa.

—Todo el tiempo estuve buscando la manera de saber sobre ti.

Yibo lo miraba con una expresión sorprendida y algo desencajada. Saber eso ahora lo hacía muy feliz, pues en su momento no tuvo idea.

—Por otra parte… —dijo de pronto el mayor—. Noté que te volviste algo cercano a Ayanga y a Dalong. Pensé que no te caían nada bien.

Yibo resopló un poco y rodó los ojos otro tanto.

—Son muy buenas personas.

Sí, en más de una ocasión fueron "dealers" de información para él.

La charla se mantuvo tranquila y agradable todo el tiempo, hasta que se volvió a tocar el tema de Xiao Lian Ji. Yibo decidió contarle más a detalle la verdad detrás de ella, de cómo llegó a su vida y con qué propósito. Sí, era su novia ante el público, pero ambos tenían muy claro lo que era en realidad su relación.

—Pero te ama, no es justo para ella.

—Lo sé, pero… ¿qué puedo hacer? No quiero que al terminar con ella los rumores sobre ti y sobre mí vuelvan a tomar poder. Xiao Zhan, tuve tanto miedo de perderte. Recibí amenazas del gobierno que decían que te harían daño si no poníamos un alto a todo, por eso comencé mi relación con ella, pero luego tú… —fue interrumpido.

—Te dediqué esa canción.

Yibo soltó un pequeño suspiro que lo dejó sin aliento. Entonces no había alucinado, sí era para él.

—Estuve meses en crisis por esa canción. Sabía que me seguías amando, lo dijiste con esa canción, pero… ¡Yo no podía ir y buscarte! Tenía que seguir con ella porque… podían hacerte daño y era lo que menos quería.

—Lo sé, lo entiendo y no te reprocho nada.

—Lo hiciste en Nueva York

Xiao Zhan frunció el ceño.

—Porque no te importó tener relaciones sexuales conmigo luego de haberte acostado con ella.

—¡No me acosté con ella!

—Yo no estaba seguro de eso en aquel momento. Toda la evidencia estaba en tu contra.

—¿Y ahora estás seguro?

—Te creo, solo eso diré.

Yibo tomó sus manos entre las suyas.

—Eres el único en mi vida, eso te lo juro. Y siempre será así.

El rostro de Xiao Zhan se contrajo en una mueca de sentimientos que no supo cómo expresar. Pero de lo que ambos estaban muy seguros era del hecho de que ninguno quería volver a China. Querían quedarse ahí donde podían amarse libremente y sin preocupaciones. Pero sabían que tenían que volver.

—¿Y ahora qué haremos? —preguntó Yibo de pronto.

Xiao Zhan entristeció, no dijo nada, y eso bastó para que Yibo reaccionara al instante.

—No… no podemos volver a distanciarnos. ¿Entonces qué significaron estos días?

—Yibo… tranquilo —tomó su rostro entre sus manos al ver que comenzaba a alterarse—. Estos días fueron algo que necesitábamos más que nunca. Pero al regresar a casa tendremos que seguir como antes.

Eso fue como un balde de agua helada para Wang Yibo.

—Pero no exactamente igual —aclaró—. Sabes que te amo, sé que me amas. Pero debes seguir con ella.

—Tiene que haber otra solución. No quiero volver a esa vida.

—La hay.

—¿Cuál?

—Huir del país.

—¡Hagámoslo! —lo abrazó—. Quedémonos aquí para siempre —suplicó contra la piel de su cuello.

—¿Y nuestras familias? —inquirió el mayor.

Tenía razón. No podía hacer eso. Se separó del abrazo.

—En cierta parte sé que estarían bien —continuó Xiao Zhan—. Al irnos del país seríamos un problema menos para el gobierno, pero… ¿te has puesto a pensar en lo que significa irnos? Nuestras carreras artísticas estarían yéndose a la basura. No me perdonaría que perdieras lo que has construido desde que eras apenas un adolescente.

Yibo se quedó en silencio, tenía toda la razón.

¿Por qué la vida era tan injusta?

Tenía que elegir entre su carrera y la persona que amaba. Nadie debería de tener tal dilema.

Pensándolo mejor, se dio cuenta de que al decidirse por Xiao Zhan no solo arruinaría su propia carrera, sino la de él también. No era capaz de hacerle algo así.

Fue entonces cuando logró entender un poco mejor la postura de él.

En un arranque de impotencia, Wang Yibo tuvo una idea. No le agradaba del todo, pero peor era nada.

—En ese caso… viajemos más seguido al extranjero. Visitemos Aspen más seguido. Si solo aquí podemos amarnos… viajemos aquí.

Xiao Zhan asintió con una sonrisa. No era tan descabellado. De hecho, ese había sido su plan inicial años atrás, pero no habían logrado contenerse y cruzaron la línea al decidir vivir juntos.

—Estaremos separados —continuó Yibo—. Pero no será tan malo como todos estos años.

Ambos sabían que podrían haber intentado eso antes, pero el miedo a hacerle daño al otro era más grande que nada. Las cosas serían distintas ahora, o al menos ese era el propósito. Tendrían sus carreras y su amor.

—Podremos soportarlo.

—Sí, lo haremos.

Sus ánimos se vieron renovados por un momento, pues trataban de creer en sus propias palabras, sin lograrlo del todo.

—No pensemos más en esto, aún nos quedan varios días por pasar aquí, concentrémonos en eso —dijo de pronto Xiao Zhan, aligerando el pesado ambiente que se había formado.

—Bien —sonrió.

Trataban, en verdad trataban de no pensar en el futuro, pero era inevitable. Por las noches tenían pesadillas, y durante el día no dejaban de sentir cierta preocupación.

No les gustaba cómo se estaba sintiendo eso.

—Tengo miedo —confesó de pronto Wang Yibo. Ya estaban listos para irse a dormir, acostados en su cama, semidesnudos, abrazado uno al otro. Pero él no pudo contenerlo más.

Xiao Zhan lo miró a los ojos entre sorprendido y aliviado.

—Yo también… —soltó en un suspiro largo.

Ciertamente no habían logrado disfrutar su compañía como imaginaron que sería. No eran los mismos jóvenes alocados que salían a caminar en el bosque, lanzándose bolas de nieve sin preocupación. De hecho, ni siquiera habían salido de la cabaña por miedo a ser reconocidos por alguien. Las cosas habían cambiado, y por más que desearan volver a como eran antes, era imposible.

—No parece, te ves tan íntegro y tan… —fue interrumpido.

—Tengo pesadillas todas las noches —confesó—. Y he notado que tú también las tienes. Ninguno de los dos ha sugerido salir de aquí, ¿por qué crees que es?

—Lo sé. Antes era casi imposible que alguien de este lado del mundo nos reconociera, pero ahora… —suspiró—. Reconocieron a Lay hace unos días.

—Ya no estamos seguros ni siquiera aquí —abrazó a Yibo con más fuerza que antes.

Ambos se abrazaron en silencio por largo rato. Sus mentes no dejaban de sobreanalizar cada situación y posibilidad. Fue así, hasta que Xiao Zhan rompió el silencio.

—No es tan malo sentir miedo.

—¿No?

—Quiere decir que aún tenemos algo que perder.

—No te quiero perder.

—Yo tampoco a ti —respiró el aroma de su cabello, rodeando su cabeza con sus brazos—, pero nos tenemos el uno al otro, y eso es lo que importa. No estoy dispuesto a seguir viviendo como lo he hecho en estos últimos años.

Yibo suspiró. De solo recordar lo monótona que se había vuelto su vida… se le revolvía el estómago.

Ambos se habían dado cuenta de algo muy importante:

Podían vivir el uno sin el otro, sí. Podían salir adelante y tener éxito en todo lo que se proponían. Pero no querían estar el uno sin el otro a pesar de que eran capaces. Eso era otro nivel de conexión entre dos almas que estaban destinadas a estar juntas.

—Trata de no pensar más en eso —dijo Yibo, acomodándose sobre el pecho de su amado para poder mirarlo cara a cara y así acariciar su mejilla—. Sé que es algo hipócrita de mi parte que te lo pida, pues yo tampoco he logrado sacar esos pensamientos de mi mente, pero… ahora estamos juntos, enfoquémonos en eso.

Xiao Zhan asintió con suavidad, disfrutando de las caricias que le proporcionaba.

—Bien, aclarado el asunto… ¿qué te parece si vamos a la cocina por algo de comer?

—¡Acabamos de cenar! —no pudo contener sus ganas de reír.

—Lo sé, pero tengo hambre de nuevo.

—Sigues siendo un agujero negro para la comida.

—Sí —besó la punta de su nariz antes de levantarse e ir a la cocina por un bocadillo nocturno.

Xiao Zhan se quedó en la cama, recostado sobre su lado derecho, abrazando una almohada y mirando la oscura noche estrellada por la puerta corrediza de cristal. Un amargo presentimiento seguía molestándolo. ¿Cuándo desaparecería?

Salió de sus pensamientos cuando sintió un cuerpo tibio acomodándose junto a él. Percibió unas manos frías colándose por debajo de su ropa, y entonces escuchó su preciosa voz.

—¿No puedes dormir?

Xiao Zhan negó con la cabeza. Pero Yibo tuvo la idea perfecta para hacer que cayera profundamente dormido. Deslizó la punta de sus dedos por todo su cuero cabelludo, trazando un camino de ida y vuelta entre sus cabellos. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara una vez más ese adorable ronquido.

—Te amo —besó su cuello con suavidad antes de acurrucarse detrás de él, abrazándolo.

A la mañana siguiente Xiao Zhan abrió los ojos y se dio cuenta de que ya era de día, pero alguien había cerrado las cortinas para que la luz del sol no le pegara directo en la cara. Se estiró con pereza bajo las mantas y descubrió que ese cuerpo cálido que había dormido junto a él ya no estaba.

—¿Yibo? —murmuró con voz ronca, buscándolo con la mirada por todas partes, pero no estaba.

Aún con mucha pereza, se levantó de la cama, fue al baño a asearse un poco y fue a buscar a su amado. Mientras bajaba las escaleras pudo percibir el delicioso aroma a comida recién preparada, junto con los típicos sonidos de utensilios de cocina siendo usados.

¿Yibo estaba cocinando?

No podía creerlo. Pero lo que menos podía creer era el hecho de que olía tremendamente bien.

Se acercó en silencio a la cocina, y lo vio: vistiendo aún su pijama, cocinando huevos revueltos y bailando al ritmo de la música que había puesto.

Travieso, Xiao Zhan se acercó a la tablet de Yibo con la intención de cambiar la canción. Para su buena fortuna, el celular estaba desbloqueada, la tomó con sigilo y reprodujo una canción muy bien conocida por ambos.

Yibo se asombró al reconocerla, y de inmediato buscó a su amado con la mirada por todas partes. Cuando lo descubrió junto a su tablet, se echó a reír. No dijo nada, solo comenzó a bailar "Pick me, pick me" para él. Sabía cuánto adoraba verlo bailar esa canción. Y aunque no recordaba del todo los pasos, hizo lo mejor que pudo.

Xiao Zhan no lo pensó dos veces antes de tomar el teléfono de Yibo que estaba junto a la tablet para comenzar a grabarlo. Merecía quedar como un buen recuerdo.

Yibo le permitió hacerlo, incluso se entusiasmó más y dio lo mejor de sí en ese pequeño baile.

—¡Wow! —dejó de grabar y comenzó a aplaudir. Estaba emocionado y bastante feliz por ese simple baile—. Maestro Wang, aún recuerda los pasos.

—Los ridículos pasos, sí —rio y se giró de nuevo hacia la estufa, antes de que los huevos se le quemaran.

—No sabía que necesitaba verte bailar eso en persona, hasta que te vi —rio—. Extrañaba mucho esto —suspiró con una sonrisa soñadora.

—El desayuno está listo, ¿quieres?

—Debo admitir que jamás imaginé escucharte decir eso —se asomó a la estufa y quedó más que maravillado al ver la pinta que tenía ese desayuno—. ¿¡Cuándo aprendiste a cocinar así!?

—Tenía que ocupar mi mente en algo durante estos años.

Le daba un poco de vergüenza admitir que se había forzado a aprender a cocinar bien porque muy dentro de sí mismo sabía que algún día volverían a estar juntos, y de ser así, quería cocinarle.

—¡Está delicioso! —exclamó al probar un poco, directo del sartén.

—No te emociones tanto, son pocas las cosas que sé cocinar. Todavía no sé tanto como tú.

—Estás siendo muy modesto —rio y besó su mejilla—. Gracias por el desayuno —susurró sin dejar de sonreír.

Esos días en Aspen fueron un pequeño oasis en medio del desierto que eran sus vidas. Ambos estaban conscientes de que en algún momento iba a terminar, y que tendrían que volver a la cruel realidad.

Justo ahora se encontraban tras la puerta principal de la cabaña, con maletas hechas y con un profundo vacío creciendo en sus corazones. Se iban a separar, una vez más.

—¿Crees soportarlo? —preguntó el menor.

—Lo soportaremos —respondió con mucha seguridad, a pesar de no creer del todo en sus propias palabras.

—¿Nos veremos pronto?

—¡Sí! Lo primero que haré al llegar será revisar mi agenda.

—Yo también. Quizá podamos vernos en un par de semanas.

—Sí, puede que sí —sonrió, con sus ánimos un poco renovados—. Quizá podamos viajar a Japón, nos queda más cerca.

—No suena mal —sonrió—. Siempre he querido visitar otros países contigo.

—Yo igual —suspiró y se quedó en silencio, mirándolo. Yibo hacía lo mismo—. No me quiero ir —se le formó un nudo en la garganta. Y entonces, sin previo aviso se vio envuelto en la calidez del abrazo de Wang Yibo.

—Nos veremos pronto. Y si no… sabes que tienes mi corazón, pase lo que pase, nunca lo dudes.

—Y tú tienes el mío, Bo Di —lo apretó con más fuerza de la necesaria.

El momento fue interrumpido por el sonido de un claxon.

—Creo que es mi taxi —murmuró Xiao Zhan al separarse del abrazo.

—Ve.

—Sí… —se sorbió la nariz, aguantando el llanto con todas sus fuerzas, pero no lo soportó mucho. Regresó a los brazos de Yibo y lo rodeó con calidez—. Cuídate mucho, por favor.

—Lo haré —correspondió con media sonrisa. Había un nudo en su garganta difícil de disipar, y más aun teniéndolo abrazado a su cuerpo de esa forma.

—Ya no bebas tanto.

—No prometo nada.

—Wang Yibo —se separó del abrazo y lo miró con reproche.

—Está bien, está bien. No beberé tanto.

En realidad, Xiao Zhan sí estaba un poco preocupado respecto a eso. Sabía por fuentes confiables que Yibo había adquirido un gusto potencialmente peligroso hacia el alcohol. Temía que ese gusto se convirtiera en algo más.

—Te amo —pegó su frente a la de Yibo y besó sus labios una última vez antes de separarse.

—Te amo… te amo mucho —suspiró luego del beso—. Vete, o el taxi te dejará, y el avión también —la expresión en sus ojos era sumamente triste a pesar de que intentaba disfrazarlo.

Xiao Zhan lo apretó una última vez contra su cuerpo, besó su mejilla y se fue sin poder evitar mirar atrás.

Yibo se quedó ahí, con las manos en los bolsillos del pantalón, mirándolo subirse al taxi e irse.

Demonios, estaba sintiendo de nuevo ese vacío. Ante la ausencia de Xiao Zhan todo lo demás sobraba. Comenzó a sentir cierta ansiedad también, y mucho miedo. ¿Y si eran descubiertos? ¿Y si alguien los había reconocido?

No, imposible. Ni siquiera habían salido de la cabaña. Pero… ¿Y si alguien reconocía a su amado en el aeropuerto y ataban cabos?

Estaba siendo un paranoico. Pero no le importaba, no volvería a cometer los mismos errores de antaño, sería extremadamente cuidadoso de ahora en más. Tanto así, que decidieron tomar vuelos distintos. Xiao Zhan tomó el de la mañana, y Yibo abordaría en el de la noche. Sí, se volvería loco estando solo en esa cabaña por todo un día, pero era necesario.

Sin embargo, estaba muy ansioso. Y no solo por el miedo a ser descubiertos, sino por el hecho de que además había acordado no cruzar palabra con Xiao Zhan de nuevo, al menos no mientras estuviesen en China. No podían intercambiar mensajes de ningún tipo, tampoco hacerse llamadas, ni siquiera enviarse cartas con sus amigos. Todo eso había sido descubierto por el gobierno años atrás. Era demasiado el riesgo que tomarían si decidían hacerlo de nuevo.

Entonces… ¿qué harían?

Encontrarían la más mínima oportunidad para salir del país, se lo harían saber uno al otro por medio de alguno de sus amigos y se verían de nuevo. Pasándose recados solo de voz en voz.

Era la única opción.

Ninguno de los dos imaginó que pasarían meses antes de poder siquiera volver a dirigirse la palabra de nuevo.

Continuará…

¡Hola, pastelitos!

Un capítulo muy corto, lo sé. Espero poder subir lo que sigue muy pronto. Y espero que sientan un poco de paz luego de verlos reconciliados y felices al menos por un momento. Ya solucionaron los malos entendidos, ahora solo les queda enfrentar al gobierno (casi nada, ajá). Se vienen momentos difíciles, pero recuerden: después de la tormenta siempre viene la calma, y de paso, la felicidad.

Pd: les debo el lemon. No me odien.

13/09/21

11:15 p.m.