Capítulo 83 "Nunca será suficiente"
Su último encuentro había sido en febrero, cuando se prometieron no volver a separarse, cuando se prometieron tampoco olvidarse el uno al otro, y amarse por siempre.
¿Cursi e ingenuo?
Tal vez.
Durante esa despedida en Aspen ninguno de los do tuvo idea de lo que estaba por llegar a sus vidas. Tenían que ser más fuertes que nunca, pues así como sus ganancias y contratos habían aumentado, también lo había hecho el número de fans a nivel global.
Pensaron que estarían a salvo el otro lado del mundo, pero no fue así. Y a pesar de que no fueron vistos uno con el otro, sí fueron reconocidos por separado. Los fans no tardaron en atar cabos y en comenzar a crear teorías que, lejos de ayudarlos, los perjudicaban.
Esos "pequeños" escándalos y tendencias en Weibo lograron que los ojos del gobierno se posaran de nuevo sobre ambos jóvenes. En especial porque se suponía que Xiao Zhan estaría en Shanghái, pero fue captado en Aspen, mismo lugar que Wang Yibo visitaba. Eso levantó sospecha tras sospecha.
Y así las "recomendaciones" del gobierno comenzaron a llegar a sus vidas una vez más. Cada uno recibió cartas por separado. En sus letras no había más que amenazas disfrazadas de fría cordialidad.
Habían desatado una nueva ola de fanatismo por el "Yizhan", y eso tenía al gobierno nuevamente muy molesto. Una vez más, estaban bajo la lupa escudriñadora. Pero a diferencia de hace años, esta vez en verdad no se lo esperaban.
No estaban a salvo en ningún lugar del mundo. No mientras la gente los reconociera.
Cuando Xiao Zhan recibió su carta, una ira indescriptible se apoderó de él. A diferencia de la última vez, en esta ocasión tuvo mucho rencor. Estaba cansado y furioso con su propio país y su gobierno retrógrada.
—Tienes que calmarte —le sugirió Mao al verlo tan alterado. Na Jie y él habían ido apresurados a verlo luego de que los llamara. El pobre estaba tan molesto y asustado que tuvo que hablarlo con las personas más cercanas a él en esos momentos.
—¡No puedo! ¿Qué quiere decir esto? —alzó la carta arrugada que tenía en su mano—. ¿De nuevo tendré que alejarme por completo de él? ¿de nuevo nuestras vidas y la de nuestras familias corren peligro? —soltó una risa amarga llena de odio.
Caminaba de un lado a otro como león enjaulado, su apariencia era algo desalineada a pesar de haber ido a trabajar en la mañana, y sus ojos rojos estaba irritados por el cúmulo de emociones que contenía muy a duras penas.
—Tengo algo que decirte, Xiao Zhan, pero necesito que te calmes —Na Jie fue algo severa a pesar de que le dolía verlo en ese estado, pero la situación lo ameritaba con urgencia.
—¿Qué sucede? —detuvo su andar de forma abrupta, y al mirarla supo que no tenía buenas noticias para él—. ¿Ahora qué pasó?
—Siéntate —Mao lo tomó del brazo y lo llevó al sillón más cercano, el menor no se resistió. Necesitaba saber con urgencia qué tenían por decirle.
—Dime ya qué está sucediendo.
—También recibí una carta —la sacó de su bolso y se la extendió.
Xiao Zhan comenzó a leerla. Sus ojos saltaban de una parte de la carta a otra.
"De la manera más atenta se solicita que se desvíe la atención que los ciudadanos involucrados han puesto sobre ellos como 'pareja'".
"No se han seguido las reglas como se había acordado años atrás".
"De ser necesario, el ciudadano Xiao Zhang deberá contraer nupcias con una mujer para disipar así los rumores que denigran y afectan los valores de nuestra amada patria".
"Las consecuencias pueden ser severas en caso de desacato".
No fue necesario que leyera más a detalle. Entendía a la perfección la amenaza de esa carta, era igual o peor que la que él recibió. La diferencia era que ya estaban involucrando a su agencia.
—Esto no es posible… —las manos le temblaban, su cuerpo entero lo hacía.
—Nos sentimos tan angustiados como tú —Na Jie lo tomó de las manos y lo miró fijo a los ojos, tratando de transmitirle todo el apoyo y amor que necesitaba en esos momentos, pero desafortunadamente no ayudaba mucho.
—Y queremos ver qué podemos hacer al respecto, si ya están involucrando también a la… —Mao fue interrumpido por el timbre del teléfono de Xiao Zhan. Este contestó de inmediato al ver que se trataba de su padre.
—Hijo… ¿Te encuentras bien?
—¿Por qué lo preguntas?
—No estás bien —suspiró al reconocer el tono de su voz.
—¿Por qué lo preguntas, papá? —insistió.
—Tu madre y yo recibimos una carta del gobierno.
—Oh no… no —su pulso se volvió a acelerar—. ¿Mamá y tú están bien? —se apresuró a preguntar.
—Estamos bien, quien nos preocupa eres tú. De nuevo se dieron cuenta de que tú y él… —ni siquiera quiso terminar la oración, era un peligro hacerlo—. No es seguro que hablemos por este medio. Iremos a visitarte lo antes posible.
—No, yo iré con ustedes. Me tomaré unos días y… —se rascó la cabeza, estaba entrando en pánico—…y los visitaré. Más tarde les confirmo mi hora de llegada.
—Bien. Hijo…
—¿Si?
—Tu madre y yo te amamos, y estamos contigo pase lo que pase. Cuentas con nosotros, ¿entendido?
Se formó un nudo tan grande en la garganta de Xiao Zhan que no logró emitir más que un ruido confirmante.
—¿Ellos están bien? —preguntó Mao apenas lo vio colgar.
El aludido asintió.
—Recibieron una carta —fue lo único que pudo decir por el momento.
—Oh no. ¿Los amenazaron?
—No lo sé, Na Jie, no me quiso dar más detalles, pero es muy probable que así sea. Iré a verlos lo antes posible.
—Esto se está saliendo de control —murmuró Mao, recargándose por completo en el sillón, estaba asustándose de verdad.
De pronto fueron interrumpidos de nuevo por un timbre, pero ahora era el del departamento. Xiao Zhan tenía visitas. Fue a abrir la puerta, sin mucho ánimo de ello, pero entonces la vio.
—Vine lo antes posible —estaba algo agitada—. ¿Te encuentras bien?
Xiao Zhan asintió y la dejó pasar.
—Fei Fei —Mao de inmediato fue hacia su prometida—. ¿Estás bien? ¿Ocurrió algo?
—Yibo y mis tíos recibieron cartas del gobierno. Toda la familia está entrando en pánico. Quise venir a ver si tú también recibiste correo —miró a su querido amigo con angustia—. Por el aspecto de ustedes tres puedo asegurar que están en la misma situación —suspiró, llena de preocupación.
—¿Cómo está Yibo? —fue lo primero que preguntó.
—Se ve igual de mal que tú —fue sincera.
Xiao Zhan le extendió la carta que tenía en sus manos, ella la leyó y comprobó que era muy similar a la de su primo.
—Ya no están seguros en ninguna parte del mundo.
—Lo sé —ya se veía más calmado por fuera, a pesar de que por dentro se estaba muriendo de la angustia.
—¿Qué vas a hacer?
—No lo sé, necesito pensar. Necesito hablar con mis padres y saber qué les escribieron a ellos.
—Haces bien, no tomes una decisión a la ligera.
—¿Yibo qué hará?
—Se encuentra en la misma situación. Mis tíos ya reservaron el primer vuelo disponible que encontraron, llegarán mañana a primera hora.
Eso le dio un poco de alivio a Xiao Zhan, al menos su amado no estaría solo.
—Pasaré la noche con él, ¿quieres que le dé un mensaje tuyo?
Los ojos de él se iluminaron ante esas palabras.
—Dile que lo amo, y que nada logrará cambiar eso.
Fei Fei asintió.
—Zhan Zhan —dijo ella de pronto, rompiendo el silencio que ninguno de los otros tres ahí presentes se atrevió a romper—. No sé qué sucedió entre ustedes allá en Aspen, pero gracias.
—¿Por qué?
—Mi primo volvió renovado, feliz, y me dirigió la palabra de nuevo luego de tanto tiempo —suspiró—. Me regresaste a mi hermano. Gracias.
El aludido sonrió de lado.
—Estaba celoso, él en verdad creía que tú y yo… —miró cómo Mao alzaba una ceja, incómodo—… bueno, le aclaré que estás comprometida.
—Eso lo hizo feliz, y volvimos a tener la buena relación que teníamos desde siempre. Incluso se disculpó.
—Me da gusto saber eso, por favor, cuídalo mucho.
—No te preocupes —asintió.
—Y cuídate tú también. Quizás… —lo pensó unos segundos—…quizás no sea buena idea que nos veamos tanto. Podríamos crear malos entendidos. El gobierno podría darse cuenta de que eres la mensajera entre él y yo y podrían… —no pudo continuar.
—Es peligroso —Mao tomó la mano de su prometida, interviniendo por primera vez—. Estoy de acuerdo con él.
—Yo no —fue tajante.
Luego de enfrascarse en una larga charla sobre lo que era seguro para ellos y lo que no, optaron por ser más sigilosos que antes, pues el gobierno los tenía sumamente vigilados. Todos corrían riesgo.
—¿Estarás bien por tu cuenta? —preguntó Mao, no muy convencido de dejarlo solo esa noche.
Xiao Zhan asintió.
—¿No prefieres pasar la noche en mi casa? Uno de mis hijos está fuera de la ciudad —sugirió Na Jie—. Podrías quedarte en su alcoba.
Conmovido por los buenos amigos que tenía, una vez más se negó a ser acompañado.
—Estaré bien. Vayan a descansar, ya es tarde.
No muy convencidos, terminaron yéndose. Iba a ser una noche muy larga para todos.
Jamás imaginó que a media noche alguien llamaría a su puerta. Desconfiado, Xiao Zhan abrió y se llevó una grata sorpresa.
—Hey, ¿puedo pasar? —saludó un sonriente Ayanga, vistiendo pijama y cargando una almohada bajo el brazo.
Por alguna extraña razón, se sintió lleno de alivio al verlo ahí, al saberse acompañado en una situación tan difícil. No se había atrevido a decirlo en voz alta, pero no quería estar solo.
—Por favor, pasa —lo recibió con una cálida sonrisa.
—Antes de que te preguntes qué hago aquí, te explicaré: Yibo me llamó, me puso al tanto de las circunstancias y me pidió que no te dejara solo.
Ahora sí, los ojos de Xiao Zhan se nublaron por las lágrimas que no se había permitido soltar.
—Dijo que te conocía lo suficientemente bien como para saber que mandarías a todos a sus casas para poder estar solo, pero eso es lo que menos quieres, ¿no es así? —dio un paso al frente mientras lo veía asentir con la cabeza, aguantando todavía el llanto—. También me pidió que te diera esto —lo rodeó de pronto con sus brazos, y lo apretó con suavidad reconfortante.
Esa acción lo dejó por completo desarmado, sus defensas bajaron y el nudo en su garganta se aflojó, dejando salir todo ese llanto que no se había permitido soltar.
A pesar de la distancia y de las circunstancias, de nuevo era Yibo quien sabía qué era lo que necesitaba. Y lo que más necesitaba en ese momento era un abrazo, cero cuestiones, solo un abrazo.
—Y este es de parte mía y de Dalong —lo apretó más fuerte—. No estás solo, Xiao Zhan. Ni tú ni Yibo.
—Gracias —fue lo único que pudo decir.
En definitiva sería una noche larga, pero más llevadera de lo que imaginó.
—Hiciste bien al mandarle esa compañía. El Yibo de hace unos años no lo hubiera siquiera considerado.
—Ya no veo las cosas igual que hace años —suspiró.
Estaba exhausto, había sido un día de muchas emociones negativas, su cuerpo estaba cansado, y el pecho le dolía un poco, quizás por toda la angustia que esas malditas cartas le provocaron.
—Fei Fei, ¿crees que esto acabe algún día?
La mirada de su hermana entristeció y terminó desviándose hacia un punto indefinido de la habitación.
—No lo sé, Yibo, no lo sé.
Ciertamente la situación actual los había tomado desprevenidos a todos. Jamás imaginaron que el gobierno se daría cuenta, mucho menos que actuaría de forma tan radical.
—¿Tendré que casarme con Xiao Lian Ji?
No pudo responder a eso.
Yibo tenía su cabeza recostada sobre el regazo de su prima, como solía hacer cuando era apenas un niño. Ahora podría tener casi veintiocho años, pero eso no impedía que su amada hermana lo cuidara de esa forma.
—Tu silencio me dice más que cualquier palabra —murmuró, repentinamente exaltado. Sentía el pulso martillándole en las sienes.
—No te adelantes, Bo Bo, espera a que tío Wang venga y te explique las opciones que hay. Nadie te puede obligar a contraer nupcias.
—Pero te pueden amenazar para que lo hagas, lo cual es lo mismo.
Fei Fei tragó en seco ante esas frías y verdaderas palabras.
—Trata de dormir un poco —continuó con el suave masaje en su cuero cabelludo.
Se había quedado con él porque tanto ella como sus padres tenían miedo de que diera rienda suelta a una borrachera. Pero no fue el caso. Estaba tan angustiado que ni eso lograría calmarlo.
Al día siguiente padres e hijos se reunieron, y ambas familias llegaron al mismo acuerdo a pesar de no haber interactuado una con la otra.
Seguirían al pie de la letra las indicaciones del gobierno.
El señor Wang sabía de primera mano cómo actuaba el gobierno ante casos como ese. Sabía de los múltiples asesinatos disfrazados de suicidio, de lo unilateral que era la ley cuando se trataba de situaciones como esas. En resumen: Wang Yibo, Xiao Zhan, y ambas familias, corrían riesgo de muerte si no ponían un verdadero alto a la interacción entre ellos dos.
Ya no se trataba solo de engañar al gobierno, se trataba de terminar de verdad con esos sentimientos que, aparentemente, solo traían desgracia a sus vidas.
El mundo se les vino encima a los dos, en especial luego de las promesas que se hicieron en Aspen esa última vez.
De pronto ninguno tuvo ánimos de seguir adelante como si nada hubiera pasado (tal como habían hecho en su última separación "definitiva" años atrás). Ahora parecían un par de adictos teniendo una severa recaída luego de una fructífera abstinencia de años.
Tal parecía que nada de lo que hicieran sería suficiente para convencer al gobierno de que no tenían una relación, nada excepto el matrimonio arreglado de ellos con otras mujeres.
Así fue como de un día para otro se empezaron a esparcir rumores de que los dos famosos tenían planes de matrimonio. Wang Yibo con su novia, y Xiao Zhan con una mujer desconocida con la que, según la prensa, llevaba años manteniendo una relación a escondidas para protegerla de ese terrible mundo de la fama.
La sociedad aceptó esos rumores con gusto, aunque ese inmenso fandom que solía emparejarlos no se lo tomó nada bien. Y así el caos se desparramó de nuevo en el internet, como fuego sobre campos de pólvora.
Wang Yibo y Xiao Zhan ya no opinaban, no intentaban nada y tampoco renegaban. Aceptaban las indicaciones y funcionaban en "modo automático". Eso preocupó a todos los que los rodeaban. Años atrás Xiao Zhan se había rebelado saliendo de fiesta en fiesta, bebiendo y conduciendo a altas velocidades. Wang Yibo había hecho lo mismo, expresando su desacuerdo de otras formas no muy diferentes. Pero ahora… ahora ninguno de los dos replicaba.
Estaban hartos.
Trabajaban día y noche, se alimentaban, dormían y cumplían con sus deberes a la perfección. Pero no eran más que robots haciendo sus tareas.
Y el fandom no tardó en darse cuenta de que algo grave les pasaba.
Los meses pasaron, y la situación parecía no tener fin esta vez. Sin embargo, si se concentraban en seguir adelante con sus trabajos, podían ignorar el hecho de que morían por dentro.
Hasta que un día… fue inevitable, y coincidieron en el baño durante uno de esos tantos eventos a los que asistían. Ya se habían visto varias veces luego de su último encuentro en Aspen, a lo lejos, sin interactuar, casi temiendo que si cruzaban la mirada podrían asesinar a uno u otro. Pero a fin de cuentas habían logrado ignorarse con éxito. Sin embargo esta vez estaban solos en ese baño.
Su temor fue tal que ninguno tuvo el valor de mirarse siquiera a los ojos, ignorándose a pesar de estar verdaderamente solos. Y es que temían ser vistos, o… ¿qué tal si las paredes tenían ojos y oídos?
¡Ja! ¿Qué era eso? ¿Rusia en 1917, acaso?
Entonces ocurrió, Xiao Zhan se armó de valor y soltó la primera palabra.
—Hola —no se atrevió a mirarlo.
Yibo lo miró fugazmente mientras se lavaba las manos.
—Hola —respondió en el mismo tono.
No había enojo entre ellos, tampoco emoción, solo había una dolorosa y fría cordialidad que funcionaba como compuerta para contener todas esas emociones que no debían salir a flote.
—¿Cómo has estado?
—Bien, ¿y tú? —se secó las manos con una toalla de papel y lo miró a los ojos, en ese momento se dio cuenta de que Xiao Zhan lo miraba intensamente. Sentía su mirada tan profunda, tan llena de sentimientos que no se atrevía a expresar de otra forma. Fue en ese momento cuando volvió a sentir esas mariposas en su estómago que no experimentaba desde hace tanto. ¿Se había sonrojado? Sentía su rostro caliente. Su corazón le taladraba los oídos y sus rodillas temblaron.
¿Todo eso le causaba Xiao Zhan?
Yibo no lo sabía, pero le estaba ocasionando lo mismo a él.
De nuevo sintió su rostro arder. Comprobó que sí estaba sonrojado al mirarse al espejo un segundo.
La comisura de los labios de Xiao Zhan se curvó ligeramente hacia arriba al verlo así de nervioso ante él. Aunque Yibo no tenía idea del temblor interno que el pobre sufría al tenerlo tan cerca una vez más.
—Bien —respondió al fin a esa pregunta que casi había quedado en el olvido.
Había tanto qué decir, pero tan poco tiempo para ello.
Así que en vez de hablar…
No tomaron una buena decisión, vaya que no, pero sus cuerpos reaccionaron antes de lo que sus mentes pudieron prever.
Acortaron la distancia entre ambos y unieron sus bocas en un ansiado y desesperado beso. Xiao Zhan tomó la nuca de Yibo y lo pegó a su cuerpo, y este tomó la cintura angosta del mayor e hizo lo mismo.
Sus labios temblaron al sentir su tacto de nuevo, sus manos ansiosas buscaron un mayor contacto uno con otro. Fue un beso apasionado, un beso triste. Recordaron ese bello amor que no pudo ser, esos efímeros meses que pasaron juntos hace tantos años, amándose, haciendo planes fantasiosos que jamás podrían cumplirse.
Solo eso había sido: un amor de efímeros meses de duración. Inició como un fuego abrasador, pero terminó consumiéndose antes de lo que cualquiera hubiera imaginado.
Se separaron del beso al sentir una humedad cayendo por sus rostros. Los dos estaban llorando en silencio. Se limpiaron las lágrimas mutuamente. Querían decirse tanto, pero sabían que eso solo sería reabrir la herida que con tato esfuerzo se habían dedicado a intentar sanar, eso solo sería crearse falsas esperanzas.
Conteniendo sus ganas de decir algo más, Xiao Zhan apretó ambas mejillas de Yibo y se paró de puntillas para besarlo en la frente. Sí, Wang Yibo había crecido en esos años, dando su último estirón hasta lograr alcanzar su estatura, estaba seguro de que ahora medían lo mismo, sino es que quizás Yibo lo rebasaba por un centímetro a lo mucho, debido al calzado que portaba.
Por su parte, Yibo acarició los labios suaves de Xiao Zhan con su pulgar, luego acarició el resto de su rostro con la punta de sus dedos, memorizando ese hermoso rostro una vez más. Sus preciosos ojos se perdieron en él por largo rato, hasta que terminó suspirando dolorosamente. Arrastró a Xiao Zhan a un fuerte abrazo, tan asfixiante que el pobre se quejó sin poder evitarlo.
—Xiao Zhan —murmuró con su grave voz.
Volver a escuchar su nombre dicho por él… lo desarmó por completo.
—Yo… —continuó Yibo, pero fue interrumpido. Tenían un mutuo e implícito acuerdo de no cruzar más palabras de las necesarias en caso de encontrarse.
—No, basta.
—Yo te sigo amando —lo tomó de los hombros y lo miró directo a los ojos, desnudando su alma para él.
Xiao Zhan quedó en shock, no porque no le creyera, claro que lo hacía porque él se sentía igual, pero le impresionaba volver a escucharlo decir eso. En especial luego de todo lo ocurrido y de las amenazas.
—Te vas a casar —le recordó al menor.
—Pura mierda —casi escupió—. Son mentiras, nunca me casaría con alguien que no seas tú —acarició la mejilla de Xiao Zhan con el dorso de sus dedos, como si se tratara de la obra de arte más hermosa y delicada del mundo.
—Yibo… —sonrió de lado mientras sus ojos se inundaban con más lágrimas.
—Lo sabes bien, ¿no?
—Lo sé —suspiró entrecortadamente, aguantando sus ganas de llorar a pulmón abierto. Tomó la mano que lo acariciaba y la besó—. Lo sé muy bien.
—Entonces no preguntes tonterías, idiota —sonrió de lado, limpiando sus lágrimas con cariño para después acunar su rostro con una mano—. ¿Y tu prometida?
Xiao Zhan musitó un intento de risa muy fallido. ¿Quién era el que hacía preguntas tontas ahora?
—Pregunto en serio, no te rías.
—No tengo prometida.
—Pero…
—Pura mierda —rio, limpiándose una lagrima rebelde.
—Este mundo está lleno de mierda —suspiró.
—Yibo…
El aludido lo miró fijamente, en ese momento podría estar incendiándose todo a su alrededor, y él no despegaría sus ojos de Xiao Zhan.
—Han salido muchos rumores a lo largo de estos meses, solo voy a decirte que nunca he estado con nadie más en este tiempo. No tengo ninguna novia, mucho menos una prometida. Son rumores que tuvimos que esparcir por seguridad —acarició su rostro.
—Lo imaginé.
—Pero… tarde o temprano tendremos que hacerlos realidad.
—Lo sé —apretó la mandíbula, un enojo difícil de manejar se estaba apoderando de él—. ¿Buscarás a Mei Mei?
Xiao Zhan se sorprendió al ver que él aún la recordaba.
—Ella ya se casó.
—Vaya, entonces tendrán que buscar a otra candidata. Fei Fei no, ni se te ocurra.
Xiao Zhan asintió con una triste sonrisa.
—Ya no me importa a quién elijan… me da igual.
—Lian Ji aceptó casarse.
—¿Se lo propusiste? —fingió felicidad por la "afortunada" pareja.
—Oh sí —rodó los ojos—. Mi abogado le explicó la situación, los términos y condiciones, y ella aceptó.
—Que romántico.
—No tienes idea cuánto.
—Yibo… —hizo a un lado el sarcasmo—. Deberías considerar buscar realmente a una mujer que te haga feliz, tener descendencia y seguir con tu vida.
—Sandeces.
—Hablo en serio, Wang Yibo —puso ambas manos sobre sus hombros y lo alejó un poco de él.
—Sabes tan bien como yo que eso es imposible. Ninguno de los dos logrará encontrar en alguien más lo que ya encontramos entre nosotros.
Cuanta razón.
Entonces Wang Yibo estiró su brazo izquierdo para que la manga de su traje y su camisa se retrajeran lo suficiente para mostrarle su muñeca.
—Yibo… —los ojos se le llenaron de lágrimas e inmediatamente llevó una mano a su propia muñeca izquierda, donde el mismo brazalete seguía haciendo acto de presencia, desgastado y arreglado muchas veces, pero ahí seguía.
—Eres el amor de mi vida, Xiao Zhan, mi amor por ti sigue intacto. Me atrevería incluso a decir que creció en estos años. Te amo. Y he descubierto que no puedo estar con nadie más, yo… lo intenté y no lo conseguí —admitió, con sus ojos suplicantes—. Por favor… te lo pido… —fue interrumpido.
—¿Qué? ¿Quieres intentarlo de nuevo? ¿Quieres que la vida de tu familia y la tuya vuelva a correr peligro? —se le quebró la voz y dio un paso hacia atrás—. No soy capaz de hacerte eso.
—¿Entonces por qué te preocupa que piense que sí tienes prometida? —tragó con dificultad.
Buen punto.
Xiao Zhan no supo qué responder.
—Yo… no quería que creyeras que he estado con otra persona. No quería que tu imagen sobre mí se denigrara así —bajó la mirada.
Yibo entristeció un poco y bajó la mirada al suelo también, sonriendo de lado con una tristeza muy profunda. Metió ambas manos a sus bolsillos.
—Lo entiendo —suspiró, ya se esperaba esa respuesta—. Has logrado continuar sin mí.
—Igual que tú sin mí.
Sí, ambos tenían más y más éxito en sus carreras.
—Ya no nos necesitamos como antes, ¿no es así? —mantuvo esa sonrisa que le rompía el corazón a Xiao Zhan—. Tenemos nuestras carreras, fama, y un futuro aún más prometedor que nuestro presente.
—Así es.
—Entiendo. En ese caso… no te quitaré más tiempo—palmeó su hombro, lo miró a los ojos un segundo y se fue.
Xiao Zhan no hizo nada por detenerlo, solo vio su espalda alejándose de él.
Cuando se quedó de nuevo solo en el baño, no lo soportó más y se metió a uno de los cubículos, necesitaba calmarse. Su cuerpo entero temblaba, no podía controlar ese temblor agobiante. Su corazón palpitaba con tal fuerza que podía escucharlo en sus oídos.
Mala idea, había sido una muy mala idea reabrir esas viejas heridas. Pésima idea haberle dirigido la palabra aún sabiendo que su estabilidad emocional y mental pendía de un hilo.
Quiso volver al evento, pero no logró controlarse, además su rostro ya era un desastre. Sus ojos estaban rojos e hinchados, tuvo que retirarse los lentes de contacto porque le estaban irritando mucho más. Llamó a Mao, su querido amigo que más que guardaespaldas era su asistente profesional, su fiel amigo.
—¿Dónde estás? ¿Sigues en el baño?
—Sí, yo… —se sorbió la nariz.
—¿Qué te pasa? —se alarmó, yendo hacia el primer baño que tuvo a la vista—. ¿En qué baño estás? ¿Qué pasó?
—Veámonos en el vestíbulo en cinco minutos. No puedo estar más aquí.
—Bien.
Se vieron en el lugar indicado, Mao le pidió que lo esperara ahí para ir por el auto, pero Xiao Zhan no quiso, lo acompañó hasta él.
—Ahora sí, dime qué sucedió.
Xiao Zhan negó con su cabeza, iba mirando perdidamente por la ventana.
—Solo mira cómo estás, es claro que algo ocurrió.
Sin embargo, no logró que soltara palabra alguna.
—Te encontraste con Wang Yibo.
Eso lo hizo reaccionar, haciéndolo llorar de nuevo. Había dado en el clavo.
—¿Te dijo algo malo?
Xiao Zhan negó.
—Nos seguimos amando, eso es todo —logró decir luego de aguantar su llanto.
—Zhan Zhan… —le dolía verlo tan afectado, en especial porque sabía que Yibo estaba exactamente en la misma situación.
Se mantuvieron en silencio hasta llegar al hotel, cada uno se fue a su habitación. Al día siguiente saldría su vuelo de regreso a casa. Xiao Zhan seguía viviendo en Beijing, pero ahora rentaba un departamento en el centro de la ciudad, no había soportado seguir viviendo en donde pasó tan buenos momentos con su amado. Y este ya no vivía en la capital, había regresado a su ciudad natal, buscando alejarse todo lo posible a pesar de que tenía que viajar muy seguido ahí.
Era una noche muy lluviosa, solo esperaba que su vuelo no se retrasara o pospusiera por eso.
Alguien tocó a su puerta, por un momento deseó que fuera Wang Yibo, idiota iluso.
Era Mao.
—¿Quieres que te diga dónde se está hospedando? Ya está en su habitación ahora mismo.
Xiao Zhan vio que Mao traía el celular en la mano.
—¿Te lo dijo Wen Pei?
—Así es.
—No, no quiero saber nada.
—Seamos sinceros —se metió al cuarto, impidiendo que lo sacara y cerrara la puerta—. Ninguno de los dos ha podido olvidarse del otro.
—¿Y qué con eso? De todas formas no podemos estar juntos.
—Tienen amigos que siguen estando juntos a pesar de todo, ya ves a Liu Haikuan y a…
—Sí, pero ellos no estuvieron involucrados directamente en un escándalo como el nuestro. ¿Tengo que recordarte las cosas que se publicaron sobre Yibo y sobre mi?
No, no tenía que hacerlo. Y tenía razón.
—Yibo está en Bulgari Hotel, a dos calles de aquí. Su habitación es la 219.
Xiao Zhan se quedó congelado.
—¿Por qué me dices todo esto?
—Porque ya es hora de que vuelvan a ser felices juntos. Han demostrado que pueden seguir con sus vidas y sus carreras sin problema alguno, pero todos los que los rodeamos sabemos que se aman.
—¿Quieres que vaya a verlo?
—No se trata de lo que yo quiera, Xiao Zhan. Dime, ¿con quién te gustaría compartir tu vida? ¿con quién te gustaría envejecer y despertar todos los días?
El labio inferior de Xiao Zhan tembló, le estaba costando mucho trabajo contenerse.
—Han hecho mucho con sus carreras, han alcanzado un éxito inimaginable y su fortuna es mucho mayor que la de hace unos años. Váyanse del país, llévense a su familia con ustedes y sean felices.
No era tan fácil como lo decía, pero era posible.
—Eso, o den la cara al mundo, juntos. Confiesen su relación ante el mundo. Si ustedes no se preocupan por su felicidad, nadie más lo hará.
—¿Entonces qué haces tú aquí? —sollozó un poco.
Mao puso una mano sobre su hombro y le sonrió con calidez.
—Son mis hermanos, quiero verlos felices, pero no puedo hacer nada si no son ustedes quienes deciden dar ese paso. La pregunta aquí es… ¿lo harás?
Sí, Yibo ya había dado un paso en el baño esa noche al decir lo que dijo. Él estaba dispuesto a intentarlo a pesar de las adversidades, pero… ¿él lo estaba?
—Piénsalo —palmeó su hombro y se fue de ahí.
Xiao Zhan lo pensó mucho, luego de un par de horas, casi a media noche, salió a escondidas del hotel. Iba tan apresurado y agitado que no reparó en llevar un paraguas consigo. Eran solo un par de calles, así que se puso el gorro de su hoodie y siguió caminando bajo la lluvia hasta entrar al hotel, fue directo a la habitación, y cuando estuvo a punto de tocar, se detuvo.
Si lo hacía, cambiaría la vida de ambos. Se enfrentarían de nuevo a un gran riesgo. El cuidado que habían tenido en todos esos años se iría al caño, en especial el de esos últimos meses.
No, ya lo había pensado muy bien, y Mao tenía toda la razón: ya era tiempo de enfrentarlo. Quizás hace años no había sido el momento, pero ahora lo era, así lo sentía.
Tocó la puerta y esperó con paciencia.
—¿Si? —abrió la puerta una mujer vestida solo con su bata de baño—. ¿trajiste la almohada extra que pedimos?
—Disculpe, mi error —se dio media vuelta y se fue.
¿Qué hacía esa mujer en el cuarto de Yibo? Su corazón se agitó. Trató de calmarse y volvió a la misma puerta, necesitaba hablar con él, pero entonces se dio cuenta de que no había visto bien, era la puerta equivocada, estaba tocando en la 218. Se talló los ojos, no traía lentes de contacto ni anteojos.
Aliviado, fue a la puerta correcta y llamó.
Entonces una cara muy conocida lo recibió.
—Xiao Zhan… —abrió mucho los ojos—. ¿Qué haces aquí? ¿por qué demonios estás…? —lo miró de pies a cabeza, estaba empapado, su cabello ya era un desastre, e incluso temblaba un poco—. Oh… por eso Mao me hizo tantas preguntas —entendió al fin.
—¿Se encuentra Yibo?
Wen Pei le respondió con una sonrisa cálida, suspiró con alivio y asintió.
—Te ha estado esperando por mucho tiempo, Zhan Zhan. Pasa —lo dejó entrar.
El aludido de inmediato buscó a Yibo con la mirada, pero no lo halló en ningún lado.
—Está tomando una ducha, se mojó bajo la lluvia hace unos momentos —le extendió una toalla—. Tú deberías hacer lo mismo.
—¿Se mojó bajo la lluvia? —alzó una ceja, sin entender por qué pasó eso si venía en auto desde el lugar en donde había sido el evento.
—Me iré a dormir. Fue un gusto verte, Zhan Zhan —sonrió de oreja a oreja, realmente feliz de verlo ahí. Entonces se fue.
El aludido no sabía qué hacer, soltó la toalla y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación. Yibo estaba tardando en salir de la ducha.
Cuando pasó por un espejo se asustó, se veía horrible. Iba a intentar arreglarse un poco, pero en ese momento salió Yibo del baño, ya vestido y con una toalla sobre los hombros, se veía cabizbajo.
—¿Ya pediste tu cena? Espero que no hayas ordenado nada para mí —dijo de pronto, pensando que la silueta que estaba en su habitación era de Wen Pei.
Así que, al no obtener respuesta, alzó la mirada y lo vio, parado ahí, inmóvil y algo asustado.
—Hola.
Wang Yibo abrió mucho los ojos.
—Hey, ¿qué… qué haces aquí? —caminó hacia él, aún en shock—. Estás empapado —se quitó la toalla del cuello y comenzó a secarlo gentilmente.
—Tengo que hablar contigo —empujó con suavidad la toalla con la que lo secaba.
Yibo sonrió de lado.
—No te preocupes, entendí. Me quedó muy claro lo que quisiste decir en el baño —suspiró—. Ya no te molestaré más, lo prometo.
Xiao Zhan negó rotundamente con la cabeza, las palabras se amontonaban en su garganta, impidiéndole decir las cosas correctas en el orden correcto. Pero tampoco quería que eso fuera un vómito verbal, así que tomó aire.
—Tenías razón, Wang Yibo —sujetó sus mejillas con ambas manos heladas.
El aludido lo miró con asombro, lo tenía a centímetros de su rostro.
Quería decirle tantas cosas, había tanto por hablar.
—Dijiste que al fin habíamos logrado vivir sin necesitarnos mutuamente. Así que… no voy a decirte que no puedo vivir sin ti, porque lo he logrado, pero no quiero que así sea. Te quiero en mi vida, quiero que seas tú lo primero que vean mis ojos al despertar y lo último antes de dormir. Te quiero a ti, Wang Yibo, solo a ti.
El menor dejó caer sus brazos a sus costados, completamente desarmado ante esas palabras.
—¿Hablas en serio? —dijo en apenas un hilo de voz.
Las manos suaves y frías de Xiao Zhan abarcaban por completo las mejillas de su amado. Con sus pulgares acariciaba en movimientos circulares y cariñosos al mismo tiempo que juntaba sus frentes.
—Zài zài —murmuró, haciendo que le temblaran las rodillas—. No he dejado de amarte.
Yibo cerró los ojos con fuerza. Haciendo que sus lágrimas acumuladas salieran sin reparo. Con sus brazos rodeó a Xiao Zhan y lo apretó fuertemente contra su cuerpo. Entonces sollozó sin restricciones. Muy pronto los dos se volvieron un manojo de llanto y sollozos.
—No volveré a irme de tu lado, Yibo, perdóname por favor, perdóname.
—No tengo nada qué perdonarte, lo hacías por mi bien —se separó del abrazo—. Yo también me alejé de ti, por el bien de ambos, lo siento tanto.
—Fueron tantos años… —sollozó—…mucho tiempo sin ti. ¡Nos íbamos a casar! —estalló al fin—. Nos íbamos a casar, y todo se arruinó por culpa de mi antigua agencia, cuando reveló aquel contenido, ahí empezó todo y yo… lo eché a perder.
—No es tu culpa.
—Sí, tienes razón —sorbió su nariz—. Pero no puedo evitar sentirlo así. De no ser por eso ya estaríamos casados.
—No podemos hacerlo de todas formas —entristeció.
—Vámonos a Corea.
Yibo abrió mucho los ojos.
—Alejémonos de aquí.
—Zhan Zhan, tu carrera…
—Ya le he dado prioridad a eso todo este tiempo, ahora primero somos nosotros.
Yibo negó.
—Tenemos que encontrar una forma de tenerlo todo, sé que se puede.
Sí, las cosas se habían calmado un poco. Durante esos años, y tras la "falsa alarma" de que eran pareja, muchísimas parejas homosexuales salieron a la luz tanto en la sociedad común como en el ámbito artístico. Y durante todos esos años se la pasó pensando en posibles formas de estar juntos. Y una de esas era salir a la luz como pareja, enfrentarlo de una vez por todas.
Desafortunadamente eso sí podría costarles la carrera, o peor aún, la vida.
Era un todo, o nada.
—Bien, bien. Pensaremos en una manera de solucionar esto, pero por lo pronto vuelve a tu hotel, Zhan Zhan, corres riesgo aquí —lo tomó de los hombros—. Tonto, te arriesgaste mucho.
—No fui el único loco que salió corriendo de su hotel, ¿no es así?
Las mejillas de Yibo se sonrojaron ligeramente. Había sido descubierto. Sí, por eso se había mojado con la lluvia, porque dentro de un arranque quiso ir tras Xiao Zhan y decirle todo lo que justo ahora le había dicho. Pero se contuvo a tiempo y volvió sobre sus pasos. Jamás imaginó que él aparecería en su cuarto de hotel de esa forma.
—Ya es tarde, mejor quédate aquí —se contradijo a sí mismo—. Toma un baño para que no te vayas a resfriar y… duerme a mi lado, sí, hazlo, por favor.
Xiao Zhan se conmovió hasta la médula, podía ver la sinceridad y la necesidad en esos ojos. Yibo en verdad lo necesitaba a su lado en esos momentos.
—Me muero por hacerlo, pero lo mejor será que regrese. No hay tanto personal en el hotel a esta hora, así será menos probable que me reconozca alguien.
—Al menos pide un taxi.
—Podrían reconocerme.
—Deja que Wen Pei te lleve.
Xiao Zhan se negó de nuevo.
—Demonios, ¿por qué esto es tan difícil? —acortó la distancia entre ambos y lo abrazó con mucha fuerza. Xiao Zhan correspondió con la misma intensidad antes de separarse solo lo suficiente para poder probar sus labios una vez más.
Paso a paso, con cuidado, fueron caminando rumbo a la cama, hasta que tropezaron con esta y cayeron uno encima del otro.
En verdad se morían por fundirse en besos y caricias, pero lograron mantener su lado racional a flote.
—Quiero estar contigo… —murmuró Xiao Zhan. No se refería solo a tener sexo, se refería a no separarse de él nunca más. Su sentimiento iba mucho más allá de una simple unión carnal. Lo quería en su vida hoy y siempre.
—Te necesito —suspiró Yibo en respuesta—. Te necesito tanto, pero… —volvió a suspirar—…es mejor que te vayas —le partía el alma decir eso.
Xiao Zhan sabía que tenía razón, pero no quería apartarse de su lado. Lo abrazo de nuevo con fuerza y respiró su aroma tan familiar antes de apartarse.
—Tienes razón, tengo que irme —acarició su rostro con infinito cariño.
—No quiero que te hagan daño, sabes bien que es por eso —aun a estas alturas le preocupaba que Xiao Zhan pensara que se trataba de otro motivo.
—Lo sé —besó su frente y se puso de pie—. Amor, ¿puedo pedirte algo?
El cuerpo entero de Yibo se estremeció al escuchar cómo lo llamó.
—Lo que quieras.
—No beses mucho a Xiao Lian Ji.
Yibo no supo cómo tomar eso. Estaba sorprendido, pero al mismo tiempo le causaba un poco de gracia.
—¿Por qué lo dices?
—Debo admitir que me causa muchos celos —confesó con completa seriedad.
El menor sintió alegría por ello, al fin Xiao Zhan sentía celos de verdad, ahora él no era el único. Era un gran y extraño alivio.
—Está bien, no la besaré.
No quiso decirle que ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que la besó, ya ni siquiera lo hacía para mantener las apariencias en público. Lo más lejos que llegaba con ella era tomarle la mano en la calle para que los fotografiaran así y sacaran sus propias conclusiones. Ante los ojos de toda China y gran parte del mundo, Wang Yibo y Xiao Lian Ji eran una hermosa pareja que en cualquier momento anunciaría su compromiso de manera oficial.
No tenían ni idea de la realidad.
Y así, una vez más terminaron despidiéndose sin saber a ciencia cierta cuándo volverían a verse. Justo frente a la puerta principal de ese cuarto de hotel, Xiao Zhan y Wang Yibo se fundían en un fuerte abrazo, respirando sus aromas para no olvidarlo y tener al menos un recuerdo al cual aferrarse hasta su próximo encuentro.
Ninguno de los dos imaginó que pasaría un largo tiempo antes de volver a verse. Y el reencuentro ocurrió en un evento al que ambos fueron invitados, de nuevo. Durante toda la velada se dirigían miradas muy discretas. Wang Yibo iba con su novia (y presunta prometida) como acompañante, mientras que Xiao Zhan era acompañado por LuLu. Eso tranquilizaba un poco a Yibo, pues sabía que ella era aliada.
Xiao Zhan necesitaba hablar con él, tenía algo importante que decirle, aunque aún no sabía si sería seguro hacerlo o no. No dejaba de pensar en eso durante el evento, estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta de que la gente aplaudía y lo miraba por haber sido ganador en la categoría "Mejor actor de teatro del año".
—Hey, sube por tu premio —Ayanga lo palmeó con fuerza en el hombro, había notado ya lo absorto que estaba, y temía que la gente comenzara a crear estúpidos rumores como en los últimos años: "¿Xiao Zhan sufre desamor?" "Oculta un amor prohibido" "Sufre una grave enfermedad en silencio".
Patrañas y más patrañas. Los medios ya no sabían qué más inventar para aumentar las ventas.
Espabilado, Xiao Zhan reaccionó y puso una gran sonrisa en su rostro, bastante ensayada para ese tipo de ocasiones. Ese era otro hecho que daba qué hablar, y era uno de los más altos en el top de tendencias desde hace años "La sonrisa de Xiao Zhan no es la misma". Y vaya que tenían razón.
Tomó su premio, agradeció al público con un discurso prefabricado y bajó del escenario entre miles de aplausos. No se atrevió a buscar a su amado con la mirada, porque sabía que el mundo se le vendría encima si observaba esos ojos, y no podía exhibirse así ante tantas personas. No podía arriesgarse a que todos se dieran cuenta de lo mucho que moría de amor por ese hombre.
Más tarde, y como si el destino conspirara a su favor, Xiao Zhan vio a lo lejos que su amado se dirigía hacia uno de los tantos baños del lugar. No lo pensó dos veces antes de seguirlo, entrar al baño y cerrar con llave la puerta tras de sí.
Sus miradas al fin se cruzaron, sus corazones volvieron a latir a un mismo ritmo alocado. Toda la noche habían deseado poder verse, se miraban a lo lejos, gritándose con los ojos cuánto se necesitaban. Y ahora que se tenían frente a frente dejaron que sus impulsos salieran a flote. Acortaron la distancia entre ambos, estampándose con fuerza en el cuerpo del otro.
—Xiao Zhan —se le quebró la voz, tenía su rostro enterrado en su hombro.
—Yibo… —suspiró con un alivio infinito al sentirlo una vez más con él. Las lágrimas se hicieron presentes de inmediato.
—Estás temblando—notó Yibo al apretar su cuerpo contra el suyo, las lágrimas fluían por sus mejillas también.
—Tú también —se preocupó.
—Ya no puedo más, Xiao Zhan, no puedo. Huyamos del país, vámonos lejos, pero no permanezcamos separados, no soportaré ni un día más.
Xiao Zhan rio entre el llanto antes de unir su frente con la de él. Lo abrazó con fuerza.
—No podemos. No podemos solo huir.
Tenía toda la razón.
—¿Entonces qué haremos? —se exasperó—. Es la primera vez que nos vemos en mucho tiempo.
Entonces Xiao Zhan soltó aquello que venía pensando desde hace poco tiempo.
—Tengo un plan, pero es arriesgado.
—¿Qué harás? —Yibo se separó de él y lo miró fijo a los ojos, algo preocupado.
El mayor se mordió el labio, ¿sería bueno decirle?
—Zhan Ge —murmuró al ver que parecía tener un debate interno.
—No puedo decírtelo —aseveró sin apartarle la mirada—. Pero confía en mí.
—Mejor dímelo, no quiero que lleves esta carga tú solo. No es justo.
Xiao Zhan sonrió y acarició su suave mejilla con el dorso de sus dedos.
—Entre menos sepas, mejor.
No muy conforme, Yibo no tuvo otra opción más que acceder.
—Lo único que debes saber es que me cansé de esperar y de soportar, han sido muchos años de suprimir esto que sentimos los dos, y no es justo. Haré algo al respecto.
—Déjame hacer algo también —pidió.
—Ya haces suficiente —sonrió y besó sus labios. No quería ser tan cursi, así que se abstuvo de decir que ya hacía suficiente por el simple hecho de existir.
—No vas a hacer una estupidez, ¿cierto? —estaba preocupado.
—Confía en mí, solo te pido eso.
Xiao Zhan no quiso decirle más, pues si el plan salía mal, quería que estuviera lo menos involucrado.
—Bien, pero al menos dime cuándo lo llevarás a cabo.
—Mañana por la tarde.
Yibo tragó en seco.
—Y si todo sale bien… podremos estar juntos.
Los ojos del menor se abrieron más de lo normal, ¿tan bueno era ese plan?
—¿Y si no?
—No quiero pensar en eso por ahora.
—¡Demonios, no me digas eso! No quiero que te pongas en riesgo.
—Lo vale por completo —suspiró.
—¿Tu carrera podría peligrar?
Xiao Zhan se encogió de hombros como respuesta.
—¡No lo hagas! —comenzó a exaltarse.
—En este tiempo separados logré entender algo —murmuró con un tono de voz bastante tranquilo y cálido, sin dejar de mirar cada centímetro del rostro de su amado, como si estuviera memorizándolo para la posteridad—. Entendí que, aunque tuviese toda la fama y dinero del mundo, jamás sería suficiente. Podría tener más éxito que cualquiera, pero ni siquiera eso se acercaría a lo que realmente quiero y necesito. Nada de eso sería suficiente.
Yibo comenzó a entender el rumbo que aquello estaba tomando. Los ojos empezaron a escocerle. ¿Qué demonios estaba planeando Xiao Zhan?
Tenía miedo.
Y su miedo incrementó cuando sintió su abrazo cálido, seguido del sonido de él aspirando con suavidad su aroma. Se sentía como una despedida, como si no fuesen a verse de nuevo.
—Si algo llegase a salir mal, prométeme una cosa —musitó de pronto el mayor.
—No.
—Yibo.
—No —lo tomó de los hombros y lo miró fijamente.
—Prométeme que no te vas a inmiscuir, y negarás todas las acusaciones que lleguen a hacer en tu contra.
—¡No! —sollozó—. Maldita sea, ¿qué estás planeando?
—No puedo decirlo —sonrió de lado, sus ojos brillaban por el sentimiento que albergaba dentro—. Solo puedo decir que… —suspiró—…ruego al cielo porque todo salga bien.
Yibo no soportó más y lo apretó entre sus brazos, tal como un niño encaprichado negándose a soltar lo que más desea. Estaba enojado, se sentía una gran impotencia. Pero no podía hacer más que confiar en él.
—¿Por qué haces todo esto? —su voz se vio amortiguada por la tela del smoking negro en donde Yibo ocultaba su rostro, aferrado a su amado, llorando en silencio sobre su hombro.
—Porque nada me puede dar lo que tú me brindas. Ni la fama, ni el dinero, nada. ¿De qué me sirve todo eso si no puedo compartirlo con la persona a la que más amo? —lo consoló con cariño, acariciando su espalda—. Así que… ¿confiarás en mí?
—Bien, o haré —aceptó a regañadientes. No quería deshacer el abrazo.
—Bo Di… —intentó zafarse de sus brazos, pero el menor no lo permitió.
—Quedémonos así un poco más —pidió, con un tono suave ante el cual Xiao Zhan no pudo resistirse. Jamás había podido decirle que no cuando se lo pedía así.
Lo que no quería era que le viera el rostro lloroso, odiaba que lo vieran llorar, en especial él.
El mayor cumplió su deseo y permanecieron unidos en ese abrazo hasta que decidieron que era hora de separarse.
Y así, por enésima vez, se despidieron sin saber cuándo volverían siquiera a dirigirse una mirada. Gracias a sus amigos cercanos podían saber si todo iba bien en la vida del otro, pero eso jamás sería suficiente.
Esa noche Xiao Zhan llegó a su hogar, abrió una botella de vino y se sirvió solo una copa. Fue directo a la sala y se sentó en el sillón más cómodo, ni siquiera se molestó en encender las luces, le bastaba con la luz de la luna que se filtraba por las ventanas.
No dejaba de pensar en la locura que estaba por cometer, repasaba una y otra vez su plan. Estaba concentrado en eso hasta que recibió una llamada. Vio el nombre del usuario y no dudó en contestar.
—Fei Fei —dijo a modo de saludo.
—¿Estás listo para lo de mañana?
Xiao Zahn soltó un pesado suspiro y emitió un ruido de confirmación.
—¿Hablaste con Yibo? ¿Sabe algo de esto?
—Solo sabe lo necesario. ¿Tu promesa sigue en pie?
—Sí… tengo coartadas preparadas en caso de ser necesarias.
—¿Y lo otro?
—¿Estás seguro de eso? —preguntó, no muy convencida.
—Sí, solo tú podrías usar tus poderes de periodismo para ayudar a la causa.
—¿Aunque eso te afecte directamente?
—No tiene por qué afectarme si todo sale bien.
—Esperemos que todo salga bien —suspiró, mortificada—. ¿Cómo te sientes?
—No te voy a mentir, tengo un poco de miedo, pero el hecho de saber que Yibo puede salir impune sin importar el resultado… me deja más tranquilo y me da el valor suficiente para continuar.
—Maldición, quizás no debí darte esta idea.
El aludido soltó una pequeña risa.
—Fei Fei, si esto sale bien, te estaré eternamente agradecido.
—¿Y si no?
—Mejor seamos positivos —volvió a reír, pero ahora un poco más animado—. En realidad no entiendo por qué no se me ocurrió antes.
—Yo y mi bocota —murmuró ella. Se estaba arrepintiendo de haberle metido tal idea en la cabeza. Solo esperaba que todo saliera bien—. ¿Estás solo? ¿Quieres que me quede un rato más contigo al teléfono?
—Estoy bien, Nut me acompaña —sonrió y acarició a su amada mascota—. Intentaré dormir. Tú y Mao deberían de hacer lo mismo.
—No te creo, sé que no podrás dormir hoy —se escuchó la voz del mencionado a lo lejos.
—Lo siento, te tengo en altavoz —admitió Fei Fei.
—Eso imaginé —rio—. Vayan a dormir y ya no se preocupen tanto.
Esa noche no dormiría ninguno de los involucrados en el plan. Ni siquiera Yibo, a pesar de que no sabía a ciencia cierta lo que ocurriría. Fue una noche muy larga en la que Xiao Zhan no dejó de repasar una y otra vez el plan en su mente.
Y pensar que la idea surgió a raíz de una broma de Fei Fei.
Todo ocurrió muy rápido desde ese día en el que estaban charlando en su departamento.
—Es increíble la influencia que tienen Yibo y tú sobre la población. Solo basta con que hagan un comentario para que una horda de fans comience a hacer un escándalo. Estoy segura de que si un día publicas en internet: "El hígado encebollado es lo mejor", las ventas de hígado y cebolla se alzarían hasta el cielo y todo mundo comenzaría a comerlo más.
Mao y Xiao Zhan rieron luego de escuchar tal argumento, y más porque tenía toda la razón.
—Deberías publicar en tu cuenta "No tiren basura en las calles" —agregó ahora Mao.
Fei Fei se echó a reír.
—¡Y al día siguiente verás las calles de China completamente limpias! —se rio ella a carcajadas.
Xiao Zhan los escuchaba y reía sin añadir nada, hasta que de pronto una idea cruzó su mente y no pudo sacársela. Se quedó pensativo debido a esos "chistes", pues… sus amigos tenían toda la razón.
Fei Fei tenía razón. Él y Yibo habían alcanzado a poseer una gran influencia dentro y fuera del país. ¿Por qué no usar eso a su favor?
El riesgo era alto, pero valía completamente la pena, ¿o no?
Continuará…
¡Hola, pastelitos!
¿¡Qué trae entre manos Xiao Zhan!?
¡Hagan sus teorías, que se nos viene algo grande!
21/09/21
2:00 p.m.
