CAPITULO UNO
ISABELA
2023, Fuerte Dallas
Siete años después de La Fisura
En cuanto a celdas de cárcel se refiere, esta es bastante decente. Digo, he estado ahí un buen rato durante los últimos años, y la mayoría de ellas son armarios de almacenamiento convertidos o habitaciones pequeñas y reforzadas. Esta tiene un pequeño catre en la esquina, un cubo para uso personal y la puerta es de una estructura de alambre de púas que me permite ver hacia el resto de la cárcel improvisada.
Teniendo en cuenta que la última vez que pasé unos días en uno de estos lugares me quedé en completa oscuridad, esto se siente elegante. Lo que significa que probablemente estoy completa y totalmente jodida. No soy una persona negativa. No normalmente. Soy más bien una persona de "hagamos limonada y vendámosla". No sirve de nada llorar por limones. Por otra parte, mataría por tener un limón ahora mismo. No creo haber visto un poco de fruta desde La Fisura. Imagino que los árboles frutales fueron una de las primeras cosas en desaparecer. De todos modos, no está en mí llorar y lamentarme por mi destino. Eso interfiere con lograr hacer mierda, y siempre hay demasiada mierda por hacer. Si hay un contratiempo -y seamos sinceros, siempre lo hay- me reagrupo y lo ataco con un nuevo plan de juego.
Tengo gente que depende de mí, y no hay tiempo para deprimirme. Pero no puedo evitar sentirme un poco preocupada cuando los dos guardias de la cárcel siguen mirando hacia mi celda y susurrándose el uno al otro. No puedo escuchar lo que dicen, pero estoy bastante segura de que no es nada bueno. Les lanzo mi mejor mirada severa y trato de lucir feroz. Las chicas débiles y sumisas -como Ángela y Sasha- son de las que se aprovechan. No dejaré que nadie me haga eso. Ángela es mi hermana. Dios, va a estar tan preocupada. He estado atrapada aquí durante casi dos semanas.
Si bien mi hermanita está acostumbrada a que vaya y venga gracias a mis carreras para hurgar, dos semanas es demasiado tiempo. Va a estar como loca. Espero que no vaya tras de mí. Realmente, realmente espero que no le pague a alguien para que me rastree. No tenemos dinero, y las chicas de nuestra edad solo tienen otra opción en el Fuerte Dallas. Le he dicho a Ángela que no tiene que hacer eso, pero me preocupa que no me escuche. Si ese pánico se apoderará de ella hará algo de lo que se arrepentirá.
No hagas nada, le digo mentalmente a mi hermana. Tranquilízate. Estaré en casa pronto. O... no. Pienso al mirar mi celda una vez más. Los guardias me están vigilando de nuevo. Mierda. He estado aquí un tiempo, y sin nada que hacer excepto solo observar como los demás van y vienen, he aprendido qué expresión significa "tiempo para cambiar el balde para mierda" y qué expresión significa problemas. ¿La mirada que estoy recibiendo ahora? Un gran problema.
Solo sonrío inocentemente. No es gran cosa. Esta soy yo, absolutamente no perderé el control. Si vinieron a acosarme y comentar sobre mis tetas, eso es una cosa. Sé qué esperar de eso. ¿Todas estas miradas y susurros? Me preocupa que algo malo esté pasando. No puedo quitarme esa sensación, y dado que este es el mayor tiempo que he estado en una celda, me temo que no volveré a casa otra vez. Esa sensación solo se hace más fuerte cuando ambos miran el tablero amarillento en la pared y luego hacia la puerta de la cárcel.
No me equivoco. Algo sucederá hoy. En cierto modo, supongo que es algo bueno. No más de esta mierda de espera interminable en el limbo. No más morderme las uñas hasta la cutícula de manera desigual y preocupante. No más revisar las uniones del concreto de mi celda, tratando de determinar si hay roca suelta en alguna parte para poder cavar un túnel de escape. No más observar turno tras turno guardias yéndose una y otra vez, solo para ser reemplazados por un nuevo turno. Debería estar feliz. Y sin embargo...
Me muerdo el labio, pensando en mi hermana. Ángela está en casa, esperando que lleve comida, suministros y dinero después de mi viaje. Todavía está allí y sigue hambrienta e indefensa. Odio eso. Odio haber estado atrapada en esta celda durante dos semanas. Nuestra amiga Sasha se encargará de ella, pero... Sasha tiene sus propias preocupaciones. Y Ángela necesita ayuda. Solo es dos años más joven que yo con mis veinticinco, pero es blanda donde yo tengo bordes duros. Ángela no puede hurgar. No puede sostener un cuchillo o lanzar un puñetazo si alguien intenta dominarla y robar lo que es suyo.
Soy la que la vigila. Y sí, Ángela ha sido mimada, primero por nuestros padres cuando estaban vivos, y luego por mí y Sasha en el Después. La pierna de Ángela se rompió durante La Fisura y nunca fue colocada correctamente, así que tiene una severa cojera. Nunca me había molestado porque estaba allí para cuidarla. ¿Pero ahora? Me estoy golpeando a mí misma, imaginando a Ángela en casa, muriendo de hambre. A Ángela cojeando a la tienda de carroñeros más cercana con todo lo que pueda cambiar por comida.
A Ángela vendiéndose a sí misma, abriendo las piernas para uno de los soldados y haciendo un poco de dinero para la comida como lo hace Sasha... pero Ángela no haría eso. Ángela moriría de hambre primero. Uno de los guardias -el que tiene barriga- mira de nuevo a la puerta y se acerca a mi celda. Me mira a través de la puerta de alambre de púas.
-¿Cómo estamos hoy?-
-Igual que ayer- ¿Crees que tengo un horario lleno o algo así? Estoy en una maldita celda por cargos falsos. Bueno... un poco falsos. Chiquitos, un poquito falsos. Al menos no son del todo legítimos.
-Larga noche- comenta, y luego se frota los ojos cansados.
-Oh, no para mí. Dormí como un bebé- le doy mi sonrisa más encantadora. Voy a intentar con el encanto, creo. Sacarle unas cuantas respuestas. O dejar ir la pelota y comenzar a acariciar su macana de una manera obsena, o sospechará. Esta es una de las veces en que espero que mi guardia sea un cretino. Solo me frunce el ceño.
-¿Dormiste en medio del ataque del dragón?- muy bien, ahora solo piensa que soy una tonta. Nadie duerme en medio de un ataque de dragón, especialmente en uno que está fuera del patrón.
Anoche también estaba despierta acurrucada en una esquina, abrazando mis rodillas contra mi pecho y rezando para que terminara, así es como lo hago en cada ataque de dragón. Los dragones suelen atacar como un reloj: los grandes y dorados atacan cada tercer día, justo antes del mediodía. Los rojos y más pequeños atacan diariamente durante una semana y luego nada durante otras tres semanas.
Ninguno ataca de noche. Excepto anoche. Y no sé lo que eso significa. Y no puedo pensar en ello porque entonces me preocuparé por Ángela, y no sirve de nada preocuparme por Ángela mientras estoy atrapada aquí.
-¿Dormir durante un ataque de dragón? ¿Yo?- sacudo la cabeza y trato de seguir sonriendo -me refería a lo contrario- él solo me mira como si estuviera loca. Tal vez lo estoy. Coquetear con un guardia para obtener información es una pendiente resbaladiza -así que- pregunto -¿Qué hay en la agenda de hoy?- los ojos del guardia se entrecierran mientras me observa.
Supongo que estoy siendo demasiado obvia. Antes de que pueda decir algo, la puerta se abre y otro guardia uniformado asoma la cabeza. Asiente con la cabeza a mis dos captores y el segundo hombre se pone de pie. El guardia de mi puerta busca algo en su cinturón. Por un momento me preocupa que sea una macana, pero cuando escucho el tintineo de las llaves, me relajo.
Voy a salir. De una forma u otra. Quiero decir, tal vez vaya a ser castigada, pero al menos es una oportunidad. La puerta se abre y hace un gesto para que me mueva.
-Salga, señorita Swan- Me levanto, mis piernas temblorosas y doloridas mientras avanzo. Aprieto mi vieja camiseta desgastada contra mi cuerpo y trato de parecer indefensa incluso mientras escaneo la habitación. ¿Qué tan difícil será escapar?
Reflexiono sobre la "cárcel" vacía y el otro guardia mirándome con ávido interés cerca del escritorio. En teoría, podría ser más rápida que ambos, si son los únicos alrededor. ¿Pero si hay algo que sé sobre el Fuerte Dallas? Es que siempre hay más soldados. Descarto la idea de escapar. Luché cuando me arrojaron aquí, pero dos semanas y varias comidas ligeras, me dejaron demasiado dolorida y débil como para pelear mucho. Ni siquiera protesto cuando el guardia me esposa.
¿De qué servirá? Me froto las muñecas y mantengo mi sonrisa de "soy tan útil" en mi cara, aunque se siente como si estuviera muriendo por dentro. El guardia me saca de la cárcel y me lleva a un largo y oscuro pasillo iluminado solo por unas pocas ventanas polvorientas. Llega un nuevo guardia, asiente con la cabeza al que camina a mi lado, y luego ambos me flanquean y me guían por un corredor de cemento derrumbado para luego entrar a un laberinto interminable de cemento agrietado y pisos destrozados.
Un viejo y soso letrero al otro lado del largo pasillo que dice "Área de comida" me recuerda que esta parte del Fuerte Dallas una vez fue un centro comercial. ¿El bazar cubierto de cemento donde los carroñeros tienen sus tiendas de campaña de intercambio? Es un viejo estacionamiento de varios pisos. Recuerdos de ir de compras y pasar el rato con amigos después de la escuela vienen a mi mente, pero esa era otra vida. Isabela Swan está muerta. Murió en La Fisura, y la sobreviviente flaca y ruda que soy hoy es la única que queda.
Isabela sabía de centros comerciales, escuelas y quién era el cantante principal de su banda de chicos favorita. La sobreviviente Isabela no recuerda mucho sobre el mundo antes del fuego y La Fisura. Todo ha cambiado demasiado desde entonces. Para mí, este edificio es lo mejor del Fuerte Dallas. Agrietado. Vacío. Desmoronando. Lo siento. Carbonizado. El humo permanece en el aroma del aire y se esparce a través de la luz del sol, haciéndome pensar de nuevo en dragones.
El hedor de eso me hace sentir cansada y ansiosa a la vez. El mundo entero no es más que fuego y cenizas últimamente, y estoy harta de todo. No soy optimista como Ángela. No creo que las cosas mejoren en algún momento. Creo que tenemos que conformarnos con lo que tenemos. Quizá por eso soy la carroñera y Ángela está a salvo en casa. Será mejor que estés a salvo, la reprendo mentalmente. Te patearé el trasero si estás muerta. El pensamiento me atraviesa con tanto horror -Ángela muerta- que me detengo y me inclino para vomitar.
-¿Estás enferma?- me pregunta el guardia menos amable mientras esparzo bilis por el cemento -¿O embarazada?- le enseño el dedo medio cuando termino y me limpio la boca, temblando. No estoy enferma o embarazada. Solo soy una de las muchas personas en el Fuerte Dallas que lentamente se está muriendo hambre. La cárcel no está exactamente interesada en las personas normales.
Ayer, recibí avena, lo cual fue emocionante hasta que encontré un insecto gigante muerto en ella. Me la comí de todos modos, con insecto y todo. La avena no ha existido desde La Fisura y probablemente había expirado de todos modos. ¿Y los insectos? Los insectos son solo proteínas. Claro que ese podría haber sido el motivo por el cual vomité. Uno de los guardias me empuja con su pierna.
-Si has terminado de sacar todo, muévete, ¿de acuerdo? El alcalde te está esperando- Oh rayos. ¿El alcalde? Definitivamente es el día del juicio, y si hago que el alcalde revise mi juicio, estoy jodida. Trago saliva y me limpio la boca con mi camiseta sucia.
-Estoy bien- el olor acre del humo persistente se arremolina en el aire, incluso más amenazante que antes, y pienso en el ataque del dragón de anoche. Muchas cosas malas flotando en el aire últimamente.
Los guardias me llevan a través de los restos del centro comercial y a otra tienda. No sé qué era esta tienda antes de La Fisura; el interior está limpio y ordenado, hay una alfombra persa desgastada en el suelo y una flota de sillas de plástico que cubren las paredes. Una sala de espera. Pero mis guardias no me llevan a una de las sillas. En vez de eso, me llevan a una segunda habitación.
Mientras lo hacen, la luz brillante inunda mi visión. Me estremezco instintivamente y pongo mis manos sobre mi cara, tratando de protegerla. El pánico me atraviesa. Seguramente no estamos a la intemperie... ¿verdad? Las áreas abiertas no son seguras: la protección proviene de edificios con techos gruesos y paredes de ladrillo macizo. Concreto. Lugares subterráneos. Cualquier lugar protegido contra llamas, garras y cenizas.
Pero cuando mis ojos se adaptan, me doy cuenta de que estamos en una habitación grande con muchas ventanas, cortinas descoloridas están abiertas para dejar entrar la luz y la vista. No es que haya mucha vista, cenizas y más escombros, oh, y un poco más de ceniza. Sin embargo, miro las cortinas con aprecio. ¿Tanta tela? Esas son suficientes mantas para comprar un mes de comida en una tienda de intercambio. Usar toda esa tela bonita y pesada como cortina parece un poco estúpido. El resto de la habitación está iluminada por la luz solar y los pisos de azulejos están barridos de manera impecable. Supongo que este lugar era bonito antes de La Fisura. No es una habitación segura, eso es claro, pero es bonita.
-Me sorprende que tengan las cortinas abiertas- murmuro a mis guardias mientras me guían hacia adelante -¿Qué pasa con el dragón de anoche y todo?-
-Eso fue anoche- dice el alto con rostro curtido, incluso mientras su mano me aprieta un poco más el brazo -debería haber casi una semana de tranquilidad ahora.-
-Mm. ¿Así que era un rojo? ¿Cómo podría alguien notarlo en la oscuridad?- Me frunce el ceño.
-Sucedió cerca de la fecha de un rojo. Debe ser uno de ellos- no me gusta su fácil confianza, pero no sé si está equivocado. Los dragones llegaron anoche e hicieron llover un caos ardiente sobre la ciudad, nosotros solo nos acurrucamos en nuestros refugios de concreto y esperamos mientras las horas pasaban.
Sucedió cerca de la fecha para un rojo, pero aun así estuvo fuera del patrón. Aún faltaban unos días para que vinieran... y nunca vienen de noche, nunca. Algo sobre todo esto está mal. Pero como los dragones vinieron anoche, no deberían volver durante unos días. En teoría, la luz del sol debería ser segura hoy. Pero ya nada es seguro. Realmente no. Así que trabajamos con lo que tenemos.
Un hombre bajo y gordo con el cabello gris perfectamente peinado se sienta en un escritorio en el centro de la habitación. Levanta la mirada para verme, un pequeño ceño fruncido en su rostro. Su escritorio tiene un montón de objetos: un pequeño globo terráqueo (como si la geografía significara algo ahora), un retrato y muchos papeles. Detrás de él hay otros dos guardias. He visto al gordo caminando por el Fuerte Dallas antes, es el alcalde. Me observa por un momento, y luego abre un pequeño rectángulo de plástico delante de él. Escucho el sonido de unas teclas, y luego levanta la mirada.
Oh, por el amor de Dios.
El hombre tiene una laptop. Si eso no es el colmo de la hipocresía, no sé qué es. Las laptops son más o menos como los unicornios y las duchas calientes después de La Fisura, inexistentes. No hay electricidad para cargarlas, y las baterías tienen que ser recargadas por medio de generadores de manivela. Algunas personas todavía se aferran a la vieja tecnología, lo que significa que cuando encuentras algo, va a parar de inmediato a las tiendas de intercambio. Estamos hablando de suficiente comida para vivir como reyes solo por una laptop que funcione.
Es mi sueño encontrar una. Solo una. Entonces podría conseguir un hogar verdadero para Ángela, Sasha y para mí. Suficientes alimentos para no preocuparse de dónde vendrá nuestra próxima comida. Ropa nueva. Una laptop que funcione es como ganar la lotería. He encontrado algunas baterías en las tierras para hurgar, pero nunca una que estuviera cargada.
Las baterías son casi tan populares, si no es que más, que las laptops. Cualquier electrónica existente, al igual que las armas, fue confiscada por la Nueva Milicia a raíz de La Fisura, y la gente los dejó. Debido a que están prohibidos y son muy raros, la electrónica es ahora lo más popular en el mercado negro. Yo debería saberlo. Estaba tratando de vender una batería de computadora a Alec el Comerciante cuando me arrestaron.
-Isabela Swan, ¿conoces tus crímenes?- el alcalde se endereza el par de feas y gruesas gafas posándose en su nariz. Parece cansado. Tiene hollín en su ropa y una mancha en la frente. No es inusual, todo el mundo se pone a limpiar el hollín días después de un ataque de dragón... justo a tiempo para que los dragones vengan de nuevo. Probablemente yo también esté sucia y tenga una capa de hollín. ¿Conozco mis crímenes? Claro que sí. Solo que no creo que sean crímenes. La pregunta es, ¿debo fingir inocencia o ser sincera? Estudio la cara del alcalde, y se ve cansado y molesto. La inocencia no funcionará. Muy bien, seré osada.
-¿Mis crímenes? Puedo apuñalarlo salvajemente si quiere- el alcalde mira su laptop, y luego me frunce el ceño de nuevo. La cierra suavemente y recoge una pizarra amarillenta. ¿Ni siquiera tiene una verdadera orden judicial en papel? Eso apesta.
-Isabela Swan- lee el alcalde en voz alta -atrapada por la Nueva Milicia por invasión, robo, mercadeo negro e intento de evadir la ley. ¿Cómo se declara?- Se ha olvidado del hurto menor, pero mantendré la boca cerrada sobre eso por ahora. Le doy una sonrisa débil a pesar de que mi corazón late con fuerza en mi pecho.
-Suena bien, pero no siento que sea justo encarcelar a alguien por robar algo de un lugar donde ya nadie vive.-
-Conoce las reglas. El Fuerte Dallas no quiere que la gente vaya más allá de las barreras. No es seguro- sí, sé que no es seguro. Me llena de terror cada vez que voy, y salto a cada sombra. Pero hay que hacerlo, y es eso o morir de hambre... o venderme a mí misma. Así que voy.
-Necesitábamos comer. No tenía dinero. Así que me arriesgué- el alcalde baja la pizarra y se frota los ojos cansados bajo sus gafas.
-Te das cuenta, Isabela Swan, que el Fuerte Dallas no trata los crímenes de la misma manera que lo hicimos antes- el "Antes" no necesita explicación. Sé lo que quiere decir: ante de los dragones, antes de La Fisura, antes del fuego y la ceniza sin fin. En los buenos tiempos cuando la vida era normal y nuestra mayor preocupación era quién iba a ganar el último concurso de canto en la televisión. Eso fue antes de que el cielo se abriera, el agujero rasgando los cielos, el infierno vino a la Tierra y todo cambió. Eso fue antes de que millones, no, billones murieran y los sobrevivientes tuvieran que luchar para protegerse de las bestias furiosas que ahora reinan desde los cielos. Sí, sé todo sobre antes. Asiento -¿Entonces sabes que la pena que enfrentas por tus crímenes es el exilio?- Respiro profundamente. Mi corazón truena en mi pecho y el mundo se hace borroso a mi alrededor. Exilio. Podría decir "muerte". Es lo mismo.
Si soy exiliada, me lanzarán fuera de la barrera metálica que funciona como muro de protección para el Fuerte Dallas -hecha completamente de automóviles viejos- y seré obligada a valerme por mí misma para sobrevivir. Sin amigos. Sin lugares seguros a los que ir. Estaría a la intemperie y desprotegida de las bandas nómadas, depredadores... Y dragones. Nunca volveré a ver a mi hermana o a Sasha. No puedo ser exiliada. ¿Qué le pasará a Ángela? Una visión de mi hermana prostituyéndose con los soldados pasa por mi mente y aprieto mis ojos con fuerza, haciendo una mueca de dolor. No Ángela. Todavía es inocente, y eso merece ser salvado. Necesita ser protegida, y Sasha no podrá hacerlo sola.
-Por favor... tengo gente que depende de mí, señor.-
-Todos tenemos personas que dependen de nosotros- dice el alcalde amargamente -por eso se deben aplicar las reglas. Si no puedes obedecerlas, no tienes lugar aquí en el Fuerte Dallas con los civiles que respetan la ley de esta ciudad- ¿Que respetan la ley? ¿Está loco? El Fuerte Dallas está lleno de carroñeros de todo tipo, prostitutas, asesinos, ladrones, lo único que nos hace "civilizados" es que estamos protegidos por un muro y somos controlados por asesinos con las armas, la Nueva Milicia. Todo el mundo engaña, miente y roba para poner comida en la mesa. ¿La única diferencia entre yo y todos los demás? Fui lo suficientemente tonta como para que me atraparan.
-Era solo la batería de una laptop...-
-Usted violó la ley- junto las manos, tratando de parecer penitente.
-Por favor. Estoy tratando de alimentar a mi hermana...- la mirada en su cara se vuelve más severa.
-Eso no es excusa, Señorita Swan. La Nueva Milicia te alimentará, y usted lo sabe. Todo lo que tiene que hacer es pedirlo- sí, a cambio de una cogida rápida y la NM estará encantada de darme una lata de frijoles mohosos. Hasta una chica hambrienta tiene estándares.
-Por favor. No puede enviarme fuera de la pared.-
-¿Por qué no? Fue allí de todos modos.-
-¡Eso fue solo para conseguir algo para vender! ¡Ahora me está diciendo que no puedo volver!- autentico pánico se apodera de mí, y estoy jadeando en busca de aire. No hay suficiente aire en la maldita habitación. No puedo dejar de temblar -los dragones. No puedo estar a la intemperie con los dragones...-
-No soy poco compasivo, señorita Swan, pero debemos respetar las reglas- dice que no es poco compasivo, pero la mirada en su cara es todo menos compasiva.
-Está usando una batería en se laptop en este momento- protesto -¿Cómo puede condenarme por buscar más? ¿De dónde cree que vino esa?- tan pronto como las palabras salen de mis labios, sé que son un error. Su mirada de estoy-cansado-pero-soy-benevolente desaparece, reemplazada por un profundo ceño fruncido al darse cuenta de que me atreví a enfrentarlo.
Como si esto fuera una sorpresa. Todo el mundo usa bienes robados, ya sea por nostalgia u otras necesidades egoístas, pero nadie menciona que los obtiene de carroñeros como yo. Nadie quiere vender su fuente... Excepto mi amigo Alec, que me vendió para salvar su propio trasero cuando hallaron la tienda. Espero no volver a verlo nunca más, porque se arrepentirá seriamente de haberme delatado. Pero ahora no es el momento para pensar en Alec.
Tengo que pensar en Ángela. Y tengo que pensar en mí. Así que junto mis manos bajo mi barbilla y hago que mis ojos se pongan tan grandes y llorosos como puedo. Ni siquiera tengo que fingir las lágrimas. Estoy enloqueciendo. Mis manos no dejan de temblar.
-Por favor, por favor, alcalde Vulturi. No me exilie. Moriré ahí fuera. Mi hermana morirá aquí sin nadie que la cuide. Por favor, ayúdeme. No soy una mala persona- sorbo para agregarle desconsolado drama a mis lágrimas. Necesito esto. Necesito quedarme. Ángela me necesita. El alcalde Vulturi me da una dura mirada y lentamente niega con la cabeza.
-Las reglas son reglas. No podemos saltárnoslas por nadie en el Fuerte Dallas o nos hundiremos de nuevo en la anarquía. Estoy seguro de que recuerda lo malos que eran los disturbios cuando los dragones llegaron por primera vez- lo recuerdo. Todavía tengo pesadillas. Ante mi silencio, engancha los pulgares en su cinturón y me doy cuenta de que sus pantalones son bonitos, y están limpios y planchados, a diferencia de mis jeans andrajosos que están tan sucios que podrían sostenerse por sí solos y que están sujetos por un cinturón de cuerda. Me mira -la ley es lo que mantiene las cosas funcionando aquí. Si la Nueva Milicia no tiene poder, no tenemos esperanza como pueblo- me las arreglo para mantener mi cara aburrida mientras hablaba sin cesar, recitando una historia que conozco demasiado bien. Blah, blah, siete años desde que los dragones llegaron y los cielos se desgarraron.
El primer año fue un año de muerte, llamas, cenizas y brasas, en el que murieron la mayoría de los que no pudieron esconderse lo suficientemente rápido. Luego vinieron los años de mendigar, arreglárselas y construir refugios que los dragones no pudieran destruir o romper con sus garras. Años de esconderse. Años de interminable fuego, hambruna y de refugiarse en la oscuridad mientras los dragones rugen en lo alto. Como si no lo supiera. He vivido cada día de ello.
Sin embargo, su versión es diferente a la mía. En su versión, la Nueva Milicia es el fénix que resurge de las cenizas para ser el salvador de los supervivientes. Ante mis ojos, solo son un puñado de matones con armas que solo están interesados en un pago: coños. Pero supongo que nunca le han dicho que se abra de piernas por una hogaza de pan duro o un bocado de estofado.
-Las reglas son lo que hacen que el Fuerte Dallas sea un éxito- continúa el alcalde Vulturi -es lo que nos ha permitido mantenernos civilizados mucho después de que el mundo se haya ido al infierno. Y lo siento, señorita Swan, pero no podemos hacer una excepción por usted- el pánico me invade de nuevo. Mi garganta se siente como un desierto. Lamo mis labios, determinada a no rendirme.
-Quiero quedarme. Por favor. Estoy suplicando. El Fuerte Dallas es mi hogar. No tengo ningún otro lugar a donde ir. Mi hermana me necesita...- uno de los guardias de la milicia da un paso adelante.
-Hablemos, alcalde- ¡Sí! La esperanza destella en mi cabeza, y me quedo mirando al guardia. Espera, no es solo un guardia. Lleva rayas en los hombros, lo que significa que es un sargento o algo más. De cualquier manera, tiene más rango que los inútiles de la prisión. Me pongo de rodillas y dirijo mis manos
entrelazadas hacia él.
Me mira y sus ojos recorren mi cuerpo. Ew. De acueeerdo. Las cosas oficialmente han empeorado. Trago duro. Piensa en Ángela. Muchas mujeres se ganan la vida sirviendo a los guardias. A veces es por delitos menores, a veces es por un poco de comida. A veces es por protección. Es una forma de vida ahora. Puedo hacerlo si eso significa cuidar a mi hermana. Puedo hacerlo. Eso... espero. El alcalde Vulturi mira hacia el guardia y se frota las arrugas alrededor de sus cansados ojos otra vez.
-¿Qué pasa, capitán?- el capitán me mira y luego al alcalde.
-Es joven. En forma. De buena edad y fuerte. Podemos usarla- me mira rápidamente y su voz baja -ya sabe. Como cebo... para el experimento- ¿Cebo?
Espera. ¿Cebo? Mis palmas entrelazadas se vuelven sudorosas. Mi corazón se acelera a un ritmo nuevo y ansioso.
-¿Um?-
-¿Cebo?- el alcalde frunce el ceño ante eso, dándole al capitán una mirada de repugnancia -¿Necesitas más chicas para eso? Ya tenías cinco- ¿Cinco chicas cebo? ¿Cinco chicas cebo en pasado? ¿Qué es esto? El capitán hace una mueca, una expresión que impulsa una pizca de terror en mi alma.
-Se han ido, alcalde. Simplemente... desaparecieron. No pregunte. Sin embargo, esto es diferente- se mueve hacia el alcalde y se inclina para susurrarle. No puedo escuchar lo que están diciendo. Los miro, tratando frenéticamente de leerles los labios, pero lo único que me viene a la mente son "cinco chicas cebo. Se han ido".
Y quiere que sea la número seis. Tal vez debería arriesgarme con el exilio. Después de un momento, el guardia levanta la mirada, y ambos se centran en mí. Eso no es bueno. El capitán vuelve a inclinar su cabeza y los dos hombres susurran un rato más, pero el alcalde parece implacable. Al parecer, realmente, realmente quiere exiliarme. Otra vez sacude la cabeza y luego levanta la pizarra.
-Sus crímenes son serios, capitán. El exilio será. Debe ser un ejemplo para el Fuerte, y su experimento ha demostrado que no funciona. Lo siento, pero mi decisión está tomada.-
-La necesitamos- insiste el capitán. Mi mirada va de un hombre hacia el otro. No sé qué esperar, ¿exilio o cebo? ¿Exilio o cebo?
-Umm, ¿puedo opinar en el asunto?- Me ignoran.
-Esta es una lista masiva de crímenes- dice el alcalde, clavando su dedo en el tablero amarillento -¡Y no es la primera vez que ha sido enviada a prisión! ¡Debemos hacer un ejemplo de ella! ¡El hurto está creciendo desenfrenadamente!-
-Y haremos de ella un ejemplo- lo calma el capitán -de una manera u otra, ganamos. Si se la lleva, genial. Si no, bueno...- se encoge de hombros.
-¿Si qué me lleva?- grito.
-Necesitamos hacer algo- dice el capitán en voz baja -nosotros...- una gran sombra pasa sobre las ventanas soleadas. Las linternas que cuelgan de las paredes hacen un ruido metálico y el techo se estremece. Un rugido atraviesa el aire un momento antes de que la alarma para dragones se active. Todo mi cuerpo se congela.
-¡Mierda!- grita el capitán. Agarra al alcalde y se alejan de las ventanas mientras un enorme destello de escamas doradas y alas desciende demasiado cerca. El edificio entero tiembla, y el dragón ruge de nuevo. Me tiro al suelo, aterrorizada. Le doy un tirón a mis esposas, pero ¿a dónde podría ir? ¿Cómo es que esto está pasando? Los dragones atacaron anoche. Deberíamos estar seguros... ¿no es cierto?
La habitación salta a la acción. Los guardias están por todas partes, agarrando materiales y estuches mientras la forma oscura se eleva de nuevo, bloqueando la luz que entra por las ventanas. Un guardia se acuerda de mí y me levanta, luego me empuja junto a los otros mientras nos dirigimos a una de las habitaciones del bunker en busca de un refugio más seguro. Nos apiñamos en la pequeña habitación y alguien cierra la puerta. Nadie habla mientras nos amontonamos.
La habitación está sofocantemente caliente, el aire inmóvil y almizclado por el sudor. Está oscuro, y siento que una gota de sudor escurre por mi nariz y gotea sobre mi brazo mientras esperamos la alarma que indica que todo está despejado. Alguien se arrastra en la oscuridad, y siento un brazo pegajoso presionarse contra el mío. No me quejo. Cuando un dragón escupe fuego en la superficie, estás agradecida por un refugio, cualquier refugio. Otro rugido estremecedor suena sobre la alarma y la habitación tiembla con la fuerza del sonido. El olor a carbón caliente y ceniza llena el aire, junto con el humo.
-¿Es el grande de nuevo?- pregunta el capitán en voz baja.
-El dorado- confirma el guardia a mi lado -vi sus alas antes de que bajase en picado- Yo también. Era un brillante y terrorífico dorado. El capitán gruñe.
-Entonces no es rojo. Los rojos son despiadados- ¿Se supone que este es mejor? En la distancia, algo se estrella y el crujido del metal me llama la atención. La habitación entera parece estremecerse. Las paredes tiemblan.
-Aterrizó- dice alguien -podríamos estar aquí por un rato.
-¿Estamos seguros?- pregunta otro.
-Tan seguros como podemos estar- eso no ayuda. Trago duro. La sirena suena una y otra vez. El dragón ruge de nuevo. Esto está fuera del patrón. Totalmente. Algo está mal. El alcalde suspira pesadamente, y un momento más tarde me doy cuenta de que es su brazo sudoroso el que está tocando el mío. Está parado a mi lado.
-No lo entiendo. Pensaba que seguían patrones.-
-Lo hacen- dice el capitán en voz baja. El alcalde habla de nuevo
-Es el segundo ataque en menos de veinticuatro horas.-
-Lo es. En el otro ataque fueron rojos. Este es un nuevo dragón que se ha instalado en el área. Otro dorado. No sigue el mismo patrón que los otros- confirma el capitán con su voz cuidadosamente carente de emoción -si esto continua, no nos quedará mucho del fuerte- el alcalde suspira de nuevo, y casi puedo escuchar las ruedas girando en su cabeza. Cinco chicas cebo. En tiempo pasado.
-Y este experimento tuyo... ¿funcionó en el Fuerte Orleans? ¿Con un dorado?-
-Sí, señor. Creemos que el dorado es la clave- ¿Un dorado es la clave para qué? Cada respuesta que se me ocurre es más aterradora que la anterior. Una pausa.
-Puedes quedártela, capitán.-
-¿Quedarse conmigo para qué?- dejo escapar. Nadie me contesta, excepto el rugido salvaje del dragón.
