LA SEPARACIÓN MÁS UNIDA


El aire del exterior succionó el del departamento cuando entró en este, sintiendo el ambiente húmedo que anunciaba la llegada de más lluvia a la Aldea de la Hoja. Estaba oscuro dentro, se sentía como si lo hubiesen dejado abandonado por más tiempo del que realmente se encontró deshabitado, pero sabía que eso era normal en una época donde se levantaba mucha tierra, y el frío era casi una ley de vida durante las tardes hacia las noches.

Y aunque era el departamento que él conocía, Sasuke se sintió muy ajeno de él. Solamente había ido a recoger las cosas que iba a llevarse; las suyas, respectivamente, porque cualquier cosa que hubiese adquirido en esa realidad iba a desaparecer una vez que cruzara el portal de la tortuga hacia su realidad. No le había dicho a ninguno de los demás que no podía llevarse algunos pequeños regalos que le habían dado durante su estadía en ese lugar, pues no quería destruir la pequeña ilusión que tenían de que él los recordara por medio de esos objetos.

Aun así, Sasuke se estaba llevando un trago amargo sintiendo cómo sus últimos momentos ahí estaban ocurriendo. Kakashi lo acompañaría esta vez junto a Shikamaru de vuelta hacia la batalla final, por lo que debía prepararse de la forma más rápida posible para poder acabar con todo pronto. Estaba considerando seriamente dejar algo ahí, pero él sabía, de sobra, que cualquier objeto en esta realidad tendría su fin al mismo tiempo que iniciara su viaje. No tenía sentido, no iba a servir. E inclusive estaba lamentándose un poco de no poder ir a conocer (o reconocer) lugares que despertaban su curiosidad acerca de cómo estaban ahora que el futuro era diferente. Pero no podía visitarlos, y sentía que, mientras menos supiera de cómo estaban, menos ganas tendría de quedarse.

Urayashi le había devuelto de golpe la realidad del tiempo de su estadía, no por cualquier cosa diferente que fuera reconocer sus pertenencias entre las de Sakura en su casa, pero había sido perjudicial para su mente, porque estaba asimilando en cuestión de segundos lo que había ocurrido en un día, y en cuestión de minutos, una semana completa estaba guardada en cada parte de sus pensamientos. Le provocó una ligera migraña que podía manejar con un par de masajes sobre las sienes, pero eso no impedía que cada tanto le palpitaran.

Tomó aire con fuerza echando la mirada al frente, y el brillante y perfectamente silueteado contorno rosado de una cabeza estaba sobresaliendo de los respaldos de los sillones en la sala. Con paso firme, y una mirada de confusión, Sasuke caminó hacia el centro de la casa, viendo como Sakura volteaba su atención lentamente hacia él. Ella no parecía perturbada por su presencia, pero él lo estaba. Sus pasos sonaban con mucha fuerza por el enojo que le recorrió el cuerpo y le nubló la mente al verla, creyendo que había dejado en claro sus instrucciones a Shikamaru sobre dejar a Sakura fuera de la misión. Bueno, había hablado al revés y había pedido que todos lo siguieran a la muerte, por lo que parecía.

― ¿Qué estás haciendo aquí? ―preguntó el azabache en un susurro, tratando de mantener el control sobre su impulso de regañarla por algo que, para empezar, no sabía si había sido obra de ella. Pero conocía a Sakura y su terquedad, así que estaba un noventa por ciento seguro de que había sido totalmente idea de la pelirrosa.

―Vine a ver cómo estas de salud ―comentó ella con calma, poniéndose de pie del sillón―. Y empaqué tus cosas, las coloqué en uno de los bolsillos de armas que dejaste aquí.

Sakura señaló a la mesa de café del centro de la sala, y Sasuke siguió su dedo hasta los objetos que estaban recargados sobre el florero de adorno. Luego volvió a ver a Sakura mientras se acercaba a ella, decidiendo quedarse a escasos pasos de ella, en silencio, solamente estático mientras la observaba.

La pelirrosa inclinó la cabeza con curiosidad y enarcó una ceja.

― ¿Qué pasa? ―preguntó inocente.

Las alas de la nariz de Sasuke se levantaron cuando tomó aire, y sus cejas se juntaron con fuerza al centro de su frente, marcando su expresión de enojo de una forma que Sakura no había visto en él desde hacía muchos años, una expresión que había notado únicamente cuando el azabache estaba en un encuentro contra algún enemigo. Y no le gustaba.

―Tienes que irte a Sunagakure ―ordenó Sasuke lo más en calma que pudo―. No te involucres, estas fuera de la misión.

Sakura frunció el ceño y cruzó los brazos sobre el pecho. No estaba a la defensiva, porque entendía la decisión de Sasuke de dejarla fuera. Pero, sinceramente, esperaba que él pudiera considerarla de nuevo dentro, porque quería estar ahí cuando se fuera.

―Sasuke, por-

―No voy a aceptar ninguna petición que te ponga en esa línea de fuego. No te quiero ahí ―contestó Sasuke firme―. Sasuke… el otro Sasuke… va a estar ahí, y no quiero que intente provocarte o molestarte, y que tu respondas, porque no va a acabar bien para nadie. Y, odio admitirlo, pero lo necesitamos de nuestro lado esta vez.

Sakura enderezó su postura y miró hacia el techo, pensativa. Entendía lo que él le decía, estaba completamente de acuerdo que "Sasuke por dos" significaba una ventaja exorbitante contra Urashiki, pero el que ella quisiera participar no significaba que buscara elevar las tensiones al límite. Sabía que su presencia con la del otro Sasuke ya significaba algo a tomar en cuenta, era inevitable que todos pusieran los ojos sobre ambos luego de la historia que tenían; pero en cuanto a ella, todo ese historial podía irse al diablo, ella estaba dispuesta a bloquear todo para enfocarse en la misión.

―Hmm ―suspiró―, comprendo lo que me dices. Pero creo que podemos actuar como adultos, y tú puedes aceptar de mí la declaración de que me mantendré en calma y estable en esa situación. No quiero quedarme rezagada mientras todos avanzan a la batalla final, menos cuando estoy tan involucrada como tú en un bucle de pensamientos alrededor del otro.

Sasuke entrecerró los ojos hacia ella.

―Sakura, te conozco, vas a-

―No. No me conoces. No soy tu Sakura ―cortó ella, logrando que la mirada del hombre emitiera cierto brillo de tristeza―. Y tienes que entender eso, como me lo dejaste claro desde el inicio.

Sasuke se echó dos pasos hacia atrás, volviendo a asimilar esa palabra, pues su racionamiento se había nublado considerablemente, y era consciente. La incontable cuenta de imágenes y recuerdos, junto con el acercamiento que tenía con la pelirrosa, estaba haciéndolo más sensible a la idea de que algo le pasara a ella, y lo alteraba.

―Sé que no eres Sakura ―contestó con voz ronca, suspirando y bajando la cabeza mientras cerraba los ojos―. Pero mi mente no está en la mejor condición, ando envuelto en una constante marea de pensamientos que son míos, pero no conviven en la misma realidad. Estar cerca del otro Sasuke me hizo mal, es como si pudiera compartir con él un envío de imágenes, sentimientos y pensamientos, y el choque de ambos mundos es caótico para mi estabilidad ―levantó la mirada hacia ella, quien se mantenía atenta y tranquila a lo que él decía―. Me desespera la idea de que algo te ocurra y yo no pueda protegerte, no tengo tanto poder, soy débil.

―El Sasuke que conozco jamás hubiese admitido eso ―murmuró Sakura con nostalgia, una pequeña sonrisa adornando su cara.

―Y es por eso que tienes que considerarlo mejor ―dijo Sasuke―. Por favor, escucha lo que te estoy diciendo. No tengo en mis manos el poder suficiente para poder proteger a todos, y siempre tengo que poner prioridades como ninja, pero como humano-

―Me pondrás primero a mí ―interrumpió Sakura con calma.

Sasuke suspiró con fuerza y bajó la cabeza de nuevo, usando su única mano para recargarse en el sillón a su derecha. Sakura miró su mano temblar contra el respaldo, pero no sabía si era porque se contenía de algo, o porque estaba de nuevo recayendo en el cansancio físico.

―Entiendo a dónde va todo eso, Sasuke ―dijo ella acercándose un poco, colocando una mano sobre el restante de su brazo perdido, apretando levemente―. No voy a pedirte que evadas esas emociones. Estás casado con una Sakura en tu realidad, tus sentimientos por tu mujer estarán presentes en cualquier lugar en el que te encuentres, y la situación es, claro, una bomba a ellas. Así que puedo percibir tu desesperación, no creas que soy ajena.

Sasuke volteó la cabeza para poder verla, con el cabello cayéndole por un lado. Los ojos pacíficos y cariñosos de la pelirrosa le removieron cada célula, porque era justo lo que él intentaba decirle a ella, que su control no estaba en el mejor lugar. Estaba desesperado por verla, por ver a su pareja, y el tener esta versión de ella era igual de tortuoso, porque trataba de mantener sus impulsos escondidos dentro de él, los que lo querían empujar a estrujarla entre sus brazos y jamás soltarla. Pero sabía que, si lo hacía, el espacio entre ambos, donde normalmente estaba Sarada, le haría reaccionar que no estaba en su realidad, que estaría sujetando a la mujer ignorante de su verdadera relación, y que él no podía hacer más que seguir anhelando irse.

Jamás se había sentido tan empujado a sus emociones desesperantes como ahora. Sasuke era la definición de control en su mundo, Naruto confirmaba ello. Siempre con un temple de acero, aun cuando su familia estaba en los riesgos más altos. Había sido cruel con Sarada manteniendo esta frialdad cuando se volvieron a ver, pero eso siempre lo había guiado al éxito en cualquier misión, y por ello no le importaba marcar una línea profesional hasta con sus conocidos, porque sabía que podían entender la importancia de que él se mantuviera siempre en el centro de cualquier situación como un pilar inamovible. Era increíblemente irritante que no pudiera llevar ese papel en esa realidad, haciendo de él un sube y baja de sentimientos arrebatadores, que lo llevaban desde la genuina felicidad, hasta la más grande desesperanza.

―Pero eso no me dice que te quedarás atrás. Como dije, te conozco ―contestó Sasuke con enojo―. No importa la realidad en la que nos encontremos, siempre sabré qué te mueve y qué no. Sakura, por todos los dioses existentes, eres la única constante que siempre voy a tener enlazada a mi vida.

Sakura lo escuchó sin interrumpirlo esta vez, captando cómo su voz se volvía ronca conforme avanzaba en las oraciones, sonando tan triste como enojado, y a la vez, autoritario. Le colocó una mano sobre la espalda cuando Sasuke se inclinó más contra el sillón, y usó su otra mano para tomarlo por el torso en caso de que necesitara apoyo extra para sentarse, aunque él parecía aferrado a estar de pie.

―Y como sé que eres la única constante en mi vida, también sé que yo siempre soy el factor que provoca cualquier alteración en la tuya ―continuó Sasuke. Comenzó a respirar agitado, y la voz llegaba a salir en silbidos leves entre los casi bestiales gruñidos que soltaba por tomar aire―. Siempre soy el culpable, siempre. Me he sentido así desde que llegué aquí, y nunca, nunca, había expresado tanto como ahora, Sakura. Con Boruto en la otra realidad me comporté como debí, no fallé, y el que ahora lo estoy haciendo, me tiene demasiado molesto.

―No deberías sentirte mal por expresar tus emociones ―contestó ella.

―Es diferente ―soltó Sasuke. Volvió a cerrar los ojos, tratando de sentir el oxígeno que llegaba a su cabeza―. Lo hago, pero no así. Sakura sabe cómo entender las emociones que tengo, Sarada no puede, y con ella me cuesta más. Pero no lo hablo, no lo digo, y es justo lo que cambió en mí aquí. Y el ser más abierto a decir todo lo que tengo a la punta de la lengua, puedo equipararlo con la forma en la que declaran todos los que tienen el filo de mi katana contra sus gargantas. Y eso es más que alarmante. Es como si fuera amenazado por el tiempo para que declare todo, y me estoy dejando llevar.

Sakura se agachó lentamente, sentándose en la mesa de café del centro de la mesa, colocando sus manos al borde de esta y recargando su cuerpo un poco hacia el frente, poniéndole atención al azabache.

―Para mí es imposible entender lo que te ocurre, porque aun con toda la realidad de que estés aquí, de que existas en esta realidad siendo de otra, no me… ―Sakura movió las manos en un leve temblor a los lados, abriendo los dedos y tensándolos―, no me entra en la cabeza, no puedo imaginar tu vida, lo que vives. Y deseo tanto, pero tanto, vivir esas historias que me contaste.

Sasuke echó la mirada hacia ella de reojo, con curiosidad, respirando agitado.

― ¿Qué historias? ―preguntó él, confundido.

Sakura torció la boca y desvió la mirada. Ambos sabían que todas las interacciones entre ellos habían sido bloqueadas por Urayashi por su plan de mantener de pie a Sasuke, por lo que entendían que debía haber una recapitulación.

―Cuando estabas con Sakura en casa, cada uno haciendo sus cosas, pero juntos. Cuando platicaban antes de dormir. Cuando cocinaban. Cuando estabas con Sarada. Cuando estabas de misión y se comunicaban por águila porque te niegas a usar el teléfono en misiones… Tantas historias. Cuando tú y Sakura se enamoraron, cómo fue todo antes de Sarada ―sacudió la cabeza, su cabello rosa se movió suavemente en un vaivén parejo―. No puedo tener en mi mente imágenes tan tiernas, tan llenas de todo lo que anhelé toda mi vida y que se me quitó, que sé que no puedo recuperar y ni siquiera desear, porque incluso si encuentro a alguien, él no me podrá dar una Sarada. Una hija que tuve en alguna realidad, una que yo soñé tener cuando era una adolescente tonta, soñadora y llena de ganas de un enamoramiento inmaduro y completamente infantil. Una vida de pareja, una vida de familia, no puedo verme contigo, feliz, plena, completa, realizada, porque cuando vuelvo a este momento contigo, delante de mí, sé que esa vida tan maravillosa está siendo vivida por otra parte de mí.

Sakura soltó un sollozo, y Sasuke levantó rápidamente la cabeza, mirando con pena como las lágrimas comenzaban a brotar de los ojos de ella, bajando por sus mejillas y dejando un brillo leve en el contorno de su rostro. En la oscuridad que comenzaba a crecer, profundizándose alrededor de ellos, sus ojos esmeraldas brillaban invadidos de tristeza, y su piel, de tono perdido por la falta de luz, contrastaba contra el extraño y casi divino azul blanquecino que dejó el hilo de la lagrima. Y Sasuke la encontró abrumadoramente hermosa, contrastada contra un rostro de piedra y odio que había recibido de ella la primera vez.

―Te parecerá tonto, infantil, inmaduro, idiota, inconsciente… dale el término que quieras, pero esa será tu idea el que yo quiera estar contigo cuando te vayas. Pero es mi manera de darle a toda mi mente e imaginación un golpe de realidad que me ayudará a decirme "esa Sakura no eres tú. Esa Sakura, no vas a ser tú. Esa Sakura no puedes ser tú. Y esa Sakura jamás vivirá como tú. Porque ambas son otra" ―comenzó a hablar más rápido, con el labio interior temblándole―. Es un revoltijo de cosas que necesito asimilar y comerme completamente, porque comencé a sentirme en una casa llena contigo aquí. Inclusive contigo hablando de Sarada, sentí, por breves momentos, que tenía una vida, una familia de nuevo. Sasuke ―volvió su mirada hacia él, mirando los ojos del azabache completamente abiertos―, he hecho tantas cosas que no debí como doctora. Tantas, que sé que tu saldrías volando de aquí deseando volver a tu realidad lo más pronto posible, con tu Sakura perfecta. Por ello necesito ese golpe de realidad, para dejarte ir sin que algo me impulse a retenerte.

Sasuke se echó hacia el frente, lentamente, cuidando su pequeño balance para no caer contra ella, sino para apoyar su único brazo en su rodilla, lo que le dejaría mirarla más de cerca.

―Mi Sakura… no es perfecta ―comenzó a contar con voz baja, llevando su vista al piso.

Sakura lo miró, pero sus ojos no estaban al alcance, sólo notando la hilera de pestañas gruesas y largas con los parpados superiores asomados de la cuenca. Él no la volteaba a ver.

―Sakura rompe cosas cuando se enoja. Su fuerza descomunal nos costó nuestra primera casa ―dijo en tono bajo―. No ordena bien. Lo intenta, sí guarda cosas como debe en su trabajo, sabe qué va en cada lugar, pero al momento de etiquetar o clasificar, es cuando Sarada entra en acción porque Sakura no puede hacerlo muy bien. Es toda una experta en medicina, sabe cada clasificación médica existente, pero en casa es un desastre ―soltó una risa pequeña―. Le gusta cocinar, pero sólo cosas básicas, no platillos elaborados. Desde que Sarada comenzó a comer cosas sólidas, y yo volví a la aldea más frecuentemente, lo cual ocurrió ya con Sarada más grande, ella amplió poco a poco su menú, pero siempre practica y practica porque tampoco domina mucha variedad. Y siempre está cocinando en tiempos libres porque jamás atina el sabor que ella cree que debería tener la comida, a pesar de que Sarada y yo estemos satisfechos con lo que haga.

Sakura miraba ahora hacia el piso también, imaginando lo que él le decía.

―Tiene un temperamento muy duro y agresivo si la llevamos al límite. Nos hemos enojado pocas veces como pareja desde que Sarada nació, pero antes de la niña, ella y yo solíamos discutir de forma menos discreta, porque no teníamos una hija a la que proteger de nuestros problemas. Y yo siempre tenía que guiarnos a un lugar sin objetos porque sé que ella es capaz de romper lo que sea que se le cruce. No es así siempre, solamente cuando alguien logra, de verdad, sacarla de sus casilla ―suspiró con molestia―. Tiene la mala costumbre de dormir poco para trabajar, y cuando tiene tiempo libre, prefiere dedicarlo a estudiar algo más de su área, o mejorar cosas de la casa para la familia, aunque sean cosas insignificantes. Es muy dada a ocuparse cuando tiene el más mínimo tiempo libre, pues prefiere estar ocupada a sentirse inútil. He hablado mucho con ella sobre esto, hacerle entender que tiene derecho a descansar, pero me ignora completamente. Y eso la hizo más atenta a todo. Siempre está alerta, al igual que yo, así que eso es un defecto que compartimos dentro de la aldea cuando estamos, por fin, durmiendo. Al más mínimo ruido, cualquiera de los dos se despierta. No ha sido muy bueno para Sarada, ella también ha tomado ese hábito de nosotros.

Sasuke se enderezó un poco, enderezando la espalda.

―Sakura tiene muchos defectos, pero esos defectos, aunque los veo, no me molestan, porque son parte de ella, y son cosas que amo en ella ―sonrió de lado―. Hay cosas que ella cree que son defectos, que a mí no me interesan en lo más mínimo. Un ejemplo es que ella se cuestiona mucho porqué tiene el busto más pequeño que el de Ino o Hinata; se compara mucho, pero yo siempre le digo que su cuerpo es perfecto tal como es, que no tiene que cambiar para tratar de cumplir un estándar que ella cree que es aceptable. Cree que yo tendré alguna especie de más interés en ella si su busto fuera más grande, su cabello largo, o usara un maquillaje más exagerado. Cosas tontas que la gente le metió en la cabeza, y que, desafortunadamente, no estuve en ese momento para evitarlo. Le dijeron que yo me quedaría con ella en la aldea si es que ella cambiaba todo eso, que el motivo por el que estaba aceptando las misiones fuera, era porque buscaba mujeres que se adaptaran a lo que yo quería, y que ella era muy "simple" para lo que yo exigía. No sabía yo de esto, fue Ino quien me contó todo lo que le ocurría a Sakura.

― ¿Ino? ―preguntó Sakura en un susurro, con sorpresa― Pero ella casi no te hablaba antes de que te fueras, y aun cuando fue la guerra, no te habló.

―En mi realidad se acercó más a mí porque a ambos nos preocupaba Sakura ―contestó Sasuke―. Fue una tarde que volví a la aldea. Sarada ya estaba graduada, era de esas pocas veces que podía estar en la aldea un tiempo. Sarada y yo habíamos entrenado un rato, y nos encontramos a Ino de regreso al departamento. Ella me detuvo para hablar, y le pedí a Sarada que siguiera de largo al departamento. Ino me contó que Sakura había ido con ella esa mañana, cuando salí con la niña, a comprar unos tintes de pelo de tono oscuro, y que le pidió a Ino que no dijera nada. Ino me dijo que Sakura estaba buscando un tono acercado al del cabello de Sarada, y que cuando le cuestionó sobre eso, Sakura solamente le dijo que se sentiría más cómoda si pareciera más parte de los Uchiha, pues creía que eso podría reforzar más, en Sarada, la idea de ser una familia. Claro que esto era una cortina sobre la verdad, e Ino me comentó que había mujeres que aún le preguntaban a Sakura si de verdad era madre de Sarada, o solamente había adoptado a la niña con la finalidad de seguir siéndome "útil". Las mujeres son crueles con otras cuando ven algo que las demás tienen que ellas no, y con Sakura no sé qué le pudieron celar, pero la atacaron con todo lo que podría ser dañino para la salud mental de ella y de mi hija. Sakura trató de eliminar esas inseguridades en Sarada, y lo logró. Pero no trabajó en las de ella, sus propias inseguridades, sino que, malamente, se dejó llevar. En parte es culpa mía por no estar ahí para ser quien le quitara esas inseguridades, porque sé que soy un peso grande en que estén fundadas en su mente. Es culpa mía, generé mucho odio entre la gente, en todas las comunidades, y es inevitable que quieran dañar lo único que me queda. Sakura estaba sola, cuidando de una niña, tratando de proteger a una inocente esponja de emociones, y ella sufrió mucho por ello. Le falté.

Sasuke levantó la vista hacia Sakura, y ella lo miraba muy atenta.

―En la noche, luego de que Sarada se durmiera, entré al baño y encontré los tintes. Los guardé en una bolsa y los llevé a mi cuarto. Los escondí en mi cajón personal, esperé a que Sakura fuera a dormir conmigo. Cuando ella entró al cuarto, simplemente se acercó a la cama y se acostó a mi lado. Ella no se fijó, pero su cabello cayó un poco en mi oreja, y aproveché eso para hablarle de cosas que sabía que ella iba a relacionar con lo de su tinte. Sakura se dio cuenta y me preguntó cómo sabía de los tintes, y entre nosotros nunca ha habido secretos, así que le dije que Ino había ido a hablar conmigo sobre ello. Toda la noche hablamos sobre esa situación, hasta que desistió de ello y decidió deshacerse de los tintes. Trabajó mucho en su persona para que no le volviesen a afectar las críticas ajenas, y pude estar con ella mientras lo hizo, pero lo hizo sola ―suspiró―. Todo eso la hace perfecta para mí, pero para ella, esas imperfecciones son una marca. Y eso es lo que tú crees que ella no tiene porque no la conoces. Porque no te conoces a ti en ese ambiente. Y tienes que permitírtelo, Sakura. Aunque yo me haya ido.

Sakura agachó la cabeza y levantó ambos brazos, abrazándose con poca fuerza, casi solamente como escudo.

―Es que, en esta vida, yo no creo que yo represente algo tan importante para alguien como tu Sakura lo representa en la tuya ―susurró con seguridad―. Soy una huella imborrable aquí al igual que tú, y una huella mala. Hice tantas cosas que dañaron a muchos, y es visible cada mancha de sangre en mis manos.

Sakura levantó la vista hacia Sasuke, y lo observó detenidamente, queriendo recordar la expresión de su rostro antes de revelarle lo que tanto trataba de proteger. Pero era necesario.

―Hace unas noches murió Konohamaru por las heridas que le causé de una tortura ―reveló Sakura. Los ojos de Sasuke se abrieron lentamente, cubriéndose de un impacto que ella jamás le había visto reflejado en el rostro―. Hanabi se encuentra mal de salud por la misma razón, encerrada en una celda de seguridad extrema. ¿Recuerdas del Laboratorio de Torturas? Bueno, yo soy la fundadora.

Se echó hacia atrás en la mesa con un pequeño salto, enviando su torso a inclinarse un poco, y levantó la mirada hacia el techo. Más lagrimas bajaron de sus ojos.

―Cuando ocurrió todo lo de la guerra, la muerte de Naruto, y fui detrás de ti, aproveché tu débil estado y te arranqué los brazos sin pensar ―contó con la voz tensa, notándose mucho el nudo en la garganta―. Como ninja médico, mi deber es proteger y preservar la vida, jamás quitarla. En circunstancias más extremas tengo que usar mis habilidades para defender a mi gente, pero de lo contrario, es algo que está prohibido por moral médica.

Sakura hipó.

―Te arranqué los brazos, y tu caíste al piso gritando de dolor. Fue el grito más ensordecedor que he escuchado en mi vida, y me bloqueó completamente, porque la sangre que bombeaba a mis oídos solamente me hacía creer que tus gritos de agonía eran la música más dulce del mundo ―decía ahora entre sollozos más grandes, soltando el llanto poco a poco. Se pasó el dorso de la mano derecha por debajo de la nariz―. Volví en segundos cuando muchos me gritaban que te dejara, y fue cuando vi la sangre, tus manos sin vida entre mis puños, y te vi en el piso. En ese instante pensé: "¡¿Cómo pude hacer esto?! ¿¡Cómo pude faltar a mi misión principal como médico?!" … Fue ahí donde comencé a caer.

Hubo un breve silencio en el que Sasuke sólo la miró expectante, esperando la continuación.

―Me importó poco a quien puse en riesgo, y mis procedimientos médicos comenzaron a ser descuidados e inmediatos. No actué con cuidado, lastimé a muchos, dejé secuela en otros ―inhaló―. Todos mis compañeros se dieron cuenta. En campo comencé a destruir tanto como se ponía delante de mí, incluso si eso significaba la muerte de algún aliado por culpa de mi fuerza. En el hospital me comenzaron a prohibir quirófano, porque actuaba de forma tan radical, que llegaba a realizar acciones extremas para situaciones sencillas, y conflictuaba el trabajo de los demás doctores. Kakashi y Shikamaru fueron los primeros en hacerme notar esto, Ino y Sai poco después comenzaron a hacerlo. Los que estuvieron conmigo después de la guerra, todos ellos me dijeron que me había transformado, y que parecía haber dejado atrás a la persona estable y experta, para darle paso a una extremista y poco consciente, y mi trabajo, refiriéndose a ninja y médico, ya no tenía el mismo valor que antes.

Apretó los labios, llevando el interno inferior debajo de sus dientes para reprimir un pequeño chillido que quiso salir de su garganta. Ella no quería soltar mucho en llanto, prefería hablar, pues de lo contrario, Sasuke preferiría detener la conversación para que ella se calmara, y jamás la escucharía.

―Jamás me importaron esos comentarios, quería que todos se adaptaran a mi situación emocional. Poco después me corrieron del trabajo en el hospital, y Kakashi me sacó de las filas ninja. Solamente me llamaba en caso de que fuese algo verdaderamente grave o importante ―infló el pecho y se volvió al azabache, conectando ambas miradas. Ahora, él no la miraba asustado, la miraba con atención, como queriendo estar verdaderamente informado sobre el tema, con la consciencia completa en ello, recibiendo la información en seco―. Pero necesitábamos una cortina para el público. Aun con Naruto muerto, tu desaparecido, y Kakashi con los problemas de Hokage, Naruto, Kakashi y yo fuimos vistos como héroes de guerra, y no podían echar a uno de sus "ejemplos de shinobi" al fuego con el historial que estaba sembrando. Así que se inventó el rumor de que yo era promovida a Kunoichi en plenas funciones, para ocultar que me tenían trabajando bajo tierra o sobre las cabezas Hokage en los laboratorios, sin dejarme salir. Y no fue algo que Kakashi condicionara, yo le pedí que me dejara quedarme ahí.

Se apresuró a aclarar, porque pensaba que Sasuke podría ir a reclamarle a Kakashi por dejarla. Pero la realidad era que el peliplata había sido el único que se mantuvo con ella aun en su caída, pues era quien sentía un dolor similar al de la pelirrosa por sus dos alumnos, el que se fue para siempre, y el que sólo dejó un cuerpo envuelto en locura.

―Maté a gente con mis acciones inconscientes, y luego vino el Laboratorio de Tortura ―continuó―. Encerrada en los laboratorios ocultos, me di cuenta de que tenía lo suficiente en estudios y experiencia para poder averiguar lo que la gente no quisiera decir. Las torturas comunes no estaban siendo efectivas luego de la guerra, la mayoría de los prisioneros se suicidaban como podían para no decir nada, así que realicé muchas pruebas y prácticas con ellos para encontrar formas de mantenerlos vivos hasta sacarles todo lo que necesitábamos. Así fue como llegó a manos de Kakashi la propuesta del Laboratorio de Tortura, y él, algo desesperado porque no obteníamos resultados, me permitió proceder. Así que comenzamos a trabajar en eso en completo secreto ―su voz se estabilizó para la siguiente explicación―. Como sabes, Konohamaru y un grupo de ninjas desertaron para buscarte, y ellos siempre fueron nuestro principal objetivo a erradicar. Konoha ya no actúa de forma pacífica, nuestros métodos son extremos, estamos dispuestos a deshacernos de quien sea necesario para poder ganar, y por ello mismo es que se dejaron de medir las consecuencias en muchos de nuestros actos contra los criminales detenidos. Konohamaru te quiere matar, nosotros igual, pero debíamos de desmantelar el grupo que estaba formando Konohamaru porque estaban trabajando bajo un estricto lema de odio.

― ¿No es lo mismo que tu hiciste? ―preguntó Sasuke con frialdad.

Sakura se detuvo y lo miró fijamente. Bueno, las cosas en crudo dolían más, pero la mayoría de las veces tenían razón.

―Sí sí, como yo lo hice. Pero… Konohamaru hizo daño alrededor de todos y contra todos. Yo hice un daño inconsciente… porque quería proteger a todos ―se encogió de hombros y se mordió el interior de la mejilla―. Bueno, no lo hice como lo pinto, pero así lo veía.

Sasuke volvió a respirar algo agitado mientras se acomodaba en el sillón, preparándose para recibir lo siguiente de la historia, pues era claro que aún no acababa.

―Bueno, Kakashi me puso a la cabeza de las investigaciones de datos, recopilar la información, los interrogatorios. Todo ―se encogió de hombros―. Y así me mantuve oculta. Nadie en la aldea perdió su símbolo, pero era claro para todos que me había vuelto una persona más reservada en cuanto a mi trabajo, así que dejaron de buscarme por mucho tiempo. Pasaron un par de años y el hospital me admitió de nuevo sólo como doctora de emergencia o asistencia, no me permitieron volver a tener consultorio o tener plaza, lo cual es bastante lógico. No me quieren dar el permiso para realizar ninguna clase de tarea más grande que una consulta a un paciente. Si me necesitan de emergencia, voy bajo responsabilidad de Lady Tsunade. Ella está a cargo de cualquier cosa que yo realice dentro de quirófano, por lo que estoy condicionada a trabajar con la cabeza fría y las manos firmes. Es obligarme a volver a ser la doctora que era antes. Por ello puedo acudir más seguido al hospital y participar en más cosas ahí, pero, aun así, ya no soy la doctora de antes para ellos.

Sakura y Sasuke, sin darse cuenta, se inclinaron al frente, más cerca el uno del otro, y se miraron.

―Cuando llegaste aquí y comenzaste a traer a mi vida tanto de tu realidad, comencé a creerme que esa vida era tan linda, tan ideal, tan mía, que por segundos olvidaba que no estoy casada contigo, que no veré jamás a Sarada en este departamento, que no tengo el trabajo del que luego me pides que descanse… y pensé en retenerte ―declaró. Sasuke cerró los ojos apenado―. Pensaba en mantenerte aquí conmigo, pero sabía que no podía hacerlo porque Urayashi siempre estaba cuidándote. Desde el borrón de memoria que te hacía todos los días, la forma en la que te mantenía cuerdo para que no te transformaras en lo que podías volverte aquí, su forma de preservar tu salud a pesar de que todo este tiempo estabas muriendo. A mí no me servía que él hiciera eso, porque cada progreso que tú y yo teníamos como conocidos aquí, él me dejaba claro que iba a ser destruido para el siguiente día.

― ¿Por qué no le pediste que me dejara continuar contigo con toda mi consciencia en ello? ―preguntó Sasuke con genuina curiosidad.

―Porque, mientras te mantenías consciente, solamente me hablabas de Sakura. Tú Sakura. Y por un momento en mi día, quería que hablaras conmigo, de mí, para mí… un poco, como si yo fuera ella ―al tomar aire, su pecho vibró―. Pero, bueno, ninguna carta estaba a mi favor, y Urayashi también se encargó de que yo fuera consciente de que no me iba a permitir progresar en el tipo de relación que yo esperaba, y que debía de mantenerme al margen. Ya sabes, le salen sus años de experiencia en segundos cuando se trata de cosas serias, y del niño no queda nada.

Sasuke asintió. Sakura lo miró de forma escrutadora, esperando su reacción.

―Pero era demasiado superficial y egoísta el necesitarte aquí, y me di cuenta de la dependencia tan grave que desarrollé a ti. Urayashi siempre fue directo y firme conmigo cuando te ibas a dormir, y me pedía que no me ilusionara, y que lo mejor que podía hacer, era acompañarte hasta que te fueras, para entender que tú no serías algo permanente en mi vida ―se puso de pie―. Cuando estaba en el barco con Shikamaru, él me dijo que tenía que ser sincera contigo si es que esperaba conocerte completamente antes de que te fueras, y si yo esperaba que te fueras con toda la verdad.

― ¿Porqué? ―preguntó Sasuke sin voltear a verla― ¿Qué creías que lograrías diciéndome todo esto?

Sakura miró con preocupación al azabache, y por su cabeza cruzó que él estaba enojado, quizá algo reacio a seguir poniéndole atención. Desde donde lo veía, él se mostraba débil, pero no hacía ni siquiera el intento de moverse o voltear a ella.

―Había una pequeña, una muy ligera idea, de que si te decía todo esto y tu actitud no cambiaba hacia mí, podría mantener la esperanza de tener una vida que fuese mejorando poco a poco en esta realidad ―respondió en voz baja―. Pero es una idea a la que intento aferrarme mientras mi otro lado me quiere convencer de sujetarte aquí hasta que olvides tu otra vida. Creo que eres el único que siento que no me daría la espalda, siendo quien soy, sabiendo en lo que me transformé.

No cabía duda alguna de que era coherente lo que Sakura decía, y Sasuke podía entender la desesperación de la pelirrosa por aferrarse a alguien que no la viera como un peligro potencial después de lo que había hecho. Y ella no estaba equivocada, porque el azabache podía imaginar cada una de las acciones que ella realizó, saber con exactitud cómo es que había ocurrido, pero no la veía en el panorama del enemigo, sino que se visualizaba a él. No era diferente, había realizado acciones similares, pero con fines meramente malignos, impulsado por un odio que no lo llevaba a matar para proteger, sino para vengar. Ese pequeño pero muy notable diferir de puntos a alcanzar entre ambos, era lo que a él no le permitía sentir repulsión por ella u odiarla. Y, como ya había dicho antes, era consciente de que, para que Sakura decidiera obrar de una forma tan irreflexiva como lo había contado, algo debía de haberla llevado a un punto de no retorno para que ella perdiera de vista la paz, y ese factor era siempre el mismo: él.

Si hacía algo bueno, recaía en los hombros de la pelirrosa. Sí hacía algo malo, la misma historia. La única variante era cómo había actuado con ello, puesto que en su vida diaria ahora había una hija, un clan de vuelta, una familia, y unos ninjas de Konoha, por lo que siempre que hacía algo, él sabía que no podía perjudicarlo directamente a su persona, sino a las que estaban ligadas a él de cualquier forma; y las más próximas, respectivamente su esposa y su hija. Ambas, tratando de ser empáticas y relajadas ante los resultados, le aseguraban acompañarlo con lo que ocurriera, pero siempre perdían aspectos de su vida que eran importantes, aspectos que, aunque para él fueran de lo más mundano, comprendía que en el desarrollo de una niña como Sarada, eran algo muy grave de retirar o eliminar de tajo. Y en la vida de Sakura eran algo que la llevaría a la soledad que ya había vivido por muchos años, y no quería volverla a meter en una caja en la que su único propósito era ver por lo único que quedaba de los Uchiha. Era cruel, inhumano e indiferente. Él ya no era así. Por eso tenía que pensar en todo lo que haría antes de que el resultado fuera la desgracia de los que amaba.

En esa realidad en la que estaba, Sakura no había recibido el apoyo real que necesitaba. Kakashi podría haber sido cercano en ideas y sentimientos, pero jamás podría verlo desde el punto de vista de ella tanto como de mujer, como de compañera de Naruto y Sasuke. Kakashi había perdido a tanta gente cercana, que había aprendido al poco tiempo a sobrellevar la situación de sus estudiantes. Pero Sakura jamás había pasado por ello, y tuvo que comerlo de la mano de la muerte de su mejor amigo y la caída del hombre al que quería. Puede que en su juventud sus sentimientos de amor no fueran específicamente enfocados y maduros, pero Sasuke sabía que tampoco eran infantiles ni idealizados, porque ella había estado dispuesta a matarlo, a cuestionarlo, a llevarle la contraria, aun por sobre todo lo que sentía por él. El que ella fuera lo suficientemente consciente de que sus sentimientos no debían intervenir, en lo que fuera mejor para mantenerlo a él al margen, le había dado a Sasuke una especie de calma de que no se quebraría si a él le pasaba algo aun en contra de los deseos emocionales de la doctora. Pero incluso con todo el peso de este motivo, él no podía razonar cómo es que Sakura había llevado la balanza completamente de lado y se había perdido sola. ¿Cómo es que los demás sólo se preocuparon por ellos mismos y la ignoraron, siendo ella una clara alarma de un resultado fatídico?

Respetaba el duelo de Sai e Ino por su bebé perdido. Respetaba la muerte de Tenten como lo que representaba en la vida de Neji. Respetaba la ida de sus compañeros, y el abandono de todos a la aldea luego de la muerte de Naruto. Pero que entre ellos se soltaran de forma tan abrupta, sin darse cuenta de que se quebraron cual cristal desde la primera persona hasta la última, era algo que Sasuke temía que ocurriera en su propia realidad. Porque todos fueron, de uno a uno, desde el primero, teniendo un pequeño rayón en su panel, hasta que hicieron añicos a Sakura formada en el último lugar de la fila, dejando que todo su cristal se redujera a simple polvo de un vidrio imposible de reconstruir.

Sakura era ese polvo que el viento se estaba llevando. Su vida, su calma, su paz, su fe, su amor, su fuego, su motivación, todo era arrastrado y esparcido por una fuerte tormenta, haciéndola perderse entre la multitud del mundo. Y mientras los demás, aun con los vidrios quebrados, rayados, sucios o dañados, eran sostenidos por alguien para evitarles partirse, la joven doctora no era atrapada por nadie entre el viento, y la dejaron perderse y desaparecer, poco a poco.

El tumbo en su corazón lo trajo de vuelta al presente, enviándole energía a cada pequeño doblez en la piel, a las articulaciones lesionadas por el tiempo, a sus venas que apenas palpitaban, y Sasuke se puso de pie de un salto, sin perder el equilibrio, no echándose a los lados por su desgaste, con una elegancia propia de un Uchiha. Sus ojos, ambos iluminados en medio de la oscuridad, con un Sharingan y un Rinnegan activos, guiaron la mirada de Sakura hacia su rostro cuando apareció delante de ella sin aviso.

Impactada, echó un pie hacia atrás chocando con la mesa donde estuvo sentada, sintiendo el filo de la madera encajarse en su pantorrilla. Sasuke alzó la mano y la sujetó con fuerza el antebrazo, evitando que ella cayera sobre el mueble, pues sería grave.

Ella no pudo ver sus ojos esmeraldas brillando para él, y Sasuke apenas registró el leve destello que sus esferas emitieron luego de dejar un rayo borroso en su mente, pero agradeció que lo único que podía ver con los parpados cerrados era oscuridad, porque para cuando soltó a Sakura del brazo y la sujetó de detrás del cuello, dándose cuenta de cuán pequeña era en comparación con él, ya la estaba besando.

No supo si ella cerró los ojos, o si estaba asustada, o espantada, o siquiera si lo había esperado, pero las manos pequeñas que se envolvieron en su torso lo tranquilizaron, y él presionó muy levemente los labios contra los de ella, no queriendo enviar la señal equivocada.

Sólo un beso, se dijo. Sólo uno.

Sería mentiroso de su parte decir que no sentía lo salado de las lágrimas que estaban colándose entre sus bocas unidas, decir que no estaba preocupado porque ella estaba llorando, pero sentía, con seguridad, que lo que menos debía hacer era intentar alejarla. Él era lo único a lo que estaba pidiendo aferrarse, y él tenía que permitirle eso, aunque fuera por un momento. Él tenía que dejarla sentirse de nuevo construida, un poco atrapada, notada entre tanta partícula en ese mundo tan separado. Tenía que sujetarla con fuerza como nadie la había sujetado en años, y quizá, sólo quizá, cuando él se marchara, ella podría perdonarse un poco por algo que jamás fue su culpa.

Los pequeños cabellos entre sus dedos se resbalaron lentamente cuando él elevó la mano hacia la mejilla de ella, enviando las hebras de seda rosa entre sus uñas. Era casi como una almohada.

Cuando la yema de cada uno de sus dedos comenzó a percibir la piel de la chica, despegando uno por uno, él soltó lentamente su rostro. Con ello, se alejó con cuidado de ella, permitiéndole acabar con el beso con extremo cuidado para no desesperarlos a ambos. Pero Sakura no lo soltó.

Sasuke abrió lentamente los ojos, sin un brillo centelleante en ellos, de nuevo con el Rinnegan inactivo y su ojo oscuro y opaco en escena. El cabello se vino sobre su rostro, ocultando la mitad de este entre las sombras. Sakura sí lo miraba, con los ojos abiertos en su totalidad, con todo el brillo que a los de él les faltaba.

Su boca se cerró en una línea y la apretó, moviendo su mano hacia el único brazo de ella a su alcance, tomándola cerca del codo y dándole un leve apretón, indicándole lo obvio.

―Es todo lo que te puedo dar ―le dijo en voz baja. No en un susurro, no con debilidad. Era seguro, una sentencia. Había que obedecer―. Sakura, lamento que todo lo que hice te trajera a este futuro tan infeliz y abandonado. Lamento siempre ser la pared con la que chocas. Lamento haber matado a Naruto.

El rostro de ella se llenó de un río de lágrimas, pero ella no gimoteaba o sollozaba, sólo lo miraba impertérrita. Con el rostro tan frío y estático, que él sintió su propio calor disolverse.

―No puedo arreglar nada, no me puedo quedar, no te puedo llevar conmigo, no puedo volver en el tiempo y evitarlo, porque esta es una resultante aparte que tiene que existir para que exista mi propia realidad ―explicaba con calma. Ella asintió una sola y mecánica vez―. Quiero que me acompañes hasta que me vaya, que asimiles que me voy. Pero necesito que sigas esta vida lo mejor que puedas, no por mí, ni por Naruto, ni por seguir tratando de mantener la cortina de humo sobre los demás. Necesito que regreses a tu vida y seas tú, que vuelvas a tener el propósito de proteger y servir como siempre lo tuviste.

Retiró el brazo de Sakura de su cintura, notando que el otro siguió el mismo camino que el sujetado por él, y los colocó a los lados del cuerpo de ella, pero no la soltó. Subió la mano y le apretó el hombro.

―Konoha no tiene a Naruto, y no me tienen a mí. No importa que Kakashi siga con vida, él jamás va a representar el nivel de poder necesario para ser el frente fuerte. Y es ese el papel que te toca a ti ―explicó. Sus gestos eran muy expresivos, él pensaba que su cuerpo estaba reaccionando a la desesperación de comunicar el motivo y que fuera bien recibido―. Sé que es mucho lo que te pido, pero analiza esto: Si en mi realidad tú y todos los demás fueron capaces de perdonarme por lo que hice, a pesar de todo el daño que causé y dejé, de cuántas vidas quité, de cuán poco me importó lastimar, entonces eres capaz de perdonarte a ti misma y permitir que entre a tu vida gente que jamás te va a ver con ojos de culpa o juicio. Tienes que dejar de notar únicamente las miradas atacantes, y enfocarte en las que intentan abrirte camino. Entonces, de verdad, estarás avanzando por ti.

― Pero tú no estarás ―susurró ella con desolación.

Sasuke sonrió levemente con tristeza.

―Jamás me vas a necesitar si te curas y te amas aun con tus errores ―contestó―. Porque antes de mí, y de los demás, estás tú. Y si quieres poner primero a los demás, debes estar en perfectas y excelentes condiciones para considerarlo, para que no te vengas abajo con el peso que no te corresponde cargar. Y si quieres algo más por lo que intentarlo, un motivo más, piensa en esto.

Sasuke se enderezó y la soltó, llevando su mano al interior de su ropa para recuperar la foto de Sarada y Sakura que cargaba siempre con él. La acercó hacia la pelirrosa, entregándosela.

―Sé que es doloroso para ti, pero quiero estés segura de que, en otra realidad, estoy dándolo todo porque vivas una vida plena y feliz, y que en esa vida haz alcanzado mucho más de lo que esperabas ―ella tomó el borde del papel y sujetó la imagen, y él la soltó para ella―. Y si quieres sentirte un poco más cerca de esa vida, comienza a construirla aquí. Sin mí. Por ti.

Sasuke sabía que estaba siendo cruel, y que esa manera de dejar en claro las cosas era horrenda, en especial porque estaba aplicándola sobre la persona que amaba. Pero debía de romperle el corazón a Sakura, debía de hacerla aterrizar, y, de la mejor manera, mostrarle que ya no podía cargar con el pasado.

Le dolía más que mil chidoris al pecho, pero era hora de que ambos se despegaran.

Sakura tomó aire con fuerza, y una última lagrima de su parte cayó sobre la foto, manchando la zona donde las manos de la Sakura en la fotografía acunaban a la bebé Sarada. Extendió con firmeza el papel, entregándoselo de vuelta al azabache. Sasuke lo tomó sin titubear y volvió a meterlo en su ropa, no queriendo ver la foto de su familia. Estaba negándose a verlas así, pues la convicción de volver a verlas en persona era lo que lo estaba llenando de energía para la batalla final.

Sakura levantó la cabeza, y cualquier rastro de tristeza que había almacenado las facciones de su rostro, había desaparecido y sido reemplazada por una dureza y decisión que él no le había visto desde su llegada a esa realidad. Sus cejas se curvaban al centro, una sonrisa de lado se asomaba, y sus ojos estaban tan vivos y energéticos, que él sintió la transmisión de la electricidad a su propio cuerpo.

―Más te vale abrazar a Sakura y Sarada con fuerza cuando las vuelvas a ver, porque si no, no necesitarás un Otsutsuki, yo misma iré a tu realidad a patearte el trasero ―amenazó Sakura, mostrando los dientes con una sonrisa abierta.

Sasuke sonrió de lado, satisfecho con esa respuesta.

Podría parecer mentira para cualquiera que no los conociera, pero percibía perfectamente que Sakura estaba actuando sin tapujos por primera vez, soltándose, siendo completamente sincera, libre de las emociones asfixiantes que se había guardado. La bravura que podía sentir vibrando de ella, dentro hacia afuera, eran ondas de una valentía y decisión que necesitaba comerse realmente, y lo estaba logrando.

Con ninguna palabra más que decir, Sasuke elevó su mano y tocó con sus dos dedos el rombo morado en la frente de Sakura, dándole el pequeño toque en la frente que ella nunca había recibido de él en esa línea temporal.

Sakura se inclinó contra los dedos, cerró los ojos y suspiró.

―Gracias.