Disclaimer: Bleach pertenece a Tite Kubo, quien por suerte es un IchiRuki fan =) yay!


"Sia - I'm in here (acoustic version)."

Ella estaba debajo de él, mirándolo con los ojos nublados, cargados de emociones.

Él estaba encima de ella. Atrapándola con toda la extensión de su figura, su rostro a la misma altura que el suyo. Cada uno de sus brazos deteniendo los de ella por encima de su cabeza. Ligeramente encorvado, con la pierna izquierda invadiendo el espacio entre las de la joven. Acariciando apenas en roces su atesorada feminidad.

Tumbados sobre la desordenada cama...

Y ella le sonreía.

Ichigo no pudo soportarlo más. La desesperación, la frustración que sentía estaba por ahogarlo.

Así que así de desesperado como estaba, así, lleno de descontrol... la besó.

Con fuerza. Con rudeza. Con el alma cargada de intensas emociones y confesiones apretujadas en su pecho, al punto en que dolía.

Y ella le devolvió el beso. Envolviendole las manos con las suyas.

Suave, lento, con ternura para nada contenida. Quieta y tranquila, dejándose destrozar por la rudeza del chico, dejando que la sobrecogedora ola de emociones la aplastara hasta ahogarla.

Y aún con todo él se abría paso a la fuerza en ella. Absurdo. Pues ella no ofrecía resistencia. Se estaba entregando y respondía con amor y ternura cada arrebato descuidado por parte de él. Dejando que la lastimara en el acto. Con aquella sonrisa dibujada sólo para él.

Él estaba desesperado por fusionarse con ella, por atravesar más allá de la piel, por mezclar la esencia de sus almas y dejarse intoxicar por ésta. Estaba desesperado. Abrumado por el peso de sus emociones, por sentir que tal vez no tendría otra oportunidad más que ésa. Que el tiempo era corto, que tras la batalla no habría nada prometedor.

Y si iba a morir...

Y si ya no iba a volver...

Quería irse con ella.

Así que la beso con fuerza, con rudeza, sin compasión ni ternura.

Y cuando el calor fue insoportable, cuando el aire era casi tan pesado como el agua como para poder respirarlo... Desabrochó uno a uno los botones de su vestido, con ágiles dedos, dedos desesperados que casi rompen la tela que tocaban, levantándola por la cintura. Fue besando cada parte de su piel conforme iba siendo expuesta. Llegando al final, la soltó con brusquedad abriendole las ropas. La beso una vez más antes de admirarla.

Un pequeño fondo negro... Delgado, elegante, fino y traslúcido... Nada más cubriendo sus pechos y sólo una pequeña braga enmarcando su feminidad. Su blanca piel contrastando con los mechones negros desperdigados sobre la sábana y su rostro. Sus labios rojos y marcados por la fuerza de los besos, su pecho subiendo y bajando en su esfuerzo por recobrar el aliento, resaltando aún más los duros pezones a través de la caricia de la negra tela.

Y Dios, esos ojos...

Sin pensárselo dos veces, se sacó la sudadera que llevaba puesta con todo y la camisa de abajo. La lanzó descuidadamente sobre el suelo, sin molestarse en ver otra cosa que no fuera la excitación, el deseo y la anticipación en las orbes violetas de su compañera.

Se negaba a romper el hechizo.

Y como todo un cazador sobre su presa, con lentos movimientos, se cernió sobre ella. Sin despegar la vista le vio seguirlo con la mirada, le vio descender sobre su vientre... le vio cerrar los ojos en placer al sentir el beso de su lengua sobre su vientre, descendiendo hacia su feminidad. Pero él siguió observándola, rozando con las yemas de sus dedos la tela por encima de sus pechos. Ella se arqueó en respuesta, gimiendo dolorosamente al morderse el labio inferior en un intento de no dejar salir aquél grito; sus manos apretando con fuerza la tela de la sábana a sus costados.

Exhaló el aire caliente de su boca sobre los labios del monte de Rukia, y tuvo que esquivar las rodillas de ésta cuando se retorció en respuesta al contacto.

-Ichigo!

Fue un grito contenido. A penas un susurro... difícil de discernir si era una advertencia o una plegaria. Poco importaba, él había regresado sus manos a su propio cuerpo, sin dejar de soltar aliento tras aliento sobre la feminidad de ella, sin dejar de ver sus reacciones... se desabrochó el cinto y lo deslizó fuera de las hebillas del pantalón.

Si ella iba a detenerlo, debía de ser ahora mientras él terminaba de desvestirse. Aunque maliciosamente, no planeaba darle tregua hasta que ella se rindiera a él... más sentía que debía de todas formas darle un instante de considerar lo que estaban haciendo. Y por eso aquél botón se soltó demasiado lento.

Pero más allá de quedarse sin aliento por un instante, Rukia sólo abrió los ojos para mirarlo de nueva cuenta, sus brazos de pronto recordando cómo moverse, le acariciaron el rostro.

Y así...

Se resbaló el pantalón por las caderas. Con ayuda de ella.

Dispuesta también a mantener el hechizo, se irguió hasta sentarse con las piernas entreabiertas. Pasando su mano del rostro de él hacia su nuca, tomándolo de pivote para levantarse hasta la altura justa en que podía besarle el cuello sin problemas. Ichigo cerró los ojos, inspirando con fuerza y soltando el aire en un ronco gemido. Sintiendo la piel de su antebrazo cosquillearle por el contacto de los dedos de ella sobre su piel, resbalando de arriba a abajo y viceversa; mientras su cuello y su miembro ardían en calor. Cayó sentado hacia atrás, permitiendole el avance sobre su persona, su pantalón ahora a la altura de sus rodillas.

Dejándose envolver por la fuerza que la atraía a él, se sentó sin darse cuenta sobre el miembro del chico, saltando como si danzara el obstáculo atorado en las rodillas del mismo; dejándole, sin ser consciente de esto, la facilidad de terminar de sacarse la molesta ropa por los pies, con todo y el boxer.

Él la abrazó por la cintura, haciendo lo mismo que ella, se encontró con la piel nívea de su cuello al sostenerle la corta melena; ella se arqueó ante el contacto, abrazándole la espalda por debajo de sus brazos... clavándole las uñas.

El muchacho siguió la curva de su cuello, jalando con su mano la tela del vestido hasta descubrirle el hombro; y sin dejar de besar la piel que iba quedando expuesta, la despojó de su ropas. La joven le facilitó la tarea al separarse lo justo, para dejar salir la prenda de sus brazos. Abandonada hacia la misma desesperación que lo había envuelto a él antes, se sacó el fondo negro con prisa. Sin dejarle tiempo a detenerse por más tiempo, ésta vez fue ella quien le beso con fuerza, atrayendo su rostro al tomarlo con ambas manos del cuello.

Él no tardo en responder.

Peleó por dominio en su boca. Y cuando sintió que no era suficiente, la empujó con la fuerza de su cuerpo hasta tumbarla de nueva cuenta sobre la cama. Descendió los besos, aprisionando sus manos con una de las suyas y devorando sus senos con la lengua... usó la mano restante para arrancarle la última prenda que le cubría hasta romperla.

Se sentía poseído.

Como un adicto que se aferraba a la droga sin sentir que fuera suficiente. "Más, más, ¡más!", pedía su cuerpo, su alma, su mente, su corazón... y más buscaba.

Hurgando en los recovecos de su recién descubierta amante, le acarició con las palmas de las manos desde las palmas de la misma hasta la punta de sus pies. Ella se arqueaba anta cada roce, ante el tibio contacto de su lengua sobre la piel entre sus senos; lentamente descendiendo hasta quedar entre sus piernas. Sus ojos se abrieron en sorpresa y calor al sentirle lamerle los labios íntimos. Se removió intentando alejarse.

-No te muevas.

Pero la fuerza de las manos de él sobre sus caderas, le impidieron alejarse. Habría hecho caso quizá en quedarse quieta como le había ordenado, pero aquello no sólo era nuevo, sino demasiado intenso como para contenerlo.

...

Lo intentó. De verdad lo intentó... Pero cada que él la lamía, rozaba aquél frágil punto, el centro de su placer, que no pudo resistirlo. Se retorció entre jadeos, sintiendo su intimidad humedecerse más allá de la saliva del chico. Apretaba los dientes, luego dejaba salir el aire, gemía, se cubría la boca con la mano cerrada en un puño, abría y cerraba los ojos... Y desde su posición en su feminidad, Ichigo observaba todo.

Y no le era suficiente.

Dio una larga y lenta lamida desde el interior de los labios de Rukia hasta llegar a su punto... rosado y tibio, lo chupo una y dos veces, soltando en un ligero soplido el aire de su aliento.

-Por favor... Ichigo!

Aquello era una clara súplica. Y él respondió penetrándola con la lengua.

Ella gimió en respuesta, irguiéndose al instante. Moviendo las piernas, alejándose al fin hasta topar con el respaldo de la cama.

Él la observó y no pudo evitar relamerse los labios ante la escena.

Tenía las mejillas rojas, los ojos nublados de placer y deseo, la boca entre abierta de donde salían sus pequeños y rápidos jadeos, mientras el pecho le subía de arriba a abajo con prisa; con las rodillas chocando una con otra, cubriendo la parte que él le había estado descubriendo, una mano apretando la sábana con fuerza y la otra sobre su pecho; su pelo enmarañado, con mechones pegados a sus mejillas y a la base de su cuello...

Toda ella era un poema.

Y él se sintió mucho más poseso... Rukia lo vió. Notando el brillo de depredador en sus orbes castañas, y supo que ya no había regreso. Pero también supo, lo mucho que a él le costaba llevar la iniciativa en aquello, supo notar la duda en esas mismas orbes que la devoraban. Y siendo su amante, su ser reaccionó movido por el mismo lazo que los unía.

Le extendió los brazos con premura rogándole en silencio el que la tomara; en un gesto tan lleno de amor, que él no tardó en dejarse caer sobre ella, envuelto en el manto que emitía su reiatsu, palpitando, llamando por el suyo hasta mezclarse. Se escondió en su pecho. De rodillas como estaba frente a ella.

-No quiero lastimarte.

-No lo harás.

La abrazó con fuerza, rozándole el rostro con el suyo propio.

-No quiero perderte.

-...

Él levantó la vista hacia ella al no recibir respuesta. Apresurado y aturdido, exaltado y asustado de que ella no le asegurara su presencia. Pero lo que recibió fue el rostro conmovido de ella, envuelto en lágrimas... sonriendo, como sólo le sonreía a él.

-Tómame Ichigo... y nunca volverás a perderme.

Entonces él había entendido diferente...

Ahora lo sabía.

Pero entonces... sólo entonces... había sido feliz aquél instante.

En el momento mismo en que había penetrado en ella... Tomándola por la cintura y sentándose apropiadamente para recibirla, la había levantado hasta posicionarla sobre su miembro erecto.

-A tu ritmo Rukia.

Ella se sostuvo de los antebrazos de él y fue descendiendo sobre éste sin despegar la vista de la de él.

Y lloró con más fuerza, cerrando los ojos al sentirle penetrarla. Había dolido sólo un poco.

-Mírame

¿Era una orden?...

-Por favor...!

O quizá una súplica.

-Ichigo...

Y le miró como le pedía, ambos tenían los ojos entrecerrados y turbados por las lágrimas contenidas; sumiéndose y disfrutando, acostumbrándose a la pequeña invasión. Dejando salir el aire en jadeos más fuertes al penetrarla por completo.

Se quedaron quietos. Con las miradas bailando en la del otro, con las manos de él en la cintura de ella y las de ella sobre cada uno de sus antebrazos.

¿Y ahora qué?, pensaban.

Entonces, fue cuando pasó...

Aún ahora sentía la fuerza de aquél recuerdo envolverle hasta confundirlo, sobre el ayer y el ahora, sobre la realidad y los sueños.

En aquél momento una oleada de placer los había envuelto, el instante en el que ambas almas acabaron de encontrarse.

Y entonces, sólo entonces.

Ella se movió sobre él.

Casi como una prueba. Seguía mirándolo a los ojos.

-Más rápido Rukia

Volvió a ordenarle en ese tono que ella ya sabía era una súplica. Lo besó en la boca, uniendo su lengua a la suya, aumentando el ritmo de las embestidas. No tardaron en apretarse más en el abrazo. En besarle el cuello mientras ella le clavaba las uñas en la espalda hasta dejarle marcas. Arqueándose al sentir las paredes de su vientre contraerse...

Aún más al venirse él en ella.

Terminó demasiado pronto...

Al menos, el primer asalto.

Ella golpeó la cama de espaldas y él ya estaba de nuevo sobre ella, saboreando de nueva cuenta la nivea piel de su pecho. Ella le hundió los dedos en los mechones de su pelo. Y lo guió con fuerza hasta hundirle la boca en uno de sus senos.

-Muérdeme Ichigo... -susurró, apenas conteniendose y con la verguenza enmarcada en su rostro.

Él hizo como ella le ordenó.

Y empezaron otra vez.

Y una y otra vez.

En su último asalto. Ella arrugaba las sábanas con ambas manos, a penas sosteniéndose sobre los codos. Él estaba detrás de ella, penetrándola, besándole la espalda, los hombros, el cuello, la oreja... Sintiéndose desfallecer, una vez más se vino en ella y se la llevó con él hasta el mismo Cielo. Le cubrió las manos con las suyas mientras tanto. Y cuando el placer cedió, se tumbó de lado con ella, respirando pesadamente.

La giró hacia él abrazándola por la cintura y descansando su rostro en el pecho de ella.

Sin saber cómo, habían empezado a hablar.

Él le contó por fin lo que había descubierto de su origen y se maravilló ante el alivio que sintió al saberse escuchado. Ella le acariciaba el rostro con las manos y él se aferraba cada vez más a ella.

Entre anécdotas, ella confesó lo de Kaien. Él se sintió un poco celoso, pero al caer en cuenta de saber con quién lo había comparado Byakuga había tenido que preguntarlo. Y tras sentirse seguro de ser el único en el corazón de ella...

Cayó dormido...

Y había sido la primera vez que había dormido con una sonrisa.


Notas: Les dije que la inspiración me había golpeado y si no fuera porque ya es muy tarde, seguiría escribiendo.