Antes que nada NO PERMITO LA ADAPTACIÓN DE NINGUNO DE MIS FIC´S ASÍ COMO SEAN SUBIDOS EN OTRAS PAGINAS ETC... ETC. PARA ELLO PRIMERO CONSÚLTENLO CONMIGO!
Bueno que les digo! Se me hizo hacer otra historia hahhahaha, esta dedicada a una amiga muy especial Andrea Lopez, hay tienes el Kaka/saku que te prometí (¬¬ ya puedes dejar de joder ahhahaha ok no! tu sabes que te adoro mija! :DD ) Bien pues espero que sea de su agrado.
ADVERTENCIAS: escenas 18+, lenguaje obsceno, violencia.
~Gracias por leer!
~JUEGO~
Miro por última vez la puerta que tenía enfrente, tener esa sensación de vacío en su corazón, en su cuerpo, sentía nauseas al tan solo pensar en su esencia corrompida por su absurda venganza, se había equivocado, lo reconocía pero simplemente no lo aceptaría. Por lo menos no aun. Sabia los riesgos que traería su decisión, lo sabía desde un principio, pero no podía sucumbir ante el deseo, aquel por el que se dejo llevar y ahora victima de su propia hazaña. En ese mismo instante odiaba tener que enfrentarse a su profesor, enfrentar a cada una de sus acciones. No. Lo que en verdad odiaba era que después de todo, le encanta tener esa sensación de ser castigada por él, sus labios posarse sobre los suyos, sus lascivas manos recorriendo su cuerpo. Enterrarse en lo más profundo de su ser, llevándola a un éxtasis sin igual.
Conocía perfectamente su mecanismo a la hora de tocarla: definir cada parte de su piel, sus pechos, su espalda, sus manos recorriendo el interior de sus muslos haciendo que en un sonoro y ruin gemido implorara por acabar con aquella dulce tortura. Se sonrojo al recordar aquella escena que se repetía miles de veces en su cabeza. Apretó sus manos haciéndolas un puño. Enterró sus uñas en sus palmas haciendo que lastimará un poco. Maldijo mentalmente, sabía que sus cartas en ese momento tenían que ser jugadas cuidadosamente, tenía que ver la manera de salir de ese pequeño agujero en el había caído, pero que en cierta forma se negaba a salir del todo. Toco la puerta emitiendo un bajo sonido, pero no obtuvo respuesta alguna, suspiro pesadamente. Volvió a hacerlo. Pero no respondieron, se adentro al aula. Vacilo, siempre lo hacía cada vez que iba a verlo dentro del plantel.
Una vez adentro miro por todos lados buscando a su maestro, dejando la puerta entreabierta, pero escucho que se cerró a sus espaldas la puerta, mas no volteo, sabía quien era la había aprisionado, no temía por ella en ese momento en que lo sintió detrás de ella, golpeando su respiración en su cuello, parte de su cuerpo se había dormido. Quería sentirlo y a la vez no– sensei –murmuro entrecortada al sentir sus manos rodeándole su cintura, estas a su vez entraron dentro de su blusa del uniforme. Recorriéndola con lentitud. La yema de sus dedos jugaron hasta llegar a su sostén, en el cual levanto suavemente, haciendo que esta hiciera su cabeza hacia atrás. – aahh… –gimió bajito. Mordió su labio, reprimiéndose a sí misma ante aquellas sensaciones placenteras que si bien parecían derretirse bajo su manto, y que al mismo tiempo le parecían asquerosas. Pero jodidamente excitantes. Intento razonar por una vaga fracción de segundos.
Fue entonces cuando los labios del hombre se movieron sobre su nuca para después dejar a un costado de su hombro la pelirrosa cabellera. Una de sus manos descendió de sus pechos cuyos dedos estaban estirándolos a conciencia a su falda deslizándola con tal precisión que lograba ver el pecho de la chica subir y bajar con más frecuencia.
Sus caricias eran casi inexistentes pero lo suficientemente tormentosas para escuchar leves gimoteos, llego hasta el final de su coxis apretando sus glúteos con brusquedad, arqueando su espalda y su cuerpo sintiendo la erección del hombre contra ella. Bajo un poco más hasta llegar a su sexo rozándolo lentamente– aaahh –gimió al mismo tiempo en que se soltaba a su amarre. Se llevó las manos al pecho al tiempo en que bajaba su cabeza, seguramente sus mejillas adornadas de ese tono carmín típico en ella ya se habría instalado.
–Sensei, ¿Por qué...? –suspiró entrecortada. El hombre simplemente ignoro de lleno, le tomó salvajemente de la muñeca, llevándola hasta su escritorio, para después obligarla a sentarse y así quedar ambos frente a frente. Pasó un dedo por su centro, acercándose a ese lugar que tanto le encantaba–. Aquí no, nos pueden ver –susurró contra sus labios, excitada ya por sus roces.
Reaccionó versátilmente el hombre ante su rechazo, tomándose de su cabello alborotándolo más de lo que lo ya lo tenía.
– ¿De qué querías hablar? –habló más tranquila.
– ¿Te parece poco, lo que ese maldito quería hacerte? -preguntó con tono autoritario.
–No me hizo nada –aseguró viéndolo fijamente a los ojos.
– ¿No te hizo nada? Sakura casi te ve desnuda, ¿Crees que me gusta ver que ese idiota este de mirón contigo?
–no me hizo nada... Simplemente, ¿no podrías olvidarlo? –suspiro molesta por el tono de voz del plateado.
–Sakura, no puedo –dijo con el entrejo ya fruncido.
–Solo… tranquilízate ¿Sí? Hablemos del asunto y…
–Estoy hablando contigo porque me lo pediste –interrumpió fragantemente a la chica–, y porque quería estar a solas contigo –hizo una pausa antes de poder continuar– ¡Con una mierda!, ¿Hasta cuando me vas a hacer que te espere? Te necesito –confeso acercándose a la pelirrosa tomando el mentón, embriagándose con el perfume que destilaba su cuerpo y la suavidad de su piel. Aquel pedido era egoísta en muchos aspectos, primero, porque ambos sabían que esa relación estaba prohibida. Ella apenas era una joven de 18 años y él un maestro de 35, la diferencia era grande entre ambos, pero aquello que había comenzado como un capricho... Se estaba volviendo algo mas cognitivo, tan intenso, arriesgado, efímeramente placentero y ruin, deseaba tenerla para sí sin ninguna restricción–quiero verte en mi casa hoy, a la misma hora.
–no puedo hoy, papá tiene un evento importante y…–no termino de hablar, se alejo de esta pateando con furia el escritorio donde estaba, sobresaltándola en el trayecto.
–Siempre haces eso, me das una excusa, y te vas, me dejas un tiempo, y regresas cuando quieres –soltó con melancolía en cada palabra.
–Sabías lo que pasaba conmigo cuando accediste a esto. No me culpes si no lo quieres seguir… es tu decisión sensei –se levanto de su lugar dirigiéndose a la salida, pero no pudo abrir la puerta. La había detenido en seco, le giro sobre su propio eje quedando frente a él, recorrió sus expertas manos su cuerpo a conciencia deslizándose por los puntos más delicados de la chica haciendo que crispara en el instante en que hubo contacto, su lengua acaricio desde su cuello hasta en el nacer de su pecho, mientras suspiraba por tenerlo de vuelta sobre ella. Quiso empujarlo mas no lo hizo. No podía, o más bien no quería que parara, era cierto sus exigencias. Era cierto que solo jugaba con él, o eso creía que era una marioneta más en su vil juego y que lo que sentía cada vez que estaba con él no era nada. Porque solo en eso debía quedar, en nada. Estaba pagando un alto precio, y de alguna, no le importaba ello.
–Te estaré esperando... –susurro en su oído antes de lamer el lóbulo de este. Tontamente apenas pudo pronunciar el audible "si". Termino por salir del aula tambaleándose por el reciente encuentro, tenía suerte que no hubiera nadie en el pasillo, un agudo gemido dejo salir de sus labios dejando salir las emociones encontradas de su ser. Frunció el ceño para finalmente sonreír con descaro, se arreglo sus desalineadas ropas detonando el nivel la brusquedad con la que había sido tomada, una vez que estuvo lo suficientemente presentable emprendió su camino rumbo a su aula. Había sido una suerte que no tocara aun el cambio de hora. Y sin embargo, tendría que hacer frente a las preguntas de sus amigas. Las cuales no estaban al tanto de sus planes, ni siquiera radicaban en el.
Camino por el largo pasillo a paso lento. Sintiendo de pronto la mirada de alguien sobre ella, miro de reojo a la persona quien le observaba en silencio, una rubia de voluptuoso cuerpo, se acercaba a paso lento hacia esta. Intento acelerar su paso, pero no conto que esta le tomara de su mano, deteniéndola abruptamente.
–… –no le dijo nada, ni siquiera trato de zafarse de su amarre permaneciendo en silencio ambas chicas, aunque se podía percibir cierta incomodidad entre ellas. –Sakura, en verdad. No sabía... –no le respondió– te juro, te juro que… que si lo hubiera sabido antes yo…
–Lo sabías –hablo sin mirarla murmuro demasiado bajo, dolía tener que verla, siquiera mantenerle la mirada, soportar su presencia– Sabías que estaba con él y aun así, lo hiciste Ino –volteo encontrándose con unos acuosos ojos azules, soltando al inmediato sus manos– pero no te odio por ello, ahora, simplemente… me das pena –susurro destellando en cada palabra un profundo rencor.
–Sakura –no tenían siquiera necesidad de voltear para saber de quién era esa gruesa voz masculina que ambas conocían perfectamente, y aunque le había llamado por primera vez en todo ese día. No deseaba tener que enfrentarlo. – ¿De que quería hablar contigo ese tipo?
–De nada –frunció el entrejo ante la poca información proporcionada por la pelirrosa. El acompañante del moreno, se sintió algo cohibido al ver a su amiga de esa manera se veía algo perdida. Su tono de voz apagado, su personalidad, incluso el brillo en sus ojos ya no era igual. Algo había cambiado radicalmente en su persona, algo finalmente se había roto en ella.
–Con un carajo... –tomo el hombro de esta volteándola violentamente–, quiero saber si vas a tener problemas por ir a... –los presentes sentían la densa atmósfera sobre ellos, ni siquiera atino a terminar de hablar, su vista se había dejado caer sobre inicio de su pecho, había dejado los 3 primeros botones de su blusa al descubierto exponiendo una buena parte de su piel, le golpeo con su mano derecha dejando que el Uchiha alejara su mano de ella.
– ¿Qué me miras? –pregunto exasperada.
– ¿Cómo o más bien, quien te hizo eso? –señalo con su dedo índice una pequeña marca que oscurecía poco a poco, se torno pálida por un momento, pero se recupero lo suficientemente rápido como para llevarse una mano al pecho ejerciendo una leve presión en dicho lugar, sintiendo el ligero dolor en aquella parte. La furiosa mirada del hombre estaba sobre la Haruno, quien ahogo el deseo de soltar un grito de sorpresa así como mandarlo al diablo por hacer ese tipo de cuestiones en ella. – ¿Y bien?
–…fui, fui yo Sasuke-kun, Sakura está molesta conmigo por eso la lastime cuando estaba en el cambiador, no pensé que la hubiera lastimado a tal grado. –inquirió la rubia que fue ignorada por el azabache.
–mi padre me dijo que junto con el tuyo, esta noche será nuestro compromiso anunciado –bajo la cabeza la rubia, mientras que la persona que estaba alado del moreno, sonrió melancólicamente, ante ese hecho– ¿Estás bien con eso?
– ¿Por qué me lo preguntas? –frunció el entrejo con fuerza.
–Siempre quisiste que medio mundo lo supiera, tal parece que ahora, no quieres que sea anunciado.
– ¿Eso aparento? –se llevo una mano a su barbilla haciendo una pose pensativa. – Tal vez tengas algo de razón Aunque si es anunciado o no, ¿Seguirías revolcándote con todas esas tipas no es así? –sentencio la pelirrosa a lo que el moreno sonrió de lado ante la recién confesión de su prometida.
–No deberías referirte así a ellas, te recuerdo, que una de ellas es tu "amiga" –acepto sin ninguna vergüenza, cerró con furia sus puños, tratando de contener aquellas lastimeras emociones que emanaban de su interior. Desvió su mirar hacia la rubia, que había dejado escapar las primeras lágrimas, sollozando en silencio. – ¿Por qué te quedas callada? –Le tomo del mentó, y empujo su cuerpo al suyo, haciendo fricción entre su piel y la suya. – ¿Te duele verdad? –murmuro cerca de sus labios, sonrió con sorna al ver el estado de la pelirrosa, iba a emitir queja, pero alguien le tomo del hombro alejándola de Sasuke, levanto su mirada encontrándose con el hombre que había visto minutos antes en el aula. – Hatake-sensei, ¿Podría soltar a Sakura?
–… –soltó a esta, pudiendo ver claramente en la pelirrosa su entrejo fruncido con fuerza y el odio que le transmitía a su alumno– ¿Hasta cuando dejaras de hostigar a tus compañeras joven Uchiha? –pregunto amablemente con una sonrisa.
–Ella no es una compañera Hatake-sensei, es mi prometida ¿Creo que sabe algo de eso no? Nuestros padres hablaron con el director y estamos en regla en hacer lo que nos parezca permitente.
– ¿Cómo espiarla mientras se cambia? –el moreno sonrió torcidamente al recordar aquella situación, si bien nunca le había interesado por ver el cuerpo todavía infantil de su "novia" la curiosidad poco a poco se embargaba en su cuerpo, al darse cuenta que siempre cubría de mas a este, y que en algún momento hace unos cuantos meses atrás su vestimenta cambio, no radicalmente como algunas compañeras para atraer su atención, pero si lo suficiente como para empezar a querer explorar aquel virginal cuerpo. – Sé perfectamente acerca de su situación, pero eso no significa que en la primera oportunidad que tengan, pueden tener sexo en la escuela –desvió su mirada a la pelirrosa, quien bajo sonrojada su mirada. Sin duda alguna, estaba recordando uno de sus muchos de sus encuentros con el Hatake. – Vayan a sus clases –finalizo el pequeño debate que se había interpuesto consigo mismo gracias a la reacción de la chica.
Paso el resto del día en tranquilidad, las pocas amigas que tenían miraban a la pelirrosa, quien parecía perturbada. Sus pensamientos hacían que estuviera en alguna otra parte menos en la clase que le tocaba, no sabía qué hacer o como actuar. Ante el hecho de tener que hacerles frente a su amante y a su prometido al mismo tiempo, era demasiado difícil para ella poder lidiar con ambas partes sin mencionar que tenía la imperiosa necesidad de mirar a un costado de ella para cerciorarse de que el azabache no le mirara o en un ataque de celos Kakashi reprendería a este, Uchiha Sasuke. El hombre del que se había enamorado años atrás. El gran porte que yacía en su persona, sus ojos y cabellos azabaches, la mirada tan penetrante, lujuriosa y llena de intriga que podía ponerla a sus pies. O su musculoso cuerpo que si bien algún pequeño roce suyo lograba llevarla a la luna, y conocer las estrellas y el universo. Su sonrisa, que tenía más de un significado de acuerdo a la situación, que lograba dejarla embobada ante aquel pequeño pero significativo detalle. Su amor de la infancia. Su primer amor. Su amor imposible. El timbre toco anunciando el final de las clases, causando el bullicio en el aula, camino a paso lento por el largo pasillo, en compañía de una morena de su misma estatura y una castaña en silencio. A este pequeño grupo le fue siguiendo la misma rubia que había detenido a la pelirrosa hacia unos momentos.
– ¿Sakura-san, estas bien? –pregunto tímidamente la morena a la Haruno. Giro su rostro mirando a su amiga con una expresión claramente de preocupación en su rostro. Apretó con más fuerza su bolso. Atinando solo a asentir. Salieron del establecimiento siguiendo el ejemplo de su amiga quien parecía estar más que decaída. Donde un automóvil negro le espera, susurro apenas un "adiós" a su grupo, adentrándose al transporte. Sería en verdad un largo día.
Cerró la puerta de su casa con fuerza, tirando su maletín en el acto. Quería verla, sentirla… hacerla suya como dios mandaba, ¡Si solo no fuera ajena! ¡Si tan solo su cuerpo entero, alma y corazón fueran de él! Viviría y moriría en aquel paraíso tan creíblemente perfecto. Ideado por si mismo donde alimentaba una prohibida pasión. Sus cabellos plateados se alzaban de manera extenuante, su rostro demostraba el áspero deseo por aquella chiquilla. Perder la cabeza por una mujer jamás había estado en sus planes. Y menos pensar en ser su amante. Un amante bastante viejo… sonrió de sorna al pensar en ello. La diferencia de edad era marcada, y si ella no lo externaba, era claro que el si lo haría.
Haruno Sakura, el nombre de su amada princesa, hija de un empresario brillante. Antes al mencionar su nombre se le venía a la mente la imagen de una niña, una niña con apenas formas de mujer. Con esos adorables hoyuelos en los costados cada vez que sonreía, su tiernos pucheros o el color carmín que adoptaban sus mejillas, sus orbes jade brillantes adornados de unas pestañas negras y gruesas o el peculiar color de su cabello.
¿Pero ahora? Ahora solo pensaba en ella como el delirio que era, su cuerpo perfectamente desarrollado, cayendo víctima ante sus caricias. El ronroneo de su voz suplicando en silencio por más o sus sonoros y ostentosos gemidos implorando por llegar. Su cuerpo cubierto de pequeñas gotas, su respiración entrecortada y el tono rojizo marcado en sus mejillas tan alentadoramente sensuales. Se dirigió hacia su recamara donde cambio su traje gris por un atuendo mas causal, instantáneamente se dejo caer en la cama aspirando el aroma de su bella dama impregnado en las sabanas. Tenía que llegar. Tenía esa vaga, y absurda esperanza de que llegaría, tomándola, reclamándola como suya. Suya y de nadie más. Dejando al final vencerse por el sueño. Ante el pensamiento de tenerla entre sus brazos.
–¡Te ves hermosa hija, sin duda alguna Sasuke-kun, quedara prendado de ti!-chillo con entusiasmo su madre Haruno Tsunade, una hermosa mujer que ostentaba entre los cuarenta y cincuenta años, aunque no demostraba tal edad, al contrario parecía apenas haber entrado en la treintena. La mujer le miro con amor, ante la bella obra que había hecho el estilista, y el largo vestido rojo, de corte de sirena que acentuaba sus finas caderas, straple de arriba y con especial cuidado en su pecho dejando ver la magnificencia de este, abierto de la pierna derecha hasta el muslo, su cabello recogido en una bella peineta de plata, y una gargantilla y aretes a juego, el leve maquillaje en su rostro, marcando con perfección sus grandes ojos, aquel efecto en sus labios que efectúa el color rojo, haciéndolos mas pronunciados. O sus zapatillas de aguja que resaltaba la altura de la joven Haruno. Le tomo de los hombros sonriendo con amplitud a través del espejo. Tratando de imitarla aunque más forzosa.
Salieron de su habitación hacia el salón donde seria anunciado su "compromiso", antes de que llegaran a abrir la puerta donde daba al salón principal, su madre le dio las estrictas instrucciones de quedarse en ese lugar hasta que apareciera el Uchiha, aunque le costaba pensar que el moreno llegaría tan rápidamente hasta su llamado, sabía perfectamente que ella sería la última persona a la que le gustaría ver, por dos sencillas y poderosas razones. Una de ellas, que ya tendría dueña y la segunda –y tal vez la que más le dolía aceptar– que siempre seria comparada con la persona que él realmente amaba. Suspiro resignada a esperarlo, aunque le gustaba admitir que estaría un rato sola. Pasaron alrededor de unos diez minutos antes de girar su rostro hacia el antiguo reloj del salón, marcando la hora siempre con exactitud, las 7 de la noche. Bajo su cabeza, preguntándose a si misma si en verdad la esperaba. Si en verdad... Le tendría verdadera consideración ¿Sería paciente hasta su regreso?
Bufo a la bajo, su cara se mostraba el fastidio que sentía ante aquel evento, "tan esperado por todos", tal vez estaría emocionado, si la persona a quien mostrara como su prometida, fuera más mujer, con esa esencia que lo derretía, y que con solo una mirada y una torcida sonrisa zurrona, le incitara a tomar a aquella mujer tan provocativa. Pero no era ese el tipo de mujer con el que estaría destinado o más bien atado. Era una niña más que una mujer. Una molestia si pudiera describirla en una palabra. Recordaba aun, como iba detrás suyo gritando como loca su nombre, las constantes riñas con sus compañeras por ocupar el asiento a su lado. O las veces que lloraba por su frió tacto con ella. Sin duda alguna sería un verdadero reto lidiar con ella. Si tan solo fuera como Karin, la pelirroja con la que siempre fornicaba y que disponía de ella siempre que quería, o la rubia Yamanaka que se había acostado con ella hacia algunos meses atrás y que sin preverlo, había descubierto aquel encuentro la Haruno. Siendo este el motivo de la ruptura entre la amistad de ambas chicas.
–Sakura-chan –se giro sobre sus tacones encontrándose con un jovial amigo, quien parecía serio. Molesto si pudiera describir el estado de ánimo que transmitía.
–Naruto… –susurro.
–Estás preciosa –sonrió ligeramente– lamento mucho esto –menciono con un deje de tristeza en cada palabra.
–Descuida, no debí dejarme llevar, tu siempre me lo dijiste –de reojo miro el reloj, que le parecía avanzar con mayor rapidez cada instante.
– ¿Te espera no es así? –Volvió sus ojos a su amigo, quien le regalo un vago intento de sonrisa, asintió la pelirrosa, dejando que el rubio alzara sus hombros restándole importancia– ¿Irás?
–No lo sé, no le prometí nada, y…–callo un instante, adoptando una forma más pensativa a lo que diría.
– ¿Y? –insistió.
–Aunque quiera ir, estaré esta noche más vigilada que nunca, ¿Cómo podría escabullirme?
–Sabes que cuentas conmigo, princesa.
–Gracias –el rubio le tomo de la mejilla acariciándola. Doblo en la esquina, miro con desdén a aquellos dos seres que intercambiaban miradas, uno de ellos, su mejor amigo, pero ¿Quién era la otra persona? No lo sabía, ni siquiera estaba cerca de adivinar qué mujer era, pero lo que si estaba seguro, era que era exquisitamente sensual, aquel vestido donde mostraba su densa piel porcelana, su blanca espalda, y sus glúteos bien formados, su cintura y caderas. Sin duda alguna se la llevaría a la cama, aquella mujer seria probada por él. Sería su siguiente objetivo. Surco una burlona sonrisa en su rostro ante el cruel pensamiento, pero a manera que avanzaba, esa lasciva sonrisa iba desapareciendo. Hasta saber que se dio cuenta de quién era aquel cuerpo tan devastador.
–Sakura… –ambos jóvenes volvieron hacia el moreno, quien quedo deslumbrado ante la exquisita belleza de la virginal Haruno, el rubio se despido de su compañera con un ademan de mano, dejando a la pareja sola. Permaneciendo sucumbidos en un mar silencioso. Si no hubiera sido porque la madrastra del moreno les indico que podían ya pasar, tal vez se hubiera quedado así. Le tomo de la mano con delicadeza, y sintió una especie de descarga eléctrica recorrer su cuerpo, sentía la suavidad de sus manos, pero había cierta frialdad en esta que antes no percibía. Al entrar miles de miradas se posaron en la pareja recién llegada, ante aplausos, felicitaciones y uno que otro lamento fueron llegando a ambos jóvenes.
El azabache parecía estar complacido ante aquella situación, exhibir tal criatura como suya, era un deleite y más por el hecho de que aquella congraciada belleza era virgen. No tocada por nadie más. Deseada tal vez por los presentes jóvenes que le miraban con envidia y rabia al tener tal belleza para su propio placer ¿Qué más podía desear?, le enseñaría a la pequeña Haruno a complacer cada uno de sus caprichos, obligarla a darle placer y hacerle llegar al éxtasis con cada parte de su cuerpo. Le haría saber quién era su dueño y a quien le rendiría cuentas. –Sasuke-kun –escucho un leve jadeo, giro para ver de donde era la procedencia de dicho sonido. Encontrándose con una pelirroja, de lacios cabellos, unas negras gafas, y un exagerado maquillaje, el vestido negro escotado dejando ver poco mas de sus pechos. Y el asqueroso hedor que emanaba, con esa sonrisa que trataba de hipnotizar al moreno.
–Karin –le saludo fríamente el moreno.
–Ya veo porque Haruno está molesta con Yamanaka, debió haberle dolido ¿No te perece? Meterse con su prometido, verse a escondidas… –se movió alrededor de él de manera provocativa, llamando la atención de más de uno de los invitados. – si yo fuera Sakura, también estaría molesta.
–Me da igual –soltó el moreno con el entrejo levemente fruncido.
– ¿En serio? Te da igual –rio internamente la pelirroja. – A mi no me engañas Sasuke-kun, tu deseabas este día mas que cualquier otro, me atrevo a decir que mas que Haruno –no respondió hizo una especie de mueca, haciendo que la chica soltara un carcajada lo suficientemente sonora para que algunos vieran de reojo a la inusual pareja.
–Explícate –siseo molesto.
– ¡Hoy, fue la sensación del evento! –Clamo la pelirroja exageradamente–, fue el objeto de deseo de muchos hombres, te encanto la idea de no haberle puesto un dedo encima y poder disfrutarla para ti, pero en verdad, ¿Será virgen aun?
–Tsk... Sakura me ha sido fiel desde que se entero de nuestro compromiso eso fue hace 3 años Karin. Jamás me seria infiel…
–Yo no cantaría victoria aun, Sasuke-kun, mírala –señalo a la pelirrosa quien tomaba champagne con tanta delicadeza dirigiéndose a unos de los balcones. –¿No crees que querrá tomar venganza contra ti? Cualquiera diría que está huyendo de los invitados, de tus padres y los suyos… incluso de ti –se quedo pensativo ante ese último comentario, estaba surtiendo efecto, lo que aumento la sonrisa de la chica. – Después de todo, ahora darán de que hablar ustedes, de la belleza de Haruno, y tus miles de infidelidades. Quedara por los suelos tú querida novia, sin mencionar que habrá muchos que querrán estar en sus bragas antes de ti. –sonrió de lado el Uchiha lo que hizo que la pelirroja se sorprendiera ante esto último.
–simplemente no lo hará, no se lo permitiría, ella me ama demasiado como para hacerme ello –ególatramente sacudió su copa contra la de Karin, su sonrisa se borro de manera parcial. Eso jamás sucedería, y ella sabia el por qué de ello.
Ya pasaban de la medianoche, había previsto ver a su "novio" con alguna de las tantas tipas con las que se acostaba. Maldita suerte con la que contaba, maldita fuera la hora en que se había fijado en el azabache tomando su calor y su devoción. Y a pesar de regalaba sonrisas y palabras de agradecimiento a cualquiera que felicitaba y veía con buenos ojos esa unión, en su interior sentía repugnancia a aquella farsa tan estúpidamente calculada. La suave brisa le reconforto un poco, refrescando su ser, tomo lo que le quedo en aquella copa de un trago, arrojándola contra el piso en señal de furia, dejo escapar una leve risa nerviosa, llevándose su mano al pecho, y unas lágrimas intentaran huir por sus delicadas mejillas, cosa que no permitió bajo ningún concepto. – Sakura.
– ¿Qué quieres Ino? –pregunto hastiada la Haruno al saber de su presencia, aunque no le sorprendía verla allí, sus padres mantenían una estrecha relación de amistad.
–Sé que no estoy en posición de pedirte algo pero… por favor, compréndeme, no podía más, saber que me deseaba como yo a él –suspiro dramáticamente– caí en su juego, como muchas otras. –No le respondió, seguía con su vista en el horizonte– ¡Por favor dime algo! –Permaneció en silencio–, ¡Haré lo que sea, para ganarme tu perdón! Saku... –no termino a hablar porque esta se había volteado a verla, parecía que había algo diferente en ella. Algo que no podía describir. Incluso el cambio de expresión en su rostro, primero uno de sorpresa y después a uno lastimero. No había necesidad siquiera de preguntar porque estaba así. Puesto que miro de reojo la dirección en la que había mirado la pelirrosa, encontrándose con el morocho y la pelirroja a una distancia bastante cercana.
–si quieres ganarte mi perdón, tienes que hacer ciertas cosas por mí.
– ¿Qué clase de cosas?
–primero, sácame de aquí –se escucho más a una súplica que una orden.
–pero…
– ¿Dijiste que harías cualquier cosa no? –Asintió–, bien, sácame de aquí, inmediatamente. – Sin perder tiempo alguno, la rubia le ayudo a escabullirse entre la gente, no fue fácil, lograr salir del salón, fingió sentir algún dolor en ella, había tenido alguna vez en su infancia clases de actuación, haciendo su acción lo que fue lo suficiente creíble para lograr que la dejaran salir al jardín, donde se perdió entre los grandes arbustos llegando hasta el estacionamiento donde le esperaba la rubia con la gran limosina. Entro si vacilar saliendo del establecimiento rápidamente, su vista se dirigió a la ventana donde miraba absorta al paisaje, pero después la paso a la rubia quien parecía nerviosa.
– ¿Ya paso lo más fuerte, quieres calmarte? –dijo serenamente.
–lo siento, Sakura, déjame explicarte. Yo…
–Ino, dile al chofer que doble en esta cuadra a la derecha –asintió e hizo la petición de la pelirrosa realidad. La Yamanaka aun estaba confundida por aquellas raras pedidos, pero no podía objetar nada, inclusive el lugar a donde se dirigían parecía ser bastante humilde, ya que habían pasado el centro de la ciudad, y aun parecía que no tenía intensiones de detenerse. Miro de reojo a la Haruno quien estaba ansiosa, y nerviosa, algo que esperaría en el evento donde se mostro recia y sin pudor alguno. – Para aquí. –ordeno bajando del auto, justamente debajo de un alumbrado. La rubia iba a imitar el mismo acto de su compañera pero esta simplemente no se lo permitió. – Regresa a la fiesta antes de que se den cuenta que no estas allí
– ¿Qué hay de ti? –pregunto nerviosa.
–regresare por mi cuenta.
–Sakura…–sollozo.
–si en verdad quieres ganarte mi confianza, zabras que responder acerca de mí, cuando te pregunten, vete, después te alcanzare. –Cerró la puerta, dando indicaciones al chofer de volver. Miro el vehículo hasta perderse en el horizonte.
Camino una cuadra más antes de llegar a su destino, era fastidioso tener que ir con esa extravagante ropa, sobretodo estar vestida de esa manera a tales horas de la noche, llego a la casa de su sensei. Tomo la llave que había predispuesto el hombre a su querida amante. Abrió el portón, seguido de la puerta principal. Entro con paso seguro, subió las escaleras hasta el dormitorio, una a una, tratando de esconder su nerviosismo. Abrió lentamente la perilla de la habitación designada como la del plateado adentrándose sin vacilar. Recorrió con la mirada el lugar hasta que encontró al Hatake quien dormía plácidamente. Desvió su mirada al reloj que yacía sobre la pared. 2:30 de la madrugada.
–Lamento la tardanza –susurro acercándose y acariciando su cabello. El hombre abrió lentamente sus ojos al contacto de calor sobre él. Era ella. Tal vez era su sueño o una ilusión víctima de su propia imaginación, o quizás estaba delirando, si debía ser eso, su cruel delirio, pero se sentía tan real. Debía ser ella. Debía ser su ninfa. Su preciosa princesa.
–Llegas tarde… –le reprocho.
–Lo siento, pero no podía escabullirme tan fácilmente. –Permanecieron en silencio, incorporándose el hombre para admirar más a su querida mujer. Con esa ropa podía denotar la bella figura de la Haruno, el maquillaje le resaltaba la madurez que estaba adquiriendo. Con una de sus manos, jugueteo desde la nuca hasta su espalada, bajando sus dedos hasta su cierre. Donde paró en seco, al ver que no era detenido por la minuciosa chiquilla. – ¿Sucede algo? –ronroneo muy cerca de su oreja. Ladeando el rostro el hombre.
–solo me preguntaba por qué no me hiciste parar, como en la escuela
–es diferente, allá nos pueden escuchar, aquí… solo tú puedes hacerlo –se aferro más a él pegando su cuerpo al suyo.
–mientes –le tomo de la mano ayudándola a incorporarse, una vez parados ambos, le tomo de la cintura atrayéndola a su cuerpo, tal vez otras veces se hubiera vista sencillamente tierna bajo su manto, pero esta vez era diferente, era una demencia, su escultural cuerpo, cubierto por místicas telas que hipnotizaban su mente sin pudor, imaginando las excitantes cosas que podría hacerle, o como debería dirigirse ante aquel ángel que se presentaba. Fue besando lentamente su piel aspirando el perfume francés que se había aplicado a su cuerpo, sus manos bajaron desde los hombros hasta sus manos, declinando algún tacto con la palma de esta, fueron las yemas de sus manos las encargadas de hacerlo.
Una de ellas se adentro a la abertura del refinado vestido subiendo lentamente ahogando a la pelirrosa ante sus caricias, su mano derecha finalmente abrió la cremallera de su vestido, cayendo al suelo al inmediato, separándose de ella, admirando tanta belleza, tal juventud, tal tesoro para sí mismo ¡Si tan solo no fuera ajena! ¡Si tan solo no estuviera predestinada a otro! ¡Maldijo a su interior por el maldito deseo que se consumía, cada vez con más ansias! Con más pasión, se sorprendió al ver que no se llevo sus manos a su pecho intentando esconderlos como otras veces, sonrió picara quitándose su gargantilla, y aretes tirándolos a algún lugar de la habitación, tomo la fina peineta que recogía su larga cabellera, soltándola dejando caer su cabello en una densa cascada rosa. Termino por salir del vestido que aun tenia bajo sus pies, salió de sus zapatillas, se movió al compas de sus caderas ante el plateado, quien para ese entonces podía oler la excitación de la loba en celo que tenía enfrente.
Sus manos se posaron en el duro pecho del hombre masajeando su pecho con las yemas de sus manos, le fue subiendo su camisa hasta quedar con el dorso descubierto. Se mordió el labio, al ver sus perfectos bíceps y su miembro juguetón, tocar su delantera "accidentalmente". Le tomo las manos del Hatake, llevándolas a su fina cintura, donde sintió arder su piel en un fuego pasional, llegar a las puertas del infierno, si estaba predestinada a caer en manos de su propio engaño, que así fuera, solo de esa manera se sentía tan bien. Tan viva, anhelada. Tan mujer. Sus labios, se dedicaron a besar los del este lentamente, pasando por su mejilla, suavemente llego a su lóbulo derecho, besándolo– hazme tuya…–susurro antes de morderlo. Reprimió un gemido al escuchar tal excitante petición, le alzo de su trasero y por consiguiente la Haruno enrollo sus piernas a sus caderas, friccionando ambos sexos, cayendo en unas descargar placenteras. La tendió en la cama, donde movió sensualmente su cuerpo en forma de "S", subió sobre ella a gatas, masajeando la parte interna de sus muslos. Su respiración se hacía cada vez mas entrecortada. Y su erección más dolorosa. Pero disfrutaría cada movimiento, hasta hacerla llegar al éxtasis suplicando por más.
Subió sus manos a su pecho desnudo, donde apretó con fuerza, estirando los pezones color ciruela estimulándolos por el roce. Con su lengua lamio su pecho derecho donde lo mordió y jugó con su areola, volviéndose al poco rato duros. Subió a su rostro, degustando el sabor de sus labios, su mano izquierda dejo de estimular sus pechos bajando hasta su centro, donde paso un dedo encima de la tela ya humedecía, arqueándose del placer, subiendo su cuerpo rozando su pecho desnudo contra el dorso del Hatake. Esta le empujo, quedando sentado en la cama, relamió sus labios sensualmente ocasionando que el hombre tragara grueso. Sus manos se dirigieron a su ropa interior quitándose sus bragas rojas, tirándolas a su cara, quien las olisqueo de buena gana, sonrió zurronamente, beso sus dorso, mientras sus manos jugaban con tu pene a través de su bóxer, mirando de reojo al hombre que tenia cerrado ya sus ojos.
Ladeando su rostro, le fue bajando como pudo su última prenda, dejando al desnudo su viril miembro. Beso la punta de este, ocasionando que temblara un poco. Abrió sus ojos y miro a la pelirrosa llevarse a la boca su erecto miembro, quien parecía acoplarse gustoso a la pelirrosa. Su lengua marcaba la carnosidad del pene. Y daba lugar a diversas formas, aumento el tono de las succiones que daba, dejándolo salir y entrar constantemente. Cada vez marcaba más la velocidad de sus embestidas, hombre miro como su querida alumna se llevo su mano hasta su entrada estimulando su clítoris. – aahh –gimió la pelirrosa, al sentir como sus propios dedos eran atrapados por sus jugos vaginales. Movió un poco más, sacándolos y llegándoselos a la boca. Cosa que el plateado le pareció sensual, y antes de que tomara de nueva cuenta su miembro. La tiro de espaldas y se enterró por completo en ella.
–¡Aaaahhh! –aquella cosa estaba más gruesa de lo normal, pero aun así, sentía que el cielo finalmente era suyo, sus manos se dedicaron a excitar su clítoris, mientras su sensei se movió con rudeza, sus embestidas se tornaron salvajes, cargadas de un erotismo sin igual. Sus caderas se movieron al unísomo, perdiendo su pene de vista entre sus pliegues vaginales, y miraba con fascinación, como sus testículos golpeaban su trasero. – ¡aaahh! Ka... Kashi –gimió.
–Sakura… voltéate –asintió y sin salir de ella, se dio la media vuelta, siguió penetrando a la bella dama, mientras lamia su ano, con su lengua, y esta temblaban cada movimiento, cada embestida, el sudor de su cuerpo se mezclo con el de su profesor. Sentía las caricias tan repugnantes y perfectas a la vez. Le ganaría, definitivamente lo haría, hubo un momento donde el hombre paro, entrando y saliendo de ella lentamente
– ¡Más rápido! –exigió. Quería hacerlo pero al ver la dificultosa respiración de Sakura, y su pene quedar atrapado entre sus paredes, se negó a ello. – Más… rápido –gimió entrecortada. Se enterró en ella aun con más fuerza, hizo su cabeza hacia atrás así como todo su cuerpo. Haciendo que ambos temblaran y gimieran al unisimo, y que dejara correr su semilla dentro de esta.
–aaahhh... –salió de ella, aun sentía la pelirrosa su cuerpo vibrar, ante aquel vaivén de placeres. Y antes de que pudiera reclamar del por qué, se había salido de ella. Este le tomo de la cadera acomodando su miembro, de nueva cuenta. Sonriendo ante aquella acción tan espléndidamente abrumadora.
Sus cuerpos estaban tapados bajo la sábana blanca, marcando cada parte de sus cuerpos, moviéndose lentamente, sus respiraciones se acoplaban, la piel contra piel, mantenían ese aroma a sexo tan inconfundible para ellos. Se removió en su propio lugar, al verse atrapada, por el plateada entre sus brazos, quedando ella en su pecho, sus mejillas aun estaban sonrojadas por el recién acto terminado. Lo habían hecho 5 veces en esa noche. Una sonrisa burlona se instalo en su bello rostro dando una ligera sensación de miedo, poso su vista a su compañero quien dormía profundamente. Después al reloj que yacía sobre la pared. 6 de la mañana, sin duda alguna, no llegaría a casa, ni siquiera vería a su familia todo ese día. Pensó en los invitados de la fiesta desconcertados. Sus amigos preocupados por su querida amiga y finalmente su prometido, quien al parecer se había olvidado de su presencia. Quedando con esa mujerzuela, miro su cuerpo tras esa sabana traslucida, unas marcas en su cuerpo resaltaban, si tan solo la viera en ese momento, dejaría de pensar en ella como una niña y la empezaría a ver mas como mujer. Y eso sería lo haría… a pesar, de que su corazón latía con gran fervor al mantener un contacto tan íntimo, con aquel plateado.
Hasta aquí el primer capitulo, espero que les haya gustado! me regalan un review? si!? los quiere y adora CiinDii :)
por cierto si no los veo ahorita en estas fiestas y me pierda oor el sendero de la vida (LOOL hahahhaha xDD)
feliz navidad y prospero 2013 que dios los bendiga y los cuiden muchote! :DD
