Quiero amarte y cuidarte por el resto de mi vida.
Besarte hasta que duela el corazón.
Quiero caminar contigo, nunca más decirte adiós
y que el tiempo no pase jamás...


01. Introducción


-Maldita Isabelle.

Aquello era lo único que su mente podía decir con absoluta consciencia, el resto de las cosas solo las hacía o las decía como si estuviera en modo piloto automático. Ni siquiera se dio cuenta de que se había cambiado y maquillado hasta que se miro frente al espejo.

¿La razón de aquellas acciones? Simple, después de mucho tiempo y varios fracasos amorosos, su madre le quería presentar, no solo a ella sino que también al resto de la familia, a quien parecía ser su futuro novio. El número cinco o seis en su prontuario.

No es que su madre fuera una fracasada sentimental, era solo que... Bueno, si lo era. El amor y su madre estaban en pleno divorcio desde hacía varios años, de hecho ella pensaba que esa era la única "relación" que más le duraba a la mujer. Cosa de la cual ella siempre se burlaba de su madre diciendo que agradecía no haber heredado su mala suerte para el amor y ambas se reían de esa broma tan irónica sabiendo que aquello no era posible debido a que no eran madre e hija biológicamente hablando.

Josefina Roxont, una mujer de casi cincuenta años pero en buen estado. Era la versión física de Lena Headey pero con ojos marrones y sin el talento ni la fama de la actriz que le dio vida, entre otros, a la Reina Gorgo en 300, a Cersei Lannister en Game Of Thrones o a Luce en Imagine Me & You, película que le gustaba mucho. No solo por la trama sino porque Piper Perabo interpretando a Rachel le parecía desquiciablemente adorable.

Su madre era parecida a la actriz pero con unos cuantos años de más, varios años de más. De hecho, su estilo era más parecido al del personaje de Headey en The Mortal Instruments: City Of Bones, con ese aire hippie, su cabello marrón y con varias arrugas de más. Aunque esto ultimo no debería haberlo pensado, la mataría si sabía que hablaba asi de ella y no era que le tuviera miedo pero... Bueno, si le tenia miedo porque mamá Jose en su estado de enojo más puro era de temer.

Josefina llegó una noche de invierno allá por 2000 o 2001 cuando ella apenas tenia siete u ocho años y a pesar de no recordar el mes o al día en concreto, si recordaba el año y la estación. Judy, su madre biológica, los abandonó a ella y sus hermanos apenas dio a luz a su hermana pequeña allá por 1999. Russel Fabray, su padre, siempre decía que era porque había sufrido depresión post parto, ella en cambio siempre decía que fue porque no era lo suficientemente mujer como para hacerse cargo de tres hijos.

Solo una vez expresó ese pensamiento en voz alta y, a pesar de su corta edad, pudo ver el dolor que le causo a su padre con ese comentario. Desde entonces ya no lo volvió a hacer guardándose ese pensamiento para ella sin volver a decirlo en voz alta nunca más.

Su padre trajo a Josefina aquella noche de invierno y desde entonces no se volvió a ir. Se convirtió en la madre que los tres niños Fabray necesitaban por ese entonces tras haber sido abandonados por su madre biológica, algo que la joven aun no podía perdonar.

Jason era el mayor de los hermanos con treinta y un años. Galante, caballero y quizás hasta un poco mujeriego pero era un buen chico. De ojos azules heredados por parte de su madre y cabello rubio oscuro herencia de su padre.

-Lo único bueno que nos dejo- solía pensar la joven apretando los dientes y los puños, algo que le sucedía cada vez que pensaba en Judy.

Luego venía ella con veintiocho años. Si tuviera que definirse asi misma diría que su personalidad era algo loca, inestable y caprichosa. Mami Jose le decía que también era talentosa pero era su madre y ella simplemente rodaba los ojos diciendo que las madres siempre veían lo inexistente en un hijo.

Por ultimo venía su hermana pequeña, la luz de sus ojos y su debilidad, Brittany. Tenía apenas veintidós años y estaba terminando su carrera de bailarina en Juilliard. Era una chica bastante especial, una niña pequeña encerrada en el cuerpo de una mujer pre adulta y pesar de compartir el apellido paterno, su hermana siempre se presentaba como Brittany S. Pierce porque decía que ese era su nombre artístico, de hecho la joven aprendió a bailar antes que a caminar y aquello era su orgullo más grande.

Mami Jose, como la llamaba ella, se hizo cargo de ellos sin peros ni cuestiones. Solamente abrió sus brazos y los cobijo a los tres como mamá gallina hacía con sus pollitos. Pasó cada momento con ellos, buenos y malos, y si antes de la muerte de Russell eran unidos, ahora lo eran mucho más. Josefina era la única familia que les quedaba... Era la única familia que le quedaba a ella.

Con mami Jose llegaron sus sobrinos. Ívan, un chico con un gran talento para el dibujo. Isabelle, su melliza, con un gran talento para el fuego y Bastian, el más pequeño, con un gran talento para saltar paredes. Si, los tres con "grandes" talentos. Los jóvenes Roxont se convirtieron en sus primos, aquellos que jamas tuvo. De hecho, se llevaba de maravillas con los tres pero Isabelle, muy a su pesar y odiaba admitirlo, era su favorita.

Sí, la misma Isabelle que maldijo al principio porque se suponía que ya debía estar allí en ese momento y no había ni rastro de ella en la casa aún. En momentos como esos realmente detestaba y amaba a su prima a partes iguales. Aunque si debía confesar, la presencia de Isabelle era una de las mejores cosas que le pasó desde la llegada de Josefina a su vida.

Tras la muerte de Russell, Josefina se hizo cargo de los tres hermanos Fabray y de todo lo que venia detrás. El patriarca Fabray así lo quiso, lo dejo bien en claro en su testamento. Mami Jose acepto la ultima voluntad del que por ese entonces era su esposo haciéndose cargo también de la empresa familiar: Chocolates Fabray.

La joven amaba el chocolate pero no la empresa, era por eso que trataba de mantenerse lo más alejada posible de allí. Antes cuando era pequeña iba todas tardes al salir de la escuela porque le gustaba visitar a su padre en la oficina que quedaba arriba de la fabrica y que éste le mostrara lo último que habían creado. Mi pequeña Willy Wonka le decía Russell con una sonrisa tierna en los labios y ella solamente sonreía completamente ruborizada y con sus mejillas ardiendo por culpa de la timidez que ese tipo de comentarios le generaba. Ahora la sola idea de pensar en eso le revolvía el estomago y si iba a la empresa era solo por su madre.

Como una de las cuatro partes herederas de la empresa tenía que asistir a reuniones y a todas esas cosas que para ella no eran importantes pero para el resto sí. Lo único que le gustaba de asistir a ese tipo de eventos era ver como su madre se plantaba frente a los asesores y socios poniéndolos en su lugar, aumentando el respeto y la admiración que sentía por ella desde hacía ya casi veinte años.

Josefina era la única figura materna que tenía y se sentía tan orgullosa de que fuera ella a quien su padre eligió para tal lugar porque no podría haber elegido mejor persona para eso. Pero así como era un As en los negocios, era completamente pésima en relaciones sentimentales, como mencionó al principio.

Su madre tuvo cuatro o cinco novios después de la muerte Russell y con el único que más tiempo duró fue con el ingeniero en sistemas de la empresa con el que estuvo, máximo, nueve meses. Ahora la cosa parecía haber cambiado porque quería presentarles a los jóvenes Fabray su novio numero cinco o seis y que según ella sería el último, si no funcionaba esta vez se retiraba del negocio.

Eso era mentira, Josefina lo sabía, los niños Fabray lo sabían y todos lo sabían. Había dicho lo mismo acerca de los últimos dos novios que tuvo. A la joven Fabray le daba igual cuantas parejas haya tenido y cuantas llegaría a tener su madre, mientras ésta fuera feliz el tiempo que llegara a durar el noviazgo, ella sería feliz con Josefina. Quizás la quinta o sexta sería la vencida.

Y hablando de mami Jose, ya podía escucharla acercándose a su habitación.

Para ser una mujer de negocios y andar diariamente sobre unos zapatos de tacón cercanos a los quince centímetros no sabía caminar sobre ellos, hacía demasiado ruido al caminar y ella siempre se burlaba de su madre diciendo que en lugar de caminar parecía que estaba pisando uvas. Aquella broma siempre hacía fruncir el ceño a Josefina pero la sonrisa divertida en sus labios la delataba porque era obvio que esa broma le gustaba.

-No es educado espiar a las personas, mami- le recriminó viendo por el espejo como la cabellera marrón de su madre se asomaba apenas detrás del umbral de la puerta de su antigua habitación. -Odio que hagas eso, podría estar haciendo otras cosas, ¿Sabes?

-¿Como la vez que te descubrí bailando y cantando frente al espejo cuando tenías doce años?- pregunto su madre con una sonrisa entre burlona y melancólica.

-Si, precisamente eso... entre otras cosas- Pensó mientras bajaba su mirada completamente ruborizada.

Fue en ese entonces que pudo ver a su madre de pies a cabeza, de hecho la inspeccionó así. No llevaba sus clásicos tacones de quince centímetros pero llevaba unos que medían mucho menos. Piernas al descubierto hasta un poco más arriba de las rodillas, el resto de las piernas y el cuerpo estaba cubierto por un vestido estilo veraniego. Todo muy hippie chic a pesar de estar a mediados de otoño.

Maquillaje perfecto y en combinación con sus ojos marrones. Peinado en igual condición con su melena, también marrón, recogida dándole un aspecto más juvenil del que ya tenía a pesar de su edad. Su madre estaba hermosa esa noche pero lo que la hacía más bella aún era el brillo que tenía en sus ojos y fue ahí cuando se dio cuenta de que quizás esta vez se trataba de algo más profundo, no solo de un nombre más para anotar en la lista de sus conquistas.

-Estás preciosa- le dijo con total honestidad porque de verdad estaba bella y Josefina Roxont, una mujer de cuarenta y tanto, casi cincuenta años, se ruborizó por el cumplido que le regaló una chica joven como su hija. -Lo digo en serio, mami. Estás completamente hermosa.

-No más que tú, mi pequeño leoncito- la halagó la mujer y ahora fue el turno de su hija de ruborizarse, lo cual hizo reír divertida a mami Jose.

El pequeño leoncito no lleva puesto nada extravagante en realidad. Solo un vestido color hueso hasta un poco más abajo de las rodillas, zapatos color vino y el cabello recogido. Sus labios pintados de un color suave casi incoloro y sus ojos delineados de negro resaltando el color verde de estos. Eso ya era suficiente, si por ella fuera llevaría puesto un pantalón de jean, una blusa con la cara de John Lennon y debajo alguna de sus frases tipo Dirás que soy un soñador pero no soy el único o, la mítica, La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

En lugar de zapatos altos llevaría sus típicas zapatillas de caña alta o sus botas hasta los tobillos o las rodillas, y sobre su blusa una campera de cuero con cierre al costado, su favorita. Su corta melena rubia iría suelta y el casco de su motocicleta colgaría en una mano. Sí, definitivamente así iría a la cena con su madre pero esta noche era importante para ésta por lo que no morirá si se viste como una princesa solo por ese momento, luego podría volver a su look rockstar.

Dejó escapar un suspiro antes de volver a mirarse al espejo como lo estaba haciendo antes de que su madre la interrumpiera con su pésimo espionaje. Una chica de ojos verdes avellanas y cabello rubio color arena le devuelve la mirada a través del objeto. Su madre sabía que necesitaba un tiempo a solas por lo que simplemente le besó la cabeza y le susurro un Te quiero, Quinn que ella correspondió con una sonrisa y si bien no se lo correspondió con palabras, Josefina sabía que su hija la quería. Como también sabia que expresarse en voz alta no era el fuerte de la joven Fabray.

Sabía que aquello era nuevo para la rubia a pesar de vivirlo varias veces pero, ¿Qué hijo quiere estar presente cuando su madre le presenta un novio nuevo? Ninguno, se responde a si misma la rubia. Mucho menos ella que era una persona extremadamente celosa cuando se trataba de su madre. Fue por eso que Josefina la dejo a solas, porque muy en el fondo sabía que su hija tiene que prepararse mentalmente para enfrentar a quien sería el hombre con el cual ella planea vivir y experimentar muchas cosas.

Quinn tenía en claro que no lo echaría a perder, no era tan egoísta pero aun así quería estar atenta al tipo que pretendía a su madre. No iba a entregarla tan fácilmente y aquel hombre estaba muy equivocado si pensaba que iba a ofrecerla como si se tratara de un par de zapatos usados que publicó en eBay para vender.

Se alejo del espejo solo para poner un poco de música en su ordenador portátil mientras terminaba de arreglarse, aunque ya no había mucho por arreglar. Ya estaba lista y preparada para conocer al novio de su madre pero aún asi no pudo evitar sentir nervios, como si fuera ella la que presentaría su novio ante la familia.

Necesitaba relajarse por lo que Alicia Keys con su No One la acompañaron durante los casi cuatro minutos veinte segundos que duraba la canción. Era una de las tantas melodías que lograban relajarla y justo cuando comenzaba a sentir la paz y la armonía hacerse presentes en su cuerpo, frunció el ceño mirando hacia el ordenador cuando la voz de la cantante neoyorkina dejó de cantar y su lugar lo ocupó el comienzo de una canción que estaba cien por ciento segura que no debería estar allí.

-Nota metal: No volver a prestarle el ordenador a Brittany- se dijo asi misma mientras que We Got the World de Icona Pop sonaba por encima de su voz.

Aunque, siendo sincera, muy en el fondo agradecía que fuera esa canción y no el clásico I Love It. No tenía nada en contra de ésta ultima, de hecho le gustaba, pero Britt la escuchaba todo el tiempo y luego llegaba un momento en el que lo único que hacía el resto del día era ir dando saltos mientras que la canción sonaba en su cabeza marcando el ritmo de su caminata.

Eso era lo que detestaba de prestarle el ordenador portátil a su hermana menor, le desordenaba su repertorio completamente porque después deNo One seguiría Just Give Me a Reason de Pink porque ella ya lo había ordenado así, y no es que fuera una obsesiva del orden era solo que le gustaba que todo estuviera en su lugar, al menos su repertorio musical y mucho más sus películas y series.

En su departamento, el estante donde estaban sus libros, series y discos, todo estaba perfectamente ordenado alfabéticamente. Incluso las películas, que no le gustaba ordenarlas por géneros porque con Isabelle siempre terminaban discutiendo. Que si es una comedia romántica, que si es un drama. No, es una comedia romántica dramática. Entonces para evitar todo eso las ordenaba por orden alfabético y ya. Salvo las que era de una misma compañía, por ejemplo: Marvel Studios.

Las películas basadas en los personajes de los cómics de gran Stan Lee las tenía ordenadas por año de estreno desde Iron Man en 2008 hastaAnt Man en 2015, y ni hablar de las co-producciones de la compañía. Tenía desde Blade en 1998 hasta X-Men: Apocalypse en 2016. Era algo asi como una aficionada a los cómics pero no quería perderse en eso e ir hasta su departamento a ver si su hermana le desordenó eso también la última vez que la visitó porque ahora debía arreglar el caos que se había creado en su repertorio. No iba a eliminar la canción, solo armaría una carpeta exclusiva para Brittany así no desordenaba su playlist la próxima vez que le prestase el ordenador.

-Si frunces el ceño así llegaras a los treinta años completamente arrugada y para nada atractiva.

Ahí estaba su hermano mayor, Jason, interrumpiendo su trabajo. Una vez que terminó de hacer lo que estaba haciendo se alejo del ordenado para ver que era lo que necesitaba el hombre de la casa, con su cabello corto y un poco más oscuro que el de ella, ojos azules, barba y bigote apenas en su rostro haciéndolo lucir más atractivo de lo que ya era, sobre todo si sonreía "inocentemente", y lo decía entre comillas porque su hermano de inocente no tenía nada.

El mayor de los Fabray estaba parado en la puerta de la antigua habitación de su hermana con dos sacos de vestir en sus manos, uno negro y el otro gris. La rubia ya sabía lo que eso significaba: no sabía cual de los dos elegir. Su camisa negra se encontraba desabrochada dejando al descubierto su torso desnudo y musculoso. Quinn se acerco a su hermano y lo ayudo a abrochar la camisa en silencio, luego eligió el saco negro en combinación con la camisa y se alejo un poco de él entrecerrando los ojos para cerciorarse del resultado final.

-Si, está perfecto- pensó la rubia con una sonrisa.

Detrás de Jason llegó el menor de los Roxont, Bastian. Sonrió para si misma porque desde la posición en la que estaba pudo oler el perfume de su primo, casi el mismo que usaba Jason, solo que el de Bastian era más suave. La mezcla exacta entre mandarina, canela, menta, ámbar y cuero.

Frunció el ceño de nuevo, para diversión de su hermano mayor, cuando vio la vestimenta que el menor de los Roxont parecía querer usar esa noche. Jamas fue de meterse en ese tipo de cosas porque era elección de su primo pero ya era hora de que rompiera con esos estereotipos de niño nerd y freak, y así se lo dejó saber cuando Bastian se acercó a ella sonriendo de manera culpable.

-Tráeme una de tus camisas. Preferentemente la azul clara, la que parece celeste- le ordenó a Jason que asintió con la cabeza dirigiéndose hacia la puerta de la habitación. Se detuvo solo cuando la rubia volvió a llamarlo: -Mmm... Corbata no, tráeme un saco gris si tienes también.

Jason asintió nuevamente con una sonrisa y se fue dejándola a solas con su primo que seguía con su sonrisa culpable, aunque ademas de eso parecía ser un poco tímida también. Sabía que su prima iba a regañarlo pero también sabía que lo hacía porque le importaba, de otra forma no se metería en su vida a opinar sobre algo tan superficial como lo era la ropa que llevaba puesta.

-¿Es en serio, Basty?- le pregunto mientras le quitaba los anteojos que llevaba puestos antes de aflojar el nudo de la corbata negra que formaba parte de su indumentaria. Debía reconocer que esa combinación le quedaba bien al chico en conjunto con la camisa a cuadros en escala de grises que llevaba, pero lo cierto era que lo hacía lucir más nerd de lo que parecía ser. -Cuando Jason traiga la camiseta y el saco te cambiarías esa ropa que llevas puesta y mañana en la tarde iremos a una peluquería para que te recorte un poco ese pelo. En el baño hay fijador para el cabello, ve y tráemelo.

Bastian le regalo un beso en la mejilla antes de perderse en el baño mientras la rubia sonreía con ternura. Ella y su primo, al igual que con el resto de los Roxont, eran muy unidos, trataba de que fuera así. No le gustaban las familias que parecían simples conocidos en lugar de ser madre, padre, hijos y/o hermanos, ella no era así. Con Jason también era bastante unida y lo mejor de ser los hermanos mayores era que ambos vivieron y pasaron por varias cosas que les dieron experiencia y eso les permitía guiar a Brittany a medida que iba creciendo.

-También cambiaremos esos anteojos de abuelo por lentes de contactos- continuo la rubia torciendo la boca mordiéndome el labio, algo que hacia siempre en clara muestra de concentración, mientras que con el fijador en la mano le acomodaba el cabello a su primo.

Mucho no pudo hacer pero se las ingenió para que le quedara un lindo y atractivo peinado. La entrada de Jason a la habitación le quito el momento de replica a Roxont respecto a lo último que dijo la rubia por lo que simplemente se quedo callado.

-¿Trajiste lo que te pedí?- le pregunto la rubia a su hermano mientras que Bastian se miraba en el espejo viendo la mitad de la obra maestra que Quinn acababa de realizar en él, aunque todavía no estaba terminada porque aún le faltaba que se cambiara la vestimenta que llevaba puesta.

-Sí, aquí está. Quizás así luzca tan atractivo como yo. Me da vergüenza decir que este nerd es mi primo.

Odiaba cuando Jason hacía ese tipo de comentarios y mucho más sabiendo como eso afectaba a Bastian, que ya de por si era demasiado inseguro de si mismo. Se molestó aun sabiendo que Jason no lo hacía con intensión y que solo lo decía bromeando aunque no obtuviera el resultado deseado. La rubia le ofreció a Bastian la camisa que el mayor de los Fabray había traído de su vestidor y ni siquiera se molestó en detenerlo cuando el chico se fue hacia el baño a cambiarse porque sabía que realmente necesitaba esos pocos minutos a solas.

Lo único que escucho por parte de Jason cuando se giro hacia él para regañarlo por lo que acababa de decir fue repetidamente las palabras Lo siento y en el fondo sabía que de verdad su hermano lo sentía. Él podía mentir, embaucar, omitir, traicionar, entre otras cosas, a quien se lo propusiera pero nada de eso funcionaba con su madre o algunas de sus hermanas. Lo conocían demasiado bien como para caer en sus artimañas y para mala suerte del chico sus ojos lo delataban, un pequeño secreto que nadie más conocía excepto las Fabray. Era por eso que Quinn sabía que su hermano mayor estaba realmente arrepentido de haber hecho ese comentario hiriente hacia Bastian que en ese momento salía del baño con su mirada en el suelo, completamente tímido.

-Ven, te ayudo con el cuello del saco- se ofreció Quinn con una sonrisa tierna viendo como su primo se acercaba a ella pero antes de eso Jason lo detuvo tomándolo del brazo.

-Ey, lamento haber hecho ese comentario- se disculpo el mayor de los Fabray mientras Quinn les daba la espalda para darle privacidad que los jóvenes necesitaban pero sin perderlos de vista, porque aún podía verlos por el espejo que se encontraba en frente de ella. -No me da vergüenza que seas mi primo. Lo cierto es que estoy realmente orgulloso de que así sea, solo fue un estúpido comentario sin gracia.

-Tú eres alguien sin gracia- le replicó Bastian con algo de diversión e ironía en la voz lo que llevo a Quinn a sonreír porque sabía que su primo bromeaba y el episodio anterior parecía haber quedado en el olvido. -No sé como las chicas caen ante ti.

-Ey, que no tenga gracia no significa que no sea seductor- se defendió Jason y su hermana dejo escapar una carcajada. -Ey, tú... Deja de reírte y ayuda a Bastian con el saco que vamos atrasados. Mamá se pondrá histérica.

-Mamá ya está histérica- intervino la voz de su hermana menor, Brittany, entrando al antiguo dormitorio de Quinn.

Le sorprendió un poco ver la manera que iba vestida la más pequeña de las Fabray. Solamente llevaba una blusa de color marrón claro, un pantalón negro de jean ajustado, zapatos altos, los ojos maquillados en negro y su cabellera rubia plateada estaba recogida en una trenza al costado. Aunque lo que más la sorprendió fue que al parecer la pequeña rubia estaba sola, porque mayormente adonde iba Brittany, iba...

-¿Dónde está tu monito?- le pregunto Quinn ayudando a Bastian con el cuello del saco mientras que su hermana menor la fulminaba con la mirada justo antes de abrazar a Jason recibiendo un beso en su cabeza.

-No lo llames monito, Quinn. Se llama Darren- corrigió Brittany mientras que su hermana mayor la miraba con una ceja en alto. -Tuvo una reunión de trabajo. No pudo venir.

-¿Otra reunión? ¿A esta hora?- pregunto Jason irónicamente antes de mirar a Quinn con el ceño fruncido negando con la cabeza en señal de molestia.

Darren Brooke, el novio de Brittany desde hacía poco más de un año. Era un chico universitario que asistía a un programa de matemáticas y economía pero Quinn no sabía en qué universidad porque en realidad no le interesaba saber esas cosas. El chico era bastante inteligente, no porque pudiera soportar una clase de matemáticas sin dormirse al minuto y medio, sino porque sabía mover muy bien sus cartas, metafóricamente hablando.

A Jason y a Quinn le caía mal, muy mal a decir verdad. Era alguien turbio, reservado, misterioso y siempre, pero siempre tenía algo que hacer cuando les tocaba reunirse todos juntos, como esa noche por ejemplo. Ademas desde hacía unas semanas atrás lo descubrieron en algo bastante sospechoso. Los Fabray más grandes pensaban que le era infiel a Brittany y si eso llegaba a ser así la rubia juraba que le cortaría los testículos, por muy agresivo que eso llegará a sonar.

El sonido de su teléfono la saco de sus pensamientos e internamente rogó porque fuera Isabelle diciéndole que estaba a punto de llegar. ¡Error!Se dijo a si misma cuando leyó el mensaje de WhatsApp que acababa de llegar y quien lo enviaba.

19:23 - No puedo ir, cena familiar y no puedo faltar. Al parecer mi abuela entro en razón y quiere recomponer las cosas. Hablamos luego. Guárdame comida que paso a medianoche.

Santana 'sexy' Lopez rezaba en la parte superior de su smartphone y fue en ese entonces que se preguntó como es que aún no editaba el nombre del contacto. Ah, sí... Ya lo recordaba. La ultima vez que lo hizo, Santana, una de sus mejores amigas, agarro una tijera y la amenazó con recortar las paginas de sus libros hasta que volviera a agendarla tal y como ella lo había hecho anteriormente.

Santana Diabla Lopez, al menos así se presento la primera vez que la conoció. Ni siquiera sabía si Diabla era un nombre, tiempo después descubrió que lo hizo para intimidar o impresionar, o quizás ambas cosas y lo cierto es que lo logró. Cuando Quinn la conoció tenía diez años, todo el mundo se intimidaba a esa edad ante cualquier palabra relacionada con Satanás. De hecho, sus compañeros de curso no se acercaban a ella ni a Isabelle cada vez que estaban cerca de Santana, cosa que a ellas no les importaba porque estar con la joven era mucho mejor que todo, desde entonces no volvieron a separarse y aunque no lo dijera muy de seguido, Santana, junto con Isabelle, era una de sus chicas preferidas.

La primera nombrada era morena, de origen latino, con el pelo negro y los ojos de color café. Físicamente no tenía nada que envidiarle a otras chicas y estaba realmente orgullosa de su gran trasero de negra, como ella misma lo dijo una vez. En términos de personalidad era alguien casi imposible de definir, era de esas personas directas y sinceras con un toque malvado y extremadamente irónico, lo cual a veces lograba desquiciar a Quinn.

Pero lo que más volvía loca a la rubia de Santana era que no sabía mantener la boca cerrada cuando tenía que hacerlo y que cuando estaba molesta arrastraba a todos con ella. Fuera de eso todo estaba bien en la personalidad de la latina, incluso esa parte violenta que sacaba a relucir por momentos y el hecho de tener siempre una replica para todo.

Como prácticamente era una más de la familia, se suponía que debía estar allí para la "cena de presentación" pero no fue así. Quinn podría enfadarse al respecto porque realmente la necesitaba en un momento como ese pero no lo hizo porque sabía que recomponer la relación con su abuela era importante para su amiga.

Santana era lesbiana, salió del closet cuando estaban en su ultimo año de bachillerato pero no lo hizo por iniciativa propia, sino porque uno de sus compañeros de clase hablo de más en los pasillos, una chica escucho, lo divulgo y a partir de ahí empezó una cadena interminable de habladurías. Quinn jamas se había sentido tan orgullosa de su mejor amiga hasta el momento en el que dijo "Soy gay". Por primera vez la sintió como ella misma, sin mascaras. ¿Lo mejor de eso? Los padres de Santana la apoyaron en su elección, ¿Lo peor? Su abuela no. Era por eso que ahora no se enfadaba porque no fuera a comer con ella y con su familia. Sabía que tenía cosas más importantes que hacer.

19:25 - Está todo bien. Ojala las cosas salgan bien con tu abuela. Te guardo comida pero no llegues tarde porque se la doy a Hansel y Gretel, ¿Ok? Besos.

Justo cuando termino de responderle a Santana apareció Isabelle con su vestido negro de gala largo hasta el suelo y un poco más, con el corte de su escote hasta la mitad del vientre. La melena marrón, característica de los Roxont, estaba completamente recogida y los ojos marrones estaban delineados de negro mientras que sus labios, al igual que los de la rubia, solamente llevaban un labial incoloro.

Quinn la miró con un ceja en alto en señal de que estaba molesta de que no haya aparecido antes y realmente la detestó cuando una sonrisa despreocupada apareció en los labios de su prima mientras que alguien más hacia gala de presencia en el lugar justo al mismo tiempo que Jason abandonaba la habitación.

Sonrió de oreja a oreja cuando un joven alto de cabello marrón oscuro rayando el negro se acerco a ella con una sonrisa que dejaba al descubierto sus dientes blanquísimos. El chico en cuestión llevaba puesto un pantalón de jean que quedaba perfectamente combinado con su camisa blanca y su saco gris claro a rayas. Esa sonrisa entre tierna y traviesa que estaba oculta tras su barba recortada le gusta muchísimo a Quinn, pero sin lugar a dudas lo que más le gustaba de aquel chico eran sus ojos azules.

-Hola, Coop- lo saludo la rubia ignorando al resto cuando el joven recién llegado se acerco a ella rodeándole la cintura con sus brazos antes de regalarle un tierno beso en sus labios. -Me gusta tu nuevo corte de pelo, te hace lucir más hermoso de lo que eres.

-Tú eres mucho más hermosa- afirmo el joven recibiendo un nuevo beso rápido por parte de Quinn.

-Ya, ya... Dejen de comer frente a los pobres- intervino la voz de Isabelle interrumpiendo el beso de los jóvenes. Quinn fulminó a su prima con la mirada que se encogió de brazos restándole importancia. -No me mires así, Fabray. Santana no está aquí, así que yo tengo que cubrir su papel y el mío. Por cierto... Hola, Cooper.

-Hol...

-No la saludes- interrumpió Quinn abrazando la cintura de su novio que sonrió con diversión antes de lanzarle un beso a la joven Roxont. -Nada de besos para ella, Coop, está castigada. Se supone que tenía que estar aquí hace rato, no ahora. Vaya uno a saber donde y con quien estaba, ¿Donde...?

-Antes de que empieces con tu control policíaco, te diré que estaba en el departamento. Una llamada de última hora- Se defendió Isabelle sacando una pequeña agenda de su bolso negro en conjunto con su vestido y su maquillaje. Frunció el ceño de manera pensativa mientras paseaba sus ojos por las páginas de aquel diminuto cuaderno antes de volver a hablar: -Por cierto, a casa llamo el de la agencia de empleo. Hay varias chicas para el puesto en la biblioteca y también llamo el de la agencia de modelos. Las chicas que pediste estarán el lunes a primera hora en el estudio.

-Todas son actrices ademas de modelos, ¿Cierto?- pregunto la rubia para asegurarse de ese detalle. Isabelle asintió con la cabeza y Quinn se permitió respirar con tranquilidad. -Tenemos que sacar ese comercial a la calle cuanto antes. La competencia está ganando terreno y eso no me gusta nada.

-A ti no te gusta nada que tenga que ver con Golosinas Parker desde que terminaste con John- soltó Isabelle ganándose una mirada asesina por parte de su prima porque ese era un tema del cual no quería hablar, mucho menos con su novio al lado. -A Cooper no le molesta, Quinn. Por cierto, ¿No se supone que es Santana o Sugar quienes tienen que atender los teléfonos de tu estudio? Y... ¿Por qué llaman a casa? Yo soy tu asistente y representante en la empresa solamente.

Como había dicho la joven Roxont, ella la representaba en la empresa las veces que la rubia no podía asistir, que era casi siempre. No porque tuviera una vida ocupada, sino porque no le gustaba ir a la fabrica. Solamente se presentaba al lugar cuando visitaba a su madre o cuando era de vital importancia que se presentara. El resto de las cosas que tenían que ver con la empresa las manejaba Isabelle. Por otro lado, Santana también trabajaba para ella, aunque mejor dicho trabajaba con ella.

Quinn tenía un pequeño estudio fotográfico en Harlem, a la vuelta del Apollo Theater y yendo un poco más para Central Park también tenía una pequeña biblioteca de la cual era dueña. La había comprado hacía poco más de tres años y por el momento le estaba yendo bien. Santana era su socia mayoritaria y si bien los libros o la fotografía no era el fuerte de la latina o lo que más le gustase, ella simplemente se cargó los locos proyectos de Quinn en sus hombros y tiro hacia adelante junto con la rubia, que sabía que sin el apoyo de su mejor amiga y de su familia no estaría donde estaba ahora.

-Te estas poniendo sentimental y te golpeare- resonó en su mente la voz de Santana como si estuviera presente en ese momento y sonrió para mi misma observando la conversación que estaban teniendo Isabelle, Bastian y Britt.

Ni siquiera intento meterse en la conversación porque sabía que no la entendería. Cuando los tres jóvenes hablaban, la conversación empezaba por una cosa y terminaba en otra, era por eso que ella las llamaba conversaciones randoms.

Miro la hora en el reloj pulsera de su novio dándose cuenta que iban mucho más que retrasados, por lo que su madre se pondría más histérica de lo que ya estaba, según Britt. Se miro en el espejo por ultima vez antes de decirle a los otros que ya debían bajar justo a tiempo cuando su hermano regresaba a la habitación.

Estaba por salir del lugar tomada del brazo de Cooper cuando su teléfono móvil comenzó a sonar. Santana 'Sexy' Lopez volvía a rezar la pantalla solo que esta vez se trataba de una llamada y no de un mensaje de WhatsApp.

-Estoy cerca del Cuban Love yendo hacia Central Park. Ven rápido- fue lo único que dijo la latina cortando la llamada y alertando a Quinn que busco rápidamente a Isabelle con la mirada.

-Santana está en problemas. Debemos irnos- indico la rubia dirigiéndose hacia la puerta de su dormitorio seguida de Isabelle que dejo de sonreír para pasar a tener una expresión mucho más seria. Se detuvo al ver la vestimenta que llevaban puestas ambas. -Primero tendremos que cambiarnos... y rápido- Las dos jóvenes se pusieron lo primero que encontraron en la habitación y al cabo de quince minutos ya estaban lista para partir. -Si mamá pregunta por nosotras solamente díganle que fuimos a buscar a Santana pero que llegaremos a tiempo para la cena. Ella sabrá entender.

Tomo la mano de Isabelle bajando rápidamente las escaleras llegando al piso de abajo y posteriormente a la salida. No pensaba en nada más que no fuera Santana, quería encontrarla cuanto antes y saber de una vez que era lo que había pasado con la latina que se suponía debía estar cenando con su abuela. Quizás todo había salido mal y su abuela no terminaba de aceptarla aun. Era en momentos como esos en los cuales sentía que su decisión había sido la correcta y en los cuales admiraba a Santana por su fortaleza, porque ella no podría soportar jamas el rechazo de algún ser querido.

-Maneja tú, estoy demasiado nerviosa como para hacerlo yo- confeso Isabelle pasándole las llaves de su Mustang blanco a Quinn antes de sentarse en el asiento de copiloto.

La rubia se hizo dueña del volante manejando a todo prisa mientras que Isabelle a su lado insultaba por lo bajo porque no podía comunicarse con la latina, por eso mismo no se sorprendió para nada cuando escucho un 'Estúpida Lopez' y posteriormente el teléfono de su prima volando hacia el asiento trasero del vehículo.

-No digas nada, Fabray- ordeno Roxont cuando Quinn abrió la boca para decir algo. -Presiona ese estúpido acelerador que quiero saber que Santana está bien y que esa vieja amargada no le hizo nada. Si le llegó a hacer algo juro que le arrancare los ojos.

Quinn no dijo nada al respecto, solamente aumento la velocidad a pedido de su prima mientras coincidía con las palabras de ésta. Santana e Isabelle eran muy unidas, fue por eso que no le reprochó nada a Roxont, por el contrario, coloco rápidamente su mano sobre el hombro de Isabelle como si de esa forma calmara el estado de nervios en el que se encontraba. De hecho, la joven estaba tan nerviosa y ansiosa por saber que le había pasado a Santana que ni siquiera espero a que Quinn terminara de estacionar cuando se lanzó del automóvil divisando la posición donde estaba ubicada la latina.

-¡Mierda!- se quejo Quinn cuando vio que su mejor amiga no se encontraba sola sino que parecía estar acompañada de una joven que comenzaba a resultarle familiar.

Se acerco rogando internamente que no fuera quien ella sospechaba que sería. Sospecha que se confirmó cuando Isabelle paso a su lado abrazando a la amiga de Santana mientras que la latina venía detrás con esa mirada desafiante que tanto molestaba a Quinn.

-No- fue lo primero que dijo cuando Santana se paro frente a ella abriendo la boca para decir algo. -No, no y no, Santana. Sabes que me llevo mal con ella, asi que ahórrame el momento incomodo, por favor.

-Ahora no, Quinn- pidió la latina pasándose las manos por el rostro en señal de cansancio. -¿Tú has visto como está? ¿La miraste recién cuando paso por tu lado o la ignoraste como siempre lo haces, Fabray?

Quinn no respondió sino que simplemente presionó su mandíbula dando un pequeño puntapié en el suelo. No quería tener nada que ver con la amiga de Santana porque se llevaba mal con aquella chica de ojos marrones y cabello castaño oscuro. No le gustaba como era, así como estaba segura de que a aquella chica no le gustaba como era ella. No tenia nada de malo en contra de aquella morena, nada malo en concreto. Solo diferencias de pensamientos, como ella lo definía.

-¿Qué le paso?- pregunto Quinn con indiferencia caminando lentamente hacia el auto donde Isabelle se encontraba abrazando a la amiga de la latina.

-¿Recuerdas a Finn Hudson?- pregunto Santana mientras Quinn asentía con algo de desconcierto tratando de recordar ese nombre. -Bueno, al parecer tiene planes de boda y se lo contó a...

-Tiene de imbécil lo que tiene de alto si quiere que la mini Barbra cante en su boda- interrumpió Fabray con el entrecejo ligeramente fruncido mirando hacia el interior del auto de Isabelle.

-No es solo eso...- susurro Santana con enojo llamado la atención de Quinn que la miro con seriedad. -Si su novia acepta quiere que Berry sea la dama de honor de la boda. Esa noticia le sentó como una patada en el culo a Rachel. Ya sabes que cuando terminaron acordaron ser amigos pero a mi gnomo eso no parece serle suficiente. De hecho, hasta ayer me rompía las pelotas que no tengo diciéndome que lo reconquistaría...

-Es por eso que ahora está así- volvió a interrumpir Quinn mirando nuevamente hacia donde estaba la amiga de Santana que seguía llorando en el hombro de Isabelle mientras que ésta miraba a la latina antes de mirar a su prima con seriedad. Quinn negó con la cabeza sabiendo lo que esas miradas significaban. -No, no y no. Esto no es posible. Tiene que ser una puta broma. No lo hare, claro que no. El sobrecito de azúcar es tu amiga, Santana, no la mía.

-Y tú también eres mi amiga, Fabray, es por eso que me ayudaras te guste o no- sentencio la latina con seriedad apuntándola con un dedo en el pecho. -Si no me ayudas me obligas a compartir mis dudas con el resto de las personas.

-¿Cuáles dudas?- pregunto Quinn con un dejo de temor e histeria en la voz.

-Tú sabes muy bien cuales dudas. No me hagas decirlas- susurro Santana cruzándose de brazos con el ceño fruncido mientras que Quinn la desafió con una ceja en alto. -Esa ceja me suena a desafío porque tú sabes perfectamente de lo que hablo. A veces me pregunto como haces para no ahogarte estando encerrada tanto tiempo, o si cada vez que sacas a pasear a Hansel y Gretel también sacas a pasear a Cooper.

-Cierra la boca, Santana. Tú no sabes nada- afirmo Quinn con enojo apretando los puños con fuerza. Miro a su alrededor como si hubiera alguien cerca que llegase a descubrir algún tipo de secreto que no debía decirse en voz alta y en el trayecto su mirada se perdió nuevamente en el interior del vehículo de Isabelle. Resoplo con resignación porque sabía que estaba a punto de cometer una locura. -Está bien. Tú ganas, Lopez. Te ayudare con Berry y si esa estúpida boda loca se lleva a cabo haremos lo que sea para que eso no pase y recupere antes al"amor de su vida"...

-O que encuentre un amor nuevo en el camino, ¿Quién sabe?- agrego la latina caminando los pocos pasos que le quedaban para llegar al auto mientras que Quinn solamente rogaba no estar equivocándose en aquella decisión.


Desde ya muchas gracias por acompañarme en este nuevo viaje, sobre todo a vos...

#CrazyWeddingFIC