Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.
Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!
Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.
Día 4: 16 de marzo de 2020
Edward
10:03 GMT
Aberdeen, Escocia
—Ahora, estoy seguro de que muchos de ustedes americanos están entrando en pánico y quieren regresar a casa porque su país está entrando en pánico —se ríe mi profesor como si acabara de hacer una broma fantástica—. La verdad, a veces son peores que los italianos.
Él es un tremendo imbécil. Su nombre es William Blake, sí, igual que el poeta, y es, como dirían los escoceses, un cabrón.
Parlotea sobre cómo es que los países se están dejando llevar por el pánico de la pandemia. Se supone que debe estar dándonos una clase sobre lo que necesitamos para terminar la tesis de nuestra jodida maestría. Hemos estado casi una hora en esta clase y ni siquiera ha tocado el tema de esa información. Estoy listo para apuñalarlo con mi pluma.
El celular me vibra en el bolsillo y bajo la vista para ver el mensaje. Es de uno de mis compañeros de piso, se está quejando de que ya no hay papel de baño en la casa. Yo tengo un poco guardado en mi habitación, pero los capullos con los que vivo han sido tan irresponsables que no me he molestado en sacar muchas de mis mierdas. Mantengo el papel guardado en un intento pasivo-agresivo de hacerlos ahogarse o nadar y entender que tienen que contribuir con estas mierdas.
Aparto la atención de mi celular y miro al viejo Willie. Se ve como una versión rara de Neil Gaiman si Neil Gaiman hubiera sido dibujado por Tim Burton.
Mis pensamientos me hacen sonreír y giro la vista a la ventana para que no piense que apruebo su diatriba racista.
El celular vibra de nuevo. Otra vez es mi compañero de piso, maldiciendo porque nuestro Tesco's local ya no tiene papel de baño.
Apenas puedo contener mi carcajada. Incluso en los confines de Escocia, la falta de papel de baño ha asomado su fea cabeza.
Pienso en el paquete completo que tengo escondido en mi armario y sonrío; me alegra haber tenido la prudencia de esconderlo.
Supongo que lo necesitaré más temprano que tarde para lidiar con las mierdas de mi melodramático compañero.
Mi maestro sigue hablando sin parar, y mi atención vuelve a desviarse. No puedo sacarme el increíble culo de la compañera de Alice de la cabeza. Carajo, incluso coquetear por mensaje justo ahora sería mejor que esta existencia solitaria.
Me pregunto qué hará Alice si le pido el número de su compañera. Sé que una de ellas está soltera y estoy rezando para que sea la que vi en la videollamada.
Tocando la orilla de mi celular dentro de mi bolsillo, intento imaginarme cómo sería contactarla. Alice habla de sus compañeras todo el tiempo, aunque por mi vida que no puedo recordar mucho de lo que ha dicho.
Frunzo el ceño y vuelvo a bajar la vista hacia mi teléfono, en mi mente empieza a formarse un plan.
