Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.


Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!


Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.


Día 10: 22 de marzo de 2020

Bella

14:02 PDT

Los Ángeles, California

Regreso al piso de arriba para encontrar a Edward viéndome desde la puerta de su habitación. Le entrecierro los ojos. Todo esto es su puta culpa. Si no fuera tan jodidamente sexy, no me habría pasado anoche con ese juguete.

Esperaba encontrarlo riéndose de mí, pero no se ríe; sus ojos se ven calientes, enfocados, y siento un calor instantáneo acumularse en mi vientre en cuanto nuestros ojos se conectan. Me congelo donde estoy, mirándolo.

No hay forma de negarlo. Lo deseo. Lo deseo más de lo que he deseado a alguien o algo. En realidad es doloroso negarme esto.

Mi corazón se acelera en mi pecho mientras nos miramos el uno al otro. Su mirada es tan caliente que puedo sentirla quemando senderos por todo mi cuerpo. Debajo de mi camiseta holgada puedo sentir que mis pezones se endurecen bajo su mirada y aunque estoy segura de que no puede verlo, mis piernas se frotan juntas, delatándome de todas formas. Sus ojos bajan de golpe a mis piernas y casi gimo. Carajo, estoy jadeando en el pasillo, mirándolo.

Edward alza la vista hacia mí, sus ojos están ardiendo.

—Doce días y medio —dice con voz ronca, profunda. Casi me corro justo ahí en ese momento.

—¿Crees que puedes lograrlo? —pregunto con voz baja, entrecortada. Mis ojos siguen su lengua cuando esta sale, pasando sobre su labio inferior.

—¿Tú crees que sí puedes?

Mis ojos vuelven a subir a los suyos y sonrío, girando hacia atrás los hombros.

—Tengo suficientes juguetes para entretenerme —digo, meneando la cabeza. Su mandíbula se tensa y se remueve. Mis ojos caen a su polla. Lo que daría por poder echarle un vistazo.

—Jodido infierno —murmura. Quiero morderlo.

Se pasa una mano por el cabello, jalándoselo, y se mueve lo suficiente para que se le alce la camiseta, exponiendo esa deliciosa V sobre sus caderas y estómago que lleva hacia su polla. Me humedezco los labios, mis ojos vuelven a subir a los suyos.

Necesito moverme, irme antes de decir o hacer algo imprudente.

Inhalo temblorosamente y me muevo a mi habitación. Al llegar a mi puerta, Edward me llama.

—Piensa en mí —dice. Me giro hacia él, humedeciéndome los labios otra vez.

—Oh —digo, exhalo una larga respiración y dejo que una sonrisa perversa curve las comisuras de mi boca—. Ya lo he hecho.

Su gemido me es satisfactorio en formas que me dan la fuerza para girarme hacia la puerta y dirigirme a mi cama. Dejo la puerta abierta solo para dejarlo imaginar lo que podría estar haciendo aquí.

Me recuesto, agarro mi teléfono, y lo escucho soltar una serie de maldiciones al otro lado del pasillo. No puedo evitar sonreír.