Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.
Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.
Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!
Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.
Día 13: 25 de marzo de 2020
Edward
2:56 PDT
Los Ángeles, California
Nunca en toda mi vida había estado más excitado. Bella alza la vista hacia mí desde la cama, sus ojos oscuros están llenos de picardía y deseo.
—¿Te vas a desnudar o voy a tener que hacerlo por ti?
Se estremece ante mis palabras y no me pasa por alto que está frotándose las piernas. El calor húmedo que sentí de su coño sobre mi pierna sigue ardiendo en mí, un recordatorio jodidamente ruidoso de lo que está por venir.
—Enséñame lo que sabes, malote —dice, extendiendo los brazos.
Sonrío al agacharme para agarrar la orilla de su camiseta. Sus ojos están oscuros y fijos en mí cuando empiezo a subir la tela.
—¿Quieres ver algo malo? —gruño al subirle la camiseta y sacársela por la cabeza.
Su piel se ve pálida y cremosa en la luz de luna filtrándose a través de los espacios en las persianas. Suelto una larga respiración cuando mis ojos finalmente la admiran. Carajo, es preciosa. Sus tetas son dos manojos perfectos y mis palmas se mueven hacia ellas. Tomo una antes de que mis ojos se muevan al otro pezón. Me detengo en medio de mi contemplación, mis ojos se enfocan en el delicado valle entre sus pechos.
—¿Qué carajos?
Me acerco más y Bella se ríe, haciendo rebotar sus tetas. Saca el pecho para poder ver el tatuaje que está entre sus pechos. Es un pequeño dibujo linear de una mano enseñando el dedo medio.
No puedo detener la risa que burbujea de mí. Esta hermosa chica está loca y es impredecible, y no puedo tener suficiente de ella.
—Justo cuando pensaba que no podías ser más sexy. Fóllame, mujer —gruño antes de lamer el tatuaje, y Bella se estremece debajo de mí, sus manos me rodean la espalda, sus uñas rasguñan mi piel. Es justo lo suficientemente fuerte para ser placentero.
Mis manos bajan por su cuerpo para quitarle los shorts. No está usando nada debajo y durante un solo momento me veo capturado otra vez por un tatuaje en su cadera. Es un pequeño dibujo en línea de una ola, simple, pero increíblemente sexy. Alzo la vista hacia ella, estoy muy consciente de que mi cara está justo junto a su coño. Incapaz de controlar mis urgencias más bajas, me muevo hacia enfrente para oler su perfume femenino.
—Hueles tan jodidamente bien, no puedo decidir si quiero comerme este coño o pasar un poco de tiempo lamiendo este pequeño tatuaje.
Me sonríe, enderezándose un poco.
—Rose, Alice y yo nos pusimos un poco borrachas y fuimos a tatuarnos —dice, moviendo un poco las caderas. Miro la pequeña ola.
—¿Se tatuaron lo mismo?
Bella asiente cuando vuelvo a alzar la vista a ella.
—Por el tiempo que pasamos juntas en California.
El conflicto hace estragos dentro de mí. Quiero pasar horas lamiendo y mordisqueando este tatuaje, pero ahora que sé que mi hermana tiene el mismo, estoy jodidamente dividido. Bella se ríe, levantando una pierna para moverme. Su movimiento la abre para mí y ambos gemimos. Puedo ver su excitación bajando por sus piernas, resbalosa y brillante en la tenue luz.
—Carajo —gimo, acariciando con la cara la parte interna de sus muslos. Su cuerpo empieza a temblar y sus caderas se mueven, instándome a acercarme. No necesito más invitación.
Mi lengua se encuentra con su coño y ella grita, su espalda se arquea de la cama. Sus manos encuentran mi cabello mientras yo me doy un festín en ella.
Mis manos son bruscas al subir por su cuerpo, se deslizan por sus piernas antes de unirse a mi boca para provocarla, trabajarla, hasta que puedo sentirla temblando. Me aparto justo antes de que se corra y grita, me jala con tanta fuerza el cabello que duele de verdad.
—¡No pares, carajo! —espeta con rabia. Le sonrío y me quito la pantalonera. Sus ojos bajan de golpe a mi polla, su boca se abre al verla—. Oh Dios, fóllame —gime. No sé si pretendía ser una maldición o una solicitud.
Yo feliz de complacerla.
Empiezo a gatear sobre su cuerpo, pero me congelo al comprender algo.
—¡Carajo!
Bella se sienta con ojos como platos.
—¿Qué?
Me siento sobre mis talones, negando con la cabeza.
—No tengo condones.
Me encuentro con la mirada de Bella, me siento de mierda. Será físicamente doloroso para los dos tener que retractarnos en este punto, pero tenemos que hacerlo, ¿cierto?
Bella asiente, se da la vuelta sobre la cama y estira la mano en busca de sus shorts. Me sorprendo al verla regresar con un par de condones. Los golpea contra mi pecho, sonriendo.
—Se los quité a uno de los chicos. No sé de quién son, pero… —se detiene cuando me inclino para besarla. Gracias carajo porque ella sí está preparada—. También estamos cubiertos al doble, o sea, contra un embarazo —dice, se aparta y señala su coño—. Tengo el DIU.
—Maravilloso.
Me lanzo otra vez sobre ella, y siento sus deditos trabajar en abrir el paquete. Mueve la mano a mi polla, la toma en su mano y me da un apretón que me hace poner los ojos en blanco antes de ponerme fácilmente el condón y posicionarme en su entrada. Antes de poder decir algo más, se está hundiendo en mí.
Ambos jadeamos, y me resulta físicamente doloroso mantenerme quieto y no empezar a embestir de inmediato.
—Santa mierda —gime Bella, sus manos suben por su cuerpo para acariciarse los pezones—. Carajo, eres enorme.
Como si mi ego necesitara más estímulos de su parte.
Bella empieza a moverse sobre mí y la miro fascinado. Es grácil al moverse, su cuerpo se ondula en un ritmo perfecto. Una parte de mí quiere darle la vuelta, atarla a esta puta cama y hacer lo que quiera con ella, pero esto es jodidamente perfecto.
Está apretada y caliente y tan mojada que puedo sentirla derramándose sobre mí, deslizándose entre nosotros. Mis manos suben para pasar sobre su cuerpo, para jugar con sus tetas que rebotan y retorcer sus arrugadas puntas.
De verdad que no voy a durar mucho.
Bajo la mano, encuentro su clítoris y ella sisea, sus uñas me arañan los hombros. Mi mano le rodea la cadera, mi pulgar le roza el clítoris mientras que sus movimientos se aceleran y flaquean.
—Carajo, carajo, carajo —sisea, jalándome el cabello de la base del cuello—. Sí, más.
Es tan exigente y me encanta.
Me inclino hacia enfrente, capturando su endurecida punta en mi boca, mi lengua la trabaja antes de morderla. Grita, su coño me ahorca mientras ella se corre.
Mis caderas logran embestir tres veces más debajo de ella antes de correrme también, un placer cegador se apodera de mí.
Colapso en la cama, y Bella se extiende sobre mí. Ambos estamos pegajosos a causa del sudor, tenemos las respiraciones agitadas.
—Carajo —susurro, sacudiendo la cabeza. Bella se ríe sobre mi pecho.
—Bienvenido a California.
