Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.


Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!


Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.


Día 17: 29 de marzo de 2020

Bella

15:34 PDT

Los Ángeles, California

Ya llevamos dos días viendo Tiger King. Edward no es una persona irritante con quien ver televisión, pero sé que yo sí lo soy.

Me asombra que todavía no me haya ahorcado.

—Sabes —digo, señalando la pantalla. Prácticamente puedo sentirlo poniendo los ojos en blanco cuando empiezo a hablar—. El año en que grabaron esto, yo tenía toda la intención de huir a Florida para trabajar con ella. —Señalo a Carole Baskin. Edward se mueve para mirarme, tiene los ojos agrandados con confusión e incredulidad—. ¿Qué? —reclamo.

Sacude la cabeza, girándose para ver otra vez la pantalla.

—Solo tú lo harías —murmura. Sonrío.

Me gusta Edward. Es un tonto y tan jodidamente nerd que es casi demasiado lindo, pero también es endemoniadamente gracioso y mucho más paciente de lo que merezco.

Tampoco duda en usar el sexo para callarme, algo que me interesa demasiado.

Aunque he estado encerrada en mi habitación, la suya y el baño que compartimos, los últimos días han sido más divertidos que los últimos años de mi vida.

—Oye —digo, distrayéndome otra vez de la serie de Netflix.

—Bella, es el último episodio —gruñe Edward. Sonrío. Hemos tardado dos días en verla porque hemos tenido que volver a ver casi todos los episodios. No nos permito terminar un episodio sin distraernos. Ahora estoy decidida a asegurarme de que tengamos que ver este último episodio al menos tres veces.

—¿Por qué mi Traficante de Patos no me ha enviado más contenido de patos?

Edward se gira para verme, la sorpresa se refleja con claridad en sus ojos antes de sonreír.

—Ha estado un poco ocupado sin importarle ni un pato —murmura.

Es un chiste horrible y estúpido, pero cumple su función. Aviento mi laptop a la cama y me muevo para sentarme a horcajadas sobre él. Abre los ojos como platos, pero para este punto ya sabe a dónde va esto. Se ríe cuando mis manos arañan su pecho, intentando sacarle la camiseta por la cabeza.

—Dios, eres tan jodidamente rara —se ríe.

Le sonrío al quitarle la camiseta. Su cabello es un desastre y mis dedos se meten en él, empeorándolo más.

—Sí, y tú eres un bobo —murmuro antes de agacharme para besarlo. Sus manos suben para rodearme la cintura, jalándome hacia él. Sin importar lo mucho que se queje, sé que también se la está pasando bien, y casi siempre está justo ahí conmigo, presionándome de la misma forma en que yo lo presiono.

Es un excelente tira y afloja.

—Quiero sentarme en tu cara —le exijo, sacándome la camiseta.

Edward gruñe, jalando mi cara a la suya. Nuestros labios se encuentran con deseo, mordiendo y chupando, peleando.

—Carajo, sí —gime en mi boca. Sus manos suben, acarician mis pezones y me estremezco debajo de él, me aparto de golpe y me bajo de su regazo para poder quitarme la ropa interior. Se mueve hacia abajo por la cama, se acuesta de espaldas y le sonrío antes de subirme, apoyándome sobre su pecho. Sus manos me agarran las caderas, me llevan hacia su cara y, sin más preámbulos, su lengua está hundiéndose en mí, lamiéndome, haciendo círculos y volviéndome loca de inmediato.

—¡Carajo! —grito, mis palmas golpean la pared que está detrás de mi cama—. ¡Carajo, carajo!

Es implacable, empuja, mordisquea, chupa, lame. Mis piernas se sacuden alrededor de su cara; todo mi cuerpo se tensa cada vez más y más mientras yo golpeo con los puños la pared sobre él. Una de sus manos sube, aprieta mi culo y empieza a dibujar círculos en mi segundo agujero.

—Oh, ¡santa mierda, sí! —grito cuando el dedo me sondea con gentileza. Nunca antes he intentado anal, pero definitivamente estoy abierta a la idea, en especial si se puede sentir siquiera una fracción de lo que se siente esto.

La lengua y los dedos de Edward se mueven en sincronía, y toma mi clítoris entre sus labios, gimiendo cuando el primer nudillo de su dedo se hunde en mi culo. Me hago añicos, me desbordo sobre él, mis piernas aprietan su cabeza probablemente con demasiada fuerza al convulsionar a su alrededor. Creo que en cierto momento me desmayo porque cuando vuelvo en mí, estoy acostada en la cama y Edward está alzándose sobre mí, su cara brilla a causa de mi excitación. Le sonrío, todavía no me puedo mover por completo, y corresponde la sonrisita presumida. Está a punto de decir algo cuando se escucha un golpe en mi puerta. Ambos nos giramos al escuchar la voz de Rose.

—¡Los escuchamos desde afuera! —grita a través de la puerta—. ¡Bajen el volumen, con un carajo!

Edward me mira y le sonrío, alzándome para besarlo. No me arrepiento de absolutamente nada.