Disclaimer: Esta historia no me pertenece, los personajes son de Stephenie Meyer y la autora es fanficsR4nerds, yo sólo traduzco sus maravillosas palabras.

Disclaimer: This story doesn't belong to me, the characters are property of Stephenie Meyer and the author is fanficsR4nerds, I'm just translating her amazing words.


Thank you fanficsR4nerds for giving me the chance to share your story in another language!


Gracias a Yani por ser mi beta en esta historia.


Día 18: 30 de marzo de 2020

Edward

23:22 PDT

Los Ángeles, California

—Estoy borracha —anuncia Bella a la habitación. La miro y, efectivamente, se está inclinando un poco hacia un lado—. ¿Quieres saber cómo lo sé? —pregunta, girándose para verme.

—¡No! —gritan Alice y Rose, asustándonos. Las miro—. Dios, Bella, no. Por favor, no nos digas eso otra vez —gime Rose. Bella se ríe.

—Saaaaaben que les gustó. —Sus palabras suenan un poco arrastradas, y veo a Rose y Alice intercambiar una mirada y sacudir las cabezas.

—Bien, oficialmente Bella ha llegado a la etapa cachonda y donde habla de más al estar borracha —dice Alice, poniéndose de pie.

—¿Cuál es la diferencia de su vida normal? —escucho a Emmett preguntar. Tengo que coincidir con él ahí. Bella intenta enseñarle el dedo medio, pero erra por un metro más o menos. Se gira hacia mí, inclinándose de modo que de pronto su nariz se encuentra enterrada en mi pecho.

—Dios mío, hueles bien. —Justo así, mi polla empieza a despertar a la vida. Estoy un poco tomado, aunque lo suficientemente sobrio para comprender que Bella no está en estado de iniciar ninguna clase de relación sexual.

—Con un carajo, llévala arriba antes de que te monte aquí abajo —me ordena Rose.

—Oye, buena idea —murmura Bella, intentando trepar sobre la silla del comedor y hacia mi regazo.

—De acuerdo, de acuerdo —digo, rodeándola con mis brazos. Se ríe y sus manos empiezan a jalarme la camiseta, así que la muevo en mis brazos y la cargo como novia antes de pararme de la mesa. Bella no pesa tanto, pero estoy un poco tomado, y me tropiezo una vez al ponerme de pie.

Les deseo buenas noches a todos mientras cargo a Bella hacia las escaleras.

—Oye, eres sexy —susurra Bella, sus manos me frotan el pecho.

Mis brazos se aprietan más a su alrededor.

—Detente, o te tiraré —gruño. Puedo sentir la sonrisa de Bella.

—Gruñe más; es excitante.

—Maldita sea, Bella.

Por puro milagro, logro subir las escaleras sin dejarla caer. La llevo directo a su habitación, depositándola en su cama. Alza la vista hacia mí, tiene el cabello extendido a su alrededor, creando un halo que para nada merece.

—¿No quieres saber por qué sé que estoy borracha? —pregunta, estirando los brazos hacia mí. La dejo jalarme hacia ella y me acomodo para que la mayor parte de mi peso quede sobre la cama a su lado.

—¿Todo está borroso? —pregunto. Sonríe y niega con la cabeza. Sonrío un poco—. No sé, ¿cómo?

La sonrisa de Bella es perversa.

—Mi coño está palpitando.

Es la última cosa que esperaba que dijera y mi polla se agita en mi pantalón.

—¿Qué? —digo con voz ahogada.

Bella sonríe, levantándose para dejar un caliente beso húmedo sobre mi garganta.

—Sé que he llegado a un buen estado de embriaguez cuando mi coño empieza a palpitar —susurra sobre mi cuello—. He estado empapada todo el día pensando en ti y ahora tengo ganas. —De alguna manera logra mover mis caderas para que una de mis piernas se acomode entre las de ella mientras sigue mordiendo y chupando mi garganta. Gimo, empujo mi muslo entre sus piernas y, maldición, puedo sentir lo mojada que está a través de nuestras pantaloneras.

—Bella, estás borracha —protesto con suavidad. Sus manos rasguñan mi espalda, sus uñas cortas se atoran en mi piel, haciéndome sisear cuando se encuentran el placer y el dolor.

—No demasiado borracha —dice suavemente—. ¿No quieres probar este coño húmedo? Ha estado esperando por ti todo el día.

Jodido infierno, es el pecado encarnado.

—No quiero aprovecharme de ti mientras estás borracha —le digo, sacudo la cabeza y me obligo a apartar mi pierna de entre las suyas. Aunque sus caderas se mueven contra mí y no puedo moverme ni aunque mi vida dependiera de ello.

—Eres tan jodidamente caballeroso —se queja—. Edward, si no me follas, me voy a follar con un juguete que no me hará correrme ni de cerca tan bien como tú —gruñe—. Y te haré que me veas, carajo.

Jodido infierno.

—Hazlo —digo con entusiasmo. Bella rasca con sus manos entre mi cabello, jalando mis labios a los suyos.

—Fóllame primero —me exige.

Como siempre, soy incapaz de negarme a sus demandas.

—Bien —cedo—, pero tienes que guardar silencio.

La sonrisa de Bella es perversa y malvada, y sé justo entonces que ambos vamos a tener que humillarnos mucho ante el resto de la casa para disculparnos por lo que viene a continuación.