Shade: ¿Qué onda? Parece que el fankid Spiroz se volvió monstruosamente popular en el fandom, ¿eh? :D Que hasta TalosLives se atrevió a hacer algo con esta criaturita. Y yo, naturalmente, me aventuré a traducirlo.

Disclaimer: Helluva Boss es creacion de Vivziepop. "Starlight Wings" es creación de TalosLives. Y el concepto de Spiroz y los gemelos Mitsy y Milton es creación de DaniDraws. Por favor apoya la obra original.


Alas de Luz Estelar

Concepto creado por DaniDraws

Escrito por TalosLives

Traducido por Shade Shaw Reilly


Había muchas cosas que Spiroz Goetia podía enumerar que odiaba en esta existencia abandonada llamada vida, pero la principal era su despertador. Al ser mitad búho, no tenía sentido tener que levantarse tan temprano en lugar de quedarse dentro de su cálida y cómoda cama... Sobre todo porque cinco días a la semana tenía que levantarse temprano para ir a esa prisión conocida como escuela. Gimiendo, Spiroz levantó la mano y canalizó una pequeña bola de fuego en su puño antes de arrojarla hacia el despertador, que estalló en llamas.

Satisfecho con su trabajo, Spiroz se cubrió la cabeza con las mantas y cerró los ojos...

¡BOOM!

― ¡Gah! ¡¿Qué mierda...?!―gritó Spiroz saltando de la cama y golpeándose la cabeza contra la cómoda y caía al suelo alfombrado. Su puerta explotó de la nada, provocando que toda el ala oeste de la mansión retumbara mientras el humo se extendía por la habitación. Tosiendo, Spiroz corrió a su ventana para abrirla y dejar que el humo saliera antes de revisar su puerta ahora arruinada. Ya sabía quién tenía la culpa y gimió:―. ¡¿Papá, qué hiciste esta vez?!

― ¡Lo siento, junior!―exclamó un figura que apareció tras el humo, sosteniendo un lanzagranadas con luces de neón y calcomanías de niños y las palabras "Adiosito" en el cañón. La figura no era otra que uno de los padres de Spiroz: Un diablillo asesino que se había hecho muy conocido en el Inframundo por matar humanos en el mundo viviente. Lo conocían como Blitzø, pero la 'o' era muda. ―. Papi estaba probando esta última pistola que me compró tu padre para el trabajo. Accidentalmente usé las granadas que rebotan en lugar de las mini.

― ¡¿Por qué probarías eso aquí?!―gritó Spiroz mientras se sacudía el polvo de las plumas de la cabeza. ―. ¡Padre te construyó un campo de tiro hace años! ¡¿Por qué nunca lo usas?!

―Mira, a veces me olvido que tengo eso. Puede que haya estado viviendo en esta mansión durante unos veinte años, pero todavía no sé dónde está la mitad de esta mierda.―replicó Blitzø antes de recargar su arma. ―. Además, era hora de que te despertaras para la escuela. Anda, date una ducha, les avisaré a los cocineros para que te hagan tu desayuno favorito.

Suspirando, Spiroz refunfuñó antes de ir al baño mientras Blitzø salió corriendo con una mirada emocionada en su rostro. El adolescente mestizo podía jurar que a veces era más maduro que su papá diablillo, y tenía catorce años, por el amor de Satanás... Esos minutos extra de sueño ahora perdidos.

Spiroz se quitó la bata de dormir roja y negra de terciopelo y ordenó mentalmente que se activara la ducha. En unos segundos, la ducha fijó el agua a la temperatura perfecta. Al entrar, el adolescente suspiró y cerró los ojos mientras dejaba que el agua limpia y tibia se llevara su desesperación matutina... "Solo aguanta hoy, hoy veremos la lluvia de estrellas a la medianoche."

Honestamente, era lo único bueno que había estado esperando por toda esta semana: Una única lluvia de estrellas iba a aparecer en el mundo humano por primavera, y sus padres le prometieron que la verían juntos como familia. Si bien su papá diablillo no era el más interesado en lo que respecta a las estrellas, su papá búho era todo lo contrario, y quien ayudó a Spiroz a encender su pasión por la astronomía. Era una de las pocas cosas que hacía feliz al demonio híbrido cuando no estaba lidiando con la mierda en su vida, junto a pasar el tiempo con su familia y mejores amigos.

Después de unos minutos, Spiroz salió y se secó con un hechizo, entrando en su habitación antes de convocar su uniforme escolar. Era un simple conjunto de una chaqueta negra de manga larga y pantalones, pero con el logotipo de su escuela, "Academia Avnas para Jóvenes Privilegiados", grabado en la parte superior de la chaqueta: un pentagrama verde brillante con anillos de átomos rodeándole. Una vez que estuvo vestido, Spiroz salió de su habitación y se dirigió hacia las escaleras. En el camino, varios sirvientes y guardias le dieron los buenos días a su príncipe mientras Spiroz asentía. Algunos de ellos incluso le preguntaron si necesitaba algo o le hacían saber que sus útiles escolares, mochila y almuerzo estaban preparados... Él sinceramente agradecía su ayuda, pero no es algo que no pueda hacer por sí mismo.

…No era que el joven príncipe no estuviera agradecido por los esfuerzos de los sirvientes y los trataba bien. Sin embargo, Spiroz a veces sentía que era demasiado privilegiado para su propio bien, especialmente al compararse con sus mejores amigos, Mitsy y Milton, al vivir su día a día: Sin sirvientes, sin guardias armados (especialmente porque su madre siempre llevaba un arma afilada encima) y sin tener algunas de las mejores cosas de la vida, como comida perfectamente cocinada, ropa costosa y acceso a algunas de las experiencias más opulentas que uno podría tener.

Afortunadamente, sus padres no eran como la mayoría de los otros cabrones ricos de los Siete Anillos del infierno: Su papá búho podría haber nacido con una cuchara de plata en la boca, pero Stolas le había enseñado a Spiroz a no dar por sentado lo que tenía y a respetar a quienes les servían; La mayor parte de su educación provino de papá búho, quien le enseñó las maravillas de la magia, la ciencia y las artes; La mayoría de la gente decía que se parecía más a este padre y Spiroz estaba de acuerdo, ya que de sus pasatiempos favoritos (astronomía, equinos y herboristería), provenían de su papá búho.

Su papá diablillo, por otro lado, había nacido pobre y tuvo que trabajar duro para conseguir lo que quería en la vida, incluyendo el derecho a casarse con su papá búho. Blitzø se había asegurado de que su hijo no fuera perezoso y lo había hecho entrenar mucho, enseñándole a luchar y disparar. Principalmente porque, por mucho que lo negara, Blitzø era un padre muy sobreprotector; Spiroz no diría que era un demonio violento, bueno, más de lo que su naturaleza innata le permitía ser, pero disfrutaba de una buena puntería aquí y allá, y le encantaba escuchar las aventuras de su papá diablillo en el mundo humano mientras crecía. También insistió en que su nombre era "Spiro", con la "z" muda como una forma de copiarle. Al principio, fue solo una imitación infantil que hizo, pero pronto se convirtió en un hábito.

A pesar de ser rico, sus padres también se aseguraron de recordarle que las mejores recompensas eran aquellas por las que trabajabas duro. Aun así, eso no significaba que no lo malcriaran siempre que pudieran... Él era el producto de su amor, por antinatural que fuera su nacimiento, y para ellos, era un milagro que atesorarían para siempre. Algo que solo algunos otros parecían también pensar...

Al llegar a las cocinas, Spiroz entró para ver a su papá búho, Stolas, leyendo el periódico mientras tomaba su té matutino junto a un plato de tostadas de aguacate. Al ver a su hijo, Stolas sonrió: ―Ah, buenos días, mi luz estelar. ¿Cómo amaneces hoy?

―Todavía me zumban los oídos por las explosiones matutinas de papá.―murmuró Spiroz a la vez que un diablillo sirviente le sirvió un plato caliente de huevos escalfados, tocino canadiense (hecho de canadienses reales) y su tipo favorito de alpiste con un vaso de té caliente de hierbas. Spiroz comió un poco antes de preguntar: ―¿Nunca puedes darle a papá un regalo normal, padre? ¿Cómo flores, joyas o chocolates?

―Oh, ya conoces a tu papá, Spiro. Él no es el tipo que encuentra eso interesante. Sé lo que le gusta a mi pequeño Blitzy, y siempre le doy lo que necesita para mostrarle mi afecto.―suspiró Stolas mientras se abanicaba con el periódico mientras se sonrojaba intensamente. ―. Oh, recuerdo la primera vez que intercambiamos regalos después de que oficialmente nos convertimos en pareja: Le regalé un caballo de pura sangre color castaño y él me devoró durante horas en la cama mientras yo estaba encadenado, con el trasero al aire y...

No quiero que mi mañana comience con otra anécdota ustedes dos follando.―repuso una recién llegada Loona mientras entraba a la cocina, vestida con su ropa gótica habitual. ―. Y creo que Spiro está de acuerdo conmigo, ya parece listo para vomitar esos huevos.

―Amén, Loona.―respondió Spiroz, agradecido de que su hermana mayor interfiriera justo antes de que su padre empezara otra de sus peroratas acerca de lo gran amante que era Blitzø. La loba infernal puso los pies sobre la mesa antes de escribir en su teléfono. ―. ¿Papá también te despertó?

―Nah, he estado viviendo con papá desde antes de que tú nacieras, así que escuchar cosas como esa temprano en la mañana era normal para mí.―replicó Loona sacudiendo la cabeza. ―...No es que todavía no me avergüence.

―Oye, como su padre, estoy obligado a avergonzarlos a ambos.―proclamó Blitzø mientras entraba a la cocina, arrojando su lanzagranadas sobre uno de los mayordomos, quien cayó de bruces al atraparlo. Acercándose primero a Loona, la besó en la mejilla, para disgusto de ella. ―. Buenos días, Loonie.

―Muérete en un incendio, papá.―murmuró Loona poniendo los ojos en blanco.

Y dirigiéndose a Spiroz, el diablillo lo besó en la mejilla. ―Buenos días, Spiry.

―Papá, por favor no me llames así...―susurró Spiroz mientras se cubría la cara con una garra.

―Aww, pero te encantaba que te llamara así mientras me perseguías tratando de atrapar mi cola.―rió Blitzø mientras le daba palmaditas a su hijo en la cabeza.

―...Cuando tenía dos años.―se quejó Spiroz antes de sacudir la cabeza y terminar su desayuno. ―. Como sea, solo quiero ir a la escuela para que podamos ver esa lluvia de estrellas esta noche y...

―Espera, ¿es esta noche?―preguntó Stolas en estado de shock. Rápidamente se tocó la barbilla y murmuró: ―. Oh, querido. Me temo que arruiné mi horario...

― ¡Padre, no me digas que no puedes venir!―exclamó Spiroz también en shock. ―. ¡Siempre vemos las lluvias de estrellas juntos como familia!

―Lo siento, mi luz estelar, en serio...―susurró Stolas con un profundo suspiro. ―. Pero me temo que Octavia y la Reina Charlie necesitan mi ayuda con algo relacionado con la magia. A pesar de que ya no soy el jefe de nuestra casa, sigo siendo uno de los usuarios de magia más poderosos del Infierno, y esta tarea es demasiado grande para que tu hermana mayor se las arregle sola, así que me necesitan. Además, estoy seguro de que tu papá puede usar el libro para...

―D-de hecho, a mí también se me olvidó, hoy le prometí a un cliente que haríamos un trabajo nocturno.―murmuró Blitzø frotándose la nuca avergonzado. ―. Y necesito todas las manos disponibles para este caso.

―Oh, genial...―murmuró Spiroz mientras se cruzaba de brazos y ululaba con ira. ―. Eso significa que Loona no puede ir, y como no pueden tío Moxxie y tía Millie, los gemelos tampoco pueden asistir. ¡No me digan que nos lo vamos a perder! Lo estaba esperando con ansias todo este mes!

―Lo siento, Spiro.―susurró Stolas, mirando hacia abajo apesadumbrado.―. ¿Quizás podamos hacer algo la semana que viene como familia? Incluso podemos traer a Octavia con nosotros.

―...Bien.―suspiró Spiroz mientras se levantaba y convocaba a su mochila a través de un portal.―. Me voy a la escuela.

― ¡Cuídate! ¡Y si alguien te hace la vida imposible, patéale en las bolas!―gritó Blitzø mientras Spiroz se alejaba, ignorando ese consejo.

…Porque Spiroz estaba bastante seguro de que no podría patear a los demonios de su escuela en las pelotas sin romperse la pierna.

Si hubiera un lugar en todo el Infierno que Spiro esperaba que fuera destruido en un Exterminio, sería su escuela. Por supuesto, eso fue una ilusión desde que la Reina Charlie y el mismo Jesucristo acordaron un tratado de paz poco después de que ella asumiera el trono. Ahora se esperaba que el Cielo y el Infierno trabajaran juntos, lo que significaba no más Días de Exterminio cada año siempre y cuando el Infierno continuara redimiendo a los Pecadores de manera constante. La mayoría tenía sentimientos encontrados sobre todo el asunto, pero a Spiroz personalmente le daba igual, pues nació mucho después de la firma del tratado y, en lo que a él respectaba, no le importaba... Tenía problemas más grandes con los que lidiar, como sobrevivir en su interminable y atormentadora pesadilla.

En el momento en que salió de la limusina de su familia, Spiroz pudo sentir todos los ojos del alumnado de la prestigiosa academia mirándole, burlándose de él en susurros o en sus mentes mientras captaba esas palabras:

Bicho raro.

Fenómeno.

Abominación.

Eran palabras con las que tuvo que vivir toda su vida, pero no conocía del todo su significado. No fue sino hasta los ocho años, cuando les pidió a sus padres que lo dejaran ir a la escuela en lugar de estudiar en casa con tutores... "El mayor error de mi vida." pensó él con un profundo suspiro.

Estaba a medio camino de las puertas cuando sintió que algo pesado golpeó su cabeza y lo tiró al suelo. Gimiendo, se frotó la cabeza e hizo una mueca antes de notar una pelota de fútbol rebotando cerca. "...Era obvio que sería él..."

―¡Oye, fenómeno!―Spiroz suspiró y lentamente se volvió hacia el bully más abusivo que tenía desde que lo conoció en tercer grado. El bastardo era un humanoide de piel gris gruesa y escamosa, quien era más alto que Spiroz por más de un metro y medio. Su piel también tenía líneas brillantes de energía azul llameante que iban desde la parte superior de sus tres cuernos en su frente hasta cada extremo de su cuerpo, y sus ojos eran negros como la noche con penetrantes pupilas azules mirando a Spiroz como si fuera un insecto. Su cabello naranja y azul llameante se movía como brasas y vestía la chaqueta deportiva roja y negra de la escuela con pantalones negros.

Zolrick Talmanic. El hijo del alcalde de Ciudad de Dis.

―Pensé que se suponía que los búhos girarían la cabeza ciento ochenta grados cuando sintieran peligro... Supongo que probé que esa teoría es errada.―bromeó Zolrick, lo que hizo que los otros demonios que rodeaban al sonriente retrasado se rieran mientras Spiroz los miraba y no decía nada. Zolrick luego señaló un balón de fútbol.―. ¿Te importaría recogerlo y entregármelo?

Spiroz le enseñó el dedo medio y estaba a punto de alejarse cuando Zolrick lo agarró y lo levantó por el cuello con en un destello de fuego en sus hijos. ―. Creo que no me escuchaste, monstruo diablillo. Recógelo... y entrégamelo.

Una vez que lo soltó, Spiroz bajó la cabeza y frunció el ceño. Conocía muchos hechizos que convertirían a este bastardo en polvo, pero eso solo empeoraría las cosas: En el pasado trató de contárselo a los maestros, y ellos no le creyeron o lo ignoraron, y ninguno de los otros estudiantes se molestó en ayudarle... Solo una vez se defendió y fue expulsado de esa escuela a pesar de tener razón, sin importar cuánto intentaron protegerlo sus padres.

…Pero no importaba.

Porque lo único que importaba era que el fenómeno fuera demasiado lejos para su propio bien.

Así que Spiroz dejó de intentar hacer algo para evitar su tormento porque todo era inútil. Lo mejor era terminar de una vez y alejarse.

Lentamente, Spiroz tomó la pelota y se la dio a Zolrick, quien sonrió. ―Gracias, fenómeno.―Y una fracción de segundo después, lo arrojó directamente a la cara de Spiroz. El mestizo maldijo y se agarró el pico sangrante antes de caer de rodillas. Hizo todo lo posible por no llorar, pero Spiroz estaba seguro de que algunas lágrimas salieron. Podía escuchar la risa de los otros estudiantes a su alrededor mientras Zolrick lo empujaba a un lado y se burlaba de él. ―Ah, no te preocupes por eso, fenómeno, hará maravillas con tu estúpida cara.

Tomando unas cuantas respiraciones profundas, Spiroz se levantó lentamente y prácticamente corrió hacia las puertas, todo mientras trataba de ignorar las risas a su alrededor.

Realmente odiaba la escuela.

Una vez que estuvo seguro de que ya no salía más sangre, Spiroz cerró el grifo y suspiró. El golpe no le dejó una marca, pero aun así gruñó al ver el reflejo de ese rostro que se había vuelto infame en todo el Infierno. No dejaba de ver ese reflejo en el baño de la escuela; Todos sabían quién era, y por eso Spiroz nunca salía de su casa a menos que no tuviera otra opción o estuviera visitando a tío Moxxie y tía Millie... Porque adonde sea que fuera, veía las mismas expresiones:

Burlas de disgusto.

Sonrisas burlonas.

Ojos llenos de odio.

La mayoría supondría que era porque él era mitad Goetia y mitad diablillo, pero la verdad era más compleja que eso.

Fue porque él era, hasta el día de hoy, la única criatura que había nacido de dos hombres. Una hazaña que se decía que era imposible, incluso en el Cielo y el infierno; Dios había designado que toda vida, fuera humana, ángel y demonio, naciera únicamente de la unión entre un hombre y una mujer... Y sin embargo, Spiroz no fue así y nadie sabía cómo pasó. Ni siquiera sus padres lo sabían: Un día se estaban muy borrachos en una noche de aniversario... y al día siguiente, el huevo de Spiroz estaba allí para su confusión, pero los médicos pronto confirmaron que era el hijo de ambos. ¿Lo puso Stolas? ¿Nació por magia? ¿Era siquiera un ser real?

Nadie tenía la respuesta a eso. Ni siquiera su papá búho, quien examinó todos los libros de su biblioteca, pudo encontrar una respuesta.

Algunos decían que Dios le había permitido existir como parte de un experimento y primero lo probó en demonios para ver si funcionaba; Otros decían que Stolas y Blitzo hicieron algún ritual que hizo que Spiroz naciera de las auras de sus dos almas en un ser físico. Y algunos otros creían que era un homúnculo que había cobrado vida después de que un experimento saliera mal.

Independientemente de las posibilidades, había convertido a Spiroz en una figura notoria que todos en el Infierno conocían... Pero eso no le trajo popularidad, sino todo lo contrario.

Escupiendo un poco de sangre, Spiroz refunfuñó justo cuando sonó la primera campana. Suspirando, Spiroz se dirigió a la puerta con la esperanza de que el resto de su día fuera mejor.

Pero de alguna manera, lo dudaba.

CONTINUARÁ.