La luna, las estrellas y el firmamento siempre fueron uno de los mayores misterios para muchas personas a lo largo de la evolución de nuestra sociedad, entregándonos cientos de preguntas que los avances en la era del hombre se encargaban de responder con la consecuencia de generar varías más, era el ciclo sin fin en el que algunas personas depositaban prosas de anhelo y baladas de amor las cuales bien podían trascender entre los mortales como ser el secreto más preciado de un alma joven.

Los deseos se acumulaban como estrellas en el cielo nocturno, tanto como las ilusiones o las esperanzas de muchos jóvenes, caso que se aplicaba perfectamente a Lily Loud.

La pequeña observaba con calma desde el costado de su cama por la ventana como aquellas linternas perpetuas parecían iluminar su ser cada noche sin falta, quizás en alguna siniestra ocasión aquel gusto podría ser ocultado por negros mantos nubosos, pero ella era consciente que eso no sería más que un efecto temporal que tarde o temprano le permitiría contemplar aquello que con tanto deseo contemplaba cada noche sin falta.

Su visión estaba centrada en aquellos astros pensando que maravillas podrían ocultar, al cerrar sus ojos se imaginaba que nuevo conocimiento guardaban para ella o aquellas especies que la recibirían en su búsqueda por el eterno e infinito espacio que se alzaba sobre ella, más al abrir sus ojos tristemente debía volver a la realidad.

Aquella pequeña habitación, el frío ambiente que ese solitario lugar le enseñaba cada día, el deprimente hogar en el que se encontraba cada que intentaba conversar.

Su único escape era ese pequeño y anticuado telescopio que le habían regalado unos meses atrás, era su escape de ese lugar, de ese pueblo, de su pequeño planeta ante su significado para la existencia.

Era su pertenencia más preciada porque con ella podía buscar aquello que se le había perdido entre las estrellas.

Unas que esa noche se preparaban para ocultarse una vez más de su propia vista.

Más el estruendo proveniente de la cocina le hizo volver a la realidad, su realidad.

Rápidamente salto de la cama y se encamino hasta la fuerte sonora con el objetivo de averiguar el motivo de aquel desastre solo para encontrarse a un anciano hombre a nada de impactarse siendo sostenido por un adolescente de cabello blanco entre un par de ollas esparcidas por el suelo.

- Te dije que me esperaras sentado en la mesa.

- No me trates como un invalido chico, aun le queda algo de vida a estas viejas piernas.

- Y por eso casi te matas, ¿Acaso quieres terminar de fracturarte la cadera?

- Lincoln, en serio, cállate.

- No, no lo voy a hacer solo porque quieres demostrar algo que nadie te está pidiendo ni menos arriesgándote así por algo sin importancia.

- Tú no lo entiendes, estar todo el día sentado no es algo que alguien como yo soporte, incluso tú me enseñaste eso cuando estaba en el centro de retiro.

- ¡Pero en ese entonces todavía podías valerte por ti mismo, ahora deja de ser un anciano tan obstinado y déjame llevarte!

- ¡Yo puedo con un demonio, no soy un bebé!

- ¡No voy a permitir que te hagas algo solo por obstinado! No quiero tener que…

- Tener, ¿Qué? Vamos, dilo.

- Yo… no…

- ¿Qué paso?

En ese momento ambos peliblancos cambiaron el foco de su vista instantáneamente con el objetivo de encontrarse con aquella suave voz que había interrumpido su discusión, ennegreciendo todavía más la expresión del casi adulto peliblanco.

Fue un instante de calma donde Lincoln balbuceo sin ser capaz de articular ninguna palabra comprensible, cosa que el anciano pudo notar.

- Nada Lily, no te preocupes, solo cosas de este anciano que tu hermano no entiende, ¿Por qué no mejor me ayudas a llegar al sofá mientras el termina la cena?

- Claro abuelito, déjame ayudarte.

Ante eso la pequeña se acerco al anciano y este cambio su apoyo a la pequeña, tomando su hombro casi como si fuese un bastón mientras comenzaba a caminar lentamente hasta el pequeño salón donde se encontraba la mesa.

Una vez el anciano estaba instalado en esta la pequeña volvió donde el adolescente quien seguía apoyado de uno de los muebles observando las ollas caídas con una expresión melancólica.

Para ella esa persona era alguien muy especial desde hace mucho, había hecho mucho por ella a lo largo del tiempo y siempre que podía intentaba regalarle una sonrisa por más cansada que fuera, más ella muchas veces era capaz de entender que aquella no era más que una reacción forzada, era una cuartada frente a su presencia, no podía recordar la última vez que vio una sonrisa sincera en su rostro de gozo sincero tanto como la expresión de sus ojos sin aquellas marcas plomas bajo estos.

Tenía escasos recuerdos de verlo sin aquellas marcas en sus parpados tanto como de la risa sincera del muchacho, tanto como la risa del resto de su familia.

- Lincoln, ¿Estás bien?

- ¿Uh? – Al notar a la pequeña este cambia rápidamente su rostro por aquella cansada sonrisa tan habitual en él – Claro Lily, es solo que el abuelo es algo testarudo, no te preocupes.

- No luces realmente bien.

- Solo es el cansancio por el trabajo, no te preocupes, hoy fue un día pesado.

- ¿Estás seguro? Recién con el abuelo tú…

- Tranquila, en serio no es nada, mejor aprovecha de ayudarme con la mesa que estoy por servir la cena.

Y sin dirigirle nuevamente la mirada el chico se encamino hasta la estufa, algo que Lily entendió claramente como signo que la conversación se había acabado sin posibilidad de retornar.

El resto de la jornada ocurrió más rápido de lo que ella misma hubiese deseado, su hermano no se dirigió a ninguno de ellos durante todo el transcurso de esta, ni siquiera cuando llevo al anciano a su cama o cuando comenzó a limpiar los restos de la mesa.

Ella no entendía porque el muchacho era así, podía pedirle asistencia siempre que quisiera en esas cosas, no necesitaba también hacer esos caseres del hogar después de llegar de su trabajo, pero el chico se negaba rotundamente a dejarle ser participe, por lo que solo pudo esperar a que este terminara todo y se encaminara hasta el dormitorio que compartían para intentar volver a hablarle.

Era la rutina, ella lo sabía, ni siquiera se opuso cuando el peliblanco se sentó en el costado de la cama y comenzó a arroparla, casi como si lo que había ocurrido antes jamás hubiese pasado.

- Bueno Lily, sobre que quieres que sea la historia de hoy.

- Quiero que me digas que era lo que ibas a mencionarle al abuelo.

El muchacho se quedo paralizado un momento observándola, más solo le devolvió aquella usual sonrisa una vez concluyo esa rápida meditación.

- No es nada pequeña, solo la molestia de lo obstinado que es tu abuelo, ya sabes, el problema de nosotros los pobres.

- Siempre dices que son problemas de pobres, por ti somos seriamos las personas más pobres del mundo.

- Bueno, si no lo fuéramos podríamos costear muchas cosas que nos faltan, por ejemplo, una despensa más variada, me gustaría darte carne más seguido.

- Si tuviéramos más dinero podríamos comprar un boleto e ir al espacio.

- También, viajaríamos por toda la galaxia al igual que el resto de nuestra familia.

- No debieron dejarnos aquí.

- Lily, ya sabes que hubo problemas en ese tiempo, fue triste que nos quedáramos sin nuestro transporte, pero sabes que ellos nos siguen esperando ahí arriba, tal vez Lana ya tenga más de una mascota verde y gelatinosa.

- ¿Estás tan seguro de ello?

- Tanto como que tengo nombre de presidente.

- ¿Y por qué Lana tendría una mascota así?

- Bueno, ella siempre fue una chica algo extraña, masculina quizás sería una buena forma de decirlo, más que papá o yo, pero sobre todo eso tenía un corazón de oro que le impedía abandonar a cualquier criatura que necesitase de cuidados, je, hubieras visto la colección de animales que tenía antes de irse.

- ¿Podrías contarme una historia de ella esta noche?

La sonrisa de Lincoln se volvió un poco más natural al escuchar aquella frase, por lo que no tardo en contar una nueva aventura suya con su hermana de gorra roja.

Aquellos relatos eran una tradición para la pequeña, para cuando tuvo uso de razón ella solo vivía con su hermano y su abuelo, habían velado siempre por su bienestar pero un anciano que había visto demacrada su salud a una enorme velocidad en los últimos años y un hermano quien solo estudio hasta que pudo conseguir un trabajo lo suficientemente lucrativo el cual solo veía en las noches no podían llenar ese sentimiento de constante soledad en la que se encontraba la mayor parte del tiempo, pero esas historias, aquellos relatos antes de dormir, eran un consuelo a esas veladas solitarias donde ambos podían conectarse como la familia que eran tanto como ella se permitía soñar con aquella familia que anhelaba encontrar algún día y sabía se hallaban extraviadas en las estrellas.

Entre el confort de las suaves palabras del muchacho es que ella pudo sentirse cálida y feliz, ni siquiera se dio cuenta cuando sus parpados se cerraron y pudo finalmente dormir.


La lluvia nunca era buen presagio, era probable que los intensos nubarrones impidieran que el cielo estuviese despejado para el anochecer lo que le negaría aquella inmersión diaria en la que se sometía para olvidar sus problemas pero no era algo que le importase realmente, habían días en los que podía darse aquel gusto como días en los que no, más ese no había sido el mejor día en la primaría y saber que no tendría su justa recompensa al finalizar la jornada era algo que no lograba mejorar su ánimo.

En el momento en que entro por la puerta siquiera se molesto en dejar sus cosas debidamente, encaminándose rápidamente hasta su cuarto sin siquiera saludar al anciano que veía con calma la televisión.

Lanzar su mochila sin mayor cuidado fue la alarma final de aquel desagradable día para que esta fuese llamada por aquella figura mayor, por lo que en vez de encerrarse en sus propios pensamientos tuvo que responder a su llamado, sino estaba segura de que el anciano, aunque tuviese que botar la puerta de su habitación para poder entrar, él llegaría a ella.

- Primero ni siquiera un "hola abuelo" ni nada y ahora andas golpeando cosas, se que no debería ser yo quien lo dijera, pero aquí no nos sobra el dinero como para ir reponiendo cosas y lo sabes, ya tiene suficiente tu hermano con todo lo que hace, así que cuéntame pequeña, ¿Qué ocurrió?

- Nada que importe, solo fue un mal día.

- ¿Mal día? Muchacha, muchos tienes conceptos diferentes de lo que es un buen y un mal día, quizás lo que para ti es el infierno para otro sea un paraíso en comparación.

- Ya sé, ya sé, no tienen que repetírmelo cada vez que estoy mal.

- No te digo que pienses que no tienes el derecho, pero si que puedes conversarlo para ver si realmente no lo era o al menos para sacártelo del pecho, eso siempre ayuda de una u otra manera.

- Pues no es algo de lo que realmente quiera hablar.

- ¿Y eso por qué?

- Porque es siempre un niño molesto que no pierde oportunidad de burlarse de mí.

- Oh, así que un matón molesta a mi princesita, eso es malo… si, muy malo.

- ¿Te estas riendo?

- Un poco.

- ¡Oye!

- Perdona, es que a tu edad me parece muy inocente jajaja.

- Me dijo que mis padres no me quieren y por eso no están conmigo.

Aquello acabo inmediatamente con la risa del anciano para enfocarse en los cristalizados ojos que su pequeña nieta tenía, esperaba que fuera de esas típicas bromas para llamar la atención pues consideraba que era muy joven para bromas subidas de tono, pero aquellas palabras eran realmente serías, y ahora que podía contemplar la expresión de su pequeña sabía que realmente le habían afectado.

- Ese niño es un cretino que no sabe lo que dice.

- Eso lo sé, se que es tonto y alguien malo, pero… pero… snif

- Lily, hijita, sabes que lo que él dice es mentira.

- Snif, lo sé, pero… pero… nunca los vi... snif… ¿Cómo puedo snif estar segura tan segura de ello? Snif, nunca los conocí, ni siquiera… snif… tengo una buena fotografía para recordarlos snif… si simplemente se fueron y nos dejaron aquí mientras snif… mientras mi hermano se esfuerza tanto… y yo… snif… yo… no recuerdo ni sus rostros…

- Lily, si hay algo que no debes dudar es que tus padres siempre te amaron desde el primer día que te tuvieron en brazos, ellos… ellos los amaban a ustedes más que nada en este mundo, y se que probablemente el día que partieron fue un día que les dolió mucho, que… que si pudieran haberlo evitado y quedarse contigo no lo hubieran dudado… pero… ellos… tuvieron que partir… ellos…

El cansado anciano dudaba en sus palabras, ¿Qué podía decir en ese momento cuando siquiera él podía mantenerse firme ante ello? No lo sabía, realmente no lo sabía, ni todos sus años, todas sus experiencias, toda su vida, le habían preparado para ello, para algo que fue una realidad de saber que su hija y yerno habían dejado atrás en soledad a dos de sus pequeños retoños, por lo que solo le quedaba continuar con aquella realidad que aun lograba mantener aquella sonrisa infantil aun en la noche más oscura de aquel improvisado hogar.

- Por eso ellos… te siguen esperando, saben… que nuestro tiempo acá es solo un inconveniente… y ellos están ansiosos por volver a vernos, solo… esperan… porque confían en nosotros, porque nos quieren y esperan vernos algún día surcando entre las estrellas tal como ellos lo hacen ahora.

- ¿Cómo estás tan seguro de eso? Si tanto nos quisieran no hubieran permitido que cayeras enfermo, estarían apoyándote a tu lado mientras velan por tu salud, estarían con mi hermano y le permitirían descansar como es debido, ¡Estarían conmigo y no me hubieran dejado al punto de que no recuerdo siquiera sus voces!

- Lily… eso no es…

- ¡No! ¡Esto no es justo, tu y Lincoln hablan de ellos como si fueran las mejores personas, pero fácilmente nos dejaron aquí botados como si no importáramos, si fueran tan buenas personas hubieran estado también a mi lado, no son más que mentirosos!

- Hija, nosotros no…

- ¡No! ¡Cállate! ¡No quiero oírte en este momento!

Sin dejar hablar al melancólico anciano la niña corrió rápidamente al exterior, ni siquiera le importaba la lluvia torrencial en la que se encontraba la ciudad o que había salido sin ninguna pertenencia con la que poder protegerse de la lluvia más que el impermeable que siquiera se saco al momento de llegar a su hogar antes de comenzar a hablar con el anciano.

Las burlas de sus compañeros eran comunes, siempre era ella la victima por tener como únicos familiares alguien que apenas si pasaba por adulto y un anciano al que tenían que mover en silla de ruedas por la propia protección de este pese a que podía caminar, por lo que bromas como las que esa mañana había recibido no eran nuevas, no era algo que no estuviese acostumbrada, no era algo que incluso los profesores se habían rendido con detener… pero era algo a lo que simplemente había llegado a su límite y quería soltar.

Como si el cielo respondiera a sus gritos la lluvia se intensifico considerablemente, sus pasos eran ahogados por miles de impactos fluidos y constantes contra el pavimento, el paso, el metal o cualquier superficie por la que estuviese expuesta a aquella furiosa respuesta de la naturaleza mientras sus propias lágrimas eras limpiadas por las propias lágrimas del mundo.

No quiera seguir recordando aquellos canticos con su nombre o aquellas despiadas burlas y la sola memoria de aquellas farsantes personas provocaba nuevas tandas de aquella tormenta interna que golpeaba su alma tal como aquel clima le golpeaba a ella. Tanto que el paso del tiempo fue algo ridículo en su mente, no sabía si llevaba segundos, minutos u horas corriendo, tropezando, llorando, todo eso no era importante, su propia existencia necesitaba soltar aquello y ni la misma naturaleza del mundo podría impedírselo, por lo que solo corrió.

Corrió hasta que sus piernas no soportaron más y cayó al suelo.

Su energía pudo haberse agotado, pero no su tristeza.

El ambiente a su alrededor era tan oscuro como las nubes que cubrían el firmamento sobre el cual podía dejar fluir su mente, más en ese momento dicha idea no hacía sino molestarle.

¿Por qué tenia que ser ella? ¿Por qué tenia que ser su familia quienes sean libres de toda carga? ¿Por qué solo ella tenía que quedarse atrás?

¿Por qué solo ella tenía que sufrir de aquella soledad?

No importaba aquella liberación, sabía que podría gritar y nadie la escucharía.

Llegaría a su hogar solo para recibir una reprimenda del anciano hasta que llegara su hermano cansado a hacer la cena.

Luego intentaría engañarla con otra linda historia de sus hermanas.

Unas que no conocía, unas a las que no recordaba.

Unas que eran capaces de darle una sonrisa casi genuina a su hermano.

A la figura más cercana que alguna vez ha tenido para llamar padre.

Ellas no solo le habían hecho daño a ella, lo habían lastimado a él.

Pero aun así su hermano apuntaba a ellas, prometiéndole año a año que estaba juntando el dinero suficiente para que pudieran unirse a ellas… pero algo no le agradaba cada que mencionaba eso…

Ese sentimiento de soledad que ella sentía en sus palabras.

Tanto como aquellas frases de no dejarla ir.

Le molestaba, le dolía, no sabía con quien molestarse y por ello…

Solo le quedaba llorar.

Gritar cuanto sus jóvenes pulmones se lo permitieran.

Quejarse con el destino por darle aquella amarga carga.

Pues no podía hacer más nada.

Su único sueño era alcanzar las estrellas y conocer a su familia, una de la que cada día dudaba más, una que no podía comprender o que ya no sabía si anhelar.

Pero también estaban aquellos que, si estaban allí, junto a ella, en las buenas y en las malas de forma incondicional.

Tampoco era justa con ellos, bien podían decirle aquellas lindas historias o prometerle aquel viaje algún día, podían ser intentos de animarle o mantenerle feliz, pero seguían siendo momentos donde su ilusión llenaba su ser, ver como su hermano luchando contra el sueño y el cansancio recitaba aquellas baladas para que ella pudiese dormir, ver como su abuelo se esforzaba por mantener una conversación fluida con ella cada que está demostraba interés.

Eran esfuerzos que ella lograba entender y que ella realmente apreciaba.

Solo que en ese momento sus sentimientos tocaron fondo y exploto con su abuelo, era probable que el robusto hombre estuviese desesperado en ese momento, sabía que tenía que volver tanto como sabía que si su hermano no le encontraba se volvería loco, sus lágrimas eran un cruel recordatorio de su dolor tanto como una prueba de que aun existían brazos que la cobijarían, uno que en ese momento anhelaba más que nada.

Así que partió de regreso, aun con el frío, el cansancio o el dolor en su pecho se encamino a su hogar dispuesta a pedir disculpas y un poco de apoyo en sus pensamientos, por lo que miro al cielo una vez más buscando alguna respuesta que sabía no iba a llegar, pero al menos, esperaba encontrar.

Sentimiento que se intensifico una vez pudo ver aquella ambulancia a gran velocidad por la calle donde caminaba.

No lo entendía, pero su paso se apresuro en aquel momento, casi en pánico, con sumo miedo, hasta que finalmente pudo llegar al lugar que ella podía llamar su hogar.

La lluvia había perdido su fuerza y solo unos pocos restos eran los que impactaban el lugar más aquello era suficiente para poder contemplar esa pequeña conmoción tanto como esa figura indiscutible que no tardo en encontrarla.

Se esperaba algún grito, algún insulto o algún problema, más ninguno fue el caso.

Lo que aquella persona hizo no fue más que envolverla con sus brazos mientras lloraba, tal como ella lo había hecho hasta solo unos minutos antes, apretarla como si fuera su bien más preciado y temiese perderlo mientras entre gimoteos pronunciaba su nombre.

Ella sabía que había hecho mal, solo quería disculparse con su abuelo, pero el muchacho no quería soltarla ni siquiera, aunque aquella pequeña llovizna siguiese cubriendo sus cuerpos o que el albino ni siquiera llevase la menor protección contra esta, notando como su blanco cabello se pegaba a su rostro sin siquiera dejar de llorar, intentando hablarle solo para que los sollozos se tragasen toda posibilidad de articulación.

Su alma le gritaba que algo estaba mal, más el muchacho no es movía, no se consolaba.

Solo se quedo allí junto a ella.

Como si ya no quedase nada más en su vida.

Pero ella tenía una misión que cumplir, se lo debía a aquella persona que había insultado esa misma tarde por lo que muy a su pesar la preocupación del muchacho debía esperar.

- He..Hermano, lo... lo siento, pero la lluvia continua, tu estás helado y el abuelo… yo… necesito disculparme con el abuelo…

- L..Lily…

La muchacha comenzó a forcejear, pero los brazos del joven eran mucho más fuertes que los de ella.

- Li…Ly…

- Lincoln, por favor, tengo que ver al abuelo.

- N..No… no pu..puedes.

- ¿Por qué? Él debe seguir enfadado, pero…

- Lily, él… snif… él…

- Va a comenzar su programa y después no me escuchara, además estás frío, debemos…

- Lily… él… snif… él se fue a viajar a las estrellas.


Aquel hogar siempre lo había sentido vació, era una sensación que no lograba explicarse, se supone que el hogar contiene una especie de calor que te abraza y te hace desear estar allí, más lo único con lo que ella podía contar era con el sonido del televisor encendido y los usuales ronquidos de un robusto hombre que más de una vez intento sacarle una sonrisa, pero ahora ni siquiera eso era algo con lo que podía contar.

El silencio era peor desde que el hombre había logrado su meta, se suponía que iban a viajar todos juntos cuando su hermano reuniese el dinero suficiente para pagar el viaje de los tres pero según él no podía seguir haciéndolo esperar, según él ya era suficiente de sus usuales quejidos y anhelos sobre el tiempo donde era totalmente independiente y que aunque al hombre le dolió bastante había aceptado finalmente que había pasado mucho con ellos y el resto de sus nietas necesitaban de su compañía, tanto como velaría porque él pudiese cuidar bien de ella.

Eran palabras que entendía, que quería comprender y aceptaba, pero su hermano parecía decirlas más para convencerse a si mismo que a ella, eso era algo que ella podía notar.

Lo poco que comía había disminuido, aquellas bolsas bajo sus ojos se incrementaron e incluso comenzó a despertarse a medianoche para verificar que estuviera bien, aun recordaba como una vez se despertó en la madrugada debido al suave impacto de pequeñas gotas solo para sorprender a su hermano observándola de cerca con ojos cristalinos mientras recitaba que la protegería.

Que al menos con ella si lo lograría.

Eso le dolía.

No quería ver sufrir tanto a su hermano.

Era un dolor que no soportaba encontrar en aquellos ojos que solo le intentaban regalar cariño.

Por ello el cielo dejo de ser su confidente, el telescopio fue guardado, todos aquellos intentos por acercarse a esa familia que tanto dañaba a su ser más querido era algo que no soportaba.

Ya no quería encontrarlos, le dolía el solo pensarlo, ver como reducían a una persona que solo existía por ella a un ser carente de felicidad.

Escuchar las historias antes de dormir se había vuelto molesto, no lo soportaba, pero era el pequeño momento donde el chico era capaz de sonreír aun cuando lágrimas volvían a escapar de él, como si fuera el único momento donde aquel sufrimiento se transformaba en felicidad, pero a diferencia de antes ella no caía rendida, solo cerraba sus ojos y esperaba… contemplaba… y escuchaba.

Escuchaba como el se lamentaba.

Como pedía perdón.

Como oraba por que al menos ella fuera feliz.

Y tal como ella lo hacía antes con sus relatos.

El ahogaba sus sueños con sollozos lastimeros.

¿Desde hace cuánto era así?

De todas esas noches donde soñaba con los seres y lugares que posiblemente estaba viendo el resto de su familia, ¿En cuantas de ellas sus relatos terminaban rompiendo un poco más el corazón de su hermano?

El cielo nocturno cuyo manto alguna vez albergo sus más poderosas ilusiones ahora se había convertido en su enemigo, aquella entidad que solo le causaba dolor a su vida al no permitirle tener una a quien le había dado todo a ella.

Y así los días seguían pasando.

La rutina se reestableció con la única diferencia de que ese televisor no volvió a ser encendido.

El plato de su hermano cada vez terminaba más lleno tras cada noche, ella solo podía preguntar, pero solo obtenía una sonrisa cansada y un "estoy bien".

Ella sentía que no estaba bien.

La habitación de su abuelo solo era abierta para que el muchacho se sentase en aquella cama a meditar.

Comenzó a llegar antes, pero los temas no variaban, solo era estar junto a ella y preguntar una que otra banalidad mientras la observase o cepillase su cabello, más aún cuando ya no trabajaba tanto cada día lucia más cansado, más descuidado, más débil.

Sabía que algo andaba horriblemente mal, pero no sabía que podía hacer.

Hasta que un día tras llegar de la escuela lo vio a él.

- ¿Lincoln? ¿No deberías estar trabajando?

- Me tomé el día, sentí que debía pasarlo contigo, creo que no hemos hecho algo juntos en mucho tiempo.

- Bueno, eso es verdad.

- Perfecto, porque tengo el panorama perfecto y solo tenemos un par de horas para lograrlo.

Como si fuese otra persona una enorme sonrisa se esbozo en el rostro del joven mientras se encaminaba rápidamente a la habitación y comenzaba a tomar varias cosas, Lily solo se sentó extrañada en el sofá mientras escuchaba como el joven causaba un pequeño desastre en aquel lugar hasta que le vio salir con una caja que conocía bien y un par de abrigos, ella no comento nada pues la sonrisa de él era algo que ella necesitaba proteger, y si por eso debía enfrentarse a su mayor enemigo, ella lo haría sin siquiera dudarlo un solo segundo.

El viaje en ese punto paso más rápido de lo que la pequeña de cabellos de oro fue capaz de asimilar, un extraño animo había poseído a su hermano comentaba feliz sobre una y mil cosas, comentarios que incluso antes no recordaba haber escuchado de él, enterarse de parte de su historia que jamás había contado tanto como cosas de su vida personal que no espero.

Era como si un libro sellado desde hace mucho hubiese sido abierto y ahora no podía parar de desvelar sus secretos, por lo que con especial animo ella solo escucho y asintió, viendo como en una mano llevaba aquella caja rectangular que había jurado no volver a tocar mientras en la otra una pequeña canasta de picnic guardando diversos refrigerios con los gustos de ambos.

Su destino fue un lugar apartado y el ocaso se pronunciaba con fuerza cuando ya estaban instalados, era una colina hermosa rodeada de la más pura naturaleza la cual era acompañada por el vals de un arroyo en la cercanía, pero, sobre todo, a varios kilómetros de la ciudad, libre de toda aquella posible iluminación artificial.

Ella lo sabía, sabía perfectamente porque estaban allí.

Por lo que guardo silencio.

El albino se encargo de todo, preparar el lugar, la tienda, las botanas… el telescopio.

Era una pequeña reunión para admirar las estrellas.

Unas a las que ella había decidió renunciar.

Pero el chico seguía emocionado hablando, hasta que esos nombres volvieron a sonar.

Lori, Leni, Luna, Luan, Lynn Jr., Lucy, Lana, Lola, Lisa, Rita, Lynn Sr.

Todos fueron recitados casi en verso por el chico, comentando pequeñas posibles aventuras dependiendo de los gustos que tantas veces le había recitado en el pasado.

Pero llego el momento donde no lo podía soportar más.

Pues escucho aquello que juro no volvería a realizar.

- Ven Lily, el cielo esta precioso y se ve perfectamente desde el lente, solo tienes que venir y…

- ¿Por qué lo haces?

- ¿Qué? ¿De qué hablas Lily?

- ¿Por qué los sigues mencionando? Ellos nos abandonaron.

Esa palabra pareció ser especialmente efectiva en el peliblanco, pues su expresión fue severamente dañada en ese momento.

- No, no Lily, ellos no nos abandonaron, ellos espe…

- Ellos nos esperan, siguen amándonos y recordándonos día a día mientras esperan que los alcancemos, he escuchado eso día a día durante toda mi vida, pero nunca vi nada, nunca pude recordar nada, lo único que pude ver fue como el mencionarlo te lastimaba cada día más.

- N..No Lily, pensar en ellos no me lastima, ellos son nuestra familia.

- ¡No podemos ser una familia si nunca estuvimos juntos!

- P..Por favor Lily, no digas eso, se que no recuerdas mucho de papá y mamá pero…

- ¡No mucho, no recuerdo nada, no puedo recordar sus voces, sus rostros, sus caricias y amor, ellos son solo ilusiones, son un cuento para dormir lleno de fantasía sin sentido, seguro que, aunque estuviese allá arriba ni siquiera nos recordarían después de tanto!

- Yo se que lo hacen, sé que el amor que ellos sienten por nosotros es tan fuerte como el que siento por ellos y añoran el día en que nos volvamos a reencontrar.

- ¡¿Y entonces por que no vienen por nosotros?! ¡¿Por qué te dejan sufrir así?!

El llanto de la niña comenzaba a resonar por el lugar, como un coro dispuesto a acompañar a la naturaleza mientras esta suavemente se alzaba alrededor de ellos en repuesta al llanto desesperado de la pequeña.

- Una familia no dejaría sufrir tanto a alguien que aman, ellos solo te dejaron aquí conmigo como si nada e incluso el abuelo se hartó largándose con ellos sin siquiera importarle como te sentías tú, cada día, cada cuento, cada momento que puedo verte veo como sufres por ellos y un recuerdo que solo te hace daño, yo te quiero conmigo, eres mi hermano mayor, ¡Eres mi padre! ¡Por eso te quiero feliz, quiero verte sonreír de verdad a mi lado, sentir que tu calidez se debe a que estoy contigo, pero ellas… ellas...!

- Ellas son el motivo por el que he durado tanto Lily.

La pequeña sintió como su rostro lagrimeante era elevado gentilmente por una mano áspera pero firme, viendo como aquella figura tan querida por el le entregaba una enorme sonrisa con un rostro de calma absoluta.

- Cuando me quedé solo contigo sentí que mi vida se comenzaba a despedazar, todo cambiaba tan rápido que no era capaz de seguirle el ritmo y solo podía pensar en como nos habíamos separado, en todo lo que había perdido, pero te tenía a ti y en ese momento recordé "¿Es acaso eso lo que ellas hubieran querido conmigo?" "¿Ese es el trato que ellas te hubieran dado de haberse quedado ellas en mi lugar?".

El joven al mencionar esto limpio con sus pulgares ambas mejillas de la chica mientras acercaba su rostro al de ella y la veía fijamente con aquella suave pero cansada expresión.

- Fue un momento duro para mí, todo era nuevo y debía de cuidar de ti, pero sentir como sus voces me motivaban a continuar era lo que me permitía levantarte y ver aquel brillo en tus ojos mientras hablamos de sus aventuras fue el impulso que me permitía descansar sabiendo que ibas por el buen camino, tus ingeniosas respuestas, tu noble corazón, tu hábil mente, todo tu ser es algo de lo que siempre me he sentido orgulloso y saber que siempre tendrás en tu memoria a una familia que siempre te amara es el mejor consuelo a mi dolor de lo que alguna vez pude tener.

Un cariñoso beso fue depositado en la frente de la pequeña quien solo contemplaba como el joven se movía con suma calma junto a ella.

- Por eso me dolió ver como te alejabas de tus sueños e ilusiones, tu anhelo de viajar al infinito espacio era aquello que más me mantenía vivo, tú ilusión y sueño en algún punto se volvieron mi propio sueño y quería que lo recuperaras, ahora incluso se porque te alejaste y con más razón quiero remediarlo, por eso ven Lily, veamos las estrellas juntos, al menos una última vez… si después de eso no quieres… lo entenderé.

En ese momento el peliblanco soltó a la pequeña y le abrió paso para que pudiese encaminarse hasta el pequeño y anticuado telescopio que alguna vez le sirvió con tanta emoción para explorar aquel vasto universo que aún no podía conocer.

Uno donde, empezaba a volver a creer, una familia cariñosa le estaba esperando.

Por lo que dio un paso.

Luego otro.

El arrollo coreaba sus pasos, las luciérnagas iluminaban su camino mientras el eterno firmamento le esperaba y su hermano contemplaba.

Y una vez estuvo frente a él se detuvo.

Dio un último vistazo atrás para ver a su hermano, como si esperase una confirmación.

El solo asintió con la cabeza y ella acerco su ojo.

Solo para contemplar las maravillas que el universo no explorado le estaba guardando hasta su regreso.

Aquellas formas, aquellas estrellas, aquellas constelaciones.

Toda una existencia que culpo por su desgracia cuando siquiera sabía que era lo que llenaba de gracia el dolorido corazón de su hermano.

Uno que le servía de apoyo, uno en el que ella podía dejarse llevar.

Y con ello, con suma emoción, pidió una historia más.


- Esta velada ha sido increíble Lincoln, muchas gracias por traerme a ver las estrellas.

- No te preocupes Lily, sabes que siempre estaré para ti, me veas o no.

- ¿Y eso a que viene? ¿No crees que te adelantas mucho al día que yo decida vivir mi propia vida?

- Jajaja, tal vez sean celos de hermano mayor, o quizás los de un padre, no lo sé realmente.

- Tranquila, siempre creeré en ti y te amare papá.

- Yo también hija, pero, prométeme una cosa, nunca… dejes de creer, siempre tu familia te observaba y esperara… pero, no te apresures, ¿Ok?

- Si papá, no te preocupes.

- Gracias, y lo siento.

- ¿Y eso?

- Por tener que viajar a las estrellas antes que tú.