Ni Marvel ni High School DxD son de mi propiedad, pertenecen a sus respectivos autores.

Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.

Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas, posible lemon más o menos fuerte y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.

—comentarios.

—"pensamientos".

—*hablando por teléfono, comunicador, etc.*

(J.A.R.V.I.S.)

—+F.R.I.D.A.Y. +

—[Ddraig, Albion, etc.]


Capítulo 53:

NUEVO MUNDO — PARTE 04


Issei observó el edificio frente al que se encontraba. Debido a su actual fama mundial (y no precisamente por algo bueno) acordaron que iría a la consulta de noche, cuando todos estuvieran en sus casas, descansando del duro día. Miró a todos lados, cerciorándose de que no hubiera nadie. Era extraño, pues estaba un tanto aterrado por si alguien le reconocía. Lo último que deseaba era llamar la atención. Llamó al fono y pasaron unos pocos segundos hasta que alguien contestó.

—¿Eres Issei? —preguntó con tranquilidad.

—Lo soy.

—Bien, sube, te estaba esperando.

El típico sonido de la puerta abriéndose resonó en aquel portal. Echando un último vistazo a todos lados, Issei ingresó, cerrando la puerta tras de sí. Observó el recibidor y largo pasillo que parecía dar acceso a unas cuantas salas. Al final subió por unas anchas escaleras que subían hasta el segundo piso, donde estaba la consulta de aquel psicólogo tan… ¿especial? Bueno, teniendo en cuenta que había tratado a múltiples agentes de S.H.I.E.L.D… sí, algo tendría. Buscó en las placas el nombre de dicho psicólogo hasta que logró dar con su sala, la cual se encontraba al final del pasillo: Mark Ferguson. Alzó la mano y tocó la puerta dos veces.

De pronto la puerta se abrió, pero la persona que tenía al frente no era él, sino ella. Una mujer de entorno a treinta años, quizás un poco menos, más baja que él, morena con cara de pocos amigos.

—Lo siento, creo que me he confundido —respondió de forma automática dada la mirada de enfado que tenía.

—¡Estoy aquí atrás! —le dijo la voz masculina.

A los pocos segundos el psicólogo de la agencia apareció al lado de la mujer que en ningún momento dijo nada. El psicólogo parecía ser un poco mayor que él, más o menos de su misma altura, de rasgos también asiáticos y larga cabellera castaña.

—Pasa y espera ahí sentado —le señaló uno de los asientos que había en la sala de espera.

Issei pasó y tomó asiento, mientras los otros dos seguían en la puerta.

—Sigo sin saber por qué lo has aceptado —le dijo la mujer con un marcado acento británico—. Ahora mismo es la persona más odiada de todo el planeta. Podrías meterte en un lío, Ferguson.

Al Stark le recordó bastante a Irina, pues sus acentos eran similares.

—No te preocupes, lo tengo todo controlado.

—Sabes que si es por el dinero, hay otros que pagan mejor.

—Sabes bien que no lo hago por eso. Tengo suficiente como para unas cuantas vidas. S.H.I.E.L.D. paga bastante bien. Además, sabes que lo hago porque creo que todos merecen una segunda oportunidad.

—¿Incluso la segunda persona más odiada, solo por detrás de Hitler?

—Hasta Dolfi merecía que alguien lo ayudará —bromeó—. Los monstruos no surgen así porque sí, los dos sabemos que siempre hay algo detrás.

—Adelante Mark, todo tuyo. Pero por favor, si no es por ti, ten cuidado por los tuyos.

—Ellos siempre van primero.

—Nos vemos Mark.

—Hasta mañana Jade… y por favor, ten un poco más de tacto con la alumna en prácticas… que encontré a Eileen llorando en el baño.

—No prometo nada —fue lo último que le dijo antes de marcharse elegantemente, con el sonido de sus tacones resonando por el pasillo.

Mark cerró la puerta para enfocarse en Issei. El japonés le miraba con una sonrisa divertida.

—Trabajar con tus mejores amigos puede ser un poco complicado a veces —le dijo—. ¿Pasamos? —le invitó con una mano a entrar al despacho.

—Claro.

Primero ingresó Issei, siendo seguido por Mark, quien cerró la puerta tras de sí. Mark le señaló uno de los sillones libres que tenía frente a su escritorio, sentándose él en su asiento designado tras el mueble.

—Un encanto de mujer —fue lo primero que dijo cuando se hubo sentado en el sillón.

—Es un poco seca de buenas a primeras, pero una vez que te ganas su corazón se vuelve la mejor persona del planeta.

—Me lo imagino. En verdad me recuerda a alguien. También tenía carácter y poco filtro.

—Además, no podemos olvidar que la mitad del planeta quiere tu cabeza y la otra mitad la de tus seres queridos.

—Ya… Llevo casi un mes viéndolo.

—Ha tenido que ser duro, ¿no?

—Bastante, sí. Ya antes de todo esto tenía una diana en mi nuca, pero ahora es tan grande y peligrosa… Casi que no puedo salir de la torre si no es con la armadura.

—¿Y aun así te sientes seguro con ella? Tengo entendido que Iron Man no es lo más fuerte que hay ahí fuera.

—Bueno, si cuentas a Hulk… —bromeó—. Pero sí. No termino de sentirme seguro, pues lo peor no es que me puedan volar la cabeza.

—¿Y lo peor es?

—Que mis seres queridos salgan sufriendo. Suele ser la debilidad de casi todo el mundo, ¿no?

—¿Pensaste en eso cuando decidiste hacer la declaración que hiciste? —cuestionó arqueando una ceja.

—No. En aquel momento no pensaba en nada que no fuera anunciarlo a los cuatro vientos… y ahora pago las consecuencias de no haberlo pensado a conciencia.

—Tú apenas has pagado amigo. Por esta puerta han pasado incontables personas y los precios de sus acciones han sido más elevados. Tú de momento has tenido suerte.

—No he dicho que ya haya pagado. No puedo siquiera imaginarme lo que me queda por pagar, pero sé que va a durar, y mucho, y va a ser más fuerte, segurísimo.

—¿Cómo ves tu futuro?

—Teniendo en cuenta el juicio que está por venir, lo que he destruido y demás… Muy negro.

—Yo diría negrísimo —bromeó. Entonces vio como Mark sacaba algo del cajón de su mesa—. ¿Te importa? —le preguntó mostrándole un paquete de tabaco.

—No soy muy fan del tabaco, pero adelante.

—Lo sé, es un hábito horrible, pero todos tenemos nuestras debilidades —le dijo mientras lo encendía y se dirigía a una de las ventanas para abrirla.

Mientras este le daba un par de caladas, Issei no pudo evitar observar el despacho: todo era sumamente minimalista, incluso frío. La única calidez que había era una foto de un hombre de la edad de Mark, quizás un poco más, de cabellos negros junto a dos niños pequeños, que eran como gotas de agua.

—No suelo tener fotos de mi familia por obvias razones. Pero a veces necesito alguna cara conocida con la que sentirme acompañado.

—Comprendo esa sensación.

—¿Te sientes acompañado? Es decir, esto que ha pasado ha separado a muchas personas y roto muchos lazos que se suponían que eran inquebrantables. ¿Cómo ha afectado esto, por decirlo así, a tu familia y amigos? ¿Quiénes se han mantenido y quienes se han ido? —le preguntó mientras cerraba las ventanas y volvía a tomar asiento.

Issei se quedó pensativo, observando aquella fotografía.

—Sí, me siento acompañado —respondió luego de casi un minuto—, y no puedo imaginarme todo ese daño emocional que he provocado. Casi hasta me siento mal por tener personas a mi alrededor que no me han abandonado, aunque eso no signifique que no estén molestos, enfadados, disgustados o decepcionados conmigo. Nunca tuve un amplio grupo social fuera de mis padres biológicos, así como los adoptivos y mis dos mejores amigos.

—¿Nadie se ha alejado de ti?

—Sí, muchos lo han hecho, pero no los incluiría en mi círculo más cercano, más íntimo. Pero son amigos que ha dolido verles alejarse, por supuesto.

—Y ese círculo cercano que me dices, consideramos que de repetirse otra situación así, no tiene que ser precisamente otra mega revelación, pero bueno eres listo, creo que te haces una idea; ¿seguirán ahí para ti?

—No lo sé —admitió—. Quiero creer que sí, pero no es algo de lo que pueda estar cien por cien seguro. Lo que ha pasado no les afectó especialmente, más allá de que la gente los tenga en el punto de mira por su relación conmigo, pero no sé qué pasaría si tocase algo vital para ellos.

—¿Cómo estás tan seguro de que no les ha afectado especialmente?

—Bueno, ninguno de ellos es religioso ni tienen familiares que lo sean, por lo que todo esto del asunto religioso no les mancha demasiado. No les he destruido un pilar fundamental de sus vidas.

—¿Y eso te parece razón suficiente para considerar que no se han visto especialmente afectados?

—Pues, teniendo en cuenta que todo esto tiene que ver con la fe y la religión… me aventuraría a decir que sí. Lo que se ha destruido es el sistema de fe, el sistema religioso. Los más afectados están relacionados con todo ello, solo hay que ver el mundo para darse cuenta de ello. Los que son menos apegados a la religión o están alejados de ella se han visto menos afectados… con contadas excepciones como pueden ser los que recibían ayudas de las ONGs relacionadas con instituciones como las Iglesias —expuso su punto de vista con tranquilidad.

—De acuerdo —respondió con simpleza—. Dime, ¿cómo te has sentido ante todo lo que se ha dicho de ti? Quiero decir la reacción de la población en general, lo que se ha dicho de ti, el trato que se te ha dado.

—Bueno… —Issei se rascó la mejilla— me han tachado de… ¿antisemita? Bueno, básicamente como alguien que odia todo lo relacionado con la religión, la fe, y todos sus practicantes. También me han llamado genocida, homicida y cosas por el estilo.

—Puedo hacerme una idea. ¿Consideras que eso es acertado?

—Si bien es cierto que no soy creyente, que nunca lo he sido, no es que odie la religión. Siempre me ha parecido un obstáculo para el progreso del mundo.

—No me refiero a tu punto de vista en ese aspecto, ya me ha quedado más que claro que la religión no es lo tuyo. Te pregunto si consideras que las críticas que has recibido o la forma en que se te ha tratado después de la confesión que hiciste está justificada. A lo que quiero llegar: ¿sientes que se han pasado contigo?

Issei asintió, entendiendo mejor a lo que se refería el psicólogo.

—¿Sinceramente? No, no pienso que se hayan pasado.

—Entonces entiendo que aceptas de buen gusto todas las consecuencias que puedan pasarte.

—No es que lo acepte de buen gusto, sino que… Me llaman El mayor homicida de la historia, y no creo que vayan mal desencaminados teniendo en cuenta el número de muertos a causa de mi bocaza en este último mes. ¿Has visto cuántos han sido asesinados por mis palabras, por mi revelación? Miles, decenas de miles en todo el mundo.

—No, pero me gustaría que me dieras el número exacto. Seguro que lo sabes.

—No conozco el número exacto. Lamento desilusionarte.

—Pero tienes los medios para saberlo ahora mismo.

—Más allá de los medios de comunicación de cada país… No, no tengo los medios.

—Con toda la tecnología que tienes, no te has atrevido a consultar el número exacto —afirmó. Issei apartó brevemente la mirada de Mark, incapaz de sostenerla—. Es más fácil quedarse con una estimación, porque entonces sabrías que cada número de esa precisa cuenta representaba una vida… Dime, antes me has dicho cuando hablábamos de tu futuro, mencionaste todo lo que has destruido, ¿te has parado a ver exactamente de qué se trataba o por el contrario también te has refugiado en una palabra?

Issei se mordió el labio, frustrado consigo mismo.

—No lo he visto todo. Me sería imposible hacerlo.

—¿Qué has visto?

—Ciudades en llamas, edificios religiosos destruidos, gente huyendo de sus hogares por miedo a represalias, matanzas...

—¿Ya está? ¿Eso es con lo que has decidido quedarte?

—¿Te parece poco? Ver todo eso ya me está destrozando. No sé si podría aguantar verlo todo.

—Lo que yo considere o me parezca no es relevante… Entonces, si no puedes aguantar ver todo eso, ¿por qué hiciste lo que hiciste? Antes de que me respondas a eso, quiero que me respondas a esto primero: ¿Desde que empezó todo esto, has bajado de tu torre a la calle a preguntarle a los afectados cómo se sienten o por qué están pasando ahora mismo? —Issei negó con la cabeza—. Lo suponía. Ahora, respóndeme a lo primero: si tan angustiado estás por todas esas personas que están sufriendo por tus acciones, a las cuales no puedes mirar a la cara ya que te destrozan, entonces ¿por qué hiciste lo que hiciste?

Issei no respondió de primeras, sino que se quedó en silencio, pensativo. A su mente llegaron las palabras de Marilyn, la charla que había tenido con ella frente a los Grandes Lagos.

—Por resentimiento… arrogancia… prepotencia… —admitió con pesar y tristeza, mirando a Mark a los ojos, gesto que ya de por si le costó horrores.

—Bien, eso era lo que quería oír —Entonces pudo ver cómo Mark se levantaba—. Ya por hoy es suficiente, considero que esta primera toma de contacto ha sido fructífera. Te voy a mandar unos deberes para casa. Quiero que te hagas con una libreta y un boli y la tengas siempre contigo. Primero: en ella deberás apuntar todo lo que te pase por la cabeza, relacionado con lo que está pasando, no solo noticias, juicios y demás. Si estás con alguien de tu círculo cercano y el tema sale, quiero que apuntes lo que pasó, lo que pensantes y en especial cómo te sentiste. Segundo: quiero que salgas a la calle, me da igual la forma en la que lo hagas, pero ve y habla con las personas afectadas por todo esto, escucha sus vivencias y también quiero que apuntes en el cuaderno no solo lo que te dicen sino lo que te ocurrió cuando las escuchaste. ¿Estás de acuerdo con ello?

Issei enarcó una ceja.

—¿Aunque sean miles los que quieren mi cabeza en una pica e irán a por mí con todo?

—Sí. ¿Tienes algo que objetar?

—Que no es agradable que a uno le manden a una misión suicida donde las probabilidades de que me vuelen la cabeza sean demasiado altas.

—Tampoco es agradable que un niño rico prepotente que se cree con la verdad absoluta destruya toda tu vida. Creo que estamos en tablas.

—… Touché.

—Por otro lado, es necesario que establezcas un contrato contigo. ¿Te parece bien?

—¿Un contrato?

—Sí, uno cliente-terapeuta donde yo me comprometo a ayudarte en todo lo que esté en mi mano, siempre y cuando tú aceptes y acates mis exigencias.

Issei entrecerró los ojos, un tanto desconfiado. No tenía costumbre de hacer cosas semejantes con gente que acababa de conocer. Es más, con muy, pero que muy pocos, había hecho algo semejante. Pero Marilyn había hecho un esfuerzo y si ella se lo había recomendado, entonces él tenía que poner de su parte.

—¿Cuáles son esas exigencias?

—Te ayudaré siempre y cuando te muestres cooperativo y receptivo a la terapia. Removeremos momentos complicados y muy probablemente abramos cicatrices que creías cerradas. Yo también sé los límites y hasta donde puedo llegar, pero en tu caso, y dado la situación especial, puede que sea necesario ir un poco más allá. Por otro lado, deberás llevar a cabo los ejercicios que te mando con una constancia minuciosa, porque voy a supervisar todo lo que apuntas en tu cuaderno. Te recomiendo que seas sincero, porque si detecto cualquier intento de engaño o mentira la terapia habrá finalizado. Por otro lado, he aceptado tratarte en este horario especial, pero muy probablemente cambiaremos paulatinamente, al igual que tú, tengo una vida, tengo una familia y no perderé más tiempo del estrictamente necesario en no ver a mis hijos y a mi marido o pasar tiempo con ellos. Te seré claro: solo eres un favor más, no eres especial y por tanto recibirás el mismo trato que el resto de mis pacientes. Ahora te habló como Mark, no como terapeuta: quiero ayudarte, todos cometemos cagadas, pero no por eso soy ciego y creo en una redención infinita, si no atisbo algún intento de cambio en ti se acabó; porque ayudar no significa desperdiciar mi tiempo cuando tengo otros en el que poder invertirlo. Ahora, puesto todo esto sobre la mesa, ¿aceptas?

Las exigencias eran muchas, pero todas respetables y justas, por lo que extendió el brazo. Sería muy duro, quizás de las cosas más duras que haría en su vida, pero merecía la pena apostar por ello.

—Trato.

Mark asintió y tomó su mano.

—¿Cuándo tienes el juicio?

—Uno de agosto. Hay casi dos meses de por medio.

—De acuerdo, tenemos tiempo para trabajar. No te voy a mentir, tu situación es delicada y estás pendiendo de un hilo, y hasta que el juicio no pase no iremos al cien por ciento. No por nada, pero nada me asegura que pases de ese día y, como te he dicho, no me gusta perder el tiempo.

—Es lógico.

—Por lo que estos meses lo haremos de la siguiente manera: las tareas que te he enviado serán las que realizaras fuera de las sesiones. El cuándo las empieces me da igual, pero cuando te pida el cuaderno espero recibir algo a cambio. Por otro lado, tienes medios y una buena posición, sal de Nueva York, no te quedes con las historias solo de aquí. Eso por un lado. Por el otro, durante las sesiones de estos dos meses, repasaremos tu vida: desde tu infancia hasta el momento presente. Tú me contaras y yo escucharé detenidamente. Pero preguntaré y tú deberás atender y responder. ¿Entendido?

—Entendido.

—Ya te tengo calado. Podría darte el diagnóstico que tanto ansías ahora, pero no serviría de nada. Ahora lo que quiero ver es de dónde vienen todas mis hipótesis y ver si se cumplen… y antes de que te vayas te voy a decir algo y tú ya lo meditaras y le darás vueltas.

—Adelante.

—Amistad, familia… padre, madre, amigo son solo palabras; de nosotros depende que esas palabras adquieran un significado. Son como semillas que debemos cuidar y si hacemos las cosas bien, tarde o temprano algo acabara floreciendo. Pero eso no significa que ya está conseguido, nunca lo está; no debemos dar las cosas por sentado o suponer, porque eso solo acaba marchitando todo. Un placer Issei, hasta la próxima.

—Nos vemos.

Dicho esto, Issei caminó hacia la salida no sólo de aquella sala, sino del edificio. Cuando estuvo en el exterior volvió a mirar a su alrededor. La calle se mantenía en la misma calma que cuando ingresó. Se permitió suspirar largo y tendido. A pesar de que había sido una primera sesión bastante más dura de lo que esperaba, sentía como si se hubiera quitado un pequeño peso de encima. Algo era algo, ¿no?

—[Te queda un largo camino]

—¿No me puedes dar ni un momento?

—[Déjame que piense… No]

—Que gracioso estás —comenzó a caminar hacia la torre mientras se mantenía en silencio, disfrutando de la poca actividad de la noche.

—[¿Piensas hacer lo que te ha dicho? Ya sabes, cumplir tu parte]

—Por mucho que no me guste la idea, esto es necesario.

—[Bueno, ya si eso voy pensando en cómo me gustaría que fuera mi próximo portador]

—Eso… Tú siempre dando ánimos.

—[Dejas que esto te afecte demasiado]

—¿Demasiado? Por dios Ddraig, no pienso volver a entrar en esa discusión. Los dragones tenéis una mentalidad muy diferente a la nuestra. Es imposible que ambos terminemos de entendernos del todo.

—[Eso ya te lo dije a ti al poco de conocernos. Aun así…]

—Déjalo Ddraig, por favor. Ahora mismo no quiero pensar en nada relacionado con esto, ¿vale? Solo quiero dar un tranquilo paseo.

—[Está bien, como quieras. Estos humanos…]

Rodando los ojos, Issei no volvió a hablar con el dragón que residía dentro de la Boosted Gear. Pensaba que habían dejado claro años atrás hasta qué punto podían tratar algo. Después de todo, por mucho que Ddraig hubiera estado encerrado en ese Artefacto más de mil años, seguía siendo una de las criaturas más antiguas y poderosas del universo. En toda su larga existencia, había visto y experimentado tanto que los problemas y dificultades de los humanos le resultaban ridículas, hilarantes y del todo estúpidas. Podía entenderle hasta cierto punto, pero llegaba a molestarle cómo a veces trataba sus problemas, como el mismo que había provocado. Sí, a veces se mostraba compasivo y dispuesto a ayudar, pero eso duraba muy poco. No tardaba en salir su lado más sabio y experimentado. ¿Serían todas las criaturas tan longevas igual? Esperaba que no.

Un gran alivio invadió su cuerpo, corazón y mente cuando atravesó la entrada principal de la torre. Era extraño que aquel fuera el único lugar en todo el mundo donde se sentía realmente a salvo. Ni Malibú ni Kuoh le transmitían el mismo sentimiento. Quizás fuera por la seguridad del edificio o porque sus seres queridos estaban allí. Debido a la hora que era, Issei supuso que todos estarían durmiendo, pero comprobó que no era así cuando nada más entrar a «su planta» observó a Tom en un sillón leyendo tranquilamente un libro.

—Oh, ya has llegado. ¿La sesión ha sido larga o te has perdido? —curioseó mientras colocaba el separador, cerrando el libro, colocándolo en la mesa.

—He venido andando.

—¿En serio? Buena distancia, sí. ¿Y qué tal?

Issei le hizo un breve resumen, poniendo un poco de hincapié en el trato que había hecho con el psicólogo.

—Oooh. Esto puede ser interesante. Parece de los que van a ir a saco, teniendo todo cuidado profesional.

—Eso es lo que parece; ¿verdad?

—No parece que te haga mucha gracia.

—Y no lo hace, pero Marilyn ha hecho un esfuerzo, así que debo poner un poco de mi parte.

—Es vergonzoso que alguien como tú, que posee una de las mayores armas del universo, tenga que ir a terapia-nya —comentó Kuroka apareciendo de pronto en su forma felina, acostándose en el sofá.

Issei y Tom rodaron los ojos, mirando fijamente a la yōkai. Entonces recordaron el evento sucedido varios días atrás.

.

(Flashback)

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Pepper ahogó un grito y la taza que Happy tenía en su mano se estrelló contra el suelo cuando la gata negra que traía Issei consigo se transformó en una mujer, con orejas de gato y dos colas, también felinas. A pesar de que ahora todo el asunto alienígena y sobrenatural era de conocimiento público, y de llevar años tratando con Ddraig, era la primera vez que veían una criatura como ella. Suerte tenía de que no hubiera aparecido desnuda, sino con la bata del hospital, aunque bueno, ella no era de ir en pelotas… ¿Quizás en una playa desnuda? Tom tuvo que darle un leve codazo para que volviera al momento presente.

—Pepper, Happy, ella es Kuroka, una yōkai, más concretamente una nekoshou, de la familia de los nekomata.

Pepper observó a Kuroka fijamente.

—Por favor, dime que eres amante de Issei y no de Tony. Cuando le dije que teníamos que tener una estrecha relación con los sobrenaturales no me refería a esto.

—¿Sabe que tenemos una relación y que le soy totalmente fiel? —le preguntó Tony al resto de varones presentes.

—Tienes tu fama —respondió Tom con un ligero encogimiento de hombros.

—Yo no creo que dude de ti… creo.

Issei pareció que no le escuchó, porque miraba a ambas féminas con una ceja alzada. Pensaba que ya conocían a Kuroka… ¿o quizás era solo Tony el único que le había «espiado»?

—Esto… Ella es la que me está tratando —explicó el Hyoudou.

—Sí, y muy animadamente —añadió Tom con una sonrisa gatuna.

Happy alzó una ceja.

—Si supieras cuál es el tratamiento… —continuó el artista ahora sonriendo de manera sugerente.

—A ver, a nadie le interesa eso, ¿vale? —dijo Issei en un intento de cambiar de tema a algo que no fuera personal.

Vale que Pepper y Happy fueran parte de su familia, pero con saber que ella le estaba manteniendo con vida era suficiente. No necesitaban saber el cómo.

—Eso es cierto. La cuestión es que ahora tenemos una nueva inquilina, y esta vez es una de esas criaturas del folclore japonés.

—¿Tenemos que tratarla de alguna forma especial? No sé, quizás comprar una bola de lana, un cajón, comida para gatos…

Issei clavó su mirada en Happy casi sin parpadear. Kuroka entrecerró los ojos, mirándole fijamente.

—Por mucho que te sorprenda, me alimento y comporto como cualquier humano. La única diferencia es que tengo tres formas: humana, híbrida y felina.

—Yo solo preguntaba. Siempre es mejor hacer eso que dar algo por sentado.

—Cómo has quedado es como alguien bastante idiota —opinó Tony divertido.

—Yo solo…

Pero Tony le interrumpió al darle unas suaves palmaditas en su hombro.

—Ya, ya. Déjalo.

—¿No le habéis podido comprar algo? —cuestionó Pepper al reparar en la bata de hospital que llevaba la nekomata—. ¿Y por qué está tan herida?

—Una larga historia —Se apresuró a decir Issei—. Y no hemos tenido tiempo por esa larga historia. Quizás haya ropa que se pueda poner.

—Me la contarás más tarde, y no admito discusión —sentenció la fémina—. Ven, te buscaremos algo mejor.

Se colocó al lado de Kuroka, cogiéndola con suavidad por el brazo. La yōkai se dejó guiar sin rechistar, cosa que sorprendió a Tom e Issei. La Kuroka que ellos conocían ni en broma habría reaccionado de aquella manera. Una hora después, las dos volvieron. Kuroka llevaba ropa que le quedaba un poco holgada.

—Habéis tardado —dijo Tony al verlas ingresar en la sala—. ¿Tanta ropa tienes en tu vestidor como para tardar una hora? —preguntó a Pepper.

La mujer le dirigió una dura mirada.

—Mi ropa no le servía, así que hemos tenido que buscar otras en la Torre.

—No le venía.

—¿Cómo? ¿No le servía? ¿Estás segura?

Issei se alejó de Tony un par de pasos. Solo con verlas era más que evidente que Kuroka poseía una figura más voluptuosa, y también más baja. Casi quince centímetros era notable. Pero la cuestión era que eso era mejor no resaltarlo. Pepper no era una mujer envidiosa, para nada. A ella le importaba más la personalidad que el físico. Issei había sido testigo durante años cuando Tony traía mujeres a casa y luego Pepper las despachaba, y nunca notó celos en ella, al menos en cuanto al atractivo físico. Aun así, no era plato de buen gusto comentarlo.

—Tony… —advirtió Happy al ver cómo Pepper entrecerraba los ojos peligrosamente.

—¿Qué? Vale que sea más bajita, pero no sé, creo que tendrá ropa que le pueda valer, aunque le quede grande —se defendió, fingiendo no haber insinuado nada.

—Sí… Seguro que es por eso… —Se encogió de hombros—. Bien, contad.

—¿No podemos ir a descansar y ya hablar mañana? Tengo mucho sueño —dijo Issei mientras bostezaba.

Pepper entornó los ojos ligeramente, lo que hizo superar al japonés. Suspirando, Issei procedió a contarles todo lo ocurrido, incluyendo sus suposiciones, aunque no tenía pruebas para un veredicto.

—Esos eran los de la ONU, ¿no? Cao Cao era su líder.

—Sí, esos mismos, aunque vuelvo a dejar claro que no tenemos pruebas de ello, solo suposiciones.

—Pues consíguelas —dijo Happy como si no hubiera problema en ello—. Tan difícil no puede ser, ¿no?

—No hablamos de Hammer —Issei hizo mención a cuando tuvieron que presentarse ante el Comité de Servicios Armados del Senado—. Estos tipos son un total misterio, y saben cómo ocultarse y ocultar pruebas, por no decir que tienen a casi todo el mundo apoyándoles. Ir contra ellos, y más teniendo en cuenta mi situación, resultaría imposible y muy peligrosa.

—Mirad, ahora mismo no podemos hacer nada, y más luego de la ratificación de la ONU —intervino Tony—. Lo mejor que podemos hacer ahora es descansar y ocuparnos de nuestro problema primordial, ¿no os parece?

Pepper miró a Tony y luego a Issei, asintiendo con la cabeza.

—Sí, tienes razón. Id a descansar. Mañana tenemos otro día ajetreado.

—Gracias.

—¿Y ella dónde dormirá? —curioseó Tom, aunque su sonrisa divertida no pasó desapercibida para Issei, quien le dirigió una dura mirada.

—Podemos buscarle un cuarto. Hay muchos libres —respondió Pepper con normalidad, aunque no le pasó desapercibido el tono del artista—. Ven, te guiaré.

Nuevamente Kuroka no protestó, pero antes de entrar al ascensor miró a Issei y le guiñó un ojo, gesto que no pasó desapercibido para nadie.

.

(Fin flashback)

.

—Me recuerda un poco a cuando lo hacíamos en casa de Marilyn cuando sus padres estaban también —dijo Tom con una sonrisa lasciva—. Dios hermano, estaba entre acojonado y excitado por si nos pillaban. Entiéndeme, conoces a su padre. Nunca supe si lo sabía, pero doy gracias porque nunca nos hubiera pillado in fraganti.

—Seguramente te abría arrancado los huevos y se los habría dado al perro.

—Menudo pedazo de pitbull. Nunca le he caído bien.

—¿Por qué será?

Tom le miró sonriente.

—¿No te da morbo? —interrogó el artista, alzando repetidas veces los ojos.

—Soy discreto en cuanto a mis encuentros.

—Por supuesto. Sino fíjate en lo que pasó en Las Vegas.

El tono burlesco de su amigo molestó a Issei. De reojo le vio sacando su móvil, buscando algo. Ampliando su sonrisa le mostró al Stark un vídeo que le puso alerta al instante.

—¡¿Cómo coño es que tienes ese vídeo?! —exclamó Issei sorprendido—. ¡Pensaba que estaba borrado de todos lados!

—Aaaaamigo, pues ya ves que no. Sí, el bueno de Tom tiene sus truquitos. Pero la cuestión es: ¿cómo te defiendes de esto? Dime, dime. Y no vale la excusa de que estabas drogado.

—¡Vete a fregar! ¡Y elimina eso!

—No y no. Te aguantas.

XXXXX

Era trece de junio.

Dos días habían pasado desde la primera sesión de terapia con Mark. A pesar de ser un tanto reacio, Issei había dejado sus nuevas tareas, sus nuevos deberes, pedidos por el psicólogo… o bueno, para ser sinceros, solo con la primera tarea. Aún no se atrevía a salir a la calle y hablar con la gente cara a cara. ¿Tenía miedo? Pues sí. Pero no era miedo al contacto con la gente, sino a los infinitos intentos de asesinato que podía imaginarse al hacer dicha tarea. Pero aquello no era lo único que le había mantenido ocupado.

La lista de abogados ya estaba lista y fijada. Luego de dos duras semanas, dicha lista se había visto reducida a un total de cinco abogados especializados en distintas áreas, todas relacionadas con los cargos contra Issei Stark. Había llevado casi un mes, pero al fin estaba todo listo y preparado, y los abogados se habían puesto manos a la obra nada más ser contratados. Al igual que Tom, Tony y el resto, estos abogados pensaban que el segundo cargo: sus actos como Vengador y Vigilante; sería el único que podrían recurrir con éxito ante los jueces. Los otros dos resultaría imposible y sólo podían intentar llegar a un acuerdo, el mejor posible.

Por otra parte, no podía olvidar tampoco la Legión de Hierro. Aquel proyecto que consistía en crear un gran número de armaduras Iron Man para, en palabras de su padre, «enfrentar a lo que estaba por venir». La experiencia vivida en Nueva York, o más bien en el espacio exterior al que daba acceso el Teseracto, impactó mucho a Tony, casi tanto o más que Afganistán. Issei tenía que admitir que era entretenido, pues cada armadura estaba diseñada para una tarea específica: la Mark X poseía un arsenal y capacidad de vuelo superior a cualquier otra armadura, la Mark XVI poseía una capacidad de sigilo y camuflaje sin igual, o la Mark XXVI, la sería capaz de soportar calor y temperaturas extremas, así como sobretensiones eléctricas muy potentes y devastadoras.

Ambos Stark acababan de terminar la última armadura de la Legión de Hierro cuando Tom ingresó en el taller principal de la Torre con el teléfono demoníaco en la mano.

—¡Hey, te llaman! —exclamó Tom para hacerse oír por encima de la música.

Ambos miraron al artista, pero al reconocer el teléfono Tony volvió a la pantalla para revisar los últimos datos de la siguiente armadura a construir. Issei se acercó hasta su viejo amigo, masajeándose los hombros. Para su sorpresa vio que la llamada ya había sido cogida y cierta persona le miraba animada.

—*Hola Ise* —saludó Rias con una amplia sonrisa.

—Rias. Gusto verte —respondió al saludo con una sonrisa tenue mientras abandonaba el taller junto con Tom.

—*Tengo algo muy importante que decirte*.

Issei alzó las cejas, intrigado. No podía ser algo del negocio, pues además de que aún no estaba listo, este tipo de cosas se hablaban en las reuniones para evitar malentendidos.

—Soy todo oídos. Dime.

—*He terminado la investigación del caso de Kuroka*.

Issei abrió los ojos todo lo posible, impactado. Luego de tanto tiempo, al fin habían llegado a ese momento tan esperado. Tom le cogió la mano para que la cámara enfocara a ambos.

—¿En serio? —preguntó animado Tom.

—*Sí. Y debo admitir que es un asunto bastante turbio. Algo como esto no es poca cosa*.

—¿Tan vital es? —curioseó Issei.

—*Bastante, sí*.

El Stark alzó la mirada, observando el techo, pensativo. Luego de varios segundos volvió a mirar el teléfono.

—¿Qué opinas?

—*Teniendo en cuenta lo vital de esto y que podría haber puesto a mi hermano en peligro… pienso ir al Tribunal Supremo*.

Issei parpadeó. Si acababa de escuchar bien… eso querría decir que no había investigado lo suficiente.

—¿Tenéis Tribunal Supremo? —preguntó Tom sin ocultar su sorpresa.

—*Por supuesto* —asintió luego de soltar una risilla—. *Pero a lo importante: pienso llevar esto a juicio, pero no solo por Kuroka y Koneko. Como he dicho, mi hermano pudo estar en peligro y no lo sabía. Ningún Maou lo sabía. Es mi deber informar de esto*.

—Entiendo, y me parece perfecto. Cuando lo hagas ¿me dirás? Quiero informar a Kuroka —pidió Issei.

—*¿Y por qué no ahora? *

—No quiero dar falsas esperanzas. No me malentiendas, pero no me fío de vuestra justicia luego de lo que vi. Ya casi ni me fio de la nuestra…

Rias asintió, comprendiendo su pensar.

—*No te culpo. Bien, te diré cuando pueda. Espero que sea pronto*.

—Hasta entonces.

Así, Rias procedió a finalizar la llamada. Ambos varones se vieron sonrientes.

—¿Hace cuánto empezasteis esta investigación? —preguntó divertido Tom mientras tomaban rumbo hacia uno de los pisos superiores.

—Unos tres meses.

—Bien, bien. Eso está bien. Una buena noticia al fin luego de un mes muy jodido.

—¿Me lo dices o me lo cuentas?

Durante las siguientes horas, ambos volvieron a sus quehaceres, pero siempre atentos a una posible llamada de la Gremory. Por suerte para ellos no vieron a Kuroka en todo el día. A pesar de su mala experiencia días atrás en aquella celda, la yōkai no parecía tener miedo a ir sola por la calle. incluso se mostraba desafiante en cuanto a los que iban tras ella… si es que aún lo hacían. Al final Rias acabó poniéndose en contacto con ellos, pero por mensaje: Ya está todo hablado. Creo que Kuroka podría estar interesada en la proposición que quiero hacerle. En cuanto podáis me decís si Kuroka acepta o no hablar conmigo.

A pesar del buen ánimo producido por el mensaje y sus ganas de hablar con la nekomata, Kuroka no apareció hasta bien entrada la noche, cuando Issei se encontraba a punto de entrar en su cuarto luego de limpiarse la boca. Había tenido un ataque de tos con sangre, así que tuvo que limpiarse la boca y las zonas donde había salpicado la sangre.

Dado que apenas llevaba dos meses de tratamiento (de marzo a mayo porque luego Kuroka «desapareció») y que por obvias razones las sesiones no eran iguales que antes, Issei seguía estando en pésimas condiciones, aunque lograba mantenerlo oculto, mostrándose mejor de lo que ya estaba. No podía apresurar a Kuroka luego de lo que había pasado, y no quería que ella sintiera presión por parte de sus familiares y amigos, aunque dudaba que estos hicieran eso, aunque supieran la verdad. Tampoco podía ir buscando a otro usuario de senjutsu para que le tratase ya que su condición era algo que nadie, fuera de su familia, sus dos mejores amigos y Nick Fury, sabía. Ni siquiera llegó a contárselo a Rias y compañía. Aún recordaba cómo había logrado evitar aquel tema cuando la Gremory le preguntó, ya que le mencionó que Kuroka le había salvado la vida… o lo estaba haciendo. Por suerte la pelirroja tenía demasiadas cosas en la cabeza y parecía haberse olvidado por completo de aquello. Pero en fin, como decía, Issei estaba por entrar a su cuarto cuando la voz de la nekomata le detuvo.

—Hueles a sangre.

El humano, que estaba demasiado cansado como para intentar evitar aquello, simplemente asintió.

—Nada nuevo bajo el sol —dijo Issei con simpleza.

La yōkai se acercó, estiró su mano y la posó a la altura del núcleo. Con su mano envuelta en senjutsu, procedió a realizar un leve análisis sobre el mismo. Luego de casi un minuto apartó la mano, frunciendo el ceño.

—Ha vuelto a empeorar.

—Bueno, estas cosas suelen pasar.

Las palabras de Issei no iban con segundas, pero le pareció que Kuroka sí se lo había tomado como una recriminación.

—Sabes lo que pasó.

—Kuroka —dijo Issei luego de suspirar con cansancio—, te aseguro que no iban por ahí los tiros. Pero ahora estoy muy cansado y necesito dormir, ¿de acuerdo? Ahora, buenas noches.

Tallándose los ojos, se acercó a su cama, tumbándose. En apenas unos pocos segundos se quedó profundamente dormido.

—¿Dragón?

—[Puedo confirmar que él no te está recriminando nada porque entiende tu situación, pero yo si te lo recrimino, gata]

—Tenía que irme.

—[Eso lo puedo entender, pero mira ahora. Durante los dos meses que estuviste tratándolo, pudiste detener el deterioro, o más bien, ralentizarlo, pero en cuanto desapareciste su núcleo volvió a deteriorarse con la misma rapidez, e incluso me atrevo a decir que ahora es un poco más violento. Un mes, gata. Esto es lo que pasa cuando uno está enfermo, empieza un tratamiento y se lo deja a los pocos días. La enfermedad vuelve con la misma fuerza o una mayor]

—Ya lo sé, no hace falta que me lo expliques —siseó molesta, mirando la gema verde—. Yo no pensaba ausentarme tanto. Estoy fallando al devolverle el favor, y eso no me gusta. Pero ¿por qué no me lo ha pedido si sabe que vuelve a estar mal?

—[¿En serio preguntas? Con todo lo que has pasado desde que fuiste en busca de venganza, ¿creerías que te lo pediría así sin más?]

El tono de Ddraig era de gran molestia. Le ofendía mucho que aquella yōkai estuviera hablando con aquel tono y realizando una pregunta tan absurda. Kuroka apretó los labios, sabiendo que se había equivocado.

—Si… Tienes razón…

—[Bien. Me alegro que lo reconozcas. Ahora dejémosle descansar. Pero mañana habla con él y con el otro. Tienen un asunto muy importante que tratar contigo]

Kuroka ladeó la cabeza, confundida.

—¿Tratar? ¿Qué asunto?

—[Mañana, y con ellos]

—Oooh venga-nya. Dímelo-nya.

—[Buenas noches]

—Buuu. Aburrido.

Poniendo morritos al ver que la gema desaparecía, Kuroka procedió a desnudarse y acostarse junto a Issei, abrazándolo. Siendo fiel a la verdad, desde que había logrado alejarse del cautiverio, las pesadillas sobre aquellas semanas eran bastante recurrentes, pero solo durmiendo con Issei de aquella manera podía mantenerlas a raya. ¿Se había vuelto dependiente de aquel humano? Puede. Ella siempre había sido una mujer independiente que no necesitaba a nadie. Cierto es que había y tiene amigos, pero nunca había dependido de ellos de una manera similar a la que estaba sintiendo en aquellos momentos. Abrió sus ojos un poco, observando el rostro durmiente del Stark. Antes de volver a cerrarlos se prometió tener más cuidado. No podía abandonarle de aquella manera. No podía dejarle morir, o al menos pasar por el infierno por el que estaba pasando respecto a su salud.

XXXXX

A la mañana siguiente Issei y Tom procedieron a contarle las últimas novedades respecto a su caso. Aquello llamó mucho la atención de la nekomata, que se mostró dispuesta a escuchar a Rias.

—*Hola otra vez* —saludó Rias muy contenta—*. Si soy sincera, me preocupé al no recibir una llamada vuestra el día de ayer, pero ahora mis preocupaciones se han esfumado. Y me alegra conocerte al fin, Kuroka* —dijo con tono educado.

—Duquesa.

El tono burlón con el que se refirió a la demonio no molestó a la susodicha, pero Tom si le recriminó.

—¿Podrías no burlarte de aquella que quiere ayudarte? —le pidió con tono duro.

Kuroka rodó los ojos.

—Bueno Rias, ¿qué puedes decirnos?

—*Buenas noticias, o al menos mejores de lo que esperaba. Hablé con los Maous sobre mi investigación y se mostraron sorprendidos. No tenían constancia sobre esto, lo cual es un claro intento de desequilibrar a los demonios abrahámicos. También repudiaron los experimentos realizados sobre reencarnados como tú, Kuroka. Eres la única superviviente de aquel proyecto. Con esto dicho, solo quedaría una cuestión* —la mirada de la Gremory se clavó en la nekomata—*: Kuroka, ¿presentarías una demanda? *

Aquella pregunta sorprendió a los dos humanos y la nekomata.

—¿Y qué podría ganar? —interrogó escéptica la yōkai.

—*Voy a ser totalmente sincera contigo: mataste a tu amo y eso no puede ser perdonado* —Kuroka sonrió de manera sarcástica—, *pero podríamos evitar que sigas siendo una criminal buscada y evitar tu extradición. El infierno demoníaco abrahámico aún te estaría vetado, pero en el resto del universo podrías estar en total libertad y, en caso de arresto ilegal, serías liberada de inmediato, sin ningún tipo de daño, pero te llevarían fuera de nuestro territorio* —Issei miró a Kuroka con un leve encogimiento de hombros—. *Lo lamento, pero es lo máximo que podemos ofrecerte. Da igual que fuera para defenderte a ti y a tu hermana. Nuestra ley no puede defender a nadie que ataque y mate a un noble, y menos si ese alguien es su siervo*.

—Sistema feudal —murmuró Tom negando con la cabeza.

—*Sí. Es una de esas cosas que queremos cambiar de nuestra sociedad, pero el camino es demasiado lento y largo*.

—¿Tendría que ir allí en caso de hacerlo? —volvió a preguntar Kuroka con una mueca.

—*No es necesario. Los abogados que hemos contratado nos han asegurado que, dado que no hay garantías de un trato justo hacia tu persona, podrás hacerlo a través de un holograma mágico*.

—Debo decir que me sorprende si al final podéis hacer eso —comentó Tom—. Pero más importante, ¿abogados? ¿Ya?

—*Estos abogados en principio serían para el caso contra las Casas participantes, pero tenía la esperanza de que Kuroka aceptara presentar la denuncia*.

La mirada de la noble y los dos humanos se centraron en Kuroka. La nekomata estaba pensativa, con el rostro fruncido, pensando si aceptar o no la oferta de la Gremory. Si la cosa salía bien, ya no tendría que esconderse y podría caminar al fin con total libertad, siempre y cuando no se acercase a los territorios demoníacos del infierno… y quizás así podría volver a ver a su hermana sin necesidad de esconderse.

—... Está bien, Gremory. Presentaré una demanda. ¿Qué tengo que hacer?

Rias sonrió, satisfecha.

—*Me bastará con tu sello mágico. Enviaré a uno de mis chicos a la Torre. Lee la denuncia y, si estás satisfecha, pon tu sello mágico. Yo la llevaré al Tribunal Supremo y procederé a denunciar.

—¿Se puede hacer eso?

—*La justicia demoníaca es bastante distinta a la justicia humana*.

—Me imagino. Cosas como los Derechos Humanos… ¿Tenéis Derechos Demoníacos o algo así? —Rias negó con la cabeza—. Otro punto en contra.

—Calla, calla. Que me están entrando dolores de cabeza con todo el follón que están montando con los nuevos Derechos Universales —gruñó Issei al recordar los noticiarios sobre los nuevos Derechos que estaba intentando crear la ONU para englobar a todas las civilizaciones y especies inteligentes, como yōkais, demonios, ángeles y especies alienígenas, como los asgardianos.

No es que aquello fuera malo, todo lo contrario, pero tanta repetición, tantas discusiones estúpidas entre delegados, tantas quejas sin sentido por parte de algunos países… Era cansino no, lo siguiente.

—*Te aviso cuando llegue a la Torre, ¿de acuerdo? Le diré que intente pasar desapercibido. Voy a preparar la denuncia. No tardaremos*.

Los tres se quedaron mirando la pantalla luego de que Rias cortara la llamada. Tom fue el primero en mirar a Kuroka.

—Bueeeeeno… Parece que la luz al final del túnel no está muy lejos, ¿no?

—Se nota que no conoces la justicia demoníaca —dijo Kuroka luego de bufar—. Tratarán por todos los medios llevarme allí y no tengo esperanzas en que cambien la sentencia.

—Dudo que se atrevan a apresarte estando aquí —opinó Issei—. Y en cuanto a la sentencia… tampoco tengo mucha fe, pero al menos se podrá demostrar que no actuaste por maldad. Ya que ellos lo consideren válido es otra cosa.

—Eso es cierto —asintió Tom—. Son muchos los juicios públicos cuya sentencia ha sido declarada injusta por el pueblo y se han liado muy gorda.

—¿Y qué? —cuestionó la yōkai.

—Que luego de todo lo que ha pasado en el mundo demoníaco, la presión que sentirán los jueces y la fiscalía será enorme. Después de todo, sigue habiendo mayoría de población reencarnada. No creo que se atrevan a declarar una sentencia injusta. Se caldearían demasiado los ánimos.

—Eso podría ser posible —coincidió Issei.

—Aun así, no creo que esto vaya a acabar bien para mí —murmuró Kuroka con el ceño fruncido.

—Intenta ser más positiva. No sé, piensa que si esto sale bien podrías dejar de ser perseguida, e incluso podrías tener una relación con tu hermana como se debe. Obviamente llevaría tiempo, pero podríais ser una familia como tal.

Kuroka miró fijamente a Issei. Eso era algo que deseaba fervientemente. Desde que la dejara en el infierno, luego de asegurarse que estaría bien (siendo protegida por Sirzechs Lucifer), había deseado en el fondo de su corazón volver a reunirse con ella, pero tenía asumido que aquello era imposible por su reputación y el hecho de que Koneko la odiaba profundamente, y con razón. Pero… ¿y si podía probar su inocencia? ¿Y si en verdad podía probar que la protegió en todo momento, que nunca mató por placer y que no la abandonó a su suerte? Quizás… Quizás su hermana pequeña podría perdonarla algún día y permitirle ser parte de su vida.

Tom e Issei se miraron con una leve sonrisa, adivinando los pensamientos de la nekomata, quien no volvió a abrir la boca durante largo tiempo.

Pasaron varias horas hasta que cierta persona llegó a la Torre buscando a Issei. Luego de avisar al aludido, este bajó a recepción, encontrándose con alguien que no veía desde hacía bastante. Se trataba de Millicas, el sobrino de Rias. El hijo de Sirzechs llevaba puesto un elegante y caro traje. Llamaba la atención que un joven adolescente vistiera de aquella manera tan elegante. Al menos no había aparecido con las ropas de noble demoníaco.

—Hola Issei —saludó elegantemente el demonio.

—Millicas. Gusto verte —ambos se estrecharon la mano—. Te ha enviado a ti, ¿eh?

—Dado que mi tía y sus siervos aún no tienen permitido abandonar el infierno, me ha pedido que sea vuestro vínculo.

—Y es de agradecer. Venga, ven conmigo —fueron hasta uno de los ascensores para subir hasta el piso-residencia de Issei en la Torre—. Oye, ¿se sabe algo sobre cuándo terminará su castigo?

—Posiblemente ya habría terminado, pero con el nuevo golpe a su autoridad con vuestra iniciativa, han decidido alargarla por tiempo indefinido, pero no creo que vaya a ser mucho tiempo.

—¿Por qué crees eso?

—Por la presión. Tanto en la Tierra como en el Infierno demoníaco, aquellos que participaron en la batalla tienen una buena imagen pública, y las quejas para su «liberación» han aumentado, al menos entre los demonios.

—Ya veo. Estaría bien volver a verlos por aquí, aunque…

—¿También temes ataques contra ellos?

—Al menos en este país. En mi ciudad natal… creo que sería justo lo contrario.

—Mi hermana y Sona piensan igual. No creen que estén en peligro en Kuoh. ¿Tú sabrías decirme?

Issei se cruzó de brazos, pensativo.

—Bueno… Ya eran famosos antes de todo esto, unas estrellas. Admirados incluso. Ahora, con todo lo que ha ocurrido… Sí, no tengo dudas. Serían bien recibidos en Kuoh, y posiblemente en todo Japón.

—Me alegra escuchar eso. Es su lugar favorito de toda la Tierra.

Issei sonrió ladinamente. Aquello era algo que tenía más que claro. Ambas herederas se habían enamorado de la cultura japonesa. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Millicas vio a Tom sentado en el sillón, pero no había rastro de Kuroka. Issei miró fijamente a su amigo, interrogante, pero el artista simplemente se encogió de hombros. Rodando los ojos, Issei guió a Millicas hasta el sofá.

—Tom Wood. Un placer conocerte —se presentó el susodicho.

—Millicas Gremory —el demonio estrechó la mano del humano con una sonrisa—. He escuchado mucho sobre ti y me alegra conocerte al fin.

—¿En serio? ¿Hablan de mí?

—Mi tía y Sona te tienen en buena estima, y los chicos también.

Tom pareció sorprenderse por aquella revelación.

—Oooh. Fíjate tú. Es agradable de oír.

—¿Puedo preguntar dónde está la señorita Kuroka?

—Estaba aquí hace un segundo, pero se ha transformado en minina y ya la he perdido de vista —explicó Tom tranquilamente—. Seguramente debe haberse escondido por si era una trampa o algo.

—Entiendo, y era de esperar. Siendo conocedor de su relación con los demonios, no es de sorprenderse. Pero por favor, señorita Kuroka, no tiene que desconfiar de mí. Soy un simple mensajero en esta tarea encomendada por mi tía, Rias Gremory. Además, todos aquí sabemos que usted es más fuerte que yo.

—Pero eso no quita que puedas tener ases bajo la manga —dijo Kuroka apareciendo en una esquina con su forma felina—. Por experiencia sé que no debo fiarme.

Millicas asintió.

—Encantado de conocerte. Soy Millicas Gremory, hijo del Maou Lucifer y sobrino de Rias. Como he dicho, tiene sus motivos, pero vuelvo a pedirle que no desconfíe de mí. Es más, aquí tengo la carta de demanda.

De uno de sus bolsillos sacó la carta, la cual abrió y dejó sobre la mesa. Kuroka no se movió de donde estaba, mirando con desconfianza el trozo de papel.

—[Puedes acercarte, gata] —dijo Ddraig luego de revisarla.

Con la aprobación del dragón, la susodicha se acercó, cambiando a su forma híbrida en el proceso. Cogió la carta mientras ambos humanos se colocaban a ambos lados, leyéndola junto a ella.

—Vaaale. Todo parece estar en orden —dijo Tom luego de leerla—, aunque no estoy seguro por no saber nada de leyes demoníacas.

—La carta de demanda no es distinta de cómo lo hacen los humanos —explicó Millicas una vez que los tres terminaron de leer—. Pon tu sello mágico aquí, por favor —pidió amablemente mientras señalaba el final de la carta.

Kuroka entrecerró los ojos, mirando desconfiada el trozo de papel.

—Entiendo que no te fíes de ellos, ¿pero confías en nosotros? —le preguntó Issei—. Si es así, firma sin miedo.

Mirando de reojo a ambos humanos, la yōkai suspiró. Colocó su dedo índice en la carta de denuncia, invocando su sello mágico. Un par de segundos después apartó dicho dedo, mostrando que su sello había quedado registrado.

—Me satisface —dijo Millicas guardando la carta—. Se la llevaré a mi hermana en seguida. Te deseo suerte, de verdad.

Con toda formalidad de un noble, Millicas se despidió de los tres creando un círculo mágico bajo sus pies, desapareciendo en un instante.

—¿Por qué no ha hecho eso para venir aquí? —curioseó Tom.

—No creo que hubiera causado buena impresión —opinó Issei.

—Eso y que nadie puede usar la magia para ir a un lugar que no conoce-nya —continuó Kuroka.

—¿No tienen una especie de coordenadas?

—Sí y no. Es un poco más complicado de lo que pensáis-nya.

—¿Podrías enseñarme? —curioseó Issei.

—¿Quieres aprender magia-nya? —interrogó la yōkai con una sonrisa divertida.

—En verdad Ddraig lleva un tiempo enseñándome las nociones básicas —contestó encogiéndose de hombros—. Aunque al ser magia dragontina no sé si será lo mismo.

—[Me temo que no, pero quizás te puedan servir sus conocimientos]

—Ahí lo tenéis —dijo Tom sonriente—. Además, ¿no era «el saber no ocupa lugar»? Pues eso.

XXXXX

El resto del día pasó sin pena ni gloria, aunque una incipiente sensación crecía y crecía conforme pasaban las horas. Intentando no alertar a nadie, Issei se mantenía vigilante, atento, en guardia. Dado que no sabía cómo actuaría el gobierno demoníaco, prefirió mantener todas las posibilidades abiertas: desde un ataque a la Torre a un intento de infiltración. No fue hasta la noche que Rias se volvió a poner en contacto con el trío.

—*Bien, ya está presentada oficialmente*.

—¿Y qué tal? —preguntó Issei expectante.

Los dos humanos, y en menor medida la yōkai, esperaban ansiosos la explicación de la noble demoníaca.

—*¿Qué os imagináis? *

—Uh, uh, yo respondo —pidió Tom levantando la mano, dando leves saltitos—. El gobierno ha pedido el arresto de Kuroka, también te han pedido explicaciones y seguro que te ha caído una muy gorda. También que la noticia se ha filtrado y ahora lo sabe todo el mundo. Y… Dame un momento… Ah, vale, lo tengo: han intentado echar para atrás la denuncia.

Cuando finalizó se cruzó de brazos, sonriendo con suficiencia.

—*Me sorprendes, Tom. Ciertamente el gobierno ha pedido, o más bien ordenado, al Tribunal Supremo una orden de extradición, una que supuestamente llegará al mismísimo gobierno estadounidense*.

—Te vas a ver envuelto en otro juicio, colega. No vas a dar a basto —se burló Tom de Issei, quien le miró molesto.

—*Sinceramente no podíamos imaginar que el gobierno llegaría a este punto teniendo en cuenta cómo están las cosas en la Tierra. Pero en fin. Ciertamente me han pedido explicaciones e incluso han pedido mi arresto*.

—Pero… si ya estás arrestada.

—*Arresto domiciliario, para ser más exactos. Esta vez querían encerrarme como tal. Pero debido a la naturaleza de la denuncia y las pruebas, nuestros abogados lo han impedido, e incluso mi propio hermano ha intercedido*.

—¿Los Maous se van a involucrar?

—*Todo lo posible, sí. También es cierto que todo el infierno demoníaco sabe sobre la denuncia, las pruebas y demás*.

—¿Cómo se ha filtrado? —cuestionó Issei con una sonrisa burlona.

—*Quien sabe* —Rias también sonrió, encogiéndose de hombros—. *Lo importante es que ahora esto va a ser mediático*.

—¿Y mi última predicción? —curioseo Tom por saber si había hecho pleno.

—*También ha sido correcta. Al principio han intentado todo lo posible porque la denuncia no saliera adelante, pero por las pruebas y la gravedad de la acusación, no han podido lograr su objetivo. Aún no hay fecha para el inicio del juicio, pero suponemos que dentro de una semana*.

—¿Y la extradición?

—*No creo que llegue a puerto, o al menos a uno bueno* —respondió encogiéndose nuevamente de hombros—. *Piénsalo: van a pedir la extradición a la primera potencia mundial de la Tierra, una que no confía en nuestro gobierno, y todo con unas pruebas que están a favor de Kuroka (según vuestras leyes) y sin garantías de que se mantenga su seguridad una vez esté en nuestro territorio*.

—Bueno, ¿y si metemos a este en la ecuación? —señaló con el pulgar al Hyoudou.

—*Creo que, a pesar de su actual reputación* —Issei hizo una mueca—, *las cosas acabarían torciéndose nuevamente por las pruebas y se vería a nuestro gobierno con muy malos ojos*.

—Y si lo tienen tan crudo; ¿por qué pedir la orden?

—Supongo que se trate de una especie de promesa que no acaban cumpliendo —opinó Issei.

—¿Como hacen nuestros políticos?

—Exacto.

—Aaaaamigo. Ya veo, ya veo. ¿Y cómo se hará entonces?

—*Tendremos que esperar un poco, pero en caso de que no pase usaremos un sello de mi familia para que Kuroka pueda presentarse a través de un holograma mágico si al final la extradición no se lleva a cabo*.

—Es bueno escucharlo.

Entonces alguien llamó a la puerta, reconociendo una esbelta figura, rasgos orientales y una larga cabellera negra.

—*Rias*.

—*Oh, Akeno. ¿Ya ha llegado? Gracias*.

La Reina Gremory saludó a los dos humanos, y por educación a Kuroka, quien sonrió sarcástica, pues era más que obvio que la nefilim era indiferente a su presencia.

—¿Qué es? —curioseó Tom.

—*La respuesta del Tribunal* —respondió Akeno mientras Rias leía—. *Es la contestación a la demanda*.

—Oooh, eso ha sido rápido. ¿Y qué dice?

—*Tal y como esperábamos, el gobierno no va a pedir la extradición de Kuroka. Han acordado que saldrían perdiendo con aquello* —explicó Rias mientras terminaba de leer—. *Y el juicio se llevará a cabo el día veintiuno de junio según vuestro calendario. La sesión comenzará a las nueve de la mañana, hora de Nueva York* —sonrió satisfecha, cerrando la carta, colocándola en su regazo—. *Parece que la suerte nos ha sonreído. Tenemos tiempo para preparar el juicio*.

—Pero ¿acaso no es raro que sea tan pronto? —preguntó Issei—. Digo, en mi caso hay un margen de varios meses para la preparación.

—*Si hubieran querido, el juicio podría haber empezado mañana mismo, pero tampoco es extraño que se dé una semana dado que el gobierno es muy numeroso. Tiene tiempo de sobra para prepararse*.

—¿Y qué hay de los Maous y el proyecto? —interrogó Tom.

—*Está confirmado que iniciarán una investigación hoy mismo, aprovechando el juicio y la preparación de la defensa*.

—Bien, bien. Eso está genial.

—¿Y qué hay de ti?

Ante la pregunta de Issei, Rias ladeó ligeramente la cabeza.

—*Lo esperado. El gobierno no soporta que le haya enfrentado y desobedecido tanto y ante todo el mundo. Por ahora, el castigo de mi grupo, y por tanto el mío propio, definitivamente se extenderá y ya no podré salir de mi casa. Arresto domiciliario más estricto. Ni siquiera podré salir a los jardines*.

—¿Qué opinan tus padres?

—*Al principio se molestaron conmigo, pero luego de revelar todo ese proyecto para crear un súper demonio, se pusieron de mi parte. Otras Casas también nos apoyan*.

—Otra vez estáis divididos.

—*Lo estamos desde hace tiempo. Esto es solo otra gota más al vaso*.

—¿Guerra civil?

—*Espero que no, pero no podemos estar seguros. El gobierno se debilita, el sistema también, la economía, nuestros números… Se avecina un cambio, pero habrá que esperar a ver si se realiza con la misma rapidez que en la Tierra o será algo lento, como suele ser todo en nuestra sociedad*.

—Bueno, teniendo en cuenta que sois una especie que puede vivir diez siglos…

—*Exactamente. Crucemos los dedos porque sea algo tranquilo*.

—Esperemos.

—*Bien, os dejo, pero mantendré el contacto con más intensidad que antes. Después de todo, tenemos un juicio que preparar y ganar*.

—¡Así se habla! —exclamó Tom—. ¡Hay que darles bien por culo! ¡Hasta el fondo y sin vaselina!

Issei alzó una ceja mientras sonreía divertido. Rias y Akeno se contagiaron de aquel buen ánimo.

—*Sí, seguro que sí. Hasta pronto*.

Con un gesto de mano, la llamada finalizó. Tom apoyó una mano en el hombro de Kuroka, sonriendo alegre. La nekomata se permitió sonreír con sinceridad. Issei, por su parte, suspiró mientras se estiraba. Ahí iba otra dura semana.


¿Cuándo fue la última vez que puse un flashback como este en esta historia? Buaaah, ni me acuerdo jajaja. Bueno, al fin parece que el caso de Kuroka está por finalizar, pero el de Issei apenas y ha empezado ja, ja, ja.

Por cierto, ¿alguien sabe cuál es el límite de la Capitana Marvel a la hora de absorber energía? Sabemos que no es capaz de absorber la de otra Gema del infinito (EndGame), pero me parece que nunca queda del todo claro (en What if…? es capaz de absorber los rayos de «Thor nivel básico», pero siempre es mejor estar del todo seguro).

Ahora los comentarios:

Tenzalucard123

Le falta un poquito al juicio, pero tranquilo, ese tipo no estará, no es juez ni abogado.

omega9028

Exactamente. Vali era el seguro, y ahora ya no lo tienen. Obvio que los Héroes no serían ni en broma héroes como tal. ¿Antihéroes? Eso pegaría más ja, ja, ja. Solo podéis especular. Peter, Peter… Quedan casi 4 años, aún es mucho tiempo.

Una comparación curiosa, y respecto a ese detalle que mencionas sobre la base… queda en misterio.

CCSakuraforever

Como siempre, las respuestas tardarán un poco en llegar.

Zitfeng

Lo que te comenté por los mensajes lo mantengo.

Antes están Iron Man 3 y Thor 2. Queda un rato para Cap. América 2.

Pd: quiero darle las gracias a mi amigo y compañero and122 por su ayuda en las sesiones de terapia. Sus personajes aparecerán en una próxima historia que publicará.

Sin más que decir, me despido.

¡Nos leemos!